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Bonificación de zonas palustres

en el ager Saguntinus
Ricardo González Villaescusa1
Université de Reims
“Las marismas pontinas fueron sangradas (...) y de ellas se hicieron campos.”
Tito Livio, Periochae, 46

1. Una estructurada centuriada en el ager Sanguntino


En 2002 se propuso una propuesta de parcelario de tipo centuriado en la llanura litoral
comprendida entre Almenara y Puçol (fig. 1) (González Villaescusa 2002 a). La idea partía
de un elemento supuestamente antiguo del paisaje cual era el trazado fosilizado de la Via
Augusta en esa llanura litoral, que hoy se manifiesta como un camino secundario, asfaltado,
y paralelo a la vía de tren Valencia-Barcelona, el camí vell d’Almenara (fig. 2). Casi todos
los autores que se han ocupado de esta vía han dado por buena la interpretación apoyándose
fundamentalmente en su trazado rectilíneo pues se trata de un tramo (ad Noulas-Saguntum)
donde escasean los datos positivos, los hallazgos (miliarios, restos conservados de strata via-
rum...) que demostrarían la presencia física de la vía que sería construida, o remodelada
sobre el trazado de la antigua vía Heraclea, en época de Augusto, hacia el 8–2 a.C. (ARASA,
ROSELLÓ 1995, 99).
La aportación consistió en poner en evidencia que ese tramo rectilíneo formaba parte de
una estructura con fuerte impronta en el paisaje actual. Un elemento principal era una carre-
tera deformada y paralela como es la actual N-340 que coincide con parte de su trazado y
que en la entrada a Sagunto lo hace por los restos del, también aceptado mayoritariamente,
puente romano. Via Augusta y camino paralelo se prolongan más allá de Sagunto, hacia el
Sur, no advirtiéndose más restos de la retícula al Sur de Puçol. Entre ambos elementos via-
rios hay una distancia de unos 710 m y al superponer al mapa de la zona una retícula teóri-
ca con esa equidistancia, las coincidencias se revelaban significativas al Norte y Sur de
Sagunto. Especialmente en les Valls de Segó, en las proximidades de Canet d’En Berenguer
y al piedemonte de la Calderona, donde el camino viejo de Llíria se integra, por instantes, en
la estructura. Los silencios, como casi siempre, se encontraron en las zonas donde domina el
riego tradicional, sobre el cono de deyección del Palancia, y donde dominan los estilos par-

1 Quiero agradecer la lectura y los consejos dados por Pere Pau Ripolles, Phillipe Leveau, Miquel Barceló y Pierre
Guichard que han contribuido a matizar y mejorar algunos aspectos de este estudio.
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Fig. 1. Nuevo asiento de la estructura centuriada en la llanura litoral de Sagunto.


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Fig. 2. Impronta fósil de la Via Augusta en el camí vell d’Almenara, paralelo a la vía de tren.
Al fondo, en el piedemonte del cerro, Almenara.

celarios propios de los drenajes de antiguos humedales, el marjal de los Moros y el de


Almenara. Ciertamente, la estructura ortogonal es significativa pero su impronta en el terri-
torio es reducida y limitada por las sierras litorales que delimitan la estrecha llanura litoral
que apenas sobrepasa en algunos tramos los 6 km, distancia coincidente con la de Sagunto
al mar en línea recta.
La prudencia guió la formulación de dicha estructura pues a pesar que la investigación
sobre las centuriaciones acepta desde hace tiempo su existencia independientemente del
estatuto jurídico de las ciudades, pudiendo no tratarse de colonias y afectando a ciudades
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federadas, municipios u oppida de distinto signo, no es menos cierto que una lectura erró-
nea induce a algunos autores a considerarlas exclusivas de las colonias y ligadas indefecti-
blemente a las deducciones e instalaciones de veteranos. Proponer que Saguntum albergó una
centuriación podía pecar de cierta temeridad, pero en ese mismo año de 2002 apareció una
magnífica publicación sobre las acuñaciones de Arse-Saguntum, que no leí hasta unos meses
después de ver la luz la mía, y que hacía una propuesta verdaderamente novedosa sobre el
estatuto jurídico de Saguntum (RIPOLLÉS, LLORENS 2002). La ciudad habría pasado por
un período colonial, corto y silencioso en las fuentes y cuanto apenas susurrado por cuatro
series de monedas, minoritarias en cuanto al número de ejemplares acuñados, pero, al fin y
al cabo, un lapso, con mucho, de medio siglo (ca. 54 a.C. / 4 - 3 a.C.) evidente y definitivo
entre la ciudad federada que cita Cicerón y el municipium civium romanorum exhibido por
la epigrafía saguntina (RIPOLLÉS, VELAZA 2002).
Las reticencias de los vigilantes de la sedicente ortodoxia estaban salvadas, pues investi-
gaciones paralelas confluían y a una colonia le corresponde su propia centuriación. Pero el
objetivo no era, ni puede ser exclusivamente, salvar esas renuencias ni datar en el tiempo la
estructura agraria, sino comprender el complejo proceso por el que la evolución del paisaje
del bajo Palancia albergaba en un momento de su historia una estructura centuriada, los pro-
cesos sociales y económicos que llevaron a organizar de esa forma una parte del territorio
saguntino y si esta situación tenía algo que ver con la puesta en valor de nuevas tierras dese-
cando marjales; quiénes eran los beneficiarios directos de las mismas; si esa estructura cen-
turiada pudo albergar o no colonos venidos de otras tierras o, lo que es lo mismo, si se tra-
taba de una organización de parte del territorio en lugar de una asignación. De esta manera
podríamos evitarnos los excesos de la aplicación mecánica de una datación simple de la
estructura centuriada por las fechas del acceso al rango de colonia de la ciudad de Saguntum,
tal y como ya he manifestado en otras ocasiones (GONZÁLEZ VILLAESCUSA 2002 b, 16,
79), la vida agrícola y la historia “évènementielle”, la del acontecimiento, coinciden de tanto
en tanto pero no necesariamente pues sus “longitudes de onda” son diferentes.
Ante la ausencia de excavaciones de elementos del paisaje como de la propia Via Augusta
(un buen ejemplo, aunque sin publicar, lo tenemos en la reciente excavación de un tramo de
la vía a su entrada a la ciudad), de cunetas, limites principales o secundarios del parcelario,
o de villae cuyas estructuras se orienten de forma isoclina con la orientación dominante del
parcelario, la labor necesaria debía ser la paciente recopilación de los datos relativos al sis-
tema del poblamiento rural y su implantación en la estructura agraria y en los rasgos del pai-
saje para proponer hipótesis de trabajo sobre la evolución del paisaje entre la antigüedad y
nuestros días.
Lógicamente, el descubrimiento de una centuriación en Sagunto habría quedado al mar-
gen de toda discusión y todo debate por la naturaleza exclusivamente morfológica de su
observación y hubiera sido difícilmente controlable, dada la escasa implantación en nuestro
país de la arqueología de las formas parcelarias. Encontrando, así, adeptos y rivales según la
necesidad de cada autor para legitimar tal o cual línea de investigación. Inesperadamente, el
reciente descubrimiento de las décadas en que la ciudad ostentó el estatuto colonial, haría del
hallazgo algo admisible, posible, en definitiva. Pero ¿acaso está mejor probada su existencia
ahora que en el momento de la aparición de la hipótesis morfológica de un parcelario centu-
riado? Sencillamente, no. No existen todavía las pruebas que demuestren la materialidad
positiva del sistema centuriado. El argumento que haría aceptable y posible la hipótesis, es
un argumento institucional, porque la academia asocia tradicionalmente el estatuto colonial
y la centuriación. La decisión política, superestructural, de la concesión del rango colonial
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se vería demostrada por la emisión de monedas y es omitida por un ominoso silencio de las
fuentes tradicionales al respecto, pero no tiene ningún fundamento riguroso en la existencia
de una centuriación. Aunque las cuentas salgan redondas, colonia = centuriación = asigna-
ción, no podemos constreñir la investigación en lugar de liberarla y, como carecemos de
datos probatorios sobre si esta solución es la buena, hay que desplegar la lista de las posibi-
lidades y esperar a encontrar los datos positivos que apoyarían una u otra teoría. Las limita-
ciones romanas no son exclusivas de las colonias, como pretenden las lecturas superficiales
de los textos gromáticos. Se encuentran limitaciones en colonias romanas o latinas, munici-
pios, prefecturas, ciudades federadas, tierras tributarias... Así se demostró con los trabajos
pioneros del equipo de Besançon en Italia (CHOUQUER et alii 1987) y las más recientes
investigaciones, especialmente (GABBA 1989, 1992; FAVORY, 1997).
La convulsa situación vivida entre el siglo II a.C. con la romanización, al parecer forzo-
sa, del territorio de Edeta, situación de la que parecen salir beneficiadas las élites indígenas
de la ciudad de Saguntum y la fundación de la colonia de Valentia, conforman un triángulo
cuyos ángulos todavía siguen abiertos pero que la investigación futura deberá ir encajando.
Romanización, colonización agraria, asignaciones, guerras civiles, destrucción de Valentia
por Pompeyo, ascenso al rango colonial de Saguntum, quizá de la mano de Pompeyo
(RIPOLLÉS, VELAZA 2002), y progresiva asimilación e integración de las sociedades indí-
genas en un período en que las leyes agrarias se suceden y la colonización es el recurso del
estado romano para evadir el verdadero problema, como una “deportación en masa de pobres
a costa de los demás” como dijera M. I. Finley (1986, 210), es, en rigor, un marco interpre-
tativo del que todavía desconocemos las claves, pero es en ese triángulo donde acabaremos
encontrando, con toda seguridad, algunas de ellas.
Ya en 2002 intenté ligar de forma aparentemente sencilla los datos morfológicos que se
observan en ese triángulo equilátero de las tres ciudades (fig. 3) 2 (2002 a, 436, figs. 94-95)
pero las posibilidades explicativas pueden ser más de las que esbocé entonces para la estruc-
tura centuriada fosilizada en las formas del paisaje saguntino y puede tener como origen las
siguientes causas no excluyentes:
Un sistema ligado a una asignación complementaria de colonos de Valentia, bajo la forma
de un ager sumptus ex vicino territorio o suelo tomado al territorio vecino, entre 138 y 75
a.C o entre 75 y ca. 54 a.C.
1. Un sistema de asignación propiamente saguntino aunque no necesariamente de la fase
colonial.
2. Un sistema ligado a una organización y puesta en valor del territorio y no a una asig-
nación, por ejemplo, para fiscalizar el territorio. En un momento cesariano, augusteo o julio-
claudio.
En definitiva, dos hechos mayores de la historia de Saguntum, su estatuto colonial y una
estructura centuriada habían pasado desapercibidos a la investigación. Las razones de ese
silencio son diversas en ambos casos; su descubrimiento, sincrónico o no, no significa su
dependencia. Pero de esa coincidencia puede extraerse una enseñanza mayor. Fue encontra-
do un sistema centuriado en Sagunto antes “de que fuera colonia”, y si esa decisión hubiera
dependido de quienes niegan la posibilidad de una limitación romana fuera de las colonias,
no se habría buscado y, por supuesto, nunca se habría encontrado.

2 La distancia entre Valentia y Edeta es de 25,5 km, entre Valentia y Saguntum de 24,7 km y entre Edeta y
Saguntum de 28,05 km.
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Fig. 3. Estructuras centuriadas del triángulo Saguntum-Edeta-Valentia.

La hipótesis permaneció aletargada durante un tiempo hasta que la han despertado en


julio de 2003, las prospecciones en la zona en el marco del proyecto Catastros, hábitats y vía
romana (Estrategias de investigación del espacio rural en época romana), pues la mejor
manera de verificación de las morfologías agrarias observadas es integrarlas con los datos
de prospección del hábitat, de las explotaciones que formaron parte de esas estructuras pro-
ductivas, precisando y afinando la cronología de los datos propiamente arqueológicos y mor-
fológicos (FAVORY 1997, 102, 108, 109). Además, los datos derivados del trabajo de campo
permiten proponer una colonización agraria o bonificación de terrenos pantanosos que
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habrían ampliado el ager saguntino, beneficiando a familias influyentes y permitiendo al


estado romano la exacción de nuevos impuestos sobre nuevas tierras.
En las páginas siguientes se presentarán algunos ejemplos de bonificaciones de tierras
del occidente romano y se dará cuenta de los datos y elementos de reflexión de esa estruc-
tura centuriada. De carácter morfológico, a través de la carto y fotointerpretación, propo-
niendo elementos de reflexión sobre la dinámica paisajística. De carácter edafológico, por
medio de la dispersión de esas estructuras en los suelos de la llanura litoral del bajo Palancia.
De carácter espacial, integrando la dinámica paisajística y morfológica en la llanura e incor-
porando en el espacio algunos de los datos conocidos procedentes de la numismática y la epi-
grafía. Y, finalmente, de carácter arqueológico, interrelacionando los datos derivados de las
localizaciones de materiales antiguos en el espacio, su identificación como asentamientos o
no, y su relación con los elementos lineales del paisaje.

2. Drenaje y colonización agrária en época romana


El riego es una operación fácil, conocida por los pueblos indígenas de lo que más tarde
será el imperio Romano. Especialmente entre los pueblos de las zonas áridas, donde la pre-
visión de conservar en depósitos (lat.: lacus) cantidades de agua que luego permitirán apor-
tar el agua necesaria en los momentos de estrés hídrico del clima mediterráneo es frecuente,
pero se hace necesaria la diferenciación entre riego y regadío, o entre arrosage e irrigation
en francés. Éste último, el regadío, es una opción social (BARCELÓ 1989, XV), y por ello
se hace necesario acometer la labor (GONZÁLEZ VILLAESCUSA 2002 a, 263-280) de
diferenciar lo que objetivamente es un regadío de época antigua, de época romana, y los
regadíos islámicos, evidenciando las características que objetivamente tienen estructuras de
riego de época antigua:
1. Sistemas pequeños, periurbanos de las grandes ciudades de la antigüedad de época
altoimperial.
2. Captaciones a acueductos de agua consuntiva para un uso productivo agrario en
momentos tardíos y contextos de debilidad municipal de las ciudades o en franca usurpación
y desvío de aguas para su uso privado como describe Frontino en su tratado sobre los acue-
ductos romanos3.
3. Grandes sistemas en el caso donde se cultivan especies con gran valor de cambio en la
economía romana (viñedos, lino). En la escala de valores de Catón (De agri cvltvra 1,7) el
valor de un huerto regado se encontraba por debajo del de un viñedo,4 aunque eso si, por
delante de una larga lista.
Si los regadíos españoles, tal y como los conocemos, son una obra de al-Andalus, y, si
como afirma Ph. Leveau (1993 b, 84): “(...) en términos generales, regar es técnicamente
más sencillo que drenar, y la novedad de época romana, al menos en la cuenca occidental del
Mediterráneo, reside en el interés que los romanos concedieron a las operaciones de drena-
je.”; o, si realmente, se ha concedido un lugar inadecuado a Roma en la historia de la hidráu-
lica agrícola: “los romanos habrían temido más al exceso de agua que a la sequía y habrían
preferido la agricultura de secano que a la irrigada” (LEVEAU 1993 a, 15, citando a

3 Frontino, De aquaeductu urbis Romae, I, “(…) hortis adiacentibus et privatorum usibus ad inrigandum concessit”.
4 “Praedium quod primum siet, si me rogabis, sic dicam: de omnibus agris optimoque loco iugera agri centum,
vinea est prima, vel si vino multo est; secundo loco hortus irriguus; tertio salictum; quarto oletum; quinto pratum;
sexto campus frumentarius; septimo silva caedua; octavo arbustum; nono glandaria silva”.
222 Catastros, Hábitats y Vía Romana

A. VIOLANTE 1989). ¿Por qué en la región del imperio Romano que más tarde sería al-
Andalus la investigación se obstina en proclamar el origen romano de los regadíos actuales?
Sin embargo, los testimonios de drenajes y desecaciones son indubitables, de diversa
índole y variado registro documental, de los que se presentan algunos ejemplos sin intención
de exhaustividad.
Cuando Tiberio es proclamado emperador, las legiones que se encontraban en Panonia se
amotinan con el pretexto de que las promesas de tierras a los licenciados se convertían en
asignaciones de marismas o montañas estériles con nombre de heredades 5 (Tácito, Annales,
I, 17). Por su parte, Tito Livio (Periochae, 46, 15), recuerda que los trabajos de colonización
de la recién conquistada Umbría eran a costa de marismas por los trabajos dirigidos por el
cónsul Cornelio Cethego, que afirma literalmente “a partir de las marismas se hicieron cam-
pos (agri)” 6. Estas obras de desecación son asociadas por Ella Hermon a la romanización de
la zona a partir de 160 a.C., con la construcción de vías de comunicación y las formas par-
celarias de otros autores (HERMON 2001, 187). En Italia es tradicional el estudio de las
intervenciones de bonificaciones y drenajes romanos que, por otra parte, remontan sus orí-
genes a tiempos prerromanos (VIOLANTE 1989; TRAINA 1985, 1988; QUILICI, QUILICI
GIGLI 1995), destacando el análisis de Ph. Leveau (1993 a) sobre la desecación de parte del
lago Fucino y la financiación de los trabajos de drenaje por propietarios privados a cambio
de quedarse con los terrenos que se convertirían en campos (cf. infra nota 16).
Los mármoles de Orange, en su catastro C (PIGANIOL 1962, 305-306) nos han transmiti-
do el testimonio de Quintus Curtius Rufus, duovir, inventor de las insulae Furianae, que pudo
haber tomado la iniciativa de bonificar 25 yugadas de zonas hidromorfas en ejercicio de su
magistratura, construyendo un canal de 30,5 m de ancho (SALVIAT 1986; LEVEAU,
SILLIÈRES, VALLAT, 1993; LEVEAU 2000, 181; CHOUQUER, FAVORY 2001, 234) que
permitió arrendar 22,75 (5,7 ha) nuevas yugadas (nova iugera) a los herederos de Firmius
Secundus.7
Los investigadores del acueducto de Nîmes se pronunciaban de forma semejante a partir
exclusivamente de datos arqueológicos. La simultaneidad de la construcción del acueducto
de Nîmes y del drenaje de la cubeta endorreica de la laguna de Claussonne así como la pre-
sencia de dos villae en las proximidades de ese espacio revelaría que las 100 ha ganadas a la
zona húmeda, con ocasión de la construcción del acueducto de Nîmes, habrían contribuido
al nacimiento y auge de ambos establecimientos agrícolas (Fabre, Fiches, Paillet 1997).
Circunstancia que se pudo poner en relación con la centuriación Nîmes B, que habría con-
quistado suelos marginales, la laguna y las garrigas de les Costières du Gard, exceptuados

5 “Ac si quis tot casus vita superaverit, trahi adhuc diversas in terras ubi per nomen agrorum uligines paludum vel
inculta montium accipiant.” Isidoro de Sevilla (De Agris, 14) propone la siguiente definición de ager uliginosus:
Uliginosus ager est semper uvidus [umidus en la edición de Lachmann: De agris, 369, 23-25]. Nam humidus dici-
tur qui aliquando siccatur. Uligo enim humor terrae est naturalis, ab ea numquam recedens. Dando a entender que
el ager uliginosus no sería literalmente un ager húmedo sino una categoría de tierras húmedas que habrían sido
desecadas previamente.
6 “Pomptinae paludes a Cornelio Cethego cos., cui ea provincia evenerat, siccatae agerque ex his factus.”
7 Abundando en esta significación aunque en otro momento histórico la carta puebla de Ifach (Alicante) muestra

cómo un partidor (sinónimo de agrimensor) del siglo XV es denominado “inventos d’aygües” si bien el contexto
geográfico no parece aludir al drenaje sino a la roturación. “a suplicació d’en Guillem Serra, inventos d’aygües, són
stades atorgades de paraula moltes gràcies…os novells pobladors hauran a traure terres hermes, les quals ara són
pinars, romerals, lentisclars e altres broces, e hauran fer allí gran misió en plantar e conrear”.
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de los sistemas centuriados más antiguos (Nîmes A y Orange A) a mediados del siglo I d.C.
(GONZÁLEZ VILLAESCUSA 2002 a, 137-139).
En Urso, Osuna, España, (D’ORS 1953, 236-237) la ley municipal establece un severo
control de los escorredores 8, cuyo abandono pudo significar la desaparición de las trazas de
la centuriación según Ariño, Gurt y Martín-Bueno (1994, 322). Y, finalmente, en Elche, tene-
mos la prueba contundente de una operación de drenaje. La tableta de Elche que representa
una sortitio sobre 130 yugadas desecadas 9 y no de secano, (GONZÁLEZ VILLAESCUSA
2002 a, 440), corrigiendo la primera edición-traducción (CHAO, MESA, SERRANO 1999),
cuestión en la que han coincidido otros autores que escribieron poco antes su artículo
(MAYER, OLESTI 2001, 128; MAYER, OLESTI 2002) o simultáneamente (GUILLAUMIN
2002, 117 y nota 10). En el mismo sentido inciden los numerosos párrafos dedicados por
Siculus Flaccus a las fossae y su identificación, o no, con los limites de la centuriación pero
que revelan la función drenante de las mismas10, utilizando para ello las formas siccandi, sic-
candorum y siccent del verbo sicco (LACHMANN 1848, 147-149; CLAVEL LEVÊQUE et
alii 1993, 124-148) reafirmando probablemente el sentido de traiectus, presente en la sortitio
de Elche, como paso sobre un curso de agua, de la acepción II, 2 del diccionario de F. Gaffiot
(1934, trajicio, transjicio).

3. Análisis Morfológico

3.1. Hipótesis de partida


Parece oportuno repetir lo planteado en 2002 (GONZÁLEZ VILLAESCUSA 2002 a,
páginas 433-437, figs. 94 y 95) respecto a la hipótesis de estructura centuriada que puede
identificarse en la llanura litoral de Sagunto.
“Otra estructura agraria inédita, de reciente descubrimiento, es la existencia de un parce-
lario de tipo centuriado en el territorio de Sagunto. La identificación de V. Rosselló y F. Arasa
(1995, 108-109) del trazado de la Via Augusta en el camí vell paralelo a la vía de ferrocarril
a su paso por la ciudad permite apreciar otras realidades del paisaje, aunque primero vere-
mos la restitución de la vía tal cual la hicieron los autores.
Al llegar a las inmediaciones de la ciudad, la Via Augusta se desvía por el camino de
Palmosa hasta el puente, de época romana, que cruzaba el Palancia justo enfrente del circo
romano, en lo que pudo ser el acceso principal por el Norte. Siguiendo el trazado rectilíneo,
los autores proponen dos trazados diferentes y alternativos o desdoblamiento de la calzada,
uno directo hasta la ciudad antigua y otro que seguiría sin adentrarse en la misma, camino
de Valentia. Es decir, una especie de by pass de la antigüedad.

8 “Qui limites decumanique intra fines coloniae Genetivae deducti facti que erunt, quaecumque fossae limitales in
eo agro erunt, qui iussu C. Caesaris dictatoris imperatoris et lege Antonia senatusque consultis plebique scitis ager
datus atsignatus erit, ne quis limites decumanosque opsaeptos neve quit immolitum neve quit ibi opsaeptum habe-
to, neve eos arato, neve eis fossas opturato neve opsaepito, quo minus suo itinere aqua ire fluere possit. si quis adver-
sus ea quit fecerit, is in res singulas, quotienscumque fecerit, HS ∞ colonis coloniae Genetivae Iuliae dare damnas
esto, eiusque pecuniae cui volet petitio persecutioque esto.”
9 Sicci iug(era) CXXX et traiec(tus).
10 “(...) et videndum quales fossae, ne si quis agrorum siccandorum causa fossas finales esse videantur.” (…) y hay

que observar cuáles son estas fosas: si se han excavado para desecar los campos no hay que tomarlas como límites.”
Traducción de la traducción francesa de Clavel-Levèque et alii 1993, 41.
224 CATASTROS, HÁBITATS Y VÍA ROMANA

Fig. 4. Llanura litoral de Sagunto al norte del Palancia. Fotograma 6796 del “Vuelo americano” de 1956.

Lo que no identificaron estos autores en la realidad del paisaje es un doble trazado recti-
líneo y paralelo entre lo que identificaron como Via Augusta y la entrada a la ciudad, coin-
cidiendo con el trazado de la carretera N-340, precisamente a una distancia de 710 m apro-
ximadamente, así como la existencia de limites perpendiculares menos largos pero quizá más
numerosos al Norte y al Sur de la ciudad en lo que podría definirse como un parcelario de
tipo centuriado con una orientación NG-29ºE.
Las manifestaciones parcelarias de la estructura agraria se aprecian fundamentalmente
entre la línea divisoria de las provincias de Castellón y Valencia, a la altura de Almenara, por
el Norte, y la población de Puçol por el Sur que es el límite aceptado de los territoria de las
ciudades de Valentia y Saguntum.
Si admitimos la propuesta de los autores citados como trayecto de la Via Augusta por su
trazado externo a la ciudad y más apto para una vía de largo recorrido, el eje paralelo que
BONIFICACIÓN DE ZONAS PALUSTRES EN EL AGER SAGUNTINUS 225

entraría directamente a la ciudad por su acceso Norte, atravesando el puente romano sobre el
río, debería ser el cardo máximo, cuanto menos teórico, de esta estructura. La referencia topo-
gráfica a resaltar de este eje es que se encuentra realizado con una visual desde el puente
romano al collet de Almenara, precisamente en su punto más elevado sobre el nivel del mar
(174 m), lugar en que se eleva el castillo de Almenara donde se han encontrado restos de esca-
sa de importancia de la antigüedad e hito que ha sido definido como el límite Norte del terri-
torio de Arse, la ciudad ibérica que precede a Saguntum (MARTÍ BONAFÉ 1998, 206, 239).
La deformación de la alineación identificada por los autores es, sin embargo una doble
convergencia, ya que no sólo se desvía la Via Augusta sino que desde el teórico cardo máxi-
mo también sale un ramal que accede a la calzada principal. En lo que creemos que es una
prueba de que, efectivamente, es posible que la Via Augusta pueda identificarse con la pro-
puesta de V. Rosselló y F. Arasa, y en segundo lugar, si es cierta la primera aseveración, tam-
bién quedaría demostrada la antigüedad del eje paralelo a la Via Augusta y posible cardo.
Este gran eje coincide con la carretera nacional y se conserva en una distancia de 9 km,
mientras que la vía, coincidente con el camino viejo de Almenara tiene trayectos disconti-
nuos aunque sumados podrían representar unos 10 km.
La estructura agraria es de pequeñas dimensiones y no demasiado extensa en cuanto a su
plasmación real en el territorio. Se conserva especialmente (con abundantes ejes perpendicu-
lares al cardo) en el sector donde la llanura litoral es más amplia y la cota de 100 m s.n.m. se
retira tierra adentro, ubicándose en este espacio las poblaciones de Quart de les Valls, Faura y
Benifairó, como prueba de la bondad agrícola de las tierras circundantes para la elección del
emplazamiento de estas poblaciones. Por el Sur la encontramos casi hasta Puçol, límite con
Valentia, aunque siempre por debajo de la línea de 100 m y en el lado de tierra adentro de la
Via Augusta. También encontramos un espacio coherente en el abanico aluvial del Palancia,
en las proximidades de Canet d’En Berenguer. Esa conservación diferencial se localiza pre-
ferentemente en las depósitos del Pleistoceno Superior, en el Norte, mientras que al Sur de
Sagunto, se encuentra mejor conservada en los depósitos del Pleistoceno Medio, pero en nin-
gún caso, llega a plasmarse ningún límite en la superficie ganada a los marjales ubicados al
Norte, estanys d’Almenara, y Sur, marjal dels Moros, del Palancia (SANCHIS, FERRI 1997).
Aunque es desde el punto de vista de la edafología cuando adquiere mayor relevancia la com-
paración de los restos conservados del parcelario centuriado con los suelos de la hoja 668-
SAGUNTO (RUBIO et alii 1995). Las unidades cartográficas del paisaje relacionadas con las
manifestaciones parcelarias son la número 6, asociación Fluvisol calcáreo y Luvisol crómico,
en el abanico aluvial del Palancia; la número 30, asociación Cambisol crómico y Calcisol
háplico, desarrollados sobre coluviones, arcillas rojas y depósitos de piedemonte; la número
32, asociación de Cambisol crómico y Luvisol crómico también sobre depósitos de piede-
monte; y la número 39, asociación Luvisol crómico y Luvisol cálcico, situados sobre mantos
de arroyada, dando suelos arcillosos. Unidades que equivalen a los suelos aluviales (unidad
6) pardos (unidad 30 y 32) o empardecidos (unidad 39) de la clasificación europea de suelos;
todos ellos bien drenados naturalmente y con escasa o nula pendiente, lo que les hace los sue-
los más aptos para la agricultura intensiva, especialmente utilizados para el cultivo de la agri-
cultura comercial de cítricos hoy en día. En definitiva, las principales zonas de parcelario cen-
turiado se asientan sobre suelos de un alto valor agrológico.
El descubrimiento e identificación de esta estructura permite entender algo mejor las
interrelaciones entre perticae y territoria del triángulo de ciudades formado por Saguntum,
Edeta y Valentia. Las dos primeras son ciudades fuertemente romanizadas, dotadas de
estructuras agrarias de tipo centuriado como se desprende del análisis de las formas del pai-
226 CATASTROS, HÁBITATS Y VÍA ROMANA

saje. El límite sureste de la pertica de Edeta coincide aproximadamente en la actual ciudad


de Paterna, del mismo modo que lo hace el límite occidental de la pertica Valencia A. De otro
lado, la pertica de Sagunto finaliza su influencia a la altura de Puçol, donde también lo hace
Valencia B, que extiende sus límites más allá de donde lo hace Valencia A, tanto por el Norte
como por el Sur. De su interrelación (fig. 3) se pueden confirmar algunos de los extremos
afirmados anteriormente:
Valencia A: puede ser el catastro colonial que gestionaría el espacio inmediato a la colo-
nia fundacional en torno a 138 a.C. probablemente, pues sólo ocupa el espacio de tierras fér-
tiles y fáciles de explotar en un reducido espacio adecuado a las necesidades de una peque-
ña colonia en sus inicios. El límite Norte vendría fijado por la línea Godella-Alboraia, el mar
y la albufera serían sus límites naturales, mientras que la línea formada por Paterna, Quart y
Xirivella sería el límite occidental.
Valencia B: Intentaría controlar las tierras no gestionadas y/o exceptuadas por la reduci-
da pertica anterior por medio de un catastro de comprensión, y con la intención de poner en
valor las tierras residuales y con mayores dificultades de explotar por su proximidad a los
marjales litorales del territorio valentino, tanto por el norte hasta Puçol, como al Sur de
Valencia A, hasta Silla.
Sagunto: realizaría operaciones de agrimensura asociadas a su territorio entre Almenara
y Puçol, teniendo como límites naturales el mar y las estribaciones de la sierra Calderona.
Edeta: tendría la pertica más grande entre los confines de Valencia A y B, en torno a la
ciudad de Paterna, y Villar del Arzobispo al noroeste; entre la sierra Calderona y Chiva.
Por otra parte, la existencia de la Via Augusta y hasta tres catastros apoyados en diferen-
tes tramos de la misma, las dos perticae valencianas y la saguntina por una parte y quizá un
ramal secundario en el caso de la edetana, demuestra la repetición del mismo fenómeno
observado en el Languedoc, la construcción de las centuriaciones orientadas respecto a la vía
(CHOUQUER et alii. 1983). En ambos casos se debe al condicionamiento fisiográfico típi-
camente mediterráneo de la costa con relieves abruptos y llanuras litorales estrechas que
condicionan la existencia de «corredores de actividad y concentración de infraestructuras» y
explotaciones agrícolas (BACARÍA et alii. 1999, 78) que, como vemos, remonta sus oríge-
nes a estas fechas. Como hemos repetido anteriormente en diferentes casos, las centuriacio-
nes coinciden con la orientación estructural fisiográfica y, concretamente, en las llanuras
litorales tienen la misma orientación que éstas.”
Ahora bien, los trabajos morfológicos retomados en 2003 y las prospecciones permiten
confirmar precisar y matizar algunas de las afirmaciones anteriores.
En primer lugar parece que se trata de una centuriación pequeña con una extensión máxi-
ma teórica definida por 12 decumani y 26 kardines que representan un total de 275 cuadros
centuriales, extendiéndose sobre unos 154,2 km2. Compárese, por ejemplo, con la centuria-
ción de Sextantio-Ambrussum, considerado por F. Favory como un sistema pequeño y que
cuenta con una pertica hipotética de unas 800 centurias (FAVORY 1997, 99). Todo parece
indicar que es la característica propia de las centuriaciones de las estrechas llanuras litorales
de la costa mediterránea, lo cual supone un contratiempo a la hora de interpretarlas en el
marco de importantes asignaciones a veteranos.
Por otra parte, los descubrimientos (cf. infra) realizados en julio de 2003 permiten con-
firmar la antigüedad del trazado de la Via Augusta mientras que el análisis fino del parce-
lario realizado en el sector de la Vall de Segó autoriza a proponer otro asiento de la retí-
cula centuriada (figs. 1 y 5), tomando como kardo maximo teórico el tramo rectilíneo de
la Via Augusta y como decumano maximo teórico el primer trayecto perpendicular que
BONIFICACIÓN DE ZONAS PALUSTRES EN EL AGER SAGUNTINUS 227

Fig. 5. Análisis morfológico sobre el fondo parcelario del espacio comprendido entre el Norte de Sagunto y Almenara y la Vall de
Segó y el marjal de Almenara. Impronta de las unidades del paisaje.
228 Catastros, Hábitats y Vía Romana

parte de Faura y se dirige a Canet d’En Berenguer, cuyo trazado inicial de 3,2 kilómetros
aproximados se detiene a la altura del azagador de Cantarranas, donde se desvía hacia
Canet. Si bien, futuros trabajos deberán ayudar a confirmar dicho asiento de la estructura
parcelaria.
Finalmente, el análisis de detalle del sector donde mejor se conserva la estructura aporta
nuevos elementos para la comprensión de la misma, lo que unido a que las prospecciones
temáticas realizadas han sido especialmente intensas en ese espacio, nos permite integrar los
diferentes aspectos que hemos comentado anteriormente: ocupación del suelo, evolución
diacrónica del paisaje, microtopónimos, estructuras de riego y condiciones edáficas.

3.2. La Vall de Segó


La mayor conservación de la estructura centuriada en el espacio central de la llanura lito-
ral, próxima al trazado de la teórica vía romana, entre dos zonas de características bien defi-
nidas y propias de momentos históricos concretos, ayuda a reafirmar esa antigüedad. Lo que
confirma la idea de que el paisaje de la península y, más concretamente el del País
Valenciano, es un mosaico de unidades paisajísticas yuxtapuestas, fruto de la sucesión de
diferentes formaciones sociales en el mismo espacio (GONZÁLEZ VILLAESCUSA 2002 a,
458), a semejanza de lo que Paul Pascon observó en el hawz de Marrakech11.
De un lado, la estructura agraria de tipo centuriado se aprecia en menor grado, parece
“borrada” en el piedemonte de las estribaciones montañosas (Pic dels Corbs, La Rodana, La
Creu, La Salinera…) a la llegada del barranco de l’Arquet a la llanura litoral, aproximada-
mente en lo que se conoce como Vall de Segó o, antiguamente, les valletes de Sagunt 12.
Un espacio triangular de unas 600 ha que se define entre el piedemonte y una línea forma-
da por el camino de Benavites a la Vall d’Uixó (figs. 5 y 6). Allí se encuentra una zona ocu-
pada preferentemente por cinco poblaciones que remontan sus orígenes a qaryas de época
islámica: Faura, Benifairó de les Valls, Quart de les Valls, Quartell y Benavites. La zona
llamó la atención a P. Guichard (1976, 438-440, documento IX) por el reparto de la toponi-
mia al norte del Palancia, donde dominan fundamentalmente los de carácter clánico y tribal,
y al sur, donde lo hacen los topónimos preislámicos (fig. 7). Es, precisamente, en la Vall de
Segó y especialmente en el triángulo que hemos definido, y en sus inmediaciones, donde la
concentración de topónimos islámicos llaman la atención: l’Arap (l’Arab), Sistar (sin. parti-
dor), Mozmuda, Benifairó, Benavites, Benirriahem –despoblado– Benicalaf –despoblado–,
Benicalet, Faura, Albasset –despoblado-. Todo ello concuerda con el origen islámico del

11 “L’intensification de la mise en valeur du territoire au moyen de la mobilisation de moyens de plus en plus con-
sidérables, ne s’est pas faite aux mêmes endroits, en superposant des techniques plus productives à des techniques
moins productives, mais en colonisant les espaces laissés libres - car hors de portée des moyens de production anté-
cédents”. (Pascon 1983, 8).
12 Es recomendable consultar en el diccionario de P. Madoz (1845) las voces siguientes: valle de segó, llogarets, Santa

Coloma, Benicalaf y Rubau, además de los topónimos de las cinco poblaciones actuales (Faura, Benavites, Benifairó,
Quart y Quartell). En ellos, los correspondientes del político del XIX, desvelan la mayor densidad atribuible el más
que probable origen del poblamiento islámico inicial; a veces son denominados explícitamente como lugares “des-
aparecidos de tiempos de los moros” (Alquería Blanca, Almorig, Garrofera, Frailes (Els Frares) o la Rap (l’Arab o
l’Arap). Durante el tiempo que duró la realización de la obra de Madoz (1834-1845) se encontraban habitados los de
Santa Coloma, Benicalaf (cuya iglesia de Santiago aun está en pie) y Rubau, que más tarde se anexionarían a Faura
o Benavites. Además de un posible despoblado, Quemaló, reconocible en la microtoponimia de la zona y que apare-
ce en la voz Benifairó de les Valls del Diccionario Histórico de la Comunidad Valenciana (Cerdà 1992). Suman en
total no menos de 15 poblados que dan una imagen de la originaria y densa red de alquerías islámicas.
BONIFICACIÓN DE ZONAS PALUSTRES EN EL AGER SAGUNTINUS 229

Fig. 6. Estructuras de riego tradicional y escorredores: Font de Quart y


riego del río Palancia.

Fig. 7. Toponimia de la zona de Sagunto a partir de P. Guichard


(1976, documento IX).
230 Catastros, Hábitats y Vía Romana

poblamiento actual de la zona. Lamentablemente no disponemos de testimonios sobre cada


uno de los topónimos citados en el Repartiment de Jaime I, pues la zona es denominada
siempre con el topónimo colectivo de Vall de Segó. Así, solamente encontramos dos asien-
tos del Repartiment (CABANES, FERRER 1980) que nos hablen de esta unidad geográfica
homogénea. En primer lugar el asiento 371 que quizá pueda añadir una alquería más,
Beniarrés13, salvo que se trate de la misma alquería Benirriahem citada anteriormente; mien-
tras que el asiento 1825 confirma una concesión de unas heredades que se encuentran en
Murviedro y Segon (sic). Las mismas circunstancias concurren cuando acudimos a las car-
tas puebla de la zona. En la otorgada por Jaime I a los habitantes de Morvedre y su raval en
1248, se cita el valle de Segó con ocasión de la confirmación del régimen y ordenamiento
de las aguas de riego de esta zona y de las que transitan por Murviedro se siga realizando
como fuera costumbre en tiempos de los sarracenos14 (GUINOT 1991, carta 71). Por otra
parte, en la carta de perdón y nuevas condiciones de poblamiento a los musulmanes de la sie-
rra de Eslida, Betxí, la Vall de Segó, d’Alfara, Altura y Gaibiel por su alianza en la guerra
con los castellanos, se vuelve a citar la “los moros de la Vall de Segó” sin distinción alguna
de las alquerías que conforman esta unidad del paisaje uniforme.
El análisis morfológico de este espacio evidencia un estilo parcelario característico del
riego islámico en otros lugares como regularidad orgánica (GONZÁLEZ VILLAESCUSA
2002 a, 141-146). Precisamente se localiza en el mismo espacio un sistema de riego origi-
nado en el sistema de la fuente de Quart de les Valls que, por medio de brolladores o ullals
dispone de un caudal saliente estimado en unos 40.000 litros / minuto en el año 1968. Caudal
que se deriva hacia el llano por medio de cuatro grandes acequias (fig. 8): Septí, Benavites-
Almenara, Enmig y Jugadora, que riegan 465,42 ha preferentes y hasta 1.717,24 ha más
eventuales en caso de que estén satisfechas las primeras. Siguiendo las descripciones de
Pedro Pérez Puchal (1968, 93-94) se ha podido restituir sobre la fotografía aérea su morfo-
logía e impronta en el espacio analizado. Este sistema riega la zona triangular definida ante-
riormente entre la fuente de Quart y Almenara, por un lado, y entre la misma fuente y la par-
tida de Albasset, por otro, allí donde no llega el riego del Palancia (fig. 6). El triángulo se
cierra entre Almenara y la partida de Albasset, donde se encontraba un antiguo poblado des-
aparecido en el siglo XV (PÉREZ PUCHAL 1968, 94), por una línea coincidente aproxima-
damente con la N-340, a partir de la cual, las acequias de riego se convierten en escorredo-
res, drenando el llano y el marjal. Merece la pena destacar la proximidad entre las dimen-
siones del espacio triangular (600 ha aproximadas) y las 465 que tienen derecho a agua pre-
ferente. Podríamos identificar sin mucho margen de error las tierras regadas por derecho pro-
pio de la fuente de Quart aquellas que se encuentran por encima de la línea que cierra el
triángulo, coincidente con el camino de Benavites a la Vall d’Uixó.
Por otra parte, el reconocimiento de la estructura centuriada de origen antiguo se ve limi-
tado por el límite superior de los marjales litorales, definido sobre los actuales suelos hidro-
morfos y un estilo parcelario típico de drenajes de antiguos humedales aunque, en su aspec-
to actual, la morfología agraria deba relacionarse con los drenajes de época moderna y con-
temporánea. No obstante, sobre estas cuestiones incidiré más adelante.

13 “(Gonçalvo Ruiz d’Udala: domos in Alquería de Beniarres, de valle de Sego, et sunt de Iucef de Mosca; et III
iovatas in hereditate dicti mauri. Idus iunii) (X).”
14 “(...) Volumus etiam et mandamus quod aqua vallis de Segon et aqua que transibit per Murumveterem dividatur et

inde regetur secundum quod tempore sarracenorum fuerat consuetum, hoc tamen fiat libere et sine aliguo tributo. (...)”
BONIFICACIÓN DE ZONAS PALUSTRES EN EL AGER SAGUNTINUS 231

Fig. 8. Partidores de la alberca de la Font de Quart.

4. Prospecciones del paisaje

4.1. Comprensión y zonificación de las unidades del paisaje


Las prospecciones realizadas y el análisis de las formas del paisaje nos han permitido
adentrarnos en la realidad del paisaje y en la definición de diferentes unidades paisajísticas
(fig. 9).
Un valle dominado por el poblamiento islámico y la regularidad orgánica con suelos bien
regados y susceptibles de ser explotados con una escasa intervención, coincidente con la Vall
de Segó (figs. 6 y 9).
Una llanura litoral dominada por la orientación del parcelario de tipo centuriado con suelos
aptos para el cultivo aunque necesitada en algunos puntos de drenajes y sistemas de evacuación
de aguas para evitar el encharcamiento de las aguas de escorrentía que bajan desde la montaña
y alcanzan una llanura con escasa o nula pendiente. En estos espacios encontramos (datos de la
prospección en esta misma obra) imágenes de superficie de posibles asentamientos de la anti-
güedad y algunos espacios más elevados de suelos hidromorfos, donde se confunden las líneas
de escorrentía y los desagües antrópicos y las acequias de riego por otro (fig. 10).
Una zona, donde dominan los suelos hidromorfos y las líneas de costa actual que coinci-
den con los límites de los marjales de época reciente y de suelos grises y arenosos (fig. 11).
Los asentamientos detectados parecen corresponderse en época medieval islámica y cristia-
na con el límite interior del antiguo marjal, aunque se encuentra algún caso de dispersión de
materiales de época antigua en el corazón de la zona. Dominan las formas agrarias típicas de
desecación de antiguas marismas y desaparecen por completo las formas propias de la anti-
güedad y de la regularidad orgánica.
232 CATASTROS, HÁBITATS Y VÍA ROMANA

Fig. 9. Documento de síntesis de las estructuras agrarias y unidades del paisaje.


BONIFICACIÓN DE ZONAS PALUSTRES EN EL AGER SAGUNTINUS 233

Fig. 10. Documento de síntesis de las líneas isoclinas a NG-29º E conservadas en el paisaje y su interrelación con los hallazgos de
inscripciones y asentamientos antiguos.
234 CATASTROS, HÁBITATS Y VÍA ROMANA

Fig. 11. Escorredor del Camí del Realenc sobre suelos pardos hidromorfos (generados sobre
limos pardos con cantos de albufera) identificables por su color gris, textura arenosa y capa
freática alta evidenciada por la presencia de agua en el canal en pleno estiaje (julio de 2003).

Al sur del sector analizado en detalle, la ausencia de líneas isoclinas con el parcelario anti-
guo se ve compensada por una mayor frecuencia de las formas propias del regadío del
Palancia ligado a las acequias que transcurren por el cono aluvial del río: Montíber, Torreta,
Almardà y Major en la margen izquierda y Almudàfer en la derecha (MATEU 1989, 175-176,
fig. 5; MARCO, MATEU, ROMERO 1994, 31-35), regando un total de 4.068 ha (fig. 9).
Como zonas residuales cabe destacar los piedemontes del Pic dels Corbs, el Pontalge, y
de Almenara, la Murtera, en los que las formas agrarias son parcelarios en bandas que podrí-
an relacionarse con la conquista de tierras de la última expansión agraria entre el siglo XVIII
y principios del XX (fig. 9).
BONIFICACIÓN DE ZONAS PALUSTRES EN EL AGER SAGUNTINUS 235

4.2. Reconstrucción del paisaje histórico


Algunos elementos permiten aportar algunas hipótesis sobre la evolución del paisaje. El
elemento clave es el tramo en que el Camino Viejo de Almenara desaparece y forma una
bayoneta para reconstruirse, paralelo, a una distancia de 247 metros y seguir el trazado teó-
rico de la vía antigua unos 383 metros más hacia el Noreste, en dirección a Almenara.
La observación de la cartografía y fotografía aérea permitió la identificación de algunos
elementos de reflexión: de un lado la llegada a la zona del Barranc de l’Arquet, y de otro la
presencia del topónimo les Marjaletes (figs. 1 y 12). La llegada de las aguas de escorrentía
a la zona debía inundar el paso de la vía y debió destruirla a lo largo de su vida milenaria, lo
que provocaría la anomalía morfológica en ese espacio. Por otra parte, el topónimo y la eda-
fología aportan los límites más antiguos del espacio inundable de la antigüedad. El topóni-
mo coincide con el límite superior de la unidad de suelo 34 (RUBIO et alii 1995), suelos par-
dos hidromorfos y pardos calizos, caracterizada por haberse desarrollado sobre limos pardos
con cantos de albufera, con una capa freática alta. La cartografía histórica también ayuda a
interpretar esta zona de la misma manera. El mapa a escala 1:50.000, 668-Sagunto de 1945
grafía con la leyenda correspondiente a los marjales entre el punto que se inicia la bayoneta
y desaparece el trazado rectilíneo de la Via Augusta, hasta 800 m al sur (figs. 1, 2, 5, 9 y 12).
Según esta cartografía el límite interior de la zona de marjal sería la propia Via Augusta y la
actual vía del tren. En el momento de las prospecciones, en julio de 2003, pudimos compro-
bar que el trazado elevado del ferrocarril estaba construido sobre desagües de evacuación de
aguas sobrantes, encontrándose inundados en aquel momento.
Las formas de las parcelas en les Marjaletes abundan en esta idea, parcelas estrechas y
alargadas coincidentes con la orientación de la centuriación, entre la N-340 y la Via Augusta,
que hacia el Norte y el Sur van inclinándose hacía el punto central, conservando aproxima-
damente la misma orientación, donde atraviesa la vía romana, evidenciando el microrrelieve
de una pequeña cubeta (microtopónimo: la Foia) cuyo ápice se encuentra en la zona más
deprimida por donde drenan las aguas de escorrentía.
En la zona puede identificarse la conjunción de límites parcelarios donde se unen dos
funciones, el riego y el drenaje, poniendo en evidencia las características del paisaje antiguo.
Las formas agrarias de la zona confirman hoy estos datos. Se trata de una pequeña depresión
donde los límites de campos forman un drenaje que derrama el agua excedentaria y prolon-
ga artificialmente el barranc de l’Arquet hasta el mar por medio de una acequia de drenaje
o escorredor que constituye el límite de término entre Faura y Benavites.
Las prospecciones identificaron a 4,2 metros al Oeste del trazado teórico de la Via
Augusta unas losas de grandes dimensiones que se encontraban no lejos de su emplaza-
miento original, pero removidas, en el cauce del drenaje mencionado anteriormente (fig. 14).
Finalmente, la conjunción de datos derivados de la dispersión de yacimientos en las uni-
dades de suelos diferenciadas aporta un elemento concluyente. Hay una buena presencia de
yacimientos a orillas del antiguo límite de marjal (Marjaletes, Realenc, aunque en este caso
se prolonga la dispersión de materiales dentro de los suelos hidromorfos, y Estació de les
Valls), todos ellos con materiales recogidos en superficie que fechan los momentos más anti-
guos entre los siglos II y I a.C.). Mientras que otros yacimientos como es el caso de
Mansegar o Pozo Cuadro se encuentra en la unidad 34 de suelos hidromorfos, aunque en este
caso uno de ellos, Pozo Cuadro, sólo remonta su origen, a inicios del siglo siglo I a.C.
Llegados a este punto los elementos de reflexión están servidos:
El trazado de la vía antigua se construye sobre una zona de marismas activas en un
momento que aun no podemos determinar con los conocimientos actuales.
236 CATASTROS, HÁBITATS Y VÍA ROMANA

Fig. 12. Fotograma 6796 del “Vuelo americano” de 1956. Sector de Les Marjaletes donde puede apreciarse:
1. En primer lugar el trazado en bayoneta del Camí Vell d’Almenara.
2. La desaparición de la fosilización de la Via Augusta en ese trazado en bayoneta, aunque se perpetúa la vía antigua por
algunos límites de parcelas.
3. La localización de las losas que pueden corresponder a la vía antigua (fig. 14).
4. El contraste cromático entre los suelos hidromorfos, hasta les marjalotes, y los suelos sobre tierra firme desde antiguo.

Desaparición del tramo de calzada en el punto más interior de llegada de la marisma.


Presencia de losas que podrían atribuirse a una antigua vía a escasa distancia del empla-
zamiento original del trazado de la Via Augusta, allí donde el Camino Viejo de Sagunto a
Almenara no se conserva.
Presencia de asentamientos romanos en suelos hidromorfos que en algún momento se
han encontrado en la zona de influencia de las marismas.
Cabe proponer, como hipótesis de trabajo, que la vía romana en el trazado reconocible
hoy atraversaría en la zona de les Marjaletes, un espacio inundado que sería desecado pre-
viamente, probablemente por la propia estructura agraria centuriada, lo cual explicaría la
presencia de los asentamientos antiguos en el antiguo espacio de marjal y en las orillas del
mismo. La dejación y abandono post-antiguo del sistema permitieron la inundación de un
tramo de la antigua calzada por la transgresión del marjal que, posteriormente, sería de nuevo
desecado, pero desplazando la carretera para facilitar el drenaje de la zona. Datos que debe-
rían encontrarse en el corazón de una futura reflexión sobre el paisaje de la zona.

4.3. Contribución al análisis del poblamiento


Las prospecciones paisajísticas han contribuido a perfilar el conocimiento que se tenía
sobre la dispersión del poblamiento y a definir los datos derivados de la prospección. En una
zona de difícil prospección por la omnipresencia de cítricos y de depósitos sedimentarios de
importancia, las prospecciones temáticas derivadas del conocimiento de los elementos con-
figuradores del paisaje han contribuido a aumentar cuantitativamente los datos y a dotarlos
cualitativamente de significado.
BONIFICACIÓN DE ZONAS PALUSTRES EN EL AGER SAGUNTINUS 237

Fig. 13. Montaje donde se ve la llanura litoral al Norte de Sagunto, al Sur de la figura 8 desaparece la traza fósil de la vía antigua.
A la derecha la Vall de Segó, apreciándose la ligera depresión de les Marjaletes y la necesidad de drenar este espacio por medio de
escorredores, cuya evidencia se manifiesta en las alineaciones de cañaverales.

Empezando por la presencia de dispersiones de materiales a lo largo de los ejes isoclinos


con la estructura centuriada y plasmados en el suelo, existentes, en el terreno o siguiendo con
las imágenes de superficie de asentamientos que se encontraban en la confluencia de nódu-
los de varios caminos. Solamente incidiremos en dos casos de clara relación con la morfo-
logía del paisaje. De un lado, la presencia de yacimientos clasificables como una posible
villa en un ángulo de una centuria teórica pero además rectificada, plasmada, en el suelo por
sendos caminos y límites de términos municipales; los ejemplos más significativos son los
de la Iglesia de Benicalaf o la Alquería Blanca, aunque también Realenc, Marjaletes, Estació
de les Valls o el Camí del Donçell. Por otro, la explicación de la “deformación” del by pass
de la Via Augusta hacia Sagunto en el Camino Viejo de Almenara y en el emplazamiento del
motor de la Placeta por la presencia de un posible asentamiento revelado por materiales en
superficie aunque insuficientes para catalogarlos como un yacimiento. La presencia en la
inflexión de la vía y el hecho de encontrar algunos restos de caminos coincidentes con su tra-
zado rectilíneo, al Norte, previo a su “deformación”, autoriza a pensar que esa distorsión
existe desde antiguo y el posible asentamiento ejerció un alto poder de atracción que desvió
la vía, o bien la ubicación del asentamiento se previó en el lugar preciso en que se bifurca
hacia la entrada a la ciudad o sigue, camino de Valentia. Sería interesante plantearse y com-
probar la posibilidad de que la mansio de Saguntum que aparece en las fuentes (Ripollés
1999, 261) pudiera identificarse con ese nódulo o confluencia de caminos.
La presencia de asentamientos de larga duración en la confluencia de nódulos se relacio-
nan con aquellos donde confluyen varios caminos tienen una larga duración entre mediados
del siglo I a.C. y época califal. Perdurabilidad que generaría esa confluencia de caminos y
consiguiente multiplicación de accesos que conducen a los asentamientos.

5. Propuestas de interpretación
Llama la atención el vacío de poblamiento ibérico de la llanura litoral al Norte y Sur del
Palancia. La excepción viene definida por asentamientos sobre cierta elevación (Cabeçol y
Cabeçolet) respecto de la llanura que pueden tener un carácter estratégico por su ubicación
junto a la vía natural que precedió a la Augusta. Otra excepción es la partida de Terrer,
donde apareció una escultura ibérica de un toro, en llano, aunque sin otros hallazgos signi-
ficativos. Por lo demás, hasta el siglo III a.C. la franja litoral no parece estar poblada,
encontrándose los yacimientos a partir de las cotas de 100 m s.n.m. y en el valle del
Palancia (MARTÍ BONAFÉ 1998, 241). Lo cual no debe interpretarse en ningún momento
238 CATASTROS, HÁBITATS Y VÍA ROMANA

Fig. 14. Marjaletes. Escorredor donde aparecieron las losas que pueden atribuirse a una
vía antigua o medieval a unos 4 m del trazado teórico de la Via Augusta.

como un desinterés de la población indígena por las marismas litorales, sino como una
estrategia productiva diferente, de subsistencia y de unos modos de explotación enmarca-
dos en una economía local en la que priman los productos diversificados (mayor valor pro-
teínico, caza, pesca recolección, leña...) con un alto valor de uso (VIDAL 1983, 14) y gran
capacidad de automantenimiento, autoreparación y autoreproducción (TOLEDO 1993, 203-
204); mientras que las transformaciones de los medios húmedos, los ecosistemas transfor-
mados, son inestables y requieren de un gasto energético para su automantenimiento
(Ibidem), tienen un alto valor de cambio y son más propios de poderes fuertes, capaces de
ejercer un control sobre los individuos y las colectividades (LEVEAU 1997, 14-16), inte-
grándose en una escala económica regional (LEVEAU 2000, 183).
BONIFICACIÓN DE ZONAS PALUSTRES EN EL AGER SAGUNTINUS 239

Aunque los materiales de prospección no permiten precisar más la cronología, el llano


empieza a poblarse entre el siglo II y I a.C., si bien algunos materiales con un margen de pro-
ducción más restringido están sugiriéndonos la segunda mitad del siglo I a.C. Independiente-
mente de que planee sobre estos hechos la fecha de ca. 54 a.C. como acceso al rango colo-
nial de la ciudad de Sagunto y cualquiera que sea el momento preciso, entre el siglo II y el
I a.C. la llanura litoral se ve poblada por villae y otros establecimientos agrícolas como con-
secuencia del rápido efecto que tiene la integración de una región en el Imperio sobre el hábi-
tat, las estructuras agrarias y las producciones agrícolas (LEVEAU 1993 b, 69). También
cabe la posibilidad de que el poblamiento de la estrecha franja litoral, la explotación de nue-
vas tierras y nuevas producciones agrícolas sean las circunstancias que preparen y determi-
nen, finalmente, el ascenso al rango colonial y que hacen que Arse acabe llamándose defi-
nitivamente Saguntum a mediados del siglo I a.C.
Para ese mismo período, C. Aranegui, (2002 a y 2002 b) propone lo siguiente: “Pese a lo
incompleto de la documentación que ahora tenemos, se pone de manifiesto que Sagunto fue
objeto de una reconstrucción en la que la impronta de Roma es palpable desde el punto de
vista técnico, urbanístico, artístico e ideológico, lo que es tan excepcional en el panorama
ibérico de la época que deja la puerta abierta a ver en ello una intervención dirigida por
Roma con el firme propósito de romanizar la población a través no sólo de la dotación de
alguna infraestructura urbanística, sino de algo tan relevante como son los usos religiosos
patrios (...) ya que ciertamente la ciudad debió revestir un aspecto muy distinto al de otras
ibéricas de su entorno y parecer a quienes la visitaron pasado el tiempo, muy antigua.”
(ARANEGUI 2002 a, 252).
Ahora podemos añadir que esa intervención de Roma no sólo se manifiesta en la ideolo-
gía local o en las infraestructuras urbanas sino en algo menos visible hasta ahora, como es la
organización de los espacios agrarios que la rodeaban y su explotación. Aún es más, pode-
mos parafrasear a Philippe Leveau (2000, 179) cuando, refiriéndose a la colonización agra-
ria de Arles, nos recuerda que el lugar incontestable del comercio, en nuestro caso en la eco-
nomía saguntina, ha hecho olvidar que la colonización romana es ante todo agrícola y privi-
legia los bienes raíces.
Existen otros hechos concurrentes que no podemos olvidar. La zona estudiada con mayor
detalle, la Vall de Segó, muestra una riqueza extraordinaria relativa a su explotación agraria
desde época romana, en las proximidades del límite más alto de los marjales litorales. Fue
G. Alföldy quién, en 1977, afirmó que las inscripciones de la influyente familia de los Baebii
halladas en el territorio de Saguntum (en la Vall de Segó, en la llanura y las colinas inme-
diatamente al Sur de la ciudad, y en la llanura al Sur del Mijares) “podrían haber sido la base
económica que aseguró el ascenso de los Baebii (...)” (ALFÖLDY 1977, 29 y fig. 4), preci-
samente donde encontramos las principales manifestaciones de la estructura centuriada. Si,
por otra parte, prestamos atención a todas las inscripciones de la vall de Segó (BELTRÁN,
1980, nos 291-307; CORELL 2002), se trata de 18 epígrafes15 que nos ofrecen una variada
muestra de las familias más influyentes de Saguntum: Baebii, Fabii, Aemilii, Caecilii,
Calpurnii y Cornelii, precisamente las seis familias más representadas en la epigrafía sagun-
tina, con excepción de los Sergii, y que coinciden en cuatro casos con los gentilicios de los
magistrados monetales de las emisiones del período colonial: Aemilii, Baebii, Calpurnii,

15Siete en Benavites-Benicalaf, tres inscripciones en Faura, dos en Benifairó, tres en Alquería Rugama, dos en
Quartell y una en Quart.
240 Catastros, Hábitats y Vía Romana

Fabii. Es decir, estamos hablando de las grandes familias que poseían haciendas a orillas de
las marismas litorales, algunas de las cuales, como los Baebii, financiaron mediante actos de
evergetismo la construcción del foro de Sagunto, o algunas de las familias cuyos ediles colo-
niales acuñaron las monedas de las décadas en que la ciudad fue una colonia. Puede que todo
sea una coincidencia, pero los indicios estimulan a reflexionar sobre un mismo ambiente
económico y social en el que la colonización agraria de nuevas tierras, el ascenso al rango
colonial, y la acuñación de cuatro emisiones coloniales, parecen interrelacionados sin que
por el momento podamos pronunciarnos sobre el orden causa-efecto entre unos y otros.
Incluso, la acuñación de cuatro cortas series de monedas, pudieron aumentar el numerario
necesario para unos trabajos de bonificación agraria y responder a un acto de evergetismo de
las familias que sacarían un provecho de esas nuevas tierras, facilitando esa política integra-
dora de la ciudadanía romana (GAUTHIER 1981) que determinó el cambio que se produjo
en el nexo tierra-ciudadanía desde principios del siglo I a.C. y que fomentó la posibilidad de
convertir en ricos hacendados a la aristocracia indígena (FINLEY 1986, 113, 192). Pero a
cambio de una profunda transformación de las estructuras de la propiedad indígena y de los
sistemas productivos: la supresión de los comunales, el ager compascuus, en beneficio de
fundi privados, tal y como fue descrito por Max Weber a principios del siglo XX (2001, 339).
La aportación de Roma en Sagunto, más allá de alguna infraestructura urbanística y de
las costumbres religiosas, es algo aún más “apreciable” y cuantificable, pues pudo poner las
herramientas de su poder a disposición de las élites indígenas que se afanaron en una empre-
sa de bonificación y conquista de nuevas tierras (LEVEAU 2000, 183). La romanización ide-
ológica sería cosa fácil tras ampliar considerablemente las haciendas de los Baebii, Fabii...,
y los demás notables de la ciudad.
Las emisiones monetales coloniales por su reducida emisión son insuficientes, por sí
solas (unas 120.000 monedas), para financiar los trabajos de desecación, hipótesis que había
barajado hasta una conversación con P.P. Ripollés en la que comparamos el posible volumen
emitido de moneda durante el período colonial con los únicos datos que conozco sobre cos-
tes de desecación de marjales, la inversión inicial para construir el emisario que drenó el lago
Fucino en época de Claudio: “Por lo que toca a los trabajos del lago Fucino, vio tanto pro-
vecho como gloria en emprenderlos, porque muchos particulares habían propuesto encar-
garse de los gastos, a condición de que se les cediese el terreno que quedase en seco. A fuer-
za de grandes trabajos quedó terminado este canal, habiendo tenido que abrirlo en una lon-
gitud de tres mil pasos a través de una montaña, de la que hubo que cortar una parte y arra-
sar la otra. La obra duró once años, habiendo trabajado en ella sin reposo treinta mil hom-
bres16.” O en la zona de la Punta de la ciudad de Valencia a finales del siglo XIV (Glick,
1988, 141) donde los trabajos de avenamiento se prolongaran tres años y medio durante los
cuales trabajaron cada día veinte o treinta hombres, elevando el monto total de la operación
a 78.634 sueldos y 9 dineros, cifra que comparada con otras de la época nos da una idea de
la dimensión de la inversión (GONZÁLEZ VILLAESCUSA 1999, 2002 a, 417). Aunque
M.I. Finley sacaría mejor provecho del cotejo entre la financiación de los trabajos en el ejem-
plo antiguo y en el medieval, puede aventurarse alguna propuesta. En el caso antiguo, los

16C. Suetonio, Tranquilii vita divi claudi, XX, 3: Fucinum adgressus est non minus conpendii spe quam gloriae,
cum quidam privato sumptu emissuros se repromitterent, si sibi siccati agri concederentur. Per tria autem passuum
milia partim effosso monte partim exciso canalem absoluit aegre et post undecim annos, quamuis continuis XXX
hominum milibus sine intermissione operantibus.
BONIFICACIÓN DE ZONAS PALUSTRES EN EL AGER SAGUNTINUS 241

gastos de financiación corrían por cuenta de los propietarios privados e individuales que
amortizarían su inversión en especie, con la propiedad de la tierra que “quedase en seco” (si
sibi siccati agri concederentur); mientras que en el caso de finales de la Edad Media, es la
propia ciudad de Valencia, el Consell, y la Iglesia, quienes realizan los trabajos de bonifica-
ción pero eximiendo del diezmo durante los 10 primeros años a los que arrendaran la tierra.
Además de la financiación de los gastos bélicos, la acuñación de moneda de las ciudades
próximas a los distritos mineros andaluces (Cástulo, Obulco...) aparece ligada a la financia-
ción de los pagos y de los gastos de infraestructura de las societates de publicani que explo-
taban las minas del sur peninsular (ARÉVALO 2000, 41, citando a GARCÍA-BELLIDO
1998). La relación de las emisiones monetales ligadas a las explotaciones agrícolas está
menos demostrada porque su mayor presencia en torno a los núcleos relacionados con la pro-
ducción, recolección, comercialización de productos agrícolas que servirían para “el mante-
nimiento y mejora de las instalaciones que permitían y facilitaban su distribución y comer-
cialización” (ARÉVALO 2000, 50) equivale a afirmar prácticamente la presencia de mone-
das por todo el Imperio, como así ocurre de hecho. Sin embargo en lo sucesivo habrá que
preguntarse por la relación entre acuñación de moneda y los trabajos de bonificación agrí-
cola de antiguos espacios húmedos o con roturaciones que debieron ser numerosas en la
máxima expansión agrícola imperial.
La significación histórica de esta operación de valorización y “creación” de nuevos sue-
los y haciendas agrícolas debe ser integrada en un contexto diferente al de una asignación de
tierras a colonos llegados del exterior, siguiendo, fundamentalmente, los trabajos de
F. Favory (1997) y E. Gabba (1989, 1992). La instalación de colonos itálicos en tierras de
comunidades indígenas aliadas, tradicionalmente de Roma, y de Pompeyo en el conflicto que
costó la destrucción a Valentia, no es un escenario frecuente. Como en el caso de Nîmes, el
ascenso al estatuto de derecho latino significa la ciudadanía para las élites indígenas y sus
sucesores y el acceso a las magistraturas urbanas superiores. El ascenso a colonia de
Saguntum no significa obligatoriamente ni la instalación de colonos ni operaciones de limi-
taciones romanas. Por ello, el trabajo de datación de la limitación observada por medio de
métodos de arqueología dinámica de las formas del paisaje debe seguir pendiente para dejar
abiertas otras posibilidades. Si bien hay un acontecimiento especialmente candidato para
definirse como génesis de la estructura agraria a mediados del siglo I a.C., su datación debe
seguir apoyándose en el conocimiento de la implantación y evolución del sistema agrario, de
los asentamientos que explotan el territorio y la apertura de nuevas perspectivas con la obten-
ción de datos positivos derivados de una arqueología del paisaje.
Con los datos de que disponemos los protagonistas de esta situación son más agricultores
indígenas que colonos romanos, eso sí, se trata de una función “civilizadora” y reestructurado-
ra de la sociedad ibera saguntina, de carácter político, territorial, agrícola y urbano que pudo
significar la racionalización “a la romana” del espacio agrario, la creación de nuevos fundi, la
transformación de la propiedad colectiva en beneficio de propietarios privados, la introducción
de nuevos cultivos especulativos que darán lugar a los célebres vinos saguntinos17 que son un

17 De los que encontramos testimonios directos o indirectos en los textos antiguos (Plinio, Plinio el Joven, Juvenal,
o Marcial), las ánforas Dressel 2-4 saguntinas y sus alfares, los contrapesos de torcularium de los yacimientos del
Trull dels Moros o de Pozo Cuadro, en la orilla o en la unidad de suelos hidromorfos, testigos del antiguo marjal;
en el santuario dedicado a Liber Pater en la Muntanya Frontera, divinidad protectora del cultivo de la vid..., en fin,
testimonios cuyas más antiguas noticias parecen remontar al período tardorrepublicano (ARANEGUI 1991, 50).
242 CATASTROS, HÁBITATS Y VÍA ROMANA

marcador de desarrollo económico y romanidad (LEVEAU 2003, 332), y todo ello en el con-
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rán partido por los ejércitos finalmente derrotados y recompensa a las ciudades aliadas.

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