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Cultura y Comunicación
En la sociedad contemporánea
Por Isaías Góngora
Según esta investigación, los romanos fueron los primeros en tener esta actitud
hacia “los monumentos del pasado”, que para Hannah Arendt también fueron
los primeros en “tomar la cultura en serio”. Este concepto (tener presente lo
mejor del pasado, consagrarlo, aunque no fuese romano, interrogarlo,
conversar con los clásicos, medirse con los clásicos, continuarlos) fue el primer
concepto de cultura. Donde Cicerón afirma que “el espíritu, como la tierra,
necesita cultivo”.
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“la fusión de las tradiciones griega, latina y judía es cristiana”. (Cfr.
Gabriel Zaid, noviembre de2006)
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Frente a la Ilustración francesa como cultura universal, Herder plantea un tercer
concepto de cultura que dignifique el subdesarrollo de los pueblos
alemanes. De ahí viene el concepto romántico de cultura como carácter
nacional, étnico, popular. Y es este romanticismo, en Alemania, quien
inventa el tercer concepto de cultura: la identidad comunitaria que
defiende sus creencias, usos y costumbres de la barbarie progresista.
En la que “cada cultura es su propia finalidad, no un paso previo a la
supuesta cultura superior” (Gabriel Zaid, junio de 2007).
Hasta este momento podemos concluir que la cultura es ante todo herencia,
una actualización del pasado que se transforma por innovación (positiva,
negativa o neutra para la vida). La herencia puede ser biológica (como la
capacidad para el lenguaje, transmitida por los genes) o cultural (como
los refranes, transmitidos por el cuerpo social). “La cultura es herencia
no genética. La cultura es tradición: continuidad creadora que conserva,
renueva y acumula innovación sobre innovación” (Gabriel Zaid, junio de
2007).
La cultura como libertad que crece, gracias a las grandes obras literarias,
musicales, visuales, no es la cultura de los etólogos, ni de los antropólogos. Es
la cultura que se hace personalmente, tanto en el momento de creación de los
clásicos, como en el momento de recrearlos y recrearse leyéndolos
(escuchándolos, viéndolos).
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La antropología de nuestros días, como disciplina universitaria distinta de la
filología, de la historia natural, de la arqueología, de la historia, de la
filosofía de la historia, del folclor, de la sociología, se fue constituyendo
desde mediados del siglo XIX. Tuvo su apogeo hacia 1970, cuando Lévi-
Strauss alcanzó una celebridad mundial que nunca había tenido un
antropólogo. La especialidad se extendió por muchas universidades del
planeta. La American Anthropological Association (www.aaanet.org,
2007) dice tener 11,500 miembros de 100 países. Aunque Gabriel Zaid
afirma que “son antropólogos de escritorio, más que de campo”.
Ante esta situación los antropólogos se multiplicaban, pero las etnias intocadas
por la cultura occidental empezaron a escasear. La oportunidad de “ver
a los otros como son, cuando sólo Dios los ve” fue desapareciendo. Los
imperios abandonaron sus colonias. La boga del marxismo llevó a
“desenmascarar los escritos antropológicos como la continuación del
imperialismo por otros medios”. El turismo masivo devaluó la proeza de
Haber Estado Ahí: se redujo a “una experiencia de postal turística”.
Ahora los antropólogos “escriben sus relatos con los atriles, las
bibliotecas, las pizarras y los seminarios que tienen a su alrededor”.
Estar Aquí, “como universitario entre universitarios, es lo que hace que
la antropología se lea... se publique, se reseñe, se cite, se enseñe”.
(Clifford Geertz, 1989-329.)
Las tribus tradicionales, despojadas de sus antiguos territorios por las tribus
modernas (cuando no obligadas a quedarse para servir), acabaron
arrinconadas en lugares de difícil acceso, donde, al menos, podían subsistir y
conservar su identidad.
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problems..”(www.aaanet.org, 2007). Es la cultura superior que trata de
salvar, ya sea convirtiendo a los indígenas, con el apoyo de las
autoridades; o defendiéndolos de las autoridades; o tomándolos como
ejemplo para la cultura superior: para criticarla o para que se supere; o
negando la superioridad de cualquier cultura. Las posiciones van
cambiando, pero no su invariante: el aire de superioridad que se
convierte en reduccionismo del fenómeno cultural.
Toda cultura tiene una zona metacultural que le permite, en cierta medida,
observarse desde afuera, compararse con otras, criticarse y criticarlas.
“Esta zona (tal vez aparecida en la especie humana después del
lenguaje y antes que la escritura) no es un conjunto de contenidos
universales (o dignos de ser universales) sino una capacidad universal,
como el lenguaje, que rebasa las lenguas particulares” (Gabriel Zaid,
abril-2007).
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habitable y significativo el mundo, que enriquece la vida humana y
facilita mantener o superar el nivel alcanzado por las generaciones
anteriores.
CULTURA Y SOCIEDAD
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ninguna cultura. Sin cultura sería del todo imposible definirse lo
“humano” en el sentido en el que habitualmente lo conceptualizamos y
como consecuencia “non avremmo alcuni linguaggio con cui esprimerci,
alcuna autoconscienza, e la nostra capacità di pensare e argomentare
razionalmente risulterebbe severamenrte limitata” (Giddens, 2000-23).
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de las condiciones de la misma” (Cassirer, 2006-21). Este es el estímulo
que nos mueve a proceder y justifica nuestra reflexión.
Para que esto sea posible, hay que estudiar al hombre, no en su vida
individual, sino en su vida política y social, ya que la característica
distintiva de l ser humano no es su naturaleza metafísica o física, sino su
obra. Esta obra, “el sistema de actividades humanas”, es lo que le define
y determina el círculo de humanidad como una estructura del todo
orgánico que fundamenta sus actividades y nos permite comprenderlas.
Aunque “en la experiencia humana no encontramos en modo alguno que
las diversas actividades que constituyen el mundo de la cultura convivan
en armonía; por el contrario, contemplamos la lucha perpetua de
diversas fuerzas en conflicto” (Cassirer, 2006-111).
Cerramos esta parte concluyendo que una reflexión sobre la cultura comienza
con el supuesto de que el mundo de la cultura no es un mero agregado
de hechos disgregados y dispersos, sino que es necesario tratar de
comprenderlo como un sistema, como un todo orgánico. Para una
aproximación simplista (con esto nos referimos a las formas empíricas y
a la tradición teórica descriptiva de Malinowsky, entre otros)), sería
suficiente con la recolección de datos de la cultura, pero a nosotros nos
interesa “el aliento de la vida humana”. “Estamos sumergidos en el
estudio de los fenómenos particulares, en su riqueza y variedad,
gozamos de la policromía y polifonía de la naturaleza humana”
(Cassirer, 2006-325), que sus diferentes manifestaciones se pueden
concentrar en un foco común, la cultura, en donde los hechos son
reducidos a formas que se supone poseen una unidad interna.
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y la distribución de diversos tipos de recursos que Thomposn nombra
como “capital” y de los que distingue tres: “capital económico”, que se
refiere a la riqueza, la propiedad y los bienes financieros entre otros;
“capital cultural” al que se integra el cúmulo de conocimientos, el
desarrollo de las habilidades y diversas formas educativas; y por último
“capital simbólico” al que pertenecen las adulaciones, el prestigio y
reconocimientos y exhibiciones sociales. Según esta reflexión los
individuos cuentan con estos tipos de recursos para satisfacer sus
necesidades culturales.
En las formas y los procesos sociales en los cuales y por medio de los cuales,
según Thompson, las formas simbólicas circulan por el mundo social en
la actualidad, son consecuencia del desarrollo de la comunicación de
masas, a la que se considera como un rasgo definitivo de la cultura
moderna y una dimensión central de las sociedades modernas. “No hay
descripción del paisaje social creado por las dos revoluciones más
común en el siglo XIX que la palabra masas. Tiene muchos sinónimos:
multitud, muchedumbre, gentío, hoi polloi, populacho, canalla, entre
otros, alusivos todos a la cantidad enorme de personas que habían sido
repentinamente, parecía, empujadas a la preeminencia por las fuerzas
que habían destruido o debilitado la estructura del viejo y tradicional
orden aristocrático” (Robert Nisbet, 1979-72)
Otros rasgos con los que se caracterizó el nuevo fenómeno fueron el triunfo de
la mecanización; la consolidación de una nueva clase económica,
lanzada a la adquisición de riqueza basada en el dinero rápido, el
crédito, la Bolsa y la especulación; la proletarización en alza y la
destrucción de las antiguas comunidades. Esta son ideas de Nisbet que
plantea un paisaje gris, en el que se tratarán, de forma descriptiva más
que analítica, el fenómeno sociológico de las masas, su nuevo poder
derivado del consumo de masas, la tan debatida cultura de masas, y la
turbulenta irrupción de los medios de comunicación de masas en este
paisaje gris… (Juan González, 2000-198) cuya consecuencia más
profunda consistió en la pérdida de la individualidad, al identificarse la
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gente en exceso con su grupo o su colectividad, como antes, milenios o
siglos antes, el individuo se difuminaba en su tribu o en su clan.
LA CULTURA DE MASAS
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“- La industria cultural es un producto de la técnica y del ánimo de lucro
capitalista, cultivado por los productores privados que se rigen por puros
principios de mercado.
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propagar las ideas de los grupos dominantes, y mediante el cual se
podría manipular y controlar la conciencia de los grupos subordinados”
(Thompson, 2002-XI). A esta situación es a la que Thompson denomina
mediatización de la cultura moderna. Porque en la actualidad vivimos en
sociedades donde la producción y la recepción de las formas simbólicas
están cada vez más mediadas por una compleja red trasnacional de
intereses institucionales.
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disfrute; en cambio la idea de mundialización no implica la supresión de
las diferencias culturales” (Béjar y Rosales, 1999-32).
Hacia finales de los años setenta y mediados de los ochentas, esta nueva
configuración del orden social se matizó en la dinámica histórica
acelerada, que se desarrollo de tres procesos independientes: la
revolución de las tecnologías de la información; la crisis económica tanto
del capitalismo como del estatismo y sus reestructuraciones
subsiguientes; y el florecimiento de movimientos sociales y culturales,
como el antiautoritarismo, la defensa de los derechos humanos, el
feminismo, el ecologismo. “La interacción de estos procesos y las
reacciones que desencadenaron una nueva estructura social dominante,
la sociedad red; una nueva economía, la economía informacional/global;
y una nueva cultura, la cultura de la virtualidad real” (Castells, 2006-
406).
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como fuente de capital constituyen la nueva jerarquía social de la era de
la información”. (Castells, 2006-418).
CONCLUSIONES
¿Qué hacer? O existe un mal eterno en la naturaleza y por lo tanto no hay nada
que no pueda ser cambiado por la acción social consciente e
intencionada, provista de información y apoyadas por la legitimidad.
Concluye Castells: “si las personas están informadas, son activas y se
comunican a lo largo del mundo; si la empresa asume su
responsabilidad social; si los medios de comunicación se convierten en
mensajeros, en lugar de ser el mensaje; si los actores políticos
reaccionan contra el cinismo y restauran la fe en la democracia; si la
cultura se reconstruye desde la experiencia; si la humanidad se siente
solidaria de la especie de todo el planeta; si afirmamos la solidaridad
intergeneracional viviendo en armonía con la naturaleza; si
emprendemos la exploración de nuestro yo interior, haciendo la paz con
nosotros mismos. Si todo esto se hace posible por nuestra decisión
compartida, informada y consciente, mientras aún hay tiempo, quizás
entonces, por fin, seamos capaces de vivir y dejar vivir, de amar y ser
amados” (Castells, 2006-430). Esta es nuestra utopía, nuestra vida,
nuestra posibilidad.
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profesional del comunicólogo, en nuestro caso cristiano, para que después se
pueda desplegar en sus dimensiones sociales mas extensas.
BIBLIOGRAFÍA
Robert Nisbet, 1979. La sociología como obra de arte. Espasa Calpe, Madrid.
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Gabriel Zaid, 2006. El primer concepto de cultura. Letras libres, mes de
noviembre.
Gabriel Zaid, 2007. Los antropólogos dueños de la cultura. Letras libres, mes
de abril.
Gabriel Zaid, 2007. Tres conceptos de cultura. Letras libres, mes de junio.
FUENTES ELECTRÓNICAS
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