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La presencia del Islam en Europa

P. Cayetano Acuña Vigil

El Estado Otomano comúnmente


llamado Imperio Otomano fue una
potencia imperial, ubicada en su
mayor parte alrededor de la ribera
del Mar Mediterráneo, y cuya
existencia temporal abarcó el
periodo entre 1299 y 1922 [1].

En el cenit de su poder en el siglo


XVII, este imperio incluía toda la
península de Anatolia, Oriente
Medio, extensiones del Norte de
África, la mayor parte de los
territorios enclavados en la franja
que va desde el sudeste de Europa
(Balcanes, Grecia, Bulgaria,
Rumania) al Cáucaso en el norte.

El Imperio otomano comenzó


Archivo: Mediterráneo Oriental 1450 d. C.svg
siendo uno más de los pequeños
estados turcos que surgieron en Asia Menor durante la decadencia del Imperio selyúcida.
Los turcos otomanos fueron controlando paulatinamente a los demás estados turcos y bajo
el reinado de Muhammad I (1451-1481) acabaron con lo que quedaba del la dinastía
selyúcida.

En pocos años habían formado un nuevo sultanato llamado de Rüm, est estoo es, de Roma
(Bizancio) en pleno centro de la península de Anatolia, después de la batalla de Manzikert
(1071) los turcos selyúcidas bajo el mando de Alp Arslan derrotaron a las tropas bizantinas
del basileus Romano IV Diógenes. Esto permitió que los selyúcidas crearan un vasto
sultanato que abarcaba Irak e Irán. Este enfrentamiento supuso el comienzo de la caída del
Imperio bizantino al abrir las puertas de Anatolia al empuje turco y la repoblación de
numerosas zonas de Asia Menor.

[1] BROWN, P.: El mundo en la Antigüedad tardía. De Marco Aurelio a Mahoma. Madrid: Taurus, 1989.
CAHEN, Cl.: El Islam, v. 1. Historia Universal Siglo XXI, 14. Madrid: Siglo XXI, 1992.
- Oriente y Occidente en tiempos de las cruzadas. Madrid: Fondo de Cultura Económica,
2001.
CHEYNET, JEAN-CLAUDE. (2009). Byzance: L'Empire romain d'Orient, Armand Colin
KITSIKIS, Dimitri. (1989). El Imperio otomano, Fondo de Cultura Económica, México.
NICOL, Donald MacGillivray. (1993). The Last Centuries of Byzantium, 1261–1453. Cambridge University
Press.
NORWICH, J. J. (2000): Breve historia de Bizancio, Madrid.

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A partir de 1073 los selyúcidas comenzaron a invadir Anatolia, ya sin oposición. Los
bizantinos sólo pudieron conservar parte de las costas. El Imperio bizantino había perdido
la mitad de su tierra cultivable y de sus recursos humanos, y la nueva frontera era
absolutamente indefendible. Por ello, los cronistas bizantinos siempre se refirieron a la
batalla de Manzikert como aquel día terrible. De este modo se explica la petición
formulada por el emperador Alejo Comneno al papa Urbano II en 1095 para que le enviara
mercenarios que le permitieran reconquistar el terreno perdido, lo que daría origen a la
Primera Cruzada en 1366.

Así, la gran potencia militar que había sido durante siglos el Imperio bizantino pasó a la
defensiva, constituyendo aún una fuerza significativa hasta la batalla de Myriokephalon en
1176, un siglo más tarde, no pudiendo garantizar por más tiempo la contención de las
fuerzas del Islam.

Archivo: Shepherd Byzempire


Este sultanato sobrevivió a múltiples contingencias (rivalidad de otros poderes locales, los
Bizantinos, la Primera cruzada, los Znaguíes y Ayyubíes de Siria), pero no pudo hacer nada
para detener la marea mongola. En 1243 un cuerpo del ejército mandado por Batu, el Jan de
la Horda de Oro, sometió el sultanato a la soberanía mongola.

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A partir de 1354 los cuerpos de expedición otomanos dirigidos por Suleyman Paşa
establecieron una base permanente en la península europea de Gallípolis [2], a pesar de las
protestas del emperador Cantacuceno [3] y otros. Este último tuvo que abdicar por haber
sido el responsable de que los turcos se introdujeran en Europa.

Bajo el mandato de su hijo, Murad I (1360-1389) se hicieron las primeras conquistas turcas
estables en Europa sudoriental. Tomó Edirne (Adrianópolis) [4] en 1361, la convirtió en su
capital y nombró el primer visir del que sería el Imperio Otomano: Kara Halil Paşa. El
emperador bizantino se comprometió a pagar tributo regularmente a los otomanos y a
enviar contingentes militares para su ejército, debido a que no podían enfrentar la presión
turca sobre Constantinopla. Para defender a Europa de la amenaza turca, el Papa proclamó
una bula llamando de un modo formal a la Cruzada hacia 1366, que fue un fracaso.

En la decisiva batalla de Kossovo (1389) la victoria otomana permitió realizar nuevas


conquistas al sur del Danubio, acabando con la última defensa organizada en el área de los
Balcanes y dejó a Hungría como único oponente serio en el sudeste de Europa.

La Primera Cruzada, finalizó con una aplastante victoria de los jenízaros en la batalla de
Nicópolis (1396). Con esta batalla el ejército otomano llegó hasta los muros de
Constantinopla,

Los otomanos ocuparon Grecia y en 1397 llevaron a cabo la conquista de Atenas. Se


dirigieron entonces hacia el este, donde se encontraron con un enemigo mucho más
poderoso: Tamerlán. En 1402, los mongoles ganaron la batalla de Ankara, lo que supuso
el hundimiento de la hegemonía otomana en Asia Menor.

Sin embargo posteriormente el ejército otomano cruzó el Bósforo, tomó Edirne y comenzó
el primero de los grandes sitios a Constantinopla (1422). Poco a poco los otomanos se
fueron apoderando de todas las poblaciones cercanas a la ciudad, y ante el temor a una
invasión, el emperador bizantino pidió ayuda a los reinos europeos, pero pocos acudieron a
su llamada. El 29 de mayo de 1453, tras un sangriento asedio de 8 semanas los jenízaros
entraron en la ciudad. Esta conquista puso fin al Imperio Romano de Oriente y consolidó el
gran Imperio Otomano, que trasladó su capital a Constantinopla, a partir de aquí llamada
Estambul.

Tras esta victoria, Bosnia y Serbia pasaron a ser provincias otomanas y Albania quedó
incorporada al imperio en 1468. El imperio otomano llega hasta Italia, y los venecianos
reconocen la soberanía otomana y les pagan un tributo. También los mamelucos dejan de

[2] La península de Gallípolis se encuentra entre el mar de Mármara, el Mar Egeo y el estrecho de los
Dardanelos. BALBI, Adrián. (1848). Novísima Geografía Universal.

[3] Juan VI Cantacuceno (1292 –1383), Emperador bizantino desde 1347 hasta 1354.

[4] Edirne (también llamada por su antigua denominación, Adrianópolis) es una ciudad de tamaño medio
situada al noroeste de la Turquía europea, no lejos de las fronteras con Grecia y Bulgaria. En 1205 los
cruzados que habían invadido Bizancio fueron derrotados aquí por los búlgaros y, finalmente, en 1362,
Adrianópolis cayó en poder de los turcos otomanos.

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ser un enemigo, ya que su decadencia interna no les permite llevar a cabo el enfrentamiento
entre los dos imperios más importantes de Oriente Próximo.

Los otomanos continuan avanzando hacia los territorios húngaros, tomando Belgrado en
1521. De esta manera, la época dorada del Reino húngaro finalizaría en 1526, cuando
finalmente fueron vencidos por los turcos en la Batalla de Mohács

Suleyman II (1520-1566), consolido la paz y la estabilidad interior del imperio. La más


famosa de sus campañas fue el asedio de Viena en 1529, en la que fracasó. La decadencia
otomana comenzó después de la muerte de Suleyman el Magnífico, en 1566. El Imperio
Otomano alcanzó su máxima extensión geográfica, que duraría hasta 1683.

La primera derrota otomana en Europa, fue en la batalla de Lepanto, en 1571.

El Imperio Otomano sufrió un serio


revés cuando comprometió todos sus
recursos en un nuevo asalto a Viena,
que fracasó en 1683 gracias a la tenaz
resistencia de los austriacos.

El declive económico del Imperio


Otomano después de 1566 era, al
principio, solo relativo comparado con
lo que estaba ocurriendo en el oeste de
Europa, donde se produjo una
revolución industrial y comercial entre
los siglos XV y XVIII que transformó
la economía feudal europea, haciendo
Los húsares desfilando ante el rey, en una pintura de de Wojcieh que los anticuados gremios
Kossak. Museo Nacional de Cracovia desaparecieran de Europa.

Como casi todas las zonas en desarrollo del Medievo, el Imperio Otomano no experimentó
esta revolución. Por el contrario, sus instituciones industriales y comerciales no se
movieron más allá de sus técnicas manuales y la organización gremial, por lo que no podían
competir con las exportaciones europeas.

Posteriormente, las factorías occidentales introducían sus productos fabricados en masa a


los territorios otomanos, dejando sin vender su propia producción artesanal e iniciando el
proceso que arruinaría la economía otomana desde 1750 hasta 1850 y que casi destruyó por
completo las manufacturas, sobre todo las textiles. El Imperio Otomano fue incapaz de
seguir el ritmo de crecimiento económico ni de enfrentarse con la alta inflación europea.

Durante este mismo periodo holandeses e ingleses consiguieron clausurar completamente la


antigua ruta del comercio internacional que atravesaba el Oriente Próximo y,
consecuentemente, decayeron los ingresos del Imperio Otomano y la prosperidad de sus

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provincias árabes. (En 1859 se inicio la construcción del canal de Suez y se inauguro en
1869).

El Imperio Otomano no pudo mantener el ritmo de Europa en otros muchos aspectos. Por
ejemplo el capitalismo evolucionó acompañado del desarrollo de nuevas instituciones
políticas, métodos científicos y tecnología militar. Quizá la innovación más importante en
Europa después del Renacimiento fue la aparición de la idea de Estado como nación, una
unidad política que gradualmente se convirtió en el centro de la identificación nacional de
un pueblo y su lealtad a la nación. El Imperio Otomano, por el contrario, nunca fue una
unidad política y cultural con cohesión durante el periodo de 1600 a 1850, sino que siguió
siendo un conglomerado de distintas religiones y etnias. La identidad propia y la lealtad
estaban concebidas en un margen más estrecho: la familia o la millet.

Las instituciones educativas y científicas europeas, revitalizadas en el Renacimiento, fueron


superando a las de los otomanos, atascadas en una rutina de imitación y falta de crítica. La
«revolución científica» en Europa no solo llevó al desarrollo de nuevas infraestructuras
completamente nuevas, sino que también trajo un cambio en el armamento y en las técnicas
de hacer la guerra. Sólo un grupo muy reducido de pensadores en el Imperio Otomano se
dio cuenta de que su civilización se estaba quedando a la zaga del desarrollo económico
con respecto a Occidente, tanto en las innovaciones militares como en las instituciones
políticas y económicas.

El surgimiento de Estados fuertes económica y políticamente en Europa se sumó a un factor


de mucha relevancia a la hora de la caída otomana. El imperio era una máquina militar que
funcionaba a base de guerras cortas y victoriosas que permitían la expansión territorial, su
fuente de prosperidad. Cuando los otomanos se empezaron a encontrar con ejércitos mejor
preparados y con armas desconocidas, el imperio llegó a sus límites de expansión y
empezaron a retroceder. Fue en el siglo XVII cuando el Imperio Otomano empezó a perder
territorios a un ritmo constante en Austria, Rusia y en otros poderes europeos
expansionistas, territorios que eran perdidos en largas e infructuosas guerras. Así fue como
el Estado otomano no pudo seguir manteniendo su tesoro público a través de una máquina
militar que consumía más que aportaba y que absorbió la mayor parte de los ingresos de los
impuestos.

Además, en el plano religioso, las familias de los ulemas otomanos se convirtieron a algo
así como una aristocracia religiosa, pasando su poder a ser social y económico más que
moral, causando que muchos sectores de la población voltearan a los líderes populares
sufíes en busca un guía moral.

De este modo los otomanos se volvieron más fanáticamente musulmanes que nunca, y se
enredaron irremisiblemente en el juego político de las potencias coloniales de Occidente, al
tiempo que sobrevivía a las sublevaciones que sus propios jóvenes oficiales, educados en el
arte de la guerra occidental, y que promovían en nombre de esos mismos valores
occidentales que habían recibido. El "hombre enfermo de Europa", como se calificó al
Imperio, sobrevivió aún tres cuartos de siglo más, gracias al apoyo de Inglaterra (que
necesitaba a los otomanos para contrarrestar las ambiciones de Rusia de alcanzar el Mar
Mediterráneo). Esto no impidió que los otomanos perdieran virtualmente la administración
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de Egipto, al tiempo que los pueblos cristianos de los Balcanes (Serbia, Rumania, Bulgaria
y Albania) se fueran independizando uno detrás de otro.

Después de la derrota, en la gran guerra, de los Imperios centrales, de los cuales era aliado
el Imperio Otomano (gravemente socavado por la Rebelión Árabe apoyada por Gran
Bretaña) se desplomó en la anarquía. El primer Presidente de Turquía, Kemal Ataturk,
simplemente abolió el sultanato y renunció a la idea imperial, por lo que la historia del
Imperio Otomano alcanzó su fin en 1924.

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