Sei sulla pagina 1di 6

Centro Educativo Nivel Secundario 44

Av. Entre Ríos 1341, CBA


Seguí las clases (y algo más) a través de: www.taller-abierto.blogspot.com
También el blog de la escuela: www.comunicarte44.blogspot.com
Email: comunicarte44@yahoo.com.ar

MEDIOS Y CULTURA
FICHA DE LECTURA

Nº 1
1. Dos significados de la palabra cultura

En el uso cotidiano se utiliza la palabra “cultura” otorgándole dos significados que son
distintos. Observemos estas frases de la vida cotidiana:

1) – Vos no entendés nada porque no tenés cultura. Sos un inculto.


2) – Ellos provienen de una cultura diferente, tienen otra forma de ser.

Es fácil de advertir que aunque ambos utilizan la misma palabra, no están refiriéndose a
lo mismo. Veámoslo un poco más detenidamente.

En 1) la palabra cultura es el equivalente a un bien. Algo que se tiene o no se tiene.


Luego veremos las consecuencias de la posesión o no de ese bien, pero observemos en
principio que la palabra cultura está asimilada a la posesión de “algo”. Esto quiere decir
que aquel que tiene ese atributo puede llamarse culto y el que no lo tiene es un inculto.
Destaquemos que ese algo es de origen externo, viene de afuera, se adquiere.

En 2) la palabra cultura es lo que engloba una forma de ser, es decir es un todo en el que
la persona está inmersa. Es natural de su condición de integrante de un grupo social.
Según esta perspectiva todas las actividades de un humano forman parte de su cultura:
la forma en que viste, en que habla, en que se comporta, sus ideas, sus conocimientos,
etc. todo forma parte de pautas culturales.

Como puede verse, si bien es la misma palabra su uso remiten a dos definiciones
distintas, pero además, tienen consecuencias naturalmente, distintas.

Si nosotros pensamos la cultura como un bien que se obtiene la asimilaremos a


conceptos tales como información o conocimiento. Plantearemos luego algunas
preguntas en torno a esto.

Si la pensamos en la segunda acepción asimilaremos cultura a conceptos tales como


forma de vida, forma de ser, etc.

La primera opción: cultura = información/conocimiento/instrucción.


La segunda opción: cultura = forma de ser

La primera opción es elitista, solo algunos dentro de la sociedad podrían llamarse


cultos. Sin embargo, la segunda es abarcadora, dado que la cultura es propia de todos
los hombres, no habría un ser humano sin cultura.

2. Una definición de cultura

¿Una? Existen muchísimas definiciones de cultura, nosotros elegiremos una, la del


grupo de antropólogos argentinos Carutti, Garreta y otros

“La cultura se trata de una forma integral de vida creada histórica y socialmente
por una comunidad, de acuerdo con la forma particular en que se resuelvan o
entablen las relaciones con la naturaleza, las de los integrantes en su seno, las
relaciones con otras comunidades y con el ámbito de lo sobrenatural, a fin de dar
continuidad y sentido a la totalidad de su existencia, mediante una tradición que
sustenta su identidad”.

Desglosemos los elementos más importantes de la definición.


· Se identifica cultura como una forma integral de vida es decir que incluye tanto los
aspectos materiales como inmateriales de la vida del hombre.

· Esa forma ha sido creada histórica y socialmente por una comunidad. Es decir las
formas culturales no son ahistóricas, sino que son producto de un momento determinado
de la historia y sujetas entonces al cambio.

· Cada cultura establece forma particular de relaciones con los elementos que la
componen. Entender esto significa no pensar que una cultura debe ser mejor que otra,
sino simplemente distinta.

· Abarca las relaciones con la naturaleza es decir con el entorno natural en el cual se
asienta. Aquí se incluyen todos los procesos de adaptación que a su vez combinan
elementos culturales varios con otros tecnológicos, económicos y organizativos.

· Incluye las relaciones entre los integrantes de una comunidad, las relaciones de
producción y humanas, la estructura social, el poder, la participación y parentesco, los
rituales de todo tipo, los códigos comunicacionales y las religiones junto con otras
configuraciones simbólico-expresivas. También abarca las relaciones con otras
comunidades los encuentros y desencuentros, las guerras, la paz y todos los
intercambios culturales

· Incluye además con el ámbito de lo sobrenatural, o sea las relaciones con lo que cada
comunidad califica de sagrado y que va más allá de lo humano y que denomina de
distintas maneras: lo sobrenatural, lo trascendente, lo misterioso, etc. Tanto sea que la
comunidad afirme o niegue esta relación.

· Tiene una continuidad Es decir que abarca no solo el presente, sino el pasado y las
perspectivas futuras de un grupo social.
· Da sentido a la totalidad de su existencia del hombre que está dentro de esa cultura,
desarrollando un lugar de pertenencia en el universo.

· Contribuye a desarrollar una identidad para cada ser humano. Ayuda a responder la
pregunta ¿quienes somos?

3. Breve historia del término y el concepto de cultura


(Texto adaptado de R Santillán Guemes. “El campo de la cultura” en Santillán Guemes, R y Olmos, H.
Educar en cultura Bs. As, Ed. Ciccus, 2000)

Comencemos por recordar que, en su origen, la palabra cultura está relacionada o menta
el cultivo de la tierra (cultus) con todas sus implicancias: la transformación de la
naturaleza a partir del trabajo y los cuidados pertinentes, las relaciones comunitarias, los
rituales a los dioses y las fiestas de principio y fin de cosecha.
Al mismo tiempo el término está ligado a la acción de habitar (collo, collere) dentro de
un mundo, de un ámbito labrado o trabajado por el hombre. Indica por lo tanto, una
fuerte relación con un suelo, con un territorio que de mero espacio natural es cambiado,
a través de un proceso de apropiación material y simbólica, en un espacio cultural.
La expresión nace, entonces, en un determinado contexto y asociada a esa acción de
transformar la naturaleza (cambio de forma y sentido), a la creación de un orden
humano, de un cosmos, de una morada, de un hogar existencial y dando cuenta, además,
de un hecho social total que transcurre en la vida cotidiana y que incluye la
participación social.
La “atmósfera” en la cual surge el vocablo guarda analogía con la acción de cultivar la
tierra en muchas zonas rurales de nuestro país; en los Valles Calchaquíes, por ejemplo,
donde el trabajo familiar y comunitario (la minga), los diversos cuidados para obtener el
fruto, los rituales a la Pachamama, y la fiesta están imbricados de una manera muy
evidente.
Con el tiempo este significado “terrenal” y ligado al mundo doméstico, al pago, a la
querencia, a un espacio cultural muy concreto, se fue desplazando a otro tipo de
cultivos: el de la conciencia racional en sus variantes científica y tecnológica y, también
a otras concreciones del “mundo del espíritu”; muy especialmente al desarrollo de las
“bellas” artes, la música “seria” y la “gran” literatura.
Esta visión, sin duda restringida, comienza a instituirse de a poco a partir del
Renacimiento y, al afirmarse, se torna excluyente porque termina jerarquizando un
determinado tipo de cultivos –los recién mencionados- en detrimento y/o directa
exclusión de muchos otros, los relacionados con los saberes y modos de ser de las clases
subalternas.
De esta manera el término cultura queda asociado a diversos procesos de “refinamiento
espiritual” a través de los cuales cortesanos y burgueses devienen hombres “cultos”,
“ilustrados”, “instruidos”, “educados”, “leídos”, “refinados” y “sofisticados”.
“Poco a poco –dicen Magrassi y otros-, el sentido aristocratizante connotado concluirá
por escindir al individuo ‘cultivado’ del resto de la comunidad a la que pertenece”.
Hacia el siglo XVIII se generaliza el empleo de lo cultural como opuesto o polar a
“natural” y el término “cultura” se afirma prácticamente como sinónimo de
“perfección” espiritual y pasa a formar parte del discurso hegemónico “completándose”,
luego, con la idea de que la humanidad pasó por tres estadios evolutivos que se suceden
linealmente: salvajismo, barbarie y civilización. En ese momento van a quedar
íntimamente relacionados los términos “cultura” y “civilización” apareciendo, en
muchos casos, como sinónimos.
Por supuesto que en el escalón más alto y “evolucionado” de la historia se ubica Europa
que, en su expansión, continúa asumiendo como propia la “misión” (auto asignada) de
civilizar el planeta. Habrá, además de individuos “cultos” e “incultos”, pueblos enteros
que serán caracterizados con la misma fórmula o con la de “civilizados / barbaros y/o
salvajes”.
A finales del siglo XVII la tradición romántica, inspirada en Rousseau, reacciona contra
la ilustración, comienza a conceptualizar nación y a considerarla como categoría
histórica.
El filosofo J. Herder es uno de los que más cuestiona la idea de progreso y la postura
universalista y racional de los “ilustrados”. Pero lo más importante es que se empieza a
caracterizar la cultura como “espíritu del pueblo” y a valorizar la fuerza vital del mismo,
sus costumbres y decires. Además se sientan las bases para considerar la diversidad de
“culturas”, así en plural.
Es evidente que no es esta la línea que se impone conceptual, histórica y políticamente
sino la otra.
El peso de la tradición ilustrada conllevó a las siguientes consecuencias:
· la cultura es una, única y universal.
· Las artes, las ciencias y los libros son la forma más alta de cultura
· La cultura ilustrada europea conforma un tipo de cultura “avanzada”, “civilizada” o
“superior”.
· Existe progreso cultural y sus parámetros son la civilización europea.”

4. Culturas y subculturas. Algunas distinciones


Texto extraído de: Teresa Eggers-Brass, Marisa Gallego, Gabriela Pedranti, Fernanda Salcito Cultura y
comunicación Buenos Aires, Ed Maipue, 2002

Dentro de una misma sociedad dijimos que hay diferenciaciones culturales.


Una subcultura es la cultura propia de un grupo dentro de una cultura más amplia que se
diferencia de la misma por diversos rasgos, costumbres o intereses, pero que, en
definitiva, es una parte integrante del conjunto. Se pueden determinar subculturas
siguiendo criterios étnicos, de comportamiento (por sexo, ocupación o edad),
ecológicos, de clase o de subordinación. Así, existen subculturas de inmigrantes que se
mantienen conectados en barrios o regiones, indígenas, tribales, indígenas modernos,
campesinos, proletariado urbano, culturas juveniles, etc. A veces los criterios son
arbitrarios, ya que se pierde de vista la relación con la sociedad en su conjunto y se
habla de subculturas de los pobres urbanos, de los adolescentes, de los hippies, de los
intelectuales, de los delincuentes, etc.
Magrassi sostiene que la mayor parte de los países de la actualidad son plurietnicos y
pluriculturales.

Cultura letrada

La palabra cultura comienza a utilizarse en el Renacimiento europeo para mencionar


con ella la formación intelectual de los sectores dominantes: la formación en las artes,
las técnicas, la filosofía, el comercio, la guerra, la diplomacia, las finanzas; en fin, el
manejo del poder. Se refiere, en este sentido, a la cultura letrada, propia de un sector de
la sociedad. Los que no tienen ese refinamiento del gusto (en cuanto a las artes, a los
modales, la vestimenta, etc.) característico de ese círculo o esa élite, son considerados
incultos por ese sector.
Como las clases dominantes no solo se apropian de los bienes y de los conocimientos
que consideran válidos sino también del vocabulario, del uso de la palabra, vulgarmente
se califica como culta a la persona que es erudita, es decir, que tiene muchos
conocimientos gracias a la lectura, investigación o desarrollo en las artes, ciencias o
filosofía. Sin embargo, al utilizar de este modo al vocablo cultura, estamos hablando
solamente de un aspecto¸de la cultura letrada o de elite, de las “formas valoradas” de la
cultura.

5. Aportes de la antropología

Para tratar de comprender las relaciones entre medios de comunicación y cultura


utilizaremos conceptos extraídos de distintas disciplinas científicas, como por ejemplo
la antropología.
La antropología fue originariamente una ciencia interesada en el estudio de las
sociedades llamadas “primitivas” (las sociedades indígenas o nativas. A partir de los
viajes y las conquistas territoriales en otros continentes, el hecho de encontrar nuevas
formas de vida humana despertó un interés por el estudio de culturas a las que los
europeos denominaron “exóticas” o “salvajes”.
Fueron los ingleses durante el periodo de la Reina Victoria (1837-1901) conocido como
la Era Victoriana que impulsaron las primeras etnografías o descripción de los pueblos
que se hicieron en el interior del Imperio Británico por los propios funcionarios o
colonizadores.
En sus comienzos predominó una visión evolucionista de las culturas humanas. Los
primeros antropólogos pensaban que los pueblos respondían a una distinta velocidad en
la evolución y suponían que las culturas no occidentales (las que estaban fuera del
ámbito europeo, Asia, África y América) representaban el pasado de la humanidad. Esas
diferencias debían ser reducidas o eliminadas.
Dice Rosana Guber en su libro El salvaje metropolitano
“A mediados del siglo XIX, el sentido que se le asignaba a la historia era aún optimista;
la Europa metropolitana e imperial ostentaba, según dicha perspectiva, el modelo
civilizatorio más elevado al que hubiera llegado la humanidad. Otras sociedades, otras
culturas, deberían asimilarse tarde o temprano a ese modelo. En ese contexto los
intelectuales se ‘identifican’ con su sociedad y su cultura, con la civilización y sus
practicas coloniales (Leclerq). En los albores de la antropología científica, los primeros
en ocuparse de los pueblos primitivos buscaban incluir prácticas y modos hasta
entonces considerados aberrantes, dentro de la historia universal (esto es europea u
occidental) del género humano. Influidas por los ecos de los descubrimientos de las
ciencias naturales de mediados de siglo XIX (Darwin, Mendel, Virchow, etc.) y los
avances en las comunicaciones, el transporte, la medicina, etc., la sociología y la
antropología abrieron nuevas áreas de conocimiento cuya legitimidad científica aún
debía ser probada. Dado que los cánones impuestos por la ciencia –fundamentalmente la
física y la biología- requerían la formulación de leyes generales, la antropología se
propuso contribuir a la reconstrucción de la historia de la humanidad y a la revelación
de su sentido. La naciente disciplina vino a montarse sobre siglos de colecciones y
recopilaciones de creencias, mitos. Ceremonias religiosas, narraciones, artefactos,
objetos rituales, códices y vocabularios: era la herencia que la sociedad industrial
europea recibía de los sucesivos contactos con otros pueblos, desde los griegos y
romanos, hasta los colonizados en la expansión imperial.”
Esos primeros antropólogos se propusieron registrar las culturas lejanas para rescatarlas
de su desaparición o extinción para recuperarlas como piezas de museo.
Fue Bronislaw Malinowski que realizó investigaciones en las islas de Nueva Guinea
entre 1914 y 1918 que definió los principios del trabajo de campo. El antropólogo debía
convivir con los observados, registrando sus trabajos y sus actividades cotidianas. Se
denominó etnografía este trabajo de recolección de datos a través de la presencia directa
del investigador.
Actualmente la antropología se identifica con la mirada del otro, nuestra cultura como
una cultura más y pone los ojos en las diferencias culturales dentro de nuestra sociedad
moderna: a través de fenómenos como la cultura popular, la marginalidad, las minorías,
la discriminación cultural, las culturas juveniles y actualmente la llamada cultura
mediática o audiovisual.

Potrebbero piacerti anche