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Bernat López Campà Comunicación Corporativa

Periodismo. Grupo 52

La fractura digital

La revolución digital, entendida como la consolidación de tecnologías digitales cuyo


funcionamiento se basa en el sistema de dígitos del código binario, ha propiciado un
proceso de convergencia tecnológica que, a su vez, constituye un paradigma comunicativo
nunca antes conocido, abriéndose de este modo un amplio abanico de posibilidades
interactivas para la comunidad humana. Asimismo, la aproximación entre tecnología y
medios de comunicación de masas establece un nuevo modelo económico, productivo y
social que supone la aparición de industrias, perfiles profesionales y estrategias económicas
hasta ahora desconocidos. Se presenta, pues, un panorama espectacular donde se
multiplican las posibilidades comunicativas y se produce una gran segmentación de los
contenidos.

¿Pero es posible afirmar con rotundidad que los instrumentos que aporta la
digitalización son utilizados por todos los usuarios de forma equitativa? Si analizamos
en profundidad el contexto comunicativo y tecnológico actual apreciamos un conjunto
de variables en función de las cuales se produce una mayor o menos fractura digital en
el usuario, entendiendo este enunciado como la imposibilidad de consumir y emplear
los recursos que emanan de la digitalización. Así pues, ítems como los recursos
económicos del consumidor, la situación geográfica y laboral del usuario, la
desigualdad entre sexos, la edad, el nivel de educación y procedencia cultural y la
integridad física, pueden erigirse como obstáculos frente a la posibilidad de usar
dispositivos digitales. Y es que, no resulta extraño que en una sociedad que se
autodefine como globalizada se acentúen las desigualdades entre los miembros que la
configuran. El neoliberalismo económico practicado por las grandes potencias
mundiales genera relaciones de subordinación y dependencia entre los países del primer
mundo y los estados en vías de desarrollo. En el marco del progreso tecnológico y
comunicativo esto se traduce en una menor inversión en infraestructuras que
contribuyan a consolidar la digitalización en países subdesarrollados, en los cuales los
índices de escolarización, de empleo y de crecimiento urbano son bajos. Aún así, des de
la perspectiva de un estudiante de periodismo no puedo calificar el acceso a las
plataformas digitales de elitista. Nuestro objeto de reflexión es distinto. Lo realmente
significativo es analizar como detrás de la visión estandarizada de que en Occidente la
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sociedad de la información y la digitalización son fenómenos consolidados se esconden
un conjunto de desigualdades de uso en función de la esfera social a la que el usuario
pertenece.

Llegados a este punto es necesario buscar alternativas al modelo socioeconómico actual


que permitan disminuir las diferencias en el manejo de plataformas digitales por parte
del público consumidor. En primer lugar, indistintamente la posición en la escala social
que ocupen las familias de los centros de estudio, se debe potenciar el aprendizaje de
contenidos educativos mediante las nuevas tecnologías, creando así un vínculo
permanente entre los estudiantes y los dispositivos digitales. Asimismo, es necesario
promover el “reciclaje” laboral de aquellos usuarios en edad de trabajar que no
dispongan de las habilidades necesarias para manejar herramientas digitales. En el
contexto de desarrollo en el que nos encontramos, la mayoría de las operaciones
empresariales se realizan a través de ordenadores y de instrumentos con conexión a
Internet. En tercer lugar, creo conveniente que, por parte de las grandes empresas de
tecnología digital, se adecuen las políticas de precios hacia aquellos colectivos que no
dispongan de los recursos económicos necesarios para adquirir este tipo de productos.
El pago a plazos o hasta los contratos tipo renting pueden erigir-se como buenas
soluciones. Por último, me gustaría destacar que la globalización del uso de tecnologías
digitales puede generar grandes beneficios tanto para las grandes multinacionales
productoras como para los usuarios que, gracias a estos dispositivos, consiguen
gestionar de forma satisfactoria pequeñas y medianas empresas.

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