Sei sulla pagina 1di 11

Muchos años de vacas flacas

(Algunos de vacas gordas)

Bolk Lübel
Si nuestro padre Abraham - que ni siquiera nació judío - hubiera sabido lo que su acto

de fe le costaría a nuestro pueblo, probablemente hubiera mandado a Itzjak a jugar a

la pelota, se hubiera tomado un Valium y se hubiera ido a dormir la siesta.

Lo cierto es que nos encantan los retos, sufrimos de esa tendencia natural a no vivir

tranquilos, lo llevamos en la sangre y antes que alguno empiece con que "esto es pura

fantasía" quisiera recordarle al lector que si una reflexión no fuera algo real – aunque

inmaterial - el Estado de Israel sería aún una agradable ficción en las memorias de un

húngaro de barba larga llamado Herzl.

Cuando leí las bases del concurso no pude menos que esbozar una sonrisa; no debe

tomarse esto en forma peyorativa ya que nuestra historia en la diáspora ha sido muy

bien documentada en términos generales tanto en forma escrita como a través de la

tradición oral. Por eso creí que más bien debería apuntar al hecho de las vivencias del

judío día a día a través del tiempo y el lugar en que estas vivencias se desarrollaron.

Una investigación de este tipo puede deparar muchas sorpresas, entre ellas la que a

pesar del período histórico que uno tome, se encontrará con muchos denominadores

comunes: si uno pudiera entrevistar simultáneamente a un judío de la Judea en

tiempos de la ocupación romana, a un judío español de finales del siglo XV, o a un

judío de la Alemania de los años treinta recibiría muchas respuestas en común,

aunque los períodos históricos fueron ciertamente diferentes.

Siempre se nos acusó de algo, siempre se nos encontró culpables, siempre se nos

castigó por ello y siempre tuvimos que terminar escapando en el mejor de los casos.

Personalmente, no creo en coincidencias y supongo que el lector tampoco, así que

quisiera demostrar la hipótesis que he propuesto desde un punto de vista histórico.

Mi cuestionario tendría más o menos la siguiente forma:

2
1 – Se siente usted señalado o discriminado activamente por su condición de "Judío"?

2 – Se lo maltrata por ello?

3 – Siente que a veces su vida corre peligro solamente por su condición de "Judío"?

Durante el período que transcurrió desde el primero al último de mis sujetos - algo así

como cinco mil años - las respuestas hubiesen sido las mismas.

De hecho, la única diferencia que existe en la actualidad es que no se nos puede matar

abiertamente por ser judíos, salvo en algunas regiones de Medio Oriente

paradójicamente habitadas en su mayoría por nuestros medio-hermanos,

descendientes también de "nuestro" mismo Abraham, ya que existen demasiados

intereses en juego y no porque la bendición de la convivencia haya caído sobre el

planeta tierra.

No es fácil ser judío.

Apenas uno ha cruzado la barrera de los cinco o seis años y viviendo en el interior de

la provincia de Buenos Aires, Republica Argentina, nuestro nombre propio sufre el

agregado de un adjetivo; en mi caso pasé de llamarme Sergio a ser el "ruso" Sergio.

Este agregado que a simple vista parece sencillo, abarca mucho más de lo que mide.

Mi vida, que aparentemente era la de cualquier otro chico de barrio se convirtió en

una dualidad de la que nunca más saldría, mis amigos me acosaban con preguntas que

no sabía como responder; no tenía ni la habilidad ni el conocimiento suficiente como

para hacerlo y para peor, muchas de sus dudas eran también las mías.

- Sergio: es cierto que los judíos mataron a Cristo?. Crees en los Reyes

Magos?. Por qué te cortaron el pito?. Qué te trajo Papá Noel para

Navidad?.

Demasiado.

3
Eminencias teológicas de todos los tiempos se han hechos algunas de esas preguntas,

que podía esperarse de mí…

Adentro del shule era alguien más, con mi familia también, pero en el año mil

novecientos sesenta y siete muchos de esos cuestionamientos le podían costar a uno

una buena cachetada o un displicente: "Nosotros no creemos en esas cosas, todavía

sos muy chiquito para entender"…al momento de escribir esto tengo cuarenta y seis

años y aún no he comprendido las respuestas a algunas de aquellas preguntas….

II

Un día, en la escuela Ramat Shalom en Haedo, Provincia de Buenos Aires, Argentina,

un chico de siete años se esforzaba por mantenerse lo más "Común" posible, pero la

sangre de oveja negra corría ya por sus venas; mientras los demás chicos dibujaban

jugadores de fútbol él dibujaba tanques y aviones con el Maguén David en ellos; un

día nos avisaron que había habido una guerra terrible en Israel, pero que habíamos

ganado y el "Ha'tikva" y el "Shir Ha'Palmaj" sonaban cada dos minutos por los

parlantes. Cuando hicieron el acto por la guerra y mostraron fotos del ejército israelí

yo decidí que un día formaría parte de él y para empezar mi "entrenamiento" ahorré

durante un tiempo hasta que pude comprarme un rifle de madera y latón que disparaba

un corchito atado con un piolín y le pedí a un vecino que estaba en el ejército que me

enseñara a marchar, cuerpo a tierra y todo eso…

A los diez años – la edad mínima requerida – papá me anotó en el "Tiro al Segno" en

Palomar y allí completé mi primer curso de tiro con una carabina 22, con el tiempo

esa carabina se transformó en un fusil Máuser K98k con mira telescópica calibre 7.92

que algún alemán se trajo de Europa escapando después de la guerra.

La Argentina es famosa por varias cosas como el asado, el fútbol e internacionalmente

por la calidez con la que se recibió a los nazis que llegaron por toneladas, aunque

4
parte de esas toneladas eran del oro que habían sacado de los campos, pero eso era un

detalle, después de todo: Que le hace un diente de oro o un anillo a un judío, si todos

ellos tienen plata, no?

O por lo menos es lo que la gente común sigue pensando allá.

III

Para esa época ya se había establecido en mi vida una paradoja que después encontré

en la vida diaria de casi todo judío: en el entorno de una educación judía formal como

la mía, el primario en Ramat y Sholem y ORT en la secundaria, nadie le daba

demasiada importancia al hecho de "Ser Judío", no vivíamos pensando en eso, era

algo que fluía en forma absolutamente natural, pero habiendo salido a la calle la cosa

cambiaba; no sé que pasaría con los demás pero cuando yo veía a alguien en el

colectivo con un "Dubón" o un "Jai" colgando de su cuello ya no era un extraño para

mi, simplemente un familiar al que no conocía…

Hay una anécdota que viene a cuento:

El veinte de junio se festeja el "Día de la Bandera" en Argentina, y tanto en la escuela

primaria como en la secundaria y en el servicio militar se jura lealtad a la bandera. Es

un acontecimiento muy importante a nivel institucional…Pero por esas cosas del

destino mi apellido no figuró en la lista de los presentes en ninguno de estos casos.

Esto no es casualidad, aunque alguno podrá argumentar que lo de la secundaria fue

"premeditado" y que no cumplí con el servicio militar, recuerdo muy bien haberle

pedido a mis padres faltar ese día al shule, porque – créase o no – desde muy chico

sentí que la única bandera a la que le debía jurar lealtad era la blanca y azul, con el

Maguén David en el medio, cosa que hice muchos años después, en "Majané 80" acá

en Israel.

5
Corría agosto de mil novecientos setenta y seis, salí de ORT para ir a ver a Lucía, nos

habíamos conocido en un baile del club Hacoaj y yo iba caminando a tres centímetros

del piso como todo adolescente enamorado hasta que me bajaron de un tiro: Cuando

doblaba la esquina de la casa de Lucia vi un montón de autos de policía en la puerta

de su casa, dos tipos de uniforme estaban metiendo al papá en un patrullero y cuando

iba a empezar a correr en esa dirección, un grito me paró en seco:

- Metan a esa judía comunista en mi coche!

Mi "Judía comunista" tenía dieciséis años cuando la vi por penúltima vez a treinta

metros de distancia. No sé si fue por cobardía o porque aún no era mi momento, lo

que sí sé es que si no fuera por esa fracción de segundo en que giré en sentido

contrario, este texto nunca hubiese sido escrito.

Volví corriendo a casa a contar lo que había pasado, creo que dejé en el piso a dos o

tres personas en el camino, pero las lágrimas y el miedo no me dejaban ver casi nada.

Entré justo a tiempo para escuchar otro de los duetos "en puteada mayor para

matrimonio solista" entonados frecuentemente por mamá y papá un tiempo antes de

su separación.

Las cosas se habían puesto muy feas en Argentina, mucho más de lo que yo

pensaba…

Lo único que escuché fue:

- y…algo deben haber hecho, seguro que andaban en alguna "cosa rara".

Escuché lo mismo respecto a mi compañero de clase Pablo Schoklender, cuando lo

acusaron de haber matado a sus propios padres junto con su hermano Sergio. Ese

comentario le costó a mi viejo que no hablara con él durante tres años. Pablo no era

capaz de matar una mosca.

6
Ana, la mamá de Lucía llamó unas horas después, para avisar que la habían llamado

de la comisaría, que Lucía y el papá habían tenido un accidente en el camino de vuelta

a su casa y que lamentablemente habían fallecido.

La Morgue Judicial era el lugar donde la vería sí, por última vez, por lo menos

físicamente; me permitieron entrar aun siendo menor después de preguntarle al

guardia si el billete de cincuenta que había en el piso se le había caído a él.

Cuando el empleado corrió la sábana que le cubría la cara tuve que salir corriendo a la

calle. "eso" no era mi Lucía, me empecé a sentir mal, pero muy mal, la realidad iba y

venía, el piso se me movía y no tuve la suerte de desmayarme…

Los días que siguieron fueron un continuo de ataques de pánico, con más pastillas que

una farmacia, temblando veinticuatro horas por día, sentado frente al televisor, tapado

con una frazada y apretando tan fuertemente el "Jai" que le había regalado a Lucía

para el cumple que a veces se me incrustaba en la piel y la sangre brotaba pero ni me

daba cuenta. Aún lo conservo, treinta años después. Y si se perdiera, tengo la cicatriz

en la palma de la mano. Perdí el colegio, los médicos me habían prohibido visitas y ya

no podía aguantar mas…Me levanté, me vestí como pude, tomé un par de pastillas y

me puse otras dos "extra" en el bolsillo; tratando de mantener el paso estable fui

donde mamá guardaba la plata y saqué lo suficiente para comprar lo que necesitaba.

Yo no podía creer que Luly hubiese muerto así y los acontecimientos posteriores me

demostraron que tenía razón, pero en ese momento sólo quería reunirme con ella…

El teléfono volvió a sonar cuando estaba por salir, era la mamá de Luly otra vez, para

pedirme que fuera a su casa, que había encontrado una carta dirigida a mí, así que por

segunda vez no dejé este mundo por propia voluntad. Esta vez – cosa que sigo

creyendo – ella me salvó desde el cielo.

7
Era una carta muy breve, que hoy descansa en uno de los jardines que guardan la

entrada al Kotel. En la carta Luly me decía que lo había estado pensando y que

aceptaba. Yo le había propuesto terminar tercer año y hacer Aliá y si era necesario

decirle a los padres que ella estaba embarazada y que nos casaríamos en Israel. Me

despedí de Ana, esperé hasta el otro día y cuando me quedé solo guardé muy bien lo

que había comprado y le prometí a Luly que no le iba a fallar, que iba a hacer Aliá en

su nombre y en el mío.

Le pedí autorización a mi siquiatra, el doctor Barreiro, para ir al gimnasio de la vuelta,

lo que aceptó felicitándome porque sabía el esfuerzo que me costaba. Al otro día abrí

la puerta y el pasillo parecía dibujado por Dalí, pero apoyándome en la pared llegué

hasta el gimnasio. Los primeros meses fueron terribles, pero a medida que me veía

mejor también me sentía mejor; esto casi sería un "Happy Ending"1 como diría mi

amiga Noa, faltaría la curación completa y el viaje, pero el avión de EL AL iba a tener

que esperar aún veintiún años por mi.

Los párrafos que siguen son los últimos en lo que se refiere a aquella época.

Un veintiuno de septiembre volvía de Palermo después de festejar el Día de la

Primavera y el Día del Estudiante - coinciden en el calendario - con la guitarra

acústica dentro del pesado estuche de madera cuando escuché a mis espaldas una voz

que – casi en un susurro – pronunció una frase que retrasó otra vez mi Aliá…

- Es hora de tocar otra música, el Máuser suena mejor que la guitarra a la hora de

tocar "La venganza".

Lo único que supe de ella a través de los años de la dictadura fue su sobrenombre y

que me llevaba como tres cabezas. Las fotos, los pasajes y la información los recibía

dentro de partituras de Pink Floyd, Sui Generis, Deep Purple, Queen y Vivencia en el

Parque Centenario.
1
Final felíz.

8
Durante seis años las fuerzas armadas y de seguridad pagaron con intereses el haber

matado a mi Luly. Su muerte no habría de quedar impune.

IV

Mil novecientos ochenta y tres. Las cosas se habían empezado a estabilizar en lo que a

economía familiar se refería. Mamá, mi hermano y yo habíamos conseguido buenos

trabajos, y el "Proceso de Reorganización Nacional" ya se había venido abajo después

del desastre de Malvinas. La señorita democracia que había sido violada

reiteradamente y arrojada a una fosa común modelo N.N. o al Río de la Plata con una

bolsa de polietileno negro en la cabeza fue resucitada por un competente equipo de

políticos y una bruma de libertad y paz flotaba sobre el territorio argentino, pero a no

engañarse: Era la bruma que flotaba en la casa Usher antes que ésta se derrumbara.2

A principios de los '90 me había comprado mi propia casa, tenía una novia más linda

que el Kineret en una noche de luna llena, coche y una buena cantidad de plata en el

banco pero me sentía insatisfecho – judío al fin – ya que a mis casi treinta años me

faltaba cerrar el círculo. Siempre me había sentido en casa, pero nunca en mi hogar,

había vivido todas las guerras de Israel desde la tele y cada año repetía en Iom Kipur

la antigua frase: "El año que viene en Yerushalaim", pero me sentía extraño en una

tierra extraña.

No recuerdo exactamente en que circunstancias, pero una vez alguien me preguntó

allá que haría si Israel y la Argentina entrasen en guerra…Mi silencio fue más que

elocuente…Uno puede teorizar acerca de Israel todo lo que quiera desde afuera, pero

solo después de haber pisado esta bendita tierra, uno se siente "completamente" Judío

y en este punto ninguno de los iconos de la literatura podría expresar en palabras ese

sentimiento.

Así que otra vez el destino vino para darme el empujón final que necesitaba:
2
Referencia al cuento "The Fall of the House of Usher" de Edgar Allan Poe.

9
La historia del mundo recordaba a la Argentina el paradigma universal que reza:

"Dejad a los judíos tranquilos…pero no por demasiado tiempo"

De modo que durante este período y con dos años de diferencia la comunidad judía en

la Argentina, sufrió los dos mayores atentados con bombas en toda la historia del país:

el atentado a la Embajada de Israel y el atentado a la A.M.I.A., ¿los blancos? nosotros

por supuesto.

En lo que a mi historia personal respecta, esto produjo un efecto paradojal, el viejo y

acariciado proyecto de hacer aliá comenzó a tomar fuerza nuevamente, no para

escapar de aquel horror si no para defender a mí pueblo desde el único lugar posible:

la Tierra de Israel.

Mil novecientos noventa y siete. La Sojnut en Buenos Aires y la lógica batería de

preguntas a la que todo aspirante a "Olé Jadash" es sometido.

L.B.M. me preguntó porqué quería venir a Israel y cuando le dije que para enlistarme

en el ejército y defender a mi patria me miró como esos perritos en las propagandas de

la tele que giran la cabecita en un gesto de asombro y después de tomarse unos

instantes para recuperarse y armar una sonrisa compasiva me dijo, más o menos

textualmente:

- Lo más cerca que vas a ver un uniforme a tus treinta y siete años va a ser

probablemente en el aeropuerto.

Quizás hubiese tenido razón si se hubiera enfrentado a un tipo común, pero ya aquí,

en Israel, me enteré que el hermano de mi abuelo paterno fue el brazo derecho de

Yosef Trumpeldor, que ambos cayeron en la batalla de Tel Hai y que tengo el honor

de llevar su apellido.

10
Supongo que ella todavía tendrá en su escritorio en Buenos Aires el fax que le hice

mandar con la entrevista que me hizo el diario "Iediot Ha'jronot", a media página y

con foto de cuerpo entero en Tel Ha'Shomer3, el día de mi incorporación a los treinta

y nueve años de edad, después de haber peleado dos años contra todo el monstruo

burocrático militar Israelí y haber puesto al "Misrad Ha'Bitajón"4 patas pa' arriba.

Mi sueño se había convertido en realidad:

Había llegado ese día que, llorando en la ceremonia de finalización del entrenamiento

y mientras gritaba a voz en cuello: "Ani Nishbá"5, acaricié con mis dedos las letras

doradas Tzadik, Hei y Lamed que descansaban sobre mi pecho.

Ya era formalmente un soldado del Ejército de Defensa de Israel…Israel…Mi patria,

mi hogar, mi lugar…….El círculo, por fin, se había cerrado.

3
Centro de reclutamiento militar.
4
El Ministerio de Seguridad Israelí. Cumple las funciones combinadas del Ministerio del Interior y del
Comando en Jefe del ejército en la República Argentina.
5
"Yo Juro". El grito de juramento de fidelidad a Israel, durante la ceremonia de finalización del
entrenamiento y que implica que uno ya comienza a servir como militar regular.

11

Potrebbero piacerti anche