Sei sulla pagina 1di 2

c 

    

El desgobierno de lo público busca hacer un análisis al sistema de instituciones

que existe en España para conocer si se encuentra en un autentico sistema

democrático o se ha desviado a un desgobierno. El autor hace la diferencia entre

mal gobierno que es el establecimiento de políticas públicas erróneas y el

desgobierno que supone una condición distinta puesto que se realiza con la

intención y no la ignorancia o incapacidad que provocan el mal gobierno

Hay técnicas de manipulación gracias a las cuales se logra mantener un

desgobierno bajo la cobertura de un sistema formalmente democrático. La clase

política moderna acepta una manipulación electoral que en otros tiempos pudo

llevar a un fracaso, porque actualmente se puede conocer que con unas

elecciones debidamente manipulas se puede entrar en el juego democrático sin

riesgo alguno.

Otro rasgo del desgobierno es la personalización en el ejercicio del poder y la

recuperación de las relaciones feudales. Los viejos poderes absolutos ligados a

ciertas personas se llevan de una manera diferente donde se fabrican y venden

con técnicas refinadas. Lo importante no es la calidad del producto, sino su

presentación publicitaria y el hecho de que el carisma individual y la fuerza

hipnótica no dependen tanto del protagonista como del escenario. Consecuencia


de ello es que hoy no hacen falta políticos sino actores. Pues no vivimos en la

edad de la razón sino de la imagen y de la publicidad.

El sistema político es constituido por una red de relaciones personales e intereses

singulares que pone en pie un sistema feudal que conecta por los intereses de

grupo, territoriales y corporativos, algo se da a alguien y algo de él se recibe.

Esta nueva feudalización conoce muchas variantes en las que un partido político

da a los suyos cargos determinados a ocupar, acceso al poder y protección

universal incluso en supuestos delictivos, recibiendo en contraprestación fidelidad

y servicios.

No se cuestiona la existencia de los partidos ni se cae en la búsqueda de

gobiernos totalitarios que desplacen la democracia, sino se discute el alcance real

de la transformación de una democracia verbal en una partitocracia real que ha

significado la transferencia del poder estatal a los partidos y la instauración de un

Estado de partidos.

Los partidos se dedican al abordaje del Estado con un Estado desideologizado en

el cual se pretende la estigmatización del adversario, con el insulto personal, la

declarada intención de convertir las elecciones no en una lucha política sino en un

fenómeno catártico que permite la exteriorización de pulsiones agresivas.

Potrebbero piacerti anche