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Variational calculus applied to physical action, sometimes known –inexactly– as “principle of the
least action”, has helped us quite a lot to construct our scientific picture of the natural world. From
Leibniz and Maupertuis to Planck and Einstein, this method has repetedly shown its effectiveness, but
only with Feynmann path-integrals do we begin to understand the underlying explanation.
Como mínimo desde los trabajos de Leibniz y ría de funcionales para resolverlos. El funcional escogido,
Maupertuis, la magnitud física “accion” (dimensionalmen- por supuesto, es distinto según el caso físico considerado,
te, energía por tiempo) ha jugado un papel determinate en aunque en todos ellos se cumple que sus unidades han de
la construcción de nuestra imagen física de la naturaleza ser iguales al producto de la energía por el tiempo, llamado
(Arana, 1990). Generalizando en Matemáticas el concepto también acción.
de función se llega a la idea de funcional, que –toscamente Este fue el camino escogido por Lagrange en su monu-
hablando– puede entenderse como una “función de funcio- mental tratado Mecánica Analítica, publicado por primera
nes”. El problema de los calculistas del siglo XVIII consis- vez en 1788. En él se afirmaba que los sistemas físicos evo-
tía en hallar una función f tal que sustituida en un funcional lucionan con el tiempo de modo tal que la magnitud de su
de la forma y = F(f) se obtuviera un valor estacionario acción –representada por una función denominada lagran-
(máximo, mínimo, punto de inflexión, o valor constante). giana, cuya integral es el funcional deseado– sea míni-
El método empleado para ello se conoció como calculo ma. El británico William Rowan Hamilton (1805–1865)
de variaciones –hoy día parte de la teoría de funcionales– aquilató el principio de mínima acción introducido por
fundado por el suizo Leonard Euler (1707–1783) y el Lagrange al advertir que en bastantes casos la realidad
italo-francés Joseph Louis Lagrange (1736–1813). Estos física no involucraba un mínimo de la acción en absoluto.
geniales matemáticos descubrieron que una función f Amplió las ideas de Lagrange y desembocó en el principio
proporciona un valor extremo a un funcional F siempre y de acción estacionaria que, como se ha señalado antes,
cuando satisfaga una cierta ecuación diferencial (ecuacio- exige un valor estacionario para la acción, o dicho de otro
nes de Euler-Lagrange). modo, que la variación de primer orden de la integral de la
La importancia de este resultado sobrepasaba el mero acción sea nula.
ámbito de la matemática pura, pues pronto se comprobó Hamilton desarrolló incluso un nuevo juego de ecua-
que muchas de las ecuaciones diferenciales de la Mecánica ciones, equivalentes a las de Lagrange si bien matemáti-
y de la Física en general son precisamente del tipo camente más sencillas, en las que insertando una función
Euler-Lagrange. Y claro esta, de inmediato se concluyó que de las variables del sistema (la hamiltoniana) se llegaba a
tales ecuaciones físicas podían tomarse como condiciones las mismas conclusiones que con el método lagrangiano. Las
de Euler-Lagrange para ciertos funcionales elegidos conve- variables escogidas en las ecuaciones de Hamilton no son
nientemente. De esta forma multitud de leyes físicas se refor- las coordenadas de posición, q, y sus derivadas temporales,
mularon sustituyéndolas por enunciados en los que se exigía dq/dt, sino las coordenadas q y los impulsos –o momentos
un valor extremo, normalmente un mínimo, a determinadas lineales– deducidos de ellas pq (en mecánica el impulso de
cantidades. Así, en lugar de afirmar que un sistema físico una partícula consiste simplemente en el producto de su
obedecía una ley dada por una cierta ecuación diferencial masa por su velocidad). Es obvio que en un sentido estricto
de las variables del sistema, se comenzaba construyendo un las q y las pq no son variables independientes, pero la
funcional con dichas variables. A continuación se requería esencia del procedimiento hamiltoniano estriba en ope-
que este funcional alcanzase un valor mínimo, por ejemplo, rar como si lo fueran. Así obtenemos doble número de
y se deducía por ello –mediante el cálculo variacional– ecuaciones que con Lagrange, a cambio de que todas ellas
que las ecuaciones así obtenidas coincidían con las del contengan solo derivadas de primer orden, menos compli-
planteamiento tradicional. cadas de resolver.
La ventaja de esta formulación de las situaciones físicas En ambos planteamientos es necesario representar la
es que multitud de leyes naturales, sin aparente relación evolución del sistema estudiado mediante el auxilio de
entre sí, son susceptibles de expresarse por medio de un un espacio abstracto de muchas dimensiones: 3n dimen-
principio variacional. Y con ello, además de una viva impre- siones en el espacio de configuraciones de Lagrange, y
sión unificadora, ganamos la posibilidad de simplificar buen 6n en el espacio fásico de Hamilton (además del tiempo)
número de problemas utilizando las herramientas de la teo- para n partículas.
abstracto, a, del cual dependa t, e incluir el tiempo como una hipersuperficie de simultaneidad a un valor inicial
una coordenada más en el espacio fásico o el de configura- especificado, A, de la geometría tridimensional sobre dicha
ciones. Esta posibilidad, no obstante, encierra sus propios superficie, con métrica definida positiva; y (b) reducción
escollos (Goldstein 1990, p. 394, 401, 437–443). sobre otra hipersuperficie espacial a otro valor especificado
Una de las razones por las que el principio de acción de la 3-geometría, asimismo de métrica definida positiva,
estacionaria también funciona en la Física Relativista, llamado ahora “valor final”, B. El principio variacional
está relacionada con el hecho de que la acción es una reformulado proporciona una descripción para la longitud
magnitud invariante bajo transformaciones de Lorentz. La del camino dinámico IH, de cualquier historia concebible
acción es el producto de una energía por un tiempo, y la –clásicamente permitida o no– que conecte A y B.
energía –por su equivalencia con la masa– puede asociar- La Física Clásica afirma que una historia H sólo está
se a una distribución continua de materia en un volumen permitida si sobre ella se hace extremo (máximo o míni-
tridimensional. Multiplicando ahora ese volumen tridi- mo) el valor de I comparado con cualquier otra historia
mensional por un lapso de tiempo obtenemos un volumen adyacente. La Física Cuántica establece, por el contrario,
tetradimensional, que sí es un invariante relativista. que todas las historias poseen la misma amplitud de pro-
Como de costumbre, la descomposición de este volumen babilidad en el sentido siguiente. La amplitud de proba-
espacio-temporal en parte espacial y parte temporal bilidad, P, para una “geometría dinámica espacial en la
depende del sistema de referencia escogido, pero el volu- transición de A a B” por medio de la historia H con integral
men 4-dimensional en sí es un “escalar de universo” que de acción IH y de las historias vecinas dentro de un rango
no cambia de un referencial a otro. infinitesimal dH, de la historia H, se calcula mediante la
Y si recordamos que estudiando un volumen espacio- expresión P ~ exp(iIH / ')NdH en la que aparecen el factor
temporal podemos conocer su curvatura 4-dimensional en esa de normalización N, el mismo para todas las historias con-
región, al pasar al ámbito de la Relatividad General resulta cebibles H, permitidas o no, que lleven de A a B (“princi-
que la propia curvatura espacio-temporal nos sirve como pio de democracia de las historias”), y ' = h/2r, donde h
acción. La curvatura del espacio-tiempo en una región concre- es la constante de Planck.
ta, dada por el escalar de Ricci, R, también es independiente De entre todas las historias contabilizadas, la permitida
del sistema de coordenadas elegido para representarla. clásicamente recibe lo que los expertos llaman en sus juegos
El movimiento de una partícula sumergida en un campo de palabras “preferencia sin preferencia”. Esa historia, y
de gravedad y libre de cualquier otra fuerza, desde el punto de todas las que difieran de ella tan poco que dI = IH – Iclásica
vista de la Relatividad, no será más que la determinación de su es del orden de ' o menor, suministran contribuciones a la
línea de universo sobre un espacio-tiempo cuya métrica amplitud de probabilidad que interfieren constructivamente.
es curva. La aplicación de un principio variacional en este En cambio, la interferencia destructiva rebaja la contribu-
contexto, como es obvio, se reduce a calcular las líneas de ción proveniente de las que difieren en mayor medida de la
espacio-tiempo que entre dos puntos dados cumplan la condi- historia clásicamente permitida. Así pues, hay fluctuacio-
ción de longitud estacionaria, d∫ds = 0, conociendo su métrica nes cuánticas en la geometría espacio-temporal, pero son
gno y que el elemento de línea se define por ds2 = gnodxndxo. fluctuaciones de una magnitud limitada. La pequeñez de '
Se comprende de inmediato que buscamos simplemente la garantiza que esas fluctuaciones resulten imperceptibles en
geodésica entre esos dos puntos, cuya determinación nos pro- la escala de las distancias cotidianas. En ese sentido se juzga
porcionará la trayectoria seguida por la partícula. que la geometría espacio-temporal clásica es una buena
aproximación a la geometría del mundo cuántico.
En la teoría de Feynman todos los caminos contribuyen
¿Por qué minimizar la acción? con una cierta amplitud de probabilidad, y el resultado se
calcula mediante unas integrales que por ello se denomi-
Uno de los más firmes cauces a recorrer en los métodos nan “integrales de camino”. Sin embargo, puesto que las
variacionales fue abierto por el célebre físico estadouniden- contribuciones de cada camino se suman de acuerdo con
se y premio Nobel Richard P. Feynmann, quien desarrolló las reglas cuánticas usuales para la combinación de ampli-
su método de las integrales de camino (Feynmann, 1948, tudes de probabilidad, aquellos que se apartan mucho de
1951, 1965) consistente en considerar los cuantones como la trayectoria clásica contribuyen muy poco. El principio
corpúsculos clásicos tomando en cuenta sus propiedades de mínima acción quedaba así explicado en el caso de
ondulatorias al asignar a cada uno de ellos una infinidad de una partícula libre. No es que el sistema conociese por
trayectorias a recorrer en un espacio abstracto de 6n dimen- alguna misteriosa teleología la trayectoria a escoger entre
siones (siendo n el número de cuantones a estudiar), o la infinidad de posibilidades entre un origen y un destino
“espacio de fases”. A cada una de estas trayectorias, a las que prefijados. Es la cancelación cuántica de las trayectorias
usualmente se llama “historias”, se atribuye un peso estadís- más improbables la que otorga una probabilidad máxima a
tico en la combinación final asignándole un número comple- la trayectoria prescrita por la Física Clásica.
jo (en el sentido matemático del término “complejo”). De cuanto se ha dicho no debe deducirse que la trayectoria
Desde esta perspectiva cuántica, una “historia de geo- clásica domina siempre, cosa que no sucede salvo si esta-
metría”, H, es un espacio-tiempo en sí; es decir, una varie- mos en el limite apropiado (Nieto y Sánchez-Gómez, 1987).
dad tetradimensional con una métrica pseudo-riemaniana El límite clásico corresponde a la aproximación '→0,
indefinida que cumple dos condiciones: (a) reducción sobre de modo que aumenta la interferencia entre las fase de los