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La Odisea fue escrita por Homero, poeta griego del siglo VIII a.C. y autor también
de la ya analizada Ilíada. En palabras de Hegel, Homero es ³el elemento en el que
el mundo griego vive como el hombre vive en el aire´. Admirado, imitado y citado
por todos los poetas, filósofos y artistas griegos que le siguieron, es el poeta por
antonomasia de la literatura clásica, a pesar de lo cual su figura aparece rodeada
del más profundo misterio, hasta el punto de que su propia existencia histórica ha
sido puesta en tela de juicio.
Aunque son varias las vidas de Homero que han llegado hasta nosotros, su
contenido, incluida la famosa ceguera del poeta, es legendario y novelesco.
Los problemas que plantea Homero cristalizaron a partir del siglo XVII en la
llamada ³cuestión homérica´, iniciada por FranÇois Hédelin, abate de Aubignac,
quien sostenía que los dos grandes poemas a él atribuidos, la Ilíada y la Odisea,
eran fruto del ensamblaje de obras de distinta procedencia, lo que explicaría las
numerosas incongruencias que contienen.
Haciendo una comparativa entre las dos grandes obras de Homero podemos
apreciar como la Ilíada habla de la vida pública, de la guerra, de la aristocracia
guerrera y gobernante, del poder del ego como la cualidad principal de los
hombres (el rasgo más distintivo que hace que Aquiles sea el más destacado). La
Odisea habla más que nada de lo privado, de la vida doméstica, de ³las cosas´,
del hogar (de la partida del hogar de Telémaco, del regreso al hogar de Ulises).
Según algunos autores la Ilíada está compuesta más que nada por material épico
a base de los poemas hechos por los bardos aedos a la corte de los aristócratas
guerreros de las cortes Jonias, mientras que la Odisea está compuesta
básicamente por pequeños relatos que provienen de la tradición de cuentos
folclóricos, fundamentalmente de relatos que tratan sobre rituales de iniciación. El
viaje de Telémaco en busca de información acerca de su padre Ulises, consiste en
un relato sobre un ritual de iniciación, en tanto pasaje a la adultez. Los diferentes
momentos en el viaje de iniciación van avanzando a partir de "ayudantes",
"donantes", "adversarios", y "objetos mágicos" que se le van presentando al héroe
en su itinerario. Como suele ocurrir, todo viaje implica un viaje de conocimiento.
Aquella actitud básica del héroe en su viaje (tanto en Telémaco como en Ulises),
consiste en averiguar, preguntar, descifrar enigmas. Las historias fundamentales
que cuenta la Ê son relatos de iniciación. Así, por ejemplo, el hecho de que
Ulises diga al Centauro Polifemo que su nombre es "Nadie", este dato, visto en
clave de rito de iniciación, equivale a que aquel que se inicia en el ritual, al
desplazarse de su hábitat normal y cotidiano, es "nadie", ya que todo ritual de
iniciación implica un despojarse de la propia identidad cotidiana, para pasar a ser
una persona diferente. El iniciado se despoja de su conciencia habitual, en el
momento del ritual debe ser nadie para luego regresar renovado. No cabe duda de
que el modo de tratar los temas bastante recurrentes en la Odisea tiene que ver
con elementos de la cultura popular, de la carnavalización y de la fiesta popular.
La carnavalización tiene que ver con la inversión de los lugares comunes de la
vida cotidiana, como "el rey que se transforma en mendigo" (Ulises), o la
participación fundamental en la intriga de personajes del pueblo más bajo en la
escala social (el criador de cerdos, la nodriza, las esclavas), y también con la
exaltación del cuerpo y los genitales, de las partes "bajas" del cuerpo (como la
pelea cómica entre los mendigos en la corte de Ítaca, o las amenazas recurrentes
de castración a los mendigos). La lógica de lo falso, las coartadas, la falsa
identidad que se atribuye Ulises, tienen que ver con esta instancia de inversión.
No obstante, si en la fiesta popular la inversión de la vida cotidiana tiene que ver
con una suerte de utopía social de cambio (que el mendigo se transforme en rey,
por ejemplo), en el caso de la Odisea, la inversión funciona como momento de
falsedad previo a la restitución del orden de lo establecido: Ulises se atribuye una
identidad falsa, pero como algo momentáneo y solo como un recurso necesario
para restituir el orden de lo establecido.
Zeus manda a Hermes que le ordene a Calipso que libere a Ulises. Calipso
obedece y ayuda a Ulises a marchar.
Entre tanto, Atenea se aparece en sueños a Nausícaa, hija del rey de los feacios,
Alcínoo, y le ordena que vaya a lavar sus ropas y las de sus hermanos al río con
sus esclavas. Nausícaa obedece y van al río a lavar la ropa al día siguiente, y
mientras Nausícaa jugaba con sus esclavas, Ulises se despierta por el ruido que
están haciendo y se presenta a Nausícaa, a la que pide ayuda.
Desde allí, Ulises parte a la isla de Eolia regida por Eolo, quien le da vientos
metidos en un odre, y este odre es abierto por sus compañeros mientras él
dormía, creyendo que estaba lleno de oro, dejando escapar los vientos que les
llevan de vuelta a Eolia, y esta vez Eolo se niega a recibirlos.
Se alejan de ella y llegan a Lestrigonia y son atacados por los lestrigones. Ulises
divide a los hombres en dos grupos para que se vaya a investigar la isla. El grupo
que estaba regido por Euríloco le toca ir a investigar, mientras que el suyo se
queda y el de Euríloco es convertido en cerdos por Circe, todos menos Euríloco.
Ulises se entera y va a buscarlos. Recibe de parte de Hermes una planta para
curarlos. Se marchan de allí y van donde les ha ordenado Circe, a los Infiernos.
Ulises cuenta a los feacios el viaje a los infiernos y los consejos que le dio Tiresias
para que pudiesen salvarse, la gente que allí vio...
También les cuenta como escapó de los cantos de las sirenas, de Caribdis y de
Escila. Relata como el Sol les castigó haciendo naufragar el barco, muriendo todos
menos Ulises, y de cómo agarrado a un mástil llegó a la isla de Calipso.
Más tarde Ulises llega a palacio e intenta averiguar los sentimientos de cada
príncipe. Un mendigo pretende echarlo de allí y pelean, vence Ulises y es
felicitado por los pretendientes. Penélope se presenta ante ellos que la colman de
regalos y vuelve a sus habitaciones mientras que los pretendientes celebran un
banquete.
Penélope ordena que lo bañe y Euriclea lo reconoce por una cicatriz, aunque
Ulises evita que se lo diga a Penélope, con la que vuelve a hablar de cómo ella va
a tener que casarse. A la vista de la imposibilidad del retraso de la boda, ella
propone por inspiración de Atenea que los príncipes demuestren su habilidad con
el arco y el vencedor se casará con ella. Los pretendientes aceptan y Telémaco
pide participar y así conservar a su madre, y al igual que los otros pretendientes
no consigue vencer.
En el canto XII, Ulises es advertido por Circe de los peligros que conllevará su
viaje y qué debe hacer para evitar la atracción sin duda peligrosa que supondrá oír
el canto de las sirenas.
Le dice que el otro escollo es más bajo, y que lo verá a un tiro de flecha del
primero. Allí encontrará un cabrahígo grande y frondoso, y a su sombra Caribdis,
la otra sirena, sobre las turbias aguas, que tres veces al día las echa fuera y otras
tantas vuelve a sorberlas. La diosa le aconseja que no se encuentre allí cuando
las sorba, pues ni Poseidón podría liberarlo de la perdición. Debe, por el contrario,
acercarse mucho al escollo de Escila y hacer que su nave pase rápidamente, pues
es mejor que eche de menos a seis compañeros que a todos juntos. Sigue
vaticinándole que llegará más tarde a la isla de Trinacria, donde pacen las vacas y
las ovejas del Sol, donde debe cuidarse bien de tocar uno solo de estos animales,
pues si lo hiciera perdería su nave y sus compañeros.
Era tan dulce la voz que no pudo resistir el deseo de oírlas de más cerca e
hizo señas a sus compañeros para que lo desataran. Pero, siguiendo las
instrucciones que por anticipado les dió, lo ataron al mástil más fuertemente con
nuevas cuerdas.
Cuando ya hubo dejado atrás la isla de las Sirenas vió humo y enormes
olas y percibió un fuerte estruendo, procedente de Caribdis. Los compañeros de
Ulises, amedrentados, contuvieron los remos, pero éste les ordenó que
prosiguieran remando apartándose del humo y las olas. Ulises no les habló de
Escila, por temor de que dejaran de remar.
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Otros creen que el padre de Ulises realmente fue Sísifo, debido a que Anticlea se
unió a él, antes de sus esponsales con Laertes. Esto ocurrió gracias al beneplácito
deAutólico, que deseaba tener un nieto tan sagaz como Sísifo. Este mito ofrece
otra explicación al nombre de Ulises, ya que Ulises se asemeja a odioso y Sísifo,
debido a la astucia con la que engañaba a dioses y a hombres, se había hecho
odioso para muchos. En esta versión, el héroe habría nacido en una ciudad de
Beocia llamada Alacómenas, en su recuerdo Ulises puso este nombre a una
población de Ítaca.
Acudió a Mesenia como emisario para pedir una compensación por unas ovejas
que habían sido robadas.
Durante un viaje a Éfira, Ulises intenta que Ilo le proporcione uno de sus famosos
venenos para sus flechas. No lo consigue aquí, pero sí en Tafos, donde le provee
Anquíalo.
Una vez que Ulises llega a la edad viril, Laertes le entrega el trono de Ítaca.
Nuestro héroe pasa a ser un soberano rico, justo, hospitalario y respetuoso con los
dioses, en especial con Zeus y Atenea. Esta última será su constante
bienhechora.
Como casi todos los caudillos griegos, Ulises solicita la mano de la
bellísima Helena. Pero desanimado al ver la cantidad de pretendientes, renunció a
Helena en favor de una prima de esta, Penélope.
La unión de Ulises y Penélope dio como fruto a Telémaco, que aún era un infante
cuando corrió al noticia del la huida de Helena con Paris a Troya, llevándose parte
de los tesoros de Esparta.
Ulises disgustado con la idea de partir a la guerra, puso en marcha un plan para
que creyéndole loco, le dispensaran de acudir a Troya. Todos los días el héroe
araba la playa y plantaba sal en los surcos. Pero Palamedes intuyendo la treta,
puso al pequeño Telémaco delante del arado. Ulises desvió la trayectoria de arado
para no herir al niño y así se descubrió su artimaña.
En Delfos el oráculo había predicho que la ciudad no seria tomada sin Aquiles.
Pero Tetis, la madre de Aquiles, sabedora de que su hijo no regresaría de esta
guerra, había ocultado al muchacho disfrazado de mujer con el nombre de Pirra,
en la corte del rey Licomedes. Durante su estancia, Aquiles engendró junto a
Deidamía, a Pirro, que más tarde fue llamado Neoptólemo.
En el país de los Lotófagos, se les obsequió con el loto, un fruto exquisito que
provocaba el olvido. Ulises tuvo que llevarse a la fuerza a los marineros que lo
habían probado.
En Etolia, fueron agasajados por Eolo, dios del viento. Les entregó un odre que
contenía los vientos, pero la tripulación pensando que se trataba de tesoros, abrió
el odre. Se desencadenó una ventisca que les arrojó de nuevo a las costas de
Etolia, pero avisado de la oposición de los dioses, Eolo se negó a ayudarles otra
vez.
Luego la única nave que le quedaba arribó en la isla de Eea, donde la maga Circe,
metamorfoseaba en animales a todos los extranjeros que llegaban a sus dominios.
Con ayuda de una hierba que le da Hermes, Ulises consigue que Circe devuelva
su verdadera forma a sus compañeros. Se une a Circe, con la que tiene
a Telégono. Por consejo de Circe, acude al bosque de Perséfone para consultar al
alma de Tiresias el futuro. Una vez allí, siempre según las instrucciones de Circe,
sacrifica a un carnero joven y a una oveja negra. Las ánimas acuden a beber la
sangre del sacrificio, pero Ulises no les permite beber hasta que llega Tiresias. El
adivino le comunica lo que le depara el futuro y después tiene tiempo de hablar
con el alma de su madre, de Agamenón, de Aquiles y de otros compañeros.
Vuelve a Eea, donde le rinde honras fúnebres a Elpenor. Después parte hacia
Ítaca, no sin que antes Circe le aconseje como enfrentarse a los monstruos que le
esperan a lo largo del camino, las Sirenas, Escila y Caribdis. Las Sirenas eran
monstruos mitad mujeres, mitad aves, con sus cantos atraían a los marineros
hasta unas rocas donde los barcos se estrellaban y los navegantes eran
devorados por las Sirenas. Ulises, según las indicaciones de Circe, taponó los
oídos de sus hombres con cera de modo que no oyeran los mágicos cantos. Solo
él, que deseaba oírlas, no se les taponó, pero tomó la precaución de pedir a la
tripulación que le atase fuertemente al mástil. La leyenda cuenta que tras este
fracaso las Sirenas se sumergieron en el mar.
Arribaron en Trinacria, donde pastaban los rebaños de Sol (Helio). El héroe había
sido advertido de que no tocasen las vacas del Sol, sin embargo el hambre hizo
que la tripulación desobedeciese a Ulises y, mientras su jefe dormía, matasen a
unas cuantas.
Cuando se hicieron de nuevo a la mar Sol (Helio) se quejó al dios Zeus, que como
castigo les envió directos a las fauces se Caribdis. Esta última, provocaba un
inmenso remolino que todo lo succionaba, regurgitándolo después. Solo Ulises,
que no había probado las vacas de Sol, se salvó de ser engullido. Permaneció el
héroe durante nueve días apoyado a un trozo de mástil, navegando a la deriva.
Por desgracia, las iras de Poseidón contra el héroe no habían cesado. El dios del
mar provocó una tempestad que destrozó la embarcación de Ulises y hubiese
perecido, si no hubiera contado con la ayuda de Ino. Esta diosa, transformada en
gaviota, le entregó un velo con el que Ulises se envolvió y que le mantuvo a flote.
Nos quedamos en Ítaca, con los feacios depositando en la playa a Ulises dormido,
junto a los regalos de Alcínoo y partiendo hacia la cercana Esqueria.
Tras veinte años de ausencia cuando Ulises despertó, al principio no reconoció su
país natal. Después Atenea le indica que se dirija a la casa del porquero
Eumeo. Telémacoaparece en la cabaña de Eumeo y los tres se ponen de acuerdo
para expulsar a los pretendientes de Penélope.
Al día siguiente, Telémaco anuncia que su madre se casará con aquel que emule
una hazaña realizada por su padre tiempo atrás. La prueba consiste hacer pasar
una flecha a través de doce anillos de hacha, con el arco que Ífito le regaló a
Ulises en su juventud.
Solo él logró repetir la proeza, los pretendientes ni siquiera lograron tensar el arco.
Después Ulises, Telémaco, Eumeo y Filecio se enfrentaron a los pretendientes
matándoles a todos menos al heraldo Medonte y al bardo Femio. Luego, colgó a
las mujeres del palacio que se habían deshonrado con los pretendientes y corto
a Melancio, la nariz, las manos, los pies y los genitales arrojando los trozos a los
perros.
Por fin Ulises se reúne con Penélope y con su padre Laertes, retirado en el campo
desde su partida. Pero aparecen los familiares de los pretendientes, pidiendo
justicia. Surge Atenea y pone paz entre ambas partes.