Sei sulla pagina 1di 26

Coyuntura nuestroamericana, misión social del estado y trabajo societal


Autor: César A. Barrantes A.

Coyuntura nuestroamericana
Algo viene cambiando acelerada y violentamente en el mundo: para unos, se trata de una
nueva crisis coyuntural o cíclica de mediano plazo; para otros, se trata de una época de
cambios transformadores conducentes a un capitalismo neomodernizado y humanoide, y para
algunos, estamos asistiendo a un cambio epocal, a un cambio de época. Las pos-neo-
modernidades que encarnan la opresión, la explotación, la dominación, el estadocentrismo
sociofóbico, el sociocentrismo estadofóbico, la globalización neoconservadora y el
imperialismo global humanofóbico están cuasiderrumbándose por sus propias quimeras,
entelequias y fantoches.
Evocando a Marx y Engels, hoy podemos decir que un fantasma está recorriendo nuevamente
el mundo capitalista: el socialismo de siglo veintiuno, uno de cuyos imaginarios es el rechazo
intelectual y militante, cada vez más multitudinario y radical, a una globalización imperial
depredadora que persiste en poner en peligro la vida humana, animal, mineral y el destino
mismo de nuestra Pachamama, nuestra Madre Patria Tierra. Imaginario que está siendo
simbolizado y encarnado por el pensamiento y la acción operativa y estratégica de pueblos,
naciones, clases, etnias y multitudes antes excluidas, explotadas y marginadas de todo el


Ponencia presentada en el XIII Encuentro Iberoamericano de Educación y Trabajo Social, celebrado en
Toledo, Albacete y Granada del 21 de febrero al 6 de marzo de 2010. Mi agradecimiento a Ezequiel Ander
Egg y a los organizadores del Evento por su invitación personalizada.

Trabajador social (Universidad de Costa Rica) con estudios de especialización en política social, maestría en
planificación social y doctorado en estudios del desarrollo (CENDES-Universidad Central de Venezuela).
Autor de tres libros sobre economía popular, microempresas y oenegés en Venezuela; asimismo, de una
media centena de artículos publicados en revistas académicas de España, México, Costa Rica, Colombia,
Venezuela, Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, y de una veintena inédita. Profesor investigador adscrito a la
Escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela. Investigador III del Programa de
Promoción al Investigador del Ministerio de Ciencia y la Tecnología. Presidente de la Red
Latinoiberoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales (RELATS). Coordinador General de la Comisión
Organizadora de la I Conferencia Latinoiberoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales y Trabajadoras
Sociales que se realizará en la caribeña ciudad de Coro, Patrimonio Cultural de la Humanidad, capital del
estado Falcón, en octubre de 2010.
http://reconceptualizacion.googlepages.com/cesaraugustobarrantesalvarado; cesarbarrantes2021@gmail.com;
http://listas.reacciun.ve/mailman/listinfo/relats-l (marcar opción no recomendada); www.relats-academica.org
2

mundo, hoy incipientemente asumiéndose, al menos en nuestra América como sujetos de


derecho, de justicia, de paz y de democracia participativa y protagónica.
No obstante lo anterior, algo sigue caotizándose, entropizándose a propósito del maremoto
económico-financiero que está estremeciendo los cimientos del capitalismo imperial, pero
fundamentalmente, por la estrategia del divide y vencerás, de fragmentación, destrucción e
imposición de modelos políticos, culturales, económicos, ecosistémicos y civilizatorios
occidentalizantes que pretenden erguirse sobre las ruinas de las diferencias orientalistas,
sureñistas y africanistas, hoy en proceso de hermeno-onto-epistemologización diferencial y
descolonial (Mignolo, 2007; Dinamarca, 2004; Amin,1988; Said, 1996).
En nuestra América los espectros de Marx, Engels, Descartes, Espinoza, pero también de
iluministas, socialistas utópicos y científicos y tantos otros excelentes eurocéntricos de los
siglos XVIII, XIX y XX, embargaron los testimonios de vida de próceres, héroes y heroínas de
los procesos independentistas, autonomistas, soberanistas y liberacionistas de ayer y de hoy,
desde el sur del Río Grande hasta la Patagonia pasando por Centroamérica y el Caribe anglo-
francófono.
No fue casual que Bolívar en 1826 dijera que los Estados Unidos parecían estar destinados
para plagar de miseria a nuestra América en nombre de la libertad; tampoco que el general
pernambucano de Bolívar, José Inácio de Abreu e Lima, escribiera en 1855, a pocos años de
haber sido publicado el Manifiesto Comunista, un libro hoy desconocido: O Socialismo, en
donde escribió: “Somos, en verdad, socialistas, pero entiéndase bien, discordamos en gran
parte de los maestros de esas doctrinas y sólo aceptamos de ellas lo que sea aplicable a nuestra
presente situación” (MPPCI-RBV, 2005).
A ya casi ciento sesenta años de esta publicación, la compleja realidad del mundo actual se
explica ya no al estilo de la sociología clásica por factores sociales, sino por fuerzas y
entelequias impersonales y demonológicas como el miedo colectivo, la inseguridad, la
delincuencia, el fundamentalismo, el terrorismo, la opinión pública, el público hipermediatiza-
do, las muchedumbres solitarias encapsuladas en burbujas financieras y mediáticas, la balcani-
zación de vastas regiones del planeta, el narcotráfico, la parapolítica, los narcoestados (como
Colombia y Estados Unidos) y las guerras cada vez más misohumanas, que convierten en
agresores y terroristas de lesa humanidad a poblaciones civiles indefensas que luchan contra el
invasor, y a los agresores e invasores en libertadores democráticos.
3

Este escenario da cuenta de que ninguna instancia política multilateral tiene capacidad
reconocida ni fuerza moral suficiente para poner fin, por ejemplo, al conflicto árabe-israelí que
ha convertido a Palestina, Líbano y a la misma Siria en ruina genocida. Somos testigos
impotentes de la desolación de un sinnúmero de víctimas inocentes, de millones de refugiados
y a la irracional destrucción de toda la infraestructura física, política, económica y cultural de
países como Iraq, Afganistán, Líbano y Palestina, para sólo citar unos pocos ejemplos
inefables.
Es el brutal e inhumano terrorismo narcoimperial. Y digo narcoimperial porque en Afganistán
la producción de opio se ha incrementado no sólo a pesar, sino, a propósito de la invasión
yanqui, y en Colombia la producción de cocaína se ha exponenciado con el Plan Colombia al
mismo tiempo que Estados Unidos se ha convertido en el mayor productor de marihuana
transgénica del mundo: según datos del mismo Departamento de Estado de los Estados Unidos
sólo California produce alrededor de $35.000.000.000 anuales, por encima de cualquier
producción de alimentos y bienes básicos para la salud colectiva.
El narcoeje Estados Unidos-Colombia no es ingenuo en modo alguno: la lucha contra las
FARC ha sido funcionalizada por el narcoestado colombiano necesitado del sexagenario
estado de guerra interna que hoy también necesita regionalizar e internacionalizar. Asimismo,
la lucha contra el narcotráfico significa lo contrario: asegurar a los cuarenta millones de drogo-
dependientes estadounidenses la droga que necesitan, pues en el supuesto –negado con gran
preocupación por organismos como la DEA- de que esos cuarenta millones de humanos no
tuvieran acceso a su droga, los trastornos de conducta individual y colectiva tendrían
consecuencias sociopolíticas insospechadas para el dominio intraimperial. Pero esta
preocupación por la estabilidad interna estadounidense se engarza a la doble moral imperial,
pues por otro lado pero al mismo tiempo los noticieros especialmente digitales dan cuenta de
que mientras las autoridades policiales estadounidenses levantan el inicuo Muro de más de mil
kilómetros de vergüenza e incrementan el número de agentes antindocumentados mexicanos,
4

asimismo crean el Proyecto Gunrunner1 anunciada por el mismo Obama, primer premio Nobel
de la Guerra, política a pesar (o a propósito) de la cual se produjo en 2008 el trasiego ilegal de
210.000 armas de alto calibre hacia México, significando que la cifra de nueve de cada diez
armas trasegadas ilegalmente tienen procedencia de la gran potencia del norte.2
La paradoja perversa implicada en lo anterior es que el régimen de Washington magnifica la
eficiencia en contra de los indocumentados mexicanos pero minimiza la efectividad del
trasiego, por un lado, de armas de fuego estadounidenses hacia el mundo, especialmente hacia
México, y, por otro, de drogas desde este último país (para no mencionar la problemática
narcopolítica de Afganistán y Colombia) hacia los Estados Unidos. Así se legitima el
incremento de la asistencia militarizante de la denominada Iniciativa Mérida al gobierno de
México so pretexto de la lucha contra el narcotráfico, de la misma manera que lo viene
haciendo mediante el Plan Colombia.
Un mundo así fundado sobre la corrupción sociopolítica y la degradación del ser humano, sólo
puede llevarnos a la destrucción planetaria, a la desocialización desintegradora de todo vínculo
humano y a la guerra compulsiva, como adicción, es decir, sin fin.

1
Proyecto "Gunrunner". Traducción de la Hoja Informativa de la Oficina de Control de Alcohol, Tabaco,
Armas de Fuego y Explosivos de los Estados Unidos (ATF) de Washington, DC, enero de 2008 - La ATF
desplegará sus recursos de manera estratégica en la frontera con México para evitar el acceso a armas de
fuego, de organizaciones criminales en México y a lo largo de la frontera. En colaboración con otras Agencias
estadounidenses y del gobierno mexicano, la ATF afina su estrategia en la frontera con México. La ATF creó
el Proyecto "Gunrunner" para frenar el flujo de armas de fuego a México y así privar de las mismas a los
carteles del narcotráfico. La iniciativa busca enfocar los recursos de la ATF en cuanto a investigación,
inteligencia y capacitación para suprimir el tráfico de armas de fuego a México y frenar la violencia armada,
en ambos lados de la frontera. http://www.usembassy-mexico.gov/textos/st080116eTrace.html
2
TeleSUR, Fecha: 26/03/2009: (Hilaria Clinton, Secretaria del régimen estadounidense) reconoció el pasado
miércoles que el 90% del armamento de México proviene de Estados Unidos, cuya "insaciable demanda de
drogas alimenta el narcotráfico". "No son sólo armas, son lentes de visión nocturna, son chalecos antibalas
(...) Desde que sabemos que…un 90% de este (armamento), viene de nuestro país, vamos a intentar
detenerlo", agregó. Estas declaraciones se produjeron durante la visita de Clinton (a México), para tratar
temas de seguridad, en especial la violencia relacionada (con) los carteles del narcotráfico en la frontera
común...Igualmente, (la señora Hilaria) reiteró que el gobierno de su país trata de detener el flujo de armas
hacia los carteles de la droga en México con la nueva estrategia que anunció la Casa Blanca...En este sentido,
…, se llevarán a cabo controles más severos de autos y trenes en los más de 3000 Kms. de frontera común, al
tiempo que prometió acelerar sus esfuerzos "por entregar a México equipamiento, entre los que hay
helicópteros, previsto en la Iniciativa Mérida", el programa mutuo de combate al narcotráfico. "Nuestra
insaciable demanda de drogas ilegales alimenta el comercio de drogas", dijo Clinton sobre el consumo en su
país, el mayor mercado de cocaína del mundo. http://www.telesurtv.net/noticias/secciones/nota/45975-
NN/noventa-por-ciento-de-las-armas-en-mexico-provienen-de-eeuu/
5

Pero además de todos estos factores críticos, un hecho crucial es que el imperio ha agotado sus
propias fuentes petroleras y acuíferas y, por lo tanto, necesita apropiarse de los recursos de
otros países como Iraq, eurasia, Irán y de cualquier país del mundo.
Surge la pregunta, por lo tanto, de por qué irse tan largo a saquear recursos si tienen a
Venezuela tan cerca. Porque la doctrina del patio trasero les aseguran por definición esos
recursos, pero el imperio necesita, además, otras fuentes y no depender de una sola por más
segura que sea, como la droga colombiana y el petróleo venezolano. Por ello inventaron la
matriz de opinión mundial que justificó las invasiones a Iraq y a Afganistán: dos de los
mayores productores, el primero, de petróleo y, el segundo conjuntamente con Colombia, de
drogas del mundo.
Entonces petróleo, gas, agua y drogas son el leitmotiv de la sobrevivencia del imperio
encuéntresen donde se encuentren estos insumos. Y donde se encuentren allí hay que ir por
ellos, sin importar cuántas vidas humanas se pierdan ni cuánta destrucción societal y
ecosistémica se produzca.
A la luz de la variable contextual esbozada, desde hace un decenio el imperio yanquicéntrico
ha venido desatando, sin declaración oficial alguna, una guerra, denominada de cuarta
generación por los altos mandos imperiales, contra el mundo y, específicamente, contra la
República Bolivariana de Venezuela, Ecuador y Brasil en lo que significan la mayor reserva
biodiversa de la humanidad: la amazonia, pero también contra Argentina, Paraguay y Brasil en
donde confluye la mayor reserva acuífera del mundo. Pero además, ha arremetido contra los
países que se han constituido en la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América
(ALBA) y en la Unión de Naciones de los Pueblos del Sur (UNASUR) y sus Consejos de
Defensa, Social y Económico, pero también contra instrumentos promisorios como
Petrocaribe, Petrosur, el Banco Interestatal del Sur, la humanitaria Misión Milagro
internacional, Telesur, el periódico "Correo del Orinoco Internacional" y otros proyectos
estructurantes de la indoafroamericanidad en marcha.
Por sus reservas de hidrocarburos, minerales, agua dulce, biodiversidad y su posición
geopolítica, Venezuela -y con ella Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Argentina- es el más
codiciable objetivo estratégico imperial en América del Sur y la clave para la recuperación de
6

su dominio, relativamente perdido en los últimos quinquenios, de su autodenominado e


indiscutible patio trasero.3
Hoy está más claro que nunca que la polémica modernidad-posmodernidad, que transversalizó
la academia del último medio del siglo veinte y cuyos coletazos en el primer decenio del siglo
veintiuno tienen una definición crucial, cual es que el prefijo pos del término modernidad se
ha decantado de manera tal que ya no hay duda de que la semiótica del lo lineal y progresivo,
es decir, del después que supuestamente le sigue de la modernidad mercantil-capitalista, dejó
perplejos a muchos universitarios e intelectuales al ceder su etapismo teleologista, evolutivo y
positivista, al sentido del rebasamiento de una modernidad que, llegada a sus propios límites,
no podía más que desbordarse o salirse de madre por sus propias obras, dando lugar, ya no a
simples variantes de lo ya dado (neomodernidad, neocapitalismo, posmoconservador,
posmoliberal…), sino fundamentalmente a algo cualitativamente nuevo. Hoy el pos de la
modernidad perdió el significado de sus prácticas esencialistas e inefables que se intentaron
legitimar mediante el "canto de las sirenas" neoliberales del Fin de la Historia (Fukuyama,
1989; Frank, 1990). Y en muchos casos lo hicieron a costa de sangre y fuego.
En nuestra América de lo que realmente se trata ya no es de un salto cualitativo lineal ni
ascendente tipo subdesarrollo-desarrollo, dependencia-independencia, capitalismo-neocapita-
lismo, sino de un drástico corrimiento de las placas tectónicas –valga la metáfora geológica–
de los escenarios que secularmente se reputaron como principales de la historia y, por ende, de
los estados y sistemas políticos y culturales oligárquicos proconsulares. Hoy dichos
corrimientos han puesto sobre la palestra del escenario mundial unipolar las culturas
étnicopopulares de nuestra América y este fenómeno no puede ser medido ni ubicado en la
desespiritualizada y desexuada cuadrícula cartesiana; en fin, se trata de la construcción
multitudinaria de un inédito punto de partida, a mi modo de ver, evocativamente espinoziano
(Barrantes, 2006 a, e) y, por lo tanto, humanista de los procesos independentistas de ayer y de
siempre, y del socialismo de siglo veintiuno bolivariano-indo-afro-caribeño. El corrimiento de
plataformas está encarnado en la presencia insólita de actores-sujetos que durante quinientos
años fueron animalizados, ignorados, marginados, explotados y excluidos.

3
Colombia, Perú, y Honduras posgolpe de estado contra Zelaya, ya están obsenamente entregados,
controlados y funcionalizados a la política imperial, y, con matices diferenciales no menos indignos, Chile,
Panamá, Costa Rica, México…
7

Es así que podemos afirmar que el legado del proceso independentista bolivariano,
sanmartiniano, artiguiano, abreudelimaniano está signado por la concreción insipiente de la
Patria Grande, si bien de innegable origen latino-ibérico, fundamentalmente indo-afro-
caribeño así como por nuevos modos estatal-nacionales de resolución de carencias y
potenciación de aspiraciones singular-colectivas que, hoy en el siglo XXI, han adquirido un
carácter societal, civilizatorio.4
Es la razón por la que problemáticas o cuestiones cruciales como el posdesarrollo, la
neomodernización, el neocapitalismo, el neoliberalismo como ideología legitimadora de la
globalización imperial y sus variantes como las denominadas sociedades del conocimiento, de
la información, de la imagen, del riesgo, del espectáculo y otras, así como el evocativamente
wallerteiniano sistema-mundo imperial, no se pueden separar de las relaciones de poder
neocolonial, de la neocolonialidad del poder, de la diferencia neocolonial ni, mucho menos,
del paradigma ontoepistémico-hermenéutico euroangloyanquicéntrico y su modo
tecnoburocrático de organización societal, todo lo cual está siendo transversalizado, en el aquí
y ahora, al menos por las siguientes temáticas:

• La refundación insipiente del estadocratismo desarrollista, bienestarista, populista y


asistencialista, en estados sociocéntricos de derecho, de justicia y de democracia
participativa y protagónica.
• La construcción de nuevos e incipientes modos de relacionamiento de los estados consigo
mismos y con la sociedad a la que pertenecen.
• La resemantización de todos y cada uno de los momentos co-constitutivos de la sociedad
considerada en su conjunto más inclusivo5.

4
Si bien los eurodescendientes son parte de las identidades de nuestra América, y más recientemente, los
asiáticodescendientes, indúesdecendientes, árabedescendientes, judeodescendientes,… forman parte de la
gran patria que soñó Bolívar y todos los próceres, héroes heroínas de los procesos independentistas, la
verdad es que estos grupos humanos forman parte de estatutos sociales, políticos y culturales de cierto
privilegio y hasta elitismo que contrastan con las condiciones de vida de las etnias originarias y
mayoritarias a lo largo y ancho de nuestra América. Pero aún y no sólo a pesar sino a propósito de este
hecho histórico, la contribución de dichas culturas al proceso de constitución de la Patria Grande son
innegables (Barrantes, 2008, cita 13).
5
Todos los momentos co-constitutivos de la sociedad son a su vez mediaciones que, por ser modos de
relacionamiento determinante, condicionante, funcional, antagónico, contradictorio son posibles de ser
modelizados, formalizados, matematizados. Las mediaciones son variables contextuales (no son variables
intervinientes ni independientes al estilo de los modelos funcionalistas y positivistas) o procesos estructural-
sistémicos que permiten relacionar causalmente (no necesariamente de manera funcional) las categorías
teórico-críticas y los niveles, espesores y dimensiones de las apariencias involucradas en la investigación
teórico-empírica. Otros modos no menos complejos son los definidos como procesos que determinan el
8

• La constitución de nuevos sujetos-agentes-actores sociales dentro de los cuales se


encuentran las multitudes étnico-populares, que han construido registros imaginarios,
simbólicos y reales distintos a los del siglo pasado.
• La construcción de nuevos ámbitos constituyentes de nuevas subjetividades, sensibilidades
y nuevas formas de inserción en el sistema mundo imperial y en todos los momentos co-
constitutivos de las sociedades nuestroamericanas, que han venido siendo ocupados
multitudinariamente como escenarios concretos de convivencialidad y organización
democrática protagónica y de forja cotidiana de nuevas formas de pensar, sentir y hacer
geopolítica, geojusticia, geoeconomía, geocultura, geociencia…y, por ende, de geotrabajo
societal.
• La invención de lenguajes que están apuntando más a una práctica de la ruptura con el
pasado, que a una con el presente y respecto del cual nos hacemos responsables.
Se trata de desafíos inéditos que están no sólo estremeciendo los cimientos oligárquicos de
diversos países, sino planteándole a los dispositivos tecno-burocráticamente organizados que
-como “la” universidad, “la” ciencia, “la” tecnología, “la” humanística y “el” trabajo social
reducido a experiencias pilotos, academicistas y formalistas- forman parte del patrón

terreno, el campo o las arenas movedizas en donde se realizan las batallas, los juegos de los poderes y se
dirimen intereses (tecnoburocráticos estatales, mercadistas, militares…) en y a través de los cuales operan
otras mediaciones tales como la limitación estructural, la selección, la contradictoria reproducción/no
reproducción y la transformación (Wright Olin, Erik 1983). Dentro del conjunto de las relaciones societales,
momentos co-constitutivos que son mediaciones en sí mismas son el estado, la nación y la sociedad (así a
secas o adjetivada de civil); entre otras mediaciones se encuentran el régimen político, económico, social y
jurídico y sus instituciones, el sistema político, el sistema de partidos, los grupos de presión y el escenario
electoral, el aparataje gubernamental y los poderes de la república; asimismo, los organismos corporativos
(empresariales, sindicales) que, siendo en teoría pertenecientes a la sociedad civil, en la realidad operante de
algunos países aún se encuentran más articulados al sistema estatal estadobienestarista, neoliberal u
oligárquico según sea el caso. Además de estas últimas, están otras mediaciones: las organizaciones mal
llamadas privadas tales como las iglesias, los clubes, las logias; asimismo, las organizaciones étnico-
populares o de base, tales como las asociaciones barrial-vecinales, los movimientos sociales, el movimiento
popular, los consejos comunales, las comunas; las denominadas, más por persistencia que por pertinencia,
organizaciones no gubernamentales u oenegés, las organizaciones que representan a pequeñas, medianas y
microempresas y organizaciones productoras de cultura étnico-popular, etc. Estas últimas mediaciones o
momentos co-constitutivos de la sociedad considerada en su conjunto más inclusivo encarnan prácticas y
discursos que se dan en ámbitos, dimensiones, espesores y espacios de producción de sentidos cuyos sig-
nificados, direccionalidades, intencionalidades no siempre trascienden a la opinión pública (la que se publica
en los medios de difusión masiva), no siempre adquieren presencia en las agendas de las discusiones políticas
y no siempre logran incidencia en los niveles macrosociales y macropolíticos. Otras no menos importantes
mediaciones son las esferas del mercado, de la economía o de lo económico; de lo comunal-vecinal, de lo
doméstico, de la intimidad (la subjetividad, la individualidad, cuyas potencialidades promisorias no tienen
necesidad de desbordar el fuero interno y las decisiones privadas o personales que están “más allá” del ámbito
doméstico). Otras mediaciones están constituidas por los campos ideológico, simbólico, espiritual y cultural,
las formas de conocimiento, pensamiento, sentimiento y acción.
9

epistemológico euro-anglo-yanquicéntrico que se ha venido constituyendo como racionalidad


instrumental, a la que son reducidas las relaciones con el mundo que nos ha tocado vivir.

Desafíos que, desde hace varios lustros, nos están retando a transitar los caminos de la
refundamentación del trabajo social (ojo: no estoy proponiendo en modo alguno una segunda
ni tercera reconceptualización, sino la construcción de nuevos puntos de partida no lineal ni
ascendente) y de la búsqueda de estrategias de ruptura con la racionalidad euroangloyan-
quicéntrica que permitan deconstruir la arrogante hegemonía de la ciencia moderna, las
tecnologías de la información y comunicación y la universidad; y sin perder la promesa que
ellas generan y frustran al mismo tiempo, comenzar a abrir sin reparos, miedos, prejuicios,
hegemonismos ni dogmas, las preguntas que deberán ser trabajadas, como materia prima, por
los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales que quieran aceptar el desafío de dar
rienda suelta a sus poderes creadores recíprocamente alimentados con los poderes creadores de
los pueblos y naciones de nuestra América.

Es así que el segundo decenio del siglo veintiuno seguramente podrá estar caracterizado por
mayores y más intensas políticas de estado apoyadas en movilizaciones multitudinarias,
significando con ello variables contexuales cualitativas de participación protagónica singular-
colectiva en los asuntos que, hasta el pasado reciente, eran reputados como objetos de
responsabilidad exclusiva de las élites gubernamentales, empresariales, eclesiales y
oenegeistas, y que hoy, cada vez más, parecieran estar siendo apropiados por las multitudes
antes excluidas.
Claro está que el imperio y sus oligarquías y burguesías proconsulares, no serán testigos de
piedra –como no lo están siendo ni lo han sido nunca- sino que seguirán injerenciando, de
manera manifiesta o velada, en cada uno de nuestros países; ello en aras de recuperar y
consolidar las posiciones relativamente perdidas en los años anteriores: así lo demuestran los
golpes de estado contra Aristide en 2004), pero también contra Chávez en 2002 y Zelaya en
2009 -para sólo mencionar algunos de los más recientes- pero sin olvidar la invasión militar a
Panamá en 1989, la ocupación militar de Haití en 2004, el intento de golpe de estado contra
Lugo en 2008 aún hoy en marcha, el asedio sistemático que el régimen de Washington
mantiene contra Venezuela desde Colombia, así como la reciente instalación de bases
militares en las colonias holandesas de Bonaire, Aruba y Curazao y la inminente instalación de
10

una nueva base en Panamá y siete bases militares en Colombia, amén de las que ya existen en
Tegucigalpa de Honduras y una cándida civilista en Liberia de Costa Rica.
Definitivamente, el imperio nunca duerme, como nunca durmió en el siglo veinte. Pero
también podemos afirmar que si el imperio nunca duerme, hoy la revolución socialista
nuestroamericana está más despierta que nunca.
Es lo que está revolucionando a la globalización neoliberal en su fase imperial, que está siendo
defragmentada y resituada en una perspectiva que no enfoca punto final teleológico alguno,
pues los pueblos y naciones de nuestra América no están tratando de llegar a ningún lugar.
Sólo –me parece- quieren construir, significar, encarnar una nueva forma de aproximación al
conocimiento y a la apropiación de lo real, a la construcción de sistemas políticos
anunciadores de una tendencia definida a que los estados estadocéntricos y las sociedades
estadofóbicas den paso a estados sociocéntricos, es decir societalmente centrados y, como
reverso de la misma moneda, sociedades sociocéntricas de estado, es decir, sociedades
integrales e inclusivas dispuestas a apropiarse del estado, el mercado, el escenario electoral y
internacional y la historia presente, pasada y futura que les pertenece.
Y esta característica está apuntando a la discusión –todo un desafío para trabajadores sociales,
trabajadoras sociales, cientistas y tecnólogos sociales y humanísticos- sobre los estados éticos,
estéticos, geopolíticos y sociales de derecho y de justicia cuyo sujeto ya no es el sujeto
cosificado de la carencia, sino el sujeto de derecho, el sujeto de dignidad, el sujeto de
reconocimiento en el otro y por el otro, el sujeto de aspiración, el sujeto singular-colectivo que
quiere inclaudicablemente autoafirmar su condición humano-social, su libre voluntad de
compromiso con la realización plena de su deber ser (Barrantes 2005a).
Ahora bien, si al inicio de esta comunicación evoqué el Manifiesto Comunista, hoy la
disyuntiva, dramáticamente planteada por Rosa Luxemburgo a mediados del primer veintenio
del siglo veinte: socialismo o barbarie, ha tomado cuerpo en países que, como la República
Bolivariana de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, han optado constitucional y
multitudinariamente por una insipiente y asediada transición al socialismo denominado del
siglo veintiuno y, con diversos matices unionistas, integracionistas e indoafroamericanistas
pero esencialmente antimperialistas y, en este último sentido, acompañados por países como
Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, el Salvador de Funes, la Honduras de Manuel Zelaya,
la Guatemala de Colom y la gran mayoría de países hispanoanglofrancófonos del Caribe.
11

A contrapelo de este movimiento, un grupo de países ha optado por aferrarse a la vía


capitalista bajo el auspicio de la ideología legitimadora del capitalismo: el neoliberalismo:
Chile, Colombia6, México, Panamá, la Honduras del golpe de estado contra Zelaya, y otros a
los que se han sumado países con gobiernos socialdemócratas neoliberalizados, conservadores
y de derecha, como Perú y Costa Rica. Todos estos últimos ostentando potentes movimientos
de resistencia y pensamiento crítico antineoliberal.

El caso de la República Bolivariana de Venezuela,


Hemos dejado de lado el campo de visión panorámica anterior para delinear, también
esquemáticamente, algo de la historia venezolana reciente.
Decimos entonces que el siglo veinte venezolano fue el más corto de la historia venezolana 7:
se inició en enero de 1936, a raíz de la muerte del general Juan Vicente Gómez, quien fue
dictador inmisericorde durante veintiocho años como prolongación del régimen colonial
antimoderno y entreguista a los intereses de los Estados Unidos, y concluyó en diciembre de
1998 cuando, como producto de las relaciones agonales que condujeron a la implosión del
sistema político-estatal venezolano, Hugo Chávez ganó masivamente las elecciones
presidenciales, dando con ello inicio a una ya decenaria transición constitucional, inédita hasta
este momento en América Latina y en el mundo, hacia el socialismo de siglo veintiuno,
signado por el pensamiento libertario y antimperialista de Simón Bolívar y de todos los héroes
y heroínas de los procesos independentistas desde el sur del Río Grande hasta la Tierra del
Fuego, pasando por Centroamérica y el Caribe hispano y anglofrancófono.
En febrero de 1936 se dictó la constitución política que significó un proyecto político nacional
basado en un régimen político de partidos y organizaciones de masas y la construcción de un

6
Colombia es el tercer país del mundo que recibe más ayuda militar de los Estados Unidos de
Norteamérica después de Israel y Egipto. Su ejército alcanza a más de 400.000 efectivos que, no obstante
su poder de apertrechamiento, no han podido derrotar a la guerrilla de unos veinte mil militantes en
sesenta años. En 2009 el gobierno de Uribe ha autorizado al gobierno de los Estados Unidos a instalar en
territorio colombiano siete bases militares más so pretexto de eficientizar la lucha contra el narcotráfico y
la guerrilla. El Imperio, mayor consumidor de drogas y mayor productor de marihuana del mundo y
Colombia, el mayor productor de drogas del mundo y con una trayectoria de más de cincuenta años de
narcoguerrilla, parapolítica, narcoestado, paramilitares,... negociando entre sí los destinos de nuestra
América...
7
El siglo veinte mundial también fue uno de los más cortos de la historia humana en términos de proceso
histórico; ello en contraste con los largos siglos dieciséis y diecinueve europeo: comenzó entre 1913-18 y
culminó con la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989.
12

estado de bienestar eurocéntrico, signado por una fuerte política social pero muy adecuada a
los recursos presupuestarios y fiscales de la época.
En 1945 se produjo un golpe de estado cívico-militar liderado por el inicialmente comunista y
seguidamente garibaldino, luego socialdemócrata y posteriormente agente de la CIA, Rómulo
Betancourt -que truncó el proceso democratizador liderado por el general Medina Angarita,
interesado en tomar medidas gubernamentales nacionalistas y populares como la reforma
agraria y el control estatal del petróleo- y en 1948 otro golpe militar que instauró la dictadura
del general Marcos Pérez Jiménez hasta que, en enero de 1958, éste fue derrocado por
militares revolucionarios y un movimiento social de masas. A partir de esta fecha, se instauró
el régimen político bipartidista socialdemócratacristiano –de origen prevendario y proyanqui-
que durante cuarenta años propugnó el modelo de clase media antipopular y de estado
cepalino desarrollista, bienestarista y asistencialista, finalmente neoliberalizado a partir de
1989.
Fue así que entre 1958 y 1998 se constituyó un modo estatal de resolución de los problemas
propios de la convivencia humana, es decir, de la satisfacción de necesidades (carencias y
aspiraciones) sociales y (eco)sistémicas, cuya estrategia operativa fue la embudo, sea, la del
mayor flujo hacia arriba y la del goteo de la renta petrolera hacia abajo y cuyo producto final
generalizado fue la cooptación de la conciencia política, la masificación global del
consumismo, el conformismo y el enrarecimiento de la responsabilidad individual.
Como consecuencia, la democracia en tanto poder del pueblo, con el pueblo, por el pueblo y
para el pueblo, fue vaciada de su contenido ciudadano, o, mejor dicho éste fue diluido en la
práctica del consentimiento inducido de las masas con el proyecto modernizador que las
integraba, como subalternas, por la vía de la redistribución del excedente petrolero y el
consumismo; asimismo, aquélla quedó olvidada de la necesidad de problematización de lo
dado, que es condición de libertad.
Varios reduccionismos adquirieron sentido en Venezuela a propósito del proyecto
modernizador a partir de 1936 pero fundamentalmente luego de 1958: aparte de que la figura
mítica y mística de El Libertador fue elevada a lo cuasisagrado, la noción esencialista y hasta
teologal del estado venezolano ocultaba su colonial fracturamiento caudillesco y debilidad
simbólica y territorial de manera tal que el imaginario estatal creó un aparato burocrático –
militar y asistencialista- reducido al simple gobierno centralista, éste al poder infraestructural
13

del ejecutivo nacional y sus adláteres posicionados del aparataje de la administración pública,
el sistema político reducido a los partidos mayoritarios y éstos a sus maquinarias electorales,
el escenario electoral a los convites quinquenales organizados por las élites; asimismo, la
gelatinosa y prevendaria sociedad civil fue reducida a las organizaciones corporativas
privadas: empresariales, religiosas, partidarias, sindicales y vecinales constituidas en
exclusivos órganos de representación política y sociocultural, y, muy distantes hacia abajo de
la escala del prestigio u honor social, una masa heterogénea y descoordinada de agentes
populares que consumían, demandaban e intercambiaban satisfactores imaginarios, simbólicos
y reales -líderes barriales, vecinales y eclesiales mediante- con partidos y gobiernos.
Recapitulando, la racionalidad total, que teóricamente pudiéramos decir que le es propia a la
estatalidad de todo estado moderno, fue atrapada por la contingencia y, por lo tanto, reducida a
la razón instrumental, es decir, al mundo real concreto de la literalidad, la denotación y la
mediatización de los fines por los medios, para las cuales todo esfuerzo de abstracción y
resignificación, por más reales y necesarios que se reputaran, resultaban ser banales.
Contrariando, a nuestro juicio, la doctrina democrática, los sujetos-actores políticos
predominantes se transformaron en grandes organizaciones corporativas o tecnoestructuras
empresariales, sindicales y partidarias involucradas indiferencialmente en la práctica de los
poderes de clase y de estado y en la exclusión y cooptación de los movimientos populares,
especialmente aquellos con potencialidades contestatarias o alternativas.
En consecuencia, los intereses individuales, singulares y particulares (equiparados al poder del
privilegio, la corrupción y la impunidad, de honda raigambre en la historia venezolana) se im-
pusieron sobre el interés general que se pudiera expresar en la constitución de una autonomía
y capacidad de autogobierno de la sociedad civil como condición de ejercicio del derecho a
participar no sólo activamente, sino, ejercer control ciudadano (vecinal, barrial, municipal,
regional y nacional) sobre los centros de decisión en los diversos ámbitos de la economía, la
política y la cultura del estado, la nación y la sociedad venezolana.
El ensayo democrático representativo bipartidista del proyecto modernizador venezolano a
partir de 1958, no logró desarrollar una organización humana que recubriera el cuerpo entero
de la sociedad venezolana, irrigara sus más recónditos intersticios y le diera vigencia cotidiana
a nuestras leyes, costumbres, deberes, derechos, e instituciones.
14

Por el contrario, el desencanto producido por las promesas no cumplidas del proyecto
modernizador (que no el del proyecto de modernidad con signo indoafrocaribeño y
autonomista) y la moderna democracia representativa venezolana, se tradujo finalmente en
pérdida de credibilidad, escepticismo y apatía generalizada por haber suscitado ilusiones de
certidumbre, homogeneidad, bonanza y armonía sobre la base del modo, políticamente no
problematizado, de resolver a realazos (es decir a billetazos, pesetazos, eurotazos o
monedazos) petrodolarizados, los problemas de la convivencia social.
Estas son algunas de las pequeñas grandes insuficiencias que marcaron los alcances y límites
de la democracia representativa venezolana, especialmente en la última mitad del siglo veinte.
Fueron las razones por las que su crisis terminal y sus estertores marcaron la voluntad de
millones de venezolanos por la búsqueda de un futuro cuyo punto de partida es la ruptura con
un pasado político-cultural y partidocrático al que nunca ya más tendrá punto de retorno
algunoChávez fue y sigue siendo producto de esta ruptura simbólica, imaginaria y real –no
lineal ni progresiva, es decir no cartesiana- de las multitudes venezolanas. Su inserción en el
sentimiento étnicopopular sigue siendo la argamasa de su liderazgo y del amor que el pueblo
en proceso de organización éticogeobiopolítica le continúa profesando en aras del
cumplimiento de sus promesas electorales, gubernamentales y constituyentistas, todas y más
hoy en marcha.
La nueva época de la venezolanidad, el bolivarianismo, la indoafroamericanidad, en fin, la
sureñidad8, vienen significando una multiplicidad de procesos –insólitos, inefables, banales,
promisorios- en todos los ámbitos, dimensiones y espesores de la vida nacional; entre estos los
siguientes:

1. Reconstitución radical de las relaciones de poder entre las fuerzas políticas.

2. Resignificación de los poderes imaginarios, simbólicos y reales de los actores sociales,


políticos, económicos, militares, eclesiales, culturales, estudiantiles, obreros, partidistas,
étnicos y populares sobre la base ética del protagonismo democrático de todos los
venezolanos.

3. Reconfiguración de las identidades y diferencias, contradicciones y antagonismos,


disensos y consensos, carencias y aspiraciones sociales.
8
El sur también existe, nuestro norte es el sur, pero también nuestro norte es el sur que vive en el norte y
desde dentro ha quebrado la homogeneidad de éste.
15

4. Agudización de un enconado, difícil y doloroso reacomodo de los estilos y modos de vida,


cuya base de sustentación también está siendo objeto de modificaciones estructurales: el
mercado que, paradójicamente desde hace décadas viene siendo sometido a procesos de
concentración y segmentación por los mismos capitalistas como estrategia de incremento
compulsivo del consumo y de la tasa de ganancia, pero también de relegitimación política
frente a la masiva receptividad que viene ostentando el discurso de la construcción del
socialismo del siglo veintiuno.

5. Construcción de nuevas representaciones sociales singular-colectivas sobre la


nacionalidad, la estatalidad, la socialidad, la culturalidad, la politicidad, la etnicidad, la
economicidad, la colectividad, la cotidianidad, la interregionalidad, la internacionalidad, la
mundialidad.

6. Fragua y revaloración larga y difícil del nuevo estado venezolano, cuya integralidad e
inclusividad (unidad en la diversidad) en marcha sigue pasando, por un lado, por el
refacultamiento y habilitación exitosa de las instancias formales e informales de la
sociedad venezolana (diversidad en la unidad); y, por otro lado, por el cambio del modo de
relacionamiento del estado consigo mismo y con las instituciones y organizaciones civiles
y, por lo tanto, del modo de resolución de los problemas propios de la convivencia en
sociedad y los del ecosistema terráqueo.

Dicha forja sigue transitando por una fase -esperamos más de mediano que de largo plazo-
de recentramiento político y estatal sobre bases distintas a las de los años noventa. Sin
embargo, se trata de un definido cambio de timón ante los efectos desintegradores
provocados por los puntos siguientes:

6. a) La crisis terminal del régimen puntofijista que, nacido a partir de 1958, implosionó en
1989 con el tristemente célebre Caracazo y murió jurídica y políticamente a finales de 1998
con el masivo triunfo electoral de Hugo Chávez.

6. b) El descuartizamiento territorial, económico, cultural, social y político a que venía siendo


sometida la república en aras de preservar los intereses de la oligarquía y el imperio.

6. c) La tardía reforma formal de la materialidad del estado venezolano, tal como se intentó
practicar con más contramarchas que marchas durante el último decenio del siglo pasado.
16

6. d) Las inestabilidades, incertidumbres y antagonismos propios del reacomodo de los


poderes de clase y de estado, provocados a propósito del proceso humano-social, político y
económico-cultural en marcha.

Mucha agua ha corrido bajo el puente desde 1998 y 2010 y el balance histórico es
innegablemente positivo en la construcción multitudinaria de un nuevo punto de partida no
lineal y no progresivo, es decir, de una nueva plataforma que marca una ruptura radical
sistémica en la historia venezolana y fundamentalmente con la racionalidad y, más
precisamente con la epistemología, ontología y hermenéutica angloeuroyanquicéntrica.

Pero los albores de los doce años no nos facultan sino para afirmar que la República
Bolivariana de Venezuela no puede considerarse más que en incipiente, ambivalente y frágil
(aunque cada vez más parece ser menos incipiente, menos ambivalente y mucho menos frágil
y, por lo tanto, cada vez más fuerte, consistente y potente) proceso de instauración, con-
solidación y, utopía mediante, de redespliegue humanizador del país nacional, definido en la
Constitución como un estado social de derecho, de justicia y de democracia participativa y
protagónica.

Se trata de un proceso revolucionario –pletórico de errancias, omisiones y esperanzas- de


carácter políticosocial, económico-cultural, ético-estético y moral que contiene en sí mismo la
posibilidad contradictoria de la fuga a algún pasado u origen mítico o a cualquier futuro
virtual, ya sea con signos derrotistas u optimistas, en especial si consideramos que las salidas a
las crisis capitalistas y las innovaciones socialistas (es decir democráticas, igualitarias,
autonómicas y soberanistas) están determinadas no sólo por los propios términos que las sus-
citan (su geometría del poder en términos del proyecto nacional venezolano en marcha, o su
propia gramática en términos gramscianos), sino, también porque estamos atados
sicoanalíticamente a la repetición –repetición que por lo demás, a pesar de Freud y Lacan, no
es ineluctable en modo alguno- de nuestras formas de pensar, oír, hacer, sentir y soñar, que
son las mismas que condujeron a las situaciones respecto de las cuales deseamos producir
procesos de ruptura.

No es casual que el Marx del Dieciocho Brumario haya escrito que “Los hombres hacen su
propia historia (aunque no sepan qué historia es la que hacen, C. B.), pero no la hacen a su
libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo (aquellas) en que se
17

encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”, y, condición
imprescindible para la concreción de lo real, en vinculación orgánica con la conciencia y
voluntad societal, el estado de la producción de conocimientos y saberes y las cambiantes
correlaciones de fuerzas políticas, sociales, económicas y culturales. Tampoco es casual que
Oscar Wilde dijera en alguna de sus obras que "Los remedios de los hombres están
contaminados por las propias dolencias que pretenden curar". Pero mucho menos casual es
que Gramsci haya metaforizado la crisis histórica como "…el hecho de que lo viejo está
muriendo y lo nuevo no puede nacer; en este interregno aparece una gran variedad de síntomas
morbosos" (Offe, 1990).

Venezuela como toda nuestra América está luchando contra el viejo sistema oligárquico
proconsular que se resiste a morir y, por ello, continúa dando coletazos cada vez más
desesperados, violentos y fragmentados pero muy bien financiados por el régimen de
Washington; y esto seguirá sucediendo y alentándose, hasta que el nuevo sistema de relaciones
societales socialistas se consolide y desarrolle multitudinaria y protagónicamente en pos del
sueño utópico concreto de Bolívar: hacer de Venezuela y de la Patria Grande
indoafrocaribeña una sociedad Reina de Naciones, en la que el gobierno hecho estado y el
estado hecho gobierno asegure a todos sus ciudadanos la mayor suma de democracia, justicia,
seguridad social y felicidad; sueño que ha sito operacionalizado en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela de 1999 cuando establece la actuación de la ciudadanía
organizada en poder popular para ejercer el derecho al control sobre las políticas y a exigir de
sus representantes el rendimiento de cuentas públicas, transparentes y periódicas de acuerdo
con el programa previamente presentado y aprobado colectivamente, al inicio de la gestión al
nivel de que se trate.

Mientras el itinerario de esa larga y laboriosa transición bolivariana hacia el socialismo de


siglo veintiuno va marcando los hitos de su propia historia, veamos esquemáticamente las siete
directrices generales que orientan el proyecto político nacional de desarrollo socioeconómico
2007-2013 (http://www.gobiernoenlinea.ve/):

1) Nueva ética socialista: propone la refundación de la nación venezolana, la cual hunde sus
raíces en la fusión de los valores y principios más avanzados de las corrientes humanistas
del socialismo y de la herencia histórica del pensamiento antimperialista de Simón Bolívar.
18

2) La suprema felicidad social: A partir de la construcción de una estructura social incluyente,


un nuevo modelo social, productivo, humanista y endógeno, se persigue con el afán de que
todos vivamos en similares condiciones, rumbo a lo que decía El Libertador: la suprema
felicidad social.

3) Democracia protagónica revolucionaria: para esta nueva fase se consolidará la organización


social en aras de redesplegar la independencia, la libertad y la fuerza singular-colectiva del
poder originario.

4) Modelo productivo socialista: Con el fin de lograr trabajo significante, se buscará la


eliminación de su división social, de su estructura jerárquica y de la disyuntiva entre la
satisfacción de las necesidades humanas y la producción de riqueza subordinada a la
reproducción del capital.

5) Nueva geopolítica nacional: La modificación de la estructura socio-territorial persigue la


articulación interna del modelo productivo, a través de un desarrollo territorial
descentralizado y desconcentrado, definido por ejes integradores, regiones-programa, un
sistema de ciudades interconectadas y un habitat sustentable.

6) Venezuela: potencia energética mundial: El acervo energético del país posibilita una
estrategia que combina el uso soberano del recurso con la integración regional y mundial;
el petróleo continuará siendo decisivo para la captación de recursos del exterior, la
generación de inversiones productivas internas, la satisfacción de las propias necesidades
de energía y la consolidación del modelo productivo socialista.

7) Nueva geopolítica internacional: La construcción de un mundo multipolar implica la


creación de nuevos polos de poder que representen el quiebre de la hegemonía unipolar, en
la búsqueda de la justicia social, la solidaridad y las garantías de paz, bajo la
profundización del diálogo fraterno entre los pueblos, su autodeterminación y el respeto de
las libertades de pensamiento.

Veamos también dos indicadores que nos direccionan hacia el sueño de Bolívar, y de los que
se desprenden otros tantos, pero que sólo enumeramos sin pretensiones de exhaustividad:
19

1) De acuerdo con el índice de Gini9, América Latina es el continente más desigual del
mundo. Dentro de los países más desiguales están Brasil, Chile y Argentina en donde la
diferencia entre el 10% más rico y el 10% más pobres es, hoy, no menor al 30 a 1 en
contraste cuando esa diferencia en los tiempos de sus dictaduras más sangrientas era de
menos del 20 a 1 (Argentina: 13 a 1; Chile: 19 a 1; Brasil: +20 a 1). En contraste con estos
y todos los países en donde el neoliberalismo causó estragos en la democracia, la
economía y la redistribución del ingreso, estragos que siguen siendo un pesado fardo en el
tiempo histórico de esos países, Venezuela hoy aparece como el país más igualitario en la
distribución de la riqueza de nuestra América, pues pasó de 0,48 en el año 1998 a 0,40 en
2009, ubicándose con el coeficiente más bajo de desigualdad al sur del Río Grande.
2) De acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano del PNUD, que permite medir el grado de
adelanto de los países en lo que concierne a las capacidades básicas que permiten a la
población obtener una larga vida socialmente útil, saludable y con acceso permanente a la
educación. Para medirlo se reúnen tres dimensiones: salud o esperanza de vida, logro
educativo, e ingreso. De acuerdo con estimaciones del Instituto Nacional de Estadística
(INE), el desarrollo humano de los venezolanos ha mejorado sostenidamente, en especial
desde el año 2004, cuando se ubicó en el rango alto del índice, que va de 0,80 a 1, y que es
el más deseable para el PNUD, para ubicarse en 2008 en un índice de desarrollo humano
de 0,8277, cada vez más próximo a uno.
Lo anterior debido a la misión asignada al nuevo estado venezolano a partir del inicio del
proceso constituyente aún en marcha sostenida y cuyo proyecto político nacional es la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, proceso que ha permitido, entre
muchas cuestiones cruciales que sería muy largo enumerar aquí, una pocas siguientes:
a) Equiparar el salario mínimo rural al urbano y elevar el salario mínimo venezolano de $185
en 1998 a $636 mensuales en setiembre de 200910.
b) Indexar las pensiones y jubilaciones al incremento sostenido del salario mínimo.

9
Se trata de un coeficiente que cuando tiende a cero se traduce en menos desigualdad, en tanto que significa
total desequilibrio en la distribución del ingreso cuando se aproxima a uno.

10
En diciembre de 2009 el ejecutivo nacional decretó un incremento del salario mínimo del 25% a partir del 1
de marzo de 2010, con lo cual el salario mínimo se elevará a US$ 1.223ºº, el más alto de nuestra América.
20

c) Masificar las transferencias monetarias directas como becas y facilidades de estudios


gratuitos en todos los niveles del sistema educativo, desde el prescolar, la primaria, la
secundaria hasta la universitaria de grado y posgrado.
d) Universalización de la jornada escolar de cuatro a ocho horas en las escuelas fundadas en
las comunidades escolares integradas por los padres y representantes en conjunto con los
consejos comunales y comunas de que se trate.
e) Universalización de la Misión Alimentación que amplió la cobertura de 225.000 en 1998 a
4.000.000 en 2009 (faltan aún 2.000.000 de niños).
f) Incremento de la población con acceso al agua potable del 82% en 1998 al 94% en 2009.

g) Reconocimiento salarial al trabajo doméstico de las madres de familia.


h) Estimular la intermediación bancaria privada y estatal de apoyo financiero y tecnológico a
favor de expansión para empresas formales con menos de cinco empleados, unidades
cooperativas de producción de valores tangibles e intangibles de cambio y de uso, y el
énfasis en la creación de empresas estatales de producción social, y socialistas agrícolas,
industriales y de servicios, y medianas y grandes empresas privadas y colectivas.
i) Lucha frontal contra el latifundio, la pesca de arrastre marítima y fluvial, y la industria
extractiva de todo tipo antiecológica.
j) Socialización de toda la cadena productiva que va desde el proceso de producción y en la
producción, hasta la distribución masiva y pasando por la distribución y eliminación (aún
no total pues la lucha es dura) de la corrupción, especulación y el acaparamiento de las
élites comerciales e intermediarias.
k) Nacionalización de empresas básicas y de servicios, hoy en poder de comunidades
organizadas en comunas socialistas que vienen eficientizando la economía e
incrementando la generación de empleo de calidad y el control comunal del proceso en la
producción, lo cual redujo el desempleo desde el 15% en 1999 a 7.5% en el primer
trimestre de 2009 y, como producto de la crisis mundial actual, al 8.5% en este segundo
semestre (en España el desempleo es del 20%, en Estados Unidos es del 10%, en Chile es
del 10,8%, todos estos países con tendencia a su incremento y a la desaceleración
económica que alcanzan a diez puntos como México, mientras que en Venezuela la caída
de la economía FUE de tan sólo 1% en los primeros seis meses de 2009, y a finales de año
en franca recuperación).
21

l) Nacionalización de seis bancos privados involucrados en operaciones irregulares que


pusieron en riesgo las cuentas de sus ahorristas, y liquidación de dos bancos involucrados
en prácticas fraudulentas y adquisición de capitales no justificados (noviembre de 2009).
m) Reducir el promedio inflacionario al 21%, notablemente inferior al 96%” alcanzado
durante el decenio de los noventa del siglo pasado. Si bien en Venezuela la inflación tiene
un alto componente especulativo, acaparador y manipulador, también es oportuno señalar
que la inflación acumulada para julio de 2009 es de 13,1%, mientras que en el mismo
periodo del año pasado fue de 17,3%.
Y como el plan de contingencia del estado venezolano ante la crisis del capitalismo resultó
exitoso, la República Bolivariana de Venezuela cerró el año 2009 como el año número seis de
crecimiento económico sostenido.

Desafío al Trabajo Social: Innovación o Repetición


La crítica al capitalismo y a la racionalidad euroangloyanquicéntrica en la República
Bolivariana de Venezuela, ha venido permitiendo la construcción y amplificación de
habitáculos para el reconocimiento, la validación y el redespliegue de los saberes étnico-
populares (urbanos, campesinos, indígenas, afrodecendientes), secularmente subalternizados
por la lógica imperial del capital.
Es así que en Venezuela está planteado el encuentro dialógico y recíprocamente enriquecedor
de conocimientos y saberes en la praxis societal misma y no exclusiva ni reductivamente en
los claustros universitarios: ámbitos privilegiados de la ciencia tecnoburocráticamente
organizada y del trabajo social tradicionalizado, profesionistizado, pragmatizado y laigtizado.
Entre los variados referentes empíricos y conceptuales, verdaderos campos de lucha ideológica
en marcha, del mencionado encuentro dialógico de saberes étnicopopulares y conocimientos
científicos, encontramos, al menos, los siguientes:
• Nuevos y profundos cambios que se vienen produciendo en la cartografía política, social,
cultural y económica venezolana, encarnados por densos conglomerados humanos que
están construyendo y redesplegando nuevas subjetividades, ilusiones, aspiraciones y
espiritualidades, nuevos imaginarios, mitos, sueños y absolutos siempre relativos.
• Configuración de nuevas formas de interpelación política, social, cultural, científica,
religiosa e ideológica; asimismo, de nuevas articulaciones del estado, el sistema político, el
mercado y la sociedad civil (que no se puede reducir a las oenegés dependientes del
22

financiamiento extranjero y multinacional) ahora fundadas sobre lo micro y comunitario,


lo nuclear y lo multitudinario.
• Construcción incipiente de un nuevo modo estatal-societal de alimentación
multidimensional de carencias y potenciamiento de aspiraciones societales con el
desiderato humanizador de la sociedad venezolana consigo misma y con la Madre-Patria
Tierra.
• Nuevos espacios y tiempos de alimentación multidimensional del modo incipiente de
demandas de servicios, antes considerados asistenciales, compensatorios y, hoy,
problematizados políticamente como derechos constitucionales, que han rebasado el
campo tradicionalmente cientifizante, profesionalizante y tecnificante del trabajo social y
demás ciencias-técnicas sociales y humanísticas.
• Nuevos y profundos cambios en la relación de la universidad (fuertemente
metodologicista, cientificista, pragmatista y esencialmente reproductora de la modernidad
neocolonial e imperial) con la sociedad a la que esta pertenece. Específicamente en la
relación de las escuelas de trabajo social, fuertemente signadas por el asistencialismo y
tradicionalismo, a veces a ultranza) con el trabajo social operativo-gerencial estatal y civil
(fuertemente administrativista, practicista, operativista y asistencialista).
Se trata, en fin, de referentes empíricos que están interpelando lo siguiente:
1) La inventiva de nuevos modos de actuación de los trabajadores sociales y las trabajadoras
sociales que, al igual que amplios grupos de agentes de la pedagogía, educación, sicología,
promoción, gestión, terapia sociales así como técnicos superiores y licenciados de otras
áreas del saber, están implicados en la satisfacción de carencias y el potenciamiento de
aspiraciones singular colectivas, proceso multidimensional que no es propiedad de ciencia
o tecnología, disciplina o profesión, arte o artesanía, oficio o vocación, técnica o gestoría
social o humana alguna.
2) El reconocimiento de la fragua de un trabajo societal que viene siendo realizado por otros
medios no academicistas ni tecnoburocráticamente organizados; se trata de un trabajo
societal práctico-empírico muy incipientemente en proceso de sistematización, que –con
carácter eticogeobiopolítico- está siendo realizado por amplios colectivos de artesanos y
artesanas, constructores y constructoras, luchadores y luchadoras, líderes y liderezas,
emprendedores y emprendedoras sociales, productores y productoras de procesos
23

económicos, familiares, políticos y culturales especialmente comunitarios, cuyo particular


tipo de razonamiento lógicosocial o socio-lógico, articulado a la singularidad de sus
inserciones en la trama societal –vgr., mediante mesas técnicas, comités de salud, comités
de agua, asambleas de barrio, consejos comunales, parlamentarismo de calle, etc.-
pareciera estarles potenciando un modo de toma de decisiones singular-colectivas
sustentadas en el diálogo fraternamente crítico-autocrítico, en la deliberación sensiblemen-
te razonada y racionalmente sensible, a partir de una multiplicidad de posicionalidades y
miradas.
Se trata de todo un reto al discurso de la universidad para el que eso que llamamos La Ciencia
produce un conocimiento experto, especializado que sólo le pertenece a los más esclarecidos,
esto es, a los sabios ilustrados. Todo un desafío para los trabajadores sociales y las
trabajadoras sociales que VIVEN, por un lado, subsumidos en las urgencias del día a día y han
hecho del lamento su modo de comunicación quejumbroso, y, por otro lado, obnubilados por
el discurso del capitalismo tratando de hacer –con éxito nada despreciable- del trabajo social
una práctica light (Barrantes 2005), reproductora de la modernidad neoconservadora, de la
libre iniciativa privada y del imperio. Pero también es un reto para los trabajadores sociales y
las trabajadoras sociales que han optado por la vía socialista de siglo veintiuno, pues esta vía
está plagada de estalinismo, partidismo, voluntarismo, burocratismo…
En fin, se trata de un reto para quienes se encuentran en incipiente proceso de búsqueda de
estrategias de articulación de la sabiduría étnico-popular con el carácter segregante y elitista
de la ciencia y la universidad, fundamento de un incipiente modo de producción, circulación y
consumo de conocimientos y saberes prácticos, esclarecidos, prudentes y sabios que den
sentido, direccionalidad y significado a un nuevo modo de ser, pensar y decir en el mundo que
nos ha tocado vivir.
No obstante que la formación y práctica del trabajo social en Venezuela, al igual que en
diversos países, lleva la marca del asistencialismo bienestarista-desarrollista, es posible pensar
que los esfuerzos por producir conocimientos nos puedan abrir caminos a la refundamentación
del campo problemático del trabajo social mismo, a la constitución de éste en una práctica
societal liberadora, emancipadora, descolonizadora; asimismo, a la construcción de los funda-
mentos de una epistemología del indicio y del acompañamiento a los sujetos singular-colecti-
vos en los lugares en donde intentan realizar sus proyectos de reproducción; ello a fin de ir en-
24

carnando, cotidianizando, socializando un proyecto ético-estético-geo-biopolítico pero


también onto-epistémico y hermenéutico de producción, circulación y consumo de conoci-
mientos científicos y saberes étnicopopulares en el proceso mismo de creación, traducción,
satisfacción y potenciación de necesidades (carencias y aspiraciones) societales y terráqueas
que, como quedó ya dicho, no es propiedad de disciplina humanística, científica, ingenieril,
tecnológica o gestoral alguna.
Los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales de la República Bolivariana de
Venezuela, para no citar a los y las de otros países, desde hace más de cinco décadas tenemos
una deuda societal, no sólo con la disciplina en la que fuimos y somos (de)formados y con la
específica práctica social respecto de la que aquella adquiere sentido, sino, con los sujetos
sociales en el nombre de los cuales el trabajo social se legitimó, institucionalizó y
reconceptualizó –dentro de la razón moderna. Pero nuestro reto no es darle continuidad a lo
que quedó pendiente y tampoco hacer realidad hoy, lo que pudo haber sido y no fue de las
tendencias reconceptualizadoras, sino que, dentro del proyecto continental que nuestros
pueblos y naciones han puesto en marcha de cara al siglo veintiuno, nuestro desafío es
refundar, resignificar, resemantizar el campo problemático que es el trabajo social mismo, y si
logramos trabajar el punto que nos separa y divide de las propuestas societales (Barrantes,
2006 c, d) de innegable sentido étnico-popular y civilizatorio, que están estremeciendo los
cimientos oligárquicos, modernos y hasta posmodernos de gran parte de nuestros países,
estaremos colocándonos en situación de poder comenzar deconstruir la arrogante hegemonía
de la ciencia moderna pero sin hacerle perder a ésta la promesa que ella genera y frustra al
mismo tiempo; asimismo, estaremos en condiciones de comenzar a configurar un nuevo modo
de producción, circulación y consumo de conocimientos y saberes que, siendo prácticos no
dejen de ser esclarecidos y siendo sabios no dejen de estar socialmente producidos, pero
fundamentalmente democráticamente distribuidos (Santos, 1996; Morin, 1994) en el proceso
mismo de creación, traducción y satisfacción de necesidades (carencias y aspiraciones)
sociales (individuales y colectivas) y sistémicas (la sociedad considerada en su conjunto más
inclusivo).
Es el fundamento del nuevo TRABAJO SOCIAL, MEJOR DICHO, DEL TRABAJO SOCIETAL DE LA LIBERACIÓN,

DE LA DESCOLONIZACIÓN, DE LA EMACIPACIÓN SIN FRONTERAS QUE ESTÁ CONSTRUYÉNDOSE EN DIVERSOS

LUGARES en vinculación orgánica con los proyectos de vida y de inmortalidad que los pueblos y
25

naciones de nuestra América están, muchos, añorando, otros intentando y, algunos, poniendo
efectivamente en marcha.
Quedo a disposición de quienes tengan a bien alimentar mi esfuerzo reflexivo. Sin cartabones.
Sin paradigmas. Pero no sin principios.
Espero verlos a todos y a todas en octubre de 2010 en la ciudad caribeña de Coro, Patrimonio
Cultural de la Humanidad, en donde RELATS y la Asociación Nacional de Trabajadores
Sociales de Venezuela, realizaremos la Primera Conferencia Latinoiberamericana y Caribeña
de Trabajadores Sociales.

Bibliografía
Amin, Samir (1988), La desconexión: hacia un sistema mundial policéntrico, Iepala, Madrid.
Barrantes, César (1990), “Acerca de la política social: notas de investigación para su discusión”, Cuadernos del
CENDES, No. 13-14, Universidad Central de Venezuela; y Revista Costarricense de Trabajo Social, No.
1:1991; como “Reflexiones sobre Política Social” en Revista de Ciencias Sociales, UCR, No. 58:1992.
Barrantes, César (2004) “La formación profesional de los trabajadores sociales en Venezuela. Hacia un estudio
de las representaciones sociales”, Memoria del XI Congreso Colombiano de Trabajo Social, Manizales
19-22 de agosto de 2003. Con el nombre de “Representaciones sociales de los trabajadores sociales
sobre el trabajo social y la crisis del estado en Venezuela”, aparece en Serviço Social em Revista, 2004,
Sao Paulo.
Barrantes, César (2005a), “Desafíos ¿del o al? trabajo social en tiempos de imperio, posmodenidad y
globalización”, XVIII Seminario Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social, San José, Costa Rica,
12-17 de julio de 2004. En Ruiz, Ana (Coorda, 2005), Búsquedas del trabajo social latinoamericano.
Urgencias, propuestas y posibilidades, Espacio Editorial, Buenos Aires; Asimismo, en Revista Regional
de Trabajo Social, No. 33, 2005, Montevideo, en línea: www.revistatrabajosocial.com/
Barrantes, César (2005b), “Pensar el trabajo social en la construcción de un nuevo paradigma”, ponencia
magistral de cierre al V Congreso Ordinario de la Federación Mexicana de Escuelas de Trabajo Social,
celebrado en la UNAM, México D.F. del 17 al 19 de noviembre de 2004. En Revista Margen, No. 36/37,
Buenos Aires, en línea: www.margen.org/
Barrantes, César (2005c) “El trabajo Social en Venezuela. Una mirada históricosocial”, en Revista Costarricense
de Trabajo Social, No. 16, San José, Costa Rica.
Barrantes, César (2005d), “¿Es el sur el norte del trabajo social? Entre el angloeurocentrismo y la geopolítica de
la producción de conocimientos y saberes en la alborada latinoamericana (un texto cualquiera que ape-
nas desea ser escrito)”, ponencia central presentada al Primer Encuentro Latinoamericano de Trabajo
Social “El Trabajo Social Crítico en el Contexto Latinoamericano. Propuestas Alternativas para la
Construcción de una Nueva Sociedad”, organizado por la Asociación de Egresados de Trabajo Social de
la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 5-8 de octubre de 2005.
Barrantes, César (2006a), “El trabajo social de siglo veintiuno. Una crítica al discurso brasileños et alii”, en
Revista Katálisys, segundo semestre, Universidad de Santa Catarina, Florianópolis, Brasil.
Barrantes, César (2006b), Segundo Anteproyecto de Ley de Ejercicio Profesional de los Trabajadores Sociales y
las Trabajadoras Sociales de la República Bolivariana de Venezuela, presentado a la Comisión de
Seguridad Social Integral de la Asamblea Nacional, 26 de febrero de 2006.
Barrantes, César (2006c), “Trabajo social y propuestas alternativas de sociedad”, en Revista Margen Nº 40,
diciembre, http://www.margen.org/num40.html
Barrantes, César (2006d), “Trabajo social. Entre la perspectiva y la prospectiva”, en Revista Regional de Trabajo
Social, enero-julio, Montevideo.
Barrantes, César (2006e), "Internacionalización y acreditación. Una falsa paradoja para el trabajo social",
conferencia magistral presentada al VII Congreso de la Federación Nacional de Estudiantes y Egresados
de Trabajo Social de México (FENETS): "Trabajo Social y Modernidad. El Desafío de la Acreditación
26

de las Escuelas de Trabajo Social y la Participación de los Estudiantes", 2-5 de noviembre de 2006,
Mazatlán, Sinaloa, México. Versión simplificada en línea: http://www.scribd.com/doc/23349993/TS-
Falsas-paradojas-06?
Barrantes, César (2007) “Del trabajo social a la trabajosocietalogía. Una provocación epistémica en tiempos de
globalización, posmodernidad e imperio”, ponencia magistral presentada al Seminario Internacional de
Trabajo Social, Carrera de Trabajo Social de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, 20-24 de
mayo, con la cooperación de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Ryerson de Toronto.
Barrantes, César (2008), "Trabajo social desafiado. Una aproximación desde la diferencia epistémica",
conferencia inaugural presentada al I Foro Internacional de Trabajo Social (FITS) de la Red
Latinoiberoamericana de Trabajadores Sociales (RELATS) y a la I Convención Nacional de los
Trabajadores Sociales y las Trabajadoras Sociales de la República Bolivariana de Venezuela, celebradas
del 29 de enero al 2 de febrero de 2008, en Valencia, República Bolivariana de Venezuela.Ç
Dinamarca, Hernán (2004), Epitafio a la modernidad. Desafío para una crítica posmoderna. Editorial
Universidad Bolivariana de Chile. Santiago.
Fukuyama, Francis (1989), “The end of History” The Washington Post. Washington D.C.
Frank, André Gunder (1990), “No end to History! History to no End? ”, en Social Justice, vol. 17, No. 4. Winter,
San Francisco.
González Stephan, Beatriz (1996), Cultura y tercer mundo. Cambios en el saber académico. Editorial Nueva
Sociedad, Colección Nubes y Tierra, Caracas.
Mignolo, Walter (2007), La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial, Editorial Gedisa,
Barcelona, España.
MPPCI-RBV (2005), Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología, República Bolivariana de
Venezuela. Caracas.
Mignolo, Walter y otros (Comp., 2001), Capitalismo y geopolítica del conocimiento: el eurocentrismo y la
filosofía de la liberación en el debate intelectual contemporáneo, Ediciones del Signo, Buenos Aires.
Morin, Edgar (1994), Introducción al pensamiento complejo, Gedisa, Barcelona, España.
Offe, Claus (1990), "Ingobernabilidad. Sobre el renacimiento de las teorías conservadoras de la crisis", en
Torres-Rivas (comp., 1990:15-36).
Torres-Rivas, Edelberto (Comp. 1990), Política. Teoría y métodos, EDUCA-FLACSO Centroamérica, San José,
Costa Rica.
Quijano, Aníbal (2001), “Colonialidad del poder, cultura y conocimiento en América Latina”, en Mignolo
(Comp., 2001:116-131).
Said, Edward (1996), "Representar al colonizado. Los interlocutores de la antropología", en González (1996:23-
59).
Santos, Boaventura De Sousa (1996), Introducción a una ciencia posmoderna, Colección de Estudios Avanzados
3, CIPOST, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas.

Potrebbero piacerti anche