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En pocos años habían formado un nuevo sultanato llamado de Rüm, est estoo es, de Roma
(Bizancio) en pleno centro de la península de Anatolia, después de la batalla de Manzikert
(1071) los turcos selyúcidas bajo el mando de Alp Arslan derrotaron a las tropas bizantinas
del basileus Romano IV Diógenes. Esto permitió que los selyúcidas crearan un vasto
sultanato que abarcaba Irak e Irán. Este enfrentamiento supuso el comienzo de la caída del
Imperio bizantino al abrir las puertas de Anatolia al empuje turco y la repoblación de
numerosas zonas de Asia Menor.
[1] BROWN, P.: El mundo en la Antigüedad tardía. De Marco Aurelio a Mahoma. Madrid: Taurus, 1989.
CAHEN, Cl.: El Islam, v. 1. Historia Universal Siglo XXI, 14. Madrid: Siglo XXI, 1992.
- Oriente y Occidente en tiempos de las cruzadas. Madrid: Fondo de Cultura Económica,
2001.
CHEYNET, JEAN-CLAUDE. (2009). Byzance: L'Empire romain d'Orient, Armand Colin
KITSIKIS, Dimitri. (1989). El Imperio otomano, Fondo de Cultura Económica, México.
NICOL, Donald MacGillivray. (1993). The Last Centuries of Byzantium, 1261–1453. Cambridge University
Press.
NORWICH, J. J. (2000): Breve historia de Bizancio, Madrid.
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A partir de 1073 los selyúcidas comenzaron a invadir Anatolia, ya sin oposición. Los
bizantinos sólo pudieron conservar parte de las costas. El Imperio bizantino había perdido
la mitad de su tierra cultivable y de sus recursos humanos, y la nueva frontera era
absolutamente indefendible. Por ello, los cronistas bizantinos siempre se refirieron a la
batalla de Manzikert como aquel día terrible. De este modo se explica la petición
formulada por el emperador Alejo Comneno al papa Urbano II en 1095 para que le enviara
mercenarios que le permitieran reconquistar el terreno perdido, lo que daría origen a la
Primera Cruzada en 1366.
Así, la gran potencia militar que había sido durante siglos el Imperio bizantino pasó a la
defensiva, constituyendo aún una fuerza significativa hasta la batalla de Myriokephalon en
1176, un siglo más tarde, no pudiendo garantizar por más tiempo la contención de las
fuerzas del Islam.
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A partir de 1354 los cuerpos de expedición otomanos dirigidos por Suleyman Paşa
establecieron una base permanente en la península europea de Gallípolis [2], a pesar de las
protestas del emperador Cantacuceno [3] y otros. Este último tuvo que abdicar por haber
sido el responsable de que los turcos se introdujeran en Europa.
Bajo el mandato de su hijo, Murad I (1360-1389) se hicieron las primeras conquistas turcas
estables en Europa sudoriental. Tomó Edirne (Adrianópolis) [4] en 1361, la convirtió en su
capital y nombró el primer visir del que sería el Imperio Otomano: Kara Halil Paşa. El
emperador bizantino se comprometió a pagar tributo regularmente a los otomanos y a
enviar contingentes militares para su ejército, debido a que no podían enfrentar la presión
turca sobre Constantinopla. Para defender a Europa de la amenaza turca, el Papa proclamó
una bula llamando de un modo formal a la Cruzada hacia 1366, que fue un fracaso.
La Primera Cruzada, finalizó con una aplastante victoria de los jenízaros en la batalla de
Nicópolis (1396). Con esta batalla el ejército otomano llegó hasta los muros de
Constantinopla,
Sin embargo posteriormente el ejército otomano cruzó el Bósforo, tomó Edirne y comenzó
el primero de los grandes sitios a Constantinopla (1422). Poco a poco los otomanos se
fueron apoderando de todas las poblaciones cercanas a la ciudad, y ante el temor a una
invasión, el emperador bizantino pidió ayuda a los reinos europeos, pero pocos acudieron a
su llamada. El 29 de mayo de 1453, tras un sangriento asedio de 8 semanas los jenízaros
entraron en la ciudad. Esta conquista puso fin al Imperio Romano de Oriente y consolidó el
gran Imperio Otomano, que trasladó su capital a Constantinopla, a partir de aquí llamada
Estambul.
Tras esta victoria, Bosnia y Serbia pasaron a ser provincias otomanas y Albania quedó
incorporada al imperio en 1468. El imperio otomano llega hasta Italia, y los venecianos
reconocen la soberanía otomana y les pagan un tributo. También los mamelucos dejan de
[2] La península de Gallípolis se encuentra entre el mar de Mármara, el Mar Egeo y el estrecho de los
Dardanelos. BALBI, Adrián. (1848). Novísima Geografía Universal.
[3] Juan VI Cantacuceno (1292 –1383), Emperador bizantino desde 1347 hasta 1354.
[4] Edirne (también llamada por su antigua denominación, Adrianópolis) es una ciudad de tamaño medio
situada al noroeste de la Turquía europea, no lejos de las fronteras con Grecia y Bulgaria. En 1205 los
cruzados que habían invadido Bizancio fueron derrotados aquí por los búlgaros y, finalmente, en 1362,
Adrianópolis cayó en poder de los turcos otomanos.
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ser un enemigo, ya que su decadencia interna no les permite llevar a cabo el enfrentamiento
entre los dos imperios más importantes de Oriente Próximo.
Los otomanos continuan avanzando hacia los territorios húngaros, tomando Belgrado en
1521. De esta manera, la época dorada del Reino húngaro finalizaría en 1526, cuando
finalmente fueron vencidos por los turcos en la Batalla de Mohács
Como casi todas las zonas en desarrollo del Medievo, el Imperio Otomano no experimentó
esta revolución. Por el contrario, sus instituciones industriales y comerciales no se
movieron más allá de sus técnicas manuales y la organización gremial, por lo que no podían
competir con las exportaciones europeas.
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provincias árabes. (En 1859 se inicio la construcción del canal de Suez y se inauguro en
1869).
El Imperio Otomano no pudo mantener el ritmo de Europa en otros muchos aspectos. Por
ejemplo el capitalismo evolucionó acompañado del desarrollo de nuevas instituciones
políticas, métodos científicos y tecnología militar. Quizá la innovación más importante en
Europa después del Renacimiento fue la aparición de la idea de Estado como nación, una
unidad política que gradualmente se convirtió en el centro de la identificación nacional de
un pueblo y su lealtad a la nación. El Imperio Otomano, por el contrario, nunca fue una
unidad política y cultural con cohesión durante el periodo de 1600 a 1850, sino que siguió
siendo un conglomerado de distintas religiones y etnias. La identidad propia y la lealtad
estaban concebidas en un margen más estrecho: la familia o la millet.
Además, en el plano religioso, las familias de los ulemas otomanos se convirtieron a algo
así como una aristocracia religiosa, pasando su poder a ser social y económico más que
moral, causando que muchos sectores de la población voltearan a los líderes populares
sufíes en busca un guía moral.
De este modo los otomanos se volvieron más fanáticamente musulmanes que nunca, y se
enredaron irremisiblemente en el juego político de las potencias coloniales de Occidente, al
tiempo que sobrevivía a las sublevaciones que sus propios jóvenes oficiales, educados en el
arte de la guerra occidental, y que promovían en nombre de esos mismos valores
occidentales que habían recibido. El "hombre enfermo de Europa", como se calificó al
Imperio, sobrevivió aún tres cuartos de siglo más, gracias al apoyo de Inglaterra (que
necesitaba a los otomanos para contrarrestar las ambiciones de Rusia de alcanzar el Mar
Mediterráneo). Esto no impidió que los otomanos perdieran virtualmente la administración
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de Egipto, al tiempo que los pueblos cristianos de los Balcanes (Serbia, Rumania, Bulgaria
y Albania) se fueran independizando uno detrás de otro.
Después de la derrota, en la gran guerra, de los Imperios centrales, de los cuales era aliado
el Imperio Otomano (gravemente socavado por la Rebelión Árabe apoyada por Gran
Bretaña) se desplomó en la anarquía. El primer Presidente de Turquía, Kemal Ataturk,
simplemente abolió el sultanato y renunció a la idea imperial, por lo que la historia del
Imperio Otomano alcanzó su fin en 1924.
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