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TABLA DE CONTENIDO
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1. PRESENTACIÓN: De las cenizas de la revolución a los
vientos estabilizadores de la unidad nacional.
Pareciera repetirse 100 años después, México sale de una guerra que lo
dejá quebrado tanto en lo social, como en lo político y económico; y buscará,
necesariamente, la estabilidad. Los diez sangrientos años de la etapa armada de
la Revolución Mexicana (1910-1920) trajeron la esperanza de una nueva nación,
de un país más justo, pero por lo pronto dejaron al país en el limbo, en las cenizas
del fuego revolucionario que parecía difícil apagar tras la leña de la ambición de
poder de los caudillos.
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Empieza el “maximato”, gobierno de facto del Jefe Máximo: Plutarco Elías Calles, quien estaba
por encima del mismo Presidente de la República.
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menos, se fugaba el capital extranjero, se afrontaba crisis de divisas (Hansen,
1976).
2
Hansen, 1976: pp.47.
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3. La cultura nacional inventada: la unidad.
“Para ser mexicanos, en el cabal sentido cultural del término,
deben dejar de ser lo que son y adoptar la cultura nacional”.
Guillermo Bonfil Batalla3.
3
Bonfil Batalla, 1991: pp.120.
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indigenismo (reivindicar al indio, recuperar lo ancestral, devolverle valor al
oprimido, al perdedor, pues a la larga era la mayoría). (Pérez Montfort, 2006).
Fue esta última corriente, la del indigenismo, la que fue agarrando fuerza y
se fue consolidando como componente importante de la cultura popular; misma
que se vería reflejada en el teatro, el cine y la prensa. Lo indígena; antes marginal,
feo, ignorante, inferior; pasa a ser fuente de primera plana, inspiración de arte y
cultura mexicana, estética e intelectualidad. Un ejemplo es “la india bonita”, fruto
de un concurso de un periódico capitalíno que buscaba reivindicar la belleza
indígena, y el “indio mexicano” de las historietas y el cine. Estas figuras empiezan
a volverse estereotipos que se suman a otros estereotipos pos-revolucionarios
mestizos ya impuestos arbitrariamente a la cultura nacional homogeneizante: el
charro y la china poblana bailando su jarabe tapatío. Tenemos ahí el conjunto
gráfico donde cabe todo el país, donde cabe toda la nación, donde cabe todo el
proyecto de cultura nacional. El proyecto cultural es un proyecto de arte popular
único y unificante.
Así fue como se definió, oficialmente, casi por decreto, el proyecto cultural
de México, hilo conductor del proyecto de una nación que se reconstruía. Se
incorporó al proyecto educativo oficial (José Vasconcelos) y tuvo eco en artistas,
actores, intelectuales y políticos. Todo estaba definido, México era uno sólo, había
identidad cultural, el pueblo mexicano estaba unido, aunque todo fuera un invento,
un imaginario como herramienta política y artística. (Pérez Montfort, 2006). Así
fue, pero ¿cómo debió ser?.
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4. La cultura nacional construida: la diversidad.
La idea que nos propone Bonfil Batalla nos sugiere respuestas a este tipo
de preguntas. El concepto de cultura nacional sería más bien un costal amplio
donde caben múltiples expresiones diversas, que de fe de la pluralidad de la
4
Pérez Monfort, 2006.
5
Bonfil Batalla, 1991: pp.121.
6
Ibidem, pp.120.
7
Ibidem, pp. 121.
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sociedad. Esto definiría el reto de la convivencia, de la capacidad organizativa de
interacción e intercambio desde la diferencia, compartiendo unas fronteras y una
nación, pero en un “dialogo constante” que permita mantener la diversidad como
elemento integrador. (Bonfil Batalla, 1991). No sólo es el reto de México, la
diversidad étnica y la pluralidad cultural son aspectos que salen a flote a nivel
mundial, cada vez con más fuerza. La identidad étnica, los grupos étnicos, la
marginalización, la integración al estado-nación, la tensión entre oriente y
occidente, son todas estas variables, entre otras, las que nos dejan ver que el
problema de la cultura es un asunto global y presente, y que está anclado en las
relaciones de poder en la idea de globalidad. (Varela, 1994).
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segunda el arte y en esta última la herramienta principal son los medios de
comunicación, sobre todo la televisión. El caso es que la mexicanidad ha sido una
construcción constante, con tropiezos y dificultades, pero decidida y sin
interrupciones. Como observador externo puedo decir que la cultura nacional
mexicana, impregnada de nacionalismo (muchas veces irreflexivo), se puede ver a
leguas, incluso dentro del reconocimiento mismo de la gran diversidad de este
país. El discurso parece haber calado muy bien. La inyección quedó bien puesta,
la dosis parece ser reforzada cada vez que es necesario. Me atrevería a decir, con
todo el respeto y amor que tengo por esta tierra y sus habitantes, que a los
mexicanos el doctor al nacer no les da una palmadita en la cola sino que les aplica
su inyección de nacionalismo.
Esa inyección natal de cultura nacional los acompaña por el resto de sus
vidas, y produce cosas tan brillantes como tan contradictorias. Sólo nos basta
rezarle a la Virgen de Guadalupe o pedirle a la Santa Muerte para que la inyección
natal no se convierta en inyección fatal para una nación que no termina de
construirse, y que a veces pareciera desperdiciar tan inmensa riqueza natural y
cultural. La historia social nos permite entender como el acumulado de identidad
cultural ha moldeado a esta nación a través de intereses y luchas por el poder;
pero también nos deja claro, por fortuna, que más allá del arraigo de los símbolos
y del peligro irracional de sentirse los mejores; todo está por construir. El mosaico
cultural es ilimitado.
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6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- HANSEN, Roger D., 1976, La política del desarrollo mexicano, México, Siglo XXI
Eds.: “Revolución y reforma: 1911-1940”, pp. 42-56.
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