Sei sulla pagina 1di 7

EXAMEN FINAL DE

FILOSOFÍA POLÍTICA

ALUMNO: JOSÉ CARLOS HERRERA


ALONSO
FECHA: 30-06-08
LA CVR, EL USO DE LA MEMORIA EJEMPLAR PARA LA
CONSTRUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD MÁS JUSTA

El presente ensayo busca afirmar la importancia de la opción por el uso de


la memoria ejemplar, en contraste con la literal, como medio para el
esclarecimiento público de la memoria; a partir de un breve análisis del
trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).

En junio del 2001 el Estado peruano constituye la Comisión de la Verdad y


Reconciliación (CVR), organismo encargado principalmente de elaborar un
informe sobre la violencia armada interna vivida en el Perú durante el
periodo entre los años 1980 y 2000. En este marco, se le fueron
encargadas tres tareas:
- Esclarecer los hechos de violencia, precisando las características del
proceso, sus causas y secuelas.
- La asignación de responsabilidades frente a los crímenes contra la vida y
las violaciones de los Derechos Humanos.
- El diseño de una propuesta sociopolítica de reconciliación, que permita la
recuperación de los lazos sociales e institucionales.

Bajo el lema: “un país que olvida su historia está condenado a repetirla”, la
CVR buscó llevar a cabo aquello que, según Todorov, es un postulado
sustancial de la vida en democracia: “los individuos y los grupos tienen el
derecho de saber, y por tanto de conocer y dar a conocer su propia historia”
(Todorov 2000: 15). Más aun, cuando los acontecimientos vividos son de
naturaleza excepcional o trágica, “tal derecho se convierte en un deber: el
de acordarse, el de testimoniar” (Todorov 2000: 18)

Siguiendo ese argumento, Gamio afirma que

“la acción de la violencia no examinada desestructura seriamente


la comunidad política y anula la ciudadanía (por ello la
importancia de) la escucha de las víctimas, la investigación del
daño sufrido para que la justicia entre en acción, y la participación
de ellos mismas en la construcción pública de la memoria
constituyen un proceso que apunta a que la víctima asuma su
lugar como ciudadano y recupere su condición de agente
autónomo” (Gamio 2004: 250-251).

De esa forma, queda claro que la recuperación del pasado es indispensable


para lograr una transformación en la sociedad. Sin embargo, como indica
Todorov, ello “no significa que el pasado deba regir el presente, sino que, al
contrario, este hará del pasado el uso que prefiera” (Todorov 2000: 25).

Se presentan dos alternativas: “o bien, decido utilizarlo, una vez


recuperado, como una manifestación entre otras de una categoría más
general, o me sirvo de el como de un modelo para comprender situaciones
nuevas, con agentes diferentes” (Todorov 2000: 31).

Es así que la Comisión, haciendo uso de la segunda alternativa, se erige


como el primer intento gubernamental (de la mano con organizaciones y
actores de la sociedad civil) por buscar incluir a todos los ciudadanos del
país en el proceso de solución de una problemática común: las
consecuencias de la guerra interna. La solución iba más allá del problema
mediato (la violencia), buscaba generar aquella conciencia de nación que
todavía no alcanza el pueblo peruano, buscaba plantear una agenda para el
análisis de nuestra sociedad, buscaba generar compromisos de vinculación
y empatía entre los ciudadanos.

Allí radica la importancia del conflicto, porque durante el mismo, todos los
ciudadanos, desde sus diferentes posiciones y perspectivas, estaban
necesariamente involucrados. Por eso, Gamio afirma que fue durante el
tiempo de trabajo de la Comisión cuando “por primera vez hemos
escuchado la historia de aquellos que realmente han padecido violencia y
exclusión, hemos podido conocer su propia versión de los hechos” (Gamio
2004: 250)

La Comisión realizó una serie de acciones (audiencias públicas, exposiciones


fotográficas, seminarios, exhumaciones) que buscaban no solo esclarecer
los hechos y responsables de las matanzas y desapariciones realizadas
durante la época de la violencia interna; sino que, sobre todo, buscaba
despertar la memoria de los ciudadanos. Es decir, siguiendo lo planteado
por Todorov, hacerlos concientes de la necesidad de la recuperación del
pasado, no como un hecho aislado y culminado, sino como motivo de
reinterpretación de la imagen que uno se hace de sus allegados y de sí
mismo (Cfr. Todorov 2000: 26), pudiendo establecer aquellos nexos
necesarios que vinculan aquellos hecho con situaciones similares actuales, a
fin de procurar que no se repitan.

Es así que la recuperación del pasado se constituye como un primer paso


para “restituirle a la víctima, en el plano de las relaciones humanas
concretas, los derechos que corresponden a su condición de ciudadano y
persona intrínsecamente digna” (Gamio 2004: 250-251). De no ser así, la
víctima permanecería victimizada, impidiéndole que experimente el trabajo
de duelo que le permita reconciliarse consigo misma, con su comunidad de
vida y con la sociedad.

Para Todorov, aquello es el uso de lo que llama “memoria ejemplar”. A


diferencia de la “memoria literal”, la ejemplar funciona como herramienta
para “aprovechar las lecciones de las injusticias sufridas para luchar contra
las que se producen hoy día, y separarse del yo para ir hacia el otro”
(Todorov 2000: 32). En ese sentido, busca generalizar las situaciones, pero
de manera limitada. Es decir, “no hace desaparecer la identidad de los
hechos, solamente los relaciona entre sí, estableciendo comparaciones que
permiten destacar las semejanzas y diferencias” (Todorov 2000: 45).

Entendido así, el trabajo de la CVR, que trata sobre hechos ocurridos hasta
hace ocho años, sirve como punto de partida para el análisis de la realidad
actual en la que se desenvuelve nuestra sociedad, a fin de encontrar
posibles soluciones a los problemas que la afectan.

Aquellos que rechazan la memoria ejemplar, al igual que el trabajo de la


CVR, afirman que “el suceso del que estamos hablando es absolutamente
singular, perfectamente único, y si intentan compararlo con otros, eso solo
se puede explicar por su deseo de profanarlo, o bien incluso de atenuar su
gravedad” (Todorov 2000: 34). Sin embargo, a pesar de eso, Todorov
afirma que la comparación “lejos de excluir la unicidad, es, al contrario, el
único modo de justificarla” (Todorov 2000: 36).
Como afirma Gamio, “la reconstrucción de la memoria es una empresa
pública, esto es, una tarea que nos convoca a todos como ciudadanos
libres” (Gamio 2004: 252). Por ello debe convocar a todos en un ejercicio
abierto e inclusivo, lo que buscó y logró en gran medida la CVR,
haciéndonos beneficiarios de un documento que analiza la sociedad en la
que vivimos y nos plantea los grandes desafíos que debemos enfrentar si
queremos mejorarla; pensando no solo en el bienestar individual sino, sobre
todo, en la colectividad.

Es en ese sentido que Todorov entiende que la representación del pasado


es importante porque “es constitutiva no solo de la identidad individual sino
también de la identidad colectiva” (Todorov 2000: 51). Además, “nos
permite desentendernos del presente, procurándonos los beneficios de la
buena conciencia” (Todorov 2000: 52). Por último, está el hecho de que “sus
practicantes se aseguran así algunos privilegios en el seno de la sociedad”
(Todorov 2000: 53).

El presente ensayo busca afirmar la importancia de la opción por el uso de


la memoria ejemplar, en contraste con la literal, como medio para el
esclarecimiento público de la memoria; a partir de un breve análisis del
trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).

En conclusión, la sociedad peruana está atravesando un momento


importante para la reconstrucción de su identidad. El Informe Final de la
CVR nos presenta una plataforma de análisis sobre el cual dialogar y
construir nuestra sociedad. La memoria ejemplar, aquella que enlaza y
articula hechos pasado con otros más actuales, nos ha permitido evidenciar
aquellos patrones aun existentes en nuestra cultura, que limitan el ejercicio
de la ciudadanía de todos los habitantes del país, generando exclusión,
abuso y clientelismo. Lo que se pretende no es un “culto a la memoria” por
la memoria sino, como nos plantea Todorov, su uso para enfrentar
situaciones nuevas que puedan ser similares a la anterior.
EL SIGNIFICADO DE LA SOCIEDAD CIVIL EN LA FILOSOFÍA DE
CHARLES TAYLOR

Charles Taylor va a presentar su alternativa de lo que significa sociedad


civil, basado en dos corrientes que buscan (al igual que el) definirlas: la
corriente “L”, en relación con los planteamientos del filósofo inglés Jhon
Locke y la corriente “M”, en relación al filósofo francés Montesquieu.

La característica central de la corriente L es la elaboración de una visión


más rica de la sociedad como una realidad extrapolítica. Dentro de este
nuevo paradigma, la economía se perfila como el eje articulador pues es
una dimensión de la vida social en la que “funcionamos potencialmente
como una sociedad fuera del ámbito de la política” (Taylor 1997: 283). Ello
se debe a que, como señala Taylor, la economía es un “ámbito capaz de
organizarse por sí mismo de acuerdo con sus propias leyes de equilibrio y
de cambio” (Taylor 1997: 283).

Sin embargo, ya en el siglo XVIII, aparece otro componente: la opinión


pública. En esta concepción, el término ‘público’adquiere una nueva
significación, referido a lo que es de interés común, que pertenece a toda la
sociedad o tiene que ver con los instrumentos, instituciones o lugares por
medio de los que la sociedad se reúne como un cuerpo y actúa. Es en estos
espacios donde, por medio del debate y la discusión, se va configurando la
opinión pública, la adquisición de consensos entre los ciudadanos.

Encontramos que la opinión pública “se elabora fuera de los canales y la


discusión y los espacios públicos de la estructura política, busca no estar
bajo la tutela de ningún tipo de autoridad. Detenta la suma libertad de los
ciudadanos de expresar sus opiniones en un foro libre, que se da entre
pares.

En ese sentido, la idea de Locke supone la existencia de una economía


autorregulada y la opinión pública, como las dos vías por medio de las que
la sociedad puede llegar a cierta unidad o coordinación fuera de las
estructuras políticas. La sociedad tiene su “propia identidad más allá de la
dimensión política” (Taylor 1997: 285), que debe ser respetada por la
autoridad; lo que implica un nuevo tipo de limitación de esta última. El
nuevo espacio de opinión pública puede ser la fuente de un desafío más
radical, de un cuestionamiento de la estructura política, dando paso al
“derecho y el poder (que tienen los ciudadanos) para construir y destruir la
autoridad política” (Taylor 1997: 286).

Hasta aquí, Taylor afirma que el agregado acerca de la economía y del


espacio público “constituye una de las hebras de la nueva concepción de la
sociedad civil como distinta al Estado” (Taylor 1997: 286). Existe un dominio
público pero no un dominio políticamente estructurado, aunque queda claro
que la sociedad civil “no era la esfera privada” (Taylor 1997: 286).

Por su parte la corriente M, postula la formación de una monarquía libre,


donde exista un poderoso gobierno monárquico inamovible que genere
equilibro entre la autoridad central y una masa de agentes y de
asociaciones entrelazados con las que tiene que operar (Cfr. Taylor 1997:
281). De esa forma, los ciudadanos serían poseedores de derechos y una
posición, protegidos de los abusos de la autoridad, que se encontraba
limitada.

Hemos visto los dos tipos de ambiciones políticas. Un tipo se aproxima hacia
el modelo de autodeterminación y el otro hacia el objetivo de marginar lo
político. Sin embargo, a pesar de su interés por buscar rescatar espacios de
libertad ajenos a los gobierno, ambas aspiraciones representan una
amenaza para la libertad. La corriente M, sobre todo, cuando la esfera de la
sociedad en cuyo nombre la política está siendo marginada es la de la
economía autorregulada, por considerar que la disposición de las cosas en
la sociedad no ha surgido por el consenso entre los ciudadanos sino por la
labor de una ‘mano invisible’; lo que podría describirse como un tipo de
alineación. Por su parte, la corriente L, depositaria de la voluntad general,
puede provocar la creación de un tipo de despotismo donde los ciudadanos
llegan a ser víctimas de un poder tutelar (Cfr. Taylor 1997: 289).

No obstante, Taylor presenta un nuevo concepto de sociedad civil, el


planteado por Hegel, que la postula como “una esfera separada, pero no
autosuficiente, cuyos procesos económicos constituyentes no solo precisan
regulación, acometida parcialmente dentro de la sociedad civil” (Taylor
1997: 290), sino que es necesario que se integre a la más alta unidad del
Estado: la sociedad políticamente organizada. Así, es en la sociedad civil
donde se dan los conflictos entre ciudadanos y en el Estado donde se regula
la acción política.

En esta concepción, compartida por Taylor, la sociedad civil es aquella


esfera pública, que se encuentra más allá del sistema político. Es un espacio
común donde los usuarios descentrar y forman apreciaciones comunes.

Plantea, además, la existencia de tres condiciones para que exista una


sociedad civil operativa:
- Existencia de asociaciones libres de la tutela del Estado.
- Que la sociedad pueda coordinar sus acciones por medio de estas
asociaciones.
- Que las asociaciones puedan “influir” en el curso de la política estatal.

Donde señala que, generalmente se cumple la primera de las condiciones,


pero los dos siguientes son poco frecuentes. Aunque, a pesar de ello, su
objetivo es influir en la política pública y generar espacios de vigilancia
ciudadana del poder (no partidos políticos); constituyéndose como un medio
de participación directa.

En ese sentido, la sociedad liberal requiere de una esfera pública, cuya


existencia se basa en que las personas forman sus opiniones libremente y
que las opiniones importan y pueden tener efectos sobre el gobierno.

BIBLIOGRAFÍA

GAMIO, Gonzalo
La política de la inclusión
En: Miscelánea Comillas; 2004; Ed. U. De Comillas

TAYLOR, Charles
Argumentos Filosóficos; 1997; Ed. Paidós

TODOROV, Tzvetan
Los Abusos de la Memoria; 2000; Ed. Paidós

Potrebbero piacerti anche