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Hechos:
El juez de instrucción procesó como coautores del delito de tráfico de influencias a unas personas que
cobraban por agilizar los trámites para adquirir pasaportes o cédulas de identidad, utilizando para ello un
contacto que mantenían con un agente de la dependencia pública. La Cámara confirmó el auto apelado.
Sumarios:
1. A efectos del auto de procesamiento, corresponde calificar como tráfico de influencias la conducta de quienes
utilizan el contacto de un agente público para agilizar los trámites de expedición de pasaportes y cédulas de
identidad, sin que obste a dicha calificación el hecho de que los imputados no revistan la calidad de funcionarios
públicos, pues el sujeto activo del delito consagrado en el art. 256 bis del Cód. Penal puede ser cualquier
persona, pero la influencia con la que se negocia debe referirse a un funcionario público.
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II. Por otro lado, comparte el tribunal la calificación legal escogida por el "a quo", ya lo adelantó Carrara
que "se considera a la venta de influencia como una especie de concusión impropia, cometida por un particular
llamado asiduo, sicofante o vendedor de humo que, abusando de la familiaridad que tiene, o simulara tener, con
un funcionario o con el soberano mismo, va dispensando protección y promesas, jactándose de su influencia,
ejerciendo extorsión de dineros sobre los crédulos a quienes vende una influencia que realmente no tiene, y por
esto se le llama vendedor de humo, expresión esta última que proviene de derecho romano" (Delitos Propios de
los Funcionarios Públicos, Terragni, pág. 160, Ediciones Jurídicas Cuyo).
El sujeto activo del delito en estudio puede ser cualquier persona, pero la influencia con la que se negocia
debe referirse a un funcionario público. Por ello, para cometer este delito, no se requiere ser funcionario público
sino sólo se requiere tener la influencia que se ofrece.
Así, el art. 256 bis del Código Penal no requiere que el acto sea propio de un funcionario sino tan sólo que
sea relativo a tales funciones, capaz de afectar el bien jurídico tutelado por la ley penal al reprimir los delitos
contra la administración pública.
III. El planteo de nulidad efectuado por la defensa de José Luis Zamora, resulta inidóneo para la
impugnación de resoluciones judiciales (Guillermo Rafael Navarro-Roberto R. Daray, Código Procesal Penal de
la Nación, Pensamiento Jurídico, 1996, Tomo I, pág. 351).
En lo atingente a la nulidad introducida por la asistencia técnica de Caprio, procede la pertinente
sustanciación en la anterior instancia, la cual excluye el tratamiento en esta alzada, en las condiciones actuales.
IV. El "quantum" del embargo impuesto a Zamora por el juez de grado resulta ajustado a las previsiones del
art. 518 del Código ritual.
Por ello, y sin soslayarse que la investigación no reconoce avances respecto de la eventual participación de
funcionarios o empleados policiales, extremo que deberá considerarse en la primera instancia; el tribunal
resuelve: I. Confirmar el auto de fs. 3371/3390, puntos dispositivos I y II, en cuanto fueran materia de recurso.
II. Tener presentes las reservas efectuadas por la defensa de Zamora de recurrir por vía de casación y recurso
extraordinario. - Guillermo R. Navarro. - Mario Filozof. - Rodolfo Pociello Argerich.
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