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Una reflexión simbólica del Templo

Pensemos en el espacio macrocósmico que nos aloja: un


concierto de movimientos, formas, existencias, corriendo y danzando
movidos por misteriosos compases caóticos que no obstante, evocan
al verlos alguna calibrada ingeniería previa. El universo que
conocemos es cambio constante en ciclos de creación y disolución de
cuerpos, unión, separación e interacción de partículas de polvo tan
pequeñas como un átomo y tan grandes como una estrella. Es
asombroso pensar que nuestra propia materia orgánica provino de
esa misma sinfonía sideral, que encontró un camino para fusionar
materia y energía en la unidad autónoma y pensante que constituye
el hombre.
El Tem:. Mas:. está trazado en correspondencia simbólica con la
estructura que percibimos del Universo, y así es como de cierta forma
lleva la intención de darnos pistas sobre la dinámica de regeneración
del mismo – pues, ¿qué es el ciclo alterno de unir y separar si no la
regeneración del cosmos? –. Desde luego, el nuestro no es ni con
mucho el pionero de los recintos místicos de la humanidad; se piensa
que la idea del templo empezó como la del lugar de introspección o
incluso de refugio, siendo los primeros las cavernas naturales,
aisladas y oscuras – lo que también nos recuerda al espacio en el
cielo nocturno –. Derivado de los albores de la astronomía, con la que
el hombre relacionó los fenómenos celestes con los ciclos de la tierra,
al paso de los siglos se concibió al templo como sitio de
conmemoración para la vida, y de loa para la misteriosa conciencia
superior que trazare un mecanismo tan eficiente: un orden en el caos
primigenio. En general los templos de la humanidad han contenido
esta idea en su diseño y simbolismo a lo largo de los siglos.
En lógica se establece que la analogía es el proceso más
elevado del intelecto humano; en forma increíble, cualquier niño
pequeño la deduce con claridad en la naturaleza. Si en un momento
del tiempo fuimos polvo cósmico flotando en el espacio y en él hubo
una fuerza que obró para generar nuestro ser, entonces seguramente
esta fuerza aún obra en el mundo, y en nosotros en cuanto formamos
parte de la naturaleza. Entonces a través de la analogía podemos
deducir que la regeneración ya mencionada es un proceso operante
lo mismo entre astros y galaxias que a los más elementales niveles
del hombre. Así, el trazado del Templo, su correspondencia celeste y
sus ritos son también un reflejo del hombre y de su papel en la
creación. Recordemos que el tem:. mas:., en cuanto albergue de la
logia, abarca todo el universo, norte-sur, occidente-oriente y nadir-
cenit. La búsqueda del iniciado es reencontrarse con la esencia
primigenia que lo reúne con ese misterioso principio generador; si la
roca, la ameba y la mosca nos dan la idea de manifestación de
materia en diversos grados de complejidad, el que el universo haya
hecho de la materia un ser cognitivo como el hombre tal vez apunta a
que la regeneración del cosmos es una pugna de la materia y la
energía por convertirse en conciencia y evolucionar de una forma
nueva que aún no descubrimos en esta etapa de desarrollo. Quienes
se han ocupado en estudiar la cosmogonía parecen habernos dejado
las huellas de su estudio en las claves que encierran los templos
físicos, indicando que hemos de trabajar con nuestro propio templo
corporal, mental y espiritual. En hallar los medios para hacerlo creo
que hay un punto de partida de nuestra búsqueda iniciática.

Es cuanto.

A:.M:. Julio Fernando Ortiz Ramírez


Febrero 4, 2010 de la E:.V:.

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