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SEXTA SEMANA

DONES, CARISMAS Y FRUTOS DEL E.S.


SERAFÍN ORTEGA JUNCUAS

OBJETIVO: Descubrir y aceptar las acciones del E.S. a través de sus dones, carismas y
frutos en nuestra vida como cristianos.
a) Los dones están encaminados para nuestra santificación y en orden al amor.
Carácter permanente.
b) Los carismas son manifestaciones del E.S. para la construcción, unidad y el bien
común de la comunidad. Carácter puntual es decir ocasionalmente.
c) Los frutos son una manifestación exterior de la presencia del E.S. en nuestro
interior. El E.S. se desborda en amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad,
mansedumbre, bondad, fidelidad, templanza, continencia, castidad, etc.
RESUMEN: Los dones, carismas y frutos del E.S. manifiestan a Jesucristo.

DONES
La vida cristiana se parece a un barco de vela. Cuando no hay viento los
marineros utilizan los remos y avanzan poco y con mucha fatiga. Cuando sopla el viento
se viaja a vela desplegada, se llega lejos y apenas con fatiga.
Cuando hay poco E.S. el cristiano tiene que esforzarse mucho para su
santificación, pero cuando sopla el E.S. con la fuerza de sus dones se llega muy lejos y
con apenas fatiga.
No olvidemos que el puerto es Jesucristo.
Para llegar a las grandes metas necesitamos el impulso del E.S. con sus dones.
LECTURA: Is. 11, 2-3
Tradicionalmente se mencionan los siete dones: inteligencia, sabiduría, ciencia, consejo,
fortaleza, piedad y temor de Dios.
Los dones son necesarios para nuestra santificación como personas bautizadas,
por eso a diferencia de los carismas los recibimos como semillas en el bautismo y
debemos abrirnos a su desarrollo y crecimiento por la acción del E.S.
Vivir a nivel de dones es dejar que el E.S. sea quien dirija y conduzca, programe
el itinerario y la velocidad de tu camino. La vida mística es imposible sin los dones.

Comentamos brevemente los dones:


Estos primeros cuatro dones están en el orden intelectual: inteligencia, sabiduría,
ciencia y consejo.

DON DE INTELIGENCIA: El E.S. da este don para comprender mejor a Jesucristo y


todo lo que se refiere a la fe.
En la R.C. este don es muy común. Actúa cuando a uno se le revela con unción
una frase de la Escritura, una parábola, una imagen o figura, algún simbolismo litúrgico.
En las personas contemplativas Dios actúa mucho con este don, perfecciona su fe de tal
forma, que nada ni nadie les puede hacer abdicar de lo que han visto y oído.
En consecuencia este don nos hace penetrar en los abismos de Dios.

DON DE SABIDURÍA: El E.S. infunde este don en nosotros para que conozcamos en
plenitud a Jesucristo, en el cual se encierran todos los tesoros de la sabiduría y ciencia
de Dios. En otras palabras este don nos da un conocimiento sobrenatural, que nos

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permite llegar a Dios en si mismo y ver el mundo desde Dios, con los ojos de Dios, con
el ritmo y la paciencia de Dios. Nos perfecciona en la caridad porque podemos amar a
las personas y a las cosas como las ama Dios.
En la R.C. nos da el auténtico sentido que origina la alabanza: por su inmensa
gloria, porque Dios existe, porque es bueno en si mismo, porque es amor. Nos da el
gozo de sentirnos amados, redimidos y salvados por Jesucristo. Nos hace ver la
comunidad como un don de Dios y desde Dios y penetrar en su misterio. Lo relativiza
todo para darnos un sentimiento de eternidad.
De este don se derivan también el don de la compasión, de misericordia, el don
de lágrimas.
En conclusión el don de la sabiduría nos comunica la mirada de la Trinidad.

DON DE CIENCIA: Este don tiene como objeto los acontecimientos de la vida, los
sucesos naturales y las cosas creadas. El E.S. nos eleva a Dios. Con el don de Sabiduría
se conocen las cosas desde Dios, en el de Ciencia a Dios desde las cosas.
Algunos testimonios: 1) este don actúo en S. Francisco cuando compuso el “Cántico al
hermano sol”; 2) Con este don compuso el “Cántico espiritual” S. Juan de la Cruz.
Nos enseña a amar la creación y nos hace sentir el valor divino de lo humano y natural.
Este don de Ciencia actúa en el R.C.C. mediante las siguientes manifestaciones:
a) Durante la oración de intercesión iluminando algunas situaciones interiores en
las personas marcadas por sucesos o traumas ocultos y que salen a la luz para su
sanación.
b) Es como un instinto que permite conocer donde hay Palabra de Dios o dónde no
la hay.
c) Qué cosas son del Señor y cuáles no lo son por ejemplo en algunos gestos, en el
ejercicio de un carisma, etc.
d) Qué oraciones o canciones son ungidas y cuáles no.
En resumen este don de Ciencia nos hace experimentar la grandeza y la miseria de
las criaturas.

DON DE CONSEJO: Se refiere al hacer y no al conocer. Es un discernimiento sobre


lo que tengo que hacer, cómo debe comportarme en una situación, qué camino seguir,
qué decisión tomar, qué cosas debo evitar para seguir a Jesucristo. No se trata de dar
buenos consejos como de estar bien aconsejado. Perfecciona la virtud de la prudencia.
En la R.C.C. el don del Consejo actúa de las siguientes formas:
a) Aportando claridad en el discernimiento para guiar y orientar un grupo.
b) Ver con los ojos del E.S. el comportamiento de alguna persona.
c) Da la capacidad de conciliar la verdad con la suavidad, la necesidad de guardar
un secreto sin faltar a la verdad.
d) En el tema de las relaciones personales que tan importantes son en la R.C. da
pautas de cómo comportarse en determinados casos y cuáles son las actitudes
básicas a tener en cuenta.
e) Nos ilumina todos los aspectos del sometimiento a Dios y a los hermanos.
f) Nos ayuda a discernir nuestro carisma, ministerio o vocación y la de los demás.
En definitiva este don de consejo nos descubre las sendas de Dios.

Los tres siguientes están en el orden afectivo: piedad, fortaleza y temor de Dios.

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DON DE PIEDAD: Este don fortalece la virtud de la piedad y tiene como objeto el
sentir a Dios como Padre, tal y como se ha revelado en Jesucristo y por tanto todos
somos hermanos en la fe.
Es vivir asombradas y conmovidas la paternidad de Dios y la fraternidad entre
nosotros, no como un esfuerzo por nuestra parte sino como un regalo es decir como un
don.
Por ejemplo no es lo mismo ir a misa por obligación que por una auténtica
necesidad interior. No es lo mismo una palabra aprendida que otra vivida. No es lo
mismo el pecado ante la faz de un Dios castigador y justiciero que ante un Dios Padre.
En la R.C. el don de Piedad actúa de alguna de las formas siguientes:
a) Hacer largas horas de oración sin cansarse y con la sensación interior de
encontrar vida en ello. (“Se me ha hecho cortísimo este rato de oración”)
b) Largas conversaciones con el Señor.
c) Necesidad de juntarse con los hermanos, de compartir, de comer juntos.
d) Un sentimiento de familia, a veces superior al de familia de sangre. Es decir los
lazos de la fe unen más que los lazos de la sangre.
e) Entrega de nuestros pesos y abandono filial en los brazos del Señor.
f) Sensación de que el E.S. es un amigo, que te sana, te abraza y te cuida.
g) Suaviza la rigidez y dureza de las leyes, moralismos y liturgismos, dando un
tono festivo y desenfadado a las relaciones de unos con otros y con Dios.
h) Carácter festivo y celebrativo de la fe.
En resumen el don de Piedad nos hace exclamar con el Hijo: ¡Abba, Padre!

DON DE FORTALEZA: Viene a potenciar la virtud de la fortaleza con la que el


cristiano se capacita para arriesgarse a grandes empresas y para soportar pruebas y
sufrimientos duros.
El don añade a la virtud una invencible confianza de que serán superadas las
dificultades por la fuerza del E.S. Sobre el miedo humano de un mártir está la fuerza de
Dios.
En la R.C.C. este don se suele ejercitar de varias maneras:
a) Perseverar en la vocación religiosa, sacerdotal o matrimonial a pesar de las
grandes dificultades, gracias a la fuerza recibida por medio de la Renovación.
b) Crecimiento en todos los órdenes a través de los desiertos, cruces y
purificaciones, no sólo las ordinarias de la vida sino auténticas purificaciones
pasivas del sentido y del espíritu, en la línea de ser aptos para la contemplación,
la predicación profética o el ejercicio de otros carismas.
En definitiva el don de fortaleza nos afirma en la serenidad del inmutable.

DON DE TEMOR DE DIOS: No es un temor servil, sino filial. Va más en la línea de


perder a Dios. Por eso va unido a la fe. Este temor santo de Dios, no es de ningún modo
duda de la fidelidad de Dios, sino más duda de uno mismo, de la incapacidad e
impotencia de servir a Dios y al prójimo, de caer en un hábito oculto y pecaminoso que
nos aleje de El, y de que la prueba sea superior a nuestras fuerzas.
Nos mantiene vigilantes, humildes y sencillos. Si falta el temor de Dios, viene el
endurecimiento del corazón.
En la R.C. viene actuando de alguna de las siguientes formas:
a) Búsqueda de lo que quiere Dios para el grupo, por donde nos lleva el Señor, cuál
será su voluntad. Con frecuencia ocurre que los caminos de Dios no son nuestros
caminos.

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b) Sirve de antídoto y acicate para acertar con el designio de Dios de tal modo que
el grupo crezca y no se bloquee, para que no hagamos nuestra voluntad y
actuemos movidos por nuestras propias razones.
c) El temor de Dios en los grupos ahuyenta la autonomía en el obrar.
En conclusión el don de Temor de Dios nos mantiene ante Dios, en la conciencia de
nuestra nada.

LOS CARISMAS
“No se puede tener la luz sin el sol, ni el agua sin la fuente, ni el calor sin la llama”
El E.S. se ha derramado, no sólo en alabanza y en testimonio, sino también en la
manifestación de una serie de gracias que conocemos con el nombre de carismas.
Carisma es una gracia, un don, un regalo, un obsequio, un donativo, una dádiva,
algo que el hombre no ha ganado ni puede ganar por su propio esfuerzo ni por sus
méritos.
Una definición sencilla de carisma podría ser la siguiente: “un don gratuito del
E.S., destinado a la edificación de la Iglesia” o con palabras de S. Pablo, “una
manifestación para el bien común”.
“Una comunidad estará más o menos viva, será más o menos dinámica, en la
medida en que en su seno existan, crezcan y maduren los carismas”
Cualquier persona en cualquier situación o circunstancia puede ser receptor de
un carisma. El E.S. los distribuye con entera libertad, pero siempre con vistas al bien
común. El carisma es una riqueza para todos, es una gracia para la comunidad.

LECTURA: 1ª Cor. 12, 7-11


Esta lista de 9 no es exhaustiva. En cada época y en cada momento, en cada
grupo o comunidad, el E.S. puede suscitar nuevos carismas. El E.S. es una fuente
inagotable de gracias.
Acoger con alegría y agradecimiento todos los carismas desde los más grandes hasta los
más pequeños. Son manifestaciones del E.S.
Una norma general de discernimiento de los carismas: “Carisma que destruya,
que divida o desanime a la comunidad no es verdadero carisma. Si se puede detectar un
aliento poderoso que lleva a la confesión del señorío de Jesús, a la unidad, al amor y a la
maduración de la fe; si produce paz y sosiego, entonces lleva la marca del E.S.”
“No extingáis el E.S., no despreciéis las profecías, examinadlo todo y quedaos
con lo bueno” (1ª Tes. 5, 19-22).
S. Pablo dijo también “el camino que sobrepasa a todos los caminos y a todos
carismas es el amor” (1ª Cor. 13, 1-13). Pues los carismas pasarán pero el amor es
eterno.
Los carismas son herramientas para construir el Reino, pero “el amor es el
corazón de la vida del pueblo”.
S. Pablo no sugiere que haya que escoger entre carismas y el amor. No es una
disyuntiva exclusiva sino una conjunción: carismas y amor.
En la R.C.C. han sido renovados casi todos los carismas mencionados por
S.Pablo en sus cartas.
El despertar de estos carismas ha sido una sorpresa del E.S. para nuestros días.
“Quisiera Dios que el Señor aumentase todavía una lluvia de carismas para hacer
fecunda, hermosa y maravillosa a la Iglesia, y capaz de imponerse incluso a la atención

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y al estupor del mundo profano, del mundo laicizante” (Pablo VI, 10 de octubre de
1974).
E.S. y carismas son dos realidades inseparables. Una Iglesia sin E.S. y sin
carismas no sería la Iglesia de Jesús; un cristiano sin E.S. y sin carismas está muerto.
Los carismas son auténticas posibilidades para la vida de la Iglesia. Unos pueden ser
más útiles que otros y edificar más a la comunidad que otros, pero todos son gracias que
recibimos con gozo del E.S. Por eso tenemos que pedirlos, desearlos, aceptarlos y
abrirnos a ellos.

1. PALABRA DE SABIDURÍA
S. Pablo no explicó este carisma. Pero en la praxis de la R.C., se ve claramente
que no se trata de una palabra pronunciada por un hombre sabio y experto, sino de una
palabra puesta por el E.S., como un carisma especial, en la boca de algunos fieles para
iluminar y orientar a la comunidad en los momentos en que tiene que tomar una
decisión importante o hacer frente a una necesidad concreta o para realizar un plan que
viene del Señor.
La palabra de sabiduría no se aprende a los pies de ningún maestro sino a los
pies del Señor. El E.S. nos introduce en el misterio insondable de Dios y nos capacita
para conocer las cosas íntimas de Dios, para saber qué hacer, qué decir y cómo actuar.
A veces la persona no suele ser consciente de haber sido utilizado por el Señor.
Son los demás quienes descubren la ayuda que han recibido o la luz que les ha
iluminado el camino. Es una palabra portadora de la fuerza del E.S.
Ante problemas complicados, situaciones difíciles o circunstancias especiales
pedirle humildemente y confiadamente al E.S. que os de una palabra de Sabiduría.

2. PALABRA DE CONOCIMIENTO O DE CIENCIA


En la R.C. es interpretado de la siguiente forma: “Es como una iluminación del
entendimiento para conocer un hecho o para pronunciar una palabra. Se produce con
frecuencia en la celebración de la eucaristía o en una asamblea de oración. Suele
presentarse bajo la forma de una percepción clara interior, acompañada de la seguridad
de que se trata de algo que viene de Dios y que es de Dios; como un conocimiento
inmediato intelectual: por un pensamiento que se hace tenaz y persistente, que se
desarrolla y precisa sólo cuando la persona se atreve a abrir la boca para formularlo
públicamente.
Se presenta también bajo forma de imágenes mentales. Quien recibe ese
conocimiento se siente como urgido a anunciarlo y la persona o las personas a quienes
se dirige se sienten tocadas de diversas formas: sienten un gran calor interior,
experimentan paz o liberación o una certeza en torno a alguna cosa. Este carisma está
muy ligado con el carisma de sanación física o interior.
“El signo de su validez es el testimonio de la persona afectada”.
Este carisma exige una gran vigilancia en su ejercicio y en su discernimiento. El que lo
recibe no puede negarse a ejercerlo, pero tampoco hay que ser demasiado arriesgado en
su uso. El exhibicionismo es uno de los peligros que amenazan el uso del mismo.”
Resumiendo:
¿Quién puede tener la palabra de conocimiento? Cualquier cristiano que crea en el
poder del E.S., que viva unido al E.S., que lo invoque y le pida este carisma para un fin
bueno.
¿Dónde se recibe? En la mente o en la imaginación. ¿Cómo se percibe? Como la
profecía. Generalmente después de orar en lenguas.

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¿Cómo distinguirlo de las ideas propias? Por venir después de la oración, cuando no han
interrumpido en la mente las propias consideraciones.

3. CARISMA DE LA FE
Este carisma no debe confundirse con la virtud teologal de la fe. Es una gracia especial,
dada por el E.S. a algunos fieles para edificar a la comunidad.
“Es una súbita oleada de fe para creer confiadamente, sin dudar en absoluto, que
lo que hagamos o hablemos en nombre de Jesús, sucederá”. Es la fe que mueve las
montañas “Tened fe en Dios” (Mc. 11, 22-23). “Se trata de un carisma que hace posible
lo imposible”
“La fe, como carisma, es la firme certeza de que Dios va a hacer aquí un
milagro. El que está dotado de ese carisma sabe, en un momento determinado, que una
situación sin esperanza no lo es en absoluto, que Dios va a intervenir y que todo va a ser
cambiado para honra y gloria de su nombre” Es la fe que hace milagros y edifica a la
comunidad.
Este carisma es la puerta de entrada hacia el carisma de milagros, curaciones, de
palabra de conocimiento, etc.
La Iglesia, las comunidades y los grupos necesitan de la presencia de esos
hermanos que contagian entusiasmo y seguridad. Todos necesitamos de la fe de los
demás para vencer las dudas.
Los fieles que están dotados de una fe poderosa confortan a los débiles,
robustecen a los que están tentados, animan a los que pasan por dificultades, son como
una luz en medio de la noche de la vida. La presencia de esos hermanos, fuertes en su
fe, contribuye a edificar la comunidad.

4. CARISMA DE CURACIONES
El ministerio de curación jugó un papel muy importante en la vida de Jesús. Los
relatos de curaciones ocupan casi una tercera parte en el evangelio de S. Marcos.
También en el Nuevo Testamento y en las comunidades fundadas por S. Pablo también
se narran curaciones.
Por lo tanto la curación es una promesa para todos los tiempos y forma parte del
mensaje fundamental del evangelio. Es una orden y un mandato de Jesús: “Curad a los
enfermos” (Mt. 10, 8; Cfr. Mc. 16, 18). La palabra que anunciamos debería estar
confirmada por signos poderosos de que el reino ha llegado hasta nosotros.
En la R.C. durante las eucaristías de sanación y en los servicios de sanación
hemos podido presenciar numerosas curaciones de enfermos. Las curaciones físicas son
más espectaculares, pero la sanación interior del corazón está llenando de gozo a miles
de hombres.
Existe el peligro de alimentar el gusto por lo milagroso y lo espectacular. Pero
los milagros, en cuanto tal, apenas tienen entidad en si mismos. Son un signo o una
señal del Reino de Dios.
“Este carisma deberías ser ejercido por muchos cristianos en la vida de cada día:
en la familia, en el grupo y en el entorno en que se mueven habitualmente. Deberían
pedirlo todos los que trabajan en la sanidad, en las clínicas, en los asilos, con gente
marginada o enferma”.
La R.C. está contribuyendo a restaurar y renovar este carisma en la vida
ordinaria de la Iglesia.

5. CARISMA DE HACER MILAGROS

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S. Pablo tampoco dio una explicación de este carisma. Podemos suponer que se trata de
signos, señales, milagros y prodigios que llaman poderosamente la atención y que
provocan asombro religioso.
Pensemos en la pesca milagrosa, la tempestad calmada, la multiplicación de los
panes, la higuera que se secó inmediatamente, etc.
Jesús prometió ese poder a los suyos: “Harán lo mismo que yo, incluso obras mayores”
(Jn. 14, 12).
El E.S. está regalando a algunos fieles cristianos esa fe sencilla y arriesgada en
el poder y en el amor del Señor, capaz de hacer las cosas más maravillosas por sus hijos
y para confirmar la palabra que anuncia la llegada del Reino. Así la comunidad cristiana
es edificada y confortada.
Pero si esos milagros no nos llevan hacia la conversión hacia el Reino no habrán
servido para nada.

6. CARISMA DE PROFECÍA
Profeta es aquel que nos habla en nombre de Dios, un mensajero de Dios para su
pueblo. Los profetas sacan a los hombres de la inercia y los urgen a volver hacia el Dios
vivo.
S. Pablo dio una definición muy exacta de la profecía y de la función de los
profetas: “Por el contrario, el que profetiza, habla a los hombre para su edificación,
exhortación y consolación” (1ª Cor. 14, 3). Por lo tanto la profecía edifica, construye,
conforta, robustece, alienta y anima, consuela, calma y apacigua. Es como si Dios
hablara al corazón de los hombres.
Por este carisma Dios toma posesión de algunos hombre para hacerlos
instrumento de su palabra, transmitir su mensaje y edificar a su pueblo.
S. Pablo dice: “Aspirad a los dones espirituales, sobre todo al don de profecía”
(1ª Cor. 14, 1-5).
¿Qué experimentan en su alma los que tienen este carisma? ¿Qué es lo que les
impulsa a hablar a la comunidad? Esta es la experiencia común en casi todos los
casos:”El E.S les hace percibir una llamada o un impulso que les mueve a pronunciar
una palabra, una frase o una idea, que se va desarrollando a medida que es proclamada y
les da la convicción de que esa palabra, frase o idea viene del Señor y no de si mismos;
les hace percibir, asimismo, la urgencia, de proclamar esa palabra y de que Dios mismo
desea que su mensaje sea manifestado”. Todo esto es lo que se llama la unción.
En la R.C. se suele producir en las asambleas de oración después de un canto en
lenguas y suele ser una palabra de estímulo, de exhortación y de aliento.
Toda palabra profética debe someterse al discernimiento y el criterio es muy
sencillo: “Si una palabra profética produce sosiego, amor, paz y gozo en el E.S. es un
buen signo de su autenticidad”.

7. CARISMA DE DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITUS


Es un carisma muy importante para la Iglesia y para la vida de los grupos.
“Hay que discernir lo bueno de lo malo, lo auténtico de lo falso, lo que vale de lo que no
vale. Hay que saber distinguir si un espíritu, una persona, un acontecimiento o un
proyecto es de Dios o no lo es. Es un carisma que protege a la comunidad cristiana
contra muchos errores y engaños y para que no se mueva a impulsos de otros criterios y
valores más que los queridos por Dios”
Es una gracia preciosa que preserva a la Iglesia o a los grupos para que sean
llevados por caminos que no son del E.S.

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8. CARISMA DE LENGUAS
Este carisma es el más pequeño de todos ellos y es la puerta que abre o
predispone al resto. “El más humilde de los carismas”
El carisma de lenguas ha creado problemas desde Pentecostés. Es un carisma
discutido y muchas veces no entendido, incluso encuentra oposición.
S. Pablo hizo algunas afirmaciones sobre este carisma que nos puede ayudar a
entender, comprender y amar más el carisma de lenguas y sobre todo usarlo cada día en
nuestra oración personal y comunitaria:
a) “Pues el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios” (1ª Cor. 14,2).
b) “El que habla en lenguas se edifica a si mismo” (1ª Cor, 14, 4).
c) “Deseo que todos habléis en lenguas” (1ª Cor. 14, 5).
d) “Doy gracias a Dios porque hablo más en lenguas que todos vosotros” (1ª Cor. 14,
18).
e) “No estorbéis que se hable en lenguas. Pero hágase todo con decoro y orden” (1ª Cor.
14, 39).
Por tanto S.Pablo lo amó, lo usó y animó a emplearlo porque es muy bueno. Es
principalmente un don de oración. Donde uno se siente pequeño, como un niño delante
de Dios y le habla con el lenguaje inefable del corazón es decir con gemidos inefables
que nos brotan de dentro y llegan al corazón de Dios. Tampoco lo sobrevaloró.
Este carisma puede ser descrito con distintas expresiones: lenguas, diversidad de
lenguas, hablar en lenguas o glosolalia, un discurso en lenguas, hablar palabras en
lenguas, etc.
El carisma de hablar en lenguas es una realidad en nuestros días. La R.C. se
ejerce con toda normalidad, sobre todo en la modalidad de canto en lenguas.
Muchos han abandonado la R.C. a causa de este carisma. ¿Para qué usarlo
cuando se puede alabar al Señor en la propia lengua?
Existe una triple manifestación de este carisma: hablar en lenguas, orar en
lenguas y cantar en lenguas.
a) El carisma de hablar en lenguas es dado por el E.S. para transmitir un mensaje
al grupo de parte de Dios. Por eso es necesario que sea seguido de una
interpretación, que puede ser hecha por la misma persona o por otro miembro de
la comunidad. Si no hay nadie que interprete, es mejor que el carisma no sea
usado. No es muy frecuente en los grupos de R.C.
b) Orar en lenguas es un carisma para la oración y más en concreto para la oración
de alabanza. Alguien lo ha definido “como el lenguaje universal de la albanza.
Orar en lenguas debe ser algo muy agradable a ojos de Dios. El E.S. viene,
habla, susurra, pasa a través de todas las fibras del ser, manifiesta la gloria del
Padre, canta su alabanza. Es muy común en los grupos, sobre todo en los
momentos de intercesión y en la vida personal como un carisma de alabanza.
c) El canto en lenguas es una modulación musical o canto del corazón donde se
celebran las maravillas de Dios. El E.S. que mueve a hablar impulsa también a
cantar. Es un canto inspirado (Ef. 5, 19), que celebra la gloria de Dios. El E.S.
nos regala la música y la melodía y los gemidos que sería como la letra. Esta
modalidad es la más frecuente en todos los grupos y todas las asambleas. Con
este canto se da gloria al Señor y se edifica la comunidad.

En todas estas manifestaciones de este carisma el E.S. viene en ayuda de nuestra


flaqueza para expresar el anhelo del hombre por alabar y glorificar al Señor, más allá de
lo que es capaz de expresar con su propio lenguaje.
“Es un esfuerzo para expresar lo inexpresable”.

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Pedirlo, desearlo y abriros a este carisma pues ayuda mucho a edificar el hombre
interior y en la oración. Usarlo todos los días. Te eleva el corazón y la mirada a Dios
Padre.

9. CARISMA DE INTERPRETACIÓN
El carisma de lenguas tiene su complemento en el carisma de interpretación.
Porque no se trata de una traducción literal de lo que se ha expresado en lenguas, sino
una interpretación global del contenido de aquellas palabras. El intérprete siente que el
E.S. le da un conocimiento intuitivo del mensaje transmitido en lenguas y lo comparte
con la asamblea.
Se trata de un carisma verdaderamente extraño y sorprendente. Si el E.S. quiere
decir algo al grupo, ¿por qué no lo dice de una forma directa e inteligible? No es fácil
dar una respuesta comprensible. Misterios de Dios.

FRUTOS DEL E.S.


S. Pablo dejó escrito un catálogo casi completo de los frutos que produce la
carne y los frutos que produce el E.S.
LECTURA: (Gal. 5, 16-23).
Esta lista de los 9 frutos del E.S. obviamente no puede ser exhaustiva. Si
estamos unidos a Jesús daremos frutos abundantes y duraderos. (Jn 15, La vid y los
sarmientos).
Los que han recibido el Bautismo en el E.S. han experimentado la presencia
inefable y gozosa de ese fruto precioso. El cristiano es una criatura que vive una vida
nueva. Los frutos no son más que una manifestación exterior de la vida íntima que se
desarrolla en el hombre por la presencia del E.S. que se desborda en amor, alegría, paz,
paciencia, en afabilidad, en templanza, continencia, castidad, etc.
El alma del hombre es como un huerto donde el E.S. ha sembrado una semilla
preciosa y donde nace una cosecha exquisita. Allí donde está el E.S. la carne ya no tiene
poder.

Un amor nuevo ha penetrado en el alma de muchos hombres y ha cambiado su


vida por completo. Ese es el fruto del E.S., el rastro de Dios.

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:
1) BORRAGÁN MATA, Vicente, Como un vendaval. La Renovación Carismática.
Servicio de Publicaciones de la R.C.C. (Sereca), Madrid, 1998.
2) VILLARROEL, Chus, Seminario de Iniciación a la Vida en el Espíritu. Servicio
de Publicaciones de la R.C.C. (Sereca), Madrid, 1994.
3) NUEVO PENTECOSTÉS, Revista de la R.C.C., Año10, nº57, Julio-Agosto,
Sereca, Madrid, 1998.

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TEXTOS: Para orar, meditar y contemplar durante la semana:
1) Is. 11, 2-3 (Lista de los 7 dones del E.S.)
2) 1ª Cor. 12, 7-11 (Lista de los 9 carismas del E.S.)
3) Gal. 5, 16-23 (Lista de los 9 frutos del E.S.)
4) Rom. 12, 6-8 (Cómo ejercer los dones)
5) Ef. 4, 11-16 (Diversidad de ministerios y dones)
6) 1ª Cor. 12, 27-30 (Relación de orden entre los ministerios y dones)
7) 1ª Cor. 13, 1-13 (Base de todo don, carisma y fruto es el amor)

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