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Córdoba, 2011
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Un profesor de Estética que tuve en la universidad me dijo una
vez que la poesía no es publicable. Este prólogo no es una
explicación del poemario de José Ángel Conde, es un parecer de
mi experiencia sobre su lectura; la poesía no se origina desde el
lenguaje ordinario, establecido. La poesía es la serpiente que se
muerde la cola. El significante en el poema ya no se subordina a
su significado. El destino de la poesía-magma de significante es
la experiencia de la nominación originaria. José Ángel Conde
expone su colección de poemas “Feto Oscuro” y nos expone y se
expone él mismo desde el primer verso: “ De mi doloroso parto
nutro lo oscuro ”. La primera impresión del libro es que está
“embarazado” (sigo al título) de imágenes poderosas y oscuras.
Es un libro oscuro: “ De mi doloroso parto nutro lo oscuro. / No,
tú no puedes estar dentro de mí ”. Es un libro oscuro y
sugestivo, y desde el título parece querer cumplir la vida como
obra de arte. Poemas “feto”, poemas embrionarios; en proceso
hacia. Desde lo “oscuro” hasta, más que ver la luz, hacer la luz.
Es una poesía existencialista. El poeta (se) hace poemas, pero
no ejerce el oficio de escritor, sino que el mismo escribir(se) es
una forma de ser y de estar en el mundo. Aquí lo escrito late:
“ el feto embadurnado de sangre creativa ”. Aquí lo escrito se
independiza del escritor, lo trasciende: “ el recién nacido no
reconozca a la madre ”. José Ángel Conde expone el mundo y se
expone al mundo. Y en esa exposición revela una actitud y
preocupación existencialistas ante un mundo tecnológico
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contemporáneo que le aliena y aniquila. Pues siente que la
técnica imbuida de razón instrumental se olvida de lo absoluto,
y le cosifica en su torbellino de orgía con las cosas: “ Los neones
vistiendo la pérdida de valores ”, “ Yo veo pasar sus dígitos como
cuchillas, \ en los días de la pérdida del cielo ”. Lo que genera en
el poeta un sentimiento de inautenticidad de la vida que le lleva
a sus márgenes y al dolor de vivir: “ Echados de todos los
lugares ”, “ hombres llorando porque saben que van a vivir ”. El
poeta se desmarca de esa inautenticidad y reflexiona acerca de
ella, de su vorágine que todo engulle, de esa maquinaria de
disimulo que trata de disolver lo insoluble. A esta vida
inauténtica, desposeída, que se pierde a sí misma en las cosas…
opone una vida auténtica, una vida que se hace cargo de sí
misma en su plena consciencia de la muerte; sin distracciones
ni analgésicos: “ No se puede estar vivo si se quiere engañar a la
muerte con un sudario de glamour \ telaraña de seda sobre un
esqueleto de mentiras ”; “ No merece la pena vivir si no eres
quien eres ”; “ Hay que amar la vida incluso en las cucarachas y
dejar que su reptante negrura angélica acaricie todos los
agujeros de nuestro cuerpo ”; “ De esa putrefacción interior se
alimentarán las cucarachas del devenir ”. Asunción de la vida
que se hace en un proceso hacia. Sin delegar, hacerse
plenamente responsable de la propia vida en una mayoría de
edad intelectual. Un proyecto que es proyectado en sus
posibilidades, sin embargo, hacia la muerte. José Ángel Conde
es vitalista en este punto, enseña la alegría del que se sabe libre
como una especie de embriaguez de borde de precipicio: “ En
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mis sueños hablo con los insectos. / Ellos me enseñan con qué
pinceles pinto mi sombra, / es entonces cuando dejo que mi
mano fluya / por el lienzo que me ofrece el suelo blanco de la
vida, / danzando, escuchando, amando, mostrando. / La sombra
es mi hermana ”. A lo largo de los poemas el enfrentamiento
entre lo auténtico e inauténtico se traslada al antagonismo
naturaleza-ciudad. La ciudad constituye la amenaza de
cosificación, la despersonalización por absorción del entramado
de la cosa-mercancía. La naturaleza, siempre amenazada,
significa el arraigo, un suelo real que se deja tocar entre la
irrealidad de las cosas-mercancías de la sociedad tecnológica:
“ Soy el gorrión aplastado en el asfalto ”; “ La sinfonía de los
animales de la ciudad es la música que ahora escucho, / la
sinfonía de seres que viven en medio de la amenaza diaria / de
una muerte de asfalto y ruido, de escaparates y de tedio ”.
Denuncia la falsedad de un mundo-artefacto, la falsedad de un
mundo de plástico. Mundo-objeto hecho de objetos, de la
proliferación de objetos que se suceden e imponen al deseo del
individuo, revelándose al final (una vez despojados del
espumillón y de las luces), como fetiches famélicos que
enajenan y hacen sufrir al individuo al imponerle en realidad el
deseo del deseo mismo: “ Escucho alaridos de carencia /
saliendo del interior de los supuestos paraísos de la
abundancia ”; “ La felicidad cosmética deja transparentar el
sufrimiento ” ; “ pensamiento licuado y falsificado en frascos ”.
Denuncia la indiferencia y deshumanización de un mundo de
consumo en el que todo se ha vuelto cosa-mercancía. El poeta a
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lo largo del poemario tiene una postura combativa, pero se
duele, se angustia ante el espectáculo del uso y del vertedero
protagonizado por hombres-maniquíes vestidos y desvestidos
incapaces de verdadero contacto, pues ya no se toca carne sino
plástico: “ Su mundo huele a esclavitud y a soledad
desesperadamente estancada. / En ese mundo vives y vivo ” ; “ La
vida envolviéndome con su plástico asfixiante / que me deja
tirado en cualquier parte, / cunetas de la existencia ”.
pero que recoge tus impresiones para almacenarlas y que nunca más
sean tuyas,
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Reivindico el arte de oír llover,
lado,
La respuesta de la lluvia.
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Confusa música de jazz del vagón de metro
En la parada de mi deambular,
cabeza.
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Al levantarme de la corteza de acera
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Ojos en la oscuridad,
al principio de todo,
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los ecos de la oscuridad que nos cegaba tras nuestro abrazo,
cuerpo.
Junto a la botella,
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explotando con su diástole de creatividad.
acepto el fuego.
nubes
mi confusa existencia.
Yo quiero tu sombra.
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cicatrices que se filtraron al pensamiento, a cada idea,
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Un tapón en la existencia, para que no se derrame.
tan necesario,
ser cálido,
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No necesito saber qué ser para ser.
preestablecido,
empapándome.
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torturándome con los presuntos días de desahogo mal elegidos,
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Echados de todos los lugares
escucho,
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observando los trozos de mi corazón
Soy la rata,
Esa luz es como el palo que remueve los restos del gorrión,
volando en la polución
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hacia el gran corazón gris que desafía a la ciudad.
desconcha
formado,
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tras ella la luz naranja de la mampara de un aseo
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Dolor pasado que no tiene sentido
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interno y callado como el resto de números,
Fantasma derretido,
andar
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por qué mirar hacia atrás es insultarlas
No deja de llover,
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Contaminación rosa, amor candil.
a germinar.
Filosofía de la patada,
sin tener por qué buscar los pedazos para recomponer mi rostro,
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en un supermercado de pérdida de colores y sonidos,
digital,
de glamour,
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y dejar que su reptante negrura angelical acaricie todos los agujeros de
nuestro cuerpo.
ellas,
aceptarse.
La sombra es mi hermana.
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Los años de creación van transcurriendo
mismo,
desesperación,
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en esa noche del norte donde acaban todos los mundos,
sociales o físicos,
los amaneceres levantan mis párpados para que mis manos se crean
sexual.
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ese anhelo de tiempo artificial detenido,
No sé dónde miro,
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El vagón de metro avanza con un suave golpe de los dedos de mi
decisión,
saliva
tergiversado.
tan buscado.
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chuparlos hacia la masa negra del exterior
lee?
árbol
Sabemos por todas las crónicas que el hombre no quiere estar solo,
cuando la luz blanca sale por su boca en las babas del egoísmo
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Sólo hay vacío detrás del gas que genera las imágenes en las pantallas
en este mundo.
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El cielo sigue haciendo arañazos a las estrellas, implacable,
como buscando hacer brotar una sangre que sirva para algo.
suicidio,
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para yacer en medio de la nada que le es propia,
En mi vida
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Su mundo huele a esclavitud y a soledad desesperadamente estancada.
valor,
angustia.
asfixia.
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relegado al lugar inexplicable donde siempre me encierro cuando te
encuentro,
por mi piel ,
cunetas de la existencia.
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que sólo sabe devorar.
Miro a esa oscuridad que las engulle y no puedo ver el otro lado,
fugaces,
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En esta noche que yo ando nadie existe a mi alrededor
ahí afuera.
andar.
que me engulle,
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El mundo actual nos aliena hasta ocultar el sol
habitación,
Veneno.
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José Ángel Conde Blanco (Madrid, 1976). Licenciado en
Comunicación Audiovisual. Ha sido operador y auxiliar
de cámara, eléctrico y técnico de vídeo freelance para
varias televisiones y productoras (Mediapro, Zeppelin
Televisión, Cuatro, Eurocine Films, etc). Es director,
guionista e iluminador de varios cortometrajes en vídeo
digital; también ejerce como ilustrador, diseñador
freelance, articulista y comentarista de sitios Web
( Ciao.es y Suite101.net ). Autor del poemario “Fiebres
Galantes” (publicada en la página de distribución libre
Shiboleth). Obtuvo el accésit de poesía del V Certamen
de Literatura Aenigma. Ha colaborado en distintas
revistas literarias, digitales e impresas, tales como
“Letras Anónimas”, “Groenlandia”, “Enfocarte”, “Gotas
de Tinta”, “Shiboleth”, “El laberinto de Ariadna”,
“Poesía+Letras”, “Divague”, “Narrador.es”, entre otras.
Sus poemas han aparecido en las antologías “Des-amor”,
“El tamaño del tiempo”, “Cuentos selectos, volumen IV”,
“Mañana Luminosa”, etc.
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Prólogo, por Jorge Heras García 3
Feto Oscuro 9
Gotas 10
Caída 11
En la oscura placenta 17
Bichos 20
Antinostalgia 24
Alaridos de Carencia 27
Angustia de niebla 30
Variedad de túneles 33
Sacadme de la nada 38
Noche de ansiedad 41
Amanecer oscuro 42
Sobre el autor 44
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José Ángel Conde (Madrid, 1976). Licenciado en
Comunicación Audiovisual, actualmente trabaja
en el medio televisivo. Ha dirigido y guionizado
varios cortometrajes. Ha aparecido en antologías
literarias y obtuvo un accésit en el V Certamen
de Literatura Aenigma. Ha participado, con sus
ilustraciones y textos, en diversas revistas
literarias, así como en blogs y páginas Webs. En
el 2009 publicó el poemario “Fiebres Galantes”
(Shiboleth). “Feto Oscuro” es su segundo
poemario digital.
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