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Título: Second Life

Rated: M

Disclaimer/ Renuncia: Los personajes, ya los conocen le


pertenecen a la genio S. Meyer, yo sólo me divierto con la
loca historia que se le ocurrió a mi esposo y que les desarrollo
en estos capítulos.

Summary/Resumen: Dos detectives, un amor prohibido.


Deseo, pasión y peligro, es lo que rodeara a los agentes Swan
y Masen, cuando descubran que su amor es amenazado por la
profesión que tanto aman.

“Porque la vida siempre da segundas oportunidades”.

Second Life Capítulo 3. Conociendo a mi otra mitad.


“Tu alma gemela conoce la canción de tu corazón y
puede cantarla incluso cuando a ti se te ha olvidado la
letra.”. Anónimo.

Capítulo 3. Conociendo a mí otra mitad.

Franja de Gaza (‫ רצועת עזה‬Retzu'at 'Azza) Base de Zikimun enero de


2007.

―Marie es Esther. ― Dijo un muy alarmado Milton acercándose a ella.

Bella se volteó para mirar el rostro de quien le hablaba, aún sentada


en la silla del improvisado escritorio dentro de una tienda de
campaña del campamento.

― ¿Qué pasa? ― dijo.

―Esther no aparece, no se reportó hoy en la base y el simulacro no


pudo hacerse. ― contestó Milton con la respiración acelerada por el
esfuerzo de haber corrido un kilómetro.

Marie quedó totalmente desconcertada y preocupada junto con su


compañero, su amiga jamás dejaría un simulacro sin hacerse. El alto
sentido de responsabilidad de la hebrea era conocido por todos. Sin
embargo, al final de la práctica de ese día se había extendido la
noticia de la desaparición de Esther y no se tenían noticias de ella.

Al día siguiente y estando aún en la base de Zikimunm(1), un


campamento militar manejado en colaboración del Mossad en
Jerusalén. Se recibió la noticia de que una mujer había sido
atropellada en una de las arterias del sur de Jerusalén.

A Marie le dio un vuelco corazón la descripción de mujer eran muy


similares a las de Esther.

Al llegar al lugar de los hechos se corroboró que era ella. Al parecer


Esther se había inmolado atravesándose en la calle justo frente del
Bus, por lo que se presumía suicidio por creencias religiosas.

Para la agente americana esta explicación no cuadraba con su amiga,


solamente no encajaba.

Second Life Capítulo 3. Conociendo a mi otra mitad.


Pero Marie no dejaría el asunto tan a la ligera, ella sabría qué le pasó
a su amiga, definitivamente lo sabría, se lo debía. Lo que Marie
desconocía es que este evento cambiaría su vida para siempre.

. . .

USS Pennsylvania, noviembre de 2010.

. . .

Cuatro semanas habían pasado desde aquel primer encuentro y hasta

la fecha Edward no había sacado el valor para hablar con Marie, le

extrañaba que esa enigmática y hermosa mujer, fuera tan hermética.

Todos los días Edward intentaba acercársele, notando como ella se

abstraía en cada intento.

Mañana tras mañana compartían el espacio, sólo mirándose el uno al

otro, sin cruzar palabras, sin embargo, haciéndose grata compañía

durante esos periodos. Durante el curso ambos participaban de los

talleres e intercambiaban ideas pero nada más allá de eso, bajaba las

murallas.

Pero el curso al que ambos asistían lograría, lo que todos esos

intentos fallidos de Edward por hablarle a Marie, no pudieron.

. . .

Marie llegó poco después que Edward al gimnasio y ella se extrañó de

que él se le hubiera adelantado, ella le saludó como siempre, con un

movimiento de cabeza afirmativo y así pasaron la siguiente hora y

media antes de que cada uno de ellos se dirigiera a su camarote, a

alistarse para bajar a desayunar e ir a sus primeras sesiones de la

mañana.

Second Life Capítulo 3. Conociendo a mi otra mitad.


Al llegar al centro de entrenamiento el Teniente Rogers informó que

se dividirían en grupos de dos para las siguientes evaluaciones y para

la alegría de Edward y para la vergüenza de la agente Swan, su

asignación fue nada más y nada menos que el agente Masen.

Ambos tuvieron que tragarse su nerviosismo mientras eran evaluados

por el equipo médico, antes de que fueran desembarcados en una isla

con los demás equipos por las siguientes dos semanas de

entrenamiento.

Mientras le tomaban la presión a Edward a Bella le tocaba hacerse el

hemograma.

―Maldita sea, agujas no, no frente a él. ― pensó para sí, Marie.

Marie tenía problemas con la sangre y aunque, ante el candor de una

batalla este problema era fácilmente olvidado, otro cuento era

cuando debía enfrentarse a exámenes médicos, seguramente se

desvanecería, o tendría que salir corriendo al voltear el estómago,

mínimamente.

―Bien agente Swan, sólo será un picor. ― dijo la enfermera militar

frente a ella y ella se preparó para lo peor, miró la aguja introducirse

en su piel y su visión se tornó doble y borrosa, pero el desmayo nunca

llegó ya que una mano cálida y tierna se posó sobre su nuca haciendo

círculos, tal y como solía hacer su madre cuando era pequeña.

― Agente Swan eso es todo. ―dijo sonriendo la enfermera mientras se

movía a depositar la muestra de Marie, justo al lado de la que previamente

se le había extraído a Edward.

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Marie no supo como él percibió que eso era lo que ella necesitaba, pero

tampoco tuvo oportunidad de preguntarlo, ya que sin mediar palabra éste

se alejó de ella hacia la siguiente evaluación: La prueba sicológica.

Luego de las revisiones, cada agente debía elegir lo que llevaría a la misión,

Edward por su parte llevaba aparatos de alta tecnología a fin de poder

asaltar cualquier red que hubiese cerca de las inmediaciones de la isla, GPS,

brújulas satelitales y baterías recargables a máxima capacidad y los demás

equipamientos de supervivencia.

Marie por su parte llevaba armas pequeñas y de fácil uso, así como su

aparato de sincronización satelital diseñado por ella, a fin de poder acceder

a computadoras a través de componentes satelitales y demás equipo de

campo.

Todos los agentes fueron transportados a las 1400 horas, hora del pacífico

a sus diferentes destinos.

Al llegar y, aún sin mediar palabra, ambos quedaron sumergidos en la

inmensidad de la isla, se sabía que lo que se quería era poder determinar

cuáles eran los agentes más calificados, para que en situaciones extremas

pudiesen desarrollar equipos y tecnología de punta en seguridad y

comunicaciones, pero, ni la agente Swan ni el agente Masen pensaron que

serían dejados a la deriva en una isla donde, sin herramientas y bajo

ataque, tendrían que crear prototipos e ideas.

―Agente Swan, parece que estamos solos en esto. ― dijo Edward

sonriéndole precavidamente.

― Eso parece agente….

―Masen, Edward Masen.

Perfecto, un agente hermoso con complejo de James Bond. Pensó

Marie observándole.

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― Soy Marie Swan y bueno supongo que te acuerdas de mí, ¿no? En

el gimnasio diariamente.

― Eh…realmente me acuerdo es del beso que me diste la noche

antes de zarpar. ― respondió él.

A Marie se le corrió el rubor hasta las sienes, mientras pensaba como

contestar al afanoso hombre tenía en frente, que parecía más un Don

Juan, que un Nerd calificado.

―No creí que te acordaras.

―Cómo olvidarlo.

― ¿Eso supondrá algún problema en nuestro desempeño?

―En absoluto, sólo lo hará más ameno.

Marie tragó saliva, suavemente, por la insinuación, mientras se

disponía a ponerse en marcha en busca de un lugar donde poder

alzar su campamento, inspiró y se dio la vuelta sin contestarle.

Edward se le quedó mirando mientras esa mujer que parecía tener la

mirada más tierna del mundo, se alejaba tratando de poner distancia

entre ellos. Miró al mar por donde había desaparecido el bote que los

llevó y que regresaría en dos semanas para recogerlos y llevarlos de

vuelta al USS Pennsylvania y luego inició el camino tras ella.

Cuando Edward alcanzó a Marie, decidió mantener el silencio, que

aunque pareciera raro, era cómodo, era el mismo silencio de

tranquilidad que compartieron en sus sesiones de entrenamiento

diario.

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Poco a poco la comodidad entre ambos fue creciendo. Llegaron a un

claro donde podrían poner el campamento y a su vez podrían darse

cuenta si un enemigo los atacase.

Alzaron la tienda y ya para las seis de la tarde estaban sentados

frente a un fuego y tratando de comer esa comida deshidratada del

ejército que tanto odiaba Edward.

―No sé cómo las tropas sobreviven con esta basura. ― señalo

Edward al tomar el tazón y empezar a cenar.

―Deberías ver lo poco que se come en otras latitudes. ―dijo ella un

poco contrariada. Si ese hombre supiera las precarias situaciones en

que se veían envueltos agentes y el ejército Israelí, sometidos por la

guerra de guerrillas, otro gallo cantaría y dejaría de criticar.

―Puedes contarme. ― dijo.

Ella le miró y se perdió en esas profundidades, este hombre emanaba

empatía de tal manera que era casi imposible decirle que no.

―No te gustaría saberlo.

― Pruébame. ― Ella no pudo evitar pensar que lo señalaba de

manera literal y agradeció que estuviera oscuro para que él no

pudiera ver su bochorno.

Edward no tuvo que verle la cara para saber la línea de pensamiento

que ella había tomado y no pudo evitar sonreír, decidiendo que debía

aclarar el punto de inmediato, aunque esa posibilidad de ser probado

por ella le era muy agradable.

―Soy bueno escuchando, puedes contarme. ― le instó.

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Y por más que le pareció inapropiado, Marie se sumergió por las

siguientes cuatro horas en un intercambio de sus experiencias en

Israel.

A ella le pareció increíble que ese hombre, supiese tanto de los

problemas étnicos y políticos de los que ella le hablaba y que pudo

palpar de primera mano en los últimos años, era increíble que alguien

pudiese entender sus opiniones por el tema que le apasionó tanto,

mientras estuvo con el Mossad.

Nunca había podido expresarse como hasta ahora y aunque le daba

miedo abrirse de esa manera por lo menos en sus ideas, se sintió

como en casa, con aquel hombre al que le robó un beso, la noche

antes de embarcarse y aquel que le hizo silenciosa compañía durante

sus mañanas de insomnio.

Edward estaba encantado con la conversación, parecía mentira que

luego de eternos silencios, estuvieran ambos aquí; hablando de

política un tema que siempre traía conflicto, sin embargo, con ella las

opiniones eran discutidas respetadas y consensuadas. Él pensó que

podía quedarse con ella por siempre y ese pensamiento le gustó.

Edward, que hasta el momento su computador y las redes mundiales

de tecnología habían sido su mejor compañía, estaba pensando que

otro humano, podría ser tan bueno como su laboratorio, ella parecía

complementar cada frase, cada idea y eso le gustó.

Second Life Capítulo 3. Conociendo a mi otra mitad.


Pero mañana sería otro día por lo que ambos decidieron ir a dormir,

un poco a regañadientes, pero ambos desconocían que les deparaban

los días subsiguientes, por lo que lo aceptaron.

En la oscuridad de la noche Edward se despertó sobresaltado por los

murmullos de esa hermosa mujer. Se levantó de su saco de dormir y

caminó hasta el otro extremo de la tienda donde Marie se había

colocado.

En la medida en que se fue acercando a ella, Marie empezó a gritar

dentro de su sueño.

― No Esther, no, ella no…por favor no. ― repetía Marie una y otra vez

mientras se inundaba en sudores y se retorcía dentro del saco de

dormir, en aquella cálida noche cerca del océano pacífico.

―Marie…Marie, despierta, es solo un sueño, Marie. ― decía Edward

mientras, la sacudía lo suficientemente fuerte para despertarla.

― No, no, no. ― Lloriqueó Marie hasta que el hamaqueo más fuerte la

despertara para arrojarla a unos brazos reconfortantes.

Edward, siguió hablándole mientras acogía a esa linda mujer entre

sus brazos y deslizaba sus dedos por su cabello.

Una vez ella se calmó él le preguntó.

― ¿Quién es Esther?

― Nadie, ― dijo ella a la defensiva.

― Pues nadie ha sido la causante de tu estado, espero puedas confiar

en mí para que me digas porque nadie, te afecta tanto. Ahora vuelve

a dormirte mañana será pesado.

Second Life Capítulo 3. Conociendo a mi otra mitad.


Ella se le quedo mirando sorprendida por su palabras determinantes y

autoritarias, podría ser posible semejante arrogancia revestida de

empatía, claro que quería contarle, pero eso significaría abrir una

brecha que ella no estaba preparada en asumir.

― Espera. ― Le dijo mientras le tomaba la mano evitando que él se

alejara, al momento en que él hizo el ademán de irse.

― ¿Me contarás? ― Él no sabía porque le importaba tanto.

―No…creo que…― no pudo terminar.

―Ya veo.

― Pero quiero preguntarte algo. ― siguió ella.

―Soy todo oídos.

― ¿Cómo supiste que necesitaba que me acariciaran la nuca para

evitar el desmayo, más temprano en la enfermería? ― soltó ella.

―No lo sabía, sólo lo hice, fue…un impulso. Y aquella revelación fue

para ambos el reconocimiento de que había algo más entre ellos de lo

que, eran capaces de reconocer tan pronto.

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(1) Campamento militar Israelí que fue bombardeado en el 2007 por

parte de la Yihad Islámica.

Second Life Capítulo 3. Conociendo a mi otra mitad.


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