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dirección pasada, presente y futura de mi trabajo docente. Los últimos años la reflexión
Harré, 1986; Ibáñez Gracia, 1989) y el constructivismo radical (Von Foerster, 1984,
No parece posible, al menos en el tiempo que nos queda, a nosotros, como futuro,
‘científico’, que se fraguó al interior de la promesa moderna del progreso humano. Ese
edificio que fue la ‘nueva ciencia’ se propuso como alternativa de apertura y celebración
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“saber de entendederas en tensión… (que)… (enfrentó) mitos” (Quinteros, 1989, p.3) Sin
educación en Psicología, para propiciar la continua tensión que molesta y, con frecuencia,
en opinión de algunos de mis estudiantes, casi agrede, como salida al embudo que
con la vida y aclara, que de las múltiples instancias de la vida en las que la violencia se
necesaria y vital. Entiéndase que se trata de re-conocer que una y otra no sólo no son
equivalentes, sino opuestas. Asumir la violencia como arma para irrumpir, para criticar,
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para transformar, para des-ordenar posibilita, apertura, libera, mientras que la brutalidad
encargos sociales no inocentes, que pudieran suponer, casi siempre sin quererlo, lo que
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humanas que tal profesional, sea clínico, investigador, maestro, trae consigo,
en perjuicio de muchas otras posibles. Y no se trata, aclaro, de proponer que todas las
posibles maneras de vivir la vida que podemos elaborar se asuman igualmente válidas.
De lo que sí se trata es que las personas podamos seleccionar, elaborar y asumir, con
conciencia, el modo o los modos de vivir que puedan hacernos mas humanos.
asumir la violencia insertada en el centro mismo del conocer. Reclama no permitir que
1984), del conocimiento que construye, para con la vida que busca vivir.
caótico, anárquico, des-organizado, ilógico, pero nunca se develan los referentes de tales
otros criterios que no sean “los que deben ser”, la organización que se asume como
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que a estas alturas del juego de la vida, lo que denominamos conocimiento sólo puede
medida. ¿Por cuanto tiempo más continuaremos ofreciendo a quienes quieren seguir
elaborados por los seres humanos, luego históricos y contingentes, como si fueran
aprender sobre uno mismo, los demás y el mundo dependa de un proceso y unos
contenidos pre-hechos. Contenidos, por otra parte, legitimados por asumirse como
y otra vez el mismo producto, el mismo profesional, el mismo psicólogo. Sin embargo, el
tiempo de ahora no tolera esa replica indiscriminada. Demanda, con urgencia, que nos
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elaborar nuestra humanidad. Digo que esa violencia, sobre todo nosotros, debemos
atenderla.
Así las cosas, en una acción de apropiación, con alevosía y, esperemos, ventaja,
propongo que asumamos esa violencia que descentra e incomoda, como constitutiva de la
actividad de conocer, concebido como sinónimo de la vida (Maturana & Varela, 1984),
paredes’, ampliar fisuras y crear ventanas que tanta falta nos hacen.
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Referencias
Gergen, K. J. y Davis, K. (eds.) (1985(a) The Social Construction of the Person, Nueva
York – Heidelberg, Berlin: Springer-Verlag,