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Alguna vez leí que el ser humano puede considerarse el único animal ético, y la
fundamentación de esta afirmación se sostenía en el hecho de que en realidad
es el único ser con capacidad para visionar su futuro, de planificarlo, de
proyectarlo y siempre desde una perspectiva de bienestar para él mismo;
aunque en esa búsqueda alguna veces atropelle a otros. Pensando desde este
referente, se puede reafirmar entonces el valor de la prospectiva como una
operación mental, intelectual y cognoscitiva estricta y vitalmente humana, pero
que como gran contraste; no puede aplicarse al género humano, por lo anterior,
resulta una verdad de perogrullo sentenciar que lo más impredecible que existe
en esta realidad mundana es la imposibilidad de predecir una conducta
humana.

Pero ¿cuál es el sentido de la prospectiva si no es precisamente mejorar las


condiciones de desarrollo económico, social, cultural, educacional de las
sociedades humanas? Para responder el interrogante queda por establecer que
si bien las actitudes de las personas no pueden cuantificarse, ni planearse, si
puede hacerse con las condiciones de vida y el contexto en que éstas se realizan
como individuos de manera que se genere una sinergia que permita las
transformaciones culturales, psicológicas y comportamentales que se esperan
en ellas en un determinado tiempo y bajo unas particulares situaciones.

Ese es el pensamiento que se privilegia en las instituciones y en especial en las


educativas, allí se piensa en la transformación de las personas desde un
presente; se planea el perfil del egresado, su impacto en la sociedad, su sentido
como ciudadano; sin embargo se tiene claro que no se está lanzando en
prospectiva a las personas sino las condiciones y circunstancias que las afectan
positiva o negativamente. Esa es la razón de que exista una visión institucional,
dentro de esta se conjugan los sueños respecto a la comunidad, los estudiantes
y sobre todo la institución misma. En esta perspectiva la prospectiva va más
allá de la predicción, pues en la medida que se anuncia a la comunidad
educativa, se empiezan a suceder cambios estructurales y coyunturales que
paulatinamente acarreen esos cambios sistemáticos y estructurados esperados.

En nuestra institución educativa Bernardo Arias Trujillo se maneja la


prospectiva, respecto a la calidad de los procesos educativos y su
reconocimiento; se visiona como la mejor institución regional para el año 2015.
Este anuncio aparece, visible, tangible y concreto en los documentos oficiales,
en las paredes de la construcción y en el manual de convivencia aunque pensar
en esta visión no implica cambiar en lo intangible a la comunidad, que
generalmente llega a solicitar los servicios educativos, desde un contexto
conflictivo, con graves problemas de pobreza, falta de proyecto de vida,
desempleo, maltrato infantil. No. Tampoco implica predecir lo que cada uno
tendrá que ser en el año 2005; lo que realmente significa es la proyección de
acciones tangibles tendientes a cambiar su nivel de pensamiento, su capacidad
de decisión, de autonomía, su nivel académico, de manera que esos estudiantes
puedan transformarse individual y colectivamente desde un sentido crítico y
no como resultado de un patético experimento de lavado de cerebro de los
directivos y maestros del colegio.

La prospectiva desde la cual se diseña y trabaja la institución no sólo obliga a


predecir sino a evaluar desde el presente la viabilidad de esa predicción en lo
económico, lo académico, lo com unitario, lo pedagógico y la capacidad de
gestión, para obtener resultados reales y no espejismos de la realidad. Se exige
la necesidad de realizar diagnósticos, confrontación de datos, sistematicidad en
el manejo de la información y sobre todo la permanen te evaluación de los
procesos. Lo anterior no descalifica la flexibilidad, sin embargo está es aplicable
a las personas participantes de los procesos y a los procesos mismos, debido a
que los fenómenos y los comportamientos, a diferencia de los acontecimientos
no se pueden predecir con exactitud y obligan a prepararse para la sorpresa, el
dato extraño, lola incertidumbre en términos de Morín. Y    

      
 

Así, la prospectiva institucional, difícilmente puede aplicarse desde la


extrapolación de eventos ocurridos en instituciones diferentes o parecidas a la
nuestra ya que las condiciones humanas, jamás serán las mismas; tampoco
podrá sustentarse desde la comparación con hechos pasados de la misma
institución ya que las condiciones y contextos van cambiando y mucho menos
en los juicios de valor de los directivos o allegados. En una institución como la
nuestra no puede existir la predicción ni la profecía, sólo la planeación crítica,
desde la visión cualitativa desde los enfoques descriptivos, mas no
prescriptivos y menos normativos. La prospectiva en educación debe estar
centrada en las visiones pluralistas, analíticas y críticas que apunten a la
incidencia planeada en las situaciones que se constituyen en amenaza para la
intervención en las condiciones desfavorables para el propósito esperado en
determinado lapso y en el que se estima la transformación cultural del
pensamiento de los individuos participantes en el acto educativo para que
puedan alterar las condiciones esperadas para el bienestar de todas.

Para concluir, predecir el futuro no es la tarea de los procesos educativos, pero


sin esta predicción la educación no tendría sentido para los individuos de una
sociedad; el sentido de la educación se convierte entonces en predecir las
condiciones en que los individuos puedan desarrollar un pensamiento
prospectivo para transformarse de manera autónoma, ya que no se pueden
normatizarse los cambios deseables en los individuos de una sociedad de
manera masiva.

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