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REPASO número 6, domingo 1 de julio de 2007

ETNICIDAD Y RACIALIDAD EN CUBA ACTUAL

Jesús Guanche Pérez


Antropólogo
Fundación Fernando Ortiz
La Habana, Cuba

Los estudios sobre procesos étnicos y relaciones raciales en Cuba cuentan


con una abundante bibliografía que permite conocer, tanto el desarrollo histórico
de la nación cubana desde su génesis hasta el presente, como los vínculos
biológicos y culturales entre diferentes grupos humanos procedentes de diversas
latitudes; así com la intensa y creciente mezcla que se efectúa entre la propia
población nacida y multiplicada durante decenas de generaciones en la isla,
independientemente de sus características morfológicas externas. (Fernández
Robaina 1985, Guanche Pérez 1994a). No obstante los esfuerzos físicos y
socioculturales realizados por cientos de antropólogos de todo orbe, todavía se
confunde-tanto en los medios de comunicación masiva de Cuba como a nivel de
las instituciones del Estado-la sustancial diferencia entre lo étnico y lo racial.
Ambos conceptos son sumamente complejos y poseen diversas interpretaciones
e implicaciones sociales. En el primer caso, si tomamos en consideración que la
etnia o el etnos constituye un grupo humano estable e históricamente formado en
un determinado territorio, que posee rasgos linguoculturales comunes y de
mentalidad relativamente estables, así como conciencia de su existencia y de su
diferencia respecto de otros grupos (autoconciencia étnica), que se exterioriza
mediante su autodenominación o etnónimo; podemos distinguir rasgos étnicos
que poseen mayor estabilidad y son por tanto esenciales para su existencia, ya
que se originan y desarrollan desde el nivel individual-conciensal; es decir, son
inherentes a cada ser humano socializado. Tales rasgos propios se derivan de la
particular fusión de la lengua vernácula o materna; la autoconciencia de
pertenencia/diferencia; la idiosincracia o manera peculiar de pensar, interpretar y
actuar, la cultura, cual complejo conjunto de valores, relaciones y acciones a
través de sus múltiples modos y medios de comunicación intra e
intergeneracional; y la endogamia del grupo, que representa otro significativo
rasgo de estabilidad étnica, e incluye las frecuencias génicas en constante
cambio a partir de la selección natural, el flujo de genes, la mutación y la deriva
de genes.

Otros rasgos de la etnia, también necesarios para su existencia histórica,


poseen un mayor grado de mutabilidad y se desarrollan en el ámbito espacio-
temporal de este tipo de grupo humano; aunque pueden cambiar con los
procesos migratorios, socioeconómicos y políticos no alteran su esencia. Tal es
el papel que desempeña el territorio en las relaciones ecológicas,
socioeconómicas y juridicoestatales nacionales e internacionales, así como su
significativa influencia en la noción de patria, limitada a ese ámbito espacial; las
peculiaridades fundamentales del modo de producción económica, de manera
particular las características principales de las relaciones sociales de producción
y su estructura; así como la pertenencia a determinada formación estatal o no, la
aspiración de construirla o la vinculación con uno o varios estados nacionales
(Guanche Pérez 1994b).

En el segundo caso, lo racial-entendido como población humana en su


contenido biológico-está implícito en cualquier grupo de personas cuyos
miembros se cruzan entre sí frecuentemente y poseen características génicas
diferentes cuando se comparan con otros grupos vecinos (Harris 1995 : 121). De
manera sintética, las diferencias esenciales entre lo étnico y lo racial están dadas
por las cualidades específicas de la cultura y la natura, respectivamente; pero
esta definición simple tampoco es una camisa de fuerza, ya que también se
efectúa una permanente interacción entre las características culturales de
cualquier etnos y las capacidades de adaptabilidad y mutabilidad de las personas
que a él pertenecen.

Un ejemplo reciente lo podemos observar en el artículo de Haydée León


Moyá sobre una de las comunidades campesinas del municipio Yateras en la
provincia Guantánamo (1996 : 5). Lamentablemente, el desconocimiento de las
diferencias entre lo étnico y lo racial ha propiciado que se llegue a identificar
nuevamente esta población cuabana como "la única reserva indígena del país",
como si en Cuba hubiera "reserva de indígenas". Este es un tema muy delicado y
sensible en el contexto nacional e internacional, sobre todo en el momento en
que se hace todo lo posible por fragmentar el país. En este sentido, no está de
más señalar que las únicas "reservas" de indígenas que hubo desde el siglo XVI
estuvieron localizadas en El Caney, Jiguaní y Guanabacoa; pero tanto éstas
como otros grupos e individuos, se mezclaron constantemente entre sí y con
otros pobladores (hispánicos, africanos y sus descendientes) hasta fusionarse en
sus respectivos lugares de asentamiento en un contexto cultural de tipo nacional
con múltiples particularidades locales regionales.

Es cierto que las comunidades campesinas de Caridad de los Indios, La


Escondida, San Andrés, Palenque y otras vecinas del municipio Yateras son
descendientes mezclados por muchas generaciones de tainos (aruacos)
encomendados a Manuel de Rojas, sobrino de Diego Velásquez, que tuvo indios
en Baracoa y Miguel Ramírez, obispo de Cuba (Santiago de) en 1528 y protector
de indios-de aquí sus apellidos actuales- ; y que conservan diversos rasgos
fenotípicos (raciales); baja estatura, muy escasa pilosidad facial y corporal, pelo
lacio y muy negro, oblicuidad moderada de los ojos, cuyo color del iris es
castaño oscuro, labios de espesor mediano con eversión moderada, piel de color
carmelita claro con tendencia a ser rojiza en algunos individuos (Dacal Moure y
Rivero De la Calle 1986) ; pero sus rasgos linguoculturales (étnicos) se han
trasformado durante siglos de tal modo que hoy forman parte indisoluble de la
cultura nacional. Lo esencial para el género humano, más allá de su apariencia
externa, es su cualidad interior que está condicionada por la cultura que
adquiere, posee y trasmite.

Este tipo de comunidad campesina guantanamera no puede considerarse a


la ligera "un grupo étnico"-como señala la autora-porque aun conozcan "mitos y
costumbres aborígenes". Los mitos aborígenes compilados en todo el país y
publicados por Samuel Feijoo (1985 : 13-24 ; 89-239) como parte de nuestra
Mitología cubana son un elocuente testigo de lo contrario; de hasta qué punto
estas tradiciones orales forman parte del patrimonio nacional, que con razón
denomina mitología cubana mayor, y no sólo de un "grupo". De igual manera, la
preservación de costumbres aborígenes en el modo de vida habitual del cubano;
tal como he señalado en más de una ocasión (Guanche Pérez 1977 : 58-61 ;
1983 : 111-117 ; 1992 :123-130), también forma parte del legado indígena a la
cultura nacional con toda su complejidad y diversidad, aunque se tenga o no
conciencia de llo.

Para apoyar su idea la autora señala que estos pobladores


"conservan también sus expresiones musicodanzarias como vestigios del areito
aborigen" y ejemplifica, nada menos, que con la foto de una agrupación musical
que constituye un típico conjunto de son cubano compuesto por tumbadora,
bango, tres (o guitarra), güiro o guayo, maracas y marimbula, que es muy común
en toda esa área y en el resto del país; independientemente de las variaciones en
el repertorio, e integrado-como en casi toda la isla-por personas con vínculos
familiares y/o vecinales.

Si se desea divulgar-como lo ha hecho reiteradamente y con acierto, en el


ámbito periodístico, Jaime Sarusky-la diversidad étnica existente hay que
ubicarla en los contextos comunales, familiares o grupales de haitianos,
jamaicanos, chinos, españoles, catalanes, gallegos, japoneses, árabe, y demás
representantes de otros pueblos, que de un modo u otro se vinculan al etnos
cubano de antes y de hoy. El peligro real de identificar lo propio como si fuera
ajeno puede contribuir a desconocer parte de nuestra identidad cultural, cuya
riqueza radica precisamente en su diversidad, en las peculiaridades regionales y
locales de la cultura en su más amplia acepción; es decir, en su contenido
antropológico.

El presente trabajo tiene como principal propósito valorar las relaciones


entre la etnicidad y la racialidad-en este último caso como construcción cultural-
en la sociedad cubana de los años noventa.[…]

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