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Escuela de Postgrados
Especialización en Estudios Políticos
Estado de conflicto
Colombia contemporánea
Presentado por:
José Luis Martínez Taboada
Luego de una sanción que redujo los gastos militares durante el mandato
liberal de José María Obando, un golpe de Estado le daría el poder al general
Melo en 1854, año en el que Tomás Cipriano de Mosquera y José Hilario López lo
recuperarían por la vía militar. Hubo dos periodos conservadores en los que el
1
Ver: Benjamin, W., Illuminations, New York, Schoken Books, 1977.
2
Ver: Mellado Prado, Pilar. El sistema político de Francia, p.97
3
Ver: Sánchez González, Santiago., El sistema político Norteamericano, p. 62
4
Ver: Ídem, p. 75
5
Ver: Restrepo, Ignacio., Reformas y Radicalismo, p. 41
federalismo dividió al país en ocho Estados en los que germinaba la revolución
contra el centralismo; Tomas Cipriano de Mosquera, gobernador liberal del
Cauca, decretó su separación de la confederación (1860), apoyado por los
departamentos de Santander y Bolívar, se proclamó como “Supremo director de
la guerra” que lo llevó al poder en 1861 en el gobierno de Bogotá, desde el cual
se permitió nombrar a obispos y sacerdotes, acentuando el cisma entre la Iglesia
y el Estado. Los Estados Unidos de Colombia6, confederación nacida de la
constitución de 1863, descentralizada incluso en cuanto a lo bélico, debilitó al
ejecutivo que, en la “Regeneración” (1878-1898), se fortaleció con ideas
nacionalistas y centralistas expuestas en la constitución de 1886 7, como la
creación del Ejército Nacional que no fue garante de paz.
Estado de conflicto
Colombia contemporánea
12
Ver: Kalmanovitz, Salomón., Economía y Nación una breve historia de Colombia, TM
Editores, Bogotá, 1997, pág. 170.
mundo que con una población de sesenta mil habitantes no ve ni oye jamás la
rueda, trono de la industria” (Samper, 1977, p.97). Vale decir que los últimos
años del S. XIX, trajeron la urbanización a la periferia, muchas veces antes que
llegara a la capital, como lo fue por ejemplo: “El adelanto de Barranquilla desde
fines del siglo pasado –desde la llegada del ferrocarril: 1871 y la construcción del
muelle de Puerto Colombia: 1893- estuvo ligada a la presencia de inmigrantes
extranjeros: judíos, italianos, sirios Líbano-palestinos y algunos anglosajones
como el gringo Karl Calvin Parrish, el fundador del barrio y el hotel prado en la
misma Barranquilla para 1920.” (Uribe, 1992, p.15).
13
Ver: Revel, Jean-François., Cómo terminan las democracias, Editorial Planeta, 1983,
Bogotá, pág. 13.
14
Ver: Bustamante Dario, Efectos económicos del papel moneda durante la
Regeneración, Cuadernos colomianos, numero 4, Bogotá, 1974, p. 592
15
Ver: Bushnell David, Colombia una nación a pesar de sí misma, Ed. Planeta, Bogota,
2007, p. 246
con la oposición y defensor acérrimo de la injerencia de la Iglesia en la vida
civil.16
16
Ídem, p. 228
17
Ver: Cepeda & Rojas, A las puertas de El Uberrimo, Ed. Random House Mondadori,
Bogota, 2008, p. 25
manifiestan la inconformidad popular ante el autoritarismo ejercido desde el
ejecutivo para someter al Estado colombiano por medio de la violencia, entre
otros métodos, que logran convencer a la gente ignorante y subdesarrollada, en
muchos casos, de autorizar y aprobar el abuso de los gobernantes, llegando
hasta el punto de alabar las gestiones dictatoriales y unilaterales, claramente
antidemocráticas, que han forjado nuestra Colombia tal como la conocemos hoy
en día.18 Podrían mencionarse algunas figuras políticas de la primera mitad del
S.XX como, Miguel Antonio Caro, José Manuel Marroquín, Antonio José Restrepo,
Guillermo Valencia, u Olaya Herrera, bastiones de la oratoria que ha logrado
convencer a tantos colombianos incautos de dar su voto a un líder
aparentemente ejemplar. “La clase dirigente colombiana ha sabido manejar con
destreza política el fantasma de la “alta cultura” en un contexto de ignorancia y
atraso circundante para lograr objetivos políticos de dominación.” (Uribe, 1992,
p. 201). Evidentemente, a pesar de que durante este período se conservaron
algunas concesiones a la Iglesia rescatadas por la Constitución de 1886, la atroz
violencia política no ha dejado cuentas exactas de los cientos de miles de
víctimas asesinadas en catástrofes como la masacre de las bananeras (1928)
encabezada por la United Fruit Company con la complicidad del ejército de
Colombia, o el absurdo derramamiento de sangre en Santander durante el
gobierno de Olaya o la política “chulavita” conservadora.19
18
Ver: Bushnell David, Colombia una nación a pesar de sí misma, Ed. Planeta, Bogotá,
2007, Cap. 7
19
Ver: Behar, Olga. Las guerras de la paz. Editorial Planeta, Bogotá, 1985. Pág. 7 y 11.
20
Ver: Bushnell David, Colombia una nación a pesar de sí misma, Ed. Planeta, Bogotá,
2007, p. 265
89). De este modo, los problemas de orden público y político demostraron las
carentes políticas de Estado, que permitieron el violento proceso de
“democratización” en Colombia.
Por si fuera poco, reinaría de nuevo un militar, otro general, Gustavo Rojas
Pinilla (1953 – 1957) continuó con la apertura económica llevando como lema
“libertad económica, progreso y libertad”, autorizó la libre importación de
alimentos y el alza de impuestos al gremio cafetero por la bonanza cafetera que
garantizó la inversión del capital extranjero, medidas que le generaron por una
parte el choque con el gremio de agricultores y por otra, con el gremio cafetero.
A pesar de que las exportaciones habían causado una crisis que llevó a la
recesión del 56, Rojas amplio el gasto militar. Finalmente el golpe de Estado
logrado en el 57, entrega el poder al bipartidismo en el 58.24
23
Ver: Kalmanovitz Salomón, Economía y nación una breve historia de Colombia, TM
Editores, Bogotá 1997. P. 405
24
Ver: Bushnell David, Colombia una nación a pesar de sí misma, Ed. Planeta, Bogotá,
2007, p.305.
nombres de los protagonistas criminales como “Veintiuno”, “Sangrenegra” o José
Joaquín Matallana general del ejército nacional.
Los años ochenta trajeron boga para las FARC pues se dedicaron a
secuestrar y asesinar impunemente arraigando su imagen de terror en la
memoria del pueblo28 y evidenciando la ineficacia del ejército para
contrarrestarles. En una década de estancamiento económico, con una deuda
externa superior a los 300 millones de sobrevaluados dólares, 29 pagados con
intereses excesivos (la cifra es variable anualmente), sobrevino la recesión del
84, sumándose al debilitamiento industrial y a las políticas salariales limitantes
de López y Turbay, además del autoritarismo ejercido por las fuerzas militares
contra los civiles, quienes eran detenidos sin orden judicial.30 Los paros
nacionales persistían, así como las huelgas estudiantiles, la violencia y el
narcotráfico. A pesar de los intentos de diálogo con las FARC del presidente
Betancourt (1982-1986), las figuras de “Tirofijo” y “Jojoy” fueron consolidándose
como líderes de una fuerza militar opositora en todo el territorio nacional.
33
Ver: Bushnell, David, Colombia una nación a pesar de sí misma. Editorial Planeta,
Bogotá, 2007, p. 438.
34
Ídem, cap. 12.
35
Ídem, p. 391.
36
Ídem, p. 405.
37
Este Coronel fue acusado en varias ocasiones de vínculos con los paramilitares. (Ver:
Cepeda & Rojas, A puertas del Ubérrimo”, Editorial Random House Mondadori, Bogotá,
2008, p.99).
reincorporar básicamente, en la vida civil a los grupos paramilitares, dándoles la
potestad de “…nombrar directamente, por una sola vez, un número plural de
congresistas, diputados y concejales en representación de los mencionados
grupos en proceso de paz y desmovilizados. El número será establecido por el
gobierno, según la valoración que haga de las circunstancias del avance del
proceso…” (Cepeda- Rojas, 2008, p. 101). En esto constaba en general el punto
número seis de aquella propuesta que terminaría convirtiéndose en la ley 796
del 2003.38 El proceso de desmovilización desarrollado durante éste gobierno, es
preocupantemente peligroso. “A otros más les preocupaban toda la historia de
ultrajes cometidos por los paras y la posibilidad de que con una desmovilización
a medias no habría ni castigo real por sus crímenes ni reparación para las
víctimas.” (Bushnell, 2007, p. 435) sin embargo los pactos entre el gobierno y los
paramilitares, continuarían.
38
Ley 796 de 2003. Corte Constitucional, sentencia C- 551, M. P.: Eduardo Montealegre
Lynnet, 09 de julio de 2003.
39
Ver: Cepeda Iván y Rojas Jorge, A las puertas de El Ubérrimo, Editorial Random House
Mondadori, Bogotá, 2008, p. 87
la zona, es un asunto que nosotros hemos manejado con el mayor cuidado para
evitar un escándalo público que nos haga daño.” (Cepeda- Rojas, 2008, P. 105).
La imagen pública del gobierno es lo que le preocupa al comisionado que pueda
sufrir daño, más no el pueblo.
40
Ídem, p. 43
41
Ver: Peña Esclusa Alejandro, El foro de Sao Paulo contra Álvaro Uribe, Ed. Random
House Mondadori, Bogotá 2008, p. 13
42
Ecuador, Venezuela y Nicaragua, rompieron relaciones con Colombia en protesta por
esta operación militar. Ídem, p. 14
43
Ibíd.
44
Las relaciones internacionales ya se habían deteriorado con el apoyo de Uribe a la
invasión Norte Americana en Irak, hecho que disgusto especialmente a Hugo Chávez.
directamente a la población civil, durante una administración que se ha visto
envuelta en los escándalos del narco-paramilitarismo, debido a la extradición de
los jefes paramilitares que les libró de ser acusados de cometer crímenes de lesa
humanidad45.
50
Ver: Cepeda & Rojas, A las puertas de El Ubérrimo, Ed. Random House Mondadori,
Bogota 2008, p. 107
conquistadores. La América española debe su retrasada evolución a las
estructuras socio-económicas capitalistas. Para el S.XX “América Latina se había
convertido en un mundo subdesarrollado, sobretodo en relación a Europa
occidental y a la América anglosajona, que se habían transformado tan
rápidamente.” (Losada & Casas, 2008, p. 35). Colombia, subdesarrollada aún
ante otros países Latinoamericanos como Argentina o Uruguay, se acomodaría
más plenamente a la siguiente afirmación: “El régimen político Latinoamericano
ha llegado a ser en el extranjero, e incluso en la América Latina, sinónimo de
régimen arbitrario, incoherente y frágil. Para la ciencia política constituye casi un
artículo de fe que la América Latina no puede ofrecer en éste terreno nada más
que el ejemplo de fracasos repetidos de manera tan incesante que induce a
concluir que los pueblos Latinoamericanos son por naturaleza incapaces de
gobernarse.”(Losada & Casas, 2008, p. 47).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS