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Selacofobia

La evolución durante casi 400 millones de años, adquiriendo nuevos órganos y


sentidos, permitió a los tiburones adaptarse y soportar la gran extinción en el
Paleozoico, pero en menos de tres décadas, se encuentran en peligro por la
voracidad de la industria pesquera, supersticiones que atribuyen virtudes
afrodisíacas a las aletas y, sobre todo, el temor irracional a estos escualos,
conocida como selacofobia.

Este animal prehistórico que surcaba los mares doscientos millones de años
antes que los dinosaurios, era un depredador invencible hasta que se le
empezó a rodear de una aureola siniestra que se acrecentó desde 1975 con la
primera película que presentaba a un enorme tiburón blanco atacando a los
bañistas y embistiendo las embarcación de quienes lo perseguían, tras
presentarlo como un monstruo de pesadilla.

Poco después de su estreno surgió el miedo irracional y persistente a los


tiburones, trastorno que se difundió en todo el planeta, básicamente por la
propaganda negativa de la serie de películas que presentaban a estos escualos
como asesinos implacables, pese a que estadísticamente sus ataques son
aislados.

Cada año, la industria pesquera global mata a 60 millones de tiburones, con


efectos devastadores para la supervivencia de este animal prehistórico que
pudo vencer las inclemencias ambientales que extinguieron a los dinosaurios,
entre otras miles de especies, provocando además graves daños al ecosistema
marino, cuyas consecuencias son impredecibles.

En comparación con otras especies de peces, el tiburón tiene pocas crías,


crecen muy lentamente y alcanzan la madurez sexual a los 20 años o más, de
acuerdo a la especie, por lo que la pesca indiscriminada, aprovechando la
selacofobia, difundida por medio de películas, novelas y noticias
sensacionalistas, ha colocado a estos escualos en peligro de extinción.

La naturaleza depredadora de los tiburones juega un papel importante en la


cadena alimenticia porque limita la sobrepoblación de los peces que
constituyen sus presas que, a la vez, se alimentan en grandes cantidades de
especies menores, conformando un frágil equilibrio en el ecosistema marino.

Los ejemplos de desastres ecológicos abundan en nuestra historia. Basta citar


que en la primera etapa de la revolución en China, se ordenó exterminar a los
pájaros que, según decían, eran “contrarrevolucionarios” y provocaban
pérdidas cuantiosas en la agricultura.

Las aves fueron exterminadas en pocos meses y, como era de esperarse, la


producción aumentó vertiginosamente dos temporadas. Después vino el
desastre. Las plagas de insectos que eran consumidas por las aves se
propagó de inmediato al no existir su enemigo natural, con lo que los cultivos
fueron arrasados.
Esto provocó que los dirigentes chinos ordenasen como medida urgente y
drástica que regresen las aves para que restablecer el ecosistema y, de esa
manera salvar las futuras cosechas.

El codiciado cartílago

Una de las características del tiburón es que, a diferencia de otros peces,


poseen un esqueleto conformado de cartílago en lugar de hueso, lo que
además está reforzado en algunos lugares por unas placas especiales
llamadas tesserae, formadas por sales de calcio sólido.

Este tejido suave y flexible ha convertido al tiburón en una pieza codiciada por
la industria pesquera, empresarial y artesanal, que actúa en forma
indiscriminada, aprovechando la selacofobia que ha llevado a muchos bañistas,
especialmente en México y Centroamérica, demandar su exterminio con el
pretexto de “proteger las playas”.

La fama de los tiburones de ser inmunes al cáncer ha provocado que sus


cartílagos sean recomendados por los médicos naturistas para el tratamiento
preventivo oncológico e incluso coadyuvante en el tratamiento de diversos
males neoplásicos.

Pese a que los estudios en este campo no han llegado todavía a conclusiones
sobre sus efectos curativos, en algunas tiendas de alimentos naturales en los
Estados Unidos, se ofrece su venta, tal como ha empezado a difundirse en
Latinoamérica en los últimos años.

Las aletas en la “alta cocina”

Los gourmets de la llamada “alta cocina” han difundido las exquisiteces de las
aletas de tiburón, a las que atribuyen, además de sus propiedades nutritivas y
revitalizantes , presuntas virtudes afrodisíacas y contra los achaques de la
vejez.

En la mayoría de los países asiáticos, los chefs empezaron a utilizar las aletas
de tiburón para preparar sopas sabrosas y “energéticas” a precios exorbitantes.
Por ejemplo, en China un tazón puede costar hasta cien dólares.

Lo curioso, por decir lo menos, es que el tiburón alcanza lentamente su


madurez sexual, no es prolífico y no se caracteriza precisamente por su
carácter libidinoso, por llamarlo así.

Como era de esperarse en un mundo globalizado y altamente competitivo, esta


fama trascendió a los jefes de cocina que de inmediato colocaron las aletas de
tiburón en su menú especial, abriendo un nuevo filón con jugosos dividendos
en la gastronomía de la clase media.

Esta “fiebre gastronómica” provocó una de las pescas más salvajes de los
últimos tiempos. Los escualos eran sacrificados en alta mar para extraerle solo
las aletas y, de esa manera, matar el mayor número de escualos para atiborrar
las bodegas de las embarcaciones.

Primeras medidas

Ante esta alarmante pesca indiscriminada, Costa Rica se puso a la vanguardia


de la protección de esta especie marina al exigir que “las aletas deben llegar a
los muelles adheridas al cuerpo del animal, de forma natural”.

Asimismo se dispone que los capitanes de las embarcaciones deberán


notificar con anticipación su llegada al muelle y solicitar el permiso para realizar
el desembarque del producto, en presencia de autoridades para verificar el
cumplimiento de la ley.

Para ponerse bien estrictos y que se respete la nueva legislación, se estipulan


varias sanciones a los infractores entre las que se incluye una multa que va de
40 a 60 salarios base. Además, si el juez así lo decide, podría decomisarse la
embarcación, el producto, las artes de pesca y habría pérdida de la licencia
respectiva.

Otras medidas

Cientos de miles de tiburones perecen inútilmente cada año atrapados en


redes de pesca de atunes y peces espada en todo el mundo, por lo que desde
la Segunda Guerra Mundial se han ensayado decenas de intentos para
alejarlos, de los cuales solo dos han tenido resultados.

Además esta medida se hace imprescindible para ahuyentar a los escualos de


las playas costeras donde se han registrados esporádicos casos de ataques a
bañistas, lo que se ha difundidos en forma sensacionalista, con las
consiguientes matanzas, como las perpetradas hace medio año en el golfo de
México.

El primer repelente eléctrico fue registrado en Australia con el nombre de Shark


Shield. Los investigadores descubrieron que una señal eléctrica de bajísimo
voltaje provocase malestar severo en el tiburón, obligándolo a alejarse.

Este efecto no afecta a quien lo emite ni a otros peces. No obstante el éxito


rotundo en los ensayos, se comprobó que solo funciona en determinadas
circunstancias y solo en determinadas variedades de tiburones.

El repelente químico que actualmente desarrollan investigadores en Estados


Unidos, es el que mayores expectativas ha despertado en científicos,
ecologistas y autoridades gubernamentales.

Las investigaciones se centralizaron en la capacidad que tienen determinados


animales y vegetales para comunicarse por medio de sustancias químicas,
denominadas feromonas, que constituyen una especie de código de los
mensajes de cada especie.
De esa manera se estableció que al morir un tiburón segrega una feromona
que transmite a sus congéneres una clara señal de peligro, lo que les conmina
a escapar de ese lugar.

En el laboratorio de Oak Ridge, Nueva Jersey, se aisló los químicos de la


feromona emitida por el cadáver de un tiburón, con lo que se consiguió
producir artificialmente la sustancia sin necesidad de sacrificar al animal. Las
pruebas han sido un éxito en varias especies y , actualmente, se realizan
estudios en los tiburones tigre, toro y martillo.

Se debe destacar que este producto no es tóxico para el tiburón ni el medio


ambiente. Es recomendable para la pesca comercial por cuanto no repele a
otras especies marinas y se estudia su aplicación en las tablas de surf, incluso
en cremas bronceadoras.

Piel de tiburón

Los tiburones poseen pequeñas escamas que aparecen como dientes


cubriendo su piel, conocidas como dentículos dérmicos, característica física
que ha llevado a muchos comerciantes inescrupulosos exacerbar su venta
atribuyéndoles virtudes curativas para las afecciones cutáneas, sin ninguna
base científica.

Son estos dentículos los que le dan a la piel del tiburón la apariencia de un
papel de lija, por lo que antiguamente era utilizada con ese fin.

Sin embargo ahora la propaganda informal le atribuye virtudes para “borrar las
cicatrices”.

Especies en peligro

Actualmente existen aproximadamente unas 400 especies de tiburones que


nadan en los océanos del mundo, con diversos tamaños y formas de
alimentación, de las cuales unas ochenta se encuentran en peligro o en vía de
extinción.

Por esa razón es de suma urgencia que se intensifiquen los programas que
protegen a los tiburones y su hábitat para asegurar que estas especies
magníficas sobrevivan aunque algunas variedades, probablemente se
encuentren en un proceso irreversible hacia su desaparición.

En su último informe, la Unión Internacional para la Conservación de la


Naturaleza (UICN), la Shark Alliance y Conservation Internacional, advierten
que el 26% de tiburones y rayas y quimeras del Atlántico nororiental están
amenazados de extinción, mientras que otro 20% es "vulnerable".

Los estudios señalan que el porcentaje de las especies clasificadas como "bajo
amenaza" o "vulnerables" en el Atlántico nororiental es significativamente más
alto que a nivel global: un 26% y un 18% por ciento, respectivamente.
Es decir, un 7% de las especies en esa parte del Atlántico se clasifica como "en
peligro crítico", un 7% como "en peligro" y un 12% como "vulnerable", todo ello
a causa de la sobrepesca.

"Desde los tiburones ángel hasta las rayas diablo, las poblaciones de esas
especies atraviesan graves dificultades en el Atlántico nororiental, mucho más
que en otras partes del mundo", afirma la autora del informe, Claude Gibson.

El mayor problema es la existencia de una lucrativa industria en torno a la


aleta de tiburón -muy cotizada en la gastronomía china-. La búsqueda masiva
de aletas hace que los pescadores desechen al animal tras mutilarlo para
quedarse sólo con la parte cotizada, y dejen alescualo agonizando en el mar.

"Los representantes de los distintos gobiernos deberían tomar nota de las


sombrías advertencias que se hacen en el informe y proteger las especies
amenazadas tanto a nivel internacional como nacional y regional", agrega el
informe sustentado por expertos de organismos gubernamentales,
universidades e instituciones privadas del Reino Unido, España, Irlanda,
Portugal, Croacia, Rusia, Suecia, Canadá y Estados Unidos.

De todos los tamaños

La mayoría son formidables depredadores por lo que constituyen parte vital en


el ecosistema marino, aunque hay especies como el tiburón ballena, el pez
más grande del mundo, que no caza animales grandes, pese su gigantesco
tamaño.

Con un lento desplazamiento, nada con la boca abierta de par en par para
devorar anchoas, sardinas y especialmente el nutritivo y microscópico
plancton.

A diferencia de las especies más agresivas, el angelote se esconde en la


arena y en el lodo del fondo del mar. Cuando un cardumen nada cerca ataca
sin mayores apresuramientos. Se le considera, en término evolutivos, engttre
el tiburón y la raya.

El pez martillo usa su cabeza para inmovilizar a su presa, o comida, mientras


come.

El tiburón sierra tiene un hocico que parece una hoja de serrucho, con la que
barre la arena con su hocico hasta encontrar su comida.

La fama siniestra rodea al gran tiburón blanco que tiene casi 5.000 dientes
afilados en su boca que le ayudan a atrapar y despedazar en un instante a sus
presas. Cuando uno de ellos se le cae, otro lo reemplaza. Es la especie más
difundida por el cine se le responsabiliza de todos los ataques.
No obstante los tiburones de las variedades tigre y toro, pueden ser peligrosos
pero por su tamaño y propaganda, el tiburón blanco se lleva las palmas y, por
lo tanto, presa codiciada de los “deportistas”.

Los científicos consideran que los seres humanos no figuran en las presas de
los tiburones que con frecuencia se retiran después de dar solamente una
mordida que, debido a su tamaño, puede ser mortal.

El turismo es un problema aún más grande. Mucha gente quiere ver a los
tiburones de cerca y les arrojan carnada, o pedazos de pescado, en el mar. Los
tiburones hambrientos nadan hacia los barcos de turistas y aprenden a
regresar repetidas veces a los mismos lugares para encontrar comida.

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