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Introducción
El presente ensayo está destinado al examen que Platón somete a toda la poesía
a partir de Homero en adelante, su discurso, función e impacto en la polis justa.
Evidentemente en un análisis de tal índole habrá elementos que se nos escapen
del examen por las múltiples apreciaciones existentes que de manera
absolutamente prudente no se abarcará todas, empero algunas se tomaran muy
en cuenta.
Sin embargo nuestra vista se encuentra puesta en dos libros puntuales de la
República: el libro III y X. En ellos, precisamente en el primero, concierne a la
imitación empleada por los “narradores de mito(s)” y a los poetas y en su manera
de expresar contenido en sus discursos1. Sin duda, Sócrates evalúa previamente2
que se debe forzar a los poetas a componer mitos afines a las características del
alma justa y que debidamente ellos impulsen el desarrollo de la educación del
alma de los futuros gobernantes de la ciudad de bien. Asimismo, para reafirmar la
idea de Platón sobre que quienes deben forzar a estos poetas a construir mitos de
características particulares, los gobernantes son los que conocen las pautas3 de
donde los poetas forjaran los mitos. Por lo tanto se desprende que la función del
poeta, en la génesis de la polis justa, se encuentra subordinada a la del Filósofo
gobernante, cuando dice que “si es adecuado que algunos hombres mientan,
estos serán los que gobiernen el Estado…en beneficio del Estado; a todos los
demás le estará vedado”4. Si hay una persona que puede utilizar el discurso, el
cual constituye una imitación, una copia, es el Filósofo, como veremos más
adelante, para permitir la accesibilidad de sus súbditos lo que de otro modo
escaparía a la aprehensión.
1
BRISSON, Luc. Platón, las palabras y los mitos. Madrid: Abalara Editores, 2005, p 93.
2
Platón. República II 138d-ss
3
Con pauta se refiere a que se debe representar realmente las cosas o entes como son, inclusive
dios mismo.
4
Platón. República III 389b
Este interés de Platón en los nuevos descubrimientos que ha hecho sobre la
imitación poética es mucho más profundo que la sola censura de los poetas. Por
ello sostengo que Platón se percata de una extraña y distinta naturaleza, de otro
orden, irracional, de los poetas, la cual es mucho más impresionante, divina para
su audiencia en virtud de su naturaleza del cual Platón no se manifiesta.
Veremos a continuación algunos elementos que nos darán más luces sobre este
aparente aspecto de la poesía como imitación artística, la imitación; veremos la
analogía que Platón hace entre el poeta y el pintor. Finalmente, una síntesis a
modo de conclusión.
La imitación (μίμησις)
El término central de Platón para designar la manera de proceder de los poetas, y
en general en la actividad empleada en la comunicación de un mito, es mimēsis, la
“imitación”5. En el libro III, pasaje 392d dice:
“… la narración que llevan a cabo [compositores de mitos o
poetas] puede ser simple [reproducción de cuanto haya en el
ámbito sensible], o bien producida por medio de la imitación
(μίμησις), o por ambas cosas a la vez.”
5
BRISSON, Luc. Loc. Cit. p. 89
6
PAPPAS, Nickolas. Plato and the Republic, second edition, London, Routledge, 2003
7
PLATON, Ibid Libro III 393b-c
artesanos de la libertad del Estado8, no pueden imitar aquello que no sea
conveniente que imiten cualquier otra cosa que los tipos9 que les son apropiados,
la valentía, moderación, etc. De ello, en la polis ideal solo imitarán lo mejor de
ellos. (396c-397b, 604e, 607a)10.
Para esclarecer lo aludido en la imitación, presentaremos la analogía hecha por
Sócrates o Platón entre la poesía y la pintura que responde a la naturaleza de la
imitación [de la poesía].
La pintura
En primer lugar, Sócrates asume que tanto la poesía como la pintura imitan sus
asuntos de investigación: en las artes generales, la verdad no puede ser producida
sino reproducida. Es decir, así como la pintura recurre a las formas y colores, el
discurso de la poesía se apoya en el ritmo y la armonía11, lo cual hace aparecer la
realidad, pero de otro modo, escasa en valor epistemológico. Por ende, al tener en
cuenta la naturaleza de las realidades imitadas, si se tratase de una imitación de
las cosas sensibles, hablamos de una representación; por otro lado, si en el caso
de las realidades que, sin corresponder nada en el mundo sensible, no son sin
embargo formas inteligibles, la imitación se vuelve evocación, ya que hace
aparecer en el mundo sensible, como si se tratara de realidades sensibles,
realidades que son de otro orden12. Los artesanos usan estas formas/figuras
físicas como modelos: el carpintero que construye un sofá o mesa lo hace
“viendo” hacia la Idea de Sofá o Mesa (596b). El pintor, de un sofá o mesa lo hace,
8
Δημιουργός: creador; artífice.
9
Τύπος: impronta; sello en el alma.
10
PAPPAS, Nickolas. Loc. Cit. P.180
11
Platón, Loc. Cit. Libro X
12
Stanley Rosen esboza lo dicho así: 1) a los artesanos como el carpintero o el fabricante de
florero le es destinado la capacidad de reproducción, más no a los poetas y 2) la relación da por
hecho que hay ideas de artefactos. La cama producida por el carpintero es una reproducción de la
cama original, la Idea Platónica de la Cama, mientras que el artista reproduce la copia del
artesano. La crítica cognitiva-sensorial de la poesía de esa manera lleva consigo la absurda
atribución al artesano de la percepción de las Ideas Platónicas. En: ROSEN, Stanley. Plato’s
Republic. London: Yale University, 2005 p. 356
en contraste, sólo mirando el objeto o cosa individual y copia sus apariencias
(597e – 598b).
Así, entonces, al arte del que los pintores se hacen se llama arte mimético y
consiste en la imitación de la apariencia, es decir, la imitación de la imitación,
presentada eventualmente para el deleite de la audiencia de los hombres
ignorantes.
La Poesía
En la discusión del diálogo “El Sofista”, en el pasaje 233c, el extranjero de Elea
hace alusión a que:
“los sofistas dan la impresión de conocer todo aquello que
contradicen, sólo tiene ciencia aparente”; y en la séptima
definición dice: “el sofista es un mago, imitador de cosas, no
posee realmente conocimiento de aquello que parece ser
capaz de contradecir”. Tiene una técnica de producción de
imágenes (técnica imitativa13); por lo tanto, concluye, es un
ilusionista14.
13
La cual a su vez puede dividirse en técnica figurativa, la cual parte de un modelo ya existente, y
técnica simulativa donde produce apariencias (solo aparente parecerse pero no se parece
realmente) y no imágenes. En: PLATON, El Sofista 235e-236d.
14
Y como tal, poseedor de una técnica simulativa ya que El sofista es un mago que produce
ilusiones en los discursos (264c – 268d)
Para mantener la analogía anteriormente hecha, aseveramos que los poetas son
tan ignorantes como los pintores sobre la verdad que tiene que ver con sus
asuntos. (599c - 601a), punto donde Sócrates vuelca su exposición hacia la
ignorancia de Homero15, e ilusionistas (hechiceros) como los mismos sofistas,
Protágoras, entre otros.
Sócrates hace ver a Homero como ignorante porque en su entender, es necesario
que un buen poeta al hacer una buena composición la haga en virtud del
conocimiento; de otro modo no será capaz de componer. La ignorancia de Homero
subraya la naturaleza meramente aparente del entendimiento o comprensión de
un poeta sobre el ser humano16 y las cosas en general. Entonces, la poesía, tal
cual, es imitadora de la apariencia (595b-602c), ya que, por poner un ejemplo, en
el Ion o diálogo de la Poesía, se desprende que uno no puede ser ignorante en la
medicina y ser un esplendido médico. Sin embargo, Platón arremete más aun
contra quienes se pronuncian en defensa de los poetas que, aún siendo
ignorantes, como Homero, son esplendidos poetas –y que de hecho Platón mismo
en boca de Sócrates aceptará posteriormente. La ignorancia entonces es
irrelevante para aquellos paladines de la imitación artística. Pero Platón
ciertamente reconoce ello –alusión anteriormente hecha líneas arriba-, por ser su
propia postura la que justamente señala aquella aparente contradicción. Pero
desde la perspectiva de Platón el problema no se resuelve precisamente si el
poeta se da cuenta o ignora lo que conoce, ya que, en ambos casos, no hace
ninguna diferencia en honor o merecimiento de la poesía. De allí, que Sócrates
establece que:
“todos los poetas, comenzando por Homero, son imitadores
de imágenes de excelencia [ilusionistas] y de las otras cosas
que creen, sin tener nunca acceso a la verdad” (600e)
De ello, si Homero demuestra que uno puede ser poeta sin ser conocedor, por lo
tanto no es parte del trabajo imitativo del poeta aprehender los hechos acerca de
15
PAPPAS, Nickolas, Loc. Cit. P.180-181
16
Ibíd. P.181
las cosas que ellos escriben. Desde que la imitación poética puede ser lograda sin
el recurso del hecho no puede ser una imitación de la naturaleza verdadera de la
cosa17. Entonces, ¿ante qué nos la estamos viendo los filósofos?, ¿Qué hace a los
poetas ser poetas justamente? ¿de qué orden es la inspiración del poeta?
Bien hemos dicho que para Platón la Poesía puede ser simple o por imitación.
También diferenciamos el primero, donde el poeta describe los discursos y
hazañas o acciones de sus personajes de tal manera que se distingue su voz
propia de aquellos personajes, del segundo, donde el poeta imita directamente a
los personajes; habla a través de ellos (392d-393c) 18. Por lo tanto, teniendo en
cuenta el principio de que a cada naturaleza le corresponde una única función, por
haber sido mejor dotada para aquella y no para las demás por el Dios, la poesía
mimética sería un gran peligro para la polis justa, en la medida que atenta contra
aquel principio político del hombre, un trabajo. Sin embargo, esta sería solo el
tercero19 contando a partir de la verdad, respecto a la excelencia (599d).
20
Ποιητης: hacedor, creador.
21
En el libro IV primero se separa las partes del alma también en base al desacuerdo interno (436b
y ss.).
y no realidad22, ya que la realidad es el objeto de conocimiento de la parte racional
del alma. Sin embargo, como mencionamos anteriormente, el arte mimético del
poeta no es producir sino reproducir y hacer de esta reproducción un algo real, sin
conocer ni aprehender este algo. Por ello, la apariencia sin (without) realidad
recurre a la parte no-racional del alma y consecuentemente, el arte recurre a lo
irracional de los seres humanos23.
22
La cual no excluye, en primera instancia, la realidad sensible como el ámbito de objeto de
imitación, aún.
23
PAPPAS, Nickolas. Loc. Cit. pp.183-184
24
Del griego phármakon, medicamento.
animado por la parte racional. No se debe preferir una respuesta emocional de
una racional. El placer de la poesía conduce a la injusticia del alma.
Finalmente, este examen del arte poético y su naturaleza por parte Platón, no
tendría lugar a continuar, mas allá de la sola censura en la ciudad justa, si es que
para él las imitaciones no poseyeran alguna cualidad adicional que les da un
poder sin igual al de las imágenes. Si no fuera de este modo, no habría propósito
de continuar la investigación. No obstante, hemos aludido a una característica de
que la poesía ejercita, aquello que Sócrates llama “Charm”, encanto, (kẽlẽsis;
601b, 607c), una advocación equivalente al sortilegio o encantamiento. Una
imagen es inofensiva. El mismo Sócrates recurre a ella tantas veces en diversos
pasajes para lograr comunicarse con sus interlocutores y lograr que estos
comprendan aquello a lo que él refiere. Pero no debemos obviar el hecho de que
Sócrates es filósofo y, por tanto, distingue, conoce lo que es de aquello que no.
Eventualmente, arte poético crea. Esta creación, sin embargo, para el filósofo
responde al aspecto más bajo del alma y por tanto del ser, sombras, reflejos. No
es una creación que impulse el desarrollo de mejor parte del alma, la parte
racional. Más por el contrario, esta atenta contra el orden interno haciendo de la
parte irascible el principio rector que gobierna nuestro cuerpo. Este es muy
peligroso para la nueva ciudad que Platón quiere fundar y que, por sobre toda las
cosas, se ubica la Idea del Bien en el ámbito inteligible, como aquello que da vida
a todas las cosas sensibles que son fuente o recurso en la ascensión del
conocimiento verdadero de las cosas.
BRISSON, Luc Platón, las palabras y los mitos. Madrid: Abada editores, 2005
PAPPAS, Nickolas Plato and the Republic, edition II. London: Routledge, 2003