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Cambios de perspectiva, de la arqueología

procesual a la post-procesual
Por Iyaxel Cojtí Ren (iyaxel@yahoo.com)

Introducción.
El desarrollo de la arqueología maya ha ido acompañada por múltiples perspectivas
teóricas y técnicas que respondieron al contexto sociopolítico y científico de la época en
que fueron propuestas. A finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, la arqueología estuvo
influenciada por las corrientes teóricas antropológicas, pero estas eran adaptadas en una
versión más técnica y aplicada a los estudios de la cultura material. Éstas determinaban
que aspectos de los restos arqueológicos debían de identificarse e investigarse, como
también determinaban que variables eran y no eran “importantes” para la reconstrucción
de una cultura. A esto se le suma la selección de técnicas y métodos para el análisis, las
cuales en su mayoría tendían a favorecer los resultados propios de la corriente vigente. La
llamada corriente Procesual como base técnica de investigación, tuvo sus inicios desde la
aparición de las corrientes materialista cultural y ecología cultural (quizá antes), pero su
versión teórica surge a mediados del siglo XX y se postula como el marco teórico principal
de la arqueología. La arqueología procesual sigue teniendo un carácter positivista centrado
en los estudios rigurosos y científicos, por lo que la cultura en estudio es analizada e
interpretada desde una visión y forma occidental, y no desde sus propios parámetros
culturales. Sin embargo una nueva corriente antropológica llamada posmodernismo y
ciertas circunstancias académicas y contextuales, impulsaron nuevas reflexiones en el
campo arqueológico que incidieron no solo en la forma en cómo se hacía la arqueología,
sino que también criticaba el papel de la arqueología en la sociedad y su falta de ética. El
presente ensayo, es una breve revisión de las posturas que diferencian la corriente procesual
de la post procesual, y la forma en como estas surgieron.
La perspectiva materialista de la Arqueología.
La visión materialista es un rasgo propio de la disciplina arqueológica, sin embargo la
información que se obtiene de su estudio ha sido reconocida por muchos arqueólogos
como limitada. Esto se debe a que lo material es solamente una parte de la expresión
cultural y social de una civilización, por lo que la interpretación basada solamente en estos
restos es incompleta o parcial. Para los materialistas culturales (Willey, Sabloff y Sanders), el
factor económico y la satisfacción material eran los aspectos principales que impulsaban el
desarrollo de las culturas; por otro lado, los defensores de la ecología cultural (Steward y
White), proponían que la disponibilidad de recursos en el ambiente y la adaptación a este
eran los requerimiento básicos para la subsistencia y la evolución (Fash, 1994:183). Ambas
perspectivas, aunque válidas, tendían a omitir otros factores que también jugaban un papel
importante en la vida de los antiguos mayas, además estas perspectivas no analizaban los
procesos sociopolíticos y culturales internos de la población sino que proponían
explicaciones muy estáticas propias de distintos períodos de tiempo, cada vez más
complejizados. Para Willey (1979, 249-50), cuyo fuerte fueron los estudios del patrón de
asentamiento, las investigaciones ya no debían ser muy especializadas (postura
contradictoria a su antiguo pensamiento), sino que debían de ser cada vez más holísticos o
sea debía de enriquecerse con datos de otras disciplinas tradicionales como la epigrafía y la
etnografía entre otras. Él defendía que una civilización era como un gran sistema compuesto
de varios subsistemas que interactuaban entre sí. Para la cultura maya, los principales
subsistemas que explicaban su desarrollo eran: la subsistencia, el patrón de asentamiento, la
organización sociopolítica y la ideología. Si se observan con cuidado estos cuatro
subsistemas, se puede notar que todos estás relacionados y caen dentro de los estudios del
patrón de asentamiento desempeñados por Willey, solo que se le agrega el factor
ideológico. A pesar de esta redundancia, es de reconocer la importancia que se le
comenzó a dar a los factores no materiales como lo ideológico y lo cosmogónico, los cuales
daban sentido al posicionamiento de los edificios y significado a los rasgos de éstos; otro
avance fue el agregar datos históricos y de organización social a los estudios de patrón de
asentamiento derivados de las inscripciones de murales y estelas. Su perspectiva holística
puede resumirse en unir los aspectos tangibles y los intangibles en los estudios de una cultura.
Una crítica que puede hacerse a esta postura el es desbalance entre los dos aspectos,
debido a que la base de estudio siempre va a ser lo material y lo inmaterial terminaría siendo
un apoyo o complementación de la interpretación, pero no el factor determinante de la
presencia y las características de la cultura material.

La arqueología Procesual.
Durante las décadas de los 60’ y 70’ surge en Estados Unidos la arqueología procesual, y
sus principales representantes eran: Lewis Binford, Clark, Shiffer y Flannery. Su perspectiva
teórica se basaba en el uso de modelos de sistemas para explicar el funcionamiento de los
subsistemas dentro de uno mayor (que era la cultura), además se valía de la investigación
objetiva y positivista por medio del uso de técnicas científicas. Los estudios de estas
décadas guardaban mucho en común con las investigaciones anteriores, en especial
porque se conservaban los mismos enfoques materialistas, economicistas, y sincrónicos.
Según Adams y Hammond (487), las publicaciones arqueológicas de estas épocas,
incluyendo las de los años 80’, se presentaban como monografías que incluían una
cantidad de datos ordenados y clasificados que se obtuvieron en los trabajos de campo. El
nivel de interpretación de estos informes por lo general se quedó en un nivel intermedio,
principalmente porque la corriente procesual identifica el resultado de sus análisis como de
alcance medio. Otros motivos fueron el seguimiento de estudio de las mismas variables
antiguas como: el patrón de asentamiento, la secuencia cerámica, la organización social,
el comercio, la guerra y la agricultura. Lo novedoso y particular de esta corriente es que
comienza a emplear la teoría y los modelos de sistemas; se usan las simulaciones
computarizadas; se hacen más frecuentes los análisis estadísticos, y se integran perspectivas
de otras corrientes teóricas como el funcionalismo, el difusionismo y el estructuralismo
funcional, entre otras. En ocasiones, a esta corriente se le puede agregar la
implementación de analogías con documentos etnohistóricos yucatecos en los temas de
organización social y patrón de asentamiento principalmente, y las comparaciones
transculturales. Debido a que la arqueología procesual trataba y trata de apegarse a los
estándares científicos, se esfuerza por emplear métodos de fechamiento absoluto y otras
tecnologías actualizadas para obtener datos más objetivos.
Las críticas dirigidas a la arqueología procesual son varias, entre ellas el hecho de que ésta
se considera la forma correcta y estándar de hacer arqueología, por lo que otros
procedimiento y otras perspectivas son desvalorizadas y refutadas; en que los datos
obtenidos por procedimientos procesuales muy complejos (modelos de sistemas o análisis
estadísticos) son inválidos por la naturaleza de su origen pero lamentablemente esto no se
reconoce; porque omite o invisibiliza factores abstractos dentro de modelos objetivos y por
último, es el hecho de que no toma en cuenta el factor históricos en el estudio de una
sociedad. Para Joyce Marcus (1983:454-6) otras deficiencias que poseen los mayanistas
(aunque no se refiere exclusivamente de los procesuales) es que los estudios tienden a ser
más especializados que integrales, es por eso que las interpretaciones terminan siendo
parciales y basados en ciertos factores de una cultura. Otra crítica que ella hace, es que los
arqueólogos carecen de un diseño de investigación antropológico, y de una noción de
investigación tanto local como regional. Cuando se habla de diseño de investigación
antropológica se hace referencia a que los arqueólogos deberían de incluir nuevos métodos
de estudio como la etnografía y en ciertos temas la observación participativa. Este caso
trae al tema la etnoarqueología, pero con la diferencia de que el arqueólogo no solo será
observador de una cultura sino también será participe de sus practicas culturales. La
limitante de esta perspectiva en especial en Guatemala, es que se considera a lo maya
como algo extinto que sobrevive únicamente en los restos arqueológicos, por lo que el
hacer analogías sería algo incorrecto o poco confiable. Sin embargo la perspectiva de
Marcus, trata de rescatar la importancia de la visión emic al darle valor a la ideología, a la
cosmogonía y a los conocimientos de los antiguos mayas, por lo que sugiere el uso de
herramientas antropológicas (Marcus, 1983: 468). A esta autora se le podría ubicar en la
transición de las dos corrientes procesual y posprocesual, ya que no descarta la importancia
que han tenido las posturas y los trabajos objetivos de sus predecesores en el avance del
conocimiento de la civilización maya. Más bien, amerita el aparecimiento de nuevas
posturas a partir de las críticas constructivas y destructivas de los antiguos modelos
arqueológicos. Uno de los aspectos que distancia la postura de Marcus con la arqueología
posprocesual, es que aún no toma en cuenta el impacto y el papel que tiene la arqueología
en la sociedad, ni el contexto social y político en el que esta se desenvuelve. Tampoco se
interesa en el tema de los derechos de los indígenas sobre su pasado, más bien defiende la
importancia de sus conocimientos pero de una forma más ética, pero en el fondo sigue el
mismo pensamiento tradicional.

La arqueología Posprocesual.
La arqueología posprocesual surge como una alternativa ante las limitaciones de la
arqueología procesual, y por los cambios en los acercamientos marxistas los cuales se
centraban en las relaciones sociales de producción. Este cambio abrió el camino a la
arqueología posprocesual, la cual retomó la teoría social de teóricos como Bordieu (1977) y
Giddens (1979) quienes estaban interesados en examinar los micro-procesos de la vida diaria
más que las redes macro-económicas y las interacciones. La arqueología posprocesual
intentaba incrementar perspectivas alternativas de interpretación, integrar la
multivocalidad, y la crítica hacia el positivismo y las relaciones de la arqueología con la
globalización, con las sociedades pos-industriales, entre otros temas (Hodder, 2007:27).
Otras corrientes teóricas que han fortalecido la postura posprocesual son: la antropología
marxista francesa, el estructuralismo, el posestructuralismo, la teoría crítica, el existencialismo
de Heiddeger y los diferentes movimientos de liberación (Trigger, 2007: 46).
Como un ejemplo de un trabajo posprocesual se puede citar el artículo de William Fash
(1994) titulado Changins perspectves in Maya civilization. En este trabajo, Fash intenta
primero visualizar ciertos problemas que enfrenta la arqueología, como el desinterés hacia
las repercusiones de la arqueología en la sociedad y en especial hacia la población
indígena; la competencia entre las distintas perspectivas teóricas para ver cual es la más
aplicable; y la persistencia de la visión evolucionista y sus correspondientes términos como
apogeo y declive. Este autor propone que un enfoque teórico debe tener un carácter
dialéctico entre las corrientes antiguas y las más recientes. Por ejemplo, los estudios reciente
en los campos etnográfico, etnohistórico y lingüístico, han permitido reconstruir formas de
vida y comportamientos que con la simple revisión del material cultural hubiera sido
imposible inferir. Lo que se quiere alcanzar entonces son los estudios multidisciplinarios y el
uso de métodos que hagan uso del enfoque emic, ya que esto permitiría observar otras
dinámicas y perspectivas que no se han tomado en cuenta en los estudios tradicionales
(Fash, 1994: 182-186). Una variable que talvez ha sido tomada en cuenta en los estudios
mayas pero que por su naturaleza ha sido difícil de entenderla, es la ideología. Para el
arqueólogo Arthur Demarest (1992), la ideología fue el principal foco de poder para los
gobernantes mayas durante el período Clásico. Es por eso que propone un modelo en
donde considera a la ideología, a las cualidades del líder gobernante y los registros
históricos, como esenciales para analizar la evolución de una civilización. Si esta postura
con el tiempo fuera comprobada entonces se estaría regresando al modelo antiguo de la
sociedad teocrática. Para Fash, este regreso es totalmente válido ya que la arqueología
debe enriquecerse de los conocimientos derivados de antiguas investigaciones, por lo que
es casi una obligación que este tenga un carácter dialéctico. Por último, el autor hace
énfasis en otros aspectos propios de la arqueología posprocesual, como el tomar en cuenta
el contexto en donde esta se desenvuelve; el defender una postura ética en el trabajo;
tratar de integrar herramientas antropológicas en el quehacer arqueológico, y no tratar a los
sitios arqueológicos como fuentes de investigación científica, sino como una herencia
cultural de la gente maya (Fash, 1994:198).

Diferencias entre arqueología procesual y posprocesual.


Entre las diferencias más importantes de estas corrientes teóricas están: la arqueología
procesual se concentra en el estudio del comportamiento humano, la arqueología
posprocesual enfatiza el estudio de la cultura. La arqueología procesual se enfoca en los
patrones de subsistencia, la economía y la organización social; la arqueología posprocesual
estudia los valores y creencias religiosas. La arqueología procesual investiga las
regularidades transculturales, la arqueología posprocesual estudia la idiosincrasia cultural.
La arqueología procesual explica el comportamiento humano como la respuesta racional a
fuerzas externas, mientras que la arqueología posprocesual estudia el comportamiento
como la persecución de objetivos culturalmente establecidos (Trigger, 2007:46). Otra
cualidad de la arqueología posprocesual es que trata de estar actualizada con los temas
sociopolíticos del contexto actual, por lo que su visión es muy crítica (o adaptativa a lo
políticamente correcto del momento), sin embargo han sido pocos los casos en que esta
perspectiva teórica ha logrado aterrizar al campo arqueológico (entre ellos los proyecto de
Ian Hodder en Çatalhöyuk y el de Arthur Demarest en Cancuén).
Conclusiones.
La arqueología posprocesual sigue las mismas dinámicas que todas las corrientes “post” y
es la de criticar los errores de las perspectivas antiguas para cambiarlas, complementarlas o
mejorarlas. En el caso de la arqueología posprocesual, su cambio se debía no solamente a
sus limitantes en el campo científico, sino a la conservación de posturas y perspectivas
conservadoras que se heredaron de su origen colonial y que afectaban las relaciones entre
arqueología y sociedad. La crítica principal que se le hacía y se le sigue haciendo a esta
corriente, es su imposición de autoridad académica ante otros tipos de enfoques de
estudios, en contraposición se postula la multivocalidad, los estudios contextuales y el
aspecto dialéctico. Esta multivocalidad trata de visibilizar sectores minorizados en los
estudios arqueológicos, como lo es el sector femenino y el sector indígena principalmente.
La arqueología posprocesual de nuevo trata de relacionarse más con las teorías
antropológicas, pero no en el sentido de adaptar su teoría al campo arqueológico, sino en
buscarle una aplicación al producto de los estudios en beneficio ya no solo del académico
y de la cultura dominante sino de las poblaciones relacionadas al “objeto de estudio”. La
arqueología siempre ha sido un campo político, el esfuerzo es ver como esa arena que esta
acaparada, comienza a democratizarse para responder a los intereses y necesidades de
los mayas, de las mujeres y de los guatemaltecos en general.

Bibliografía

Adams, R.E. y N. Hammond


1979 “Maya Archeology 1976-1980: a Review of Mayor Publications”. Latin American
Researsh Rewiew.

Demarest, Arthur
1992 Ideology in ancient Maya cultural evolution: the dynamics of galactic polities. In
Ideology and Pre-columbian civilization. Ed. Conrad y Demarest. Santa Fe.

Fash, William
1994 “Changing perspectives on Maya Civilization”. In Annual Reviews Anthropology.
United States.

Hodder, Ian
2007 “The ‘Social’ in Archaeological Theory: An Historical and Contemporary Perspective”.
In A companion to Social Archaeology. Ed. Lynn Meskell and Robert W. Preucel.
Blackwell Publishing. United States.
Marcus, Joyce
1983 “Lowland Maya Archaeology at the Crossroads”. In Society for American
Archaeology. United States.

Trigger, Bruce
2007 “Cross-Cultural Comparison and Archaeological Theoty” In A companion to Social
Archaeology. Ed. Lynn Meskell and Robert W. Preucel. Blackwell Publishing.

Willey, Gordon
1979 “Towards an Holistic view of Ancient Maya Civilization” In The Huxley Memorial
Lecture. United States.

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