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Enseñanza

La importancia física de la “Mínima Acción”


Rafael Andrés Alemañ Berenguer

Variational calculus applied to physical action, sometimes known –inexactly– as “principle of the
least action”, has helped us quite a lot to construct our scientific picture of the natural world. From
Leibniz and Maupertuis to Planck and Einstein, this method has repetedly shown its effectiveness, but
only with Feynmann path-integrals do we begin to understand the underlying explanation.

Como mínimo desde los trabajos de Leibniz y ría de funcionales para resolverlos. El funcional escogido,
Maupertuis, la magnitud física “accion” (dimensionalmen- por supuesto, es distinto según el caso físico considerado,
te, energía por tiempo) ha jugado un papel determinate en aunque en todos ellos se cumple que sus unidades han de
la construcción de nuestra imagen física de la naturaleza ser iguales al producto de la energía por el tiempo, llamado
(Arana, 1990). Generalizando en Matemáticas el concepto también acción.
de función se llega a la idea de funcional, que –toscamente Este fue el camino escogido por Lagrange en su monu-
hablando– puede entenderse como una “función de funcio- mental tratado Mecánica Analítica, publicado por primera
nes”. El problema de los calculistas del siglo XVIII consis- vez en 1788. En él se afirmaba que los sistemas físicos evo-
tía en hallar una función f tal que sustituida en un funcional lucionan con el tiempo de modo tal que la magnitud de su
de la forma y = F(f) se obtuviera un valor estacionario acción –representada por una función denominada lagran-
(máximo, mínimo, punto de inflexión, o valor constante). giana, cuya integral es el funcional deseado– sea míni-
El método empleado para ello se conoció como calculo ma. El británico William Rowan Hamilton (1805–1865)
de variaciones –hoy día parte de la teoría de funcionales– aquilató el principio de mínima acción introducido por
fundado por el suizo Leonard Euler (1707–1783) y el Lagrange al advertir que en bastantes casos la realidad
italo-francés Joseph Louis Lagrange (1736–1813). Estos física no involucraba un mínimo de la acción en absoluto.
geniales matemáticos descubrieron que una función f Amplió las ideas de Lagrange y desembocó en el principio
proporciona un valor extremo a un funcional F siempre y de acción estacionaria que, como se ha señalado antes,
cuando satisfaga una cierta ecuación diferencial (ecuacio- exige un valor estacionario para la acción, o dicho de otro
nes de Euler-Lagrange). modo, que la variación de primer orden de la integral de la
La importancia de este resultado sobrepasaba el mero acción sea nula.
ámbito de la matemática pura, pues pronto se comprobó Hamilton desarrolló incluso un nuevo juego de ecua-
que muchas de las ecuaciones diferenciales de la Mecánica ciones, equivalentes a las de Lagrange si bien matemáti-
y de la Física en general son precisamente del tipo camente más sencillas, en las que insertando una función
Euler-Lagrange. Y claro esta, de inmediato se concluyó que de las variables del sistema (la hamiltoniana) se llegaba a
tales ecuaciones físicas podían tomarse como condiciones las mismas conclusiones que con el método lagrangiano. Las
de Euler-Lagrange para ciertos funcionales elegidos conve- variables escogidas en las ecuaciones de Hamilton no son
nientemente. De esta forma multitud de leyes físicas se refor- las coordenadas de posición, q, y sus derivadas temporales,
mularon sustituyéndolas por enunciados en los que se exigía dq/dt, sino las coordenadas q y los impulsos –o momentos
un valor extremo, normalmente un mínimo, a determinadas lineales– deducidos de ellas pq (en mecánica el impulso de
cantidades. Así, en lugar de afirmar que un sistema físico una partícula consiste simplemente en el producto de su
obedecía una ley dada por una cierta ecuación diferencial masa por su velocidad). Es obvio que en un sentido estricto
de las variables del sistema, se comenzaba construyendo un las q y las pq no son variables independientes, pero la
funcional con dichas variables. A continuación se requería esencia del procedimiento hamiltoniano estriba en ope-
que este funcional alcanzase un valor mínimo, por ejemplo, rar como si lo fueran. Así obtenemos doble número de
y se deducía por ello –mediante el cálculo variacional– ecuaciones que con Lagrange, a cambio de que todas ellas
que las ecuaciones así obtenidas coincidían con las del contengan solo derivadas de primer orden, menos compli-
planteamiento tradicional. cadas de resolver.
La ventaja de esta formulación de las situaciones físicas En ambos planteamientos es necesario representar la
es que multitud de leyes naturales, sin aparente relación evolución del sistema estudiado mediante el auxilio de
entre sí, son susceptibles de expresarse por medio de un un espacio abstracto de muchas dimensiones: 3n dimen-
principio variacional. Y con ello, además de una viva impre- siones en el espacio de configuraciones de Lagrange, y
sión unificadora, ganamos la posibilidad de simplificar buen 6n en el espacio fásico de Hamilton (además del tiempo)
número de problemas utilizando las herramientas de la teo- para n partículas.

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2 Temas de Física

El siglo XX el vigésimo problema de Hilbert, la clave radica en dar


con el conjunto apropiado de soluciones tras aplicar el
Las investigaciones de Karl Weierstrass (1815–1897) principio de mínima acción, excluyendo las incorrectas
demostraron el sutil vínculo existente entre el princi- mediante prescripciones físicas razonables, cuyo hallazgo
pio de mínima acción y las ecuaciones de él deduci- nadie garantiza. La práctica nos muestra, sin embargo, que
das. Apoyándose en semejante resultado, hizo notar que la solución suele hallarse imponiendo condiciones adicio-
los razonamientos físicos empleados para resolver la nales con sentido físico. Normalmente se adopta el requi-
mayoría de los casos relevantes deslizaban implícita- sito de trayectorias analíticas (continuas, derivables y con
mente condiciones suplementarias que permitían llegar a derivada continua con respecto al tiempo) a fin de evitar
dichas ecuaciones. Fue Weierstrass quien halló la primera fuerzas infinitas en algún punto.
condición suficiente para que la integral variacional alcan-
zase de hecho su valor mínimo. El vigésimo tercer proble-
ma de Hilbert, propuesto por este gran matemático alemán a Principios variacionales en Relatividad
comienzos del siglo XX, reflejaría su preocupación por los
futuros desarrollos del cálculo variacional en la dirección Planck fue el primer científico en publicar un trabajo en
señalada por Weierstrass. 1906 acerca de la teoría relativista propuesta por Einstein el
No obstante, la mecánica estadística, fundada por Ludwig año anterior (Planck, 1906). En él se estudiaba la acción de un
Boltzmann (1844–1906), entreabrió la posibilidad de que campo electromagnético sobre una partícula puntual cargada
los procesos fundamentales de la naturaleza revistiesen partiendo de la lagrangiana L = –cmc2 donde m es la masa
un carácter en cierto modo aleatorio. Y nadie discutió que propia (la medida por un observador que se mueva junto a
la aplicabilidad del principio de mínima acción debía res- la partícula), c es la velocidad de la luz, c = [1 –(o2 /c2)]1/2
tringirse a los procesos reversibles a fin de garantizar su y o la velocidad de la partícula respecto a nuestro sistema de
efectividad. Nadie excepto, curiosamente, el mismo referencia. Con frecuencia se utiliza como parámetro varia-
Boltzmann, quien trató de enlazar durante algún tiempo el cional la noción de tiempo propio1 (el medido por un reloj
principio de mínima acción con la segunda ley de la termo- que se mueva con la partícula) dx = cdt, y la de intervalo
dinámica. Su éxito resulto ciertamente exiguo, pues tan solo relativista ds = cdx.
logró algún avance en los sistemas estrictamente periódicos, La dificultad estriba en que tanto la formulación de
un caso nada representativo en la termodinámica general. Lagrange como la de Hamilton distinguen nítidamente entre
Mucho más prudente fue la postura de otro gigante de las coordenadas espaciales por un lado y el tiempo por otro.
la Física, Max Planck, quien consideró que los principios De hecho, nadie antes de Einstein había tratado el tiempo
de mínimo no expresaban más que una comodidad práctica como una coordenada; la mecánica clásica lo consideraba un
en el cálculo de las ecuaciones ordinarias de la Física, parámetro, una simple variable numérica con la que estudiar
en los casos en que tales principios resultasen aplicables. la evolución de los sistemas físicos, ya fuese en el espacio
En la Física Matemática, por ejemplo, es muy común man- tridimensional ordinario o en los espacios auxiliares inven-
tener variables redundantes con el propósito de preservar tados por los matemáticos. No ocurre así en la Relatividad
la simetría de las ecuaciones y facilitar su cómputo. Planck –como ya sabemos– donde la coordenada temporal juega un
enfatiza el hecho de que sólo tras una especificación mate- papel básico en la esencia de la teoría.
mática precisa de la lagrangiana y de las condiciones para La solución admitida consistió en definir la lagrangia-
los desplazamientos virtuales, el principio de mínima acción na y la hamiltoniana de tal manera que suministrasen las
deja de ser “una forma vacía” y adquiere pleno significado ecuaciones del movimiento relativistas en un sistema de
físico. Y añade (Planck, 1915, p. 76): “La importancia fun- referencia particular. Si al aplicar un principio variacional
damental del principio de mínima acción se hace universal- de ese modo obtenemos magnitudes físicas que obedezcan
mente reconocida sólo cuando demuestra su aplicabilidad en las transformaciones de Lorentz, carece de importancia
aquellos sistemas cuyo mecanismo o bien es completamente práctica que el tiempo no se maneje como una coordenada
desconocido, o bien resulta demasiado complejo para plan- equiparable a las coordenadas espaciales. Actuando así
tearse su reducción a las coordenadas ordinarias.” renunciamos a un planteamiento en el que todos los siste-
El agudo pensamiento de Planck se mostró de nuevo cuando, mas de referencia inerciales se hallan por completo en pie
enfrentado al problema del cuerpo negro (Kuhn, 1980; Sánchez de igualdad (el caso llamado “covariante”) y nos confor-
Ron, 2001), decidió que en todo caso las contradicciones mamos con adoptar en cada ocasión el punto de vista par-
experimentales con los postulados de la Física Clásica signi- ticular de un observador inercial, quien obtendrá sin duda
ficaban no la refutación del principio de mínima acción, sino ecuaciones del movimiento que satisfagan las trasforma-
la posible invalidez de las ecuaciones de Hamilton, deducidas ciones de Lorentz, pero separando netamente entre espacio
de él suponiendo que todo proceso físico puede reducirse a y tiempo. Una alternativa es la de inventar un parámetro
pequeños cambios continuos en el tiempo.
Philipp Frank (1884–1966), miembro del Círculo de 1 El parámetro x sólo se identifica con el tiempo propio sobre la línea
Viena y uno de los primeros impulsores de la teoría rela- de universo cuyas variaciones se calculan (en las demás es una mera va-
tivista de Einstein, señaló posteriormente que incluso riable matemática), pues el parámetro usado en las ecuaciones variacio-
nales ha de recorrer exactamente el mismo rango de valores sobre todas la
pueden darse curvas mínimas para la acción que no sean curvas. Esto no se podría lograr si cada una de ellas se parametrizase con
trayectorias reales (Frank, 1932, p. 83–91). Como expone su tiempo propio.

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La importancia física de la “Mínima Acción”

abstracto, a, del cual dependa t, e incluir el tiempo como una hipersuperficie de simultaneidad a un valor inicial
una coordenada más en el espacio fásico o el de configura- especificado, A, de la geometría tridimensional sobre dicha
ciones. Esta posibilidad, no obstante, encierra sus propios superficie, con métrica definida positiva; y (b) reducción
escollos (Goldstein 1990, p. 394, 401, 437–443). sobre otra hipersuperficie espacial a otro valor especificado
Una de las razones por las que el principio de acción de la 3-geometría, asimismo de métrica definida positiva,
estacionaria también funciona en la Física Relativista, llamado ahora “valor final”, B. El principio variacional
está relacionada con el hecho de que la acción es una reformulado proporciona una descripción para la longitud
magnitud invariante bajo transformaciones de Lorentz. La del camino dinámico IH, de cualquier historia concebible
acción es el producto de una energía por un tiempo, y la –clásicamente permitida o no– que conecte A y B.
energía –por su equivalencia con la masa– puede asociar- La Física Clásica afirma que una historia H sólo está
se a una distribución continua de materia en un volumen permitida si sobre ella se hace extremo (máximo o míni-
tridimensional. Multiplicando ahora ese volumen tridi- mo) el valor de I comparado con cualquier otra historia
mensional por un lapso de tiempo obtenemos un volumen adyacente. La Física Cuántica establece, por el contrario,
tetradimensional, que sí es un invariante relativista. que todas las historias poseen la misma amplitud de pro-
Como de costumbre, la descomposición de este volumen babilidad en el sentido siguiente. La amplitud de proba-
espacio-temporal en parte espacial y parte temporal bilidad, P, para una “geometría dinámica espacial en la
depende del sistema de referencia escogido, pero el volu- transición de A a B” por medio de la historia H con integral
men 4-dimensional en sí es un “escalar de universo” que de acción IH y de las historias vecinas dentro de un rango
no cambia de un referencial a otro. infinitesimal dH, de la historia H, se calcula mediante la
Y si recordamos que estudiando un volumen espacio- expresión P ~ exp(iIH / ')NdH en la que aparecen el factor
temporal podemos conocer su curvatura 4-dimensional en esa de normalización N, el mismo para todas las historias con-
región, al pasar al ámbito de la Relatividad General resulta cebibles H, permitidas o no, que lleven de A a B (“princi-
que la propia curvatura espacio-temporal nos sirve como pio de democracia de las historias”), y ' = h/2r, donde h
acción. La curvatura del espacio-tiempo en una región concre- es la constante de Planck.
ta, dada por el escalar de Ricci, R, también es independiente De entre todas las historias contabilizadas, la permitida
del sistema de coordenadas elegido para representarla. clásicamente recibe lo que los expertos llaman en sus juegos
El movimiento de una partícula sumergida en un campo de palabras “preferencia sin preferencia”. Esa historia, y
de gravedad y libre de cualquier otra fuerza, desde el punto de todas las que difieran de ella tan poco que dI = IH – Iclásica
vista de la Relatividad, no será más que la determinación de su es del orden de ' o menor, suministran contribuciones a la
línea de universo sobre un espacio-tiempo cuya métrica amplitud de probabilidad que interfieren constructivamente.
es curva. La aplicación de un principio variacional en este En cambio, la interferencia destructiva rebaja la contribu-
contexto, como es obvio, se reduce a calcular las líneas de ción proveniente de las que difieren en mayor medida de la
espacio-tiempo que entre dos puntos dados cumplan la condi- historia clásicamente permitida. Así pues, hay fluctuacio-
ción de longitud estacionaria, d∫ds = 0, conociendo su métrica nes cuánticas en la geometría espacio-temporal, pero son
gno y que el elemento de línea se define por ds2 = gnodxndxo. fluctuaciones de una magnitud limitada. La pequeñez de '
Se comprende de inmediato que buscamos simplemente la garantiza que esas fluctuaciones resulten imperceptibles en
geodésica entre esos dos puntos, cuya determinación nos pro- la escala de las distancias cotidianas. En ese sentido se juzga
porcionará la trayectoria seguida por la partícula. que la geometría espacio-temporal clásica es una buena
aproximación a la geometría del mundo cuántico.
En la teoría de Feynman todos los caminos contribuyen
¿Por qué minimizar la acción? con una cierta amplitud de probabilidad, y el resultado se
calcula mediante unas integrales que por ello se denomi-
Uno de los más firmes cauces a recorrer en los métodos nan “integrales de camino”. Sin embargo, puesto que las
variacionales fue abierto por el célebre físico estadouniden- contribuciones de cada camino se suman de acuerdo con
se y premio Nobel Richard P. Feynmann, quien desarrolló las reglas cuánticas usuales para la combinación de ampli-
su método de las integrales de camino (Feynmann, 1948, tudes de probabilidad, aquellos que se apartan mucho de
1951, 1965) consistente en considerar los cuantones como la trayectoria clásica contribuyen muy poco. El principio
corpúsculos clásicos tomando en cuenta sus propiedades de mínima acción quedaba así explicado en el caso de
ondulatorias al asignar a cada uno de ellos una infinidad de una partícula libre. No es que el sistema conociese por
trayectorias a recorrer en un espacio abstracto de 6n dimen- alguna misteriosa teleología la trayectoria a escoger entre
siones (siendo n el número de cuantones a estudiar), o la infinidad de posibilidades entre un origen y un destino
“espacio de fases”. A cada una de estas trayectorias, a las que prefijados. Es la cancelación cuántica de las trayectorias
usualmente se llama “historias”, se atribuye un peso estadís- más improbables la que otorga una probabilidad máxima a
tico en la combinación final asignándole un número comple- la trayectoria prescrita por la Física Clásica.
jo (en el sentido matemático del término “complejo”). De cuanto se ha dicho no debe deducirse que la trayectoria
Desde esta perspectiva cuántica, una “historia de geo- clásica domina siempre, cosa que no sucede salvo si esta-
metría”, H, es un espacio-tiempo en sí; es decir, una varie- mos en el limite apropiado (Nieto y Sánchez-Gómez, 1987).
dad tetradimensional con una métrica pseudo-riemaniana El límite clásico corresponde a la aproximación '→0,
indefinida que cumple dos condiciones: (a) reducción sobre de modo que aumenta la interferencia entre las fase de los

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distintos caminos y sólo perduran aquellos cuya acción Referencias


es estacionaria. Los caminos muy próximos al clásico [1] Arana, J. Apariencia y Verdad. Estudios sobre la filosofía de
no intervienen en primer orden (condición estacionaria), P.L.M. de Maupertuis. Buenos Aires: Editorial Charca (1990).
y en segundo orden introducen una corrección igual a [2] Feynman, R.P. Space-Time Approach to Non-Relativistic Quan-
exp(iS/') a través de un factor de normalización que sólo tum Mechanics, Reviews of Modern Physics, 20, p. 367 (1948).
[3] Feynman, R.P. An Operator Calculus having Applications in
depende de los extremos. Esta aproximación semiclásica Quantum Electrodynamics, Phys. Rev., 84, pp. 108–128 (1951).
es exacta en aquellos casos en que todas las fluctuaciones [4] Feynman, R.P., Hibbs, A.R. . Quantum Mechanics and Path
son cuadráticas, como, por ejemplo, en el movimiento Integrals. New York: McGraw-Hill (1965).
libre. Cuando no sucede así, no puede garantizarse que [5] Frank, P. Das Kausalgesetz und seine Grenzen. Wien: Sprin-
con el formalismo de Feynman se llega siempre a la tra- ger (1932).
[6] Goldstein, H. . Mecánica clásica. Barcelona: Reverté (1990).
yectoria clásica, y hemos de recurrir a la imposición de [7] Khun, T.S. La teoría del cuerpo negro y la discontinuidad
restricciones –“ligaduras” podríamos decir– cuyo signifi- cuántica, 1894–1912. Madrid: Alianza (1980).
cado físico asegure el oportuno paso a un comportamiento [8] Nieto, A. y Sánchez-Gómez, J.L. El límite clásico de la mecá-
macroscópico clásico. nica cuántica en la formulación de Feynman, Revista Españo-
Sin embargo, la viabilidad del mismo razonamiento la de Física, 1, pp. 24–27 (1987).
[9] Planck, M. Verh. Deutsch. Phys. Ges., 4, p. 136 (1906).
para sistemas compuestos por gran cantidad de partículas [10] Planck, M. Das Prinzip der kleinsten Wirkung, en Wege zur
en interacción, está lejos de haber sido aclarada sin sombra physikalischen Erkenntnis. Reden und Vorträge. S. Hirzel
de duda. Nos encontramos aquí de nuevo que la respuesta (Leipzig), 4ª ed., 1944, pp. 68–78 (1915).
a la preguntas sobre el motivo por el cual el mundo físico [11] Sánchez Ron, J.M. Historia de la física cuántica, vol. I, Bar-
parece obedecer principios de mínima acción, nos con- celona: Crítica (2001).
duce al no menos espinoso asunto de la transición entre
el mundo cuántico y el clásico. Y es que, como decía Rafael Andrés Alemañ Berenguer
Einstein, la naturaleza no revela con facilidad sus más Dpto. Ciencia de Materiales, Universidad Miguel Hernández, Elche
íntimos secretos.

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