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Ensayo sobre película Escándalo en la Casa Blanca.

Eliott Jesús Valdez Montaño.

"Fabricarán una vez más la mentira que corre, la duda que se instala, y tanta buena gente en tanto
pueblo y tanto campo de tanta tierra nuestra que abre su diario y busca su verdad y se encuentra
con la mentira maquillada”.
-Julio Cortázar.

Sin duda, Estados Unidos ha sido un escaparate en donde los medios de


comunicación se utilizan para difundir de manera prácticamente explícita diversas
posiciones políticas, en donde incluso sus difusores han confesado sus
preferencias sin ningún titubeo. Cadenas como NBC que han mostrado su afinidad
con el gobierno en turno, o Fox News que simpatiza con la postura conservadora o
vinculada con el partido Republicano. Sin embargo, es importante analizar el papel
de los medios como difusores e incluso distractores, tal y como se presenta en la
película Escándalo en la Casa Blanca.
En esta cinta, cargada de humor negro e incluso sarcástico, asesores del
gobierno estadounidense contratan los servicios de un productor de Hollywood
para armar una estrategia que permita distraer la atención pública, después de
que se descubre que el presidente de Estados Unidos abusó sexualmente de una
menor de edad. A primera vista, este asunto puede resultar descabellado; no
obstante, mientras revisas la película, personalmente vienen muchas inquietudes,
entre ellas, el simple hecho de la manipulación y la mentira como acciones
distractoras, y sobre todo, convertidas en actos perfectamente creíbles.
Revisando Oficio de cartógrafo, de Jesús Martín Barbero, encontré varios
conceptos que pueden relacionarse con la forma en que los medios de
comunicación intervienen en el espacio público que se crea en la película. Barbero
comenta que en este mundo tecnificado, la sociedad es más tendiente (o
pareciera serlo) a consumir acontecimientos como si fueran insumos básicos, lo
cual lleva a una exacerbada producción de los mismos.
En este caso, los medios de comunicación juegan un papel, tanto de
productores como de difusores en masa de información que obviamente se fabrica
de una manera prácticamente real, pero que no lo es. Convierten, como lo señala
Martín Barbero, un simple acontecimiento en un suceso, ya que el entramado que
Stanley Motss fabrica por ordenanza de la Casa Blanca, presenta características
que el autor maneja como la esencia del suceso: “su drama, su magia, su misterio,
su extrañeza, su poesía, su carácter tragicómico, su poder de compensación e
identificación, el sentimiento de fatalidad que lo habilita, su lujo y su gratuidad”
(2002:93), el hecho de que se enfatice el patriotismo exacerbado hacia un ex
prisionero de guerra (ficticio) envuelve una magia que se refleja en los símbolos
misteriosos que envuelven el mensaje que el gobierno estadounidense quería
promover en esa campaña fabricada (el mensaje en clave morse rasgado en la
ropa del soldado Zapato, la canción que se compuso a favor del héroe
desconocido, la faramalla en torno al supuesto regreso del militar falaz, hasta el
falso funeral a un verdadero criminal) convirtieron un hecho que pudiera
considerarse un acontecimiento en un suceso real. Pero, y tal como lo señala
Martín Barbero “no hay acontecimiento sino es dramatizado en una escena
pública” (2002:94), y aquí es en donde los medios de comunicación participan,
como difusores manipulados, mas no manipuladores de una realidad fabricada;
desde la difusión de una imagen “enternecedora” de una joven corriendo en un
supuesto frente de una falsa guerra, hasta el patriotismo y sentimentalismo
nacionalista que implica el sargento Zapato, que se ganó el cariño de la masa,
porque tal y como lo señalaba el asesor representado por Robert de Niro: Salió en
televisión, y con esto bastaba para que fuera real.
Todo esta faramalla que creó el personaje interpretado magistralmente por
Dustin Hoffman se contextualiza en un período trascendental para la política
norteamericana, como son los días previos a las elecciones, en las que el
presidente-presunto abusador de menores ponía en juego su reelección, y en la
que precisamente se necesitaba desviar la atención de la ciudadanía respecto al
escándalo sexual del mandatario, y ahí los medios entran como difusores de la
guerra falsa; estableciendo y cambiando radicalmente la agenda pública; ya que el
tema del cual hablaban era la guerra entre Estados Unidos y Albania, la joven
albanesa buscando refugio con un gato en sus brazos, la muestra de cariño de la
niña hacia el presidente a la llegada al Aeropuerto y el sargento Zapato; de la niña
supuestamente abusada por el presidente, no se sabía nada; los medios actuaron
como reproductores y orientadores del pensamiento de las masas hacia una sola
perspectiva: El presidente pacifista que resuelve una guerra, y que tiene la solidez
y liderazgo para continuar en el cargo, lo cual logra al final.
Nuestra realidad mediática no puede desligarse de lo mostrado en
Escándalo en la Casa Blanca. Debo confesar que me parecía prácticamente
imposible e irreal la estrategia planteada por los personajes principales para
cambiar la opinión pública sobre el presidente; pero después, al observar a detalle,
me vinieron a la mente varios casos eventos concretos (¿reales?) como el ataque
a las Torres Gemelas, la Guerra en Irak, Rosswell, y me cuestioné sobre el hecho
de la veracidad de estos eventos, qué tanta confianza se puede tener de que los
mismos se hayan realizado en aquellos lugares o en un estudio de televisión.
Hace unos meses, se presentaron ejemplos de varias imágenes que fueron
fotografías de portada de algunos diarios, y que resultaron ser manipuladas para
dar una mayor impresión en el lector; por tal motivo no puedo alejar lo mostrado
en Escándalo en la Casa Blanca con lo que vivimos actualmente.
No obstante, considero que las redes sociales (inexistentes en 1997,
cuando se produjo la película) podrán ser a futuro y con mucho cuidado, los
medios de los cuáles la sociedad podría echar mano para mostrar de manera
inmediata lo que está ocurriendo a su alrededor; no puedo negar que también
pueden utilizarse para presentar imágenes y relatos distorsionados, pero creo que
también se obtendrá retroalimentación inmediata sobre la veracidad o no de los
hechos; situación que a la CIA le tardó darse cuenta varios días, mientras que en
una red social global, el plan de una guerra Estados Unidos-Albania podría ser
desmentida en segundos, sobre todo si alguien se encuentra cerca de los hechos.
 

Referencia:
Martín-Barbero, J. (2002) Oficio de Cartógrafo: Travesías latinoamericanas de la
comunicación en la cultura. México: Fondo de Cultura Económica.

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