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ANTONIO FUENTES FLORES

La edad media
Por:
Antonio Fuentes Flores
Introducción
Convencionalmente, el proceso histórico de la humanidad lo han
ordenado los especialistas en diferentes etapas, cada una con
características sui generis. Y aunque las etapas pueden tener, según
cada historiador, diferentes nombres, todos los autores coinciden en
el nombre de cuando menos una de ellas; “la Edad Media”, también
conocida como “Medioevo”. Siendo “evo” una época o un tiempo
sin fin, “duración de las cosas eternas”, “duración del tiempo sin
término”. ¿Por qué denominar así a este milenio en la historia de la
humanidad? ¿Será verdaderamente la historia de la humanidad un
proceso eterno? Y si es eterno ¿porque tiene mitad?, ya que esto es
lo que significa precisamente el término “edad media”. Pienso que a
esta etapa no debemos verla, precisamente, como la mitad de un
todo, sino más bien como un alto en el camino. Tal vez como un
paréntesis en la historia de la humanidad, un gran paréntesis de mil
años en donde suceden muchas cosas y otras dejan de suceder.

Es interesante ver como inicia esta discutida etapa de la historia. Un


factor clave es la terminación del Imperio romano. Otro factor
fundamental que le antecede es el cristianismo que posteriormente
jugaría un papel definitorio ya como religión, con una jerarquía
eclesiástica. Y el tercer factor básico fue una raza: los germanos,
principalmente a través de los ostrogodos en la parte septentrional
del mar Negro, los visigodos en la parte occidental del mismo mar,
los francos en el medio bajo del Rin y posteriormente los lombardos
y otros pueblos del mismo origen étnico, que también jugarían un
papel preponderante durante la edad media.

El inicio fue traumático, el mundo antiguo de occidente que había


culminado con la magnificencia del Imperio romano; se desintegra y

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para efectos prácticos se deshace como pompa de jabón. Las


Provincias del otrora poderoso Imperio, diseminadas por toda
Europa, el norte de África y Asia menor, se convierten en reinos
aislados, incluso Italia se transforma en el reino ostrogodo. Sin
embargo, por ahí queda prevaleciendo todavía y negándose a morir;
un subproducto, una pompa menor pero importante, girando en
torno a Constantinopla y reflejando, de cuando en cuando, destellos
luminosos, que no dejarían olvidar por un tiempo lo grandioso que
fue el imperio romano y su cultura, que trascendería al tiempo y al
espacio. Y cuando después de Justiniano también el subproducto
residual del Imperio romano se desintegra; con sus restos valiosos,
impregnados de una cultura previamente existente, sui generis, de
gran fuerza y presencia tanto en Europa como en Asia; se integra
otro, el Imperio bizantino.

El nacimiento del Estado confesional


Cuatro siglos antes, con el nacimiento de Cristo se empieza a gestar
una nueva religión, Jesucristo venia como el Mesías dentro de la
religión Judaica, pero no como el señor de los ejércitos, poderoso y
vengador, que vendría a restablecer el reino de Judea sometido por
los romanos. No, Cristo no venia así, él llegaba como un Mesías de
esperanza, de perdón, de amor y reconciliación, que nos pedía
emularlo, incluso con nuestros adversarios y con nuestros enemigos,
que se ofrecía como el cordero para el sacrificio para lograr la
salvación eterna para todos por igual, para justos y pecadores, por lo
que fue humillado, sufrió y murió en la cruz por nosotros; para
poder lograrla. Y como dice Guillermo Perez Maldonado en su
ensayo sobre “Los Inicios del Cristianismo”:

“Así empieza a tener sentido la pasión de Jesús; sí, era el Mesías


aunque hubiese muerto crucificado, pues el señor lo resucitó de
entre los muertos, está en el cielo y de ahí vendrá a instalar el reino
de Dios”, pero, ¿si Jesús era el Mesías, el escogido de Dios, porque
tuvo que morir?, porque tuvo que sufrir tanto?, porque una muerte

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tan terrible como la crucifixión que solo se aplicaba a los peores


criminales?, porque Dios no mandó a sus legiones de ángeles a
destruir a los malos y a instaurar el reino de Dios, evitando así este
sufrimiento para su escogido? La explicación lógica fue la
redención. Jesús tuvo que morir para expiar los pecados del mundo.
Jesús murió por nosotros y expió nuestros pecados con sus
sufrimientos.”

Jesús no pretendió nunca la creación de una nueva religión. Como


dice Hans Küng, “no proclamó una iglesia ni a sí mismo, proclamó
el reino de Dios” (un reino que no era de este mundo) “no pretendía
fundar una comunidad separada y distinta de Israel, con su propio
credo y su propio culto, ni fomentar una organización con una
constitución, una jerarquía, y mucho menos un gran edificio
religioso. No, según todas las evidencias, Jesús no fundó una iglesia
en vida”. Sin embargo diferentes hechos posteriores al sacrificio de
Cristo fueron conformando una dinámica, que forzosamente fue
haciendo complejo el proceso de difusión del mensaje de Jesús.
Primero fue la creación de los evangelios sobre la doctrina de
Jesucristo, después las diferentes interpretaciones e intérpretes de
esos mismos evangelios y con ello la integración de diferentes
grupos y sectas con los consiguientes intereses de todo tipo, desde el
interés espiritual legitimo por la propagación del mensaje de Cristo,
hasta el interés material cuestionable por los recursos y el poder; que
las diferentes jerarquías identificadas con la nueva religión ejercían.

Incluso en los mismos evangelios no existe duda de cuál era la


misión de Jesucristo el hijo de Dios. Así queda de manifiesto en el
Evangelio de San Juan; capitulo 1, 29, cuando Juan el Bautista
dice: 29… “He aquí el cordero de Dios que lleva el pecado del
mundo”. “Juan es el primero que llama a Jesús Cordero de Dios.
Empieza a descorrerse el velo. El cordero que sacrificaban los judíos
todos los años en la víspera de la fiesta de Pascua y cuya sangre era
el signo que liberaba del exterminio (Ex. 12, 13), figuraba a la
Victima divina que, cargando con nuestros pecados, se entregaría

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[en manos de los hombres] (Luc. 9, 44), para que su sangre [más
elocuente que la de Abel] (Hebr. 12, 25), atrajese sobre el ingrato
Israel (v, II) y sobre el mundo entero (II, 52) la misericordia del
Padre, su perdón y los dones de su gracia para los creyentes (Ef. 2,
4-8). Y reafirma San Juan en “La revelación máxima” capitulo 3,16
Porque así amó Dios al mundo: hasta dar su hijo único, para que
todo aquel que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para juzgar al mundo
sino para que el mundo por Él sea salvo. 18 Quien cree en Él, no es
juzgado, más quien no cree ya esta juzgado, porque no ha creído en
el nombre del hijo único de Dios. 19 Y este es el juicio: que la luz ha
venido al mundo, y los hombres han amado más las tinieblas que la
luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo el que obra mal,
odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean
reprobadas. 21 Al contrario, el que pone en práctica la verdad, viene
a la luz para que se vea que sus obras están hechas en Dios. (No en
balde a la peor época de la Edad media se le llamó el oscurantismo)

La propagación de la fe cristiana se dio en forma sorprendente, más


que nada por el mensaje de salvación, de hecho consumada por el
sacrificio mismo de Jesucristo. Una salvación que él nos trajo
directamente sin intermediación alguna. Pero que poco a poco fue
encontrando intermediarios y con esto, la creación de una iglesia.
Pero no en el concepto original que significó; la “Hermandad de
todos” aquellos que creían en Jesucristo dando fe de su mensaje de
salvación y amor para todos los hombres sin importar raza color o
religión, en forma general, universal, que también esto significa
católico. Sino una iglesia con estructura jerárquica, pero contraria a
la doctrina de Jesucristo quien había dicho: “El mayor entre vosotros
será como el menor, y el que manda como el que sirve” Lucas 22,
26, y con una estructura administrativa que 300 años después, en la
época de la gran persecución de Dioclesiano a los cristianos;
paradójica y oportunamente, adquiere la cristiandad la misma
organización territorial del Imperio romano, mediante la misma
estructura impuesta para todo su territorio por el propio Emperador

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Dioclesiano; a través de las doce diócesis en las que lo dividía en un


principio, poniendo a cargo en cada una de ellas a un vicario que la
controlaba y la regía jurisdiccional y regionalmente, de acuerdo al
territorio de las provincias del imperio agrupadas en cada diócesis.
La iglesia hace lo mismo, lo que más tarde representaría, ante los
astutos ojos del nuevo Emperador Constantino, el elemento religioso
que le hacía falta para consolidar políticamente, tanto al Imperio
romano como a su persona. Toda vez que los dioses paganos se
habían diluido por el tiempo, la rutina y por la gran cantidad de
divinidades y mitologías no precisamente originales de roma, sino
las mas heredadas de la Grecia antigua, con el solo cambio de
nombre. Ahora lo que bullía en la mente del Emperador era una
mezcla de misticismo y de oportunista astucia política. Y por lo
tanto pensaba, sin estar equivocado; que ésta nueva religión en plena
expansión que ahora cubría todo el imperio en occidente y oriente,
en el norte y en el sur, y estaba organizada a través de las mismas
diócesis y adoraba a un solo Dios, les daría tanto al Imperio como al
emperador nueva energía, inspiración y validez, tan necesarias
ahora, dada la circunstancia desfavorable y critica, de gran desorden
y caos dejada por el fracaso de la tetrarquía.

Es posible que Constantino, hombre culto y preparado, que no daba


paso sin conocimiento del terreno, haya leído la carta de Pablo de
Tarso a los romanos en cuanto a “los deberes para con las
autoridades” 13 “Todos han de someterse a las potestades
superiores; porque no hay potestad que no esté bajo Dios, y las que
hayan sido ordenadas por Dios. 2 Por donde el que resiste a la
potestad, resiste a la ordenación de Dios; y los que resisten se hacen
reos de juicio. 3 Porque los magistrados no son de temer para las
obras buenas, sino para las malas. ¿Quieres no tener que temer a la
autoridad? Obra lo que es bueno y tendrás de ella alabanza; 4 pues
ella es contigo ministro de Dios para el bien. Mas si obrares lo que
es malo, teme; que no en vano lleva la espada; porque es ministro de
Dios, vengador, para (ejecutar) ira para aquel que obra el mal. 5 Por
tanto es necesario someterse, no solamente por el castigo, sino

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también por conciencia.6 Por esta misma razón pagáis también


tributos; porque son ministros de Dios, ocupados asiduamente en
este asunto. 7 Pagad a todos lo que les debéis: a quien tributo, tributo,
a quien impuesto, impuesto; a quien temor, temor, a quien honor,
honor.” Este párrafo le venía como “anillo al dedo” a Constantino
para sus intenciones. Y sabía que no podía encontrar en otras
religiones, tanto y tan adecuado fundamento para sus propósitos,
como en esta nueva religión.

Posteriormente, con Constantino y Licinio, mediante el edicto de


Milán en el 313 comenzaba un proceso de libertad religiosa en el
Imperio, pero esto era solo la apariencia en un principio, porque
culminaría más tarde, en la época de Teodosio I, en el 380, con el
Edicto de Constantinopla promulgado por el Emperador del Imperio
por última vez unificado, confirmando al cristianismo como la
religión oficial del Estado, en esta forma culminaba el propósito de
Constantino; afectando negativamente de ésta manera a la libertad
religiosa, al establecer la unión de la “Iglesia Católica” con el Estado
romano, en forma exclusiva; dando así nacimiento en forma
premeditada, organizada y estructurada: al Estado confesional, que
duraría más de mil años, viciando tanto a la iglesia católica y a la
religión cristiana, como al Estado mismo, afectando injustamente
las libertades del ciudadano.

A pesar de que el Imperio romano se acabó; el espíritu y concepto


del Estado confesional trascendió al tiempo y al espacio, y continuó
durante toda la edad media y un poco más, principalmente a través
de los reinos europeos y del Imperio bizantino, convirtiéndose en un
verdadero paradigma. En una condición sine qua non. A tal grado
que, cuando en el siglo XVI, enrique VIII se quiso casar con Ana
Bolena, para lo cual tenía que divorciarse de Catalina de Aragón y el
Papa Clemente VII no se lo permitió, entonces desconoció al Papa.
Pero para no quedar “desamparada” Inglaterra y él mismo sin
iglesia, creó otra; la iglesia de Inglaterra o Iglesia Anglicana, una
iglesia nacional independiente de la jurisdicción papal. No podía

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simplemente sacudirse la relación con el Papa, y ya. Eso no cabía en


su mente, el paradigma del Estado confesional no se lo permitía. El
caso de México fue patético; en la Constitución de 1824 se
continuaba con el Estado confesional, manteniendo a la religión
católica como la oficial del Estado mexicano, lo que tuvo como
consecuencia un inicio mediocre y ridículo. Y cuando más tarde se
quiso enmendar el error histórico, creando el Estado laico con la
Constitución de 1857, entonces y principalmente por ésta razón, se
desató la terrible guerra civil entre conservadores y liberales.

Con la devastación del Imperio romano, desde el inicio de la edad


media, la religión católica, pero más que ésta, la iglesia católica y su
jerarquía, fue el factor común en todos los reinos y el catalizador
que determinó la pauta política a seguir por muchos años, muchos
siglos, durante toda la llamada edad media y ojalá hubiera sido para
bien, pero no lo fue así, por el contrario; ejerció el monopolio del
conocimiento, el monopolio de la educación y el monopolio de la
verdad. Muchas veces entró incluso en competencia con el Estado,
sobretodo en los estados europeos. Y a través de los monasterios
difundió lo que quiso difundir, preservó lo que quiso preservar y
eliminó lo que quiso eliminar u ocultar. A partir de aquí, la iglesia
oficial con visión política utilizando a la religión como instrumento
de terror, apoyada por su complemento de unicidad dentro del
Estado: el gobierno, no puede permitir competencia alguna ni
manifestación cultural que minará su “solidez” dogmatica.

En el 394 debían de celebrarse los juegos olímpicos que desde el


776 a.C. se venían celebrando periódicamente en Grecia, en estas
condiciones uno de los primeros ejemplos y victima fatales del
dogmatismo religioso fueron las olimpiadas, la tradición quedó
interrumpida después de 12 siglos, no pudiendo realizarse más a
partir de aquí, por ser parte de los ritos “paganos” que ahora
quedaban proscritos, y solo se reanudaría quince siglos más tarde,
quinientos años después de terminada la edad media. Previo a esto,
Teodosio I el Grande, (denominado así por la iglesia) había

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asesinado a más de 7,000 griegos en Tesalónica, por la “inaceptable”


insubordinación de unos cuantos, que en la provincia romana de
Macedonia, asesinaron a oficiales de la guarnición romana. En
contraste con la magnífica labor de Justiniano por preservar el
derecho romano se encuentra el hecho de haber cerrado él mismo, en
el 529, la Academia de Platón que funcionaba desde el 388 a.C. y el
Liceo de Aristóteles fundado por el Filosofo en el 335 a.C., y la
disposición de cerrar también las bibliotecas de la cultura helénica,
como parte de la proscripción de las enseñanzas paganas, al
establecerse el Estado confesional con la Iglesia católica”, situación
que duró hasta finales de la edad media, causando un gran daño para
el conocimiento cientifico y el pensamiento filosofico.

Una cosa fue a partir de entonces la doctrina de Cristo, el


comportamiento de la iglesia primitiva y la propagación de la fe
cristiana, derivada de la doctrina original de Jesucristo. Y otra muy
distinta fue la nueva Iglesia católica y su jerarquía eclesiástica
relacionada estrechamente y vinculada con el poder político del
Estado. A partir de aquí se empezaron a gestar cambios radicales
que viciaron y pervirtieron la fe cristiana mediante nuevos dogmas
generados con visión política, para el control y manipulación de los
fieles y sus conciencias, considerados estos ahora con visión
clientelar. Dentro de muchos otros aspectos del cambio negativo a
través de los años, se pueden señalar los siguientes hechos:

La destrucción sistemática de toda cultura que se considerara


incompatible con la religión católica; destruyendo bárbaramente
todos sus instrumentos, documentos y vestigios. Como ya hemos
visto anteriormente y como sucedió con la conquista de México.

En lugar de la liturgia del pueblo, propia de la iglesia primitiva, se


cambio en forma exclusiva por la liturgia del clero.

En lugar de la veneración a Dios en forma exclusiva, se dio la


veneración de los santos y a las reliquias, siendo esto de hecho,

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verdaderos actos de idolatría, contrarios a la doctrina original de


Cristo, pero que servían enormemente al Estado y su iglesia, para
manipular las conciencias y estimular el fanatismo religioso. En el
Imperio bizantino se dio una política y un movimiento iconoclasta
en el 726, que a la larga no prosperó pero que duró hasta el 843.

Desde el inicio de la edad media se dio la destrucción sistemática de


todo lo que de hecho o potencialmente, se opusiera o pudiera
oponerse a la religión del Estado y a los intereses de sus
gobernantes. Esto ha perdurado hasta los tiempos actuales.

Se dio el establecimiento de la intermediación necesaria y exclusiva


de la iglesia, y de la jerarquía eclesiástica, para lograr la salvación
eterna (contraria a la doctrina de Cristo y al evangelio). Y el uso de
esta potestad religiosa también para fines políticos y de explotación
económica, (simonía) aunque después hipócritamente la condenaran.

Se llevo a cabo el cambio de la confesión pública y el pedir


directamente el perdón a Dios, por la confesión auricular. Tanto la
confesión como la comunión, serian ahora dadas exclusivamente por
los miembros del clero.

La implantación del terrorismo se dio como sistema represivo y de


control de las conciencias, mediante la invención de tremendos
castigos “divinos” para los pecadores como; el infierno, el
purgatorio, y el limbo para los inocentes que murieran sin bautizar y
haber sido “lavados” del pecado original, porque según la
concepción de san Agustín, nacían pecadores dignos de la muerte
eterna y condenados al limbo si no eran bautizados. Promoviendo de
esta manera un terrorismo cuyos instrumentos eran el demonio; el
pecado; el infierno. Y la posibilidad de perder la salvación eterna,
incluso para los miembros más pequeños de la familia. Pero daban la
solución: la intercesión de la “santa madre la Iglesia Católica”,
principalmente a través de su jerarquía eclesiástica a la cual había

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que pagar diezmos y primicias. De esta manera, por supuesto, la


amenaza más grande era por medio del castigo de la “excomunión”

Se utilizó sistemáticamente la tortura para los enemigos políticos de


la jerarquía eclesiástica y secular que más tarde, cuando ellos lo
juzgaron necesario; se institucionalizó mediante la acusación de
herejía, para lo cual fue creada, ex professo, en el siglo XII, la
Inquisitio Hereticae Pravitatis Sanctum Officium, Santo Oficio,
Congregación para la Doctrina de la Fe, etc. que son los diferentes
nombres de la “santísima” inquisición a través del tiempo. La
inquisición facultó incluso a las autoridades seculares, para el
sometimiento de las personas a la tortura, para arrancarles las
confesiones por medios espeluznantes. Habiendo servido este
terrible instrumento del Estado confesional, totalmente contrario a la
doctrina de Cristo, para múltiples injusticias y propósitos aviesos,
incluso para el despojo, por no decir vil robo de bienes ajenos; como
en varias ocasiones, durante la historia, lo hicieron con los judíos.

Todo esto sirvió para que durante la mayor parte de la edad media
se estableciera la intolerancia radical, la implantación del fanatismo,
la ignorancia sistemática y sistémica, centralizando las fuentes del
saber y dogmatizando el conocimiento. Estableciendo la creencia de
que los gobernantes, los reyes, eran por designio y mandato divino.
En esta forma se afectó negativamente la dignidad, la libertad y el
respeto de las personas de ese tiempo y durante tantos años. De esta
manera, el terror, la inseguridad, la ignorancia, el miedo constante,
el hambre y la peste, privaron durante gran parte de la edad media.

Debido a otro “santo” de la edad media, el Papa Gregorio VII, quien


decreta la superioridad política del Papa sobre los reyes y
emperadores, se dio el conflicto por las investiduras, prohibiendo las
investiduras laicas, que se habían venido dando por el rey o el
emperador, desde la creación del Estado confesional, esto lo puso en
contra del emperador germano Enrique IV que lógicamente se
oponía a ello. Todo esto continuaba con la inercia negativa del inicio

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de la edad media, que ahora enfrentaba a la iglesia y al Estado. Con


esto se daba también la centralización absoluta del poder de la
iglesia católica sobre todas las otras religiones incluyendo a la
bizantina, hecho por demás soberbio e intolerante y que iba en
contra del catolicismo. Además en los concilios de Letrán en 1139
se estableció en todas formas injusta, pero además retroactiva; la
condena de los matrimonios y concubinatos de los sacerdotes hasta
entonces aceptados como cosa normal; exigiéndose obligatoria y
terminantemente desde entonces, el celibato para los miembros del
clero regular. Se argumentaba, en ese entonces, no sin razón, que
esto no solo no se justificaba sino que había sido con propósitos
aviesos, ya que lo único que buscaban era que las cuantiosas
herencias de algunos miembros del clero no pasaran a sus hijos, sino
que ahora, en estas condiciones quedaran para la iglesia. También
desde tiempos de Gregorio VII y por razones discriminatorias pero
más que nada económicas, se les impusieron a los judíos
restricciones similares a las que más tarde les impondría Adolfo
Hitler. La búsqueda del poder político y el poder económico fue
desde entonces una obsesión. Tanto mal les ha hecho a la iglesia y
sus dirigentes, que y que contradice sus principios. Esta tendencia se
consolidó durante la edad media y todavía se sigue dando en pleno
siglo XXI, pervirtiendo los principios de la doctrina de Cristo.
Los germanos
Los pueblos germanos formaban parte del Imperio romano casi
cinco siglos antes de la desaparición de este a manos de ellos
mismos. Los primeros contactos entre germanos y romanos se
dieron desde los tiempos de Cayo Julio Cesar, la mayor parte de
estos habían permanecido como provincias romanas al norte del
Danubio y en la región del mar negro, curiosamente en el 376 (100
años antes del término del Imperio romano que fue en el 476),
presionados por los hunos se ven obligados a cruzar esta frontera y
Roma no supo entender ni aprovechar esta circunstancia. Por el
contrario, actuó con soberbia y no fueron bien tratados por el
Imperio. Siempre fueron menospreciados, lo que le costó la vida a

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Valente, emperador de oriente, en la batalla de Adrianapolis en lo


que hoy es Turquía.
En tiempos de Teodosio I, se enfrentaron con él y a pesar de haberlo
vencido, los germanos después se alían al emperador y lo apoyan
con lealtad, esperando por lo menos reciprocidad. Sin embargo éste
en su sucesión se olvida de ellos y al morir los margina por
completo del poder de Roma. Esta es la mecha encendida que hace
detonar la furia de éste pueblo de guerreros y sus familias,
acostumbrados a la adversidad y que a pesar de las humillaciones y
vejaciones sufridas por parte del Imperio, se habían romanizado al
máximo, tratando de asimilar lo mejor de la cultura de Roma, tanto
en el saber cómo en la guerra, llegando a convertirse, en ese tiempo,
en los mejores soldados de Roma. Habiendo incluso adoptado,
muchos de ellos, el cristianismo arriano como su religión, tratando
de integrarse y destacar en el Imperio, lo cual lo hicieron con éxito
sobre todo en el campo militar; por lo que es un error llamarlos
“barbaros” como si hubiesen sido pueblos salvajes. Ahora Alarico,
con gran frustración y sed de venganza, la emprende contra
Constantinopla, contra Grecia y contra Italia, abriendo frentes de
batalla en muchos de los flancos del Imperio, siendo rechazado en
casi todos, por lo que se propuso unir al resto de los pueblos
germánicos para actuar todos en conjunto o por su propia cuenta,
pero todos en contra de Roma. El Imperio pudo haberlos dominado,
pero Teodosio lo había debilitado dividiéndolo otra vez en occidente
y oriente. Se les olvidaba que el Imperio romano siempre fue uno,
indivisible y en torno a Roma. Ahora se volvía a cometer el mismo
error de Dioclesiano, con las mismas consecuencias que ya de
tiempo atrás arrastraban. Teodosio I, puso a sus hijos al mando de
las partes, mismas que de inmediato entraron en conflicto.

En el 408 Honorio el hijo menor, emperador de occidente, hizo


asesinar a Flavio Estilicon, el único general que podía haber hecho
frente a Alarico, su antiguo amigo germano y compañero de muchas
batallas. Gran parte de los ejércitos de Roma, que también eran de
origen germánico, desertaron y se unieron a Alarico continuando su

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frenética acción de destrucción del Imperio. En el 409 los suevos y


los vándalos asolaron a la Gália y penetraron en Hispania. En el 410,
después de convencerse que con Honorio no iba a llegar a ningún
entendimiento, Alarico toma y saquea la “ciudad eterna”, que en
múltiples veces se había visto amenazada, pero que no había sido
profanada desde la invasión de los galos, 800 años antes.

Odacro, en el 476 de origen germano, rey de los hérulos quien había


apoyado a Orestes, depone al jovenzuelo Rómulo Augustulo y
asesina a su padre. El decide, que el llamado “imperio de occidente”
es una farsa, y lo hace en base a una lógica incuestionable; toda vez
que ya no existía ninguna de las provincias que tenia, porque todas
se habían convertido en reinos autónomos dispersos: en el reino
Visigodo que abarcaba las hispanias y Aquitania; el de los Suevos
en la Gálecia; el de los Vascos en su propio territorio; el de los
Francos en el norte de las gálias; el de los Burgundios en la ribera
del Ródano; el de Los Celtas en la Galia; el de los Anglo Sajones en
Británia; el de los Germanos en la ribera del Rin; el de los vándalos
en el norte de África. Y En consecuencia su decisión es la de ser
ahora el rey, pero solo de Italia, convirtiendo a la única provincia
que le quedaba al “imperio de occidente”, ahora también en reino. Y
por lo tanto le envía a Constantinopla como una “devolución
cancelatoria” en forma definitiva y de cierta manera simbólica, las
insignias imperiales “de occidente”, (la vestimenta oficial del
emperador y toda su parafernalia) para que fueran recibidas en
custodia permanente por Zenón emperador del imperio romano de
oriente. En el 488 Zenón nombra Rey de Italia a Teodorico, un
germano del linaje de los Ámalos, nacido en Panonia, de origen
noble, educado en Constantinopla; con la encomienda de expulsar a
Odacro. Lo vence en Ravena y funda el reino ostrogodo en Italia a
donde lleva más de 100,000 ostrogodos con él. Asentándose en
Ravena en el 494. Teodorico, por su inteligente y destacada acción
hasta el 526, realizando alianzas políticas y matrimoniales con los
reinos vecinos, se consolida fuertemente y es conocido como
Teodorico I el Grande.

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Los pueblos germanos siguieron actuando incontenibles no solo


hasta lograr la desaparición del Imperio sino durante todo el proceso
de la llamada edad media en donde las dinastías merovingia y
carolingia que destacaron en gran forma, también eran de origen
germano.

La parte oriental que sobrevivió a la caída del Imperio romano, tuvo


una última esperanza de vida con el emperador Justiniano que
reconquisto, momentáneamente, parte de los territorios ocupados
por los germanos. Lo que después de Justiniano continuaría; es lo
que muy acertadamente se denominó como Imperio bizantino. Éste
surge, ya no de las cenizas del Imperio romano, pero si de una parte
muy importante de éste; el extremo oriental, que se preservó para la
posteridad, gracias a las características propias y distintivas que
tenía en sus antiguas tradiciones culturales, provenientes desde que
los griegos de Megara fundaran Bizancio en el 660 a.C., en donde
ahora estaba Constantinopla, con santa Sofía construida por
Justiniano y con la iglesia ortodoxa que aunque separada, convivió
hasta el 1054 con el papado de la iglesia católica, que permaneció en
Roma. Quiero remarcar lo que ya he apuntado; en contraste con la
magnífica labor de Justiniano por preservar el derecho romano a
través de su código, se encuentra el hecho muy lamentable
ocasionado por él mismo para la cultura universal y el pensamiento
filosófico, por haber cerrado en el 529 la Academia de Platón que
venía funcionando desde el 388 a.C. y el Liceo fundado por
Aristóteles en el 335 a.C., todo esto como parte de la proscripción de
las enseñanzas paganas, al establecerse el Estado confesional en el
Imperio romano. Por otra parte en esa época floreció en Bizancio el
comercio y el arte, de manera notable.

A la larga, la destrucción del Imperio romano fue total, se arruinaron


las ciudades, los acueductos, la infraestructura de comunicaciones,
como puentes y vías. Se destruyó el mismo idioma y su escritura,
surgiendo de esta manera fortalecidas por el abandono del latín
como lengua oficial, las lenguas romances y las propias de cada

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reino importante, esto fue lo que origino el principio de la


consolidación de los actuales idiomas como el alemán, el inglés, el
francés, el español, el portugués incluso el italiano etc. Por otro lado
los pueblos germanos provocaron la ruralización de la actividad
económica y se dio el despoblamiento de las ciudades, estos pueblos
y su cultura tribal, rural, a base de clanes; contrarios al poder
central, prepararon el camino a la etapa del feudalismo en Europa.
Roma la ciudad del esplendor que llegó albergar más del millón de
habitantes quedó reducida en el siglo VI a una villa de 20,000
personas, y sus templos, palacios y monumentos, reducidos a ruinas.
“El que a hierro mata a hierro muere”
En busca de la luz
Después de los primeros 500 años del milenio del Medioevo
empieza aplicarse una de las leyes físicas de la naturaleza que serian
descubiertas mas tarde a finales del siglo XVII por Isaac Newton: “a
toda acción se opone una reacción igual y en sentido contrario”. Y
de esta manera en los últimos 300 años de ese milenio, calificado en
sus inicios como época oscurantista, se comienza a vislumbrar la
luz, culturalmente hablando, al final del túnel. Esto se fue dando
poco a poco, hasta brillar con el renacimiento y terminar con la
llamada edad media. El renacimiento fue una época revolucionaria
de un gran cambio como reacción al gran engaño y explotación de
los pueblos de occidente, que se dio por casi mil años.

Un poco mas de 300 años después de la caída del Imperio romano


durante el reinado de Carlomagno, en pleno cisma iconoclasta en el
Imperio bizantino, surge en Europa apoyado por el Papa León III, el
“Sacro Imperio Romano Germánico”, que todavía no llevaría el
nombre completo, pero ésta era la idea por la que se pretendía
revivir el antiguo Imperio romano como contrapeso al Imperio
bizantino. En el 800 el Papa corona a Carlomagno como el
emperador de los romanos, en cierta manera en premio por la
conquista de Lombardía y de varios reinos con muchos territorios.

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En esos tiempos, con el colapso del imperio Carolingio y las


incursiones de los Vikingos con el saqueo de diferentes reinos
europeos, como respuesta de la Europa central, que estaba siendo
agredida; se da origen al sistema feudal, al cual los pueblos
germanos se adaptaron con prontitud y sin ningún problema. Aquí
influyeron grandemente, para el éxito del sistema, algunas mejoras
en la agricultura que pudieran parecer menores pero no lo eran, por
ejemplo; el mejoramiento del arado, pasando al de vertedera que
optimizaba considerablemente la preparación de la tierra; la collera
para los implementos del caballo para tirar del arado y por último la
herradura para las mismos bestias. Esto marcaría toda una época en
la que prevaleció con cierto éxito, cuando menos agrícola, el
rudimentario sistema económico-político del feudalismo,
característico del paréntesis medieval. En 1054 se da la ruptura entre
la iglesia ortodoxa y el papado.

Posteriormente Alejo I Comneo, de Constantinopla, pidió apoyo y


ayuda al Papa Urbano II, primer Papa originario del monasterio
benedictino de Cluny para enfrentar las invasiones de musulmanes
turcos y árabes, y éste ve la gran oportunidad que se le presentaba,
por lo que convocó de inmediato a los reinos europeos a una
“cruzada por la fe”; se pretendía concentrar las fuerzas de los reinos
europeos en Constantinopla para reforzar al ejército bizantino con el
objeto de recuperar “Tierra Santa”. Éste era el mensaje para el
vulgo, lo cierto era que el Papa sentía la necesidad de consolidar su
poder político y la medida escogida y astutamente propuesta por él,
tendría un doble efecto: por un lado intentaba unir con más fuerza en
torno suyo, al Papa, a los reinos europeos y por el otro; tenía el
propósito de reconquistar antiguos territorios en muy importantes
regiones en Asia menor, por su posición estratégica comercial y por
su riqueza. Ocupados estos ahora por los Selyùcidas musulmanes de
la dinastía turca que dominaba Irán, Irak, Siria y Anatolia, extensos
e importantísimos territorios, que habían pertenecido al Imperio
romano. Urbano II manejó la situación ante el pueblo cristiano
justificando “la cruzada por la fe” para recuperar Tierra Santa,

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convocando en 1095, durante el Concilio de Clermont, en general a


toda la iglesia “de Jesucristo”, a una “Guerra Santa”; porque “Dios
lo Quiere”, este último fue otro de los principios que hábilmente
habian manejado la iglesia y el Estado durante toda la edad media
para hacer creer a los fieles que todo lo que se hacía era por designio
divino. La verdadera naturaleza, el fin y el resultado de las cruzadas
ya lo conocemos. Por lo que resulta ridiculo y contradictorio oir en
la actualidad que se va a iniciar una “cruzada” por algo, es evidente
que no saben lo que fueron las cruzadas.

Ahora teníamos a una iglesia engolosinada con el poder, que ya se


hablaba al tú por tú con el Estado y competían de igual a igual por
los privilegios del poder. Una iglesia que más tarde cambiaria la
sede del papado a Aviñón a principios del siglo XIV dando lugar a
una de las páginas más negras de su historia. Regresando en el
tiempo, en el siglo XII, empiezan a surgir algunas reacciones y
algunas manifestaciones que demandaban, sin proponerlo
explícitamente, un cierto cambio, sentimiento que ya se estaba
gestando en la sociedad medieval. La cual prevalecía hasta ese
momento casi sin derechos pero sí con muchas obligaciones y
algunas incontrovertibles por su carácter “divino”. Dentro de la
misma iglesia surgen algunas manifestaciones que tratan de ser
congruentes con la doctrina de Cristo y volver a sus principios; una
de ellas fue la de Francisco de Asís (1182-1226) contemporáneo del
Papa Inocencio III (1160-1216), Francisco planteaba cosas muy
simples, pero si las comparábamos con la realidad de la iglesia,
chocaban brutalmente, por ejemplo, san Francisco planteaba para su
Orden tres principios:

Paupertas; cero posesiones, no solo para la persona, sino para toda


la comunidad religiosa, todos debían trabajar arduamente para
conseguir lo necesario para poder difundir la doctrina de Cristo, y
solo mendigar por extrema necesidad. En cambio, la iglesia se
caracterizaba por la inmensa riqueza y el esplendor palaciego, solo
hay que señalar esta trayectoria de contradicción que se tuvo en

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Aviñón, que fue una de las varias culminaciones en su perversión


durante el final de la edad media.

Humilitas; una vida modesta de sacrificio, mortificación y


autonegación, de renuncia al poder y a los privilegios. Y ante las
injurias y el mal trato, siempre poner buena cara y un espíritu
gozoso y de buena voluntad hacia todos, predicar con el ejemplo.
Nunca ser los primeros sino los últimos. Por su lado la iglesia
durante el papado de Inocencio III era una iglesia de poder, que lo
sabía “ejercer” y de gobierno, que en todo pretendía sobresalir
incluso a costa del Estado. Una iglesia discriminatoria, de alta
burocracia privilegiada y dominadora a través de múltiples medios
inmorales que culminarían con la inquisición, que vendría a
institucionalizarse en seguida.

Simplicitas; en realidad la doctrina de Cristo era muy simple y de


fácil comprensión, por su parte la orden actuaba acorde con el
principio de que en la creación todos eran hermanos y debían
amarlos como tales, incluyendo a las plantas y principalmente a los
animales, respetando y amando a la naturaleza y a todos los seres
vivientes. Y cumplir el único mandamiento de Cristo: “amaos unos a
otros como yo os he amado”. La iglesia se había sofisticado a grado
extremo con el cumulo de dogmas creados hasta la fecha, con un
derecho canónigo complicadísimo y arbitrario, con una patrística
que pocos entendían y después una escolástica como cambio
aparentemente revolucionario pero que a la larga se convertiría
también en una imposición mas, a través de las incipientes
universidades que no enseñaban otra cosa.

Podrían parecer extremos los propósitos de san Francisco, pero si los


vemos como una reacción a todo lo que la iglesia y la sociedad
medieval habían llegado y a donde había llevado la iglesia a la
doctrina de Jesucristo, entonces podemos encontrarlos como una
consecuencia lógica y con una gran razón de ser. En la sociedad
medieval se fueron dando a partir de esta época diversas

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manifestaciones de todo tipo. La burguesía surge aquí; como una


nueva clase de personas muy hábiles para los negocios y para
generar riqueza, muchas veces sin importar los medios, ni la ética
algo que continúa hasta nuestro tiempo. Surge en la edad media,
integrándose por los comerciantes y artesanos adinerados que se
emanciparon de los señores feudales. Su nombre deriva de “burgo”
que era una especie de recinto amurallado o protegido separado de
los demás que construían los señores feudales, en un principio, para
proteger y controlar la actividad comercial y artesanal de las
personas con esta actividad, bajo su cuidado en el feudo. Ellos
tenían una visión única para el comercio, que paradójicamente se
intensificó con las cruzadas y reactivó la actividad artesanal y el
resurgimiento de las ciudades.

Afortunadamente la cultura islámica rescató los documentos


filosóficos de la cultura griega y a través de la escuela de traductores
de Toledo, los introdujo en Europa. De aquí surge la interesante
controversia entre el filosofo islámico cordobés Averroes y el
filosofo teólogo dominico Tomas de Aquino, para conciliar sus tesis;
la de Averroes: “la filosofía es independiente de la revelación”, por
lo que existen dos verdades diferentes que pueden estar en conflicto
pero son al fin y al cabo dos verdades: la verdad de la razón
fundamentada en la filosofía aristotélica y la verdad de la revelación.
Y la de Tomas de Aquino: “Las verdades de la fe y de la filosofía
(refiriéndose a la filosofía aristotélica) no solo no se contraponen
sino que son compatibles y además complementarias”. De aquí
surge “La Escolástica” como una rectificación al gran error de haber
tratado de borrar la filosofía aristotélica. Lo que se intensificó más
tarde con la caída de Constantinopla en 1453 y la difusión del
pensamiento de la cultura griega y helenística. Todo este debate
intelectual que le daba una gran sacudida a los dogmas de la iglesia
católica y al pensamiento medieval plagado de prejuicios; estimuló
grandemente la actividad intelectual y proliferaron las universidades,
así como los nuevos centros del conocimiento y el saber. Y más
tarde, pasado el Medioevo, con el “Novum Organum” de Francis

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Bacon, mediante el cuestionamiento de la escolástica, se da inicio a


la filosofía renacentista y a una nueva etapa del pensamiento
universal.

Después del amodorramiento cultural de varios siglos, surge


probablemente en tiempos de Carlomagno, un movimiento en la
arquitectura y las artes, que rescatando las aportaciones de la cultura
romana, crea un nuevo estilo en arquitectura tanto civil como
religiosa llamado “Románico”, este estilo de construcción masiva,
sin embargo fue el preámbulo para el surgimiento de otro nuevo
estilo de máxima esbeltez, el gótico en el siglo XII, éste estilo no
solo no tenía nada de bárbaro, en el sentido burdo o despectivo del
término(generalmente bárbaro es un termino mal usado o mal
interpretado) una de las acepciones de la RALE para la palabra
gótico es: noble o ilustre, pero en arquitectura, además, significó la
culminación histórica de la máxima expresión de la arquitectura
lograda con técnica de piedra acomodada, con expresiones de gran
belleza en catedrales, templos y edificios civiles, que se prolongaría
hasta el final del Medioevo, habiéndose formado una especie de
cofradía (los masones) que eran los que pasaban de unos a otros y de
generación en generación las técnicas del gótico. Siendo seguido
este por el estilo renacentista.

En la literatura el resurgimiento inicia con Dante Alighieri, poeta,


político, místico y nacionalista que luchó por la unidad de Italia y el
uso del idioma italiano como idioma literario, incluso escribe su
obra maestra La Divina Comedia en ese idioma y no en latín como
era lo usual, este fue su único merito visto en función del cambio
necesario, ya que él mismo a través de su máxima obra, continuaba
difundiendo los mitos terroristas creados por la iglesia con los fines
que ya conocemos. Los otros fueron indudablemente Petrarca y
Giovanni Boccaccio, que también usaron el italiano para sus
deliciosas obras de literatura profana, muy divertida pero no para la
iglesia que hasta hace poco mantenía estas obras entre los libros
prohibidos por su jerarquía.

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En lo político el renacimiento en Florencia cuenta con un gran


impulsor del cambio: Niccoló Machiavelli, en el presente mal
interpretado pero; en la realidad fue un analista critico de la historia
tanto del renacimiento (del cual fue gran protagonista) como de la
cultura romana, que impulsó para el futuro la nueva vigencia de la
republica apoyada en siglos de experiencia de la tradición romana,
lo que tuvo una gran influencia en el pensamiento liberal europeo y
en la creación del primer Estado laico, Los EUA.
Conclusión
Desde el principio de la humanidad, el poder de los que lideraban la
tribu, devino en el Poder Político, y el poder de las creencias
sobrenaturales y sus intermediarios, guías o chamanes, se transformó
en el Poder Religioso. En las sociedades primitivas, desde el
principio, ambos poderes estuvieron siempre íntimamente ligados
por conveniencia reciproca, con propósitos de control y manejo
adecuado de la tribu, en el mejor de los casos. A medida que se daba
la evolución y el desarrollo de los pueblos, el poder político fue
apareciendo como el poder central y determinante, con tendencia a
desligarse del poder religioso, sin embargo siempre siguió
apoyándose en éste poder, utilizándolo de una u otra forma y a
través de una o diferentes religiones y usando a la religión como
elemento esencial en el manejo mismo del poder. La culminación de
la evolución del poder político independiente del poder religioso,
cuando menos en el mundo occidental, la podemos situar con el
inicio de la democracia tanto en la cultura griega como en la
romana, sucesos casi simultáneos en el tiempo para las dos culturas.
Uno de los productos históricos más importantes de estas culturas
fue la creación de las instituciones, las cuales se acaban de
estructurar políticamente y se consolidan con la cultura romana.

Desde el inicio de la cultura romana, durante la monarquía ligada


desde un principio a la diosa Vesta, se empezaron a crear las
instituciones como base del sistema político. Otorgándose a la

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institución, la primacía por su permanencia durante el tiempo como


organización jurídica, ya que las personas tenían una vida finita y no
se podía depender solo de la calidad de la persona, del gobernante,
para la salud del Estado y por ende de la sociedad. El gobernante,
como persona, por más poder que ejerza siempre pasa, en cambio la
institución permanece. La permanencia de las instituciones durante
el tiempo nunca supuso su inamovilidad o situación estática, por el
contrario, la posibilidad del cambio, mediante la admisión de la
evolución natural durante el tiempo, siempre estaba implícito en el
proceso para irse reformando, adaptando al devenir histórico, de
hecho y de derecho. Cuando las instituciones ya no admiten cambios
y se vuelven obsoletas, entonces se pueden cambiar mediante un
proceso revolucionario que implica el cambio radical,
probablemente para volver a crear nuevas instituciones, al amparo
de un nuevo sistema político, pero siempre buscando, cuando menos
en teoría, el beneficio de la sociedad.

Poco a poco se fue reconociendo a la sociedad como el objeto del


Estado de derecho. Aunque hay que aceptar que no toda la acción
del Estado o más bien del gobierno del Estado, fue en beneficio de la
sociedad, sin embargo este era el propósito fundamental y el mejor
resultado de la evolución social durante el tiempo. La culminación
del desarrollo del mundo antiguo occidental se dio con el Imperio
romano, pero en su etapa final; desgraciadamente se da una
asociación perniciosa para la sociedad, porque fue orientada a su
manipulación y control; mediante la asociación de la iglesia y el
Estado, creando el Estado confesional y sufriendo una muy
lamentable regresión hacia la condición inicial de las sociedades
primitivas, ahora en las peores condiciones por la devastación que
sufrió el mundo antiguo y por los medios empleados por el Estado
confesional mediante el terrorismo religioso ejercido y la ignorancia
impuesta a las personas, llevada al extremo, por la codicia y por la
sed de poder. Y por supuesto para facilitar el ejercicio del poder
mismo, no para beneficiar sino para subyugar. El proceso evolutivo
que se había comportado con cierta fluidez, se interrumpe

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bruscamente y se abre un paréntesis llamado Medioevo, que duraría


mil años. Durante el transcurso del final del mismo; el deterioro y la
regresión resultante, provocaron las reacciones positivas, que no
solo tararían nuevos cambios, sino que tuvo como resultado la
revolución mediante el Renacimiento para dar continuidad al
proceso interrumpido, ahora con nuevos horizontes insospechados
para la humanidad, que culminarían en el siglo XVIII con la
superación del pensamiento dogmatico prevaleciente durante el
periodo medieval, desplazado ahora por el nuevo pensamiento
analítico, con enfoque crítico hacia todo lo establecido en ese tiempo
en forma autoritaria y perversa, por la iglesia y sus autoridades;
dando paso al liberalismo y a la revolucion cientifica, democratica e
industrial. Sin embargo la secuela de mil años no podia terminar
fatalmente, sino que; siguiendo una de las leyes de Newuton, la de la
inercia, tendria su continuidad en el tiempo y en el espacio.

Reflexionando sobre el poder político y su perversión, se concluye


que la asociación de los dos poderes iniciales, el politico y el
religioso, poco a poco fueron generando “los intereses creados” que
son los que verdaderamente mueven los hilos de los actores, por la
condición humana inherente en la mente de las personas y sus
motivaciones recónditas, dando lugar así a un tercer poder: el Poder
Económico, que se empezó a consolidar desde el surgimiento de la
burguesía y se convirtió en el gran motor del “desarrollo” y la fuente
financiera de los otros dos, “los rico hombres”, como se les llamaba
en la Castilla de Carlos I, estos eran siempre tomados en
consideración por los otros poderes para las decisiones politicas
trascendentes. Desde el principio se fue creando una simbiosis entre
los tres, benéfica para el fortalecimiento y para la subsistencia de
ellos, pero que históricamente ha resultado perniciosa para la
sociedad.

La separación de los poderes del Estado, de la cual nos hablaba en


su Teoría política Charles-Louis de Montesquieu, para que hubiera
sido efectiva y real, debió haberse iniciado complementándose en

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primer lugar con la separación de estos otros tres poderes: el Poder


Político, El poder Religioso y el Poder Económico, con el objeto de
que cada uno actuara de acuerdo a su naturaleza y bajo el espíritu de
la ley en su ámbito exclusivo, en forma autónoma, independiente y
precisamente, para que el único poder legitimo; el poder político,
pudiera cumplir la función benéfica para la que en teoría fue creado.
Prevaleciendo éste única y exclusivamente como poder y
reglamentada su función por las leyes dentro del Estado de derecho,
que establece su división y equilibrio político para el beneficio de la
sociedad. Porque el poder económico de facto, como tal y sin
límites; es el peor de los monopolios existentes en el campo de la
economía. Y el poder religioso es pernicioso por ser contrario a la
esencia misma de la religión y se contrapone a la libertad de
creencias a que todo ser humano tiene derecho y ha sido además un
efectivo instrumento de sujeción de las conciencias individuales a
través del terrorismo y el fanatismo religiosos. Una vez superada la
época de las sociedades primitivas, siempre la mezcla de la religión
y de la política, cuando se ha dado ha resultado letal y fatal. Por esto
cuando Jesucristo dijo: “Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo
que es de Dios”; estaba marcando claramente la separación que
debe existir, y como entenderse el ámbito de lo terreno y lo divino.

Esa época, en la que se dio la mentalidad medioeval, que ahora nos


parece muy lejana. No lo es tanto si observamos como en las
diferentes sociedades del mundo; siguen existiendo en un porcentaje
alarmante, personas con mentalidad medioeval. Esto lo podemos
comprobar por la ignorancia y por la manipulación que han sufrido
en sus conciencias; mediante la implantación de prejuicios históricos
y religiosos, por la mercadotecnia mercantil, la propaganda política
y la inducción del fanatismo en todas sus formas, manejado
hábilmente por los embaucadores de las oligarquías. De esta manera
las personas bien informadas y con suficiente capacidad para el
análisis crítico, representan la excepción y la gran mayoría queda
virtualmente como hombre-masa, sin capacidad para el analisis
critico objetivo, fácilmente manipulable y peligrosamente utilizable;

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sobre todo en los procesos democráticos para la renovación del


poder político del Estado, viciando de esta manera a la democracia
misma y haciéndola virtualmente imposible de alcanzar, en cuanto a
su principio fundamental, el de lograr que el poder resida
verdaderamente en el pueblo y para su beneficio.

San Pedro Garza Garcia Nuevo León


Modificado en marzo del 2011

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