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La Jornada de Caracas 1567-1568

Cronología e historia crítica

Juan Ganteaume A.

A los caraqueños de ayer,

que amaron a Caracas mucho antes que esta naciera.

A los caraqueños de hoy,

que no dejan de amarla, desde su primer Día...

Índice

Siglas y Bibliografía

Nota introductoria

En el valle de Cáncer (Preludio a la Jornada)

Primera Parte: El año de la fundación.

El problema concreto de la fecha de la fundación. Estado incierto de la cuestión

Prueba A: Capitularidad Pro Tempore

Prueba B: Quo Vadis

Prueba C: Ponce Dixit

El huevo, o la gallina...

Prueba D: Declaraciones de testigos. Data de la fundación

Caraballeda, la primogénita

Indicios adicionales

Guaicaipuro manso

Segunda Parte: El año de 1567


1567 y el “Factor Oviedo”

Las fuentes

El plan de conquista

Indios, corsarios y conquistadores, todos en pos de la costa

Bontemps & Lovell, ltd.

Valier quema Borburata

Valier pretende derechos de conquista

La Batalla de Maracapana

Finalmente San Francisco

En Caracas, Santiago no es santo de devoción

Siglas y Bibliografía

Siglas

AAC Archivo Arzobispal de Caracas.

AANH Archivo de la Academia Nacional de la Historia, Caracas.

AGI Archivo General de Indias, Sevilla.

AGN Archivo General de la Nación, Caracas.

BANH Colección “Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia”, Caracas.

Bibliografía

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Nota Introductoria

Numerosos historiadores han dedicado tiempo en el empeño de fijar la fecha exacta de la


fundación de Caracas, pero con poco éxito, en definitiva.

Juan Ganteaume en este estudio establece una tesis muy convincente que la fundación fue en
marzo de 1568, pues lo que hubo antes (1567) fue el poblamiento (o el repoblamiento) de la San
Francisco de Fajardo.

Datos muy precisos y atinentes aporta este autor para sostener su tesis. Con mucha ilustración y
apego a la verdad histórica, arriba a esta conclusión.

Escrito en lenguaje sencillo, de fácil lectura y ameno, nos proporciona una obra importante que
seguramente será objeto de comentario por historiadores e interesados.

Pedro M. Arcaya U.

En el valle de Cáncer (Preludio a la Jornada)

En la exposición que sigue intentaremos mostrar las causas que a nuestro juicio llevaron a la
fundación de Santiago de León de Caracas en 1568 -y no antes- y por qué se percibe
erróneamente que esta fundación fue hecha en 1567.

La parte inicial de este trabajo estará dedicada a probar la fecha real de la fundación de Santiago
de León a inicios de marzo de 1568. La segunda parte adelantará una hipótesis de los hechos
sucedidos en 1567, a falta de una fundación formal como objetivo ese año.

La división que hemos decidido para la obra obedece a razones de método y nos ha parecido una
manera adecuada de presentar el panorama completo de esta discusión sobre la Jornada de
Caracas de la forma más lógica y coherente posible, para el examen crítico que algunos sin duda
harán sobre lo aquí expuesto.
Es pues -por necesidad- un trabajo de análisis de cuyo rigor metodológico no podemos escapar,
soportado por citas, notas y referencias que el lector lego puede obviar tranquilamente sin temor a
perder el núcleo de la argumentación. Si tiene la paciencia y el tiempo para leerlas encontrará sin
embargo interesantes datos sobre Caracas y la época que aquí se trata. Muchos términos son de la
época y algunos han caído en el desuso. Rogamos disculpas si no los explicamos todos en aras de
preservar la trama de la argumentación.

Este trabajo no discutirá temas superados como que si Losada entró a la provincia de Caracas
antes (o después) del año 1567, pues esta fecha de ingreso no la ponemos en duda. Tampoco hará
materia de análisis el hecho obvio de que en algún momento de 1567 -quizás a partir de octubre-
se formó en el valle de Caracas un “real”, un “perímetro fortificado” o “campamento”, que
perduró con ese estatus mientras el asentamiento no tuvo seguridad, nombre, ni categoría de
ciudad castellana, hasta su fundación como tal, al año siguiente. Tan sólo tratará la fecha de
fundación de Santiago de León, sus causas y las particulares circunstancias que impusieron
realizarla, a nuestro juicio, en 1568.

El análisis intenta aislarse de hipótesis tales como que si fue San Francisco de Caracas en 1560
la verdadera fundación y la sucesora una “reedificación”, manteniendo el énfasis en la búsqueda
de la real fecha de fundación de Santiago de León, que es el objetivo del trabajo. Mas como el
desarrollo del argumento crítico lo impone por fuerza, dejaremos planteadas sin embargo, un par
de preguntas al respecto y algunas consideraciones para dicha vieja hipótesis.

Sea este pues nuestro aporte a un muy interesante debate que a ratos duerme como tizón
apagado, pero que levanta llamas de pasión si se lo remueve.

Primera Parte: El año de la fundación.

“...en cuyo nombre se pobló y fundó la ciudad de Nuestra Señora de Caraballeda y ésta de
Santiago de León de Caracas...”.

Testimonio del conquistador Sebastián Díaz de Alfaro, 1603. AGN._ Encomiendas, t. III, f. 87.

El problema concreto de la fecha de la fundación. Estado incierto de la


cuestión

Dos tesis sobreviven en la discusión sobre la fecha de fundación de Caracas por Losada, ambas
con variantes, pero que en líneas generales podemos resumirlas así:

1- La tesis “tradicional”, afirma que Santiago de León fue fundada en 1567. Esta es la hipótesis
aceptada actualmente, o por lo menos la que se aplicó oficialmente para la celebración del
Cuatricentenario de Caracas en 1967.

2- Otra línea argumental disidente que podemos llamar de “fundación tardía” intenta probar -sin
mucho avance por lo que se ve- que la ciudad se fundó en 1568. Las demás posibilidades como
una fundación por Losada en 1566, o antes, parecen haber sido suficientemente rebatidas.1
La tesis tradicional, o principal, tiene mucha fuerza. Es muy antigua. Surge con la célebre y
difundida obra del historiador mantuano José de Oviedo y Baños, publicada en 1723 con el título
Historia de la Conquista y Fundación de la Provincia de Venezuela.2 Eminentes investigadores
nacionales o foráneos como Nectario María, Jerónimo Martínez Mendoza, Enrique B. Núñez o
Demetrio Ramos Pérez entre otros, la han adoptado y defendido.3 Sus esfuerzos probatorios a
primera vista muestran tanta contundencia que el tema pareciera zanjado, al menos para el año.4

Los defensores de la tesis revisionista -así la llama Demetrio Ramos-5 a favor de una fundación
en 1568 (los que en definitiva razonan esta posibilidad de forma más elaborada, que no por ello
necesariamente más clara) son Julio Febres Cordero y María T. Bermejo de Capdevila.6

La falla fundamental de la argumentación de estos dos últimos autores podemos resumirla en la


necesidad de tener que apelar -ambos- a incómodas fundaciones de ciudades en el valle de San
Francisco -o Caracas-, o poblados castellanos previos a Santiago de León, hechos por el mismo
Losada en su Jornada de Caracas de 1567 -poblaciones hasta ahora no probadas y por tanto
especulativas-, para explicar o sustentar sus alegatos.7 Para asumir una fundación en 1568 estos
autores revisionistas no logran dar con una cronología creíble que medianamente justifique por
qué hacerla “tan tarde”.

Para los defensores de la tesis “tradicional” de una fundación en 1567

...lo evidente es la dificultad que existe para admitir la fundación en 1568, puesto que la carta del
gobernador Ponce de León de diciembre de 1567 ya da parte al rey, como sabemos, de estar
pobladas las dos ciudades -la del valle y la de la costa-...8

Sin embargo, objetivamente, no pueden obviarse las pruebas que Febres y Bermejo presentan
para mostrar las contradicciones que surgirían de una fundación por Losada en 1567. Obligan a
alguna explicación.

El núcleo de la polémica, como se ve, es el lapso de tiempo que media entre la llegada de Losada
al valle de San Francisco y la fundación de Santiago de León. Una cronología de hechos
probados, más allá de toda duda, deduciendo de ellos conclusiones correctas, debería aportar una
explicación coherente, al menos en el año, en tanto que la historia y nuevas investigaciones
proveen mejores soluciones.

Pero vayamos por partes:

Un punto inexcusable a tomar en cuenta en toda esta discusión es el significado que los
documentos, testimonios y declaraciones del período dan al término poblar y a derivados críticos
como pobló. Pues dependiendo de las circunstancias, contexto, cargo o cultura aparente del
declarante, los actores o autores difieren en distinguir o no en el término fundar como su
sinónimo.

Actualmente se ha perdido esa ambigüedad. Hoy día ante un hecho como el que nos ocupa no se
habla de poblar, sino de fundar. Pero en el siglo XVI, en Indias, poblar tenía un sentido laxo que
llevaba implícito un “dual” significado en la validez de su uso para la época. Uno de esos
significados se refería al hecho físico de asentar gente en un lugar y el otro una fundación oficial
castellana en toda regla, con creación de cabildo, reparto de solares y encomiendas. En muy pocas
situaciones -casi todas judiciales o burocráticas-, había que llegar al punto de precisar
estrictamente que se está hablando -en esa declaración- del momento en que se realiza el acto
jurídico de fundar, con lo que entonces se acudía por imposición del interrogatorio judicial o las
circunstancias personales, a este específico término. El uso vocal generalizado y suficiente era
poblar y fundar el restringido.

Otro término clave a considerar es vecino. Aquí no hay imprecisión. Cuando se habla en una
declaración, testimonio o documento oficial de vecindad se entiende que hay habitantes de un
cierto lugar poblado cuyos derechos, privilegios o deberes cívicos son asumidos jurídicamente por
una entidad legal que representa la ciudad, pueblo o villa “de cristianos” y que es susceptible de
actos jurídicos o legales sobre ella o generados por ella a través de su República, quien la
representa; esto es, una ciudad formal castellana, con Justicia (alcaldes, procurador, alguacil y
escribano) y Regimiento (electores denominados regidores que eligen al resto del cuerpo edilicio).
No sólo eso, sino que normalmente este vecino tiene un solar propio adjudicado por esta Justicia y
Regimiento en dicha ciudad, en el cual morará usualmente. Si este vecino es de los primeros
pobladores (que en sí constituía un grupo con derechos y privilegios como vecinos más antiguos)
tendrá además tierras de labranza y encomienda repartidas en la fundación inicial.9

Dicho esto, vemos que tanto N. María, como J. Martínez Mendoza y hasta el mismo D. Ramos
Pérez basan sus pruebas de la fundación de Santiago de León en 1567 en el término poblar
(optando únicamente por uno de sus sentidos: “fundar”) apelando a la conocida Carta al Rey que
escribe el gobernador Ponce de León desde Coro en diciembre de 1567, en la cual afirmaba
hablando de Losada:

…que con la gente que llevó tiene poblados los dos pueblos que los indios primero habían
despoblado…10

Pero con base a las consideraciones arriba expresadas, poblar, como prueba fundacional, no es,
como se observa, del todo conclusiva.

Como un hecho cumplido, transcurrido el tiempo, años después, podían perfectamente aseverar
los testigos refiriéndose a un determinado establecimiento de españoles que un capitán había
“poblado” o “pobló”, pues al cabo, se habría llenado hasta el extremo lógico de la fundación, que
es la característica esencial del poblamiento “por mandato”.11

Mas no hay duda que previo a poblar -como acto jurídico de fundar- está el hecho físico de
asentar gente en el sitio, que es determinante y es el que técnicamente satisface el concepto.

Sin negar la validez de la argumentación de Ramos P., que aborda el asunto desde el plano
jurídico de las leyes de Indias, un lugar poblado, antes como ahora, sigue siendo un sitio donde
hay gente viviendo, detalles aparte. Un área geográfica, bajo esta elemental lógica, presenta por
así decirlo un estado dual o binario: está “poblada” o “despoblada”, independientemente de que
haya en ella unas chozas o una metrópoli. La condición suficiente para decidir uno u otro estado
no es la legalidad de la comunidad, solidez de su techo, o número de gente que la habita, sino su
presencia.
Lo que queremos decir es que si vamos a discutir un momento tan puntual como es la fecha de
fundación de Santiago de León, debemos precisar el caso hasta ese nivel.

A nuestro juicio pues, volviendo a la Carta al Rey, esta afirmación de Ponce de León como
prueba estricta de fundación de Caracas, tomada en el sentido que quieren darle algunos, no es
alegable, como probaremos adelante.

Por de pronto puede imaginarse el caso hipotético de un momento de 1567 en el que aún no se
haya fundado en Caracas, pero en el que -de hecho- estén asentados desde hace meses, haciendo
vida común, la gente de servicio y los soldados, futuros vecinos estos últimos de la ciudad a
bautizar. Han comenzado estos conquistadores a nivelar el terreno; han acudido al sitio (gracias a
la pacificación que se está dando) algunas mujeres de aquellos soldados que desean “permanecer
en la tierra” y ya el “escribano de la armada”, Alonso Ortiz, ha completado la lista, el “padrón”
del número de pobladores que han elegido avecindarse de entre los soldados que hacen la Jornada
en Caracas. En algún momento de 1567 tienen estos levantada hasta una improvisada ermita a San
Sebastián, donde se ofician concurridas misas los días de culto. El gobernador -en la ciudad de
Coro, pongamos por caso- a fines de año tiene noticias alentadoras por la “Relación de lo
Acontecido”, que le acaba de enviar su capitán poblador de que, en general, sólo se espera acabar
con cierto rebelde Guaicaipuro para terminar de “allanar” la provincia y fundar. ¿Cómo informa
de todo ello el gobernador a su rey, a mediados de diciembre de 1567?

Según como lo vemos, lo hará “de oficio”. No escribirá una pieza maestra de irrebatible
formulación jurídica, de cuya correcta semántica dependa su vida frente a un tribunal de la
Inquisición, que es aparentemente el significado que a esta “Carta al Rey” ha querido asignarle
una lógica probatoria algo cómoda. El gobernador afirmará, simplemente, que sus españoles
“están poblados”, sin caer en falsedad ni malicia y por sobre todo haciendo uso de uno o de otro
-o de ambos simultáneamente- de los significados que usualmente se le daban al término en esa
época como veremos, pues ciertamente, si al punto vamos, hace meses que estos conquistadores
ya no están de paso en esa tierra de Caracas y se espera -si los indios lo permiten- su permanencia
definitiva, en lo que se logre pacificar al “régulo cabecilla” y reconocer la tierra, para el ansiado
reparto de las encomiendas.

“Poblados” es el término lógico que escoge asentar en su Carta el funcionario real para el caso,
pues los nuevos colonos no están pre-poblados, pseudo-poblados, semi-poblados ni cuasi-
poblados, términos que no se aplicaban, así como tampoco “repoblados”, como bien lo hace notar
para este término Ramos Pérez.12 A esas alturas, resulta adjetivo para el común de estos
potenciales pobladores de Caracas que se hayan cumplido -o no todavía- los términos jurídicos
legales de la fundación formal castellana, o qué tan pronto se haga, pues es evidente que ellos
están haciendo lo necesario para asegurar su permanencia en el sitio en vecindad, siendo como es
el acto protocolar final u oficial de la fundación materia discrecional del capitán poblador.

No habrá necesidad entonces para este gobernador, informando oficialmente sobre lo


hecho para ese momento, de llegar a extremos de -aunque pudiera- tener que escribir en su
informe al rey, a fines de 1567 algo como:

…están poblados, pero no sé el nombre de la población porque aún no se ha poblado [por


fundado] el pueblo que Su Majestad por su real cédula encargó reedificar, ni hay cabildo, ni sitio
señalado para la iglesia, ni se han repartido formalmente solares, encomiendas, ni tierras y apenas
se comienza todo a hacer…,

pues para estos detalles, precisamente, es que la susodicha Carta lleva anexa una “Relación”
pormenorizada del estado actual de la Jornada.13 Para efectos burocráticos, y hasta de mérito
personal para el que escribe, lo importante es que los pobladores están ya asentados en los sitios
que pide la real cédula, dentro de la provincia a conquistar, y que se ha cumplido la orden real.14

El concepto que maneja D. Ramos Pérez sobre lo que es una fundación de ciudad castellana en
Indias -es también el nuestro- lo define claramente en su obra:

…una fundación es un acto jurídico que se realiza en un momento concreto: aquel en el que con
la solemnidad del caso, se declara por el capitán poblador, ante el consentimiento que con su
presencia le otorgan los que le acompañan, seguido de la designación de regimiento…15

El punto crítico es, evidentemente, que los testigos que sobre el tema declaran o informan de
Santiago de León no distinguen -a posteriori- poblar de fundar, menos aún para una ciudad que, a
diferencia de su antecesora (San Francisco de Caracas), efectivamente sobrevivió y perduró, fue
pacificada, poblada, fundada, reedificada, la tierra allanada y repartidos los indios, todo en o
dentro del mismo proceso “poblador”, siguiendo la secuencia ordinaria para tales casos, que ellos
llamaban la Jornada.16

Santiago de León en menos de una década (1576) llegará a ser “cabeza de la provincia” con lo
que ello implicaba para mérito de los vecinos que participaron en su creación. Cuando estos
conquistadores declaren años después como testigos que Santiago de León “se pobló” estarán
dando por sobreentendido que se tuvo éxito en todos los pasos mencionados de esta secuencia
enunciada arriba. Con merecido orgullo de vecinos -de una ciudad que ahora es sede del
gobierno- lo alegarán como servicio a la Corona. Ellos allanaron, conquistaron y poblaron
Santiago de León.

Para resolver la polémica no ayuda pues exhibir como prueba -convenientemente- uno de los
términos cuando se está hablando del otro. Sin embargo, los autores que analizan el caso en
cuestión, por más que muestran estar conscientes de este peligro caen precisamente en esa
ambigüedad sin estimar para nada hipótesis como la que acabamos de formular que bien pudieran
ser con tanta o mayor validez la real situación del asentamiento de Losada en Caracas para el
momento de la Carta al Rey, en diciembre de 1567.17

Como se advierte, es claro que debe separarse el proceso de poblamiento del momento de la
fundación, sin confusión en los conceptos. Pues lo que a nuestro juicio lleva a errores sobre data
de fundación es que poblar según el caso puede ser un lapso de tiempo -a veces de meses-, o un
hecho físico, asentar gente, mientras que fundar es siempre un instante. Fundar y poblar no son
siempre sinónimos, así como no siempre lo son Caracas y Santiago de León. Dicho gráficamente:
No hay ejemplo registrado de un acto de fundación que dure un mes -ni cuerpo que lo resista,
agregaríamos-.
Si lo que se busca es la fecha de fundación, este detalle es fundamental.

Precisemos entonces algunos términos: ¿Qué es una ciudad castellana formalmente fundada en
sitio? Una ciudad castellana de la época en Indias fundada formalmente tiene usualmente unas
particulares características, y una forma de hacerse legalmente:

En el día de la fundación, si se hace de la forma ordinaria (aunque para todo hay excepciones),
se hacen unos Autos o protocolos de fundación, entre ellos una modernamente denominada Acta
de Fundación. Otro muy importante era el Protocolo de Erección del Cabildo, de igual fecha,
evidentemente, que será el que valida y crea jurídicamente la voz y autoridades de la ciudad,
representada ahora en sí legalmente en ese primer “Cabildo Fundacional”. Luego o -según el
caso- simultáneamente se hace una lista o Protocolo de Registro General de Encomiendas, si es
que se conocen ya los caciques, tribus y parcialidades a encomendar -que si no, puede retrasarse
o, caso contrario, adelantarse- y quizás (no siempre) se hacía también una Data o Registro
General de Vecinos, donde constaba para efectos legales futuros quienes poblaron la ciudad,
vecinos oficiales que adquieren la condición privilegiada de Primeros Pobladores, a los que se les
va a otorgar, en ese momento de creación formal de la nueva ciudad, su solar legal de habitación
en la ciudad, sus tierras legítimas de cultivo -más adelante-, para su manutención y cualquier otra
merced que la nueva ciudad en cabeza de su nuevo Cabildo apruebe otorgarles.

Muchas veces algunos de estos protocolos se juntaban si procedía en un mismo documento, o se


reunían todos en un mismo legajo, o se usaba la lista oficial de los vecinos encomenderos como
aval de vecindad de la nueva ciudad, obviando la Data vecinal, y el documento o legajo resultante
era ordinariamente conocido como el Registro General o Regimiento General fundacional, y
quedaba normalmente a resguardo del Cabildo, como ente oficial representativo de la nueva
ciudad. Eran obviamente documentos importantes que servían en juicios y pleitos para probar
vecindad fundacional y alegar privilegios en consecuencia.

Luego de creados estos documentos se hacían quizás una (1) o dos (2) copias (avaladas de
escribano, capitán poblador y regimiento de las nuevas autoridades de la ciudad) del Acta de
Fundación para enviársela al gobernador -como constancia-, copias que se enviaron en nuestro
caso al gobernador del momento, Ponce de León, y tal vez también al rey o la Audiencia
respectiva, aunque lo fundamental era enviársela el gobernador, como representante del rey, quien
se encargaría de avalar con su testimonio lo actuado por sus conquistadores. Estos son pues, uno
por uno, los Autos de fundación ordinarios de una ciudad formal castellana en Indias. Si todos
estos protocolos se firman u oficializan el día de la fundación, tendrán evidentemente igual fecha
y tanta validez diplomática como la legendaria (y tan buscada con ansia de Santo Grial) Acta de
Fundación de Caracas que algunos apresuradamente exigen como prueba única o absoluta para
fijar “científicamente” la fecha de fundación de la ciudad, ante los intentos de proponer alguna.
No es pues el Acta de Fundación como se cree usualmente el único documento, si alguno de estos
Autos se hallara, que pudiera registrar esta importante fecha.

Definida de esta forma la fundación formal, los autos de fundación y la ciudad formal castellana
en Indias pasemos pues a la argumentación.
Nuestra intención primera es mostrar el año en que se fundó Santiago de León y luego probar la
data precisa, si ello es posible, para luego pasar a una cronología histórica de lo que a nuestro
entender fue realmente la Jornada de Caracas.

Con base en ello es conveniente mostrar las declaraciones y testimonios registrados que se tienen
hasta ahora que refieran a los dos años en debate, esto es, a 1567 y 1568. Declaraciones
excéntricas o alejadas de estas fechas que según la posición que se adopte, a veces se presentan a
debate, como los testimonios de Francisco Infante de 1589, Alonso Ruiz Vallejo en 1608 o la del
cabildo en sesión de 1590 las consideramos de una vez erradas, o por mal traslado de sus
originales, o por fallo propio del declarante en el cálculo.18

Analicemos entonces primero las declaraciones que se refieren a 1567 y veremos luego cómo
cobran su real sentido, al hacer nuestro análisis sobre el testimonio de Ponce de León como última
de las pruebas que presentaremos seguidamente.

María T. Bermejo ofrece un cuadro ilustrativo en su obra -que copiamos y ampliamos- en la que
se recogen muchos de los testimonios que tienen que ver con la fundación de Santiago de León o
su antecesora San Francisco, construido en torno a las fechas en debate.19 Sintetizando pero sin
restarle sentido a ninguno de los testimonios, los declarantes, en resumen, dicen para 1567:

1- El cronista de Indias Juan López de Velasco, hacia 1574 dice: Que Losada “...la pobló” en
1567 por mandato del gobernador.

2- Fray Pedro de Agreda, el 23 de agosto de 1574, hablando de Caraballeda y Santiago de León


dice: Que “…se han poblado de siete años a esta parte…” por mano de Losada.20

3- Antonio Rodríguez, declarando en 1603 sobre Losada y la provincia de Caracas: Que “…ha
treinta y seis años que ha que entró en ella…”.

4- Sebastián Díaz de Alfaro, en el mismo interrogatorio y fecha que Rodríguez: Que “…


habrá tiempo de treinta y seis años que el capitán Diego de Losada con cantidad de soldados
entró a la conquista y población de esta provincia…”.21

5- Fray Pedro de Agreda, hablando de Losada en 1569 dice: “…hasta que el año de sesenta y
siete entró... y sin perder tres españoles la entró y pobló y pacificó y repartió la tierra entre los
soldados que con él entraron…”.22

De estos testimonios pasados como pruebas de la fundación en 1567, el de Sebastián Díaz (4) y
Antonio Rodríguez (3), ambos conquistadores, primeros pobladores y cabildantes, no dicen sino
lo evidente: que Losada entra en la provincia en 1567. Fray Pedro de Agreda en su testimonio de
1569 (5) dice lo mismo, con el agregado de la extensión lógica que se espera para una jornada
terminada con éxito: “...y pobló y pacificó y repartió la tierra”.

Nadie niega que así haya sucedido. Lo que Agreda no dice por ninguna parte es que Losada lo
haya hecho todo en 1567, más aún, constando que existe el documento en el que se registra el
inicio de reparto de encomiendas en 4 de marzo de 1568.23
El testimonio de López de Velasco (1), por más que autores haya que quieran presentarlo como
prueba, para nosotros no es más que el resultado de haber él también leído -en España- la Carta al
Rey enviada por Ponce de León. Porque si además de la Carta leyó la Relación de lo Acontecido
que Ponce envió al rey y que se haya perdida actualmente, en la que -como suponemos- se
detallaría el estado del poblamiento y pacificación para ese momento, ello no haría sino
confirmarle lo que primero habría leído como una noticia resumida en la Carta, esto es, que
Losada tenía ya poblado y esperando respuesta afirmativa de su gobernador para fundar Santiago
de León. Con informarse López de Velasco posteriormente si la ciudad perduraba hacia 1571,
cuando recababa datos para su obra, no tendría sino que afirmar, como lo hace en su crónica, que
Losada “pobló”, englobando en ese término todo el proceso, como hemos explicado.

Fray Pedro de Agreda (2), al afirmar que “se han poblado de siete años a esta parte” no elimina
la duda de si está refiriéndose al proceso de poblamiento ya comentado o a la fundación, ni
siquiera para el año de la fundación, por lo explicado. Del testimonio del Ponce de León en 1567
y lo que quiso decir cuando escribió su Carta haremos un análisis particular, adelante.

Reiteramos: De ninguna manera se niega la posibilidad de que en sus testimonios tanto Ponce de
León como Agreda, testigos de excepción por sus cargos, pudieran estar incluyendo la fundación
dentro de lo que quieren significar como “tener poblado”, pero posibilidad no es certeza, y menos
prueba.

El punto es que seguimos en la incertidumbre, o lo que es igual, sin prueba concluyente. A


menos que se localice una declaración de testigo fidedigno que afirme sin posibilidad de duda que
Santiago de León, digamos, “se pobló el día del señor Santiago del dicho año de sesenta e siete, y
esto es público y notorio...”, siempre será posible argumentar, en estricto sentido, sobre qué
significado se le está dando al término “poblar” en estos testimonios arriba mostrados, esto es, si
incluyen un lapso de tiempo, o hablan de una ocupación física, o de un instante protocolar.

Pero pensamos que esa declaración perfecta -si se supiera donde buscarla-, no se hallará jamás
sencillamente porque no puede existir. Santiago de León se funda en 1568.

Presentaremos a consideración las siguientes pruebas.

Prueba A: Capitularidad Pro Tempore

Antes de reproducir los testimonios con que se cuenta sobre la fundación de Santiago de León en
1568, por demás bien conocidos -y que al final ayudarán en la fijación de la data-, queremos
analizar previamente uno de los hechos probados que ofrecimos dar al inicio y sacar de él las
conclusiones correctas, como prometimos.

La primera que ofrecemos no es una prueba documental o testimonial, sino conceptual. Es tan
simple y evidente que no estamos seguros que no haya sido planteada antes. Tiene que ver con el
cabildo fundacional:
Se conoce la composición del primer cabildo que tuvo Santiago de León tanto por la Historia de
Oviedo y Baños como por un importante traslado de un documento coetáneo a la fundación,
avalado de escribano, en una información para optar a una encomienda.

Oviedo en su obra maestra en 1723 refiriéndose a Losada en el momento de la fundación dice:

…nombró por regidores a Lope de Benavides, Bartolomé de Almao, Martín Fernández de


Antequera y Sancho del Villar, que juntos en cabildo, eligieron por primeros alcaldes a Gonzalo
de Osorio, sobrino de Losada y a Francisco Infante…24

El traslado a su vez dice:

…En ocho días del mes de abril de mil y quinientos y sesenta y ocho años siendo juntos en
cabildo los muy magníficos señores Justicia y Regimiento como lo han de uso y costumbre
conviene a saber los muy magníficos señores Diego de Losada, justicia mayor de estas provincias
de Caracas, y Gonzalo de Osorio y Francisco Infante, alcaldes ordinarios de la dicha ciudad... y
los señores Lope de Benavides y Bartolomé de Almao y Martín Fernández, regidores, dijeron...25

Es claro que tanto en el documento de encomienda, fuente primaria, como en la Historia de


Oviedo, no hay disparidad en cuanto a quiénes fueron tres (3) de los regidores y los dos (2)
primeros alcaldes de Santiago de León.

Este es uno de los hechos probados -sin duda posible- de que hablamos. Consta
documentalmente. La única diferencia en ambas versiones es el año en que se registra o se dice
que fueron alcaldes. Oviedo y Baños, un historiador barroco del siglo XVIII afirma que fueron
alcaldes en 1567. Un documento original fidedigno coetáneo a los hechos nos está probando que
lo fueron en 1568. Dos años seguidos, con los mismos alcaldes y regidores. Eso, jurídicamente, ya
es extraordinariamente anómalo. Pues los alcaldes, los regidores, el alguacil, escribano y
procurador, en todas las Indias de tiempo inmemorial se elegían para un solo año. Como solía
decirse sus cargos eran “cadañeros”. El primer día del año siguiente a su actuación regimiento y
justicia debía ser sustituido -sin excusa- para que el cabildo fuera legítimo. Aquí pues está
pasando algo verdaderamente curioso.

Veamos:

Si se le da crédito a Oviedo y se considera entonces que dichos alcaldes - Gonzalo de Osorio y


Francisco Infante, documentalmente alcaldes de 1568- eran en realidad alcaldes en 1567, por
lógica y ley en 1568 los alcaldes han debido ser otros.26 Santiago de León como ciudad castellana
no era la excepción de Indias, ni tenía por que serla. De hecho, si se revisan los poderes dados a
los dos capitanes pobladores que se nombraron previamente para esta Jornada de Caracas (pero
que por circunstancias vino a quedar la designación en Losada), poderes que aunque aún hoy no
se localizan para Losada se reiteran casi sin cambio en ambas designaciones anteriores, se expresa
taxativamente esta norma general, sin innovar ni alterarla, siguiendo las leyes de Indias.
En las instrucciones y poderes a Gutierre de la Peña se lee:

…y en los pueblos que poblare nombre regidores y alcaldes y alguaciles y otros oficios los
cuales de allí adelante el día de año nuevo de cada un año en la elección que hicieren guardarán lo
que su Majestad manda...27

Y en las dadas a Maldonado:

…y nombrará en cada pueblo que poblare alcaldes y regidores, alguaciles y escribanos y otros
oficiales hasta el día de Año Nuevo que viniere y en aquel día los alcaldes y regidores que fueren
nombren alcaldes y regidores para el año que entrare porque esta es la orden que su Majestad
manda que se tenga cada un año en dicha elección...28

Esta es pues la orden que tenía Losada, al momento de fundar. No podía ni tenía necesidad de
innovar o desobedecerla, so pena de nulidad del acto y enjuiciamiento bajo la ley que regía para
esa materia.

La otra posibilidad que pudiera plantearse para tan singular caso es que Infante y Osorio fueron
efectivamente los alcaldes del cabildo en 1568 y que desde, digamos, julio a diciembre de 1567
hubiere regido un hipotético “cabildo primordial”, o cabildo de guerra, no documentado. ¿Existió
pues un cabildo fundacional formal con alcaldes y regidores supra legales en 1567 rigiendo para
una ciudad de nombre formal Santiago de León? Reproducimos -para descartar de plano esta
hipótesis- tres declaraciones juradas fidedignas tomadas a testigos de vista suficientemente
conocidos y absolutamente dignos de todo crédito:

1- A la tercera pregunta del interrogatorio, preguntado si Francisco Infante fue el primer alcalde
que tuvo la ciudad, Juan Fernández Trujillo, de los más antiguos conquistadores de Caracas, pues
había entrado la primera vez con Fajardo en 1558, dijo:

…que el dicho Francisco Infante fue de los primeros pobladores e pacificadores desta provincia
de Caracas y ciudad de Santiago de León y Nuestra Señora de Caraballeda y sabe este testigo que
en esta población e pacificación sirvió a Su Majestad como su leal vasallo con sus armas e
caballo, a su costa e mención gastando en ella su hacienda, por lo cual y por ser persona de
calidad, en compañía de Gonzalo de Osorio, sobrino del general Diego de Losada, fue alcalde
ordinario el primer año que se eligieron por el cabildo y justicia e regimiento desta dicha ciudad
y esto lo sabe y vido este testigo como persona que ayudó a poblar esta tierra y entró con el dicho
general y con el dicho Francisco Infante e demás pobladores, y esto responde…29

2- Preguntado si Francisco Infante fue el primer alcalde que tuvo la ciudad, Garcí González de
Silva, ya anciano, de alrededor de 80 años, respondió:

…que este testigo ha cincuenta y cuatro años que entró con gente y soldados en esta provincia de
Caracas, de socorro, ...y en ella halló al dicho Francisco Infante y lo vido ser uno de los más
importantes vecinos y pobladores desta ciudad y desde este dicho tiempo en adelante hasta que
murió se halló con este testigo todas las más ocasiones que se ofrecieron hacer para conquistar e
pacificar los indios desta provincia ...y que en cuanto haber sido el primer alcalde que hubo en
esta ciudad, este testigo ha visto los autos que se hicieron para poblar esta ciudad y en ellos ha
visto y vido que fue electo el dicho Francisco Infante y Gonzalo Osorio los primeros alcaldes
desta ciudad...30

Garcí González de Silva entra a Caracas en 1569. Conoció bien a Francisco Infante. Era a más
de entrañable y fiel amigo, su concuñado desde 1575, año en que ambos casan con dos de las
célebres hermanas Rojas (creadoras de la élite de Caracas), en Margarita, en la misma iglesia y el
mismo día.31

3- Y aquí viene la fecha -testimoniada por escribano en juicio jurado- de ese Cabildo
Fundacional que hablan los anteriores:

En el mismo interrogatorio, ante la misma pregunta, declaró Alonso García Pineda, además de
escribano “público y de cabildo” que fue muchas veces, escribano también “de gobernación”
durante el período de Diego de Osorio y en tal calidad pasaron por su mano todos los documentos
oficiales y títulos de tierras y encomiendas que hasta entonces se habían protocolizado, que
Osorio hizo revisar y poner en orden, tanto públicos como privados. 32 Declaró bajo juramento
García Pineda que Francisco Infante:

…vino a la conquista y pacificación desta provincia de Caracas con el general Diego de Losada
que la pobló, lo cual sabe por haberlo oído así a muchos conquistadores, ...y por papeles que ha
visto que [Sic por de] el Registro General que se hizo cuando se repartió esta provincia, y una
vara de alcalde suya. Y también ha visto libros del cabildo de aquel tiempo y por uno del año de
sesenta y ocho constó haber sido los primeros alcaldes Gonzalo de Osorio y el dicho Francisco
Infante, que fue el año que se pobló esta dicha ciudad y esto es muy público y notorio…33

Ambos declarantes, González de Silva y García Pineda, es evidente, vieron “por vista de ojos”
los “autos” escritos que se hicieron para la erección jurídica de la ciudad, uno de los cuáles autos
es el así llamado “Registro General” que arriba mencionamos, documento fundamental que se
levantó o firmó en el acto de fundación, en el que se oficializa y asienta tanto el nombre de la
nueva ciudad castellana, la fecha en que se realizó y la composición de su primera República,
todo ello protocolizando la lista de los primeros vecinos y repartos de encomiendas, y a cuáles
vecinos se otorgaron.

Estos “autos” oficiales son pues, sin duda, -incluyendo el llamado Registro General- los de la
fundación de Santiago de León de Caracas.34

García Pineda añade para más fuerza a su testimonio que estaban o existían, copiados, o
reposando originales, esos Autos (al menos para la parte de la erección de la primera Justicia y
Regimiento, si es que no el protocolo completo) en un Libro del Cabildo que manifiesta haber
visto, que debe por fuerza ser el primero, pues si se le está preguntando por el primer alcalde que
tuvo la ciudad y está contestando bajo juramento -de la manera jurídicamente correcta a los fines
de una prueba legal- que ello consta en el primer Libro de Cabildo, a donde se remite, como por
lógica y ley debió ser y como efectivamente lo alega, y si por añadidura dice el año en que se
comenzó a llenar ese importantísimo Libro Primero de Cabildo, actualmente perdido, no puede
concluirse sino que ese primer Libro Capitular, que García Pineda declara ser de 1568, refleja el
año de la fundación, 1568, que es lo que este escribano titulado está tratando de demostrar,
precisamente: “…que fue el año que se pobló esta dicha ciudad y esto es muy público y notorio”.

Lo fundamental de esta declaración es lo que se deriva de ella, con análisis: Si Infante y Osorio
hubieran sido elegidos como primeros alcaldes legítimos en 1567, han debido necesariamente
estar asentados como tales alcaldes en un acta oficial inserta o registrada en un Libro de Cabildo
de “Santiago de León” de ese año 67, como se hacía por ley para oficializar los actos y
resoluciones de cabildo, en especial este, que sería el primero, pues de otro modo no serían
legítimamente alcaldes, según las leyes de Indias que regían para el caso.

Más aún, por fuerza de la lógica, debían estar asentadas también las actas (signadas de escribano
de cabildo y regidores) de las otras sesiones sucesivas que se habrían hecho el resto de ese año
1567, sesiones periódicas y de asistencia obligada registradas invariablemente en todos los
subsiguientes Libros de Cabildo que han sobrevivido, desde el más temprano, pues para eso se
creaban tales libros, para dejar constancia oficial de los actos jurídicos del cabildo como
representante de la ciudad ante el rey. No existían, pues, sesiones ni Libros de Cabildo anteriores
a 1568. Así lo dice García Pineda. Si así hubiese sido -esto es-, si realmente hubiesen existido
actos de cabildo formal para 1567, García Pineda no hubiera dejado de manifestarlo como
escribano real, estando -como estaba como testigo- bajo juramento judicial.

Por demás, las dos últimas (2 y 3) no son declaraciones de testigos ordinarios. Sus testimonios
tienen un peso propio. Ambos son personajes de la más alta seriedad, actuación y crédito en la
Santiago de León de entonces, que tuvieron en sus manos y examinaron para prueba en pleitos y
probanzas, muchas veces, los más importantes documentos de la ciudad. Ambos gozaron hasta su
muerte de la mayor estima y favor de todos los gobernadores de la provincia durante sus vidas. Lo
que están queriendo dejar constancia ambos testigos en sus declaraciones, uno de ellos al
mencionar la fecha de 1568, es que vieron los Autos de Fundación para el año de 1568, que son
los registros jurídicos más antiguos de la ciudad, los de la fundación.

Así, Oviedo ofrece pues su año, 1567. La fuente documental el suyo, 1568. La conclusión
correcta sobre tal disyuntiva es por necesidad que uno de los dos años es errado. No cabe otra.
Oviedo es fuente secundaria y aquí tratamos de una fuente primaria fidedigna, pues García Pineda
declara en juicio como testigo que manifiesta haber visto los Autos de Fundación formal. Ante la
prueba documental no hay duda posible. El año de fundación formal –que es lo que se busca,
consideraciones al margen- de Santiago de León de Caracas es 1568.

Oviedo en su Historia nada dice de la composición del cabildo en 1568. Lo que someramente
afirma de pasada es que el cabildo inicial de 1567 fue “reelecto” otra vez el año siguiente. Cuando
se refiere a la actuación de Infante para 1568, describiendo la comisión que le da Losada para
acabar con Guaicaipuro, lo hace en estos términos:

…encomendó la diligencia a Francisco Infante (que por reelección del cabildo proseguía en ese
año siendo Alcalde)...35

Queda demostrada por la fecha alegada del primer Libro de Cabildo de 1568 la imposibilidad de
esa “reelección”, que no es necesaria ni posible si el año de fundación -como se deduce del
testimonio de García Pineda- es 1568.
Lo curioso es que Oviedo, habiendo reparado en el detalle, afirme tal cosa. No puede alegar
desconocimiento de la materia, siendo como había sido regidor, alcalde y bibliotecario del archivo
de ese mismo cabildo. El historiador personalmente, en obra previa, había registrado a 1568 como
año de la fundación.36 ¿Qué lo induce a cambiar de opinión? Porque se puede concebir que leyó
en su tiempo la declaración de García Pineda que acabamos de reproducir, siendo que otro testigo
previo del mismo interrogatorio y documento, Juan Fernández Trujillo -que también
reproducimos- es el que da la información -registrada en la obra de Oviedo- de que Gonzalo de
Osorio era sobrino de Losada.

El registro de la fecha 1568 en su Tesoro de Noticias como año de fundación de Santiago de


León pudo provenir pues, de estas declaraciones de García Pineda, que le parecieron
convincentes. En definitiva, más que error ante datos ambiguos o no del todo conclusivos ¿hubo
intencionalidad o conveniencia -aunque sin malicia de su parte- en mover la fundación de
Santiago de León a 1567?

Son preguntas interesantes que intentaremos responder adelante.

Prueba B: Quo Vadis.

Esta prueba B nos enfrenta con otra imposibilidad, esta vez física, además de jurídica. Tiene que
ver con el “don de la ubicuidad”, o virtud divina de hallarse un ser o individuo en dos sitios
simultáneamente. No es virtud humana.

Supongamos, obviando la prueba A, que tenemos unos regidores activos nombrados por el
capitán poblador para el primer cabildo de la ciudad de Santiago de León actuando en legítimas
funciones en 1567. Supongamos además que uno de esos regidores es don Lope de Benavides,
como afirma Oviedo y Baños.37 Hemos visto que un Lope de Benavides consta estar también
registrado en el documento de 1568 antes citado.38 Existió pues Benavides como regidor del
cabildo de Santiago de León. Un hecho probado. Pues si así se plantea el caso, es imposible que
Benavides hubiera sido regidor de Caracas en 1567, siendo como era -para la fecha-, alcalde de
Borburata.

Paralelamente, un conquistador y poblador de Caracas según Oviedo, Justo Desque, quien recibe
la célebre “Encomienda de Caraballeda” de 14 de febrero de 1568 era -para 1567-,
simultáneamente, teniente de gobernador en la misma Borburata.39

Así lo testimonia para ambos la carta al rey que en 18 de abril de 1568 escribe el oficial real
contador de la Real Hacienda Diego Ruiz Vallejo desde Nueva Segovia de Barquisimeto,
informando sobre los corsarios que habían estado en Borburata en 1567:

…entre tanto, debaxo de paz, los dichos corsarios prendieron en Borburata al theniente Justo
Desque y al alcalde Benavides...40

Lope de Benavides -efectivamente- pertenecía de años atrás a la élite de Borburata como vecino
antiguo que era. Su actuación en ella en esos años previos está ampliamente documentada. Lo
mismo para Desque. Los corsarios que secuestran a Benavides en Borburata están documentados
actuando allí para la segunda quincena de abril de ese año 1567, tiempo en el cual consta que
Losada se hallaba ya pacificando el valle de Caracas.41

La posibilidad que cargos civiles como alcaldías y regimientos sean ejercidos en dos ciudades
simultáneamente, o que cargos reales como el tenientazgo se abandonen -sin renuncia protocolar-
para pasar el portador de ellos a otra jurisdicción, como era Caracas, sin consentimiento expreso
del gobernador, más aún, desamparando la ciudad en tiempos de corsarios o piratas, es utópica y
no hay situación imaginable que permita afirmar tal cosa. Quien así hiciere se hacía sujeto de
condena personal, reo por traición al rey.

Un caso patente de la responsabilidad que llevaban anexos estos cargos, pues eran
representativos el uno de la ciudad y el otro del rey, sería el de Alonso Díaz Moreno, muy
conocido por su actuación posterior en Santiago de León, quien como vecino rico de la élite
fundacional de Borburata había escalado para 1567 -según Oviedo- al puesto de teniente de
gobernador de la Nueva Valencia del Rey, cargo que ejercía ese año quizás por nombramiento de
Ponce de León. En uso de tal investidura no pudo por supuesto unirse a la expedición pobladora
de Losada, que descansó en febrero de 1567 en esa ciudad y Mariara, lo que explicaría su notoria
ausencia en la Jornada.42 Díaz Moreno, sin embargo, ayudó materialmente tanto (en ganados,
bastimentos, pertrechos, dinero y avituallamiento de soldados) que cuando pasa a Santiago de
León, en 1569 con Garcí González de Silva, recibe más tarde en reconocimiento por su ayuda a la
Jornada una encomienda, por más que no había sido “de los primeros pobladores y pacificadores
desta provincia”, como se quejaron luego algunos vecinos conquistadores de ello en juicios de
residencia que investigaban sobre favoritismo en el reparto de encomiendas.

Lope de Benavides, según el traslado citado arriba, fue indudablemente regidor de Santiago de
León en 1568, caso que perfectamente es posible si su cargo nominal de errante alcalde de
Borburata finalizó legalmente el 31 de diciembre de 1567. Igual concordancia temporal la
tenemos para Desque, cuyo título de encomienda, original aún expuesto, está fechado en febrero
de 1568. Adelante se verá cómo termina Desque su tenientazgo y cuando posiblemente se radica
en Caracas.

Benavides fue regidor del cabildo fundacional, tanto por Oviedo como documentalmente. Esto
es un hecho probado. Pero a menos que gozara del don de la ubicuidad y la aprobación cómplice
de todos, no pudo serlo en 1567, siendo como era alcalde activo por entonces de Borburata. La
conclusión correcta es que dicho cabildo fundacional de Caracas no lo era en 1567, pero sí en
1568.

Prueba C: Ponce Dixit

Hemos puesto en cuarentena como pruebas a favor de una fundación en 1567 los testimonios de
personajes como fray Pedro de Agreda y Juan López de Velasco, por la duda que a nuestro juicio
arroja en el contexto particular de sus declaraciones el término “poblar” en cuanto a “fundar” y la
imprecisión cronológica que porta tal ambigüedad.
Las pruebas A y B que acabamos de presentar tienen al menos la ventaja de estar construidas
sobre hechos probados y desligadas del sentido o significado de ese término poblar que siempre,
como hicimos patente, puede discutirse o argumentarse.

La hipótesis de la fundación en 1568, si es correcta, debería resistir cualquier examen. Como


mostramos, el principal argumento de la tesis “tradicional” es el temprano testimonio de Ponce de
León, ubicado dentro del mismo año de la supuesta fundación en 1567. La tesis tradicional no
puede presentar -aparte de este testimonio- ningún otro documento coetáneo fehaciente o traslado
de protocolo oficial que avale tal argumento. Dejándolo para el final, hemos ofrecido analizar
pues este crítico testimonio. Veremos que -muy al contrario de lo que se intenta- el mismo
testifica la fundación en 1568. Más que rebatir una prueba, sin embargo, este análisis mostrará los
errores a que conduce leer “con ojos de ahora” el castellano de antes.

Analicemos pues este testimonio, pero haciéndolo en la forma correcta, estudiando la frase
completa para descubrir el real sentido que Ponce de León quiso darle a su noticia, sin las
mutilaciones que hemos observado se le hacen al citarla, -por ignorancia o desconocimiento- y
que alteran substancialmente su significado.43

Ponce de León en su Carta al Rey del 15 de diciembre de 1567, hablando de Losada escribe lo
siguiente:

…QUE CON LA GENTE QUE LLEVÓ TIENE POBLADOS LOS DOS PUEBLOS QUE LOS
INDIOS PRIMERO HABÍAN DESPOBLADO Y SEGÚN LOS MUCHOS NATURALES
PRETENDE POBLAR OTROS DOS PUEBLOS, PORQUE A FAMA DE LOS MINEROS DE
ORO QUE HAY EN LA TIERRA HA ACUDIDO MUCHA GENTE DE OTRAS PARTES CON
SUS HIJOS Y MUJERES….44

Veamos:

QUE CON LA GENTE QUE LLEVÓ, es decir, con los conquistadores y peones de servicio,
criados, esclavos e indios ladinos -alrededor de 950 personas entre todos, si hacemos caso a
Oviedo- que a fines de marzo de 1567 entraron en Caracas, para la fecha de la carta, esto es, hacia
el 15 de diciembre de 1567, este capitán poblador, Losada, ya TIENE POBLADOS LOS DOS
PUEBLOS QUE LOS INDIOS PRIMERO HABÍAN DESPOBLADO.

Dicho de buena manera, Losada tiene, para esa fecha, gente asentada y establecida, “poblada” en
las ruinas o restos –si es que algo más que un plan sin árboles quedaba- de las antiguas ciudades,
villas, hatos o como se las quiera calificar de El Collado en la costa y San Francisco en el valle de
Caracas. En otras palabras, para diciembre de 1567 ya había de nuevo gente viviendo en esos
“pueblos despoblados”, cumpliendo fielmente el mandato que establecía la real cédula de 1563,
por la que se regía la Jornada, que ordenaba literalmente poblarlos de nuevo. Técnicamente pues,
estos dos despoblados pueblos, a la fecha, ciertamente aún no tienen cabildo, ni se llaman aún
Santiago de León o Nuestra Señora de Caraballeda, (pues no están fundados formalmente) pero
ya no están “despoblados” en el mero sentido físico.

Y SEGÚN LOS MUCHOS NATURALES, es decir, en vista de la -al parecer- significativa


cantidad de aborígenes que con la entrada de la expedición se ha constatado habita el área de
Caracas, susceptibles de aprovechamiento como mano de obra servil encomendable, y en vista
además de las prometedoras muestras de oro que se han obtenido en abundancia en los ríos, vetas
y quebradas, A FAMA DE LOS MINEROS DE ORO QUE HAY EN LA TIERRA, ha habido
una suerte de “fiebre del oro y el moro” o estampida pobladora hacia Caracas, puesto que HA
ACUDIDO MUCHA GENTE DE OTRAS PARTES CON SUS HIJOS Y MUJERES a estos
pueblos despoblados, “nuevamente poblados” ahora.

Esa es entonces la situación. Pero como Losada quiere poner cabildo y orden civil y sabe que
tiene poderes para fundar, y no es gloria que desprecie –pues en definitiva para eso vino-, y como
por lo que se aprecia, la Jornada va por buen camino, PRETENDE POBLAR OTROS DOS
PUEBLOS.45

Entiéndase: No es que tuviera Losada nunca en mente hacer cuatro ciudades, dos de ellas
“reedificadas” sobre las ruinas carbonizadas de El Collado y San Francisco -que todos suponemos
serían, en principio, Caraballeda y Santiago de León-, y dos nuevas ciudades adicionales -de las
que únicamente en esta extraña frase tenemos por primera y última vez noticia- a lo que de
ninguna forma tiene Losada facultad, pues sus órdenes no se lo permiten, ni sus poderes alcanzan
para ello.

No. Lo que podemos lógicamente argumentar sacando las conclusiones correctas de tal frase es
que va a poblar, o sea, esta vez entendamos por fin, fundar OTROS DOS PUEBLOS sobre las
reliquias legales de El Collado y San Francisco.

Fundará pues, ciudades jurídicamente “nuevas” aunque en el mismo sitio, con verdadero y
definitivo Cabildo formal, pues los antiguos restos arruinados que está reedificando (acción que
no puede entenderse sino como creando desde cero unas “ciudades” quijotescas que no existían
sino fosilizadas en la fantasía burocrática metropolitana, ciudades virtuales viviendo en el texto
legal un antiguo papel lacrado de 1563, con título de real cédula), ya no van a mantener sus
nombres previos de San Francisco y El Collado dados por el malamente estrangulado capitán
Francisco Fajardo, ciudades que portaban tal vez, para estos supersticiosos soldados de Losada,
un sino cabalístico nefasto por su desafortunado final -patente en los deprimentes restos
requemados-; reliquias signadas de trágico recuerdo, como el destino triste de su fundador
mestizo.

Llevarán pues nombres diferentes, de poderoso simbolismo espiritual castellano -quizás para
que por su invocación se libren de todo mal-, Santiago de León y Nuestra Señora de Caraballeda,
y como van a llevar nuevos nombres de cuyo uso oficial hará el Cabildo Formal título o
encabezado en sus sesiones ordinarias y decisiones jurídicas, serán legalmente OTROS DOS
PUEBLOS, jurídicamente diferentes de los fenecidos.46

Poblando pues en su Carta al Rey de tales sentidos arcaicos pueblos despoblados y por poblados
de nuevo, pueblos por poblar, lo que en realidad está informando Ponce de León con su
trabalenguas semántico es simplemente que Santiago de León y Caraballeda, para el 15 de
diciembre de 1567, aún no están fundadas.

Queda así rebatida esta prueba fundamental.


El huevo, o la gallina...

Aunque no entra en el ámbito de esta tesis, consecuentes con el título de la obra y lo prometido
arriba, pudiera idearse un ejercicio de “historia crítica especulativa”, anticipando la discusión y
dejando planteadas un par de preguntas. Analicemos ahora con calma la idea que tiene Ponce de
León de lo que está sucediendo en Caracas, según como lo refleja en su célebre Carta al Rey.
Veamos:

No hay duda que para Ponce de León, Losada había entrado y poblado San Francisco y El
Collado. Así lo expresa en su carta: “…tiene poblados los dos pueblos que los indios primero
habían despoblado…”, que evidentemente son los pueblos de Fajardo. Técnicamente existen pues
-hasta que se funden formalmente Santiago de León y Caraballeda- los antiguos pueblos
despoblados pero ahora habitados de nuevo de San Francisco y El Collado.

Sin necesidad de extremar conclusiones, tan sólo basándonos en la particular óptica de Ponce de
León (suponemos debe ser la correcta de la época. Hasta hoy Ponce de León, para absolutamente
todos los que han escrito de la fundación de Caracas, es un testimonio “oficial” inobjetable en sus
argumentaciones), pudiera concebirse a San Francisco de Caracas como “activa”, viviendo
fugazmente durante 1567 y parte de 1568 hasta el momento de la fundación de Santiago de León.

Esto, visto así, plantea una interesante pregunta preñada de polémica con los “fajardistas” y
defensores de una fundación mestiza o criolla:

¿Qué fecha tomar como válida para Caracas? ¿La fundación de Santiago de León -según esta
nuestra tesis en 1568-, o la llegada el 3 de abril de 1567 -según Oviedo- y consecuente
“activación” automática de San Francisco por asentamiento de facto de nuevos colonos en la
despoblada ciudad fantasma, ahora habitada de nuevo?

Más aún, si se asumen en profundidad las consecuencias de la aparente realidad “oficial” de San
Francisco (oficializada por cierto por la Carta al Rey del gobernador) como pueblo o ciudad
durante 1567, necesariamente hay que considerar la despoblación de 1562 como un paréntesis no
determinante en la historia de vida de esta ciudad: Jamás se extinguió en estricto sentido
“jurídico”:

El abandono físico por los vecinos en 1562 no implicaría la extinción jurídica de la ciudad, que
entonces ocurrió, siguiendo esta lógica avalada por la Carta al Rey, por sustitución de una entidad
jurídica de república castellana por otra, pues la San Francisco de entonces -en 1568- traspasaría
su entidad legal, derechos, jurisdicción y ubicación a la nueva entidad fundada por Losada:
Santiago de León.47

¿Pudiera entonces válidamente afirmarse que la ciudad fundada por Fajardo fue, en estricto
sentido jurídico, reedificada por Losada -con prueba argumental en la Carta de Ponce de León- y
posteriormente cambiada de nombre, como han reclamando muchos? ¿Puede datarse de esta
forma -por mampuesto, pero como se ve, argumentalmente impecable- la fundación de Caracas en
1560 o 1561, con un simple, posterior y definitivo cambio de nombre?
Porque en propiedad lo que se prueba con dicha Carta al Rey que Losada puebla de nuevo en
1567 no es precisamente Santiago de León, sino la San Francisco de la real cédula, fundada
varios años antes.

Aunque incómodo, no sería un hecho sui generis. Casos similares, documentados, se presentan a
menudo en la realidad histórica de la fundación de ciudades en Indias.48

Prueba D: Declaraciones de testigos. Data de la fundación

Veamos finalmente qué dicen los declarantes sobre la fecha de fundación de Santiago de León -a
favor de una fundación en 1568- cuando específicamente se les pregunta sobre ella (y cuando el
fiel sentido de sus palabras sobrevive a la prisa taquigráfica del impaciente escribano). Sus
declaraciones complementan las pruebas que acabamos de analizar y ayudan en mucho a precisar
la fecha de fundación de Caracas.

1_ En el interrogatorio judicial iniciado por el juez visitador de indios Diego de Leguizamón en


1589 la declaración de Sebastián Díaz de Alfaro no se contradice con su posterior afirmación de
1603, que se da también como prueba para una fundación en 1567 y que reprodujimos atrás.49
Declaró Díaz en 1589:

...la pobló y reedificó hacía veinte y un años poco más o menos, y así mismo en el propio tiempo
pobló otro pueblo que llamaron la ciudad de Nuestra Señora de Caraballeda, la cual al presente
está despoblada…50

2_ En el mismo interrogatorio y fecha -febrero de 1589- Garcí González de Silva del cual
conocemos su testimonio de 1624, citado en la prueba A,51 acotando él mismo que su declaración
es “verificada”, que para nosotros significa que ha visto los autos fidedignos que alega en dicha
prueba A, dice:

…entró a poblar y reedificar los pueblos de esta provincia el capitán Diego de Losada con ciento
y cincuenta hombres, poco más o menos, y pobló esta ciudad de Santiago y la de Nuestra Señora
de Caraballeda en la costa de la mar puede haber veinte y un años, poco más o menos, …es
público y notorio y verdad…52

3_ Hay otra declaración que se pasa por alto cuando se revisan los juicios de residencia del
período en busca de noticias sobre la fundación, pero que revela mucho si se sabe interpretar. En
el juicio de residencia a Mazariegos se hace declarar en 1576 a las autoridades y otros testigos de
Santiago de León. Una pregunta pide manifestar desde cuándo se nombra al “Alguacil Mayor”
que usualmente crea el cabildo de año en año. Es un indicio importante pues, como vimos, en las
órdenes dadas a Losada el cabildo debía constituirse, desde el inicio, con “alguaciles y escribanos
y otros oficiales”…, además de alcaldes y regidores.53 Lo que supone entonces que dichos
alguaciles existieron desde el origen del cabildo, el fundacional. Ante la pregunta, Garcí González
de Silva, por entonces de 35 años, declaró en fecha 26 de junio de 1576 que:

…de siete años a esta parte poco más o menos ha visto este testigo que el cabildo desta ciudad
nombra alguacil mayor della cada día de año nuevo…54
Garcí González de Silva había llegado a Santiago de León en octubre o noviembre de 1569, por
lo que no puede declarar “de vista” para 1568. Pero veamos la respuesta a la misma pregunta de
Antonio Rodríguez, de los conquistadores iniciales que vieron la fundación de la ciudad en 1568.
En 22 de junio de 1576, Antonio Rodríguez dijo:

…Lo que sabe desta pregunta es haber visto que el cabildo desta dicha ciudad de siete a ocho
años a esta parte nombraba alguacil mayor de la ciudad…55

El argumento probatorio es similar que el presentado para la prueba A: Si el alguacil mayor se


hubiera nombrado inicialmente desde 1567, Rodríguez -testigo de vista- habría declarado, a
nuestro juicio, “de ocho a nueve años…”, cosa que evidentemente no hace, creemos, por ser la
fundación posterior, esto es, al año siguiente.

4_ Lázaro Vásquez, que entró a la conquista de Caracas con Juan de Salas a fines de mayo o
inicios de junio de 1567, declaró el 4 de febrero de 1589.56 Este célebre conquistador, además de
regidor y alcalde que fue varias veces en Caracas, había ejercido previamente de escribano tanto
en Borburata como en Caraballeda y Santiago de León. Tenía -por experiencia propia- una
saludable prevención ética contra lo que los escribanos escogían registrar de una declaración
jurada. Sabía que no siempre asentaban textualmente lo que el declarante afirmaba. Que, como él
mismo decía, “doraban el dicho”.57 Se deduce de ello que se cuidaba bien que el escribano que
recogía su declaración registrase con fidelidad lo que él afirmara. Le damos en ese sentido el peso
que parece merecer su “dicho”.

Refiriéndose a Losada, en el interrogatorio de Leguizamón declaró:

…y la pobló y la puso por nombre la ciudad de Santiago de León de ahí a un año que había
entrado en ella…58

Nótese que esta declaración es diferente de las usuales. Lázaro Vásquez no sólo está afirmando
lo que otros dicen, que Losada “la pobló”, sino que es el único en este crucial interrogatorio sobre
los orígenes de Santiago de León que específicamente informa bajo juramento el momento en que
Losada le “puso nombre”. En otras palabras, cuando la fundó.

Si su testimonio tiene algún crédito –y no vemos razón para dudarlo-, pudiera inferirse de este
que si se hallara algún documento de Caracas datado en, digamos, marzo de 1568, en el que se
nombrase la ciudad ya como Santiago de León, estaría quizás este temprano documento indicando
indirectamente la fecha de su fundación jurídica, que es lo que se busca, o una data tan inmediata
a la declarada por Lázaro Vásquez que pudiera ayudar a delimitar el rango a pocos días.

Si esta inferencia es correcta resulta que tal documento existe, ya que el más antiguo documento
conocido fechado usando como nombre de la ciudad Santiago de León (aunque pocos sospechan
su importancia) está oficializado en un traslado fechado en 1595 publicado en la Historia de la
Conquista y Fundación de Caracas, del hermano Nectario María, titulado “Cabeza de Registro.
Encomienda General” que nombra a la ciudad fundada por Losada como Santiago de León y
presenta como fecha documental de este padrón 4 de marzo de 1568, reproducido en el anexo de
esa obra.
El texto dice:

En quatro días del mes de marzo de mill y quinientos y sesenta e ocho años el muy magnífico
señor Diego de Losada gobernador y capitán general de esta provincia de Caracas y gobernación
de Venezuela por el ilustre señor don Pedro Ponce de León gobernador y juez de residencia en la
dicha gobernación por la real majestad y por ante mí Alonso Ortiz escribano desta armada y
campo de su majestad que por su mandato reside en estas dichas provincias, dixo que por quanto
su merced ha venido a poblar y reedificar los pueblos que fueron despoblados por los españoles y
por los naturales destas dichas provincias con poderes bastantes que para ello trajo del dicho señor
gobernador que por ser a todos notorios no van aquí insertos y juntamente con los dichos poderes
una cédula real del rey don Felipe, nuestro señor, en que por ella manda al dicho señor gobernador
se pueblen e reedifiquen los dichos pueblos de estas dichas provincias... por ende... doy en título
de repartimiento a los vecinos de esta ciudad de Santiago de León... 59

Lázaro Vásquez está testificando que Losada bautiza con el nombre de Santiago de León el
poblado que allí se levantó “...de ahí a un año que había entrado” en la provincia. Como consta
por testimonios que este capitán Losada entró a la provincia en marzo de 1567, 60 por fuerza se
concluye que la fundación debe situarse entre el 1 y el 4 de marzo, fecha de la data en que aparece
registrado ya el nombre de la ciudad, Santiago de León, en el documento “Cabeza de Registro.
Encomienda General” reproducido por el hermano María.61

5_ Hay otra declaración en el interrogatorio del juez Leguizamón de otro de los conquistadores
vecinos fundacionales que entraron con Losada. Tuvo este conquistador su casa poblada desde los
inicios, al lado norte de la Iglesia Mayor, diagonal a la plaza.62 Se trata de Francisco Sánchez de
Córdoba. De la élite conquistadora. La declaración es de la misma fecha que la de Vásquez y
sobre la misma pregunta respondió: “…que se remite al regimiento general en cuanto a que se
poblo…”.63

La versión de Bermejo es: “…que se remite al Registro General para en cuanto ha que se
pobló…”,64 lo cual tiene plena concordancia con el casi perfecto testimonio de Vásquez.

Si Sánchez de Córdoba quiso decir con “regimiento general” el Registro de Encomienda


General reproducido por Nectario María, usando la misma fórmula jurídica que usó García
Pineda para avalar su testimonio, ya entonces tendríamos una fecha documentada, 4 de marzo de
1568 como posible fecha de fundación de Santiago de León. Dicho de otra forma: el protocolo del
Registro General de Encomienda de Santiago de León pudo quizás haberse redactado días antes,
incluso días después, pero se firmó y oficializó usando como data el día de la fundación como
debía ser, por supuesto. De ahí que sirva de referencia válida a Sánchez de Córdoba para contestar
verazmente sin caer en perjurio, pues para la fecha de su declaración, 1589, este importante
documento fundacional -y por tanto originario de toda la legalidad jurídica de los derechos de los
primeros pobladores encomenderos- todavía existe, es público y notorio y puede ser usado como
referencia precisa y legítima ante el temor de errar una fecha de memoria en una declaración
jurada, o puede ser trasladado y alegado como prueba o referencia en juicio -y lo fue- en un pleito
como el presentado en el anexo de María, dirimido por esas fechas. No obstante, por detalles que
mostraremos adelante, pensamos que la fecha real de fundación es unos días antes, concretamente
el 1 de marzo.
Lo sorprendente es que el dato siempre estuvo a la vista desde que en 1967 sale a la luz el
trabajo de N. María. Pero al parecer, no se tomó en cuenta. Sucede que probada –suficientemente,
a nuestro juicio- una fundación de Caracas en 1568, estos testimonios que presentamos, conocidos
desde tiempo atrás pero siempre soslayados por la corriente tradicional, que es la aceptada -por la
contundencia aparente del testimonio de Ponce de León en 1567-, cobran de súbito un sentido y
una importancia insospechadas.65

Resumiendo, y haciendo una formulación metódica de lo expuesto hasta ahora:

1- Santiago de León se funda posteriormente a la fecha de la Carta de Ponce de León, según


prueba la misma carta, lo que excluye de la data de fundación el año de 1567, hasta el 15 de
diciembre al menos.

2- Lázaro Vásquez, testigo de vista de la fundación, bajo juramento afirma, veinte años después,
que ella se realizó “al año” de haber entrado Losada, cosa que se sabe fue en marzo de 1567. Ello
nos restringe a dicho mes de marzo la búsqueda de la fecha de la fundación y paralelamente nos
informa que se hizo, por lógica, en 1568.

3- El encabezado del Registro General publicado por María tiene fecha del 4 de marzo de 1568 y
en dicho texto ya se nombra a Santiago de León como ciudad castellana, lo que estrecha el lapso a
los cuatro primeros días de marzo de 1568.

4- Francisco Sánchez de Córdoba remite sin dudarlo al Registro General para contestar sobre
cuándo se fundó Santiago de León, que para nosotros, en base a los indicios anteriores, es prueba
suficiente de que dicho documento, el Registro General, registra esa fecha o una muy cercana con
diferencia de días.

No es nuestra intención defender esta fecha del 4 de marzo de1568 (nos inclinaríamos quizás por
el día de San León, 1 de marzo). Nos basta con afirmar, con pruebas, que Santiago de León se
funda en el primer trimestre de 1568 y mantener -como hipótesis de trabajo para el resto de esta
tesis- “a inicios de marzo”.66

Caraballeda, la primogénita

Más sorprendente aún es la consecuencia que se deriva de una fecha de fundación documentada
de Caracas en marzo de 1568, si fuera la correcta como parece. Pues ella probaría que Santiago de
León se funda -documentadamente también- después de Caraballeda (que era lo que a nuestro
juicio sospechaba y rechazaba Oviedo, de lo cual hablaremos adelante).67

La explicación es la siguiente:

Las encomiendas otorgadas a los vecinos de una ciudad estaban circunscritas por leyes de Indias
a los términos y jurisdicción de dicha ciudad. Quiere decir que los indígenas que habitaban la
costa de Caracas se repartieron a los vecinos de la nueva ciudad de Caraballeda según el Registro
General propio de Caraballeda, que se creaba para cumplir con la asignación de encomiendas a
cada vecino de Caraballeda, usualmente como parte de los actos de fundación de la ciudad. Así, el
don Juan Maqute que se le reparte a Justo Desque no es otro que el gran cacique de la costa
Guaicamacuto, con nombre cristiano que acaba de recibir al bautizársele, cuando se pacifica. 68
Caciques como Guaicaipuro y Guayamate, al habitar el área de los Teques -jurídicamente dentro
de los términos municipales de Santiago de León- se repartieron pues en Santiago de León a
vecinos de esa ciudad, formalizándose el acto al asentarse la Encomienda de Guaicaipuro en el
Registro General propio de Santiago de León.

Basta con entender que si el Registro General de Encomienda de Caracas (la lista oficial de
reparto de los indígenas de los términos y jurisdicción de Santiago de León) se inicia, como
documentalmente se aprecia, un 4 de febrero de 1568, y tenemos previamente ya para el 14 de
febrero de 1568 un título original firmado por Losada de una encomienda asignada en los
términos y jurisdicción de Caraballeda -como bien lo muestra el mencionado título-, Caraballeda
existía pues -como ciudad- antes, mientras que Santiago de León se fundaría el mes siguiente.
Caraballeda sería, entonces, la ciudad primogénita de Losada en la provincia de Caracas, fundada
sobre El Collado.

Siendo objetivos, no tiene esto nada de extraordinario. Teniendo Losada a partir de 1568 tiempo
y posibilidad de escoger por cualquiera de las dos para fundar primero (pues suponemos que para
febrero de 1568 ambas estaban en razonable y similar estado de “alistamiento” para su fundación)
pudo decidir fundar primero Caraballeda en apego a su tradición histórica, como heredera de la
anterior El Collado, que fue más duradera y por supuesto jurídicamente primera que San
Francisco.69 Por lo que Losada no haría sino seguir el esquema y secuencia de fundación de ambas
ciudades previas, quizás por evitar pasiones y discordias con antiguos vecinos de esas ciudades
que venían en su hueste y sin duda alegarían sus derechos vecinales como antiguos sobre los
nuevos candidatos a vecinos.

Para el momento de su fundación, ambas ciudades tenían, a ojos de sus respectivos vecinos,
igual peso jurídico. Ambas serían -y fueron- ciudades castellanas. Nadie adivinaba que una de
ellas llegaría a ser “metrópoli” de la provincia, pues las “ciudades” eran por entonces poco más
que la voluntad del vecino de “permanecer en la tierra”. Nacían todas igualmente rudimentarias:
Horcones, palos, bahareques y techos de cogollo de palma por casa; hamacas por cama, y tres
topias por cocina; un solar para el rancho, donde habita el nuevo vecino, un improvisado caney a
su lado para el caballo, unas cabras y tres o cuatro indios e indias domésticos que acarrean agua,
pilan maíz y flechan lapas o venados para el sustento de “la casa”; una Iglesia Mayor que a ojos
de obispo nuevo pasaba por corral de cerdos techado. Nada más.

Hasta hoy se estudia a Caraballeda subjetivamente, con la misma brevedad displicente con que
lo hace Oviedo en su Historia.70 Frente a Santiago de León, Caraballeda historiográficamente pasa
aún por un puerto malo, que se extinguió a la que -casi- se le pueden negar sus características de
ciudad y las prerrogativas jurídicas que se derivan de ello. 71 A lo más se le concede ser la
“antecesora” de La Guaira, que casualmente nunca fue ciudad, sino puerto de ambas. Oviedo
sigue pues influyendo negativamente en la antigua historia de esta fugaz “ciudad”.

Ello induce a olvidar que Caraballeda tuvo -necesariamente- términos municipales otorgados
solemnemente por Losada, vecinos, iglesia, solares, cabildo y encomiendas propias con tanto o
más derecho que Santiago de León, la afortunada sobreviviente. Aunque ahora a la distancia luzca
obvio para un caraqueño, no cabía en Losada -no tenía por qué- preferencia fundacional por,
digamos, Caracas, la gran capital de la provincia. Si primero fue El Collado, primero sería
Caraballeda. Así lo pensó Losada y así lo hizo.

Lo curioso es que la muerta Caraballeda ha sido tan “históricamente” enterrada en el rol que le
pudo caber en la Jornada de Caracas que hasta los revisionistas defensores de una fundación de
Caracas en 1568 han preferido inventarse poblaciones o ciudades aéreas para sostener sus
argumentos, cuando siempre tuvieron frente a ellos la ciudad “necesaria” para llenar lapsos
temporales hasta la fundación de Santiago de León en 1568; ciudad perfectamente probada en
documentos, pero oviédicamente desdeñada por ellos también. Adelante mostraremos el papel
fundamental que juega Caraballeda en la conquista de Caracas.

Indicios adicionales

No hemos querido dejar pasar otros indicios que acumulan fuerza a la tesis de una fundación en
1568.

Serían:

1_ La mención registrada del secretario del obispado don Juan José de Guzmán, en la visita del
obispo Martí a su diócesis de Caracas en 1770, de que en el archivo episcopal existía un
documento -actualmente no localizado- por el cual se evidenciaba según una real cédula que la
fundación de Santiago de León había sido en 1568:

…Esta ciudad de Santiago de León de Caracas es capital de este Obispado y Provincia; se fundó
el año de 1568 por el General Diego de Losada y fue su primer Gobernador don Pedro Ponce de
León, según se expresa en un papel que se halla al folio 403 del libro 4º de Reales Cédulas de esta
secretaría de mi cargo…72

Este documento pues, existió según el crédito fehaciente que como secretario episcopal merece
Guzmán y es concordante con nuestra tesis, por lo que sirve de alegato. Debe tomarse en cuenta al
momento de sopesar los argumentos en pro o en contra del debate.

2_ La mención del propio Oviedo, escrita antes de su Historia:

…El año de mil y quinientos y sesenta y ocho años, siendo Gobernador y Capitán General de
esta provincia don Pedro Ponce de León, fundó y pobló la ciudad de Caracas el General Diego de
Losada”.73

3_ La carta del contador Diego Ruiz Vallejo, escrita el 18 de abril de 1568, que
significativamente no da cuenta de Santiago de León ni de Caraballeda entre los pueblos de
españoles formalmente fundados que menciona:

…algunos gobernadores, como fueron el licenciado Bernáldez y el gobernador don Pedro Ponce
de León, hasta agora an hecho su asiento en la ciudad de Coro, que es en el cabo de toda esta
gobernación, y es gran perjuicio de los vecinos y moradores de ella, porque si an de pedir alguna
justicia ante la persona del gobernador para muchas cosas que son menester especialmente sobre
pleitos de los naturales, que para estos cierto es menester la persona del gobernador, y los de
Cuicas habían de ir ciento y diez leguas a Coro a pedir justicia, y los de Tocuyo noventa leguas, y
los desta ciudad de Segovia ochenta leguas, y los de Valencia, sesenta leguas, y los de Borburata
cincuenta leguas; reciben gran perjuicio todos….74

Puede pensarse que los oficiales reales aún no tienen constancia, o no han tenido tiempo de
recibir los recaudos de los “Autos” oficiales de la fundación de Santiago de León y Caraballeda,
fundadas en los dos meses previos, por lo que no las consideran aún parte de las formalmente
comprendidas en la gobernación. Recuérdese que estos oficiales residen en Barquisimeto,
ciertamente más lenta de comunicar por tierra con Caracas que Coro, que lo hace por la vía
marítima. Ponce acaba de llegar a Barquisimeto en febrero, por lo que no tiene tampoco noticia
cierta de las fundaciones todavía, que en ese momento se están dando en Caracas.

4_ La muerte de Guaicaipuro:

Un análisis crítico de la cronología que llevó a la fundación de Santiago de León el año de 1568
debe pasar necesariamente por Guaicaipuro. Este caudillo indígena de nación Teque, era el alma o
líder del alzamiento -según Oviedo y Baños- que había llevado al fracaso de Rodríguez Suárez y
Fajardo; a la ruina de sus ciudades, San Francisco y El Collado a inicios de 1562; a la muerte y
empalamiento del campeón Diego García de Paredes y a la derrota y fin miserable del valiente
capitán Narváez y otros ciento cincuenta de su expedición, entre soldados y servicio. Todos
convertidos en carne de guiso.75

Oviedo nos informa en su particular estilo de la muerte de Guaicaipuro por Infante y su


escuadrón y da un indicio de cuándo sucedió el hecho, de la siguiente forma:

…Bien desconsolado se hallaba Losada después que dio la vuelta a la ciudad [según el cronista
venía de fundar Caraballeda], por haber reconocido (según la dureza y rebeldía que experimentó
en los indios en la entrada que había hecho) cuán en los principios se hallaba su conquista,
después de año y medio que había trabajado en ella...76

Pareciera a primera vista, que Oviedo está situando la fecha alrededor de septiembre u octubre
de 1568, según la cuenta que saca para la entrada de Losada en el valle de San Francisco,
contando desde fin de marzo de 1567, por su cronología.

Pero como se sabe, Oviedo arrastra un error de un año desde el momento que pone la fundación
de Caraballeda en 8 de septiembre de 1568,77 y está documentalmente probado por el título de
encomienda a Desque antes citado que esta ciudad se funda antes del 14 de febrero de 1568 al
menos, y como por otra parte Oviedo informa que Losada “dio la vuelta a la ciudad” luego de
fundar Caraballeda, es lógico deducir que las fuentes no conocidas que está usando Oviedo para
construir su cronología propia le están diciendo que Losada regresa del litoral al valle de Caracas
en septiembre u octubre, aunque no le dan explícitamente el año 78 que la fuente juzga evidente por
estar declarada quizás en una hoja inicial perdida para el momento que Oviedo lee el documento.
Oviedo, de este dato mensual, deduce entonces “después de año y medio que había trabajado en
ella”.
Que Caraballeda estaba fundada poco antes si no el 14 de febrero de 1568 es un hecho probado.
Lo importante aquí es comprender que la muerte de Guaicaipuro no es luego de la fundación de
Santiago de León, sino antes. Esto es en sí tan importante para la final fundación de la ciudad que
alumbra todo el panorama cronológico de las causas que retrasan la fundación de Santiago de
León a 1568. Es quizás la razón de peso que se necesita, (aunque para llenar el lapso de la entrada
de Losada hasta la muerte de Guaicaipuro sucedieron otros hechos relevantes, como veremos).
Dicho de otra forma: Santiago de León quizás no pudo fundarse, no podría, antes de la muerte de
Guaicaipuro. Para Losada sería fundamental primero acabar con la cabeza de la rebelión, sin cuyo
fin no podría seguirse ningún adelanto en la pacificación de la provincia y en consecuencia menos
aún la fundación de una ciudad en el valle, como estaba ordenado.

La muerte de Guaicaipuro no está datada, hasta ahora, ni en la narración de Oviedo ni


documentalmente. Hemos de situarla, por lo explicado, entre quizás octubre de 1567, en que al
parecer sube de la costa Losada a la conquista del valle de San Francisco y 4 de marzo de 1568,
fecha en el que se realiza el primer reparto nominal de encomiendas de Santiago de León.79 N.
María, siguiendo a Oviedo, nos informa por su parte de la data de la muerte de Guaicaipuro así:

…y en una fatídica noche de fines de 1568, pero más probable de comienzos de 1569, envió una
tropa guiada por indios baquianos para prenderlo...80

Se deduce que María no sabe exactamente tampoco cuándo fue la muerte de Guaicaipuro. El
extenso documento original que está consultando, del cual el mismo investigador nos informa que
consta de 285 folios y tres cuadernillos adicionales, todos dedicados a un pleito por los indios de
Guaicaipuro que se dirimía entre dos litigantes, no lo dice por parte alguna. No obstante, algo
debió ver en dicho legajo tan meritosísimo investigador para concluir que la muerte se realizó,
más bien, “a comienzos” del año siguiente.

Si así fue, y basados en la corrección que hacemos a la fecha de Oviedo, que es igualmente la
fecha que adopta María (1569), pudiera datarse la muerte de Guaicaipuro -sin que de ninguna
forma sea definitivo- hasta inicios de enero de 1568, que corresponde ajustadamente con la
cronología subsiguiente de fundación de Santiago de León, según esta tesis.

A su muerte, o durante su intento, se realizaría la pacificación de los Teques y otras tribus


confederadas, el recorrido de la comarca por Losada, comenzando por la provincia de los Teques
al suroeste del valle y regresando por los Mariches al este, en lo que gasta, según el propio
Oviedo, un mes. Mientras tanto se prepara ya en firme el terreno de la ciudad, nivelándolo y
trazando “solares y calles” para alistarla para el acto protocolar que se realizará tan pronto se
tenga idea cabal y registren las parcialidades a encomendar, proceso conocido como
“apuntamiento”; cosa que a nuestro juicio está todo listo en el primer trimestre, como esperamos
haber podido probar con las declaraciones de testigos.81

En el segundo tercio de febrero –quizás- Losada está listo ya y en la costa de nuevo para fundar
Caraballeda e inmediatamente pasa -luego de este formulismo protocolar necesario- a San
Francisco para formalizar seguidamente la fundación de Santiago de León. Esta forma de fundar
poblados en serie no es un hecho extraordinario. Sebastián Díaz de Alfaro hace lo mismo al
fundar en menos de dos meses a San Juan de la Paz en noviembre de 1585 en los valles del Tuy y
a San Sebastián de los Reyes el 6 de enero de 1586. La relevante actuación de Francisco Infante al
acabar con la cabeza de la revuelta indígena -según la versión de Oviedo pues no hay otro que lo
afirme- es, a nuestro juicio, lo que le gana su ascenso a primer alcalde de la definitiva Caracas.

Guaicaipuro manso

Para terminar esta parte, un comentario se hace necesario.

La muerte de Guaicaipuro en estricto sentido no prueba la fundación de Santiago de León en


1568, tan sólo ofrece la posible causa -o al menos una de ellas- para hacerla ese año de 1568 y no
el anterior.

Sin embargo, como pensamos que estos argumentos razonados que acabamos de exponer arriba
serán exhaustivamente analizados, como es lógico, y porque sobre la existencia o no de
Guaicaipuro a fines de 1567 o inicios de 1568 se pudiera argumentar en contra, queriendo alguno
insistir en su muerte un año después -a fines de 1568 o inicios de 1569-, anticipándonos
reiteramos: la muerte de Guaicaipuro no está datada.

Si se analiza el título a Pedro Mateos de su encomienda, de fecha 5 de marzo de 1568, que


reproduce el anexo del hermano María en el que se le adjudican ya para entonces indios del
principal Guayamate, en primer término, y los de Guaicaipuro adicionalmente, se observará que
se habla de éste último como presente, no como fenecido:

…ansi mesmo os doy en la dicha encomienda, en la provincia de los Teques y comarca de las
minas, el principal Guacaypuro, de nación Teque, con todos los principales y capitanejos yndios
que a el fueren sujetos....82

Por formas de redacción como esta es que se yerra en el análisis crítico, pues muy válidamente
pudiera alegarse como prueba que Guaicaipuro seguía vivo para la fecha, marzo de 1568. Si ese
hubiera sido el único documento que presentara el Anexo de N. María sobre la encomienda de
Guaicaipuro, no teniendo por desgracia oportunidad el investigador de consultar el original o su
traslado fiel editado, habría que aceptar por fuerza que Guaicaipuro estaba vivo para fines de
1568, con todo lo que ello implica para la clarificación seria del debate sobre la fundación de
Caracas.

Pero afortunadamente María incluye una Sección Documental para mostrar cual de los litigantes
gana el pleito. En uno de esos documentos de fecha 3 de febrero de 1571 (precisemos, tres o
cuatro años después de la conquista de Caracas), en título de encomienda al sucesor encomendero
de Mateos, se lee:

…encomiendo en vos, el dicho Andrés González, en los términos de esta ciudad al cacique
Guayamate que está en la comarca de las minas, y en la provincia de los Teques el cacique
Guacaypuro con todos los yndios, capitanes y principales subjetos a los dichos caciques...83

Y en otro documento de encomienda, de fecha 27 de octubre de 1572, dado a la parte contraria


en el pleito, se lee:
…por tanto, en nombre de su rreal majestad encomiendo y doy en título de repartimiento a vos el
dicho Christoval Cobos los principales Guacaypuro y Guayamate, ansí y de la manera y con el
mismo título, aución y derecho que fueron encomendados a Pedro Mateos y Ambrosio
Hernández, su sucesor...84

¿Hace falta creer que Guaicaipuro seguía -por lo mostrado- vivo en 1572, cimarrón rebelde para
evitar ser encomendado? o, caso contrario, ¿que ahora era un dócil capitanejo al servicio de su
amo?

Evidentemente no. El Anexo de Nectario María ofrece testimonios del fin de este insigne líder
rebelde indígena. Entonces estaba muerto.85

¿Cuándo murió -según estos títulos- Guaicaipuro?

De Guaicaipuro hemos de decir que no está probado tampoco aún -documentalmente- su papel
de líder de la confederación indígena de Caracas que Oviedo y todos en adelante le atribuyen.
Nada impide que así haya sido, (y en nuestro análisis adelante usaremos algo cómodamente este
supuesto), pero de los documentos hasta hoy dados a la luz sólo se deduce su existencia como
cacique de una parcialidad Teque (aunque importante cacique, tal como Conopoima o Terepaima,
sus vecinos) y su final violento por mano de los españoles, hecho que pudiera indicar
indirectamente que efectivamente luchó a muerte contra estos. No hay testimonio -de su fecha-
que hasta ahora pueda probar la heroica narración de Oviedo.

Otros caciques Teques como Pacuare, Conopoima y Guaramare habían fenecido también, al
parecer luchando tan aguerridamente como Guaicaipuro, al momento del reparto de encomiendas
en 1568 por Losada.86 Guaicaipuro, es fuerza admitirlo, no destaca en forma particular de estos u
otros caciques guerreros en documentos de su época que a él se refieran, documentos por demás
siempre escuetos a la hora de mostrar el papel de liderazgo de algún cacique aborigen en
resistencia, por temor al ejemplo.

Es al menos extraño además que siendo Infante y Sancho del Villar los más aceptados
históricamente como vencedores de Guaicaipuro, los indios de éste legendario guerrero hayan
pasado al gris Pedro Mateos, que se ausenta rápidamente a mediados del mismo año 1568 de
Santiago de León, para no volver jamás, y que no pareciera tener hasta el momento mayor altura
ni figuración en la Jornada de Caracas, ni aparecer siquiera en la gesta de Oviedo, mas allá de su
pródiga lista.87

Ha habido tradicionalmente un comprensible y romántico factor “nacionalista” derivado del


Guaicaipuro barroco de Oviedo. Es una dificultad adicional para un examen objetivo. La figura de
Guaicaipuro debe ser analizada, si se busca objetividad histórica, de manera fría, en base a los
escasísimos documentos coetáneos que hasta ahora han salido a la luz que lo mencionan, a riesgo
de perpetuar otra narración heroica para consumo doméstico, sin mayor soporte. Las gestas
patrióticas existirán siempre y son preciosas en todos los pueblos, como parte de su épica popular.
Pero siempre será más hermoso si se logra probar que éstas no son sólo tradición oral, sino
verdadera Historia.88
Segunda Parte: El año de 1567

“…Y como quiera que en todo solicito la benevolencia del lector, para que disimule con piedad
los defectos que pudiera acriminar con rigor, desde luego represento por mérito para la venia a
que aspiro, el conocimiento que me asiste de mis propios yerros, pues cuantos descubriere en
este libro la censura, tantos admitimos sin disculpa por legítimos hijos, nacidos de mi ignorancia.
Vale…”.

Oviedo._ Historia de la Conquista..., op. cit., “Prólogo al Lector”.

1567 y el “Factor Oviedo”

Demostrada en la parte anterior la fundación de Caracas en marzo de 1568, al año de haber


entrado Losada en el valle de San Francisco, y habiendo probado de paso que ni Santiago de
León, ni tan siquiera Caraballeda se fundan en 1567 -según la contundente afirmación de Ponce
de León- surge entonces la pregunta lógica:

¿Qué pasó pues en 1567?

Para responder esta interrogante utilizar la Historia de la Conquista de Oviedo, como se ve, no
ayuda mucho ahora. Desde el momento en que ni su fecha de fundación de Caraballeda, 8 de
septiembre de 1568, ni la de Santiago de León, 25 de julio de 1567 son correctas, hemos de poner
en atenta observación (diríamos que algo más que eso) todo su célebre relato de la conquista de
Caracas. Es cierto que el mismo Oviedo, en sentido estricto, no se decide a fijar el 25 de julio
como fecha de la fundación. Su confesión al respecto es harto famosa:

…El día en que Losada ejecutó esta función es tan ignorado en lo presente, que no han bastado
mis diligencias para averiguarlo con certeza, pues ni hay persona anciana que lo sepa ni archivo
antiguo que lo diga…89

Pero no es menos cierto que Oviedo inserta la noticia de la fundación en un capítulo que pone
antes de la “fundación de Caraballeda”. Y esto no parece nada casual.

Oviedo es un autor de tan profunda influencia en la historiografía de Caracas que sin mayor
escrúpulo se le pasa un yerro como el de la fecha de la fundación de Caraballeda 90 sin que sea
automáticamente tachado, como él mismo hace con el remoto Gil González Dávila, y tácitamente
se le corrige aceptando que esta ciudad entonces, corriendo simplemente un año atrás, debe
haberse fundado el 8 de septiembre de 1567, o por esas fechas.91

Esto no es inocente. Obedece a una comprensible intención de la tesis tradicional de defender a


Oviedo. De alguna manera corregir la fecha errada de Caraballeda paradójicamente lo acredita y
fortalece. Pues con ajustar la fecha proponiendo que la fundación debió ser el 8 de septiembre de
1567, manteniendo la data, aunque no el año, esto “casi” prueba una fundación de Santiago de
León alrededor del 25 de julio.
Se puede acudir entonces a este autor de nuevo con la fe restablecida en su obra para seguir
leyendo -luego del capítulo de la fundación de Caracas- cómo pasa Oviedo a narrar la acometida
de los indios confederados por Guaicaipuro contra la ciudad de Santiago de León en la decisiva
Batalla de Maracapana (ya veremos cuanto), cómo en el siguiente capítulo se funda Caraballeda
en la costa y cómo Losada -luego de dejarla en orden- regresa al valle de San Francisco a hacer su
expedición de “apuntamiento” o registro de las parcialidades indígenas para poder asignar, según
méritos, los indios de Caracas.92

El casi inconmovible crédito de Oviedo y Baños en cuanto a la historia inicial de Caracas no es


gratuito. Nace de ser el único cronista al cual se puede acudir para saber los detalles de esa
Jornada. No hay otro. Para un investigador esos detalles valen oro. Oviedo compone su obra más
de ciento cincuenta años después de los hechos. Inunda de tantas noticias preciosas y personales
su narración que su Historia se lee, al menos para la parte relativa a Caracas, como un apasionante
libro de aventuras. Oviedo es percibido de alguna forma como el “Homero” de los brumosos
orígenes de Caracas. Escribe épicamente de una edad heroica, sobre unos personajes de virtudes
legendarias inmersos en una epopeya gloriosa.

Homero o no, Oviedo es el único historiador antiguo que se preocupa por el “problema de la
fundación de Caracas” con igual sentido histórico con que lo haría hoy día -y con el mismo
interés- un caraqueño orgulloso de su ciudad capital. En esto se diferencia de otros historiadores y
cronistas coloniales previos que dan noticia de pasada del “poblamiento” de Santiago de León
como una breve referencia, cronológicamente sin mayor importancia, para continuar así con el
fondo de su Historia. Al leer a Oviedo y Baños participamos de su angustia ante la fecha de
fundación sumida “en la incertidumbre”.

Oviedo ejerce entonces, sin quizás imaginarlo, una desproporcionada y perturbadora influencia
en cualquier estudio serio que se intente sobre los orígenes reales de Caracas. Es difícil desligarse
de su magia y asumir una posición objetiva. Quien lee a Oviedo en busca de datos se envuelve sin
notarlo en la convincente aventura de su narración. Es por ese fenómeno de “suspensión de la
realidad objetiva” que produce su lectura -propio del teatro y el cine- que no se advierte una
incongruencia jurídica tan simple como la existencia de idénticos cabildo dos años seguidos.
Aunque muchos detalles se le discuten se le acepta el fondo -en general- fehacientemente, sin
contrastarlo con la realidad histórica coetánea, tal como hacemos hoy con una novela.

Un problema adicional es que Oviedo por ser muchas veces fuente única -y muy apropiada para
cierta clase de Historia, por su narrativa plena de tensión escénica- es usado ante las lagunas que
por supuesto tiene la historia de Caracas, como amplio comodín de apoyo hasta por historiadores
responsables. No es culpa suya.93

Las noticias tan particulares de Oviedo, que son las que hacen valiosa su narración de Caracas,
según hemos comprobado deben tomarse con sumo cuidado.

Un caso:

El capítulo VI de su Historia, que es el inmediatamente anterior al de la fundación de Caracas


está dedicado a narrar la “Batalla de la Quebrada” de 1567, como el propio autor la bautiza. Es
un inserto que no agrega nada al fondo objetivo de la Historia de Caracas, pero que nos regala
aventura, como lectores de una gesta. Los expedicionarios, acosados de hambre por la destrucción
de las sementeras y cultivos alrededor del real o campamento, que sin tregua practican los indios
de Caracas, por orden de Losada organizan una “entrada” a las poblaciones “…de los Tarmas y
Taramainas (que habitaban a la parte de poniente en las serranías que corren sobre el mar…”,
para conseguir bastimentos, ”…para socorro del campo…” de Losada.94

La expedición de cuarenta soldados de a pie y cinco a caballo incluyendo como líder a don
Rodrigo Ponce, hijo del gobernador, encuentra finalmente los ansiados bastimentos pero se los
discuten aguerridamente los Taramainas. “…Estaba entre los gandules uno que llamaban
Carapaica, Taramaina de nación…”.95

Oviedo narra cómo Francisco Infante, Alonso Ruiz Vallejo y otros, luego de una batalla contra
Carapaica en la que se luce Ruiz Vallejo cuando reacciona de su huída ardiendo por el insulto de
“bastardo mestizo” que le lanza Infante, logran regresar triunfantes con suficientes bastimentos
para el campamento de Losada.

¿Cuánto de cierto hay en este relato y de dónde lo sacó el cronista? Imposible saberlo hasta tanto
no se avance en la posibilidad de encontrar testimonios que refuercen o debiliten los argumentos
del autor.

No obstante, es por muestras como esta que se discute sobre una supuesta Crónica de un Ulloa
por el cual se guiaría quizás Oviedo para componer su Historia.96

Pero sobre esa hipótesis de un Ulloa que lo ilustre, Oviedo niega explícitamente haberse guiado
por Relaciones: “…siendo preciso revolver todos los archivos de la provincia para buscar
materiales…”

Y también:

…pues habiéndome gobernado en todo por los instrumentos antiguos que he leído… aseguro en
su autoridad la certeza de que [sic] necesito para los sucesos que refiero…97

Si el historiador provincial se basara en el romance mandado a componer por el cabildo de


Caracas en 1593 a Ulloa bajo comisión y supervisión de personajes de tanto crédito y seriedad
como Garcí González de Silva y Juan de Riberos (este último coautor de la fundamental y precisa
Relación de Pimentel de 1578), ¿qué decir entonces de este testimonio que presentamos
seguidamente, del mismo Garcí González, declarando como testigo a favor de Diego de Henares?:

…y sabe demás de esto que en otra entrada que hizo a los Mariches contra un cacique llamado
Carapaica y le dieron al dicho Diego de Henares una muy grande herida, que estuvo a punto de
muerte…98

¿Cómo conciliar esta declaración de Garcí González, testimonio coetáneo, sobre un cacique
Carapaica de los Mariches y un Diego de Henares mal herido, con la novelesca narración de
Oviedo y Baños cuya acción sitúa este autor en dirección opuesta, “a Poniente”; contra una
parcialidad distinta, los Toromainas, y con personajes totalmente diferentes, narración en la que
nada se dice de Henares, prominente hijodalgo y culto alcalde del segundo cabildo de la ciudad en
1569?

Si Oviedo se está guiando por la supuesta Crónica de Ulloa, o esta se hizo distorsionando los
hechos hasta la falsedad (cosa que no fue por cierto la intención del cabildo cuando la comisiona;
se buscaba, precisamente, registrar los hechos verazmente en un poema épico, para preservarlos
con fidelidad), con la anuencia cómplice -y contra su propio crédito- de Garcí González, Henares
y otros conquistadores protagonistas directamente involucrados, vivos todavía, o ese mítico cantar
de gesta no describe este hecho de armas, ni por lo que se observa tampoco la fundación de
Caraballeda en febrero de 1568, menos aún la de Caracas en 1568, ni la muerte de Guaicaipuro
antes de esas fundaciones (y otras inconsistencias que sería prolijo exponer pero de las cuáles
hemos verificado errores como este en su Historia, así como sucesos críticos que expondremos
para el año 1567 de los que Oviedo no logra hilvanar, ni de lejos, la secuencia correcta, o no
informa nada), pues ya vemos como Oviedo yerra en cuanto a estos hechos fundamentales de los
que no da noticia cierta, cosa que no sucedería si se estuviera guiando, precisamente, por una
relación o crónica basada en testimonios de los protagonistas vivos, por más que puedan adolecer
estos de falta de memoria, pues es duro de admitir que todos los conquistadores sobrevivientes
hacia 1593, doce (12) al menos en la ciudad, de común acuerdo, vayan a confundir la fundación
de Caracas tanto como para ponerla el año errado, o antes de Caraballeda, o conspirar en cuanto al
primer cabildo, o declarar a Carapaica como indio “Taramaina”, siendo que lo combaten como
cacique Mariche, o haber sido alguno -de los aún vivos informantes de Ulloa- herido por éste
osado Carapaica hasta quedar al borde de la muerte, como le sucedió a Diego de Henares, y no
recordar (veinticinco años después del golpe) si fue en Carayaca o en Guarenas.

¿Qué hechos verídicos cantaba entonces el tal romance?99

Hay otras inconsistencias menos notorias, pero que a la luz de una lectura atenta y crítica de su
narración se revelan. Por ejemplo: El capítulo III del libro V finaliza con la entrada de Losada al
valle de La Pascua (El Valle, actualmente) donde terminó de pasar los días de Semana Santa de
1567:

…por cuya causa mantiene hoy el nombre de valle de La Pascua, perdiendo el de Cortés, que
tenía antes, por haberlo encomendado Fajardo a Cortés Richo, un portugués, que le acompañó en
todas las entradas de su fatal conquista…100

Oviedo, y con él muchos de sus seguidores contemporáneos han negado que Fajardo haya
fundado algo más que un hato de ganado, jamás una ciudad castellana en toda regla.101 ¿Cómo
pues, si no existe ciudad formal le da Fajardo en encomienda a Cortés Richo el valle de La
Pascua? Más aún, a favor de la fundación de San Francisco como ciudad por Fajardo, existe un
revelador título de encomienda de Baruta -en traslado del siglo XVIII- al conquistador Alonso
Andrea de Ledesma dado por Losada en el que se nombran a un “Carrasco” y un Pedro Martín a
quienes los principales caciques Baruta y “Chacoata” (¿Chacao-ta?) “...solían servir…”, según el
título.

Antón Carrasco y Pedro Martín fueron dos de los registrados conquistadores que entraron con
Fajardo a fines de 1559. ¿Sirvieron entonces estos caciques anteriormente como encomendados a
Carrasco y Martín? Si es así, debieron necesariamente existir vecinos de una ciudad conforme
jurídicamente en el valle, pues las encomiendas se otorgan, por leyes de Indias a los vecinos de
una ciudad castellana, como hemos visto. San Francisco fue pues -al parecer- fundada, y la tierra
repartida en 1560 por Fajardo, como se evidencia de dicho título.102

A nuestros ojos se invalida pues, historiográficamente, este “comodín para todo” lo que se
desconoce sobre la conquista apelado Ulloa del que sólo se sabe nombre, oficio y maña y su
registrada “estadía” por esa fecha en Santiago de León.103 No creemos que tenga parte este
soldado poeta en la obra del historiador, lo que acredita a su vez, a nuestro juicio, el mérito
original de Oviedo, pues se hace patente entonces la magnitud del trabajo de investigación y
síntesis de este cronista -con errores propios, como cualquiera, al no tener guía cierta-, que de
vagos y “fríos documentos” logra en una paciente década y media componer una Historia sui
géneris, tan viva y notable.104

Descartando a Ulloa, quedan aspectos por analizar, sin embargo:

…hallábase a la vista Juan Serrano y batiendo los ijares a un caballo cuatralbo, abierto de frente
y de color castaño, muy arrendado y brioso en que se hallaba montado, partió tras ellos…105

Frases como esta que describen hasta el color de las patas y señas del caballo de Serrano, si no
son licencias literarias, son imposibles de deducir de testimonios protocolares si no se está más
bien frente al relato de alguien que lo haya visto. ¿Quién, a ciento cincuenta años de esos hechos,
recordaba las riendas o color del caballo de Serrano? ¿Es este acaso un adorno cultista de Oviedo?
¿Restos de una oda de victoria, escrito quizás por el latinista capellán?

Oviedo, además, se muestra tan seguro en su narración que pareciera “conocer los hechos”,
así no sean los históricos, y los maneja casi como testigo, como ningún otro historiador. Pero,
significativamente, cuando vacila sobre un dato, lo manifiesta. La fecha de la fundación de
Santiago de León es uno de esos momentos. Otro, la duda que como historiador le produce el
“Suceso Memorable del Acicate” en el que se narra la increíble batalla de Garcí González
defendiéndose con una espuela contra veinte indios atacantes, de la que sale victorioso.106 El
hecho, aunque Oviedo no deja de trascribirlo, no es creído por el propio cronista, según su propia
confesión. Sin embargo -y es lo notable- sucedió realmente, como lo manifiesta Garcí González
en una declaración en 1624.107

Oviedo vacila explícitamente ante un hecho real como éste que debió necesariamente ser
incluido por Ulloa en su supuesta gesta épica -por lo clásicamente heroico de la lucha-, cosa que
el tal Ulloa no hizo, evidentemente, y sin embargo no manifiesta Oviedo en cambio duda alguna
ante errores históricos fundamentales como la real fecha de fundación de Caraballeda o la
anómala dualidad de cabildos cadañeros.108

Ese -al menos para nosotros- es el real enigma de sus fuentes.

Para un investigador crítico, ¿qué pensar entonces de las etnias, caciques y parcialidades tan
explícitamente narradas por Oviedo?
¿Existió un Carapaica “Taramaina”? No lo cree así Garcí González de Silva, que contra este
luchó.

¿Un indio manco de nombre Sorocaima? El registro de Sorocaima como supuesto nombre del
anónimo indio Teque al que ciertamente Domingo Giral, Juan Fernández de León y Juan Pascual
amputan la mano, hecho documentado según testimonios de 1576, es inútil buscarlo en fuentes de
la época. No existe hasta ahora en documentos supervivientes este así nombrado Sorocaima, tan
sólo en la creación de Oviedo.

¿Un Tamanaco caraqueño? Nos asalta la duda, cuando leemos fuentes primarias sobre Nirgua,
de la misma fecha, en la que nos hallamos con declaraciones como la de Andrés de San Juan:

…porque siendo yo alcalde ordinario por Su Majestad de la ciudad de Xerez [de Nirgua], los
indios que viven en el cerro de Tamanaco, jurisdicción de la ciudad,…109

Debe hacerse pues un trabajo profundo de arqueo y comparación de datos en archivos de fuentes
originales tales como Encomiendas y Méritos de Servicios donde quizás haya visto Oviedo estas
noticias, o en archivos de las órdenes religiosas, obispales y afines, pues la fuente de Oviedo para
algunos sucesos o estampas –definitivamente no para la Jornada entera- si es que existió, bien
pudiera ser quizás alguna relación personal de méritos, sin mayores intenciones históricas, y de
estilo literario florido tal como la de fray Jacinto de Carvajal.110

Toda esta extensa digresión tiene un fin:

Es necesario pues, de aquí en adelante, tomar a Oviedo con pinzas; sopesar su narración con
mucha precaución. Nuestra posición es que -sin negarle a priori crédito al fondo- hay que analizar
con crítico cuidado todo su texto, hasta detalles de su Historia que imaginaríamos imposibles de
rebatir, por ser tan propios de su relato que no se esperaría hallar noticia en otra parte que los
verifique o desvirtúe.

Las fuentes

Sobre 1567 hay pocas fuentes a pesar de ser el año más investigado en documentos del siglo
XVI venezolano.

Algunas de ellas: Oviedo, por supuesto; la Carta al Rey de Ponce de León en diciembre de 1567;
la Carta al Rey del obispo Agreda en enero de 1568; la Carta al Rey del contador Ruiz Vallejo en
abril del mismo año; ciertos testimonios muy interesantes de algunos testigos en residencias e
informaciones en años varios sucesivos; y en particular una reveladora cédula real en 1569. 111 Son
las que hemos utilizado. Como haremos patente por el desarrollo de nuestra hipótesis, falta una
eficaz investigación en archivos de Francia sobre la actuación de personajes como Nicolás Valier,
Jean Bontemps, Pierre de Barca y Jacques de Sores, que actuaron en ese y otros años cercanos en
costas venezolanas.

Los denominados “Juicios de Residencia” por los que se enjuiciaba burocráticamente al


gobernador de turno y que muchas veces representan por las declaraciones de testigos y otros
documentos trasladados un enorme cúmulo de datos históricos, en este caso no aportan mucho: El
juicio de residencia a la gestión del gobernador clave Ponce de León la hizo su sucesor interino
Francisco Hernández de Cháves, llegado a fines de 1569. Existió pues esta residencia, pero no ha
sido localizada, o quizás nunca se envió al Consejo de Indias en España por muerte temprana de
este gobernador Cháves, al año de iniciado su gobierno.112 El juicio de residencia hecho por el
sucesor Mazariegos a Hernández de Cháves en 1571 -a pesar de que su traslado en el Archivo
General de la Nación incluye en su título a Cháves y Ponce de León- no alcanza sino a la gestión
de Cháves, como es lógico.113 El período comprendido entre la llegada de Ponce de León, en
mayo de 1566, hasta su muerte, en mayo de 1569, sigue entonces sin documentación de residencia
que la sustente, lamentablemente. Hemos consultado los juicios de residencia anteriores y
posteriores pertinentes.

Sobre esta endeble base documental pues, intentaremos reconstruir el año 1567 para la Jornada
de Caracas. Aunque será en gran medida una especulación, las ideas que presentaremos nacidas
del mismo análisis crítico que hasta aquí hemos venido aplicando lucen, a nuestro modesto juicio,
al menos tan estimables como en este momento son las de Oviedo y otras autoridades sobre el
mismo año. Visto que en la consulta de fuentes historiográficas no hemos hallado hasta ahora
nada que se diferencie substancialmente de la versión tradicional (si apartamos las ideas de los
revisionistas arriba mencionados), nos arriesgaremos a formular una hipótesis tan sólo sea para
aportar líneas frescas de debate a la historia inicial de Caracas.

Así es como lo vemos entonces:

El plan de conquista

El brillo doradista de Caracas y el hambre de esclavos en abundancia llamaban con su peligroso


canto de sirenas desde mediados del siglo XVI a los empobrecidos herederos de los Bélzares,
pinchando sin tregua su codicia frustrada por tantas expediciones ruinosas.

1567 para la usual historiografía nacional es el año del “nacimiento de Caracas”.

Además de probarse que no es cierto, históricamente con mucha más propiedad es el año del
asalto a Coro y la “muerte de Borburata”.

Borburata, hasta ese año, era el único puerto y ciudad que los castellanos habían logrado fundar
en la costa -que sobreviviera- desde Cumaná hasta Coro. Era la puerta de entrada y salida
comercial para poblados como El Tocuyo, Barquisimeto, Nirgua -según estuviera o no poblada-,
Valencia, Trujillo e incluso Mérida (en otra gobernación por entonces), ciudades a las que les era
más fácil entrar o salir por Borburata que por Coro, la capital de la provincia. Su estratégica
posición central en la costa para el comercio de ultramarinos con estas poblaciones, y a través de
ella con Margarita, Santo Domingo, Cabo de la Vela o Cartagena de Indias la mantienen viva, a
pesar de no producir ningún fruto, ni oro, ni tan siquiera perlas. Estaba, además,
convenientemente situada al lado de la indómita provincia de Caracas, de brumosas montañas y
áureas quebradas, región pendiente de conquista desde 1562.
Ese año de la Jornada de Caracas, a Borburata le tocaría desempeñar el rol de plataforma en una
operación combinada por mar y tierra. Así lo habían acordado Losada y Juan de Salas en El
Tocuyo en 1566, cuando se dedican a planear la fórmula para superar la táctica victoriosa con que
los retaba Guaicaipuro.114

El dilema estratégico para la conquista de Caracas era claro. Estaba a la vista con la experiencia
de lo sucedido a las fundaciones de Fajardo, San Francisco y El Collado, años antes: Si no se
sostenía una “cabeza de playa” en la costa, cualquier intento poblador basado en dos ciudades,
una costera y otra tramontana, se derrumbaba, como se hizo patente con el abandono de El
Collado en el litoral. No se podría pues, asegurar el éxito de la Jornada ni poblar ciudades
perdurables en esa provincia cumpliendo el deseo real si no se conseguía primero asegurar la
costa y el acceso al mar, vital vía de comunicación y bastimentos, de socorro y escape para los
expedicionarios de la Jornada.

Una expedición definitiva de la envergadura que se planeaba no podía hacerse sino por tierra.
Losada prometía entrar con éxito de esta forma en dicha provincia. Sabía dirigir huestes en
territorio hostil -y sobrevivir- desde aquellas lejanas y alucinantes correrías al interior ignoto de la
provincia con Reinoso. No sería pues él otro Narváez con los indios de Caracas, que por
requerirles paz murió, ni otro Bernáldez, que por prudente huyó.

Pero Losada sabía que atrincherarse en el valle de San Francisco confiando en sus solas fuerzas
era quemar las naves. Guaicaipuro y sus aliados eran enemigos de particular cuidado. Altivos, por
sus evidentes éxitos ante los españoles. A partir de la entrada en la provincia de los Caracas,
Losada entendía que debía dedicarse a allanar la costa, so pena del aislamiento de su hueste, que
era la estrategia de Guaicaipuro. La vital vía de escape y socorro debía mantenerse abierta. Muy al
contrario de lo que se piensa, Losada no conquistaría primero el valle, sino la costa.

Las tribus del litoral de Caracas se habían especializado en su papel en la guerra. Perfeccionaron
una técnica sutil de engaño a las naves que imprudentemente se acercaban a su costa en busca de
agua o rescates, para luego matar a todos los desembarcados y -si podían- quemar el barco. El
afamado Diego García de Paredes regresando de España en 1563 premiado con una gobernación
por sus hazañas en la derrota del Tirano Aguirre -pensando que en la costa de Caracas estaría ya
su amigo Narváez, como pensaba verlo cuando partió-, desembarca inocente en la playa animado
por las caras buenas que le ponen los indios y es sumariamente enviado al limbo, a acompañar a
Narváez, por la vía del empalamiento.

El negrero y corsario inglés John Hawkins poco después se salva por pura casualidad de caer
también en la misma treta. John Sparke, que estuvo en este viaje de Hawkins a las posesiones
españolas, en 1565, comentaba así el suceso:

...y vio muchos caribes en la playa y algunos también en sus canoas, quienes les dieron muestras
de amistad y le mostraron oro con lo cual quisieron significar que deseaban comerciar con
nosotros... que de haberlo tenido, hubiera sido para su desgracia [habla de su capitán Hawkins],
que éstas no eran gente amable como pensábamos, sino mil veces más endiablados, y son
caníbales y devoran a cualquier hombre al que puedan echarle mano, como lo supimos después en
Borboroata. ... Su política en la lucha contra los españoles es maravillosa, pues escogen como
refugio las montañas y bosques, a donde los españoles con sus caballos no pueden seguirlos...115
Ese tramo costero se había vuelto pues prohibido para los navíos españoles, en el mare claussum
caribeño en el que hasta entonces aún navegaban.

Allanar la costa era entonces el primer objetivo de la Jornada. Era vital desde el inicio. Así lo
entendían Losada y Juan de Salas. El mar era la pared contra la que se estrellaba la furia de
Guaicaipuro y sus caciques aliados. Los españoles, por supuesto, eran los dueños del mar. Si estos
caciques de la costa controlaban el acceso y la salida -por el litoral- al valle, de ellos era Caracas.
Si los españoles conquistaban la costa, con Borburata apoyando, la guerra estaba ganada.

El papel naval de Juan de Salas en la Jornada de Caracas era específico: Mantener la


comunicación marítima a través de sus piraguas desde Borburata a la costa de Caracas. Borburata
haría de base para todo el esfuerzo de retaguardia. El socorro que aportaría Salas era importante
por sí mismo: Traería a Borburata -además de cincuenta de los leales guaiqueríes que habían
acompañado a Fajardo desde Margarita- a quince antiguos conquistadores y vecinos que fueron de
El Collado, vecinos ahora de Margarita y Borburata, imprescindibles para la Jornada como
conocedores de las belicosas tribus de la costa, con las que a través de Fajardo habían en algún
momento llegado a tratar y cohabitar y a cuyos caciques podían localizar, identificar y quizás
hasta hablar. Nadie más que estos antiguos pobladores pioneros habían pisado con certeza este
crítico tramo del litoral.116

Pero lo más importante es que la flotilla de Salas aportaría pólvora, municiones y armas que
usualmente se adquirían en Margarita, pues la gobernación de Venezuela sufría una crónica y
patente escasez de estos vitales pertrechos. Margarita hacía de base de entrada y plaza de compras
para todas las expediciones importantes que se hacían en Venezuela desde tiempos de Ortal.
Fajardo inicia su última y fallida entrada a Caracas saliendo de Margarita vía Cumaná, con
intención de entrar desde oriente esta vez por tierra. Maraver de Silva en 1568 se detiene en
Margarita también para abastecerse y aclimatarse y planear su entrada a su gobernación de El
Dorado. Losada y Villegas regresaron en 1543 a Coro con soldados, caballos, ganados y
pertrechos de guerra suministrados por Margarita cuando van a Maracapana a fijar con Cubagua
los límites de la gobernación. Igual sucede con Vicente Díaz Pereira, en 1551 cuando de allá
regresa a Borburata por tierra trayendo ganados y gente de guerra, nuevamente.117 Quizás traería
Salas también algunos “versos” o cañones de ligero calibre, para sostener los perímetros que
pensaba levantar.

Las tribus más poderosas de la costa eran las de los Tarmas y –según Oviedo- los “Taramainas”,
con su gran cacique Paramaconi al oeste, en las serranías costeras, que comunicaban en sus
laderas sureñas con Teques, y Aruacos, estos últimos acaudillados por Terepaima, el vencedor de
Narváez.118

La más poderosa al interior (descontando los Quiriquires alrededor del Tuy medio hasta su
desembocadura, que no participaban en la confederación indígena por ser enemigos tradicionales
de los Teques y otras tribus de las altas montañas) eran los Mariches, al este del valle de San
Francisco que comunicaba por la costa a través de pasos en la serranía con otra gran parcialidad,
los Chagaracotos, numerosa nación que habitaba desde Naiguatá hasta más allá de Osma.119

Una vez allanada o pacificada la costa, el siguiente paso sería conquistar el valle, donde se
poblaría la otra ciudad de españoles que defendería el acceso al oro de los Teques. Si Guaicaipuro
desde el interior era el que ciertamente dirigía el alzamiento, su muerte era prioritaria para esta
segunda etapa. Rota la coalición y pacificados los más importantes grupos indígenas, sólo
entonces se fundarían las ciudades.

Losada con su hueste de ciento treinta y seis españoles incluyendo dos curas, partiendo de El
Tocuyo se reuniría con Juan de Salas en Borburata, procedente de Margarita.120 Allí Salas
aprovisionaría de morriones, arcabuces, pólvora y municiones la hueste de Losada y acordarían la
cita final para reunirse de nuevo en la costa de Caracas. Marcharía cada uno por su vía para
encontrarse en Maiquetía en el momento acordado, unir fuerzas y crear la línea de comunicación
marítima con Borburata.121

Este era pues el plan para la conquista de Caracas, y el papel de Borburata cuando se inicia la
Jornada, en enero de 1567.

Indios, corsarios y conquistadores, todos en pos de la costa.

Sin embargo, sobre Borburata, se cierne la tormenta.

A pesar de sus diecisiete sólidos años de desarrollo estable, de estar poblada de notables vecinos
con familia e hijos, tener tan buen o mejor puerto que Cartagena de Indias, Veracruz o La Habana,
y estar en la ruta directa de la importante flota de Tierra Firme, Borburata carecía de algo
fundamental de la que estas otras ciudades costeras -o hasta una más humilde, Pampatar en
Margarita- no podían prescindir: Una fortaleza.

Borburata, “a la lumbre del agua”, no tenía un simple cañón que defendiera su estratégica
posición contra corsarios y piratas. Inerme ante las armadas herejes que cada vez en mayor
número y más potentes se acercaban a las Indias de Su Majestad, con ánimo de comerciar
ilegalmente, o expoliar y hacer el mayor daño a cambio. Peor aún: era un imán para ellas por
hallarse en su camino a la codiciada Cartagena, tener un puerto natural capaz de albergar
cómodamente la más grande flota corsaria en tiempo de huracanes y ser ella en sí misma un
objetivo valioso como prenda de rescate si era tomada, o un mercado potencial si no.122

Pero la indefensión de Borburata no la motivaban carencias presupuestarias de un vasto imperio,


el descuido, o la indolencia. Era, por el contrario, el precavido deseo de Su Sacra Real Majestad.

La causa era el legado espiritual de Aguirre. Peor pirata había sido este peregrino español pata
coja, desbordado de odio creativo hacia su monarca, que el cruel Jacques d´Clerc, “Patepalo”, de
infausta memoria. Temía aún la corona que en una provincia olvidada, pobre y desesperanzada
como ésta, tan ancha y ajena, otro Lope redentor pudiera de tanta necesidad como en ella se
pasaba mandar su rey al diablo y hacerse fuerte, si hubiere dónde, como lo hizo El Tirano en la
fortaleza de Pampatar, en 1561. En la metrópoli no se olvidaba que aquí en esta provincia de
Venezuela había muerto el peligroso marañón. El número de rebeldes desnaturalizados de su
vasallaje y la gravedad política del desafío de su torpe grito de libertad mostraban tan
patentemente cómo fallaba el dominio real en estas tierras que el vejado rey Felipe, aún en 1567,
no se decidía a confiar en sus “leales súbditos” de Borburata y poner en sus manos cañones para
la urgente defensa de su puerto.123
El día en que ardió la ciudad, Borburata tenía ya varios años sorteando corsarios. Hawkins y
Bontemps la visitaban. Algunos años antes Justo Desque había sufrido, como oficial tesorero en el
pueblo, las torturas de piratas hugonotes para que entregara el oro del rey.124 El gobernador Ponce
de León había iniciado su gestión en 1566 condenado duramente a su antecesor, el licenciado
Bernáldez, por permitir la compra de esclavos por los vecinos de Borburata a Hawkins, en 1565.
A Bernáldez este nuevo gobernador lo remite detenido y con escolta al Real Concejo de Indias de
Sevilla a fines de 1566.125

No es que los leales súbditos le pusieran mala cara al comercio ilegítimo:

…Estos corsarios vienen muy proveídos de todas mercadurías y aceites y vinos y lo demás que
en la tierra falta, y la necesidad de los vecinos por no lo tener son grandes y no basta penas ni
castigos para que lo dexen de comprar secretamente lo que han menester y esto han hecho; de
verdad se hace, aunque no se puede averiguar porque lo hacen de noche y los unos a otros se
encubren y no basta diligencia para que lo dexen de hacer; y es verdad que tenemos gran
escrúpulo de conciencia nosotros los oficiales de Vuestra Majestad, por los juramentos que les
hacemos tomar, pues dello no se puede averiguar otra cosa sino que creemos que se perjuran…126

Pero ante la probidad rectilínea que manifestaba en estos asuntos el nuevo gobernador, no cabía
mucha opción. La intransigencia de Ponce –más militar y menos abogado que el licenciado
Bernáldez- conduce a la tragedia, como se verá.127

Losada parte con su hueste a inicios de enero de 1567 de El Tocuyo. Agrega por el camino la
gente que se le une en Barquisimeto. Sigue a la Villa Rica, en Buría -por otro nombre Nirgua, un
real de minas por entonces-, donde luego de recoger oro que fundirá en Borburata, el 20 de enero
de 1567 en medio de fiestas de cañas y torneos -según Oviedo- se encomienda a San Sebastián,
eficaz patrono contra las flechas.128

A fines de enero llega a Valencia. Deja su gente acampada en Guacara y luego en Mariara
fabricando escaupiles, pabilo para mechas de los arcabuces, alpargatas, hamacas y otras cosas
necesarias para iniciar la jornada. Losada baja a Borburata en busca de Juan de Salas, tan sólo
para hallar la ciudad en manos de la primera de cinco armadas enemigas que ese año la visitarán.

El hugonote francés, sacrílego y pirata Jacques Sores, fondeado cómodamente en la bahía de


Borburata, sumaba en su antiguo haber el saqueo de Santa Marta, Santiago de Cuba y la propia
Habana.129 Pupilo aventajado y lugarteniente de Patepalo d´Clerc, esta vez venía por su cuenta de
hacer su faena en Margarita, por lo que se comprende que Juan de Salas no hubiera llegado a
Borburata, intentando componer el desastre en que el pirata había dejado esa tierra. Sores en la
isla había asesinado a varios vecinos de la isla, subyugado el pueblo y exigido rescate. De ella se
lleva carne, provisiones, “…y el no muy rico botín pillado durante el asalto…”.130 Al parecer,
quema la iglesia de Margarita131 y a velas llenas se enrumba al oeste olfateando presa, donde “…
entró de mano armada en Borburata, haciendo todo el daño que podía y porque no quemase el
pueblo le dieron mil pesos de rescate…”.132 El obispo Agreda se hallaba de visita pastoral en
Borburata confirmando a los vecinos. Como representante del Papa romano era liebre cierta para
estos canes. Se salva en esta oportunidad.133
El obispo declaró meses después: ”…vino un corsario francés secretamente y robó el
pueblo...”.134

Y Hernando de las Viñas:

…vino a el dicho puerto un francés corsario con tres naos y una carabeleta que traía robada... y
en medio de una sabana que está a la entrada del pueblo encontraron con los dichos franceses.
Venían como hasta ochenta hombres poco más o menos, arcabuceros y piqueros y con las mechas
cubiertas... todo lo cual pasó en la fin del mes de enero de sesenta y siete...135

La ocupación corsaria debió extenderse hasta inicios de febrero: “…por el mes de febrero fue
robado el pueblo de Borburata...”.136 El pago del rescate debe haberse hecho con autorización del
obispo. Losada, en estos menesteres, espera inútilmente a Salas todo el mes de febrero hasta
principios de marzo.137 Pero parece evidente que si el mar está poblado de tales peligros no puede
realizarse la cita. Salas se ve obligado a esperar en Margarita para no ser tomado en la travesía.

Por todo esto pues, Diego de Losada emprende sin la ayuda de Salas ni sus urgentes pertrechos
la Jornada de Caracas en marzo de 1567. Antes de partir pasa revista general. Son en total ciento
treinta y seis españoles de armas contando dos sacerdotes, uno para cada pueblo a fundar.138 No
puede esperar más por Juan de Salas. Dentro de poco se iniciará la temporada de lluvia y para
entonces desea estar ya dentro de Caracas:139

…aunque le faltó el capitán Juan de Salas a quien esperaba porque había de entrar en su
compañía con copia de soldados que había de sacar de la isla Margarita e indios guaiqueríes en
quien el dicho general tenía mucha confianza, y aunque le era todo de mucha importancia,
pospuesto todo temor entró a la dicha conquista…140

Al partir Sores se abre un lapso cronológico impreciso entre febrero y mediados de abril, fecha
del arribo de la armada de Jean Bontemps a Borburata. Al día siguiente de su arribo se le une la
flota de Lovell, del doble de tamaño, financiada y apadrinada por Hawkins y llevando como
bisoño piloto al joven Francis Drake, su sobrino.141

Ello no implica que el mar se hallara libre de corsarios en el interludio. Está registrado el paso
entre Sores y Bontemps de un Pierres de Barca, francés.

Este arriba a Borburata en dicho lapso.142 Pero al ver quizás que los pobladores acababan de ser
robados por Sores y como su fin era el simple comercio, o porque los vecinos le informaran que
no tenían permiso para contratar y que para quitárselo de encima los ladinos justicias le
aconsejaran que fuera a Coro a intentar obtener el permiso con el inflexible gobernador, el hecho
es que para allá enfila De Barca la proa, inaugurando el tren de visitas de los corsarios a Coro, a
obtener licencia de Ponce de León, aprovechando la estadía del gobernador cercana a la costa y
apostando a que será tan venal como Bernáldez.

…tras este vino otro llamado Pierres de Barca, y este todo su intento era rescatar, y mostraba no
querer hacer daño, y así llegó al puerto de la ciudad de Coro, donde los vecinos rescataron hasta
once negros, los cuáles el gobernador don Pedro Ponce de León los tomó para Vuestra Majestad,
y a los que rescataron castigó; y este francés tomó un navío en el dicho puerto de Coro, cargado
de lana y cueros, y porque rescatasen con él los dichos negros volvió el navío a su dueño, con
todo lo que traía…143

Uno de los compradores de estos esclavos de contrabando es Andrés de San Juan, que se escapa
de su vertical gobernador en el navío cargado de lana y cueros liberado, para no ser castigado ni
devolver sus esclavos, partiendo apresuradamente a Santo Domingo.144 Curiosamente, está
incluido para la fecha de la expedición en ambas listas de los conquistadores que entraron con
Losada, la de Oviedo145 y la de María,146 que evidentemente no puede ser si fue a Santo Domingo
en marzo de 1567. Para abril de 1568 ya estaba en Santiago de León, haciendo de escribano.147 En
1570, muerto Ponce, su perseguidor, hace de juez de residencia de su gestión en Coro, como se
mostró arriba.148

El acoso corsario a cualquier casco que por esas fechas de 1567 navegara en el mar entre
Margarita y Coro hace que un incauto navío perseguido intente resguardarse en la temible costa
de Caracas:

…al tiempo que Losada pasaba muestra a su ejército en el valle de Mariara navegaba por la costa
de Caracas, un navío con cuarenta hombres, que cargado de mercadurías iba de España para
Cartagena, y seguido de los corsarios franceses, por asegurarse del peligro que le amenazaba dio
en manos de la desdicha… pues huyendo por no ser apresado, se acogió al puerto de
Guaicamacuto…,

donde fueron muertos todos al saltar a tierra, por los confederados indios de la costa, en guerra
sin cuartel contra los españoles.149

Esta era entonces la ruta que Salas tuvo que sortear para no dejar de acudir, aunque retrasado, a
su cita en Borburata.

¿Cuándo inicia Losada la Jornada? ¿Cuándo llega Salas a Borburata? Son preguntas
significativas que quizás puedan precisarse algo más si se analizan las fuentes.

Inicio de la Jornada: De la cronología de Oviedo hay dos fechas que ofrece su narración
-concordantes con testimonios documentales- que pueden por tanto tomarse con bastante
credibilidad. Oviedo afirma que el miércoles 3 de abril Losada, que había estado pasando la
Pascua de Resurrección en el valle de La Pascua (homónimo por eso, precisamente) levanta su
campo para pasar al valle de San Francisco.150 Previamente ofrece la fecha de 25 de marzo como
la fecha de la Batalla de San Pedro. Pudiera estimarse la fecha de inicio de la Jornada –basándose
en su cronología de hechos hasta esa fecha desde que parte de Mariara- en alrededor de 16 o 17 de
marzo.151

Pero debe tenerse en cuenta que Oviedo establece su fecha para la Batalla de San Pedro según el
calendario gregoriano, y para 1567 regía el antiguo calendario juliano, por lo que a la fecha del 16
de marzo pudiera restársele diez días, quedando la partida de Losada en 6 de marzo, fecha
significativamente cercana a inicios de marzo, que parece haber elegido para su fundación de
Caracas, en función de hacerlo quizás al año exacto de su partida.
Llegada de Salas a Borburata: Hay una declaración de Andrés Machado, vecino de Borburata
por entonces, al igual que Lázaro Vásquez, los cuáles se unen a Salas cuando este arriba a
Borburata para participar ellos también en la Jornada de Caracas152. Hablando de Caracas,
Machado dijo:

…que fue uno de los primeros que entraron al socorro de esta provincia con el capitán Juan de
Salas, que vino a la propia jornada dende la isla de Margarita… diez o doce días después que el
dicho capitán Diego de Losada la empezó a hacer…153

Como ya tenemos una fecha aproximada del inicio de la Jornada, 4 de marzo, podemos suponer
fiablemente que Salas arriba a Borburata, según el testimonio de Machado, a mediados de marzo,
entre la ida de Pierre de Barca y la llegada a Margarita de Bontemps. Justo a tiempo: “…por
Pascua de Resurrección pasaron por la Margarita…” corsarios sin precisar, que bien pudieron
ser las armadas de Bontemps y Lovell.154

Entre tanto Salas ya en Borburata, desconociendo que Margarita está siendo visitada de nuevo
por tan poderosos corsarios, engancha a Lázaro Vásquez y Andrés Machado. 155 No logra traer los
cien guaiqueríes veteranos de El Collado que había prometido, tan sólo la mitad. Se informa en el
puerto de la partida de Losada desde Mariara “diez o doce días antes” y calcula que dentro de
pocos días más el capitán general estará ya en la costa de Caracas, si no hay contratiempo, donde
se le unirá. Así pues, Salas cuenta con salir de nuevo de Borburata los primeros días de abril para
sincronizar con la llegada de Losada al litoral y establecer la línea de socorro, abastecimiento y
refuerzo planeada. Tal vez espera una piragua de aviso de Maiquetía. Todo el cronograma está
algo retrasado, pero nada que no pueda ser subsanado.

Salas esperaba para darle tiempo a Losada a que llegara a la costa porque no quería que le
sucediera a sus piraguas lo que a otros que imprudentemente han arribado a esa costa mortal. Sabe
que no cuenta con fuerzas suficientes para enfrentar solo las tribus confederadas de la costa.
Necesita a Losada para desembarcar y Losada a él por los soldados y municiones que trae a la
Jornada.

Llegado abril se entera que el mar está nuevamente infestado de corsarios. Finalmente, sin haber
logrado partir, arriban Bontemps y Lovell a Borburata. Era el 17 de abril de 1567.

Losada hace días que está en Caracas. Quizás está siguiendo la misma secuencia que Fajardo. Es
imaginable que haya podido establecer unos corrales en los restos de San Francisco para atender
el ganado menor que llevaba de impedimenta. Pudo tal vez fortificar allí mismo un perímetro, con
grandes troncos, donde pudiera recogerse a salvo una guarnición suficiente, que defendiera el
ganado, los caballos y los indios de servicio dedicados al cuido del ganado y sembrar los cultivos
que sostendrán la comunidad, tal como se hizo en 1549 antes de la edificación de Borburata. Dar
una vuelta de reconocimiento al valle hacia el este, por los Mariches, como narra Oviedo.

Pero a nuestro juicio, luego de descansar unos días allí dejando establecidos quizás algunos
corrales y guarnición y servidumbre con indios ladinos, siguió de largo con la mayor parte de su
hueste.156 Lo más pronto que pudo, porque todo su fin entonces era asegurar la llegada de las
municiones, armas y soldados que le traería Juan de Salas. Siguió pues a la costa. Allí estableció
su campo real. En Maiquetía. Bajando por la antigua vía india que pasaba por Curucutí.
Aunque nada se lo impide, no creemos que Losada por estrategia decidiera dividir sus fuerzas de
allanamiento y pacificación en ese crítico momento. Las necesitaba todas -y más, las que le traería
Salas, sus armas y municiones- para acometer con éxito el siguiente paso: Pacificar la costa y
terminar con los efectivos ataques de estos indios confederados, allanando la puerta de entrada y
salida marítima de Caracas.

Bontemps & Lovell, ltd.

Losada no recibe el socorro del imposibilitado Salas sino hasta fines de mayo:

…y a dos meses poco más o menos que entró con la dicha gente [Losada], se unió de socorro el
capitán Joan de Salas…157

La estadía de Lovell, inglés, y Bontemps, francés, está bien documentada. Se repite la historia:
Estos nuevos corsarios intentan comerciar y vender esclavos como lo hizo Hawkins en 1565. Pero
no es Bernáldez quien ahora gobierna. Ni los vecinos de Borburata están para más gastos, luego
del paso de Sores. Como los bizantinos mandando a los bárbaros a Roma, los de Borburata
señalan hacia Coro: “…y con este concierto enviaron desde Borburata al puerto de Coro para
que diese licencia el gobernador y el gobernador se la negó y mandó que ninguno
rescatase…”.158 Los corsarios, que se sienten cómodos en el tranquilo puerto del borburateño
Alonso Cabello, al querer asegurarse una garantía mientras mandan a Coro a obtener la licencia, o
para mostrar que hablaban en serio, toman entre tanto de rehenes a varios miembros
representativos de la ciudad, entre otros a Justo Desque, teniente de gobernador de Borburata, y a
Lope de Benavides, alcalde:

…prendieron en Borburata al theniente Justo Desque y al alcalde Benavides y otros vecinos y


entre ellos dos mercaderes del Nuevo Reino [probablemente de Mérida], con mil y quinientos
pesos, y a todos los llevaron a sus navíos, publicando que si el rescate no se hacía, que los habían
de llevar a Francia; pero después, viendo que el gobernador no había dado lugar al rescate los
soltaron a todos…159

El indoblegable gobernador no cae en chantajes. Les niega -como a Barca- la licencia. Al final,
estos corsarios liberan a sus rehenes luego de cambiar por 26 esclavos los mil quinientos pesos
que les habían secuestrado.160 El contador Ruiz Vallejo incauta oficialmente los esclavos a nombre
de su majestad. Los comerciantes entablan pleito por ellos y finalmente les son devueltos y se les
sentencia a pagar multas y el impuesto real, 30 pesos.161

No hay constancia de cuando abandonan estos corsarios Borburata. Bontemps lo hace antes,
pues hacia inicios de mayo se le reporta en Río de la Hacha.162 Luego, el 18 de mayo llega a esa
población con sus ingleses Lovell, procedente de Curazao.163

En años sucesivos tanto Hawkins como Bontemps volverán a visitar Borburata. Del corsario
Bontemps sobrevive un digno testimonio sobre la repulsión que le causaba ver indios
esclavizados. El caso es el siguiente:
Hacia 1570 Bontemps, estando una vez más en el puerto de Borburata para comerciar negros
esclavos, se encuentra con el esclavista Andrés de San Juan cerca del puerto.164

El corsario observa con disgusto los indios esclavizados y le comenta, al día siguiente, a Alonso
Gómez, español estante en Borburata, que es quien declara en el juicio, como testigo:

…y pareciéndole mal al dicho Juan de Buen Tiempo, un día antes dijo al dicho Andrés de San
Juan <<Yo no te conozco a ti, que tu llevas a vender los indios como nosotros los negros. ¿No es
peor que vendáis vosotros los indios, que yo que traigo a vender negros?>> y dijo a este testigo:
<<¿No sería bien hacer a este un juego que se le acordase para toda su vida y dalle quinientos
azotes y cortalle las orejas y tornalle a enviar?>> y este testigo le dijo que por amor de Dios, que
no le hiciese tal, porque ellos le habían de echar la culpa…165

Bontemps muere posteriormente en Curazao (a donde iba usualmente a aprovisionarse), a manos


del célebre piloto de Indias Antonio Barbudo -residente por entonces en casa del curazoleño
Lázaro Bejarano-, el mismo piloto autor de una precisa relación de la costa venezolana escrita
alrededor de 1574. La cabeza de Bontemps es enviada por este en un cajón, como trofeo, a la Real
Audiencia en Santo Domingo.

Valier quema Borburata

Partiendo Bontemps del puerto de Borburata y arribando Valier, en desesperante sucesión:

En algún momento entre mediados y últimos de mayo llega Nicolás Valier a Borburata. Será este
el corsario que finalmente le prenda fuego a la ciudad.

Nicolás Valier se comportará diferente de los anteriores visitantes. Proviene de Dieppe, Francia,
al mando de una flota de ocho naves que incluye hasta una galera. Su armada está compuesta por
una mezcla de hugonotes franceses y escoceses luteranos.166 Quizás vienen confederadas ambas
armadas como antes hicieran Bontemps y Lovell. El punto es que entran juntas en Borburata.
Arriba con intenciones de comerciar a la fuerza, como los anteriores. Pero Valier trae además
-entre cejas- las muertes y ejecuciones que el adelantado Pedro Meléndez de Avilés hizo en sus
compatriotas franceses, al erradicar a sangre y fuego la colonia que los franceses habían
establecido en La Florida, el año anterior. Valier busca venganza. Para eso ha armado su flota. Al
parecer, su derrotero previo por Margarita y Cumaná deja muestras de la calidez de sus
intenciones tras su paso.167

Al arribar a Borburata, en lo que comprende que los vecinos no quieren o no pueden comerciar
con él, no se lo piensa mucho y quema también esta ciudad:

...vino otro francés llamado Nicolao Balier; este ha hecho grandes daños porque quemó a
Borburata y la Yglesia y cruces della…”.168 Hernando de las Viñas ratifica la quema: “ habían
robado cantidad de moneda e hacienda en el puerto de Borburata y lo habían quemado del todo y
este testigo lo vido quemado casi todo…169
Valier se dispone a pasar todo el invierno allí: “...y estuvo allí más de tres meses…”.170 Lo cual
permite calcular su estadía en Borburata hasta el último tercio de agosto. Esto es importante para
precisar la cronología de su actuación en relación con la Jornada de Caracas, que pasaremos a
analizar.

Pero antes de mostrar el papel que le tocó jugar en la conquista de Caracas, hagamos un
comentario final sobre la suerte definitiva de Borburata:

A raíz de este último robo y quema los vecinos deciden despoblar la ciudad. Estaban
evidentemente hartos. Saben que Losada intenta poblar más al este en esa misma costa y, vista la
quema del pueblo y la larga presencia de los franceses en su costa, hacia allá ponen sus miradas,
ávidas del oro de Caracas. Ponce de León procuró mantenerlos poblados en el sitio y que no
desampararan la ciudad, pero al conocerse que Losada fundaría a inicios de 1568, “acude mucha
gente” a mudarse a la nueva ciudad:

…hasta que el año de sesenta y ocho, gobernando la provincia don Pedro Ponce de León, la
abandonaron del todo, dejándola despoblada, sin que bastaran las diligencias del gobernador para
embarazar su ruina…171

Los vecinos quieren estar lejos de estos corsarios que han decidido tomar su bahía como
residencia. Entienden que la maldición de Borburata es ser tan buen puerto que seguirá atrayendo
piratas, contrabandistas y corsarios enemigos para intranquilidad de cualquier ciudad castellana
que exista en sus inmediaciones. No hay manera de defender el puerto para el rey ante armadas
tan grandes y seguidas. En adelante Borburata mantendrá una cierta población informal que
traficará con estos extranjeros de forma escondida mediante la figura del contrabando. Pero ya no
será una ciudad en propiedad, con vecinos, cabildo, solares e iglesia. La ciudad como tal, con su
cabildo y jurisdicción territorial deja de existir por voluntad de sus pobladores ese año.

La persistencia de estas razias piratas sobre la costa desanima el poblamiento costero,


impidiendo el normal desarrollo de poblaciones como Caraballeda, Borburata, Cumaná, Coro o
San José de Oruña en Trinidad. Florecen ciudades en las altas montañas -o protegidas por la
distancia de las incursiones caribes, corsarias y piratas- como Trujillo, Mérida, Barquisimeto, El
Tocuyo o Santiago de León. Los pobladores de Margarita optan por huir hacia el interior de la isla
fundando La Asunción lo más lejos de la costa que puede y amurallándose rápidamente. Se
fortificarán también, desde inicios del siglo XVII, todos los pueblos que miran al agua, dulce o
salada, desde Maracaibo hasta San Tomé en el Orinoco. La marejada pirata se mantiene hasta el
siglo XVIII.

Sobre el fin de Borburata, Oviedo y Baños, aunque pone los hechos en 1568 para adecuarlos con
su año de fundación de Caraballeda, significativamente expone que los vecinos toman la decisión
de despoblarla a mediados de año, lo que concuerda con la quema de Borburata por Valier a fines
de mayo o inicios de junio de 1567:

…que aunque el gobernador don Pedro Ponce, teniendo noticia de la intención con que se
hallaban, les había prohibido con penas y amenazas el que la ejecutasen, mediando el año de
sesenta y ocho [léase 67] se determinaron a desamparar la ciudad y dejándola despoblada se
pasaron unos a vivir a Valencia y otros, que fueron los más, en piraguas y canoas se vinieron a
Caracas a incorporar con Losada, quien hallándose con el aumento de fuerzas que le causó este
socorro y el que de la Margarita le había conducido Juan de Salas…172

Los huidos vecinos de Borburata irán aportando en los meses sucesivos a Caracas. Cuando
finalmente Valier se aleje, personajes como Justo Desque y Lope de Benavides, que han quedado
sin ciudad en la que ejercer sus cargos, recibirán (seguramente luego de trámites burocráticos y
peticiones oficiales en Coro), la resignada autorización de Ponce de León -escarmentado él mismo
con el ataque a su capital- y pasarán en los meses finales del año a Caracas, vía la costa, con sus
familias y otros muchos vecinos, dándole sentido a la mención que de ello hace el gobernador en
su carta al rey en diciembre de 1567: “…ha acudido mucha gente de otras partes con sus hijos y
mujeres…”.173

Juan de Salas habría logrado reunirse con Losada probablemente en el no registrado interludio
entre la partida de Lovell y la llegada de Valier. Si así no fue, hemos de concluir que el propio
Valier no impidió su salida con los otros vecinos y bastimentos que en piraguas y canoas viajaron
a Caracas. El hecho es que Salas se encuentra con Losada a fines de mayo o inicios de junio,
como evidencia el testimonio de Lázaro Vásquez.174

Valier pretende derechos de conquista

A Valier -que no se resigna a perder un buen negocio pesar de haber quemado Borburata- en el
ínterin se le ocurre una idea. Por Juan de Salas, o por los vecinos que le huyen, se ha enterado que
en Caracas se está haciendo la conquista y que el capitán de ella está necesitado de armas y
municiones. Un Juan Pacheco, secretario o criado que fue de Bernáldez, ha hecho buenas migas
con este francés, aficionado Pacheco al trato con corsarios desde la venida de Hawkins en 1565.175
Quizás sea este mismo Juan Pacheco quien le mete la idea de ofrecer en venta a Losada parte de
su pólvora, armas y municiones, como forma de abrir la puerta a otros tratos. No es cosa de irse
con las manos vacías. A Valier le agrada la propuesta y se va a ofrecer su mercancía a Caracas:

…y luego en el dicho año en el mes de junio, estando este testigo en la provincia de Caracas en
la pacificación de ella con el dicho capitán Losada y otras personas, aportó allí un francés con una
nao y una galera, llamado Nicolao Valier e un capitán escocés….176

Estamos pues en junio. Losada sabe bien que para hacer tratos con este pirata que
quemó Borburata necesita licencia obligada del gobernador.177 Puede rechazar la oferta del
corsario. Pero Valier tiene pólvora y municiones muy necesarias en este momento crítico. Hasta
ahora la pacificación de la costa no alcanza resultados: Los indios se muestran irreductibles a sus
ofrecimientos de paz. Losada construye su jugada.

Entre los expedicionarios en Caracas se hallaban -según Oviedo- Rodrigo, Pedro y Francisco
Ponce de León, hijos del gobernador. Como el interés es común, entre ambas partes contrarias
-los corsarios y los de Losada- se llega a un compromiso que a todos gusta. Losada acepta y
recibe toda la pólvora y munición que necesita, vino, ropa, arcabuces, cascos, bastimentos y
armas. Su expedición queda bien surtida. Uno de los Ponce (tal vez todos, según veremos) se
ofrece a interceder la licencia con su padre el gobernador, en Coro, y Valier a llevarlo…
graciosamente.
Todo se basa, como siempre, en un juego interminable de dobles intenciones, o según el término
de la época, “bellaquerías”. Valier codicia el oro de Caracas, que por supuesto Losada está
deseoso de pagar, cuando logre, eso sí, reducir la resistencia indígena con la ayuda que el
caballero francés gentilmente le ha prestado. Losada ya tiene lo que quiere, ¿cómo quitarse ahora
de encima al peligroso extranjero?

Ladinamente informa a Valier que tan sólo resta cumplir con un breve formulismo: obtener la
licencia legal allá en Coro, ...lejos de su hueste.

Losada ofrece al corsario la prenda incuestionable del hijo del gobernador, con el teatro de
ofrecerse el mismo Rodrigo Ponce de motu propio, como mediador ante su padre. Valier, zorro
como es, cae en la trampa. Con el hijo gestionando la tramitación de la molesta licencia, esta no
puede sino quedar asegurada.

Para este fin todos convienen como buenos tratantes en dejar de una vez con Losada los
pertrechos, pólvora, municiones y otras mercancías, con la evidente intención -y así se lo hacen
ver a Valier- de presentar el trato ante el terco gobernador como un hecho cumplido, para que no
pueda negar la licencia. La transacción se hace pues, a crédito.

Pero Losada ha calculado su jugada. Conoce de qué palo está hecho su gobernador, pues fue juez
en su nombre en la residencia a los oficiales de Bernáldez, en El Tocuyo y Barquisimeto. Sonríe
para sus adentros. Esta vez, con maña, se la ganará al incendiario de Borburata.

Años más tarde hablaría el rey por su real cédula:

…A nos se ha hecho relación que habiéndose comenzado a poblar una tierra llamada Caracas en
la gobernación de Venezuela por el capitán Diego de Losada con ciento y treinta soldados, se
hallaron a la sazón en el puerto de la dicha tierra ciertos luteranos que dijeron querernos servir en
ayudar a conquistar la dicha tierra y con estos halagos dieron cierta pólvora y munición para ello,
y trajeron por la mar a un hijo del gobernador Pero Ponce de León; y se tenía por cierto que
enviaron al dicho gobernador ciertos presentes y ropas para sus hijas, por haberles el dicho su hijo
ofrecido licencia de su padre para poder rescatar en la tierra…178

Los corsarios, en la galera -y quizás dos naves más- arriban pues a Coro. Apuestan a lo hecho,
tanto como a la amenaza directa:

…y en el entretanto envió [el corsario] a la ciudad de Coro una galera a requerir al gobernador
que le diese licencia para rescatar en la tierra, donde no, que haría mayores daños…179

Pero no conocen, por supuesto, a Ponce de León. Para la codiciada licencia no valieron entonces
ruegos de hijo, ni regalos a hijas doncellas, ni que la entrega a Losada de pertrechos ya estuviera
cumplida, ni por último las amenazas del desesperado francés. La ansiada licencia “…el
gobernador se la negó…”.180
Diego de Arenas en 1571 en Coro testificó el hecho:

…estando tres navíos en el puerto desta ciudad, iban a velarse por mandado del gobernador don
Pedro Ponce de León; y que oyó decir este testigo que las velas que velaban hablaban con los
dichos franceses… Todo el pueblo iba a velar por sus tandas; y que velando este testigo y
Jerónimo de la Peña una noche, vinieron los franceses a hablar con este testigo, y que a la mañana
luego dio noticia dello al dicho gobernador; y que les dixo este testigo a los franceses que se
fuesen, que no había remedio, que el gobernador no quería dar licencia para rescatar con ellos; y
que por mandado del gobernador les fueron otras personas a hablar que se fuesen, que no querían
rescatar con ellos…181

El ladrón pues, burlado.

Nicolás Valier no cabe en sí de cólera. ¿De qué vale su temible escuadra? No tiene ni tan
siquiera un rehén con quien descargar su ira, pues imprudentemente ha dejado partir -de buena fe-
al bellaco hijo del gobernador, a entenderse con su bellaco padre. Borburata ya está destruida. No
puede quemarla dos veces. Sus pertrechos y mercancías en manos de Losada. Coro prevenida, y
sus movimientos vigilados. No procede aquí la sorpresa.

El impulsivo Valier, timado de esa forma, está registrado que no siguió de largo como los
corsarios anteriores, por la usual ruta del cabo de La Vela y Cartagena, tragando grueso y callando
mudo.

Regresa como un león a Borburata. Maquina su venganza. A voces reclama, por los suministros
que ha aportado, derechos sobre la tierra a la cual “ayudó a conquistar”:

…y después iban diciendo a Francia que tenían derecho a la dicha tierra de Caracas por haberla
ayudado a conquistar y dado pólvora y munición…182

Losada entre tanto ha comenzado a “reedificar” El Collado, siguiendo su programa. Los


españoles se asientan aquí repitiendo la anterior fórmula de emplazamiento de Borburata. El sitio
donde Fajardo antiguamente se había poblado es bueno en la medida que el real puede levantarse
algo alejado, “a legua del agua”, arrimado a la sierra y con una mediana explanada entre la
población y la costa que permite el maniobrar de los jinetes ante el ataque de los indios.

El río San Julián (quizás por don Julián de Mendoza, así como el río San Pedro de Los Teques
quizás por Pedro de Miranda, aunque dicen que por la Batalla de San Pedro, librada en sus
márgenes el día del santo) les proporciona agua fresca. Hay una laguna salobre en la que se puede
pescar y con cuya agua se engordan los caballos.183 Probablemente se alzó un fortín de resguardo,
de troncos y estacas, como el que Fajardo había construido en su tiempo. Se restablece un
perímetro con empalizadas y quizás se montan uno o dos versos, culebrinas, o cañones pequeños
que trajo Salas o que quizás proporcionó Valier. Se apostan -por temor a Valier más que a los
indios- guardas de vigilancia en la costa, el cerro y los accesos hacia Macuto y el valle de Uria.

Valier, en Borburata, ha decidido al fin apoyar a las belicosas tribus de la costa de Caracas en su
guerra con los españoles. Estos desde que el corsario pasó por el litoral de Caracas han estado
visitándolo, instándolo a que intervenga a su favor. La intención ahora del francés es brindar a los
Caracas todo su apoyo para destruir a Losada y su gente. En busca de este fin entra en contacto
con los caciques de la costa y les informa de sus intenciones. Los indios, que conocen bien la
diferencia entre los corsarios y los españoles -y como el enemigo es común-, aprueban el plan
pues no desean otra cosa y se conviene un ataque. Así lo informaba Ponce de León en su carta al
rey en 1567:

…el mayor contraste que esta poblazón ha de tener segund lo que se ha visto este año es que
como son los naturales de la costa muchos, pláticos y belicosos y siempre han tenido amistad y
contratazón con estos corsarios, viéndose agora subjetos, yntentaron muy de veras de se aliar con
los dichos corsarios y les inducían a que matasen los españoles que allí estaban y que les darían la
tierra y para ello todo favor y ayuda…184

La conquista de Caracas tuvo pues una desesperada y poco conocida faceta “internacional” pues
-como haría luego Bolívar 250 años más tarde- los indios Caracas lograron implicar, por decirlo
así, a “factores interesados” de potencias extranjeras enemigas de España para apoyar o sostener
la guerra por su independencia. Los caciques de Caracas no vacilaron en utilizar todos los medios
a su alcance para librarse de la sujeción y el vasallaje. La pacificación se logra en la provincia
luego de largos años de lucha “asimétrica”, y la ayuda siempre definitiva -aunque ciertamente
involuntaria- de “armas biológicas de destrucción masiva” como la viruela y el sarampión,
enfermedades desconocidas por el sistema inmune corporal de los aborígenes y -por tanto-
mortales en vasta escala.

La Batalla de Maracapana

La Batalla de Maracapana, únicamente recogida por el relato posterior de Oviedo, fue el punto
de inflexión de la jornada de conquista de Caracas.185 Es la batalla decisiva que rompe la coalición
indígena supuestamente liderada por Guaicaipuro; alianza que tan exitosamente mantiene libres a
los indios de Caracas por cinco años más, desde que en 1562 logran expulsar totalmente a los
españoles de Fajardo de su aurífera tierra.

Las otras dos batallas citadas en la narración de Oviedo, la Batalla de San Pedro y la de La
Quebrada, no revisten su importancia.

Por un lado la así llamada Batalla de San Pedro, librada para impedir el acceso a la hueste
española a la tierra de los Caracas, la sostiene tan sólo la parte de las tribus aborígenes de la
provincia que habitaban al oeste del valle, por donde entraron los españoles de Losada.
Intervienen las parcialidades occidentales de los Meregotos, Aruacos, Tarmas y Teques. Los
Tarmas, situados entre la costa y las montañas de Macarao colindantes con los Teques, tenían la
posibilidad de pelear en ambos teatros, el de la costa y el del interior. Aunque usualmente lo
hicieron al oeste del área de San Francisco, no desechaban bajar a este valle. Buscaron estas
parcialidades repetir la hazaña de la derrota de Narváez, en la favorable loma de Terepaima. Pero
Losada sale victorioso del desafío en la Loma de Terepaima.186

Por otro, la así llamada por Oviedo Batalla de La Quebrada no pasó de ser -por lo que se lee-
una “guasábara” más o ataque menor, sin calidad de batalla, amén de que sobre ella mantenemos
nuestras dudas arriba expresadas sobre su real historicidad.187 No obstante, el capítulo de la obra
de Oviedo dedicado a esta batalla presenta algunos aspectos dignos de comentar. El primero es la
evidente guerra que hacían los indios para impedir los aprovisionamientos de los conquistadores.
Estos

…se hallaban bien afligidos por experimentarse cada día más rigurosa la falta de bastimentos, a
causa de haber los indios talado todas las sementeras inmediatas, para hacer más cruel la guerra
con la hostilidad de la [sic] hambre…188

El otro hecho significativo es que el comando de la hueste que va a buscar bastimentos al valle
de las Guayabas, donde habitaban los Tarmas, lo tiene Rodrigo Ponce de León, según Oviedo.
Hemos visto que este pasa a Coro con Valier en junio, según declaración de testigos. 189 La acción
pues debe ubicarse -si realmente correspondió a Rodrigo Ponce- antes de su documentada partida
a Coro, con Valier, quizás en junio. Las expediciones de abastecimiento al valle de los Tarmas
desde la costa donde por entonces se hallaba Losada se hacían bordeando el litoral por Maiquetía
y Catia La Mar hasta la desembocadura del río Mamo, y de allí tramontando por Arrecifes hasta el
valle de las Guayabas, o de los Tarmas.

La Batalla de Maracapana, a nuestro juicio, es la crónica que a la distancia hace Oviedo de la


alianza -documentada como hemos mostrado- forjada entre los indios Caracas y el corsario
Nicolás Valier. Oviedo ofrece pormenores de esta crucial acción:

…determinaron que para cierto día, con el mayor número de tropas que pudiese alistar cada
cacique, concurriesen todos los interesados en el sitio de Maracapana (que es una sabana alta al
pie de la serranía inmediata a la ciudad) y echando el resto a la desesperación, acometer a Losada,
fiando al lance de una batalla los buenos sucesos que esperaban de su valor y fortuna…190

El capítulo IX dedicado a esta batalla lo inserta Oviedo entre la llegada de Salas -en el capítulo
VIII previo- y la posterior fundación de Caraballeda, el 8 de septiembre -en el capítulo X-, según
su particular cronología y versión de los hechos. Es concordante con la estadía en estas aguas de
Valier, como hemos visto. Oviedo sabe que la batalla se libra cerca de un Real, sitio o
campamento poblado -según informaría la vaga fuente que está siguiendo para narrar la batalla- y
ante la confusión que ello le genera (pues no logra aceptar que se trate de otra, sino de Santiago de
León) ha decidido insertar el célebre capítulo VII sobre la fundación de esta ciudad antes de la
Batalla de Maracapana.191

Pero como se ha visto, Santiago de León no existe para esas fechas, y Losada se hallaba en la
costa por entonces. Mas aún, es improbable por lo expuesto que Losada tuviera su campo arriba
en el valle de San Francisco. Y precisamente, las características “costeras” de esta acción conjunta
de los Caracas con Valier prueban indirectamente que el ataque sería al campo principal en la
costa, donde se hallaba Losada, no a un reducto secundario de resguardo de ganados en San
Francisco, si es que esta disposición de fuerzas españolas existía por entonces. La composición
mayoritariamente costera de las fuerzas indígenas que intervinieron en la Batalla de Maracapana
es otro dato significativo.

Oviedo detalla algunas de las principales parcialidades de la costa que intervinieron en dicha
batalla:
…llegado pues el día determinado, vinieron de la costa y serranías intermedias, según lo
capitulado, los caciques Naiguatá, Uripatá, Guaicamacuto, Anarigua, Mamacuri (que fue el
primero que después dio la obediencia a Losada), Querequemare, señor de Torrequemada,
Prepocunate, Araguaire y Guarauguta, el que mató en Catia a Diego García de Paredes, con siete
mil indios de pelea, que llevaron entre todos…192

Los caciques convocados del interior de Caracas- y sus fuerzas- fueron los siguientes: Los
Mariches, con los caciques Aricabacuto y Aramaipuro,

…con tres mil flecheros de su nación, incorporados en sus banderas los caciques Chacao y
Baruta, con la gente de sus pueblos…193

Los Tarmas, acaudillados por Paramaconi, Urimaure y Paramacay, (Parnamacay o Parmanacay,


que todas estas variantes se consiguen en Oviedo) reunían dos mil guerreros. 194 Los Teques,
conducidos por Guaicaipuro, que según Oviedo hacía de capitán general aportaban otros dos
mil.195 Oviedo presenta pues catorce mil indios Caracas en estado bélico en aportes iguales por
mitad para cada lado de la serranía, que se reunirían en la sabana de Maracapana el día de la
batalla.

¿Dónde quedaba entonces esta Maracapana, “lugar de las maracas”?

Un hecho curioso para el investigador de los orígenes de Caracas es que Maracapana como
topónimo no existe por ningún lado, ni cerca ni lejos de la Caracas del siglo XVI, ni en ningún
otro siglo hasta nuestros días. No se la ha localizado. Si se le busca -según los datos que aporta
Oviedo- en documentos del período inmediatamente posterior a la fundación de Santiago de León,
y hasta bien entrado el siglo XVII, de la cual hay suficiente información en incontables
documentos locales de Caracas en secciones como Actas del cabildo, Encomiendas, Tierras,
ventas en Escribanías o en Testamentarías, no se hallará explanada, lugar, asiento o sitio alguno
con el nombre de Maracapana ni al norte o noroeste de la ciudad (área o llanura a la cual suele a
veces denominarse en fechas posteriores Sabana del Teque y Sabana del Blanco), ni en la llanada
de Catia, ni hacia la Puerta de Caracas siguiendo la antigua vía al mar, ni en Anauco Arriba o
Anauco Abajo, ni en Catuche, ni cerca del Caroata, o Caricuao, La Vega, Antímano, Chacao,
Petare, etc.

Es verdaderamente significativo si se piensa por contraste que sitios de acciones de batallas de


ese período como, la loma de Terepaima, o el valle del Miedo, o de descanso de la hueste como el
valle de La Pascua, o incluso nombres más antiguos, como el valle de Juan Jorge, perduraron al
menos algún tiempo o del todo sobrevivieron como topónimos; algunos recordando incluso
sucesos comparativamente tan banales como “el Salto de Freyre” en la antigua ruta por la loma de
Terepaima en Los Teques.

¿Qué se hizo Maracapana, teatro de tan vital batalla?

La explicación para nosotros es que el nombre de este teatro bélico sigue la suerte de
Caraballeda, arrastrada como topónimo a la extinción y el olvido cuando esta ciudad costera se
acaba, temprano en la historia de Caracas, hacia 1586. Porque a nuestro juicio, la Batalla de
Maracapana se libra en el área de Caraballeda, donde se asentaban los pobladores y soldados que
por entonces “reedificaban” El Collado -haciendo un campamento, con quizás una empalizada-, si
es que tiene algún sentido titular ciudad un campamento o agrupación de caneyes, como hemos
mostrado en la exposición previa.

Existe, no obstante, una magra y alterada mención a Maracapana (que concuerda con el período
y localización cercana a Caraballeda) en un título de encomienda otorgado a Jácome Fanton,
-quien sucede en la encomienda de Justo Desque- en su parte relativa al cacique Guaicamacuto,
que entraba dentro de la encomienda original otorgada por Losada a Desque:

…reservando como reservo el principal don Pedro, hijo de don Joan Guaycamacuto con todos
los indios sus sujetos, que viven en la costa de la mar, hacia Caraballeda, en la quebrada
nombrada de enmaracacurinare y en sus vertientes e corrientes…196

La indicación de su cercanía a Caraballeda y el hecho de tratarse del asiento de Guaicamacuto,


que luchó en esa batalla, nos inclina a creer que Maracapana fue entonces el sitio por donde corría
la quebrada de Maraca curinare, en Caraballeda, donde a nuestro juicio se desarrolló la batalla.

No parece casual observar también, en los pocos nombres de españoles que registra Oviedo
participando en la batalla, que entre ellos no se nombren o figuren en esta oportunidad los
hermanos Ponce de León, lo cual concordaría -a nuestro parecer- con su ida a Coro con Valier, y
sí mencione en cambio uno de los registrados vecinos de la futura Caraballeda -y su alcalde en
1570- Gaspar Pinto, que no entró con Losada, por lo que es de suponer que vino en las piraguas
con Salas.197

El día de la batalla de Maracapana el corsario Valier falló. No se presentaron sus naos en la costa
de Caraballeda. Tampoco Guaicaipuro, según Oviedo, con el ala de los Tarmas y Teques
acaudillados por él:

…y se confederaron con los indios para matar a todos los españoles como los hubieran muerto si
no fuera por cierta emboscada que les hizo con cien soldados el dicho capitán Diego de Losada,
de que dicen les dio aviso a los dichos franceses un Juan Pacheco, criado que fue del licenciado
Bernáldez…198

La versión de Ponce de León sobre el develamiento del plan contra la tropa de Losada es más
escueta:

…y como se vino a saber no lo osaron intentar, sobre lo cual he mandado que se haga justicia
para que adelante no tengan el mismo atrevimiento…199

¿Qué había pasado?

Oviedo narra que la batalla se dio, a pesar de todo, con o sin Guaicaipuro. Y dice que
efectivamente se pierde al no poder acudir Guaicaipuro y sus huestes de Tarmas y Teques a
tiempo, debido a la distracción oportuna que en las mismas serranías de su habitación les hizo
Pedro Alonso Galeas con un escuadrón de sesenta soldados.200 Pero para Oviedo, que en ningún
momento acierta a hablar del papel del corsario Valier en todo este drama (señal que lo callan sus
fuentes, incluyendo al mítico Ulloa), la acción táctica de Galeas se debió a la casualidad:

…ignorante Losada de todo esto, por no haber tenido noticia alguna de lo que maquinaba
Guaicaipuro, había despachado aquella madrugada a Pedro Alonso Galeas con sesenta hombres
para que corriendo las lomas y quebradas de los Tarmas juntase la mayor porción de bastimentos
que pudiese y los trajese a la ciudad. Caminaba Pedro Alonso con su gente a ejecutar puntual su
diligencia cuando a las ocho de la mañana encontraron con él los indios Teques, que unidos ya
con los Tarmas marchaban presurosos para hallarse en el asalto; pero al ver los españoles en parte
que no esperaban, discurrieron que su obligación estaba ya descubierta, pues les salían armados al
encuentro, cuando pensaban hallarlos en la ciudad desprevenidos, algo atemorizados se
empezaron a dividir en mangas por los cerros…201

Frente a estas dos versiones del hecho, como siempre, aquí optamos en principio por darle
crédito a la del documento coetáneo, como es la real cédula citada arriba. 202 Esta, según vemos, da
noticia de cómo renunciaron los corsarios a intentar la empresa, abortando el ataque al tener aviso
por el Juan Pacheco de que todo el plan estaba descubierto, Guaicaipuro contenido y anulado y
que su rival Losada lo espera prevenido y con las buenas armas y municiones que el propio Valier
se ha encargado de suministrarle. Valier se lo pensó dos veces, pues una cosa es atacar un pueblo
como Borburata, sin defensa ni armas (entregadas seguramente -las que había- a Losada y su
conquista) y otra intentarlo contra un ejército “de cien hombres” o soldados móviles que lo
esperan bien armados y sin el estorbo de una ciudad abierta a la que estén obligados a defender,
pues cuentan en cambio con caballos -y quizás hasta un reducto-: “...y como se vino a saber, no lo
osaron intentar...”

No es cierto pues que Losada no supiera lo que se tramaba. De alguna forma se enteró del plan y
conocía, al parecer, los detalles. Por lo que sabiendo que era fundamental impedirles a
Guaicaipuro y Paramaconi liderar la batalla, envía precisamente a Galeas a estorbarles este
objetivo. Galeas lo cumple a cabalidad con lo que, como narra Oviedo, las huestes en Maracapana
se desmoralizan al faltarles el caudillo y alma de su lucha. La real cédula es coherente al hablar de
“cien hombres” en Maracapana ya que como vimos en la versión de Oviedo, el resto se hallaría
posiblemente con Galeas luchando contra Guaicaipuro. La mencionada emboscada pudo referirse
al Losada esperando el ataque indígena, o a Galeas atacando a Guaicaipuro y sus Tarmas y
Teques.

Es por indicios como los expuestos que nos resulta difícil creer en dos (2) asentamientos
simultáneos de españoles en Caracas para esas fechas, divididos en los dos teatros de operaciones,
el de El Collado, en la costa, y el del valle de San Francisco.

Pues si Losada está emboscado con cien hombres aguardando a Valier y la batalla, como habla la
real cédula, y ha mandado el resto con Galeas, como afirma Oviedo, una de las dos plazas, si es
que en verdad existían ambas para esa fecha, se queda sin defensa. Con sólo atacar en la costa a la
hueste de Losada una parte del resto del ejército de indios Caracas que asisten a Maracapana, la
otra puede mientras tanto destruir y quemar la plaza desguarnecida en San Francisco, logrando
una significativa victoria, después de todo. Pero eso no sucedió, y en ninguna parte del texto de
Oviedo o en otros documentos está registrado durante la campaña de Losada una segunda quema
de San Francisco, El Collado, Santiago de León o Caraballeda por parte de los indios Caracas.
Por otro lado, si el campo de Losada, su perímetro, o real, estuviera supuestamente establecido
por entonces en el valle de San Francisco, como es la idea generalmente aceptada, ¿bajó Losada
con cien hombres a la costa a esperar a Valier, sabiendo que todo el fin del ejército de
Guaicaipuro era acabar con el asentamiento de San Francisco? ¿Y qué decir entonces de las
fuerzas restantes enviadas a bloquear a Guaicaipuro? ¿Es concebible que gente tan poderosa como
los Mariches pasaran de largo por San Francisco -vía obligada- para ir a atacar a Losada en la
costa, donde estaban los caciques del litoral, sin primero destruir la desguarnecida San Francisco
que era en definitiva, para la historiografía tradicional, el supuesto objetivo de la batalla?
¿Dejarían incólume los mariches ese peligroso reducto castellano atrás, amenazando sus espaldas?
¿Permanecería el capitán que supuestamente guardara San Francisco impávido viendo como
frente a sus narices pasaba la columna mariche en vía a atacar a su general y compañeros en la
costa?¿Subiría Valier la ruda y desconocida cuesta hacia el valle de Caracas, arriesgando una
emboscada segura en cualquiera de cien sitios propicios por parte de los españoles?

La lógica de guerra nos dice que si se iba a atacar con todas las fuerzas disponibles a Losada
-aplicando la táctica usada contra Narváez y Bernáldez previamente- era porque este y su hueste
estaban concentrados todos en un área precisa y de fácil acceso a los corsarios: el litoral. Este sitio
pues de combate, por los indicios y testimonios analizados, estaba localizado para la fecha de la
batalla en un lugar de la costa, en Caraballeda, en el asiento de Manaure, cercano a
Guaicamacuto: Maracapana.

…las demás naciones convocadas, que juntas en Maracapana aguardaban la venida de los
Teques y Tarmas para dar el asalto a la ciudad, viendo que era pasado el mediodía y no llegaban,
sin acertar a discurrir la causa de su tardanza, empezaron a desmayar, desconfiando del suceso por
faltarles Guaicaipuro, quien por lo acreditados de su valor y opinión adquirida de soldado, había
en todo de dar la disposición para lograr el acierto; y teniendo su falta por presagio de alguna
fatalidad, empezaron a desunirse los caciques, retirándose algunos con sus tropas, sin atreverse a
proseguir en la empresa, que miraban ya con desconfianza; los otros, teniendo por descrédito el
desistir de aquel lance en que tenían empeñada la opinión, moviendo sus escuadrones se fueron
acercando a la ciudad…203

La derrota de los Caracas, ante un oponente superior, prevenido y alerta, fue total.

Sale Losada con los jinetes armados

…dejando a los demás en guardia de las casas, para que los indios con la confusión no las
quemasen, y apellidando a Santiago acometió al enemigo en la sabana, abriéndose camino con las
lanzas, que en aquella confusa muchedumbre, ni erraban golpe ni perdonaban vida, cuando los
infantes por su parte, embarazando las rodelas y esgrimiendo los aceros, empezaron a dividir
aquellos cuerpos desnudos, que embarazados con su misma multitud, poniéndose en desorden se
fueron retirando, atropellándose unos a otros por asegurar las vidas…204

Fue tan grande la victoria castellana que la confederación local de caciques de Caracas se
disuelve. Jamás en adelante volverán a atacar unidos. Guaicaipuro no se rindió. Mantuvo su
amenaza en el interior. Solo con su muerte pocos meses después se logra finalmente la fundación
de ambas ciudades a inicios del año 1568, ya menos amenazadas. A lo sumo los Mariches
mantendrán la unidad entre sus caciques propios uno o dos años más.
Días luego de la batalla de Maracapana, bajo quizás cierta fecha de significación religiosa
acordada por los vencedores, algunos caciques de la costa se acercan a El Collado, a “dar la paz”.
Son Guaicamacuto -el antiguo y poderoso cacique amigo de Fajardo, que luego se le opone y que
ante Losada finalmente se rinde- y Mamacuri (o quizás Mamocuri, de Mamo).205

Así se ganó Caracas. Fue obra de Losada.

Finalmente San Francisco

Pero la historia podemos extenderla quizás un poco más.

El día acordado para dar la paz, El Collado -o lo que hiciera sus veces- amanece rodeado de
desnudos gentiles, hombres, mujeres y niños -los indios de la costa-, pintados a su uso,
engalanados, sentados en silencio, mirando hacia el campamento donde está el “representante del
poderoso Rey de los cristianos”.

Losada ordena al capellán una misa solemne:

…misa que me encomendó… en hacimiento de gracias por la venida de los… indios en busca de
paz, y por sus buenos aciertos en el servicio de las majestades divina y humana, y a los demás que
la oyesen para el buen logro de nuestra acción y jornada… y estilando las ceremonias de su uso
ofrecieron la paz …muy obedientes, ciñéndole paños primorosos y muy subtiles, estilo usado en
las celebraciones de sus paces.

La de todos recibió él… en nombre de su majestad, dándoselo a entender así por un intérprete de
su nación misma y lenguaje, de que se regocijaron a su modo… celebrando la amistad y paces
suyas con los blancos, que así llaman a los españoles, insinuando con el intérprete que estaban ya
buenos sus corazones con los blancos y que habían de venir a… servirles, como lo han hecho y
hacen de que soy testigo…206

Valier permanecerá rumiando su frustración entre calores y calmas aguas de Borburata, hasta
fines de agosto.207 Con su singular tesón para la venganza, algo se le ocurre. Una mañana lluviosa
eleva un pabellón hugonote de despedida, hace ostentación de abandonar las tranquilas aguas de
la bahía y desplegando velas pone rumbo oeste noroeste, al cabo San Román. Los indios de
Caracas, que aún alientan esperanzas por lograr su ayuda, ven partir -con sus naves- su libertad
para siempre. Más caciques entonces se rinden a Losada.

Mientras sus emplumados aliados vencidos hacen la paz en Caracas, Valier siempre poderoso
sacia al fin su sed de venganza contra el propio Ponce de León, pues su supuesta partida a fines de
agosto al cabo de La Vela rumbo a Cartagena ha sido un ardid. Escondido en Curazao una o dos
semanas hasta que todos en Coro han olvidado su estadía en estas costas y bajado la guardia, con
ayuda y guía de los indios baquianos de la isla cae una noche sobre la ciudad, para hacerse pagar
por las armas, pólvora y municiones entregadas a Losada. O al menos esa parece ser su justa
excusa:
…por lo cual tuvo maña como el mes de septiembre, día de la Natividad de Nuestra Señora, dio
en la ciudad de Coro y la robó y prendió algunos vecinos, hombres y mujeres della; fue cosa de
gran lástima lo que hicieron en la iglesia y en las ymágenes, quebrándolas y acuchillándolas. El
gobernador y sus hijos e hijas escaparon con mucho riesgo y después trataron con los franceses
porque no quemaran el pueblo y la yglesia y soltasen los presos de les dar dos mil y trescientos
pesos…208

Ponce de León en los meses posteriores hace lo posible por remediar a Coro. Finalizando 1567
emigra escarmentado a Barquisimeto donde se halla establecido a inicios de enero de 1568. 209 No
volverá a Coro. Muere en mayo de 1569.210

Losada deja establecida y pacífica la población de El Collado, que comienza en los meses
siguientes a recibir pobladores foráneos, que en la Nueva Valencia moraban desde la quema de
Borburata, y pasa su campo real -quizás a mediados de septiembre, libre ya de la amenaza del
francés- al fresco valle de San Francisco, en busca tenaz de Guaicaipuro, asentándose en donde se
fundaría el año siguiente Santiago de León. Elige tal vez, para emplazar su campamento el mismo
sitio escogido por Fajardo, en una explanada de suave pendiente hasta el río Guaire entre el
Catuche y el Caroata, dominada por un cerro bajo al oeste que en siglos posteriores llamarán
Monte Pío de El Calvario, según las sacras procesiones que a él se harán durante la colonia,
recordando devotamente la pasión de Cristo, aunque por ahora frente al campamento sirve mejor
de alta valla publicitaria, como calvario cierto de gandules empalados.211 Allí monta Losada un
puesto de guardia y probablemente una trinchera.

Cerca parte del real con una empalizada. Guardias adicionales se montan quizás en los
alrededores de lo que luego se conocería como Hospital de San Pablo, al suroeste de la
explanada; un puesto con cañones ligeros en la esquina de Caja de Agua al norte del campamento,
defendiendo la salida al mar, y otro en el río Anauco, al este, en previsión de los Mariches. Este
real o asentamiento de San Francisco se halla así estratégicamente situado controlando las vías
naturales usadas por los indios, vías antiguas que se dirigen una al oeste, a Valencia por el valle
de Juan Jorge y las minas de oro de los Teques; otra al este en dirección a los Mariches; y otra en
la puerta a la costa, al noroeste, a través de la sierra.

Losada se dedica sistemáticamente los meses sucesivos a terminar de allanar sin tregua los
alrededores del valle, al este y al oeste, enviando a sus capitanes a hacer entradas tanto hacia la
región de los Teques, Meregotos y Aruacos, como hacia los Mariches, donde al parecer tienen los
castellanos la mayor oposición, por el número y belicosidad de esta etnia. Sirva de ejemplo el
capitán Vicente Díaz Pereira (que luego de finalizada la Jornada se volvería a Valencia, donde era
sostenedor del poblado y vecino principal):

…y prosiguiendo en la dicha conquista, el dicho capitán acaudilló muchas veces a los soldados
que salían a correr la tierra, he hizo un gran castigo en los indios Mariches, que eran los más
belicosos y rebeldes que hallamos en esta conquista, con que después del tuvimos más descanso,
porque los indios se fueron sujetando con más facilidad, con que se pobló esta dicha ciudad….212

Otros conocidos conquistadores o capitanes que documentalmente enfrentaron a los Mariches


son Diego de Henares, Pedro Alonso Galeas y Sebastián Díaz de Alfaro, su pacificador final, al
parecer, mérito que le ganará la jefatura de la expedición fundadora de San Sebastián de los
Reyes, años después. En el oeste, hacia los Teques, en algún momento a fines quizás de 1567 se
logra la muerte de Guaicaipuro, que clava la puntilla al movimiento de resistencia de los Caracas.
Guayauta o El Jirahara, como se ha mencionado -al ser liberado luego de meses de reclusión y
convivencia con los castellanos-, con la condición que “trajera de paz” los caciques Teques es,
sin embargo, uno de los caciques que peor guerra hace a los españoles, quizás por conocerlos más
de cerca. Infante, Sánchez de Córdova y Sancho del Villar hacen méritos en este frente bélico del
oeste. Del Villar allanará a los Meregotos y Aruacos. Será alcalde junto con Henares en 1569.

Pero ya no existe el formidable desafío estratégico que -siempre según Oviedo- representaba
Guaicaipuro. A su muerte, ante el desconcierto y desmayo consecuente de la resistencia general,
Losada puede ahora pensar seriamente en fundar formalmente. Para ello precisa hacer el recorrido
de “apuntamiento de la tierra”, para poder encomendar y premiar propiamente a los que eligen
ser vecinos y sujetar así poco a poco, por esta vía de domesticación las parcialidades, fin principal
de la conquista. Cumplido todo el proceso de registro de parcialidades disponibles, tanto en El
Collado como en San Francisco, Losada baja brevemente en febrero a El Collado y cambiándole
el antiguo nombre, indicando el sitio de la iglesia y eligiendo al fin alcaldes y regidores funda en
buena forma Nuestra Señora de Caraballeda, con alrededor de veinte vecinos inicialmente e igual
número de encomiendas, muchas de ellas ubicadas en zonas remotas, como Píritu y Maracapana
en el oriente, pues hasta allí alcanzaban sus poderes.213

Sube las semanas siguientes a San Francisco y un día, quizás sacro,214 en un terraplén desbrozado
de cujíes que hace de Plaza de Armas, en cuyo centro se alza un alto y reluciente tronco de caoba
con el escudo de León y Castilla (tallado sin mucho arte, a cuchillo, y embijado), frente a la
hueste armada con sayos multicolores, mientras el escribano Ortiz lee el acta, el capellán Baltasar
García en su mejor hábito elevando loas al Dios cristiano, y el fraile De La Puente traduciendo en
caracagoto a multitud de indios curiosos y pintados, Losada en su caballo, con el pabellón
colorado apoyado en el estribo, en acto solemne, cumpliendo el protocolo, golpea con la espada
tres veces el Rollo de la Justicia,215 y a gritos declara fundada Santiago de León un seco y
caluroso día, por la mañana, a inicios de marzo de 1568. Erige regimiento y alcaldes y entrega
títulos de solares y por supuesto de encomiendas. Ha querido hacer coincidir la fecha con la del
inicio de la Jornada, un año exacto atrás, a inicios de marzo de 1567. Alzan los loros el vuelo al
resonar la tríada de salvas de los sudorosos arcabuceros mientras una nube pasa, ocultando por un
simbólico instante, el sol que ilumina el valle.

Losada se asigna encomiendas de mediano tamaño en cada una de las dos ciudades que erige.216
Hasta el fraile Baltasar García, inicial clérigo asignado a Santiago de León, recibe la suya. La
ciudad tendrá por disposición del fundador, doce leguas “en cuadro” de términos jurisdiccionales
que llegan de Cabo Codera hasta alrededores del actual Turmero, donde comienzan los de
Valencia. Su límite norte será la sierra que separa sus términos de los de Caraballeda. Inicialmente
Caracas contará con cuarenta vecinos “poco más o menos”, igual número de solares y
encomiendas y alrededor de ochenta soldados “estantes” adicionales, en búsqueda de méritos por
servicio real, o a sueldo de sus nuevos vecinos costeadores. Comparada con ciudades establecidas
más antiguas como Barquisimeto, Coro o Valencia, la ciudad que se funda es grande, para el
estándar de las ciudades de la provincia en esa época.

Sorprendentemente también establece Losada un área de tierras de resguardo para usufructo de


los indígenas, quizás al norte de la ciudad de Santiago de León.217
Las tierras “comunales” de los vecinos para pasto de ganados y madera para hogar se escogen al
sur de la ciudad, hasta el río Guaire. Las de cultivo para los españoles vecinos se reparten en los
meses sucesivos, en razón de los méritos y calidad del interesado (siguiendo escrupulosamente el
orden consagrado en la lista o Data que se hizo para la repartición de los solares y encomiendas,
comenzando por tierras al mismo Losada) en el área de lo que ahora es El Paraíso, La Vega,
Caricuao y Montalbán, a partir de una línea límite con los ejidos de la ciudad, que se inicia en la
serranía del norte -en lengua de la tierra Guaraira Repano- baja por la quebrada de Caroata, toca
el cerro de El Calvario y termina en la serranía al sur, pasando el río Guaire.218 De allí hacia el
oeste, en las semanas sucesivas, se reparten metódicamente las tierras por lotes de dos o tres
fanegadas, a según sus méritos, a los conquistadores vecinos.

La unidad desde el mismo origen de la ciudad de Caracas con la costa, aunque protegida por la
inmensa serranía, será crucial para el desarrollo de una comunidad hispana estable y perdurable.
La fundación definitiva de Caracas permitirá con el tiempo la unión de las provincias orientales
del territorio venezolano, Cumaná y Margarita -que hasta ahora evolucionan independientes- con
las occidentales. Las corrientes fundadoras del oriental Fajardo y de los occidentales Collado,
Bernáldez y Ponce de León producen como fin real el cerrar la brecha que representaba el
territorio indómito de Caracas entre ambos polos de colonización castellana. Santiago de León
será el eslabón crucial que posibilitará -siglos más tarde- la consolidación territorial en una unidad
nacional viable, por su estratégica situación central y su influencia irradiadora como centro
administrativo y gubernamental.

Losada pensativo, desde su bohío mira a la Plaza Mayor: Es todo. La Jornada puede legalmente
darse por concluida.219

En Caracas, Santiago no es santo de devoción.

Hemos desarrollado en esta segunda parte un grosero esbozo -más o menos hipotético, pero
basado fielmente, hasta donde nos es posible, en los débiles indicios que nos ofrecen los
documentos-, de cómo pudo ser el año de 1567 para la historia de la Jornada de Caracas. No
queda sino hacer un breve comentario en relación al discutido tema (sobre los orígenes de
Caracas, ¿cuál no lo es?) del nombre escogido para la nueva ciudad.

Santiago de León de Caracas es un hermoso nombre compuesto. Castellano e indio. Mestizo


entonces, como la comunidad poli racial que finalmente alumbraría. El último de sus nombres,
Caracas -en recuerdo de la indómita tierra cuya raza telúrica tanto costó subyugar-, será el que
con el tiempo se impondrá, y es el que perdura.

Sobre el término Santiago de León, Oviedo, María, Ríonegro, Martínez, Núñez y Barnola, entre
otros, han asomado explicación.220 Estas van desde una supuesta “Orden de Santiago de León” de
la que Losada dicen algunos sería aficionado (aunque él en particular no fue miembro de esta
orden, que sepamos, ni la antigua y aún vigente Orden de Santiago española, propiamente jamás
se haya llamado así, según nos informan miembros activos), hasta la tesis de que el nombre es
compartido en honor al gobernador Ponce de León y al del patrono de España: Santiago Apóstol,
Santiago El Mayor o Santiago Matamoros, que es el Santiago marcial de las luchas contra el infiel
durante la Reconquista.
Se piensa con mucha lógica también que Santiago, como nombre de la nueva ciudad, participa
del doble juego de ser patrono mayor de España y onomástico honorífico de Diego, el nombre de
pila de Losada.221 Todas son tesis interesantísimas y estimables.

Santiago, efectivamente, es una de las claves del título oficial de la Caracas provincial, y
únicamente del término Santiago deriva la tendencia antigua y aun dominante a establecer un
vínculo entre este nombre y la fecha del 25 de julio, que es la que hasta ahora ha mantenido la
creencia popular (y académica, aunque no lo manifieste oficialmente) como fecha posible de la
fundación de la ciudad.

Y pareciera lógico que así sea, pues ¿a qué atribuir este nombre y esa fecha, si no? La asociación
o relación del nombre de Santiago con la fecha de su celebración ritual religiosa tradicional, 25 de
julio (y entonces con la fundación de Caracas) luce evidente y tanto es así que hasta Oviedo
parece caer en esta fórmula, aunque de palabra lo niegue, porque en definitiva si Caracas de
primer nombre se llama Santiago, y se asume que Losada andaba por esas fechas en una jornada
fundadora de Caracas, la ciudad lógicamente “debe” haberse fundado alrededor del 25 de julio. Y
de allí se concluye que lo que se necesita hacer es buscar pruebas de que en efecto así fue. Es la
lógica investigativa que ha guiado la tesis tradicional desde antes de Oviedo hasta nuestros días.

Desde el más temprano inicio de la ciudad -¿quién lo niega?- se celebraba el sacro “Día de
Santiago”, 25 de julio, esto es, se celebró siempre “el santo” de la ciudad, no así “el cumpleaños”
-o fecha de fundación- como hacemos hoy día, que no era costumbre en España, ni antes ni ahora,
ni lo era en sus Indias españolas, como es lógico y puede probarse. La fecha, el día secular y
mundano de fundación de una ciudad española (de vecinos católicos devotos) no era entonces
importante, el onomástico santo sí, como es lógico en una sociedad que se guiaba fervorosamente
por los postulados contrarreforma castellanos en boga en el siglo XVI español.

Ello derivó en confundir los conceptos en tiempos modernos -al cambiar paulatinamente la
costumbre hispana de celebrar el día del santo, por el actual y anglosajón día de “cumpleaños”- y
entonces se piensa popularmente hoy día que el 25 de julio “es la fecha de fundación”, pues no
nos percatamos que los que hemos cambiado somos nosotros, secularizándonos en nuestras
celebraciones y costumbres. La fecha se ha mantenido invariable, aunque el significado y motivos
de la celebración sean hoy totalmente otros.

Esperamos haber probado aquí que Santiago de León no se funda ni un día 25, ni en el mes de
julio, ni siquiera en el año1567, sino a inicios de marzo de 1568. ¿A qué se debe el nombre
entonces? ¿Tiene en definitiva algo que ver en su primera parte, Santiago, por ventura con la
fecha del 25 de julio? ¿Qué pasó en esa fecha tan notable para ser recordado en el nombre de la
ciudad?

Como el paciente lector habrá adivinado por la exposición detallada que hemos tratado de hacer
de esos meses críticos de mediados del año 1567, lo que Losada está fijando para la posteridad en
el nombre de la ciudad es el día quizás en que los indios de la costa “dieron la paz” en un acto
protocolar oficial y solemne, luego de la previa Batalla de Maracapana, en la que estos
aborígenes de Caracas son derrotados, y de alguna forma decirle a la Historia cuando sucedió tal
acontecimiento a celebrar como victoria castellana local.
Este hecho de armas, en nuestra opinión, debe haberse producido -y así parece probarlo el primer
nombre de la ciudad-, poco antes quizás del 25 de julio, fecha de profundo simbolismo para los
castellanos por ser la del patrón de España: Santiago Apóstol, o en su acepción marcial castellana:
Matamoros. Luego de la batalla, los caciques derrotados de la costa manifestarían su deseo de paz
y Losada en uso de su poder como autoridad castellana del rey les indicaría el día para el solemne
acto la fecha religiosa del 25 de julio próxima, día de Santiago. Los caciques del interior, quizás
por influencia del tenaz Guaicaipuro, no lo hicieron, retrasando entonces Losada prudentemente la
fundación jurídica formal de los dos nuevos poblados, para no repetir el fracaso de Fajardo y
Rodríguez Suárez, que todos tenían muy en cuenta.

Los indicios documentales, tal como los hemos expuesto, concuerdan y hacen coherente esta
hipótesis. Puede asumirse sin dificultad que entre el rechazo a la petición de licencia al corsario
por Ponce de León -en Coro y en junio-, contando con el regreso de Valier a Borburata, la
posterior comunicación con los caciques de la costa y las laboriosas discusiones entre estos y
Valier para el cómo, donde y cuando del ataque, así como los necesarios preparativos tanto por
parte de Valier como de sus aliados para asegurar una acción exitosa frente a Losada, ha podido
fácilmente gastarse una o dos semanas hasta entrar o avanzar en julio, el mes de Santiago.

Santiago entonces -según vemos-, rememoraría como nombre de la ciudad el día de Santiago, 25
de julio, no por el apóstol en sí, como pareciera, o no tan sólo por ello, sino por ser adicional y
fundamentalmente el día en que estos indios Caracas, luego de la derrota, manifestaron por vez
primera su deseo de dar formalmente la paz a los castellanos.

Losada, al fundar sus ciudades, tuvo muy en cuenta (diríamos que con raro sentido histórico) la
trascendencia de los hechos que habían conducido a la pacificación de la indómita provincia. Su
hueste había cumplido la real cédula de 1563. Habían servido a su reino, “leal y fielmente, como
buenos vasallos”.

No se le escapaba a Losada la importancia de esta pacificación. Esta provincia de Caracas había


por largos años amenazado la viabilidad de la gobernación, y empeñado el buen crédito de los
españoles con graves derrotas, manteniendo su independencia con tácticas efectivas y métodos
bien organizados, desconocidos para el resto del territorio. Si ello continuaba, la situación
amenazaba afectar la cara sur del mar Caribe español. Mantener esta situación era aceptar un área
rebelde en el corazón de la vital ruta de la flota de Tierra Firme, costa que comenzaba a ser
demasiado visitada por los herejes enemigos de España, con el peligro nada hipotético de alianzas
mortales para la corona en Indias, como Losada acababa de constatar en persona.

Losada tenía dos ciudades por fundar, dos nombres para elegir y una fecha memorable de
victoria castellana para solemnizar.

La primera ciudad que fundó escogió nombrarla Nuestra Señora de Caraballeda, su toque
personal, en honor a la virgen venerada en su patria chica, Ríonegro del Puente.222 Aunque esta
fundación se hace en un mes y hasta quizás un día (14 de febrero) que nada tienen que ver con las
fechas patronales que litúrgicamente se celebran para la Virgen de Carballeda, en la tercera
semana de septiembre, Losada escoge sin embargo dicha advocación para honrar, como hicieron
muchos otros capitanes pobladores, su tierra de origen, recordando a la patrona de su lugar de
nacimiento.223
Oviedo por el contrario propone como fecha de fundación de Caraballeda el 8 de septiembre por
la misma causa que sugiere el 25 de julio para Santiago de León: por razones onomásticas, al
desconocer o no tener datos reales de la forma en que se hizo la Jornada y quizás por conciliar de
esta manera que Caraballeda se fundara según su ideal mantuano, luego de Santiago de León.

Es muy probable que este nombre mariano de Nuestra Señora para el nuevo poblado haya sido
también, a la hora de escoger, más del gusto de los pobladores vecinos de Caraballeda, pues
siendo como eran muchos de ellos habitantes antiguos de la fenecida Nuestra Señora de
Borburata, votarían por este nombre religioso para Caraballeda, como sucesora exacta que
imaginaban sería su flamante nuevo asentamiento, pero concediéndole a Losada como capitán
poblador su derecho a elegir la advocación a la devoción mariana de su patria chica en España.

A Caracas -el día de su fundación y composición de su nombre formal- quedó pues el turno de
perpetuar la acción de pacificación, el día en que los caciques dieron por primera vez la paz, 25 de
julio, Día de Santiago, fecha en que se rinde la temible confederación indígena en su ala costera y
se desploma de paso la amenaza corsaria coaligada.

A los ojos caballerescos de este capitán Losada, zamorano, -criado en su juventud al parecer en
la casa de los condes de Benavente-, el nombre que finalmente compuso, Santiago de León de
Caracas, presenta pues, a nuestro juicio, tres claves a explicar:

1-Caracas: es la más fácil y evidente. Se dispuso como era usual por el nombre de la provincia.

2_Santiago: Su primer nombre, por ser el día fijado para que los indios dieran la paz, el Día de
Santiago 25 de julio de 1567, fecha memorable para estos castellanos en que se logra la
pacificación de los primeros indios de Caracas,

3_ de León: quizás por reflejar este día el verdadero día de la fundación, 1 de marzo de 1568, día
de San León, o por ser el onomástico más digno o importante de esos días iniciales de marzo –
según la subjetiva valoración religiosa de la época, para el santoral castellano de entonces-. Es un
indicio final muy sugerente a nuestro juicio en cuanto a la real fecha de fundación de la ciudad, si
aceptamos inicios de marzo como lapso de fundación.

El uso del león heráldico en el escudo de Caracas que la ciudad ha mantenido desde siempre
como parte de su simbología tendría entonces poco que ver con Ponce de León, o con una
supuesta condición de leonés de un capitán zamorano como era Losada, como se ha mantenido,
sino como fórmula heráldica para este “San León”, que santos con este nombre hubo varios,
alguno de ellos grandes papas medievales.

Es esta pues, nuestra propuesta para este otro tema de gran polémica.

Diego de Losada finalmente abandona la ciudad a mediados de julio de 1568, por discordias con
el gobernador, que al parecer lo depone – estamos siguiendo a Oviedo-. Con él se va la mitad del
pueblo, en solidaridad. Es sustituido por Francisco Ponce de León, como teniente de gobernador
en Caracas. A fines del año siguiente, 1569, Garcí González y Alonso Díaz Moreno traen un
contingente de candidatos a vecinos, que renueva la desfalleciente y amenazada ciudad.
Desde entonces Santiago de León de Caracas no ha dejado de crecer. Sus más grandes hijos,
criollos universales, la inmortalizan a inicios del siglo XIX. La ciudad de primavera eterna,
defendida por su hermosísima montaña, con su nombre indio, Caracas, que es el que finalmente
perduró, entra en el Himno Nacional para siempre, con justa gloria.

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