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Impúdica Asunción
Gran parte del año con sol abrasador y un clima tórrido que pasa del bochorno más
inhóspito en el pavimento urbano a la cruda jornada de la estación invernal, que
dura apenas una quincena, la indolente y húmeda Asunción es la antesala del
Trópico de Capricornio. Entre sus encapotadas amenazas de chubascos de 1' de
duración y sus bruscos meteoros de selva tropical, en la denominada «Madre de
Ciudades» coexisten alegremente estampas preurbanas y rurales poco alteradas
desde tiempos de la Colonia. Y en medio de su poco diversificado paisaje urbano,
aún hoy mantiene la nada incómoda reputación popular de ser un próspero
escenario tanto para experimentar con la sexualidad propia como para el ejercicio
de la prostitucióni.
El oficio más viejo del mundo ha encontrado en Paraguay —concretamente en la
capital y sus alrededores (5 poblaciones autónomas que conforman el llamado Gran
Asunción: las comunas de Lambaré, Villa Elisa, Fernando de la Mora, Luque y
Mariano Roque Alonsoii)— un mercado jugoso y prometedor, aunque peligroso. En
particular, para las y los jóvenes que no están precisamente en busca de emociones
fuertes... sino de oportunidades negadas de trabajo. Y que son parte de la oferta de
sexo en la ciudad. Pretendo que este estudio aspire –si no a esclarecerlo– al menos
a exponer el fenómeno.
Como bien expuso, incisivo, el pensador inglés Bertrand Russell (1872-1970): «la
Humanidad posee dos morales. Una, que predica pero no practica y otra, que
practica pero no predica.» El adagio podría aplicarse sin ningún reparo al pueblo
paraguayo contemporáneo, y por extensión a los de toda la región latinoamericana.
Si bien con el tiempo las cosas se han ido transformado no se han alterado
ciertamente del todo por aquí ni más allá del río Bravo ni del Cabo de Hornos.
Especialmente en dos elementos: la práctica de la sexualidad y el ejercicio de la
prostitución.
Apuntemos en este sentido que hay una sexualidad que algunos individuos usan
o practican frecuentemente con fines recreativos. Principalmente, debido a la
viabilidad de los contactos que buscan o a la accesibilidad a los espacios en que se
ofrece o práctica. También, y a no dudarlo, por sus costos bajos dentro de un
mercado [sexual] que viene aumentando considerablemente en nuestra sociedad.
Ese uso o práctica se origina durante una búsqueda en la que gran número de
individuos –tanto los que demandan servicios sexuales como los que [se] ofertan–
no logran percibirse sumergidos «en un estado interno desenfrenado, ansioso y
desolado, en extremo extraviado o carente», según observan con autoridad
especialistas, psiquiatras y psicólogos sociales. Hablan asimismo, apropiadamente,
de una ostensible adicción al sexo.
Naturalmente podríamos preguntarnos por qué. La crisis de los perversos
modelos sociales emergentes de la moderna economía capitalista global y los
ajustes del FMI para los que menos tienen, el desempleo y la subocupación, el
desarraigo de las comunidades preurbanas y rurales, la falta de perspectivas
mediatas de realización educativa y económica para los jóvenes y hasta el hastío
de fin de siglo, podrían considerarse entre sus causas, nunca concluyentes. En
materia económica, según informes recientes, Paraguay figura entre los países con
peor distribución de la riqueza: el 20% más rico concentra el 62,4% de los ingresos
y el 10% más pobre apenas alcanza al 0,7%.
Entiendo que la práctica del sexo es para el animal humano escape, válvula,
derrame, fuga, desborde, evacuación, catarsis... A principios del siglo pasado lo
advertía a legos, moralistas y necios un eximio neurólogo, médico psiquiatra e
investigador austriaco –que hoy podríamos tildar casi de “psicosocial” para su
época– de la talla del excepcional Sigmund Freud (1856-1939), y cuyos hallazgos en
el campo de la sexualidad humana fueron luego continuados por otros no menos
lúcidos. Aunque, en la esfera de la voluptuosidad o en el mundo de las aphrodisiaxi o
de la cosa sexual no faltaban ni preocupaciones ni polémicas ya en las reflexiones
del pensamiento Antigüo helénico.
II - LA FAUNA SEXUAL
Observamos que éstas son las soluciones rápidas que originan un alto índice de
desempleo en el país, acelerado aumento de la pobreza y una crisis recesiva
profunda entre el pueblo llano. A la hora de establecer relacionamiento los
individuos, sin embargo, manifiestan cierta in-formación más o menos
experimentada en lo referente a contactos sexuales en la calle. Y con las oportunas
reservas del caso, un sexo fácil y rápido en la calle suele normalmente costar más
caro de lo que se piensa.
El ingreso hoy de nuevos actores y actrices –convengamos que peligrosos– a la
escena de la sexualidad paraguaya ha transferido nuevas conductas al ambiente-
mercado de la oferta y demanda sexual, por usar vocablos economicistas. Pone
al descubierto asimismo un diversificado consumismo en esa demanda y lo
enuncia: determinada oferta sexual está dada por cierta demanda sexual.
No hace falta decir que esto es también nuevo. Particularmente en los últimos
veinte años, muchos paraguayos y paraguayas han descubierto –y expresado– lo
diferente de sus sexualidades con espontaneidad en ocasiones y no ausente de
inhibiciones comprensibles. Este fenómeno es producto y natural secuela del fin de
décadas de represión social que hoy se revelan –se ‘destapan’– asumiendo una
actitud nueva frente la vida privada, a lo sexual, ético y moral de uno. Es un rasgo
plausible en estos tiempos de amor vía Internet y exigencias de tarjetas de crédito
para ver contenidos condicionados en la web o autos caros para ligarxii esta noche...
El Paraguay tiene entonces bien granjeada su alegre reputación de país putañero
y libidinoso. Varios podrían especular –y atestiguarlo enseguida con un nuevo
desborde– que en materia sexual La tierra sin mal nada tiene que envidiar a sus
vecinos comerciales y culturales limítrofes. ¿Es que se ha recuperado el tiempo
perdido? ¿O que esto de la cosa sexual siempre fue así, aquí?
Gobernantes liberales y conservadores en este sentido declaran –lo prueban
incluso con un nuevo desborde– que como en la actualidad nunca antes ni tanto.
Pero muchos políticos son impostores. Hablan fingiendo representar un sentimiento
que no suele coincidir con la experiencia del pueblo –sí, aún pobre–, ni le conoce.
Como no están entre el pueblo hambreado, lo único que quieren gobernar
los gobernantes es el hambre de sus bolsillos. Según las épocas –
electoralistas o no, da igual– rápido exhiben cifras de indistinta reducción o
aumento de accidentes en la vía pública por el aumento de policías y militares en
las calles; o por la restricción, más o menos dura, del consumo de drogas
blanqueadas –como el alcohol y los cigarrillos– en tiempos cuando las papas
queman y los negocios escasean. Del pueblo llano que trabaja —¿prostituyéndose?
— en las calles no posee un sólo dato in situ aunque lo emplea –lo usa– siempre.
RUBRO INVISIBLE DE ACTIVIDAD
Por ello, las trabajadoras y trabajadores sexuales –entre los que me incluyo– son
[somos] los trabajadores marginales más invisibles que se conoce. En Sudamérica
no están [estamos] incluidos en ninguna estadística sanitaria diferenciada ni
aspiran [aspiramos] a alguna clase de sindicalización, porque de hecho son [somos]
percibidos como degenerados y degeneradas ante la sociedad conservadora y sus
leyes moralizadoras. Pese a la falta de datos oficiales, sin embargo, hoy sabemos
algo más sobre el ambiente de la prostitución y del sexo pago o rentado. El
siguiente análisis aspira a esclarecer algo sobre ésta su condición anómica, sin
reglas.
Cifras sobre trabajadores sexuales jóvenes y adolescentes en las calles de
Asunción nunca pueden contarse como definitivas. Pero se incrementan
notablemente por la crisis que mueve a buscar oportunidades rápidas de
rentabilidad entre mujeresxiii y varones.
Resultaría útil explorar ahora ciertas observaciones y datos que podrían desvelar
el altamente sugestivo panorama de las prácticas sexuales nativas.
Propondremos una línea sutil de análisis y aproximación al fenómeno de la
prostitución y las formas de ejercicio de la sexualidad en Asunción, Paraguay.
Sostenemos también que el contexto presentado a continuación no es tan
desemejante en toda la región sur del continente. Aunque con variaciones
incompatibles en algunos casos, querámoslo o no, compartimos prácticas sexuales
–ligeramente tipificadas de modo más o menos similar entre las masas– con
nuestros vecinos más o menos pobres de la región. Pretendemos asimismo que
nuestras siguientes generalizaciones puedan ser enriquecidas por sondeos
ulteriores que en este sentido se propongan.
Finalmente, aspiramos a que sirva para dividir las aguas entre verdad, prejuicio y
ficciones de realidadxiv en la exploración del rico panorama del sexo libre, pago,
rentado, independiente y cuentapropista en la apreciada Asunción.
CONCLUSIÓN:
LOS RIESGOS DEL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL SIDA (SIEMPRE SE CORREN)
Decíamos antes que, a veces quien busca una hora acompañado en la cama,
puede encontrar finalmente un problema. Los ambientes sexuales suelen ser
positivamente peligrosos. POR EJEMPLO, LAS PROSTITUTAS EN ASUNCIÓN –especialmente las de
clase baja o las que trabajan en la calle y sitios clandestinos marginales– tienen una
bien ganada reputación de ladronas: endulzan a clientes con besos y alcohol hasta
hacerles perder el control consciente de sus actos y así caen dormidos... entonces
pierden billeteras o hasta su ropa y zapatos. Y esto es lo de menos: buena parte de
los clientes ni siquiera logra follar, y si además se ha terciado en un enfrentamiento
con cafishios y contrarios, puede que se lleven un buen par de tajos por cuchillada o
se tenga que salir rumbo a Emergencias Médicas con alguna maldita bala encima.
ALGO MUY SIMILAR OCURRE CON EL AMBIENTE DE LOS TRAVESTIS: en los últimos años, desde su
aparición en la escena pública de la democracia, los travestis se han granjeado una
nada insignificante fama de peleadores, buscapleitos y ladrones: frecuentemente
actúan con sus clientes tal como lo hacen las prostitutas (o peor). Algunos atribuyen
comprensiblemente este comportamiento agresivo a que han sido y son presa fácil
de la intolerancia de la gente. Y, por otra parte, muchas asociaciones de defensa de
los derechos homosexuales con militancia activa hoy en Paraguay reclaman una
justificada penalización a los crímenes por intolerancia y discriminación.
EN LO QUE TOCA A LOS TAXI-BOYS, las reservas podrían ser las mismas: aquí, los actores
suelen ser más experimentados, fuertes y agresivos. Se trata pues de extremar
cuidados en moteles y tanto más en los hogares: el robo, la violencia... siempre son
una posibilidad desesperada. Es aconsejable el sexo en apart-hoteles por horas y, al
igual que con prostitutas y travestis, contactar con los hombres en sitios privados y
bares reconocidos del ambiente, en los cuales sus propietarios puedan asegurar
garantías o proveer datos confiables sobre ellos. No hace falta reiterar que los
contactos en la calle siguen siendo desaconsejables.
En fin, la calle es una jungla. El sexo que más se disfruta sigue siendo el más
seguro, sea del tipo preferido de contacto tanto para unos como para otras. Pero
entre todos y en cada uno de los ambientes sexuales, un siniestro fantasma recorre
el mundo: el Sida. Pero el Planeta, la Humanidad, aún no ha logrado desprenderse
de otros embates igualmente nocivos como las enfermedades virósicas transmitidas
sexualmente, léase: la sífilis, la gonorrea y el herpes. Los especialistas médico-
clínicos de la sexualidad (y hasta los propios actores RESPONSABLES del sexo) acotan
recomendaciones inagotables ante un siglo que despierta: usar condones y
preservativos, mantener un sexo seguro y no promiscuo; no intercambiar fluidos
corporales o semen en las relaciones y contactos, no compartir jeringas si se usan
drogas inyectables por vía sanguínea. O no buscar problemas si no quiere uno
encontrarlos dentro de la variada materia sexual humana. No recuerdo
exactamente si fue el actor Al Pacino el que lo expresó, en un filme policial más o
menos reciente, pero la frase puede servirle hoy a cualquiera si está pensando salir
a la calle: “Hagas lo que hagas, siempre debiste saber que no tenías porqué llevarte
los problemas a casa”. Olvidando los academicismos, vulgarmente hablando,
© Walter H. Casco Oliveira Salles –
abril, 2000/2001
iNotas
Genéricamente solemos llamar prostitución a toda actividad no formal, encubierta,
enmascarada o también claramente notoria, por la cual se ofrece satisfacción sexual, de
cualquier preferencia, a quien eventualmente lo demande, sea éste de uno u otro sexo y a
cambio de dinero o favores materiales. Habitualmente suele ser rentada por hora y consiste en
prostitución callejera, reservada a sitios o locales determinados o controlada en bares, algunos
cómodamente clandestinos. Los sitios en los que se ejerce la prostitución [libre] en Paraguay
son muy variados. Comúnmente, en las áreas preurbanas del país o el campo y también en la
ciudad consisten apenas en una señal de luz roja al frente de una fachada de vivienda
corriente sobre la vía pública o junto a la carretera, en su interior un salón con pulpería y varias
mujeres maduras y jóvenes; más adentro, en un sector algo más íntimo, una habitación con
cama y lavabo –cuando lo hay–, separados por un pulcro cortinado del resto de la clientela que
aguarda su turno o se emborracha.
ii No hace falta decir que día a día se populariza más en los otros 14 distritos que constituyen
el XI Departamento de Central (Areguá, Capiatá, Guarambaré, Itá, Itauguá, Limpio, Nueva
Italia, Ñemby, San Antonio, San Lorenzo, Villeta, Ypacarai, Ypané y J. Augusto Saldívar).
iii Sector informal es el conjunto de trabajadores cuentapropistas, trabajadores familiares no
remunerados, patrones o empleadores, empleados y obreros en empresas o unidades
productivas de tamaño de 5 o menos personas. Los trabajadores ocupados en el sector
informal de los mercados laborales urbanos paraguayos supera el medio millón de personas
(548.170). 25 de cada 100 personas pertenecientes al sector se encuentran subocupadas
(10.9% son subocupados visibles; 14.8%, invisibles). Según la DGEEC, subocupados invisibles
son las personas ocupadas que trabajan un total de 30 horas por semana en una ocupación
principal y en sus otras ocupaciones (si las tienen); su ingreso mensual es inferior a un mínimo
legal establecido por Ley, llamado “sueldo mínimo”. Por su parte, el término subocupado
visible se refiere a las personas ocupadas que trabajan menos de un total de 30 horas por
semana en alguna ocupación principal. Fuente: Dirección General de Estadística, Encuestas y
Censos (DGEEC), Censo Nacional de Población y Vivienda, Paraguay, 2003.
iv Según datos de 1998-99 del Fondo de Naciones Unidas Para la Infancia (UNICEF) También
datos del último censo 2002.
v Fuente: Paraguay Urbano-Resultados Preliminares Censo 2002. DGEEC, Paraguay
vi El 55.8% de la población ocupada del país (2.413.644 habitantes) tiene nivel de instrucción
Primaria, el 28.7%, Secundaria y un 11% posee formación Terciaria. El resto de los ocupados
no tiene instrucción. En Paraguay, 8 de cada 10 personas de 10 a 35 años de edad asisten a
instituciones públicas, mientras que el resto lo hace en establecimientos privados. La población
de 20 a 24 años que reside en áreas urbanas tiene en promedio 10 años de educación,
mientras el grupo de 35 años o más presenta en promedio 7 años. Fuente: Dirección General
de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC), Censo Nacional de Población y Vivienda,
Paraguay, 2003.
vii Según un reciente cable de la agencia AFP (abril, 2004), Paraguay «muestra una fuerte
desafección por la democracia, con 60% de los encuestados que dice apoyar el autoritarismo,
según una encuesta realizada por Latinobarómetro. Ésta indica que los regímenes autoritarios
no tienen apoyo, excepto en Paraguay, país que junto con Rusia y Taiwán integra la categoría
de los países más autoritarios, según el Barómetro Global (67 países)». Fuente: diarios Noticias
y La Nación, Paraguay.
viii Stroessner ejerció el gobierno de la República, junto a distintos sicarios militares y civiles,
desde el año 1954 hasta la llegada de la democracia en 1989. La prostitución era por entonces
perennemente tolerada.
ix Una simpática expresión en lengua guaraní —vy'a = alegría, felicidad— derivada de la
particular disposición del hombre paraguayo a la tranquilidad de su reposada –y disipada–
existencia en un país de naturaleza feraz con +40º C.
x Los diversos nombres de estos sitios varían según la región. Citamos aquí sólo los más
usuales.
xi Véase, entre otros, la obra del francés Michel Foucalt, Historia de la Sexualidad II - El uso de
los placeres, PAIDÓS, Buenos Aires, 1979.
xii El término es mejor empleado por los españoles pero en América Latina, especialmente
Argentina y Paraguay, le hemos encontrado otros equivalentes...
xiii Una investigación de UNICEF da cuenta que de 210 mujeres “trabajadoras del sexo”
encuestadas en Asunción, 136 son menores de edad. Es decir, que el 65% de la muestra son
niñas explotadas sexualmente, siendo el 38% de ellas menores de 16 años y procedentes del
interior del país. Datos de 1999.
xiv Siguiendo parte de la investigación inconclusa de la periodista brasileña Márcia Pinheiro Da
Silva fechada en 1993 para la Prensa de Manaos, Brasil: Prostitutas para hombres: Estrategias
para quebrar la dominación machista en los ‘80. La obra fue abruptamente suspendida con el
reciente encarcelamiento de la comunicadora.
xv15 Podríamos remontarnos aún más allá: desde la Conquista Española en América...
xvi La transmisión de enfermedades sexuales, ETS, o los peligros que puede correr la
integridad física propia en un ámbito efectivamente inseguro como la vía pública, se cuentan
entre ellos.
xvii Y desgraciadamente, cobrando auge en Sudamérica por ósmosis virósica del Primer y Viejo
Mundo, últimamente el sexo pederasta con niños, niñas y adolescentes. Condenado
enérgicamente por los gobiernos y la sociedad: ilegal, es punible, criminal, ofensivo y violatorio
de los Derechos Humanos, particularmente los Derechos de la Infancia.
xviii18 Según informes de Policía Nacional, los edictos de la fuerza durante la época stronista,
eran casi “palabra de Dios”.
xix Todas las zonas aquí auscultadas corresponden a un registro del año 2000, y que el autor
no tuvo valor de actualizar ni voluntad para continuar en años posteriores.
xx19 Reservadamente, las fuerzas policiales -normalmente, con mayor contacto en estas
circunstancias- refieren que, al menos, 6 de cada 10 personas que usan servicios sexuales con
prostitutas y/o desconocidos/as en la vía pública sufren alguna clase de desmán pre o
posteriormente al acto o relacionamiento sexual. Confr.
xxi20 En dólares, al cambio de abril de 2001, unos 10 dólares aproximadamente.