Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
En nuestra vida cotidiana nos cruzamos con muchas personas. Seguramente, vamos a lo nuestro
y entre tantas prisas, resulta difícil ver detrás de cada rostro una persona, con sus
preocupaciones, con sus cansancios, sus esperanzas. Diríamos que encontramos a mucha gente,
pero que no se da ningún encuentro. En medio de una multitud, estamos como aislados.
Tercero, ¿y mis condiciones personales y anímicas? Parece que eso es lo más difícil, ¿verdad?
Bueno, pues ahora toca relajarse un poco. Para eso hay muchas técnicas. Cada uno tiene la suya.
Aquí indicamos sólo algunas cosas que pueden ayudar (si no te ayudan, busca tu propio medio):
La respiración. Inspiro el aire, a fondo, pero sin forzar. Lo retengo unos segundos. Y lo
expulso. Así, lentamente y rítmicamente.
La visualización. Traigo a mi memoria 3 ó 5 momentos de mi vida en que me he sentido
especialmente a gusto. Los ordeno: el más relajante, el número 1. Ahora voy contando
lentamente de forma descendiente (puedo empezar en el 20, en el 10... también en el
1000, pero igual se me hace tarde y entramos en conflicto con el primer punto que ya
teníamos resuelto, el del tiempo). Al llegar a 5, repito tres veces el número y “visualizo”
(mentalmente) la 5ª situación relajante, recreándome en ella. Luego paso al 4, 3, 2, 1...
Me quedo un rato en el uno. Si mi relajación aún no es la mejor... vuelvo a iniciar la
cuenta atrás.
La música. Una música tranquila... Si tiene letra, me puede distraer.
...
Bueno, cada uno, que tome el método que mejor le vaya. Si después la cabeza o el cuerpo, se me
vuelve a llenar de preocupaciones, recurro brevemente otra vez mi técnica de relajación.
¿Ya está todo a punto? Hago un poco de silencio más y me preparo para leer el siguiente texto
del evangelio según san Juan (Jn 1,35-42).
Ponte en la piel de uno de los personajes, no pienses mucho en cuál, quizás intuitivamente
ya te colocarás en uno. Ahora relee el texto del evangelio y deja volar tu imaginación, tu
pensamiento, tu intuición.
Quédate así unos minutos.
Al final, ¿puedes escribir unas líneas en tu diario, sobre lo que has vivido? (siempre va bien
eso de escribir un poco, porque nos ayuda a expresar lo que hay en nuestro interior).
Para acabar, te sugerimos que leas tranquilamente esta oración final. Y, después, de vuelta
a lo que estabas haciendo, con serenidad. ¡Que disfrutes!