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ATAQUE POR SORPRESA

PARTE 7
(Mar 6 – 2011)

INTRODUCCIÓN
Hemos estado hablando de uno de los ataques más desalmados de Satanás contra
las iglesias cristianas, que consiste en provocar la división en alguna de ellas en
particular, especialmente aquellas que son ejemplo de unidad, armonía y de predicación
sana y eficaz de la Palabra. Esto destruye el deseo de unidad que Jesús expresó en su
oración al Padre, que leemos en Juan 17. Pero ahora quiero plantear una situación que,
seguramente puede causar polémica, porque parece contradecir todo lo dicho
anteriormente. Les pregunto lo siguiente: ¿Es la división entre los cristianos siempre
algo malo? Es decir, ¿puede ser la desunión algo conveniente en algunos casos? La
primera reacción nos puede llevar a decir, “No, de ninguna manera. La unidad siempre
es lo mejor”. Decimos, la unidad hace la fuerza; por eso debe haber siempre unidad:
Unidad en la familia, unidad en un pueblo, y por supuesto, la unidad entre los cristianos.
Esta filosofía de la unidad siempre como un bien, es la que alimenta un
movimiento que está creciendo en el mundo y que se llama el ecumenismo, que propone
la unión de todas las iglesias dentro de la rama del cristianismo, e inclusive con
religiones no cristianas. Por supuesto esta unión formaría una nueva religión que sería
una mezcla de las creencias de todas religiones y creencias del mundo. Nosotros por
ejemplo, tendríamos que quitar Jn. 14:6 donde Jesús dice “nadie viene al Padre sino
por mí”, y tendríamos que enseñar que también se puede ser salvo por medio de
Mahoma, Buda, Krishna, o algún otro. ¿Qué les parece? Creo que ahora, entenderemos
mejor las siguientes palabras que dijo Jesús:
Mt. 10:34-37 “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido
para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre
contra su padre, a la hija contra su madre, y la nuera contra su suegra; y los enemigos
del hombre serán lo de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno
de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí”
Así que, vuelvo a preguntarles, ¿puede ser la desunión algo conveniente, algo
bueno? Ahora podemos responder: Por supuesto que sí. Hay casos en que lo mejor es la
desunión: la desunión en la familia, la desunión en un pueblo, la desunión entre los
“cristianos”. Este último punto es el que quiero tratar en este mensaje; cuando es
preferible la desunión entre los cristianos.

I.- LA DESUNIÓN ORDENADA EN LA BIBLIA


Además del pasaje de Mt. 10:34.37 que ya leímos, también encontramos uno
paralelo en:
Lc. 12:51-53 “¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No,
sino disensión. Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres
contra dos, y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el
padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y
la nuera contra su suegra”
¿Qué quiso decir Jesús con que él sería causa de división? Sin duda se refería a
que la fe en Jesucristo puede dividir una familia y poner a los no creyentes en contra de
los creyentes. Esto es algo que el creyente tendrá que aceptar sufrir por causa de su fe.
Esta división, aunque se oiga raro, es aprobada por el Señor. Más si su amor a su padre
o madre o hijos es mayor que su amor a Jesús, entonces no puede ser seguidor de
Jesucristo y se volverá a su familia incrédula.
Pero, quiero ir más lejos: ¿Aprobará Dios, en algunos casos, la desunión entre
creyentes? ¿Aprobará Dios la desunión con hermanos de la misma iglesia? La respuesta
es, aparentemente, sí. Hay cuando menos dos motivos de desunión ordenada por la
Palabra de Dios:

1.- Por falsa doctrina


La Biblia enseña que nos debemos separar de aquel hermano que se haya
apartado de la sana doctrina y esté predicando una falsa doctrina. ¿Dónde lo dice?
2Jn. 9-11 “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo,
no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al
Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le
digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! Participa en sus malas obras”
Se oye esto fuerte, pero es necesario por la misma razón que Dios prohibió a
Israel emparentar con las naciones vecinas, para que no los contaminaran con su
paganismo. De la misma manera se nos prohíbe a nosotros, tener compañerismo con
gente que pueda introducir herejías en nuestra iglesia. Aunque a veces nos puedan
acusar de divisionistas por no querer tener compañerismo con esta clase de “hermanos”
y las iglesias que los reciben:
“Se debe dar gusto a Dios, antes que a los hombres” (Hch. 5:29)

2.- Por conducta indigna


También la Biblia nos enseña que nos debemos apartar de aquel hermano que
practica el pecado. Leamos lo que Pablo ordenó a la iglesia de Corinto con respecto de
un hermanito que vivía en fornicación con la mujer de su padre:
1Cor. 5:11, 13 “Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que,
llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o
ladrón; con el tal ni aún comáis... Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros”

Así que, ¿podemos entonces afirmar que la Biblia enseña en ciertos casos la
desunión entre hermanos en Cristo? La respuesta es, como dije antes, aparentemente sí,
pero en realidad NO. Me explico: Si ponemos atención a los pasajes ya leídos,
descubrimos, por ejemplo, que 2Jn. 9 dice: “Cualquiera que se extravía, y no persevera
en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios” Y el pasaje de 1Cor. 5:11 dice: “Más bien os
escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano”. Es decir, en realidad,
en ninguno de los dos casos se trata de un auténtico hermano en Cristo, sino de un falso
hermano entre nosotros, de cizaña que crece junto con el trigo. Estos falsos hermanos
están sembrados para extraviar, si fuere posible, a los verdaderos creyentes. Son lobos
que pueden devorar a las ovejas, y por eso el Señor nos advierte:

II.- ¡CUIDADO CON LOS LOBOS!


Estas personas dan la apariencia de ser salvos. Muy pocos creyentes pueden
distinguirlos, e incluso ellos mismos, se creen salvos. El gran peligro es que algunos de
estos, son líderes o maestros. Jesús les dijo a los de su tiempo, así:
Lc. 11:44 “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Que sois como
sepulcros que no se ven, y los hombres que andan encima no lo saben”
Estos son ciegos guías de ciegos, que están conduciendo a la gente al infierno, y
los hombres que lo siguen, no lo entienden, no lo saben. Algunos de estos están en la
radio o en la televisión, y son oídos en todo el mundo. Algunos son famosos
evangelistas que llevan a cabo grandes cruzadas por diferentes países del mundo.
Algunos de estos falsos ministros son maestros de Biblia en seminarios cristianos; otros
se llaman a sí mismos apóstoles de Cristo; otros se autonombran profetas. Parecen
ministros de justicia, pero en realidad son ministros de Satanás. Pablo escribió de ellos:
2Cor. 11:13-15 “Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se
disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla porque el mismo Satanás se
disfraza como ángel de luz. Así que no es extraño si también sus ministros se disfrazan
como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”
Hace algunos años hubo un famoso evangelista en E. U. que tenía un gran poder
para hacer milagros de sanidad. Podía decirle cosas a la gente de sí misma, que nadie
más podía saber. Podía inclusive decir quiénes se sentarían en las sillas en las cruzadas,
antes de que comenzara la cruzada. Parecía un verdadero siervo de Dios. Pero tiempo
después, se supo que era un practicante del adulterio. Al finalizar cada día de su cruzada
se iba a un hotel para estar con otra mujer. Jesús nos advirtió:
Mt. 24:24 “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán
grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los
escogidos”
De esta clase de cristianos es de los que nos debemos apartar y no tener
compañerismo con ellos. Pero muchos no son famosos predicadores y maestros, la
mayoría son miembros comunes de iglesias, que ellos se creen cristianos verdaderos, se
creen salvos; pero dan un mal testimonio de la iglesia al mundo, o tienen conflictos con
todo mundo: en su trabajo, con otros hermanos de la iglesia, problemas matrimoniales,
con sus hijos, etc. Y por más que se les exhorta, parece que se componen pero vuelven a
lo mismo. Nos causan a los demás, desánimo, cansancio, tiempo perdido inútilmente.
No escuchan el consejo de la palabra, ¿por qué? Porque no son verdaderas ovejas. Jesús
dijo:
Jn. 10:27 “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”
Las verdaderas ovejas oyen la exhortación de la Palabra de Dios y se sujetan a
ella, las falsas, hacen lo que se les antoja. Necesitamos reconocerlas, para apartarnos de
ellas. Pero también, necesitamos reconocer si no somos nosotros mismos una de esas
falsas ovejas y nos engañamos a nosotros mismos. ¿Cómo? Jesús dijo: “Por sus frutos
los conoceréis” (Mt. 7:20). Si alguien dice: -Yo soy salvo por gracia. Yo creo en Jesús.
Yo predico el evangelio- Pero aunque diga estas cosas y aun predique el evangelio:
Si no ha nacido de nuevo, está perdido (Jn. 3:3)
Si no ama a su hermano, está perdido (1Jn. 3:14) Porque Jesús antes de salvarnos nos amó
Si no perdona a su hermano, está perdido (Mt. 6:15)
Si no se niega a sí mismo, toma su cruz y sigue a Jesús, está perdido (Mt. 10:38)
Si al ser exhortado se enoja, en vez de arrepentirse de su pecado, está perdido
(Jn. 10:27)
¿Estás seguro de ser verdaderamente cristiano?

CONCLUSIONES:
1.- La Biblia nos ordena no unirnos con aquellos que se dicen hermanos, pero que
enseñan sus propias doctrinas y no la Palabra de Dios. En cuanto a esto:
“Es mejor estar separados por la verdad, que unidos por la mentira”

2.- También nos manda apartarnos de aquellos que, llamándose hermanos, vivan como
impíos: practicando el pecado o sin afecto fraternal.
Aunque se diga apóstol o profeta, aunque sea maestro de Biblia o predique el
evangelio o haga milagros; el Señor le dirá:
Mt. 7:23 “Nunca os conocí”

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