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MUJERES: ESCRITURAS
Y LENGUAJES
(EN LA CULTURA LATINOAMERICANA
Y ESPANOLA)
Sonia MATTALIA
(Universitat de Valéncia)
En una lejana tarde de otoño, que podemos suponer cargadade nubes o ligeramente
brumosa, en un Londres más monocolor que el actual, una mujer entra en la Biblioteca del
British Museum. Debe cumplir con una ta¡ea ardua: escribir una conferencia sobre las
mujeres y la novela. Ha descubierto ya un problema importante que le preocupa: las
mujeres, en general, son pobres. No poseen, en general, bienes propios. Y alberga
razonables temores acerca de la incidencia de la pobreza en la escritura literaria. No obstante,
está ansiosa y confiada: Después de haber hecho un listado de preguntas sobre las
condiciones que circundan la escritura de las mujeres, está en el sitiojusto. "Si no se puede
encontrar la verdad en los estantes del British Museum, ¿dónde (se pregunta) está la
verdad?". Se acerca al catiálogo y busca la letra M... Oigámosla:
Las mujeres no esc¡iben libros sobre los homb¡es, hecho que no pude
evitar acoger con alivio, porque si hubiera tenido que leer primero todo Io que los
hombres han escrito sobre las mujeres, luego todo lo que las mujeres hubie¡an
escrito sob¡e los hombres, el aleo que florece una vez cada cien años hubiera
florecido dos veces antes de que yo pudiera empezff a escribir.
lWoolf, Virginia'. Una habitación propia,Barcelota, Seix Banl, 1989, p.39 y ss. Las citas posteriores están, también,
tomadas de esta edición.
Sonia Mattalía
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:. saber de las otras: hablan las rnujeres 23
Una sociedad provinciima, cerrada, que no se aviene a admiti¡ el caudal creativo de las
mujeres, incluso en contra de su propio ritmo histórico modernizador porque, como señala
ella misma, la modernización de las sociedades latinoamelican¿LS desde fines del siglo XIX
ha producido cambios no sélo relacionados con cl ámbito dc los derechos básicos, sino que
ha incorporado a las mujeres a un uuevo ritmo vital que exige un cambio de valores
sociales:
La crisis por la que at¡aviesan hoy las nrujeres -señala- no se cura
predicando l¿ sunlisión couro se hacía en los ticmpos en los que la vida mansa
podía encerla¡se toda dent¡o de las puertas de la c¡sa. La vida actual, la del
autonróvil co¡rducido por su dueña, la del telófono, 1a dc la prensa y ios viajes, no
respeta puertas cerradas.
2 V¡d. Men.hu,
Rigoberta: "¿Qué pasaría si un día las mujcres del Tcrcer Mundo dejasen de trabajar? ", Resumen,no.7,
España, nov. dic 1993, p. 12.
-t Vi,l. d. la P¿rra, Te¡esa: 'Tres conferencias " en Obra, Caracas, Biblioleca Ayacucho, 1982, p 4?3-
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u
Pero desde este discurso que simula aceptar los papeles ma-rcados por el código de
comportamientos de la mujer, se ahrma una voluntad: la de saber.
Una pasión por el conocimiento nada conveniente y contra la que Sor Juana intenta
combatir:
Sus ansias de conocimiento la llevan, dice, desde muy pequeña a ir más allá de las
costumbres: nos cuenta que después de aprender a leer y escribir, y "todas las habilidades de
labores y costuras que deprenden las mujeres, oí decir que había Universidad y Escuelas en
que se estudiaban las ciencias en México" e importuna a su madre para que allí la envíe.
Sólo logra reprensiones y, a escondidas, asalta la biblioteca de su abuelo. La aspiración de
Juana Inés se irá abriendo cuando pase a ser la protegida de los virreyes de Mancera y admire
a la Corte mexicana con su belleza y conocimientos.
Pero este triunfo no le basta, la vida cortesana le exige algunos vasallajes, entre
otros el de ubica¡se socialmente a través del matrimonio. Por ello elige el convento como
lugar de escondrijo del mundo y de reposo. Esa es la "habitación propia" que no sólo urde
Sor Juana, sino que es el refugio de jóvenes despechadas, secundonas, ma¡isabidillas, que no
encuenlran su lugar en los marcos habituales. Para Sor Juana la vida comunitaria le
significa interrupciones, ruidos, compromisos sociales que impiden su total concentración.
La celda, una habitación propia, a la que le faltaba un ingrediente sustancial, del que habla
Woolf: el pestillo por dentro. Pero también el convento -esos "alegres y jolgoriosos
conventos coloniales" como los llama Elena Poniatowska- la lleva al conocimiento de los
saberes institucionales, pero también al reconocimiento de algunos saberes negados,
"bajos", pertenecientes a la esfera de "lo femenino" que Sor Juana reivindica y pone en
contracto con los más "altos":
Sor Juana funda una tradición en la escritura de mujeres: la de reconocer y valomr sus
saberes ; la de hacer pasar estos saberes del espacio volátil de la oralidad al monumento de la
escritura; y esa tradición pasa por la reconstrucción de lo que las historias oficiales no dicen:
de las Escrituras Sor Juana no rescata a las grandes figuras patriarcales (Abraham, Moisés,
David), sino la de las mujeres:
Porque veo una Débora dando leyes , así en lo militar como en lo político,
y gobernando el pueblo donde había tantos varones doctos. Veo una sapientisima
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reina de Saba, tan docta que se atreve a tentar con enigmas la sabiduría del mayor de
los sabios (...). Veo tantas y tan insignes mujeres: unas adornadas por el don de
profecía como Abigail; otras de piedad como Rahab; otras de persuasión como
Esther; y otras infinitas, en otras especies de prendas y virtudes.
Es larga y sapientísimalalínea que Sor Juana ma¡ca y que continúa con las
Íadiciones griega y latina, con las madres fundadoras de las órdenes religiosas, hasta llegar a
la discusión de un acerto que hoy aún no nos suenatan antiguo, aunque hoy si estiá cubierto
por un velo transparcnte: la negación de la capacidad de uso del conocimiento.
En la discusión sobre las virtudes y la autoridad de las mujeres pata transmitt el
conocimiento, y pata llevar adelante tareas docentes, Sor Juana despliega toda su capacidad
razonadora: comentando una aireada frase de San Pablo - "Las mujeres callen en las iglesias
porque no les es dado hablar"- y las interpretaciones varias que de ella se desprenden sobre la
inconveniencia de que las mujeres participen en la vida pública o escriban así discurre la
monja mexicana:
(...) yo quisiera que los intérpretes o expositores de San Pablo me explicaran esta
frase. Porque o lo han de entender de lo material de los púlpitos y cátedras, o de lo
formal de la universalidad de los fieles que es la lglesia. Si lo entienden de lo
primero - que es en mi sentir su verdadero sentido, pues vernos que con efecto no se
perrnite en la Iglesia que las mujeres lean públicanrente o prediquen- ¿por qué
reprenden a las que privadamente estudian?. Y si lo entienden de lo segundo y
quieren que la prohibición del Apóstol sea trascendentalmente, que ni en lo secreto
se permita esc¡ibir a las mujeres, ¿córno vemos que Ia Iglesia ha permitido que
escriba una Gertrudis, una Teresa, una Brígida, la monja de Agreda y otras muchas?
Y si me dicen que estas eran santas, es verdad, pero no obsta a mi argumentrc; lo
primero porque la proposición de San Pablo es absoluta y comprende a todas las
mujeres sin excepción de santas.
5 Coluiui, Giulia: "Feminismo y Teoría del Discuruo. Razones pam un ¡lebate" en Colaizzi, G (ed ): Feuinismo y leoría del
discurso, Madrid. Cátedm, 1990, p. l4 y 15.
6 lbia- n. 15.
? VlO. W.;g.t, Sigrid; "k mirada bizca: sobre la historia de la escrih¡m de las mujeres" en Ecker, Gisela (ed.) Estética
f^euinista, Barcelona, Icaria, I986, pp. 69 y ss.
ó Vid. Cold"nón, F. y Reyna, J.L.: "I¿ inupción encubiei!a" en Nuevo terto cri¡ico no.6, Stanford Univenity, 1990, p.p.
l? y ss.
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g^Cit.
porRufinelli, Jorge: "I¡s 80: ¿ingrem en la postmodemidad?" e¡ Nuevo texto crítico nq 6, Stanford University,
1990. u. 37.
l0 V¡4. Rufi.eUi.Jorge, art. cir., pp.32 y ss.
"Vid. hdmer, Josefina: "Tretas del débil", en GoozÁLez, Patricia y Ortega, Ele a (ed-): La sartén Por el mango, Puerlo
Rico, Huraqán, 1984, p.p 47 y ss.
El saber de las otras: hablan las muieres 29
Parece evidente en este corto recuento, que toma como punto de referencia los
exremos -norte y sur- de la escritura de mujeres en Latinoamérica, que en la década de los
80, cargada de una historia tan siniestra como hueca de verdadera historia, se consolida una
producción que, descentrada de la denuncia enfática de la "condición femenina", se ha
concentrado en la Historia sin más, para repensarla, para reescribirla, éso si: desde otro
espacio, desde otras voces, desde otros ámbitos.
Esta evidencia quita a la Historia su mayúscula y la ubica en el terreno de la lefa
minúscula, una letra que se presenta como letra "pequeña" para decir lo que la tradición
letrada masculina no dijo: las oúas tradiciones (orales, de puerüas adentro, de escrituras no
monumentales que van desde las recetras de cocina a las letras de Ia música popular, al
bolero, al tango, o a los géneros desgajados de "lo literario", la novela cursi, la policial, la
revista de modas, las cartrs, el testimonio ). En esa linea- y enumero caprichosamente sólo
guiada por el azar de la lectura- se escriben A scensiótt Tun (1978) de Silvia Molina (Méx.);
El rio de las cotrgojas (1981) de Libertad Demirópolus (Arg.); En breve cárcel (1981) de
Silvia Molloy (Arg.); La rompiente (1987) de Reina Roffé (Arg.); Cumbio de armas (1984)
de Luisa valenzuela (Arg.); La nave de los locos (1984) y solitario de amor (1988) de
Cristina Peri Rossi (Ur.); Querido Diego,te abraza Quiela (1983) y Laflor de Lis (1988) de
Elena Poniatowska (Méx.); Maldito amor (1989) de Rosario Fené (Puerto Rico); La úttima
canción de Marie Alcázar (1990) de Lilian Elphick (Chile).
Letras que putiendo del "Fumando espero al hombre que yo quiero" del tango o del
grito que exclama en el bolero "Arráncame la vida de un tirón que el corazón ya te lo he
dado" , o de unas magníficas "codornices en salsa de pétalos de rosa", reescriben la historia
oficial. ¿Desde qué lugar? .
Pues, desde el de una Penélope que, en versos de la salvadoreña Claribel Alegría,
suplica en tono menor al heroico Odiseo en este último fragmento de esta "Carta un
destenado":
De mi amor hacia ti
no queda ni un ¡escoldo.
Telénlaco está bien
ni siquiera pregunta ¡ror su padre
es mejor para h
que te demos por lnuerto.
Sé por los forasteros
de Calipso
y de Circe
Aprovecha Odiseo
Si eliges a Calipso
recuperarás la juventud
Si es Circe Ia elegida
serás entre sus celdos
el supremo.
Espero que esta carla
no te ofenda
no invoques a los dioses
será ert vano.
Recuerda a Menelao
con Helena
por esa guerra loca
han perdido la vida
nuestros mejores hombres
y estás tú donde estás.
Sonia Mattalía
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t2 Al"grí", Claribel: fmgrnento de "Cafa a u destermdo", en Hispamérica, no. 52, Maryland, 1989' pp' 63 y s'