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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

INSTITUTO BIBLICO DE LOS LLANOS


IGLESIA ZARZA ARDIENDO
NUCLEO APURE

PROFESOR(A): PARTICIPANTES:
Lic. Angel Rattia Diana Castillo
• Kevin Lovera
• Ramón Reyes
• Ramón Dávila
• Moisés Palmero
• Julián Thomas

SAN FERNANDO, NOVIEMBRE DE 2010

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LIBRO ROMANOS

1.- AUTOR:
Apóstol Pablo

2.- FECHA Y LUGAR:


Esta epístola fue escrita probablemente alrededor del año 55, durante
una permanencia de Pablo en la ciudad de Corinto.
Tanto por su contenido como por sus características literarias, se
aproxima a la epístola enviada a las iglesias de Galacia.
Las dos pertenecen a la misma época y revelan similares intereses
doctrinales.
Lo que no se sabe es cuál de ellas fue redactada primero. Por eso,
algunos ven en Romanos una exposición ampliada, muy meditada y serena,
de la breve epístola a los gálatas, mientras que otros piensan que Gálatas es
una especie de síntesis polémica y vehemente de la carta a los romanos.
Como quiera que sea, ambos escritos deben considerarse desde una
perspectiva común, puesto que en definitiva se trata de la transmisión de un
mismo mensaje que incluye idénticos conceptos fundamentales: el dominio
del pecado sobre todos los seres humanos (Ro 1.18–2.11; 3.9–19, cf. Gl
3.10–11; 5.16–21), la incapacidad de la Ley de Moisés para salvar al pecador
(Ro 2.12–29; 3.19–20; 7.1–25, cf. Gl 2.15–16; 3.11–13,21–26), la gracia de
Dios revelada en Cristo (Ro 1.16–17; 3.21–26, cf. Gl 2.20–21; 4.4–7), la
justificación por la fe (Ro 3.26, 30; 4.1–5.11, cf. Gl 2.16; 3.11,22–26; 5.1–6) y
los frutos del Espíritu (Ro 8.1–30, cf. Gl 5.22–26).

3.- PALABRA CLAVE:


Justicia, u otras formas de la palabra (61 veces)
• Justicia (36 veces)

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• Justo (6 veces)
• Justa (1 vez)
• Justificación (3 veces)
• Justificar (15 veces)

4.- VERSÍCULO CLAVE:


• Romanos 1:16: "No me avergüenzo del evangelio, porque es poder
de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y
también del griego,"
• Romanos 5:1: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con
Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,"

5.- NUMERO DE CAPÍTULOS:


16

6.- DESTINATARIOS:
Cristianos en Roma.

7.- ESQUEMA DEL CONTENIDO:


Romanos se divide en dos partes principales:
• Prólogo (1.1–15): Introduccion rica en conceptos teológicos
• Parte doctrinal: Salvación por la fe (1.16–11.36)
• Parte exhortatoria: Conducta cristiana (12.1–15.13)
• Epílogo (15.14–16.27): aportaciones de carácter personal

8.- PROPÓSITO Y TEMAS DOCTRINALES:


Los temas tratados en Romanos son teológicamente densos, pero
Pablo los expone de un modo ameno, y hace fácil su lectura introduciendo

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variados recursos estilísticos: diálogos, preguntas y respuestas, citas del AT,
ejemplos y alegorías.
La sección doctrinal es la más extensa. Pablo reflexiona acerca del ser
humano, dominado por el pecado e incapaz de salvarse por su propio
esfuerzo. Afirma, como el salmista (cf. Sal 14.1–3; 53.1–3), que todos, tanto
judíos como gentiles, «pecaron y están destituidos de la gloria de Dios»
(3.23); que solo Dios puede salvar a los pecadores, y que lo hace por pura
gracia, «mediante la redención que es en Cristo Jesús» (3.24).
El tema de la fe y su importancia para la reconciliación del pecador
con Dios se extiende de 3.21 a 4.25. En un lenguaje jurídico magistralmente
utilizado, el apóstol introduce términos como "ley", "mandamiento",
"transgresión", "justificación", "gracia" y "adopción". Pero los presenta bajo la
nueva luz de la libertad y la paz ofrecidas en Cristo al pecador que se
arrepiente, con quien Dios ha querido establecer una definitiva relación de
amor y de vida (5.1–8.39).
Los capítulos 9 al 11 constituyen una unidad temática que se destaca
del resto de la epístola. Aquí Pablo nos descubre su íntima preocupación
porque Israel no ha llegado a comprender que «el fin de la Ley es Cristo,
para justicia a todo aquel que cree» (10.4). Sin embargo, el apóstol está
persuadido de que Dios no abandonará nunca a su pueblo escogido (11.1–
2), por cuanto «irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios» (11.29).
Israel será restaurado (11.25–28), porque Dios tendrá misericordia de él
como también la ha tenido de los gentiles (11.11–24,30–32).
La segunda parte de Romanos comienza en 12.1. Es una exhortación
a vivir según la ley del amor, una apelación a la fe y a la conciencia cristiana.
Todo creyente es llamado a poner en práctica esa ley, sea en el seno de una
congregación de fieles (12.3–21; 14.1–15.13), sea en las relaciones con la
sociedad civil (13.7–9) o con las autoridades y altas magistraturas del estado
(13.1–7).

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La fe debe manifestarse en la autenticidad del amor. Por lo tanto, la fe
se opone a cualquier actitud de soberbia personal o colectiva. La jactancia y
el menosprecio al prójimo no se corresponden con la solidaridad, que resulta
del amor y le rinde testimonio (12.1–15.13).
A partir de 15.14 y hasta 16.27 se desarrolla el epílogo de la epístola.
Es una extensa y cautivadora relación de observaciones personales,
recomendaciones y saludos dirigidos a una serie de fieles, de muchos de los
cuales se hace constar las virtudes que los adornan. Pablo une a los suyos
los saludos de algunos de sus colaboradores, como Timoteo y como Tercio,
que escribió la epístola, y también de algunos parientes, como Lucio, Jasón y
Sosípater (v. 21–22). Pero el capítulo 16 no solo registra saludos y
recomendaciones, sino que dedica hasta sus últimas palabras a animar a sus
lectores y a afirmar la victoria reservada para cuantos confían en el poder de
Dios («Y el Dios de paz aplastará muy pronto a Satanás bajo vuestros pies»,
v. 20).
Finalmente, una espléndida doxología cierra la epístola como con
broche de oro (16.25–27).

9.- COMO DESARROLLO PABLO SU MINISTERIO DURANTE SUS AÑOS


DE ENCARCELAMIENTO:
El libro de los Hechos termina con Pablo encarcelado durante dos
años en Roma (Hechos 28:30), mientras esperaba su audiencia con el
emperador Nerón, a quien había apelado para defenderse de los cargos
presentados por sus enemigos religiosos en Jerusalén.
Sin duda es importante recordar el hecho de que los líderes judíos en
la capital no habían escuchado nada de él desde Judea ni nadie les había
hablado mal alguno en su contra; después de todo, se trataba de un falso
cargo que no se había resuelto tras varios años. Por otro lado, los líderes
judíos en Roma habían escuchado hablar de la “secta” a la que Pablo
pertenecía. Señalaban que se hablaba “en su contra” en todas partes y

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solicitaron su opinión al respecto (versículos 21–22), pero cuando Pablo se
los explicó el resultado fue una polémica seguida por el rechazo. Tras
recordar una profecía donde Isaías dijo a “este pueblo...: De oído oiréis, y no
entenderéis” (versículos 26–27), Pablo anunció que se concentraría en
transmitir este mensaje a las poblaciones no judías. Además, no cabe duda
de que continuó reuniéndose con sus hermanos de la Iglesia de Dios,
quienes habían salido a reunirse con él mientras se acercaba a Roma por la
Vía Apia (versículos 13–15).
Durante esos dos años en prisión las autoridades romanas permitieron
a Pablo disfrutar de una considerable libertad para llevar a cabo su misión y
entonces “recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y
enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimentos”
(versículos 30–31).
Esta es una interesante distribución de responsabilidades que nos da
lugar a la reflexión. Pablo tenía una doble función: se le había asignado tanto
un trabajo público como uno particular. Su trabajo público era el de predicar,
anunciar o proclamar (en griego, kerusso) la venida del Reino de Dios a la
tierra y era el mismo trabajo que había realizado Jesús durante su vida
pública (consulte Marcos 1:14). En contraste, la palabra griega para enseñar
o instruir es didasko, y éste es el segundo aspecto de la función tanto de
Jesús como de Pablo, pues ellos enseñaban un camino de vida a quienes
creían en la anunciación del Reino de Dios a fin de prepararles para su
establecimiento en la tierra.

10.- CARTAS DESDE LA PRISIÓN:


Durante su estancia en Roma Pablo escribió varias cartas que nos
brindan un panorama general tanto de su cuidado pastoral de las iglesias
como de su atención a las cuestiones personales.
Escribió a un acaudalado amigo y miembro de la iglesia de nombre Filemón
(Filemón 1), así como a las congregaciones de tres ciudades: Colosas, Éfeso

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y Filipos (consulte Colosenses 4:3, 18; Efesios 3:1; 4:1; 6:18–20; y Filipenses
1:7, 12–17).
¿Qué podemos aprender de esta correspondencia?:
Pablo se presentó a Filemón como un “prisionero de Jesucristo” ya
entrado en años (Filemón 1, 8–9) antes de solicitar su indulgencia para
resolver un problema con uno de sus esclavos fugitivos.
El núcleo de la situación era que el esclavo, Onésimo, se había
convertido gracias al ministerio de Pablo en prisión (versículo 10) y ahora
regresaba con la carta de Pablo en la mano (versículo 12). Aunque el apóstol
pudo haber aprovechado su autoridad para persuadir a Filemón de perdonar
a su esclavo convertido en su hermano y para aceptarlo de regreso, en lugar
de ello hace una súplica a su amigo y le ofrece cubrir cualesquiera gastos o
deudas incurridas por Onésimo (versículos 18–19). Debido a que se
menciona que el esclavo es conocido en la iglesia de Colosas —“que es uno
de vosotros” (Colosenses 4:9)—, es probable que Filemón también viviera
allí.

11.-COMPAÑEROS EN ROMA:
En su despedida Pablo registró para Filemón el nombre de varios de
sus ayudantes, indicando que su encarcelamiento no transcurría en soledad.
Entre ellos se encuentran Epafras, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas
(versículos 23–24). En su introducción Pablo también había mencionado a
Timoteo, su hijo espiritual en la fe (consulte también Filipenses 2:19, 22).
Epafras era un incansable ministro en el área de Colosas, la cual
también incluía a las congregaciones cercanas de Laodicea y Hierápolis
(Colosenses 4:12–13).
Había llegado a Roma con noticias de la situación de la congregación
en esa área (Colosenses 1:3–8) y así provocó que Pablo compusiera una
carta para ellos, la cual fue llevada de regreso no por Epafras, quien se
quedó con Pablo en Roma como su “compañero de prisiones” (Filemón 23),

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sino por Tíquico, un “amado hermano y fiel ministro y consiervo en el Señor”,
y por el esclavo, Onésimo (Colosenses 4:7–9). Tíquico había viajado con
Pablo de Grecia a Jerusalén y posiblemente era un efesio (Hechos 20:4).
Quizás sea ésta la razón por la que Pablo también le confió a él (Efesios
6:21–22) la que conocemos como su epístola a los Efesios, aunque dicha
carta originalmente pudo haber sido una circular destinada a las iglesias en la
provincia romana de Asia (Turquía occidental) que estaban centradas
alrededor de la ciudad capital (los primeros manuscritos no contienen las
palabras “en Éfeso” [Efesios 1:1] y su contenido es más general).
Marcos era muy probablemente Juan Marcos, quien unos 12 años
atrás se había separado de Pablo y Bernabé (consulte Colosenses 4:10, en
donde se le describe como “el sobrino de Bernabé”; consulte también Los
Apóstoles, Partes 3, 4 y 5). Éste era un cambio alentador y Pablo luego
escribió a Timoteo que “Marcos… me es útil para el ministerio” (2ª Timoteo
4:11). Una tradición temprana sostiene que Marcos escribió el Evangelio que
lleva su nombre y que está dirigido a los romanos, y el que estuviera en
Roma con Pablo apoya en cierta forma esa creencia.
Aristarco era un tesalonicense convertido que había acompañado a
Pablo en muchos otros viajes (consulte Hechos 19:29; 20:4), así como en su
travesía a Roma. Pablo también hizo mención de él como “mi compañero de
prisiones” en Roma (Colosenses 4:10).
Demas, de quien más tarde se dice que amaba a este mundo, terminó
por dejar a Pablo (2ª Timoteo 4:10), mientras que Lucas, “el médico amado”
(Colosenses 4:14) y autor tanto del Evangelio que lleva su nombre como del
libro de los Hechos, se mantuvo fiel hasta el final. Viajó con Pablo a Roma en
esa ocasión y también para su segunda y última estancia en prisión en esa
ciudad.
En la epístola a los Colosenses Pablo elogia a otro de sus ayudantes:
el converso judío de nombre Jesús (Justo), quien también estuvo con él
durante su estancia en prisión.

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En algún momento durante su estancia en Roma Pablo recibió la visita
de Epafrodito de Filipos, lo cual dio lugar a la carta conocida como epístola a
los Filipenses. Pablo elogió a su visitante por su extraordinaria ayuda,
“porque por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte, exponiendo su vida
para suplir lo que faltaba en vuestro servicio por mí” (Filipenses 2:30). Una
vez recuperado Epafrodito regresó a su congregación de origen con la carta
de Pablo (versículo 25).
Así sabemos que, bajo tales circunstancias tan difíciles en Roma,
Pablo no se encontraba solo, sino que estuvo rodeado por diversos
hermanos fieles e incondicionales, sin mencionar a los miembros de la Iglesia
que residían allí (consulte Romanos 16).

12.- ÉXITO BAJO COACCIÓN:


A pesar de las limitaciones en su libertad, Pablo estaba decidido a
encontrar formas de continuar con la obra de proclamar las buenas nuevas
acerca de la venida del Reino de Dios y del papel de Jesús al hacer posible
la reconciliación con el Padre.
Pidió a los miembros en Colosas y Éfeso que oraran “también al
mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la
palabra, a fin de dar a conocer [con denuedo] el misterio de Cristo, por el cual
también estoy preso” (Colosenses 4:3; Efesios 6:19).
También mencionó a los filipenses que “mis prisiones se han hecho
patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás” (Filipenses 1:13–
14). Muy probablemente Pablo se encontraba encadenado día y noche a
diversos guardias que cambiaban de turno (consulte Efesios 6:20 y Hechos
28:20, donde se menciona una cadena o grillos), por lo que ellos seguro
escucharon todo lo que dijo.
Y el mensaje de Pablo no sólo llegó a oídos de la guardia imperial. Al
final de su carta a la congregación de Filipos escribió: “Todos los santos os
saludan, y especialmente los de la casa de César” (Filipenses 4:22). ¿Acaso

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estas personas recién convertidas eran los sirvientes y familiares de Nerón?
Desafortunadamente, no hay manera de saberlo.
Pablo realmente esperaba ser liberado de prisión, de ahí su
comentario a Filemón: “Prepárame también alojamiento” (Filemón 22), y a los
filipenses: “Y confío en el Señor que yo también iré pronto a vosotros”
(Filipenses 2:24).

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LIBRO GALATAS

1.- AUTOR:
La Epístola a los gálatas es un libro de la Biblia en el Nuevo
Testamento. Es una carta escrita por Pablo de Tarso a los cristianos que
habitaban la provincia romana de Galacia, en Asia Menor (que correspondía
a la actual zona sur del asia menor, donde asentaban las ciudades de
Licanoias, Iconio, Listra, Derbe y Antioquia de Pisidia).

2.- FECHA Y LUGAR:


Se escribió entre los años 50 a 56 DC aproximadamente. Se sabe que
la escribió luego de dos visitas a esa provincia (Gálatas Cap 4:3) y que,
según el libro Hechos de los Apóstoles, Pablo y Bernabé visitaron la zona
entre los años 47 y 48 DC por primera vez y luego volvió Pablo con Silas
cuando volvían de la reunión o concilio de Jerusalén en el año 49 DC.
Puede que la escribiera desde Corinto en su estadía allí de casi dos
años, entre el 50 y el 52 DC. Otros la ubican en una fecha más tardía,
alrededor del 56 DC.
Tanto por su contenido como por sus características literarias, se
aproxima a la epístola enviada a las iglesias de Galacia.
Las dos pertenecen a la misma época y revelan similares intereses
doctrinales. Lo que no se sabe es cuál de ellas fue redactada primero. Por
eso, algunos ven en Romanos una exposición ampliada, muy meditada y
serena, de la breve epístola a los gálatas, mientras que otros piensan que
Gálatas es una especie de síntesis polémica y vehemente de la carta a los
romanos.
Como quiera que sea, ambos escritos deben considerarse desde una
perspectiva común, puesto que en definitiva se trata de la transmisión de un
mismo mensaje que incluye idénticos conceptos fundamentales: el dominio

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del pecado sobre todos los seres humanos (Ro 1.18–2.11; 3.9–19, cf. Gl
3.10–11; 5.16–21), la incapacidad de la Ley de Moisés para salvar al pecador
(Ro 2.12–29; 3.19–20; 7.1–25, cf. Gl 2.15–16; 3.11–13,21–26), la gracia de
Dios revelada en Cristo (Ro 1.16–17; 3.21–26, cf. Gl 2.20–21; 4.4–7), la
justificación por la fe (Ro 3.26, 30; 4.1–5.11, cf. Gl 2.16; 3.11,22–26; 5.1–6) y
los frutos del Espíritu (Ro 8.1–30, cf. Gl 5.22–26).

3.- AUTENTICIDAD:
La autenticidad esta dada por los registros más antiguos que
encontramos, esta carta fue utilizada por Policarpo de Esmirna en el siglo II,
figura en el fragmento Muratori y en los escritos de Ireneo de Lyon, además
se encontró con ocho cartas más en el llamado manuscrito de Chester Beatty
del año 200 DC.
También otros patriarcas de la iglesia primitiva la mencionan como
Clemente de Alejandría, Tertuliano y Orígenes.
Se la menciona por nombre en el canon reducido de Marción. Todo el
canon anterior al Concilio de Cartago en el año 397 DC la incluían en los
escritos como auténtica.
Además existe una clara correlación y estilo con los otros escritos de
Pablo.

4.- PALABRAS CLAVES:


• Evangelio 10 Veces
• Gracia 7 Veces
• Ley 32 Veces
• Espíritu 18 Veces
• Fe 22 Veces
• Promesa 9 Veces
• Pacto 2 Veces

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• Cristo (Jesús) 33 Veces
• Libre (libertad) 10 Veces

5.- VERSICULO CLAVE:


Galatas 5:1 "Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo
libres y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud."

6.- NUMERO DE CAPÍTULOS:


6 capítulos

7.- DESTINATARIOS:
Las iglesias en Galacia, un distrito de Asia Menor, cuyos límites no se
han determinado con seguridad.

8.- PROPOSITO Y TEMAS:


Los creyentes de Galacia mostraron al principio una gran satisfacción
a causa del evangelio; y durante un tiempo habían vivido su fe cristiana con
la misma alegría y confianza con que también habían acogido la presencia
del apóstol (4.13–15). Pero, no mucho después, pareció enfriarse aquel
primer gozo y fervor (5.7), lo que coincidió con la aparición entre ellos de
serios problemas doctrinales. Por eso, Pablo se sintió movido a escribir esta
carta, en la que, por una parte, reprocha la frágil fe de los gálatas y, por otra,
denuncia las actividades de ciertos «falsos hermanos que se habían
introducido entre nosotros a escondidas, para espiar nuestra libertad —la que
tenemos en Cristo Jesús» (2.4).
Con esas y otras duras expresiones (cf. 1.8–9; 5.10, 12; 6.12–13) se
refiere a algunos grupos de origen judío que recorrían iglesias recién
formadas y las trastornaban con enseñanzas ajenas y aun opuestas al
evangelio, y que, además, atacaban su autoridad y la legitimidad de su
apostolado (1.10–12).

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Aquellos a quienes Pablo tacha de «falsos hermanos» intentaban
convencer a los gálatas de que el evangelio de Jesucristo, para ser perfecto,
tenía que seguir sometido a la ley de Moisés y mantener en vigor
determinadas prácticas propias del judaísmo, de manera muy especial la
circuncisión (3.11–14; 5.1–6; 6.12–13). Eran, pues, judaizantes, quienes,
pretendiendo perpetuar la vigencia de normas que en Cristo habían quedado
superadas, impulsaban a los creyentes a apartarse de «la verdad del
evangelio» (2.5), que es fundamento de «la libertad con que Cristo nos hizo
libres» (5.1).
Pablo advirtió en seguida lo serio del peligro que corrían las
congregaciones cristianas visitadas por los judaizantes. Comprendió que se
trataba de un peligro real, que afectaba a cuestiones básicas para la fe y la
vida de la iglesia y que venía a perturbar el sentido del evangelio único (1.7–
10) de la salvación por Cristo.

9.- CONTENIDO Y ESTRUCTURA:


La Epístola a los Gálatas está temáticamente relacionada con
Romanos Comienza con una presentación del asunto de que va a tratar (1.1–
10) y, contrariamente a lo acostumbrado por Pablo, no contiene acción de
gracias ni expresión alguna que dé testimonio de un sentimiento de gozoso
afecto.
Consta simplemente de un escueto encabezamiento y unas palabras
de bendición y doxología seguidas del enunciado principal de la carta: No
hay más evangelio que el de Jesucristo.

La epístola está dividida en tres secciones:

En la primera (1.11–2.21), Pablo defiende la autenticidad del mensaje


evangélico que había predicado en las iglesias de Galacia (1.11–12). De este

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modo reivindica la legitimidad de su labor de apóstol llamado y enviado por
Dios a anunciar a Jesucristo entre los gentiles (1.15–16). Refiere también
algunos aspectos de su vida y conducta: su anterior fanatismo judío, que le
llevó a perseguir «sobremanera a la iglesia de Dios» (1.13–14); el
reconocimiento de su ministerio por parte de los apóstoles de Jerusalén (2.1–
9), y su enfrentamiento con Pedro en Antioquía de Siria (2.11–14).
Finalmente, pone de relieve el valor de la fe, por la cual Dios justifica al
pecador (2.15–21).

La segunda sección (3.1–5.12) comienza con una amonestación a


quienes habían caído en la trampa del cumplimiento externo de la Ley y
menospreciaban así la gracia de Dios (3.1–5).
Sigue una consideración acerca de la fe de Abraham (3.6), de cómo
la bendición y las promesas que Dios le hizo alcanzan a los gentiles (3.14,
28–29), y de cuál es la vigencia actual de la ley mosaica (3.19–24; 4.1–7).
El resto de la sección (4.8–5.12) es una invitación a permanecer
«firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres» (5.1).

La tercera parte de la epístola (5.13–6.10) consiste en una


exhortación a hacer buen uso de esa misma libertad, la cual debe configurar
la vida del cristiano conforme a la norma del amor: servirse «por amor los
unos a los otros» (5.13) y sobrellevar «los unos las cargas de los otros» (6.2).
Esta es la ley de Cristo (6.2) y el camino por donde el Espíritu de Dios
conduce a la iglesia (5.16–18, 25). En esta sección se incluye el catálogo de
vicios y virtudes mejor conocido como "las obras de la carne y el fruto del
Espíritu".

La conclusión de la epístola incluye algunas observaciones a modo


de resumen (6.12–17), una nota de Pablo escrita de su propio puño y letra
(6.11) y una breve bendición final (6.18).

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Capítulo 1

• Gálatas 1:1 Comienza Pablo la epístola identificándose a sí mismo


como autor de la misma y con la habitual referencia al origen divino de
su apostolado.

• Galatas 1:2 Señala a las Iglesias de Galacia como destinatarias de la


epístola. Quienes son estas iglesias ha dado lugar a controversias. En
general, se asume que se trata de las iglesias de la provincia romana
de Galacia que Pablo había visitado en dos ocasiones y con las que
mantenía emotivas relaciones.

• Gálatas 1:3 A continuación, y como es habitual en todas las epístolas


que se le reconocen desea a sus interlocutores que la gracia y la paz
sean con vosotros de parte de Dios Padre y de nuestro señor
Jesucristo.

• Gálatas 1:4 El cuarto versículo de este capítulo prolonga la salutación


más allá de lo que Pablo acostumbra. En efecto, Romanos,[1]
Corintios 1,[2] Corintios 2,[3] filipenses,[4] Tesalonicenses 1[5] y
Filemón[6] dan por concluida la salutación en el punto anterior. La
prolongación a los Gálatas se interpreta como un realce introductorio
de lo que van a ser las tesis expuestas en la epístola.

• Gálatas 1:11-18 En este punto, introduce Pablo un apunte biográfico


con objeto de recalcar su independencia apostólica. Recalca primero
que su evangelio no lo recibió de los hombres sino de Jesucristo.
Poco después afirma que después de su experiencia en Damasco
marchó a Arabia y sólo después de tres años subió a Jerusalén para
conocer a Cefas (Pedro). Este pasaje está en contradicción con el
paralelo de los hechos (Hechos 9:26-30) donde la subida a Jerusalén
es inmediata o muy próxima a su encuentro con Cristo resucitado.

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Sobre cual de las dos versiones es más próxima a los hechos existen
opiniones para todos los gustos. Es claro que la intención de Pablo y
la del autor de los hechos es opuesta. Pablo necesita continuamente
desmarcarse de los demás apóstoles (retrasa su encuentro tres años)
para justificarse a sí mismo en Dios. El autor de los hechos cuenta las
cosas interesado en realzar la unidad del cristianismo (Pablo sube
inmediatamente a Jerusalen).

• Gálatas 1:19 Pablo hace mención en esta carta a «Santiago el


hermano del Señor», jefe de la comunidad de Jerusalén y una de las
tres «columnas» de la primitiva iglesia (Gálatas 2:9). Teniendo en
cuenta que la expresión «Señor» sólo la utiliza para referirse a Jesús
de Nazaret, se refiere a Santiago, hermano de Jesús. Según algunos
autores, no parece posible que este Santiago pueda ser un personaje
inventado en sus cartas, ya que se trata de alguien conocido e
influyente en la iglesia primitiva, de modo que sería una ficción difícil
de mantener. Además, el mismo «Santiago, hermano de Jesús», es
nombrado por el historiador judío Flavio Josefo. Así, la carta de Pablo
apuntaría a Jesús como referente de «Santiago el hermano del
Señor». Pablo nombra en esta epístola también a las otras dos
«columnas» de la iglesia, Simón Pedro y Juan, también testigos
directos de Jesús.

Capítulo 2

• Gálatas 2:11-14 Las tensiones con las comunidades aparecen en


este pasaje donde Pablo narra un incidente con Pedro ocurrido tiempo
atrás en Antioquía. Conocido es que Santiago era partidario de la
observancia de la Torá y Pedro no. Sucedió entonces que llegados
unos discípulos de Santiago a Antioquía, Pedro se comportó con
disimulo dejando el comportamiento liberal que llevaba y aparentó una
falsa observancia. Este comportamiento es el que Pablo le amonestó.

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La situación conflictiva que describe contra Pedro contribuye a la
credibilidad de Pablo como fuente historiográfica.

Capítulo 3

• Gálatas 3:1-5 La recepción del Espíritu Santo es un hecho conocido


en el cristianismo y el judaísmo. Una de las consecuencias de la
expansión del cristianismo más allá de la esfera de influencia del
judaísmo fue la recepción del espíritu por parte de no judíos, de no
observantes de la ley, tal como se relata en la conversión del
centurión Cornelio (Hch 10). Pablo en este capítulo trata el problema
de si el espíritu santo se recibe por la ley judía o por la nueva ley del
amor, por la fe en Jesucristo.

• Gálatas 3:6-14 Pablo utiliza el argumento de la promesa de Abraham


para subordinar a ella el cumplimiento de la Torá.

Capítulo 4

• Gálatas 3:19-29 Las ley ceremonial fue sólo un medio para llevar a
los judíos a Cristo. Ya no es necesario sacrificar un cordero por los
pecados, ese cordero fue Jesús.
• Gálatas 4:13-15 Este pasaje contiene un apunte biográfico acerca de
una enfermedad que padeció Pablo mientras evangelizaba en Galacia
y sobre cuya naturaleza se ha especulado mucho. Se ha dicho que
podría ser algún tipo de ceguera, por aquello de que si hubieseis
podido, me habríais dado vuestros ojos. En relación con este pasaje
se señala otro en 2 Corintios 12:7-10 donde Pablo afirma primero
tener un aguijón en la carne y poco después: me complazco en las
enfermedades... pues soy fuerte cuando parezco débil.

• Gálatas 4:27 contiene una cita evangélica que también es utilizada en


la Segunda epístola de Clemente. La cita original es de Isaías (Isaías

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54:1). De aquí surge la cuestión de si el autor anónimo de dicha
epístola depende de Pablo o de la tradición veterotestamentaria.

Capítulo 5

Pablo habla de la verdadera libertad, no de esa que cubre los deseos


de la carne sino el de ser esclavos de Cristo y habla que el esclavo de los
deseos carnales no heredará el reino de Dios tal como lo hace el que da
frutos en Cristo. Estos no serán condenados por la ley si se dejan llevar por
el Espíritu.

Capítulo 6

Sorprende que en una carta donde la ley no ha sido considerada


precisamente como algo positivo, ahora se hable de ley de Cristo. ¿Que ley
es ésta que Pablo atribuye a Cristo y a la que alude en otros pasajes de sus
cartas (véase Rom 8, 2; 1 Cor 9, 21).

Puede decirse, por supuesto, que la ley de Cristo es simple y pura y


que es simplemente el Amor. Pero, dando un paso más, puede también
decirse que la ley de Cristo es el propio Cristo en cuanto que se ha hecho
para nosotros modelo y norma suprema de conducta.

10.- NOTAS INTERESANTES:

Uno de los puntos de interés de esta carta es que en ella Pablo afirma
haber conocido a "Santiago, hermano del Señor", lo que se ha aducido como
prueba en favor de la existencia histórica de Jesús de Nazaret.

11.- TEMA DOCTRINAL:


Es la vindicación del evangelio de Jesucristo, en contraposición con
los preceptos judíos que se habían mezclado dentro de la iglesia cristiana de

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ese lugar, la epístola revaloriza y asienta orientación y rumbo, pues los
gálatas comenzaron a ir para atrás, y volvían a la ley mosaica (Gálatas cap 1:
6 a 9). La carta es una clara enseñanza contra los judaizantes. La carta es
fiel en demostrar muchos rasgos de los habitantes de esas ciudades. Los
judaizantes eran una fuerte secta en el cristianismo primitivo y al parecer
había calado profundamente, estos negaban el apostolado de Pablo. Y
usaban la zona del Asia Menor como un lugar predilecto para divulgar sus
enseñanzas.

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