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LA (DES)INSERCIÓN SINTHOMÁTICA

María Cristina Giraldo 1

DE LA DESINSERCIÓN EN EL DISCURSO SOCIAL,


A LA (DES)INSERCIÓN EN PSICOANÁLISIS:

La desinserción se produce con relación al Otro; es el nombre dado en lo social a las


diferentes modalidades en las que el sujeto queda desanudado de su vínculo con el Otro, a esas
formas de desconexión de la trama social, en las que el sujeto funciona sin el Otro, queda por fuera
de su discurso y de su sistema de producción, las llamamos: exclusión, marginalidad, errancia,
aislamiento social. Podemos situar dos vías: la desinserción que viene del Otro y el movimiento
subjetivo que se produce en el sujeto como separación del Otro, la desindentificación a sus ideales,
que es su caída, en la que de ese Otro no queda más que su discurso como semblante.
El Otro desinserta al sujeto para preservar el orden social y lo identifica con significantes
que no surgen de la singularidad de ese sujeto, sino que clasifica a los individuos en grupos, para
volverlos objetos de control. El Otro social, a diferencia del psicoanálisis,2 juega con los semblantes
que promueve y sostiene, utiliza significantes que nombran las formas de desinserción que produce:
desechables, desplazados, desmovilizados, víctimas, perpetradores, desterrados, abandonados,
ilegales, desertores, desadaptados, población vulnerable, trastornados, maltratados, toxicómanos…
Por el contrario, el buen uso de los semblantes en psicoanálisis, consiste en que en la
transferencia “se hace algo con nada y, cuando esto ocurre, tiene efectos en los real”. Podríamos
agregar con Lacan, porque “el goce solo se aborda, a partir del semblante”. “El síntoma es un
sufrimiento siempre limitado, localizado”.3 El nombre del síntoma, a diferencia de estas
nominaciones del Otro social que colectivizan, desagrega, porque apunta a lo más singular del
sujeto, a lo que nombra su identificación al sinthome: el que tiene sed (Luis Darío Salamone); el
soplo del Otro (Mauricio Tarrab); él desorbita (Patrick Monribot); atenta (Gabriela Dargenton),
mirada rasgada (Florencia Dassen); hacerse pastout, hacerse no-toda (Ana Lucía Lutterbach
Holck); La vida me ama (Antoni Vicens); El calzador sin medida (Leonardo Gorostiza) son los
nombres de lo incurable, del sinthome, que se hace equivalente al nombre del sujeto. Ese trozo de
real en el cual el sujeto ha anclado su sufrimiento, hacia el final del análisis, se convierte en un resto
fecundo, en una deducción lógica vivificante, que le plantea una salida al analizante, porque hay
una nueva relación con el síntoma, hay un pase del sufrimiento, a la satisfacción con respecto a la
pulsión y al goce, porque se ha encontrado una pragmática, el sinthome se hace practicable, se
encuentra una manera de hacer con eso. Esta pragmática está más cerca de acontecer que del acto,
porque se sirve de la ocasión y tiene que ver más con el hacer, que con el pensar.4
Somos los (in)válidos del síntoma para un Otro que quiere obtener su silencio, porque la
salud mental equivale a la paz social, como afirma Miller, pero para el sujeto, poder nombrar el
modo de goce al cual se identifica y su forma de arreglo con él, es validar el “yo soy como gozo”
del ser pulsional, el pase, es haber podido pasar de lo simbólico y sus efectos imaginarios, a lo real;
este resto de goce fecundo que hace traza en el cuerpo, que Estela Solano presenta como una traza
de la muerte en el cuerpo, que a veces se puede ver (el tic de Monribot), otras no, pero que siempre
se puede leer, el sinthome, el que nombra al sujeto desalienado de las identificaciones a los ideales
del Otro, el que nos permite introducir el paréntesis (in)válido del síntoma y (des)insertado del Otro.

1
Psicoanalista. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis AMP y de la NEL-Medellín. Profesora Universidad
de Antioquia.e-mail: mcgiral@une.net.co
2
Miller, J.-A., De la naturaleza de los semblantes. Buenos Aires: Paidós, 2002. Págs. 20 y 196.
3
Miller, J.-A., El parenaire-síntoma. Paidós: Buenos Aires, 2008. Pág. 297.
4
Tarrab, Mauricio. 2ª Noche preparatoria hacia el Congreso. Buenos Aires: EOL, Junio de 2009.
La otra vía que va en sentido contrario a la desinserción que viene del Otro; es entonces
esta (des)inserción del Otro, que se produce en el sujeto mismo y está ligada a movimientos
subjetivos de separación, de desidentificación, de transformación de la relación con los S 1, del
atravesamiento del fantasma, de caída de los ideales puestos en el Otro, del plus de goce, del pase
de lo simbólico y sus efectos imaginarios, a lo real y de la invención de una pragmática, que
siempre es sinthomática. Es el horizonte clínico del fin de análisis y de la identificación al sinthome.
Es paradójico, porque el síntoma analítico es de un lado, goce autista fuera-de-sentido, que
desinserta al sujeto del Otro. Pero de otro lado, implica la invención de una pragmática, que en la
última enseñanza de Lacan, es una clínica del arreglo. Hay un avance en la práctica, de la clínica del
forzamiento, a la que sostiene las invenciones que le permiten a cada sujeto un funcionamiento
singular, su saber arreglárselas con ese trozo de real incurable, con ese resto de goce inanalizable,
pero fecundo, que hace mella, acontecimiento del cuerpo, traza de goce, letra, o estigma de lo real
en él.
La política del síntoma no promueve un funcionamiento sin Otro, pero la lógica de un
análisis en la orientación lacaniana, si supone momentos de rectificación en el sujeto de su versión
del Otro y de su relación con él; solo un Otro incompleto, puede adoptar el modo en que cada sujeto
consiente a su existencia. Lo que se produce es la invención inédita de otra modalidad del lazo
social y de inserción al Otro, ese vínculo no está marcado por la identificación a los ideales y a los
significantes de la colectividad, sino por la singularidad del ser de goce; por ello el síntoma
analítico es paradójico, porque no colectiviza y a la vez es anti-segregativo.
Este punto, nos permite oponer la lógica de la Escuela a la del funcionamiento grupal. La
Escuela puede llegar a ser un refugio contra el malestar en la cultura, porque el psicoanalista
lacaniano es un desinsertado de la masa: la política del síntoma desagrega lo colectivo en
singularidades irreductibles, donde cada uno es como goza y se identifica a su síntoma singular; es
el sentido el que identifica a un grupo con respecto a ciertos significantes o a ciertos ideales, es el
sentido el que puede crear colectividades y fraternidades y darle consistencia al Otro. Es por ello
que la práctica fuera-de-sentido que orienta a los analistas lacanianos, no repite estándares.
A diferencia de las prácticas sin clínica, promovidas por las políticas de salud mental, en la
orientación lacaniana no existe el “para todo sujeto angustiado, tal curación”. Sin estándares, sin el
peso de los ideales, separado de las identificaciones que hacen masa, en su experiencia de soledad
con otros, el analista es un desinsertado de esa maquinaria económica que son los laboratorios
farmacéuticos y el falso semblante que cubre sus intereses, el DSM IV y su lógica clasificatoria del
trastorno. El analista lacaniano se desinserta con su clínica y con la política del síntoma, del
“delirio de normalidad”5 y de la normatización, que es el ideal que dicho discurso persigue. Como
afirma François Leguil, el analista “es un combatiente por la libertad” salvo que en su combate
tiene que hacer de “la libertad algo distinto a un ideal”; es decir, que para el analista, “la libertad no
es un ideal, sino una dura servidumbre”.6 Veremos al final, en una viñeta clínica, como el analista
está atravesado por ese discurso de la época y se desindentifica de los ideales puestos en el Otro, en
cierto momento de la lógica de su propia experiencia como analizante, en el control de su práctica y
en su formación, pero no tiene garantía per se. Cuando ya no tiene nada que perder, cuando ha
fracasado con relación a su inserción en el éxito, la medicalización de la vida, la normatización, que
son los S1 que organizan el discurso del amo moderno; conquista esa modesta libertad que es
anclaje de su ser: su singularidad.
La (des)inserción al Otro hace parte de esa dura servidumbre en la que siempre será posible
la seducción de restituir al Otro y hacer culto identificatorio a sus significantes amos, a sus ideales,
a la adherencia al sentido, es decir, reinsertarse. Por ello es posible que en la Escuela tomen
5
Laurent, E. El delirio de normalidad. En: Virtualia, Revista Digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL),
Año VII, N° 19, Noviembre de 2009. Disponible en: http://virtualia.eol.org.ar/019/template.asp?dossier/laurent.html
6
Leguil, F., Política del psicoanálisis y psicoanálisis de la política. Medellín: Editorial Universidad de Antioquia. 2001.
Pág. 57.
consistencia los funcionamientos grupales, ese es el estándar de las instituciones, con la diferencia
de que en el dispositivo Escuela, están bajo transferencia y tienen la posibilidad de interrogarse, o
disolverse. Si bien el analista se inserta al Otro de la Escuela, es a condición de no saber qué es una
Escuela, esa es una de las paradojas de la formación. El grupo siempre sabe y opone el saber
epistémico, al “saber hacer” que es nuestra pragmática.
Miguel Bassols hace una advertencia que me parece muy importante: “Toda la cuestión es
saber a qué punto del grupo -RSI- se identifica o no un sujeto”. 7 Es decir, que los puntos de anclaje
de las identificaciones, muestran las formas de inserción y desinserción a los significantes que
conforman el colectivo social, a los funcionamientos grupales, a las masas. Permite saber a qué se
insertó o desinsertó un sujeto. Con relación a que las formas de desinserción puedan
sinthomatizarse, hay que hacer un cálculo que permita situar los puntos elegidos por el sujeto, en
torno a los cuales puede operarse el anudamiento del sinthome,8 esto implica estar atentos a las
soluciones, a los funcionamientos que estabilizan a un sujeto, a las invenciones de cada uno, como
respuesta a la desinserción. O a las invenciones, estabilizaciones y formas de arreglo, en lo social.
Estos movimientos de alienación y separación, muestran el carácter estructurante de la
desinserción. Esta dimensión no es tenida en cuenta por el discurso dominante, por ello en la
orientación lacaniana relanzamos este significante que proviene del Otro social introduciendo un
paréntesis (des)inserción.
La ley de Justicia y paz, es el marco para el proceso de reinserción en Colombia, apunta al
regreso a la legalidad, al proceso de reincorporación, entendido como el regreso al seno de la
normalidad social, legal y económica. Llama la atención que en Colombia la reinserción sea a la
legalidad, un semblante ofrecido por el Otro, que nos muestra de qué versión del Otro social se
trata. No se llaman reinsertados a la población desplazada, ni a los niños en situación de calle,
abandonados por la familia y desinsertados de la infancia. Ese privilegio toma la normatización que
es propia del orden social por legalidad y niega las implicaciones que tiene para el colectivo social
esa forma de relación con la Ley. El dinero y las armas, vienen al lugar de la legitimidad del Estado,
tapan el agujero de esa legitimidad, que es uno de los Nombre-del-padre en lo social.
La reinserción entonces, no supone, en modo alguno, una nueva forma de relación con el
goce, ni la responsabilidad sobre el mismo. Esto señala la diferencia entre lo que se entiende por
legalidad en lo social, que busca la inserción jurídica y equivale al pago por delación y a tomar a
esta como un equivalente de la verdad, porque no se diferencian la verdad jurídica, la verdad social,
la verdad histórica, ni la verdad subjetiva.9 En este juego perverso con los semblantes del Otro
social, se desmiente la relación del semblante con lo real.
Karina hoy reinsertada, era la comandante del Frente 47 de las FARC, asesinó a Fidel
Jaramillo Galvis hijo de Jaime Jaramillo Panesso, a quien cito: “Escribo su nombre… Sé que no les
dice mucho a los lectores de esta crónica, pero lo escribo por la más grande razón seminal: era mi
hijo… la madre de Fidel murió tres meses después de su fusilamiento…Karina, sigue disparando y
aterra a la población civil. A ella le increpo de nuevo: ya puse mi cuota de guerra, un plante de vida,
descuajado de sangre. ¿Cuándo va a poner usted y sus conmilitones la cuota de paz, aportando su
plante de vida para con los civiles, para con los inocentes, para con los ciudadanos y ciudadanas
desarmados?10 Sin que Karina hubiese aportado ningún plante de vida, como simple pago a su
delación, fue nombrada “promotora de paz”; en la misma mano de cartas, Jaime Jaramillo Panesso
fue condecorado por la Alcaldía de Medellín como “ciudadano ejemplar”. Es decir, que el Otro
social, puede jugar con los semblantes y darle el mismo valor social a los asesinos y a sus víctimas,

7
Bassols, M., Pasar de la identificación. [Documento de Internet]. Publicado en la web del Campo Freudiano.
Disponible en: http://ri2009.champfreudien.org/index.php?nav=528
8
Retomo una idea de Vicente Palomera. Introducción a la Jornada de trabajo sobre Pipol IV.
9
Sobre una idea de Héctor Gallo. Comunicación personal.
10
Jaramillo Panesso, J., El fusilado. En “El cielo no me abandona”, Patricia Nieto, Compiladora. Programa de Víctimas
del Conflicto Armado. Secretaría de Gobierno. Alcaldía de Medellín, 2007. Pág. 49.
porque usa en forma cínica los semblantes, del mismo modo que juega con la ley, sin que se de la
justicia y mucho menos paz.
El regreso a la legalidad, que es el sintagma de la reinserción social en Colombia, trasviste
con el falso semblante discursivo sobre la justicia, la paz, la reconciliación y la seguridad
democrática, la falta de legitimidad de un Estado que promueve y financia el goce, que asegura
regular. El psicoanálisis en cambio, no desmiente la relación del semblante con lo real y se sabe
servir de esa relación, con el buen uso del semblante, porque hace del semblante, a diferencia del
Otro social, una vía de acceso al goce. Ese buen uso del semblante, tiene que ver con la posición
del analista en la transferencia, con un cálculo de la posición que conviene en ella, no es algo que
responda al ser del analista.11
Patrick Declerck define la ideología que soporta esta lógica: “La resinserción supone, la
mayoría de las veces, de manera implícita o explícita, la idea de un regreso del sujeto al seno de la
normalidad social y económica. Esta representación va acompañada de una dimensión espacial. Se
suele imaginar al sujeto como una pieza del puzzle aislada y, por eso mismo, carente de sentido, que
volveríamos a colocar (…) en su lugar preciso, insertado, ciudadano por fin entre otros, en el marco
de las obligaciones del funcionamiento social, económico y relacional”. 12 Al instalarse en el
semblante social de víctimas o victimarios, el sujeto paga un costoso peaje que lo borra como sujeto
y lo transforma en objeto a merced del Otro, esa es la inserción social, que el sujeto se dirija al Otro,
a partir de que le falte y, por tanto se vuelva domeñable: vivienda, mercado y algún subsidio. Es el
esquema de la solución estándar que desmiente la dimensión política de la pretendida reinserción a
la productividad socioeconómica, como a los estándares estadísticos que marcan la normalidad en
salud mental.
El psicoanálisis que es el reverso de esta lógica, busca una pragmática de la (des)inserción
en el sujeto, de ahí que se coloque entre paréntesis (des)inserción, porque se trata de una forma de
arreglo sinthomático, que no es la invitación a un funcionamiento sin el Otro, si a su rectificación,
lo cual no puede darse sin un sujeto responsable de sus anudamientos sinthomáticos. Si el sujeto
sobrevive a situaciones límites, es porque tiene en su subjetividad, con qué arreglárselas con las
contingencias y es responsable de esas invenciones que lo estabilizan; el psicoanálisis no sostiene al
amo moderno, que ha encontrado en la victimización social y en la normalidad mental, una nueva
modalidad de la servidumbre y del control, porque quien se atrinchera en la posición de víctima o
de normatizado, siempre se ofrece como objeto de goce, a la pasión por dominar. Es una
perspectiva que no desconoce la responsabilidad ni del Otro, ni del sujeto, en la desinserción.

LA INSERCIÓN EN EL OTRO ES LA SALUD MENTAL

Esta equivalencia aportada por Miller, nos muestra por qué la política del síntoma, en la
orientación lacaniana, es el reverso de las políticas de salud mental. Estas hacen parte las políticas
sanitarias y sociales, y buscan la reinserción del sujeto en el discurso del amo y en su sistema de
producción. Por esta razón, se hace equivaler la “atención psicosocial” al asistencialismo en el cual
confluyen una serie de prácticas sin clínica, que no toman en cuenta la subjetividad y responden con
protocolos universales equiparables a la atención de desastres naturales, a la demanda social. En
esta indiferenciación queda desmentida la responsabilidad política del Estado, a la vez que se
obtiene la adaptación a las condiciones establecidas por el Otro, bajo el nombre de orden social, de
ahí que ser sano mentalmente, implique normatizar los trastornos que es “lo que asegura el silencio
del Otro”.13 Es decir, que el síntoma analítico, es de suyo una forma de desinserción del Otro, es lo

11
Brodsky, G., Colegio de graduados. Caso clínico. Junio de 2009.
12
Cfr. Los náufragos. AEN, 2006. Pág. 229-230. Citado por Vilma Coccoz en “Sinthomatizar la (des)inserción”.
[Documento de Internet]. Publicado en la web del Campo Freudiano. Disponible en:
http://ri2009.champfreudien.org/index.php?nav=430
13
Laurent, E., ¿Mental? En: Psicoanálisis y salud mental. Buenos Aires: Tres Haches, 2000. Pág. 135.
que muestra la disarmonía estructural del sujeto con el Otro en su subjetividad; lo que Freud
nombró con respecto al Otro, malestar en la cultura y Lacan, con relación a la subjetividad, goce.
La inserción en el Otro, supone la desinserción subjetiva, esa es la vía que toma la salud
mental. Dado que la desinserción es inevitable, porque no somos seres naturales y ella forma parte
del malestar de la civilización, el psicoanálisis toma la vía contraria a la salud mental y busca
sinthomatizar la (des)inserción; lo que implica encontrar puntos de anudamiento, que permitan
saber hacer con ella. Esa es la (des)inserción sinthomática, la inserción al síntoma. Por eso la
política del síntoma, va de los síntomas sociales, al síntoma del sujeto.
Con respecto al marco legal de la práctica analítica, pesa una observación que hace Leguil
“en todas partes en donde el Estado, las estructuras políticas, han dado un estatuto profesional a los
psicoanalistas, el psicoanálisis ha desparecido”. El psicoanalista subvierte las políticas de salud
mental que buscan la inserción, como una forma de control social. Una cosa es la legitimación de la
práctica analítica que tiene que ver con la formación de Escuela y con el cumplimiento como
práctica clínica con la legalidad vigente; otra es la profesionalización del psicoanálisis, que es su
sepulcro; porque el psicoanálisis no puede renunciar a ser síntoma de la civilización, con lo cual se
(des)inserta, de las políticas del Otro dominante.
Podemos preguntarnos entonces si ¿hay un marco teórico, una política y una práctica que
nos permita proponer el surgimiento de un nuevo paradigma en la orientación lacaniana, que sirva a
los propósitos de elucidar las modalidades del vínculo social (uno de cuyos fenómenos es la
desinserción); así como lo que se ha llamado “clínica y pragmática de la desinserción”?
Cuando hay acuerdo en una comunidad en relación al marco teórico, los objetos de estudio,
los problemas a resolver y las soluciones a estos, hablamos de paradigma, de un lado como marco
teórico que da soluciones a los problemas y de otro, como compromiso de una comunidad en
relación a esos supuestos básicos.14 Este concepto proviene de la filosofía de la ciencia y surge de
la mano de Thomas Kuhn.
Como aproximación para situar algunos mojones al respecto en la orientación lacaniana.
Partamos de un sintagma: “la realidad psíquica es la realidad social” Vicente Palomera nos lo
explica: separa el abordaje de lo mental de sus coordenadas naturales, es la perspectiva opuesta al
conductismo, al cognitivismo y a las neurociencias que privilegian la determinación biológica y, por
tanto, no queda más que la adaptación, la inserción en el Otro, la salud mental. 15 Detengamos un
momento en la manera como Vicente Palomera elucida este punto: es por el efecto en un cuerpo
sensible, de los dichos y no-dichos parentales que nos determinan, que se produce nuestra
inserción en el mundo. Este efecto, es lo que Lacan llama “puntos elegidos”: representaciones de
cuerpo (I), rasgos del lenguaje (S) y puntas de goce (R). Los “puntos elegidos” son los que
precipitan la construcción del sinthome; son puntos de elección subjetivos en torno a los cuales,
puede operarse el anudamiento propio del síntoma, como solución singular de cada ser hablante.
La “subjetivación del mundo” es un trabajo del sujeto con esos trozos escogidos, la inserción y la
desinserción, se juegan allí”.16
Miremos como se presenta el paso de la desinserción en el sujeto y del Otro y la perspectiva
de la (des)inserción sinthomática en una viñeta clínica y en algunas formas de arreglo en lo social.

LA (DES)INSERCIÓN SINTHOMÁTICA DEL ANALISTA

“Si tuviera todos los dientes y no me faltaran algunos, no pensaría tanto en la ausencia, me
atormenta el vacío de mi padre, el cuerpo es un mapa, yo creo que a mi me faltan esos dientes por la
falta de padre, no quiero que me pongan dientes postizos, elegí que me corran los dientes con
brakets, para que unos dientes, suplan los que me faltan”. El arte introduce un menos al todo del
14
García, A., La tesis de Thomas Kuhn. En: ¿Qué será el goce? Tomo 5. Buenos Aires: Ediciones Grama. 2008.
15
El sentimiento de la realidad. Pág. 1. Contextual. Tomado de Ejes de trabajo a PIPOL 4. Clínica y pragmática de la
(des)inserción en psicoanálisis. http://ri2009.champfreudien.org/index.php?nav=526.
16
Idem. Pág.. 4. Retoma el Seminario XXIII de Lacan. El sinthome. 1975-1976. Buenos Aires: Paidós,
padre, un padre real que la hizo objeto de su goce sexual; el padre se escapa a USA, ante la amenaza
de la madre de denunciarlo. El arte ha sido la respuesta del sujeto y su invención al vacío del padre.
Lo que hace con sus dientes muestra su elección subjetiva: la suplencia. Cuando consulta hace 4
años, viene después de un desencadenamiento alucinatorio y delirante por el cual fue hospitalizada.
Si el arte hubiese tenido para entonces el valor de sinthome, no se habría desencadenado, el
tratamiento la ha acompañado en esa construcción.
En su delirio ella era Juana de arco “Juana de arco quería ser una con Dios, yo quería ser
una con el arte” en otro momento dice “quiero que el arte sea en mi vida como un eje”. Este caso
muestra la diferencia entre los diagnósticos y tratamientos en salud mental y la política del síntoma
en la orientación lacaniana. Ella llegó con el diagnóstico de “trastorno esquizoafectivo” según la
clasificación del DSM IV y el tratamiento consecuente: acido valproico, haloperidol, ribotril. “La
droga me tiene como un robot, no me deja pintar, yo no volví a decirle a la psiquiatra que era Juana
de arco y me dejo salir de la clínica”. Es su respuesta a la sordera a la función que su delirio
cumplía para ella y a la perspectiva del arte como síntoma: “Juana de arte”.
“Juana de arte” fue reduciendo la medicación hasta ¼ de litio al día, desde hace 2 años no
tiene medicación alguna, por decisión propia. Un control en esa época me sirvió para interrogar lo
que de mí todavía estaba insertado identificatoriamente al discurso de la salud mental: estaba
asustada de que dejara la medicación y se volviera a desencadenar y el control sitúo esta decisión
del ser a ser respetada y acompañada. Estoy atenta, en modo alguno vigilante, a momentos de
dispersión (en el tiempo, en el espacio, en el cuerpo), a pasajes al vacío, a momentos en que su
invención muestra sus límites. En mi posición en la transferencia, tengo especial cuidado en no
adelantar una iniciativa del Otro. El clínico de la orientación lacaniana, dice Pierre-Gilles Guéguen
“mide en su acto la manera en que completa el síntoma de quien a él se dirige, no para curarlo, sino
para restituirle la capacidad de soportar lo que en todo síntoma hay de objeción a la inserción en el
régimen de lo universal. Desde ese punto de vista todos estamos desinsertados del Otro, no tenemos
la garantía del ser”.17 Es la (des)inserción sinthomática del analista la que puede orientar la
experiencia analítica hacia la desinserción del analizante de la salud mental y la inserción a su
sinthome.
Luis Miguel Carrión muestra como, sí el Otro en la psicosis está incrustado en el ser del
sujeto, no hay para que forzarlo a ir hacia el Otro, ni esperar a que se cree un Otro, para reinsertarlo
en lo social; si la psicosis tiende al Uno, sin el Otro, conviene “elucidar la operación que le permite
a un psicótico confrontarse al Otro social con su síntoma, guardando cierta distancia, desinsertar al
Otro del ser del sujeto”.18
“Juana de arte” se refiere al tratamiento analítico así: “Si tengo esto, eso me tranquiliza,
porque yo puedo decidir, yo puedo regular, no soy como manejada por fuerzas ajenas, veo que si se
puede y eso me tiene muy contenta, mi tratamiento es el arte… con el arte, yo construí un padre
dentro de mi, el padre es como un límite”. Su aparto sintomático es el arte, la pintura la reunifica
como sujeto: en cuadernos hechos a mano, ella bosqueja su obra, la documenta, teoriza sobre su
práctica artística, es un diario que da cuenta de las formas de arreglo, de los “puntos elegidos” en su
subjetividad, se crea un nombre propio, esos cuadernos son la memoria de la construcción de su
sinthome, cifran el goce, son su obra, para guardarlos, ha inventado una biblioteca en forma de casa.
Le da a la analista el lugar en la transferencia de ser testigo de sus invenciones, de su (des)inserción
sinthomática, de la manera singular como ella se confronta en sus exposiciones artísticas al Otro
social. Cuando el sinthome está construido y comporta una pragmática, al analista no le queda otro
lugar que el de cederle lugar a esa forma de tratamiento que es el sinthome “quiero que el arte sea
en mi vida como un eje”, le queda al analista el saber ser resto, desecho de esa operación, ¿no es esa
otra forma de la (des)inserción del analista?
17
Guéguen, P.G., Todos estamos desinsertados. En: Freudiana, Revista psicoanalítica publicada por la Escuela Lacaniana
de Psicoanálisis (ELP). Barcelona. (Vol. 55). Enero-Abril 2009. Pág. 59.
18
Carrión, L.M., Des-insertar o no al Otro en la psicosis. [Documento de Internet]. Publicado en la web del Campo
Freudiano. Disponible en: http://ri2009.champfreudien.org/index.php?nav=530
“Juana de arte” es el nombre del ser que se opone a ese régimen de lo universal que es el
trastorno esquizoafectivo, un nombre con el que la psiquiatría pretendía insertarla al Otro de la
salud mental, en vez de desinsertar al Otro del ser del sujeto.

Giraldo, María Cristina


"La (des)inserción sinthomática". 1.ed. Medellín: 2010. pp. 21 -32
En: Ruiz L., Adolfo. El silencio de los síntomas: la salud mental. Serie Cursos Introductorios No. 3.
Ed. NEL-Medellín,
Octubre de 2010. 145 p.

El Directorio de la NEL-Medellín, Adolfo Ruiz L. Editor y compilador del libro y la autora,


autorizan la difusión virtual de este texto.

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