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¿Qué hay detrás de las mujeres que alcanzan las posiciones más altas de liderazgo? En una reciente
entrevista con The Washington Post, la precandidata por el partido demócrata a la presidencia de Estados
Unidos, Hillary Clinton, se negó a /tirar la toalla/como se lo había sugerido el presidente de su partido,
Howard Dean, y el senador Patrick Leahy. Incluso, en dicha entrevista, Clinton se comparó con Rocky Balboa,
probablemente la figura del cine que más palizas ha recibido y de las cuales siempre salió victorioso. Todos
tenemos esa imagen de Rocky en el piso, exhausto y levantándose con esfuerzo. Dicha actitud de quien
podría ser la mujer que más lejos ha llegado en términos de liderazgo en la sociedad norteamericana, tiene un
significado especial.

Actualmente, en el mundo apenas se pueden contar cerca de ocho mujeres Presidentes y cinco Primeras
Ministras. Ciertamente, las esferas más altas del poder todavía pertenecen a los hombres. Historias así, como
las de Michelle Bachelet y Cristina Fernández de Kirchner, presidentas de Chile y Argentina; Violetta
Chamorro, ex presidente de Nicaragua; Angela Merkel, canciller de Alemania; Madeleine Albright y
Condoleezza Rice, ambas secretarias de estado; o los casos de Meg Whitman y Anne Mulcahy, CEOs de eBay
y Xeros, son igualmente ejemplos de mujeres que llevan un Rocky en su corazón.

Curiosamente, el tema del liderazgo en las mujeres fue abandonado por muchos años, entre otras, por las
"feministas" de antaño. Es decir, en la historia ha sido tan arraigada la imagen del líder como un hombre, que
simplemente no se consideraba como competencia a las mujeres. Incluso, hasta mediados del siglo pasado,
en términos gráficos, existía un     que impedía su avance. Leyes muy concretas hacían
imposible el acceso de las mujeres a la vida política, a la educación y a los negocios. No obstante, para
mediados de los años 80 The Wall Street Journal publicó un famoso artículo en el que argumentaba el
surgimiento de un escenario distinto. Evidentemente, en ese entonces, las mujeres ya habían alcanzado
mayores oportunidades, pero de todas formas un   
 , impedía su ascenso a los cargos de
mayor responsabilidad y liderazgo. Este techo de cristal fue la forma en que esta publicación bautizó esa
barrera invisible que obstaculizaba la llegada de las mujeres al poder. ¿Vivimos todavía en los tiempos del
techo de cristal?

El laberinto

"Las mujeres del presente han logrado romper y labrarse caminos a través del techo de cristal", es el mensaje
de las profesoras    , de Northwestern University y     , del Wellesley Collage, en su última
publicación Through the Labyrinth: the truth about how women become leaders.

Al respecto, Carly Fiorina, una vez nombrada CEO de Hewelett-Packard en 1999 dijo "siento que estamos en
ese punto en el que todos debemos reconocer que ya no existe un techo de cristal para las mujeres". En este
sentido, las autoras Alice Eagly y Linda Carli consideran que esta metáfora de cristal no hace justicia a los
tiempos modernos. En su opinión, "una barrera invisible asume erróneamente que en cierto nivel las mujeres
no pueden avanzar más y simplifica las causas de este freno a una exclusión en medio del camino".

Pero el mundo de hoy es distinto y la conclusión simplista de que existe discriminación hacia las mujeres deja
a un lado una serie de variables evidentes y ocultas, cruciales para entender los desafíos del liderazgo
femenino. Es por esto que las profesoras Eagly y Carli proponen una nueva parábola en su libro. La imagen
del laberinto es perfecta porque se entiende que existen salidas cuando se tiene talento, perseverancia y
suerte, pero también muestra que son diversos los obstáculos que pueden aparecer simultáneamente y desde
ángulos muy distintos. Muchos golpes, y no solo un knockout, recibe Rocky en cada una de sus luchas.

La naturaleza del poder

La reconocida líder feminista Bella Abzug solía decir "en mi corazón siento que, primero las mujeres van a
cambiar la naturaleza del poder que el poder la naturaleza de las mujeres". Aunque las mujeres han logrado
escalar posiciones de liderazgo, todavía persiste un fuerte rezago frente a los hombres. La prueba más
contundente es que aún nos sorprende ver a una mujer en estos cargos, lo cual atrae todas las miradas de la
prensa y del público en general. Y aquí es interesante estudiar el por qué de esta situación, más allá de la
mera discriminación de género.

Por ejemplo, según datos que muestran las autoras, en la política internacional la composición de los
Congresos y las Cámaras de Representantes solo incluye un 17% de cuota femenina. En promedio, hoy las
mujeres representan el 46% de la fuerza laboral, pero como muestra el caso de Estados Unidos, solo el 23%
de los cargos gerenciales los ocupan mujeres. Y cuando se analizan las compañías más poderosas, como en el
listado de las 500 de la revista Fortune, a nivel internacional tan solo 1% tienen CEO mujer.

En este mismo listado, menos del 15% de los integrantes de sus juntas directivas tienen el don de traer vida a
este mundo. Esto de la creación es de pensar pues, cuando se trata de música, solo una de las 25 orquestas
sinfónicas de mayor renombre es liderada por una mujer.

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Para el caso de los MBAs y los máster en derecho, que son caldo de cultivo para posiciones de liderazgo, el
porcentaje es de 49% y 42% respectivamente.

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En ciertos sectores las mujeres no tienen rival. " 


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. Las industrias de la salud y el sector social presentan tendencias similares.
Entonces, ¿por qué en ciertos escenarios las brechas son tan amplias?

Los pasadizos

Lo novedoso en la publicación de las profesoras Eagly y Carli es que utilizan la imagen del laberinto para
apoyarse en diversas disciplinas como sicología, economía, cultura, política y sociología, para dar una mirada
más extensa a los desafíos que enfrentan las mujeres en el camino al liderazgo.

Un primer enfoque, que resulta interesante, lo representan aquellas investigaciones que sugieren que
simplemente las mujeres no están dispuestas a renunciar a tanto como los hombres para alcanzar posiciones
de liderazgo.

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Pero con esta sola idea queda la sensación de que las mujeres no llegan a los más altos cargos de poder
porque renuncian en el camino. Sin embargo, las autoras identifican trabas muy concretas que hacen más
dura la jornada para las mujeres.

La primera y la más contundente tiene que ver con las obligaciones familiares. Aun cuando los hombres cada
vez aportan más en casa, incluso la estadística actual sugiere que un 27% estaría dispuesto a dedicarse a
estas labores (la cifra más alta en la historia), todavía estas tareas quedan desproporcionadamente en manos
de mujeres. Las investigaciones muestran que el tiempo que les dedican a los hijos ha crecido en las últimas
décadas. Está estudiado que el matrimonio no afecta en mucho el tiempo de descanso de los hombres a costa
del de las mujeres (ver nota aparte).

El tema de los hijos es crucial. Cuando se analiza el porcentaje de personas que en algún momento
abandonaron su carrera profesional, el 43% de las mujeres que son madres en alguna ocasión se retiró;
mientras solo el 24% de los hombres lo hizo.

Esto tal vez ha generado la falsa sensación de que las mujeres renuncian más que los hombres, pero cuando
no se tienen en cuenta los retiros por causas familiares, son realmente los hombres quienes más se retiran.

"La dificultad reside en que las mujeres suelen tener los hijos en momentos cruciales de su carrera
profesional, y para muchas es muy duro luego retomar el camino, incluso para las más capaces". De hecho,
estudios dicen que las mujeres que posponen la maternidad suelen tener ingresos muy superiores a las que
tienen hijos a temprana edad.

En conclusión, sostienen las autoras, las mujeres enfrentan dilemas entre el trabajo y la familia, que muchos
hombres pasan por alto. De todas formas, al parecer existe una creciente conciencia por la familia que
comparten ambos géneros.

¿Discriminación de género?

En la última encuesta sobre discriminación de género que realizó la firma Gallup en Estados Unidos, para el
61% de los hombres y 45% de las mujeres no existen diferencias laborales entre sexos. Cada vez toma más
fuerza la noción de un mundo igualitario e, incluso, en algunas encuestas cerradas, como la de un grupo de
mujeres ejecutivas en Boston, se encuentra que ellas sienten que no existe ninguna discriminación. Sin
embargo, Eagly y Carli argumentan que en efecto la discriminación sigue siendo una traba para las mujeres,
tal vez no bajo la figura de un "techo de cristal", pero definitivamente como uno de los pasadizos del
laberinto.

Aunque la brecha de salarios entre hombres y mujeres ha disminuido, esta tendencia es cada vez más lenta.
"En general, los hombres ganan 23% más que las mujeres. Y en realidad les cierran el paso a los cargos más
apetecidos en las compañías y en la polítca", dicen las autoras. Esto explica en parte por qué las mujeres
engrosan los cargos medios, pero son tan pocas en la cima de las organizaciones.      



  
     
 

 
   
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Otros componentes del laberinto no son tan evidentes como los ya señalados. Muchos autores sugieren que la
cultura y las jerarquías en las empresas son más propicias para que triunfen los hombres. Es decir, como han
permanecido por tanto tiempo en la cima, la cultura se ha acoplado más a sus requerimientos.

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Prejuicios

     
 
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El dilema es más complejo porque en ambos mundos pueden ser castigadas fuertemente, ser muy femeninas
puede ser síntoma de debilidad y por otra parte adoptar una posición muy masculina, falta de tacto. Incluso,
para las mujeres es un desafío más grande dirigir a otras mujeres. 4 9 

 
 
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Finalmente, las autoras recomiendan que, para tener éxito, las mujeres deben aprender a manejar muy bien
las dos caras de su temperamento. Más que una traba, pueden hacer de esto las bases de un mejor liderazgo.
Algunas investigaciones muestran que, a pesar de las duras luchas, las mujeres que logran sacar adelante una
familia y una carrera profesional, en el largo plazo son más felices que el resto. Algunas van "por todo". En
ocasiones esa decisión les representa sufrimiento y realmente no se imaginan que sea tan difícil. Sin embargo,
el esfuerzo vale la pena.

Fuente: Dinero.com, de Colombia, abril 2008

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