Sei sulla pagina 1di 2

EL ARTE SILENTE DE LA ARCILLA

Dueña de unas manos que


hacen prodigios con la arcilla:
un alma de la que emana
la mejor fragancia de las flores,
la de la humilde y tímida violeta.

Asistí a la ceremonia que el jueves 19 organizó el Museo de la Cultura Peruana por


el Día del Artesano. Llegué diez minutos más tarde, a las 12.10 horas, cuando la
directora del Instituto Nacional de Cultura (INC), Cecilia Bákula,
estaba entregando los diplomas a los artistas distinguidos como personalidad
meritoria de la Cultura Peruana por su valioso aporte. Entre los seis premiados,
descollaba María Teresa Yamunaqué Bermejo, de pequeña estampa y grande en su
humildad,como una violeta. Ella capturó mi simpatía, sin pretenderlo: razón para
que me atreviera a pedirle una entrevista. La cita se pactó para el miércoles 25 a las
11.00 horas. Estas son las palabras que escuché de sus labios en su casa-taller de la
urbanización Los Girasoles, en Chaclacayo, el buen refugio para estar lejos de la
ruidosa y peligrosa Lima y encontrar la tan necesaria tranquilidad para arrancar con
sus
manos a la arcilla y el barro el lenguaje vital de la creación.
Sus manos cuando entran en contacto con la arcilla adquieren alegría y rapidez, hay
cariño e identificación con esa masa inerte. El torno espera paciente. Poco a poco,
este barro maravilloso va entendiendo el lenguaje de las manos y se entrega a las
caricias pródigas de éstas, que pertenecen a un alma con sensibilidad, y toma la
forma que su creador le brinda: burritos con gracia, caballos trotones, palomas
mansejonas, búhos con aires doctos, tiernos pajaritos, robustas gallinas. Les falta
solo el aliento de un ser supremo para que echen a trotar y volar por el mundo.
Sabrosas y coloridas manzanas y apetitosas peras de agua, que al verlas nos cuesta
un gran esfuerzo para no cometer el pecado de darles varios mordiscos, ¿para qué
uno? Ya acabados, la sonrisa aparece en los labios de la humilde María Teresa.
María Teresa no firma sus trabajos. ¿Su razón? La tiene. Es de peso y muy ligera, a
la vez. "Los
conocedores de los trabajos de mi madre saben distinguirlos de los de otros
alfareros, los cogen y por el peso liviano los reconocen", afirma Jaime, su hijo. La
calidad del paleteado está patente
presente en sus trabajos, ya sean en los de más ardua elaboración y en los prácticos
utilitarios. No hay discriminación. La llamada técnica cáscara de huevo es su
rúbrica original, de difícil imitación.
Esta menuda mujer de indescifrable mirada, que nació hace seis décadas en la
localidad de Simbilá (Catacaos), aprendió de su padre, Severino Yamunaqué, el arte
de la alfarería. En una época en que los quehaceres domésticos eran el afán de las
mujeres, don Severino vislumbró que éstas trabajarían en el futuro y, pensando en
lo dicho, embarcó en la alfarería a María Teresa, quien aceptó de buena gana. Así,
la tradición de los Yamunaqué sobreviviría y su hija se ganaría con arte el sustento
diario. La discípula hizo honor al buen maestro y lo superó. Fue más allá todavía:
estudió, investigó y enseñó lo aprendido.
El desprendimiento es uno de los valores característicos de los Yamunaqué, en
especial de María
Teresa. Ella se dedicó desinteresadamente a la pedagogía de los secretos y técnicas
que su padre le había impartido y de los que ella por iniciativa propia descubrió
para dar vida al barro y la arcilla. Huaraz, en la Sierra, el distrito limeño de
Barranco,y en Huallaga y Chazuta, en Tarapoto (San Martín), fueron los lugares
que tuvieron la suerte de conocer y aprender de sus conocimientos en cerámica.
"Me dediqué a enseñar lo que sabía. Hubo gente que aprendió y se dedicó a la
cerámica. Ese fue el mejor pago que recibí. Tengo mis seguidores, así la tradición
continúa", sostiene toda modesta ella.
Ella trataba de evitar a las personas interesadas en conocer a la artista cuyas manos
son una bendición para la arcilla. Una dedicatoria escrita para ella será la sincera
ofrenda a lo mejor que nos ha brindado su alma hasta el momento: "Teresa: En el
barro hay vida. Quédate siempre allí y encontrarás la vida plena." Sí, ha encontrado
el reconocimiento, el cariño y el saber que la tradición de la antigua cultura Vicús
seguirá latiendo en las manos de Jaime. A lo lejos, escuchamos la música de su
sonrisa en nuestro corazón.

Variedades, Crónica 30 de Marzo

Potrebbero piacerti anche