Para los padres y las Madres existe una prioridad esencial
en cada paso del camino, el ver a nuestros niños felices. Capaces de compartir amorosamente con todas las personas, animales y plantas. Deleitarnos con su maravillosa presencia, sintiendo la tibieza del amanecer. Sin embargo, nos olvidamos de que para hacer felices a otros es necesario experimentar la felicidad en nosotros mismo, y entonces poder aspirar a la felicidad de los demás.Nuestra apertura mental, emocional y física es una realidad que nos modela como simples muñecos de barro. Si tenemos el sentimiento pleno de belleza y gratitud con todos los seres, nuestros niñostambién lo sentirán. Nuestro ejemplo coherente y transparente nos abrirá cada vez más las puertas al sentimiento de felicidad interna, y a la de todos los seres que nos rodean. Para esto es esencial ver másallá de la superficie del mundo externo, y sincronizarnos con el ser cósmico que nos sostiene. Yendomásallá de nuestras expectativas, deseos individuales y búsqueda de satisfacción material.
Estamos dirigiendo nuestras emociones en el plano
creativo. Observándonos con la lupa de la consciencia,respetando la sensibilidad individual de cada uno, sin juzgarle, sin compararle o negarle el derecho de expresar sus emociones. Visualizándonos como un ser íntegro, capaz de comprender y mejorar la realidad. En cada instante debemos idealizar nuestros encuentros, unidos con verdadero amor, para que al momento de mirarles, de compartir, o escucharles a nuestros niños, la voluntad infinita se exprese con sabiduría. La confianza, la fe y el amor incondicional deben ser la guíapráctica para interactuar con los niños. Sin estos elementos como base, nuestras relaciones con los hijos y con los demásniños se volveránmás y másfrágiles. Tanto que querremos evitarlos, negarlos, y apartarlos de nuestro camino. Y lo que es aúnmásextraño, nos parecerá que son ellos los que quieren evitarnos. Resacados por nuestras ausencias.
Hasta hace poco, nuestros padres y madres definíantodo
nuestros gustos. Con tanto éxito que genero nuestro disgusto. El derecho a la espontaneidad y creatividad inmanente en cada uno de nosotros era una utopía. El agradecimiento pleno hacia nuestros progenitores era algo indiscutible, a pesar de las tenaces huellas de dolor que podían marcarnos para siempre. Hoy, ahora, las madres y Padres sentimos la necesidad de ver de una nueva manera.Sentimos una responsabilidad marcada por nuestro ejemplo, donde la palabra sea un espejo fiel de nuestras acciones, y no meras palabrerías contradictorias, influenciadas por el amargo autoritarismo o la indiferencia.
Estamos comprometidos con este propósito de vivir la
felicidad ahora, disfrutando su presente, en cada instante de presencia. Cuando esta verdad toca cada fibra de nosotros, la felicidad surge como semilla que espera ser abonada y cuidada en lo más profundo de nuestro ser. Sin pretextos, sin exigencias, serenos por los caminos de la vida, plenos de dicha de estar aquí y ahora,siendo parte de este Nuevo universo que nos hace sentir unidos y creativos. Con la consciencia de vernos a nosotros mismos tal cual somos y con el infinito amor que nos sostiene.Estamos construyendo una sonrisa digna para todos. Una felicidad alimentada por nuestros sentimientos de amor, de paz y armonía cósmica.
Ver con la imparcialidad del santo, es el agua que calmara
nuestra sed. Poder desprendernos de las ocupacionesque trazamos día a día, para encontrarnos con las ocupaciones que nos esperan, nos llaman y nos involucran.
Ahora, nuestros niños y niñaspodrán disfrutar de la
creatividad, originalidad, y sensibilidad propios de su naturaleza. Sin prejuicios, nos escaparemos con ellos a jugar sus juegos favoritos. Compenetrándonos mutuamente y saboreando el amor infinito que crece en nuestro interior. Ver su maravillosa sonrisa reflejada en sus rostros, se convierte para nosotros en el alimento esencial que precisa nuestra madre tierra para sentirnos vivos.
Invisibles y con el espíritu pleno de felicidad, seguimos los
pasos que sus pequeños corazones anhelan. Juntos contemplamos las auroras multicolores, que nos brinda el eterno amanecer de los niños felices.Comprendiendo que la única conquista verdadera, es sentirnos felices los unos a los otros y vivir para recordarlo.