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Cuando una pareja se divorcia, una familia se rompe, y cuandolos niños hacen parte de esa familia, no sólo sufren los adultos.Se ha llegado a reconocer que el impacto inicial del divorcio puede ser traumático en extremo para los niños de todas las edades.
Cuando una pareja se divorcia, una familia se rompe, y cuandolos niños hacen parte de esa familia, no sólo sufren los adultos.Se ha llegado a reconocer que el impacto inicial del divorcio puede ser traumático en extremo para los niños de todas las edades.
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Cuando una pareja se divorcia, una familia se rompe, y cuandolos niños hacen parte de esa familia, no sólo sufren los adultos.Se ha llegado a reconocer que el impacto inicial del divorcio puede ser traumático en extremo para los niños de todas las edades.
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Cuando una pareja se divorcia, una familia se rompe, y cuando
los niños hacen parte de esa familia, no sólo sufren los adultos. Se ha llegado a reconocer que el impacto inicial del divorcio puede ser traumático en extremo para los niños de todas las edades. Pero, por otra parte, la opinión general también sostiene que como los niños son alegres por naturaleza, después del choque inicial ellos tienden a aceptarse o recuperarse de la adversidad muy rápidamente. Como resultado de esto, la mayoría de los estudios profesionales acerca de los múltiples efectos del divorcio se han dedicado a los padres. Recientemente han combinado esta tendencia, pues se reconoce ahora que las víctimas principales de la experiencia del divorcio son los hijos. "El divorcio es una de las crisis en el ámbito de la salud mental más seria y más compleja que enfrentan los niños de los años 80”, plantea Albert Solnit, quien encabeza el Centro de Estudios del Niño en Yale, en la Universidad del mismo nombre. Hoy pocos sociólogos y psicólogos están en desacuerdo con la afirmación de Solnit. Muchos, en efecto, como el psicólogo infantil Lee Salr, consideran que sólo la muerte es más penosa o dañina para un niño que el divorcio. “El trauma del divorcio ocupa el segundo lugar, después de la muerte. Los niños experimentan una profunda pérdida y sienten de repente que son vulnerables a fuerzas que están más allá de su control”. afirma el Doctor Lee Salk. Otros, como es el caso del conferencista y autor sobre el tema del divorcio Earl Grolman de Belmont, Massachusetts, piensan que el divorcio es incluso más traumático que la muerte. “La gran diferencia es que la muerte tiene fin, pasa. El divorcio nunca termina”. plantea el señor Gralmen. Queda todavía por aprender por cuánto tiempo permanecen los niños, pero si no hay duda, el efecto perdura durante un considerable lapso. En Marin County, California, las doctoras Joan B. Kelly y Judith S. Wallerstein descubrieron en un proyecto llamado “Hijos del Divorcio”, que incluso después de cinco años la vida del 37% de los niños de padres divorciados que ellos estudiaron, se encontraban aún severamente golpeados. Se encontraban deprimidos, y muy a menudo añoraban intensamente los días cuando sus familiares se encontraban unidas. Otro 29% simplemente parecía estar “arreglándoselas” para abrirse paso, enfrentando la situación como podían. El restante 34% de los niños se encontraban felices en la vida, bien adaptados, rindiendo muy bien en la escuela y con buena experiencia", es una preocupante consecuencia, especialmente si tenemos en consideración la magnitud del problema del divorcio y su tasa de crecimiento en aumento. En la actualidad hay más de 12 millones de niños menores de dieciocho años hijos de padres divorciados en los Estados Unidos, y se calcula que este año habrá 1`.200.000 niños más alargando la lista e incrementando la gran cantidad de niños infelices. Infortunadamente, sólo recientemente un número significativo de trabajadores sociales, psicólogos, profesores, etc., han tratado de enfrentarse a este dilema. Algo que se ha aprendido es la manera radical como reaccionan los niños a las rupturas matrimoniales y un elemento que se suma de esta reacción es de la sorpresa. Muchos padres piensan que están haciendo un favor a los niños al ocultarles un divorcio inminente. Expertos en el desarrollo del niño se manifiestan en contra de esto, incluso aunque se haya en nombre de ‘protección’ al niño. Es muchísimo mejor, y más favorable para el niño, explicarle que “mamita y papito no van ha vivir juntos por más tiempo”, tan simple y directo como sea posible antes que la separación tome lugar. No es posible evitar el conflicto, pero el chico que ha tenido la oportunidad de hacer preguntas a sus padres acerca de la separación, y lograr que estos le responden, será un niño muchísimo menos traumatizado que aquel que llega un día a su casa y se encuentra con el hecho de que mamita o papito se ha ido.
CÓMO SON AFECTADOS LOS NIÑOS
La inmadurez de los niños, su carencia de experiencia con el mundo, y la dependencia física y emocional en sus padres, la cual es total en sus primeros años e incluso significativa durante la adolescencia, los hace vulnerables a masivos y terribles sentimientos de abandono, resentimiento, hostilidad e ira, los cuales hacen erupción en el momento del divorcio o la separación de sus padres. No mitigados por la confianza que puedan tener en sí mismos, estos sentimientos se convierten en monstruosas realidades para un niño. (Mel Krantzler, autor de “DIVORCIO CREATIVO: una nueva oportunidad para el crecimiento personal”). Todos los niños son individuales y, por lo tanto, tienden a reaccionar de manera diferente en determinadas situaciones. Como resultado, no existen patrones específicos de respuesta de un niño ante el hecho del divorcio de sus padres. Investigaciones han descubierto, de cualquier modo que existen ciertos patrones de respuestas generales, que pueden ser observados, y que estas reacciones generales parecieran estar ligadas a ciertos grupos de edades. Por lo tanto, para describir los efectos y reacciones manifestadas por los niños en un divorcio, dividiremos el tema en de acuerdo a los grupos de edades. INFANCIA: La Doctora E.H. Kertskin, autor de “Factores de desarrollo”, plantea que incluso un niño en sus primeros años es afectado por el divorcio. En efecto, ella indica que incluso si el niño nace después de presentarse el divorcio, el niño se verá afectado de manera negativa. Esto se debe no al trauma de la separación del padre que nunca conoció, sino al hecho de que el niño es influenciado por la aflicción y la depresión experimentada por la madre para brindarle al niño el cuidado adecuado que éste necesita. Se pueden presentar cambios en los patrones de alimentación, de sueño, de eliminación, etc. Además, al captar la aflicción y la depresión de la madre, el niño puede sentirse inseguro y, como consecuencia, llorará más a menudo para llamar la atención y deseará ser cargado y mecido más de lo que un infante normal exige. PRE-ESCOLAR Muy a menudo, los niños en este grupo de edad no son advertidas previamente del divorcio de sus padres. Generalmente los padres piensan un niño de tres a cinco años de edad es demasiado joven para comprender las consecuencias del divorcio y, por lo tanto, no le dicen nada a él. La conmoción de experimentar de repente la salida del hogar del padre (casi invariablemente los niños en edad preescolar permanecen con sus madres). Es algo inesperado en verdad. Esta es una devastadora experiencia para un nene que aún a su papito. En esta edad los niños no tienen la capacidad de hacer las preguntas adecuadas, pero saben que algo malo ha sucedido -dice la Doctora Kelly del Proyecto Hijos del Divorcio. Y agrega: A ellos se les debe contar todo de manera concreta y simple y los padres deben estar preparados para repetir muchas veces que mamita y papito no van a estar casados por más tiempo, ni van a vivir más en la misma casa, ni se aman más el uno al otro. Los niños en edad escolar tienden a responder con cambios observables en su comportamiento. Tienden a lloriquear más, y tienden a armar pataletas, y algunas veces los niños se niegan a alimentarse ellos mismos y sólo comerán si son alimentados por sus padres, tal como les sucederá en la infancia. También son comunes otras formas de comportamiento regresivo tales como orinarse sus pantalones y en su cama. Los niños en edad prescolar un poco mayores, tienden algunas veces a sumergirse en la culpa si el padre que se aleja es del mismo sexo de ellos, pues piensan que ellos son responsables del hecho. Muchos psicólogos infantiles consideran que esto se debe a que los niños que desean desarrollar una fuerte relación con el padre del sexo opuesto, desean a menudo que el padre del mismo sexo deje de estorbar, considerándolo competidor del amor de su padre o su madre, según el caso. Cuando ese padre se va en realidad, ese deseo se convierte en una realidad aterrado y el niño se siente responsable. Esta confusión se hace posible debido a que los niños que poseen una muy activa imaginación algunas veces no diferencian entre fantasía y realidad. Como consecuencia, ellos se hunden en la culpa y la angustia sintiendo que su deseo es directamente responsable de la ausencia de sus padres. En los casos en los que el niño no ve al padre ausente durante e intervalos regulares, puede pensar que él ha ocasionado la muerte de su padre ausente. Por eso puede ser muy grande el trastorno emocional. LOS NIÑOS DE SEIS A NUEVE AÑOS DE EDAD Los niños entre los seis los nueve años también se sienten responsables algunas veces del divorcio de sus padres, pues consideran a menudo que esto se debe a su propio mal comportamiento. -De algún modo, yo pensaba que era culpable de lo que sucedía. Pensaba que quizás yo había actuado de manera mezquina con mi madre y mi hermana, y estaba siendo castigado... así que yo trataba de ser realmente bueno, evitando despertar a mi mami antes de ir a la escuela y preparándose un propio desayuno...Pero ya han pasado tres años y ahora ya estoy acostumbrado a todo esto. Algunas veces, cuando se me cruza por la mente un deseo, siempre es el de que mi papito regrese al hogar -relata así un niño su propia experiencia. Algunas veces, sin embargo los niños atribuyen la ruptura no a su propio comportamiento, sino al del padre con el que se queda viviendo. "Por qué permitiste que se fuera papito?", puede llegar a preguntar un niño a su madre. Este tipo de actitud conduce a menudo a una deteriorada relación entre los niños y el padre con el que viven. Está situación es más común entre los niños pequeños que entre las niñas, debido a que a menudo se espera más de los niños que de las niñas. Si una niñita se siente acongojada o desea ayudar, y ella lloriquea, usualmente se l presta ayuda. Por otra parte, se espera que un niño sea más independiente y agresivo. Sus compañeros, sus profesores y a menudo su madre, lo apoyan poco. Esto origina un círculo vicioso de destrucción. El exige de su madre más de lo que ella puede dar, debido al doloroso conflicto emocional que ella padece... Esto hace que el actúe de un modo que le parece detestable a la madre. El se comporta de manera destructiva, se opone a la autoridad de ella, argumenta interminablemente o la ultraja a ella. Al poco tiempo, todo se transforma en una batalla entre la madre y el hijo. La situación llega a ser violenta y se devoran de uno a otro. Por otra parte, algunas jovencitas tratan de llenar el vacío que han dejado sus padres al dejar la familia. Ellos tratan de asumir responsabilidades adicionales, responsabilidades que en realidad no son capaces de soportar debido a su corta edad. La revista NEWSWEELL del 11 de Febrero de 1980 reportaba el caso de un chico de siete años en Easthampton, New York, quien se agotaba permaneciendo despierto toda la noche "para proteger a su madre y a su hermano de los asaltantes de apartamentos." La ansiedad y los temores que experimentan los niños de los seis y a los nueve años de edad, se expresan comúnmente en los salones de clase o en los patios de recreo de las escuelas. Niños inteligentes que normalmente obtienen buenas calificaciones, tienden a descender vertiginosamente cuando sienten el impacto inicial del divorcio de sus padres, los profesores generalmente notan también un cambio en el comportamiento en clase. Algunas veces los jovencitos se vuelven camorristas, pelean con frecuencia y, por lo general, exhiben un comportamiento antisocial. Las niñitas tienden a ser más sensibles, son más enfermizos, lloran más y por motivos insignificantes y se forman malhumoradas y distraídas. Prescindiendo de los cambios de comportamiento específicos que sufre el niño, la experiencia interna es de ímpetu, angustia y falta de seguridad. La verdadera dimensión de este padecimiento lo podemos observar en la historia de Pedro, un niño de nueve años que sólo veía a su padre una vez cada dos o tres meses. Wollerstein y Kelly (sobreviviendo a la ruptura matrimonial: C ómo realmente enfrentan los niños al divorcio?) describen mis observaciones. Le pregunté a Pedro cuando había visto por última vez a su padre. el niño me miró desconcentrado, su pensamiento se tornó confuso y comenzó a titubear. Justo en ese instante un carro de policía que pasaba cerca, comenzó a tocar su sirena. El niño se quedó quieto y con su mirada perdida. Como esto duraba ya algunos minutos, suavemente le sugerir que el carro de policía le habían recordado a su padre, un oficial de policía. Pedro comenzó a llorar y a sollozar interrumpidamente durante 35 minutos. DE LOS DIEZ A LOS DOCE AÑOS La autoinculpación no es tan común en los jóvenes entre los diez y los doce, aunque en algunos casos, además del impacto de la separación de uno de sus padres, el niño puede sufrir el estigma de pensar que él es culpable de algún modo. El sentimiento más común, sin embargo, es el de ira hacía el padre que él siente es responsable de la ruptura matrimonial. de nuevo, esto se expresa a menudo en malas calificaciones y comportamiento brusco en el salón de clase. Algunos psicólogos infantiles interpretan esto como un intento por parte de los niños de lograr que sus padres vuelvan a unirse. Al llamar la atención de ambos padres, ellos esperan reunir a su disuelta familia. Es un modo de decir:"Miren todos los problemas que estoy causando debido a que ustedes están divorciados. Si se vuelven a unir, yo cambio mi comportamiento." DE LOS TRECE A LOS DIECINUEVE AÑOS Los problemas que se originan en el divorcio enfrentado por los jóvenes en estas edades, pueden mezclarse con los cambios físicos y químicos (asociados con la pubertad) que se presentan en sus cuerpos, cobre todo si el divorcio se presenta cuando el joven tiene de trece a quince años. Estos son años difíciles, incluso para aquellos que no tienen que enfrentar el trauma de la separación de sus padres. Los adolescentes son a menudo impredecibles en su comportamiento e irácibles y desafiantes en la relación con sus padres. En un determinado momento el mismo adolescente puede ser un hombre o mujer maduros y en el siguiente instante convertirse en un chico o chica frívolos. En resumen, si agregamos el trauma y el impacto del divorcio a las dificultades de la adolescencia, tendremos en nuestras manos un verdadero problema. La madre de una niña adolescente relató que después de la separación su hija pareció cambiar de repente de ser una niña dócil y satisfecha, en una niña traviesa y turbulenta. "Algunas noches se quedaba fuera de casa", Relataba la madre, "yo pensaba que si me ponía ruda, ella se iría del hogar. Pero después de una terrible discusión, en realidad yo hablé con autoridad, y este pareció ser suficiente para calmarla un poco." -Mel Krantzer Los expertos coinciden en que muy rara vez los adolescentes se sienten culpabes con relación al divorcio de sus padres. Ellos tienen la edad suficiente para comprender que la ruptura fue el resultado de los problemas personales entre sus padres, y que es un asunto sobre el cual ellos no tienen control. Este tipo de comprensión no los libra, sin embargo de experimentar ira hacia sus padres, o de echarle la culpa alguno de sus padres. Un problema mayor, sin embargo, es que los adolescentes, por su edad, tienden a ser más callejeros que los niños pequeños, y tienden a desfogar su ira de modos que pueden tener más serias repercusiones. Algunos estudios han establecidos, por ejemplo, que los niños de padres divorciados, estadísticamente son más propensos a la delincuencia juvenil que aquellos jóvenes que pertenecen a hogares donde no se presenta el divorcio. Los estadísticas indican que aproximadamente el 75% de nuestros delincuentes juveniles y más del 50% de los presos de nuestras instituciones penitenciarios provienen de hogares rotos. EDMUND G. BROWN Ex-gobernador de California OTRO EFECTO DEL DIVORCIO Y sin duda el más trágico es la inclinación hacía el suicidio. La desdicha y la frustración experimentada por algunos adolescentes es tan grande que ellos concluyen que la vida no merece ser vivida por más tiempo. El año pasado (1979) bruscamente 5.000 jóvenes menores de 18 años decidieron suicidarse. Pamela Cantor, profesora de la Universidad de Boston plantea que el divorcio y la ruptura familiar es el factor que más contribuye al suicidio de la adolescentes. Para un adolescente es más perjudicial perder a uno de sus padres como consecuencia del divorcio que perderlo como consecuencia de su mente -dice la Doctora Cantor. Un estudio realizando en el Hospital Bellewe del estudio de Nueva York corrobora la opinión de ella. De 102 adolescentes que fueron tratados en el hospital después de intento de suicidio, sólo un tercio de ellos provenía de hogares separados. La revista Newsweek del 28 de Agosto de 1978, describe en intentos de suicidio de Carolyn (15 años) después del divorcio de sus padres. Carólyn tenía doce años cuando sus padres se divorciaron, y de repente ella comenzó a sentir que su madre no la amaba. Ella consumió una sobredosis de píldoras en diferentes ocasiones, una de ellas tan severa que tuvo que ser hospitalizada durante seis meses. Ella amenazó con saltar desde algún puente, y en realidad en una oportunidad tuvo que ser convencida para que se bajara de uno. Ella bebía una botella de Vodka en diez minutos y luego caminaba entre los carros por las grandes avenidas. Su madre con quien se llevaba bien antes del divorcio -finalmente la echó de la casa. Ahora que tiene 15 años, ella posee su propio apartamento y asiste a donde un psiquiatra. "Ha sido un verdadero rompimiento en la relación madre-hija", dice el Doctor. "Pienso que existe una alta probabilidad de que ella trate de intentar suicidarse otra vez." Los adolescentes a menudo también son presionadas declararse a favor de uno de los padres. Hillary Brodley, una joven de Chicago de 14 años, cuyos padres se habían divorciado desde hace 18 años, descubrió su dilema. Mamá no desea yo quiera a papá y viceversa. Ella me cuenta historias terribles y él me cuenta otras. Yo siempre estoy en el medio - dice. Otro problema que enfrentan los jóvenes de esta edad es que algunas veces los padres tienden a utilízalos para que lleven mensajes hostiles a su ex-pareja. Una madre que tiene la custodia de los hijos, por ejemplo, cuando los envía a un fin de semana con su padre, puede decirles: "Dígale a él que si vuelve a enviarme tarde, mi cheque de manutención, será la última vez que los ve a ustedes Kelly y Wallerstein (sobreviviendo a la ruptura:Cómo realmente enfrentan los niños el divorcio?) afirmaron que los niños no solo se resentían de llevar mensajes hostiles de un padre a otro, sino que en realidad experimentaban perjuicios emocionales o daños como resultados de ellos. Larry de 13 años, mi padre tiene que entender que cuando él le lanza dardos a mi madre, ellos primero atraviesan nuestros cuerpos antes de alcanzarla a ella -advirtió Larry, un niño de 13 años que ellas estaban tratando. Algunos de los problemas que enfrentan los niños de padres divorciados, trascienden todas las barreras de edad y sexo. En muchos casos, cambian por completo los patrones de su existencia. Si viven con su madre y ella se ve forzada a trabajar para sostener la familia, esto puede significar para los niños cambios en los horarios de las comidas y en el momento de irse a dormir. Esto puede significar también llegar al hogar desde la escuela y encontrar una casa vacía y solitaria. No sólo está ausente el padre del hogar, sino que debido a su trabajo la madre tampoco está allí como antes. De cierta manera esto significa que el niño ha perdido la compañía no de uno de los padres, sino de ambos. El divorcio también puede ocasionar la pérdida de los amigos y vecinos, puesto que la ruptura familiar usualmente ocasiona un bajonazo en los estándar de existencia. Incluso si uno de los padres paga el sostenimiento y los alimentos del niño, rara vez puede el padre que lo custodia mantener el nivel de gastos de la familia anterior al divorcio. Por eso, si la familia anterior al divorcio. Por eso, si la familia se ve forzada a cambiar de residencia, el trauma de la pérdida de uno de los padres, se combina no sólo con la pérdida de los amigos, sino también con la incertidumbre de verse introducido en un nuevo ambiente residencial y educativo. Otro denominador común entre los niños de padres divorciados, es la esperanza a menudo mantenida durante años después de que ha tenido lugar el divorcio -de que un día los padres volverán a juntarse. Virginia, una niña de 13 años, cuyos padres han estado separados pero no divorciados durante cuatro años, creía firmemente que ellos no obtendrían un divorcio legalmente válido. Una vez que se firmen los documentos, yo no tendría ninguna oportunidad, ahora yo tengo esperanzas -declaró ella. A pesar del hecho de que casi todos los niños de padres separados desean vivir en una familia con los padres, generalmente se sienten ofendidas si alguno de los padres inicia una nueva relación con miembros del sexo opuesto.