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Del enchufe a la ruta


Tecnología. El viejo sueño de contar con un auto que funcione con sólo enchufarlo ya se hizo
realidad. Y antes de lo pensado estos vehículos que contaminan poco y nada estarán rodando
por las rutas argentinas.

Este fue un viaje de mierda", dice el ingeniero Esteban Ruiz de Galarreta mientras observa a su auto
nuevo, rojo, brillante, que bien podría haber sido utilizado por un personaje como Batman. Y él no
se refi ere ni al estado de las rutas, al tránsito o a los piquetes, todas quejas comunes de nosotros,
vulgares argentinos con bocaza sucia, sino al combustible con que se hizo funcionar este rodado:
caca de chanchos. Con un montón de estiércol de puerco en un biodigestor se obtiene biogás, y con
ese biogás, se hace electricidad. Y la electricidad luego sirve para alimentar las baterías de este
coche, que tiene un original diseño de un asiento adelante, dos atrás y ninguna puerta. Una sola
carga de fl uido eléctrico conseguido a fuerza de deposiciones porcinas puede hacer andar a este
vehículo a100 kilómetros. Lo más interesante de todo, sin embargo, es que durante todo esos largos
100 kilómetros, este auto fantástico no castigó ni con un gramo de CO a nuestra 2 fragilísima
atmósfera.
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Los autos particulares representan el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero, esas
malditas emanaciones que recalientan el clima, provocando alteraciones a nivel mundial: no sólo
porque hace más calor, sino también porque hay más fenómenos atmosféricos extremos, como
lluvias y nevadas récord, sequías históricas, muertes de especies, etcétera.
No es un escenario lejano, es presente, y por eso la industria automotriz a nivel mundial se está
poniendo las pilas (literalmente las pilas) para cambiar el paradigma coche petróleo.
No lo hacen porque son almas caritativas, sino porque cada vez hay un público más preocupado por
el medio ambiente y porque hay varias realidades que van sumando a favor del auto eléctrico: las
regulaciones de emisiones son cada vez más estrictas en los países centrales, hay más estímulos
gubernamentales al desarrollo de energías limpias y lo que no es menos importante crece la
incertidumbre sobre el precio del petróleo. Mire si no cuánto ha subido el barril de crudo desde que
los egipcios se sacaron de encima una dictadura de 30 años. Todo el Medio Oriente está sentado
sobre una revuelta en potencia o en movimiento.
Este es, por lo tanto, el año del auto eléctrico. Lo demuestra lo ocurrido días atrás en el Salón del
Automóvil de Ginebra, la exhibición más importante de la industria. Allí se presentaron más de una
docena de modelos híbridos o 100% eléctricos de las marcas más impensadas.
Por ejemplo, Rolls Royce, que fabrica coches para príncipes más que para plebeyos ambientalmente
culposos, develó el 102 EX Phantom, una bestia mecánica con alcurnia y una autonomía de 200
kilómetros por carga. Nada despreciable.
Barack Obama quiere que haya un millón de autos eléctricos circulando por las calles y rutas de
EE.UU. en 2015 lo que queda acá nomás por lo cual el gobierno ofrece apetitosos incentivos
impositivos a los consumidores interesados (se pueden descontar hasta 7.500 dólares del pago de
impuestos). No por nada Nissan acaba de aterrizar allí con el Leaf, un coche de cinco puertas y una
autonomía de 175 kilómetros. Nos hubiera gustado probarlo, pero en la Argentina no va a haber
ningún ejemplar al menos hasta 2013. Por lo que se ve en videos promocionales, manejar un Leaf
debe ser más parecido a jugar a la Wii que a andar por la calle.
"A diferencia de los vehículos con motor a combustión, el Leaf usa un tren motor que no tiene
escape y, por lo tanto, no emite CO u otros gases de efec
2 to invernadero; además, está construido con una gran cantidad de materiales reciclables y
reciclados, por lo que su impacto ambiental es mínimo respecto al de un auto convencional", cuenta
Carlos Sucasas, gerente general de Nissan Argentina.
Pero para no quedarnos frustrados, con la sensación de ver la nueva tecnología de lejos como
cuando nos babeamos con el iPad 2 por internet, llamamos al arquitecto Miguel Angel Bravo, que
junto al ingeniero Ruiz de Galarreta, es el responsable del Nach 1, el auto tipo Batman del que le
hablábamos al principio de esta nota.
Y él muy amablemente lo llevó hasta Ciudad Universitaria, donde nos dimos el lujo de andar una
vueltita. El bicho es raro, no sólo por su aspecto sino porque además está hecho de termoplástico, lo
que no es otra cosa que plástico reforzado con fi bra de vidrio que según afirma nuestro
entrevistado es diez veces más seguro que la chapa. Su auto no es el único hecho de nuevos
materiales: el Tesla, rey de los autos Electriccos a nivel mundial (una gloria fabricada en California
por uno de los fundadores de Paypal), está hecho con fi bra de carbono. Es que se buscan materiales
cada vez más livianos para optimizar el rendimiento de la batería. Pero ya llegaremos a eso.

Sigamos. El Nach 1 es todavía un prototipo. Nació apenas en diciembre, en Pergamino, y luego se


fue de paseo por las dunas de Pinamar, adonde lo probaron todo el verano. Al andar, produce un
ruido como un viejo karting eléctrico, aunque el ingeniero Ruiz de Galarreta afirma que lo pueden
hacer completamente silente. Al revés de un auto con un motor a combustión, éste tiene la
particularidad de poder acelerar en segundos, pues para andar más rápido sólo hay que apretar el
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pedal. Adiós caja de cambios.

No sólo para éste, sino en todos los modelos eléctricos (¡el Tesla Roadster acelera a 200 km/h en 7
segundos!), que son mucho más sencillos mecánicamente.

En la Argentina hay varios que se han propuesto inventar autos eléctricos, pero Bravo sostiene que
es el único que está en condiciones de producirlos en serie, si es que la presidenta Cristina Kirchner
firma un decreto autorizando a su empresa, la Compañía Argentina de Automóviles Arqbravo SA, a
abrir una terminal automotriz. Aun con la incertidumbre de si el gobierno tomará o no esta medida
política, él sueña con ver sus modelos patentados y andando para fines de este año. Además del
Nach 1, tiene un buggy, bien canchero y deportivo, y el Rod On, una especie de Smart eléctrico, un
autito pensado para emular el modelo de bicing, como el que se empezó a implementar en la Ciudad
de Buenos Aires con las bicis de alquiler: uno se sube en un barrio determinado y lo deja en otro,
como si hubiera manejado un taxi por un rato.

Una solución para la ciudad

Los autos eléctricos suenan muy lindos, ideales, pero hay datos ineludibles de la realidad: una, son
caros; la otra: no están hechos por ejemplo para irse un fi n de semana a la Costa. Es que en la mitad
de la ruta 2 se quedarían sin fluido eléctrico en las baterías. Y aun si encontrara un enchufe a mitad
del camino, infraestructura que aún no existe, tardaría de 6 a 8 horas recargarlo. Por algo este tipo
de vehículos no han hecho furor en el mercado todavía. GM tuvo un modelo en los `90 que se
encargó de matar una historia que dio bastante tela para cortar en materia de una supuesta
conspiración de los intereses petroleros: vean en YouTube Who killed the electric car? , y hasta que
Toyota no apareció con el Prius un híbrido de los que los competidores se mofaban no se volvió a
hablar mucho más del tema.

Ahora, para suplir la desventaja de la falta de autonomía del coche eléctrico, se marketinean como
"city cars", o sea, como autos para andar por la ciudad en el día y dejar enchufado ya sea mientras
están estacionados o por la noche en casa.

Estos bichos eléctricos tienen la autonomía que les permite conseguir las baterías que tienen. El
Nach 1 tiene por ahora una de plomo ácido (una invención con más de un siglo), pero los nuevos
modelos que están saliendo vienen con una de ion-litio, como las que usan los celulares y los
juguetes. Y aquí viene lo más interesante.

El 85% de las reservas mundiales de litio están en un triángulo ubicado entre Bolivia, Chile y
Argentina. En la soledad de la Puna, donde sólo sopla el viento, yace el futuro.

Sony fue la compañía que inventó la batería de litio en los `90. Duran cinco veces más que las de
plomo y son reciclables, pero trabajar con litio tiene su chiste: hay que hacerlo con mucho cuidado,
porque si entra en contacto con agua, se libera hidrógeno y quedan inutilizadas. Esto es lo que nos
cuentan en pleno barrio Mondongo, en el INIFTA, un instituto de investigación dependiente de la
Universidad de La Plata, donde un equipo de bochos científicos (algunos recién repatriados) trabaja
en el proyecto de la batería de litio nacional.

Antes de hablar de aspectos técnicos, el químico Arnaldo Visintín se pone a sacar cuentas. "La
tonelada de carbonato de litio se vende en el mercado internacional a entre 5 y 6 mil dólares. Sólo el
3% queda para la provincia. Para una batería de ion-litio necesitás sólo cinco kilos de litio. Si
comprás la batería afuera, te sale unos 25 mil dólares. Las grandes automotrices se llevan el litio a
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granel y nosotros les vamos a comprar las baterías a ellos", dice.

"Tenemos una posibilidad histórica agrega. La Puna es la futura Arabia Saudita." El equipo de
Visintín está trabajando en un proyecto con tres fases. Primero deben construir una batería de ion-
litio.

Segundo, hacer un soft para medir el funcionamiento de esa batería y, tercero, hacer una batería
capaz de hacer funcionar un auto. "Apuntamos a hacer algo mejor que lo que existe hoy", apunta
Beatriz Castro, una de las científi cas. Por ejemplo, mejorar los tiempos de carga y la durabilidad de
la batería.

Hay muchos desafíos por delante, como incorporar nanopartículas a las pilas para mejorar la
densidad de la energía. Muchos laboratorios en el mundo están trabajando en nuevos tipos
debatería, combinando litio con aire. Y sueñan con un litio orgánico, obtenido del maíz. Pero para
eso falta.

La pregunta de sentido común es simple: si la electricidad que se usa para cargar el auto es más
chancha que la caca de chancho, ¿no estás trasladando el caño de escape del auto a la usina? Y la
respuesta es un no, porque un litro de nafta usado para generar electricidad es consumido más efi
cientemente por un auto a motor eléctrico que un litro de nafta quemado en un motor a combustión.

Además, el auto eléctrico tiene la posibilidad de usar energía generada por fuentes diversas, desde
el carbón horripilante hasta la prístina energía solar.

El impetuoso arquitecto Bravo tiene una visión aún más original del asunto: habla de usar el auto
eléctrico no sólo como modo de transporte, sino también como un método de almacenamiento
químico de la corriente. Expliquemos: así como las centrales nucleares e hidroeléctricas tienen que
"tirar" la energía que producen de noche (no se pueden apagar), el coche se carga de fl uido a las
horas más baratas. Así, si se corta la luz uno puede enchufar la casa al auto, en vez del auto a la
casa. Según sus cálculos, el rodado tiene poder sufi ciente para alimentar durante dos días a una
casa promedio, con heladera con freezer. "Con convertir el 2% del parque automotor argentino o
sea, 150.000 autos podés acumular la energía equivalente a la que generan diariamente dos Atuchas
o un Yacyretá", se entusiasma.

Dice todo esto mientras en su fábrica de la calle Cucha Cucha tiene una fase de electricidad
apagada: hubo un corte.

Imaginemos cómo sería una ciudad como Buenos Aires con transporte o autos eléctricos: no habría
ruido a motores ni horribles fl atulencias emanadas por caños de escape, de ésas que nos hacen toser
y nos enferman. Para ir probando cómo sería la ciudad del futuro, alcanza con pararse detrás de la
unidad del 152 que circula por Santa Fe con el ecobus, un prototipo híbrido que funciona a
biodiesel y energía eléctrica. Fue fabricado gracias a un convenio entre una empresa privada Tatsa y
la ciudad. Costó unos 420 mil dólares, mucho menos del millón que pagó Nueva York por un bus
similar. Cada vez que el conductor frena, recarga las baterías. "Apostamos a que esta tecnología
reduzca las afecciones respiratorias que produce la combustión de gases, que se consuma menos
combustible fósil y se reduzca la contaminación sonora", cuenta Diego Santilli, ministro de Espacio
Público porteño.

¿Una urbe respirable? ¿Donde sólo se escuchen los bocinazos? Tecnológicamente, ya es posible.
Pero habrá que esperarla.

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