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JULIO ROBERTO GALINDO HOYOS: LA UNIVERSIDAD LIBRE EN LA HISTORIA. . .

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LA UNIVERSIDAD LIBRE EN LA HISTORIA DE


COLOMBIA*
POR
JULIO ROBERT O G ALINDO HOYOS

Origen-filosofía-fundación
Rastreando la historia de la Universidad Libre hasta sus más remotos oríge-
nes, cuando ya por el transcurso del tiempo se vuelve neblina, encontramos
que a finales del siglo XIX la educación en nuestro país era dirigida en forma
dogmática por el gobierno hegemónico de ese tiempo y por el clero; contra ese
sistema, intelectuales ilustres de pensamiento filosófico liberal, fundaron en
1890, la Universidad Republicana, con orientaciones contrarias a todos los
sectarismos y donde cada tendencia filosófica tuviera la posibilidad de tener
una parte de la verdad que le es dable conocer a la inteligencia, en su incansa-
ble y ardua batalla contra las innumerables sombras y errores que la rodean.
El liberalismo era un partido derrotado, humillado y escarnecido; se le
negaba participación en los cuerpos representativos, en los puestos públicos;
para él era la coacción, la arbitrariedad, la negación de derecho y de justicia.
Rafael Uribe Uribe, quien fuera solitario vocero del partido liberal en la
Cámara de Representantes, en 1898, y se destacara por su capacidad intelec-
tual, valor e intrepidez, ante la implacable hegemonía de la llamada Regene-
ración, equivocado o no, incitaba a la guerra, y la guerra, llamada de los Mil
Días, se inició en el Socorro, el 17 de octubre de 1899 y terminó con el
Tratado de Wisconsin en noviembre de 1902.
Concluida la cruel y larga contienda, los dos más grandes Generales libe-
rales, Benjamín Herrera y Rafael Uribe Uribe, decidieron, a partir de ese
momento, poner toda su gloria y prestigio militar al servicio de la paz.

* Lectura para tomar posesión como Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de


Historia, el 29 de agosto de 2006.
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El General Uribe Uribe, quien fue un ideólogo renovador en la acepción


más exacta del vocablo, fue también quien primero habló de fundar una
universidad popular, lo que constituye la aurora misma del nacimiento de
nuestra institución. Ya en 1903 comentaba: “si los Republicanos me prestan
su apoyo pienso seriamente fundar, con el concurso de los más competentes
profesores de esta capital, una Universidad Libre al estilo alemán”.
El insigne historiador y eminente sociólogo doctor Eduardo Santa, quien
para escribir la biografía de Rafael Uribe Uribe realizó exhaustiva y minu-
ciosa investigación durante siete años, al respecto escribió en el Libro de Oro
de la Universidad Libre: “(…) Rafael Uribe Uribe, en su ideario político,
siempre se interesó por el desarrollo de la universidad colombiana, y a el se
refirió concretamente en muchas de sus conferencias públicas y escritos pe-
riodísticos. También fue precursor de la fundación de la actual Universidad
Libre, en nuestro país. Vivamente interesado por la educación en todos sus
niveles, dejó estudios importantes sobre lo que debería ser la universidad en
países como el nuestro, y diseñó un plan de reformas a la Universidad Na-
cional que, obviamente, no fueron acogidas por los gobiernos reaccionarios,
clasistas y confesionales de su época. En su correspondencia personal y po-
lítica hemos encontrado reiteradas manifestaciones en el sentido de crear en
nuestro país una Universidad Libre, donde fuera posible ponerse en práctica
la libertad de cátedra, la autonomía en su manejo académico, financiero y
administrativo, y se desterrara el dogmatismo político y religioso, dando abier-
to curso a las ideas, en beneficio de la cultura y del desarrollo académico y
social de nuestro país”.
Las dificultades que por el año 1910 sobrellevaba la Universidad Repu-
blicana hicieron necesario fundar similar institución, que conservando el mismo
nombre tuviera renovada organización administrativa y especialmente eco-
nómica, nueva vida.
Para realizar esta obra se reunieron distinguidos profesionales y crearon
una compañía anónima, que tendría como contribución principal la propia
Universidad Republicana cedida por su propietario el doctor Eugenio J.
Gómez. En abril de 1912, ante Notario, se creó la nueva Universidad Repu-
blicana con asistencia entre otros de Tomás D. Eastman, Diego Mendoza,
Francisco J. Fernández, Simón Chaux, Clímaco Calderón, Felipe Zapata y
Eugenio J. Gómez; su objetivo fue registrado así: “(…) el fin que persigue la
Compañía es meramente patriótico y los socios fundadores, inspirados en los
más elevados ideales, tienen en mira facilitar la instrucción, adaptar los estu-
dios a las necesidades del país, desarrollar las facultades de trabajo discipli-
nado y productivo, levantar el nivel moral por el cultivo de los sentimientos
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elevados que forman el carácter, y hacer hombres tolerantes, respetuosos de


las creencias y derechos de los demás que rindan culto a los deberes e ideales
humanos”.
Al año siguiente, por diversos motivos, se cambió el nombre de Universi-
dad Republicana por el de Universidad Libre; pero no obstante, el tiempo
seguía pasando sin que las buenas intenciones se convirtieran en realidad.
En 1918, el periódico El Tiempo publicó en forma destacada una carta de
estudiantes de bachillerato, encabezada con la firma de Jorge Eliécer Gaitán,
ofreciendo su colaboración para que la tan anunciada Universidad empezara
a funcionar; cuatro años más tarde se efectuaron manifestaciones públicas
ante el General Benjamín Herrera de estudiantes universitarios, insistiendo
en su iniciación.
La Convención Liberal de Ibagué reunida en 1922, después de derrotada
la Candidatura Presidencial de Benjamín Herrera, aprobó recomendar a los
liberales prestar decidido apoyo a la obra de la Universidad Libre, según el
Acuerdo Nº 6, dado en Ibagué a 3 de abril de 1922.
El General Herrera consideró que estabilizada la paz y restablecido el
orden jurídico republicano, era oportuno y conveniente ofrecerle a la ju-
ventud una institución como ésta, donde se pudieran expresar todas las
doctrinas filosóficas, económicas y sociales, sin limitación alguna, para
que la mente de los estudiantes recibiera un permanente baño de luz. Él,
que era persona de acción y de prestos resultados, se puso de inmediato
frente a la institución docente y como Presidente del Consejo Directivo
designó colaboradores y profesores, empezando a funcionar la Universi-
dad en febrero de 1923, guiada por los principios filosóficos que él había
señalado en discurso memorable:
“Quiero llamar la atención de forma especial a la característica que debe
singularizar este vasto establecimiento docente con que el liberalismo quiere
dotar al país: la Universidad Libre no debe ser un foco de sectarismo ni una
fuente perturbadora de la conciencia individual; este moderno establecimiento
debe ser una escuela universal, sin restricciones ni imposiciones; este hogar
espiritual debe ser amplísimo templo abierto a todas las orientaciones del
magisterio civilizador y a todas las sanas ideas en materia de educación; nada
que ate la inteligencia ante los prejuicios y preocupaciones, pero nada tam-
poco que atente contra la libertad y conciencia del individuo. No vamos a
fundar una cátedra liberal, sino una amplísima aula en que se agiten y se
muevan con noble libertad todos los temas científicos y los principios filosó-
ficos aceptados por la moderna civilización. Otra cosa, estaría en pugna con
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la ideología del partido que se propone dotar a la nación de algo que con
urgencia necesita”.
Desde ese tiempo en su claustro se daban cita viejos maestros de la acade-
mia y del pensamiento liberal como Antonio José Restrepo, Laureano García
Ortiz, Miguel López Pumarejo, Luis Eduardo Gacharná, y jóvenes de nue-
vas generaciones como Jorge Eliécer Gaitán, Jorge Soto del Corral, Luis
Alzate Noreña, José Joaquín Caicedo Castilla, Luis Eduardo Nieto Caballe-
ro, Carlos Lozano y Lozano, Ricardo Sarmiento Alarcón, Alberto Zuleta
Ángel, Monseñor Rudecindo López Lleras, Antonio Rocha, jóvenes que
después fueron ministros de Estado, juristas, diplomáticos, jefes políticos.
Así pues, la Universidad desde su iniciación fue cátedra de agitación inte-
lectual donde se enseñaban viejas y nuevas tesis políticas, sociales y econó-
micas, tesis que en esa época abanderaba el liberalismo.

Personajes de la Universidad Libre (Presidentes y Rectores) y su


trascendencia nacional

Benjamín Herrera
En el año 1848, el matrimonio formado por Bernabé Herrera y Margarita
Cortés se trasladó de Bogotá a Cali, allí nació el 24 de junio de 1850 su único
hijo a quien bautizaron con el nombre de Benjamín; con motivo del alumbra-
miento la madre murió; en su educación ayudaron a su padre la familia
Villaquirán Espada. Cuando Benjamín tenía 13 años murió su padre, dos
años después ingresó a la Guardia Colombiana, nombre que el radicalismo
le había dado al Ejército Federal.
Como militar participó en las guerras de 1876, 1885 y en la de los Mil
Días; en las dos batallas de Aguadulce, la victoria de los ejércitos revolucio-
narios (liberales) fue aplastante y su prestigio se encumbró inmensamente en
el ámbito nacional, e incluso, en el internacional; pero para esa época ya
había peligro de perder Panamá; los marines norteamericanos habían desem-
barcado desde hacía un tiempo, y de todos modos, el General Herrera busca-
ba a todo trance la paz. Había llegado, pues, el momento histórico, decisivo,
en el que se terminarían diferencias partidistas en beneficio de la integridad
nacional y de la tranquilidad entre los colombianos; y así, en acto de elevado
patriotismo, quebró su espada victoriosa, y el 21 de noviembre de 1902 fir-
mó el Tratado de Paz de Wisconsin.
Como civil y político, rememoramos que cuando Benjamín Herrera se
desempeñaba como telegrafista en Cúcuta, en 1875 tembló la tierra durante
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14 segundos, originando la muerte a más de un millar de personas; la ciudad


era un lúgubre sitio de escombros, heridos y muertos, y él, en forma osada,
prestó su ayuda oportuna y eficaz organizando voluntarios, hasta que llegó
el ejército para asumir el control de la situación.
Años después de la guerra de los Mil Días, Benjamín Herrera colaboró
inicialmente con el gobierno del General Rafael Reyes en sus programas
“menos política y más administración” y “unión y concordia”, pero cuando
éste se fue transformando en dictador y autócrata, Herrera fue inspirador y
guía de la oposición; ya no era el adalid militar, era el caudillo político y civil.
Benjamín Herrera perteneció a la masonería colombiana de la cual fue
Soberano Gran Inspector de la Orden Grado 33. Ingresó en 1915, cuando
contaba 65 años, y la congregación estaba en plena vigencia y atraía espe-
cialmente a liberales destacados.
Esta antigua organización, se ha dedicado no solamente al desarrollo
personal de cada uno de sus miembros por medio de ritos y símbolos, sino
también a luchar por el progreso colectivo de la sociedad. Su lema, desde
antes de la Revolución Francesa, ha sido y es Libertad, Igualdad, Fraternidad.
Lo que antaño era motivo de recelo y desconfianza, como el “secreto
masónico” ya no lo es: simplemente no hay “secreto”.
Es de aclarar que el General Herrera fue persona de profunda religiosi-
dad, siempre tuvo un crucifijo de plata en la cabecera de su cama y una
medallita con la Virgen del Carmen pendía de su cuello.
Para el año 1921, siendo Jefe Único del Partido Liberal fue proclamado
candidato a la Presidencia de la República por la Convención Liberal, pero
terminó derrotado por Pedro Nel Ospina en elecciones muy cuestionadas.
Aún son célebres sus frases “La patria por encima de los partidos” y “El
pueblo es sangre de la sangre y hueso de los huesos del liberalismo”.
El 29 de febrero de 1924 murió quien ha sido considerado como el último
caudillo de una era romántica, de magnánimo talento militar, de imperturba-
bles virtudes civiles, de enhiesta dignidad, de amor infinito por la patria.
Nuestro eximio y fecundo autor de valiosas obras históricas, Otto Mora-
les Benítez, sobre Benjamín Herrera escribió: “(...) el espíritu democrático
que siempre impulsó a Herrera se logra conjugar en la fundación de la Uni-
versidad Libre, bajo la forma que el mismo caudillo impuso: –no vamos a
fundar una cátedra liberal sino una amplísima aula en que se agiten con no-
ble libertad, los temas científicos y los principios filosóficos aceptados por la
moderna civilización–, norma que ha continuado en esta generosa fábrica de
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inteligencias sin discriminaciones de clase, ni raciales, ni exigencias burgue-


sas, ni sectarismos ideológicos. Para Herrera esa fue su mejor obra, como lo
manifestó antes de su muerte”.

Antonio José Restrepo


Notable jurisconsulto, economista, académico, parlamentario, literato de
castiza pluma, tribuno y orador. Es conocida la anécdota durante los debates
en el Senado en 1925, cuando combatía la pena de muerte y su adversario el
ilustre maestro Guillermo Valencia, con el propósito de interrumpirle la ve-
hemencia de su elocuencia, le preguntó: “¿qué es la vida?” y el orador con-
testó presuroso: “esa que vosotros quitáis en el patíbulo”.

Miguel López Pumarejo


Dirigió la Universidad varios años como su Presidente y Rector. Ministro
de la economía nacional, Presidente de la Cámara de Comercio, Gerente de
la Caja de Crédito Agrario Industrial y Minero, Representante a la Cámara,
Embajador.
En Lecturas Dominicales de El Tiempo, agosto 2 de 1998, aparece
como memorias de Germán Arciniegas, una antigua e interesante narra-
ción, en uno de cuyos apartes dice: “Particularmente nosotros teníamos
contactos por un lado con Miguel y por otro con Alfonso López Pumarejo,
Miguel se interesaba enormemente en las cosas educacionales, más que
en las puramente políticas. Era el Rector de la Universidad Libre. Había
transformado la vieja universidad de Benjamín Herrera orientándola en
el sentido de las modernas americanas. Miguel renovó completamente el
profesorado y se adelantó a cambiar el plan de estudio con nuevas cáte-
dras y laboratorios. Fui testigo de la nueva orientación como profesor de
sociología, cátedra que al mismo tiempo vino a inaugurarse en la Nacio-
nal y en el Externado. Entró Miguel a la Logia Masónica y con él un
grupo de jóvenes de la sociedad bogotana educados sobre todo en Esta-
dos Unidos. A las tenidas del viejo estilo, sucedió una masonería de esti-
lo norteamericano, en que una veintena de la nueva generación, en que
se encontraban banqueros, gente de negocios, comerciantes, gente de
sociedad, le quitó a la Logia el misterioso aire de conspiradora que con-
servaba en el viejo local de la carrera quinta. Instalada en un edificio
moderno revitalizada por un grupo empujador y selecto, la Logia provo-
caba reuniones sociales abiertas, siguiendo el estilo de las fraternidades
norteamericanas. Tenía Miguel López Pumarejo una especie de vocación
apostólica que desplegó enorme actividad, tanto en la Logia como en la
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Universidad Libre. Con menos garra que su hermano Alfonso, poco re-
sonaban sus iniciativas en el campo político”.

Jorge Soto del Corral


Profesor, tratadista y estadista eminente, Ministro de Agricultura, de Ha-
cienda y de Relaciones Exteriores, fundador de la Bolsa de Bogotá, Parla-
mentario. Figura preeminente en el gobierno de Alfonso López Pumarejo,
llamado por sus innegables y trascendentales avances sociales La Revolu-
ción en Marcha.
En la tormentosa sesión de la Cámara de Representantes de 1949, fue
herido, con efectos graves y de por vida, cuando se defendían los principios
de la democracia.

Tulio Enrique Tascón


Ministro de Minas y Petróleos, Consejero de Estado, Designado a la Presi-
dencia de la República en dos periodos, 1938-1943, Miembro de la Academia
de Historia y de Jurisprudencia, fue infatigable investigador y estudioso de los
temas relacionados con el derecho constitucional y con la historia nacional
colombiana, condecorado con la Cruz de Boyacá en el Grado de Caballero.
Autor de las obras Derecho Constitucional Colombiano, Derecho Admi-
nistrativo Colombiano y de varias de historia.

Jorge Eliécer Gaitán


Uno de los precursores de la Universidad Libre, profesor, directivo y
Rector en varios periodos. Graduado en la Universidad Nacional como abo-
gado con la conocida tesis “Las ideas socialistas en Colombia”; especiali-
zado en Roma, de él dijo el maestro Enrique Ferri: “es uno de los hombres
que han hecho dar un paso adelante a la ciencia penal”.
A pesar del tiempo, Gaitán sigue siendo figura estelar y apasionante en la
historia y en el firmamento de los inmortales. Vivió entre libros, sueños y
controversias, emulando con los mejores, venciendo dificultades, superán-
dose en cada jornada. El ideal de justicia económica que exponía en sus
discursos, frente a la prepotencia del poder del dinero, o del partidismo, fue
la esencia de su lucha. Cuando aparecía en la tribuna, una inmensa emoción
recorría el alma de sus seguidores, que al dejo de sus palabras, sentía el des-
pertar de anhelos y esperanzas. Fue asesinado cuando se había convertido en
la sustancia y la médula del pueblo y sus ideas eran animadas por el soplo
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huracanado de las muchedumbres. Con mucha más frecuencia que otros


personajes de la vida nacional se evoca su memoria; sus apotegmas explosi-
vos que encendían el sentimiento popular aún tienen vigencia y con frecuen-
cia se mencionan: “que haya menos ricos para que haya menos pobres”; “ la
justicia es sólo para los de ruana”; “los partidos no se caen, se suicidan”; “el
hambre no es liberal ni conservadora”; “son los mismos con las mismas”;
“por la restauración moral de la república ¡a la carga!”.
Sociólogos de diferentes tendencias políticas opinan que con la muerte de
Gaitán la historia de Colombia se partió en dos: antes y después de él.

Germán Zea Hernández


Ocupó las más altas posiciones del Estado como Ministro de Gobierno,
Justicia, Relaciones Exteriores y Ministro Delegatario con Funciones Presi-
denciales, Alcalde de Bogotá, Gobernador de Cundinamarca, Representante
de Colombia en la ONU, Diplomático. En el Senado y la Cámara de Repre-
sentantes fue figura de primer orden. En época de gobiernos despóticos fue
valiente y atrevido defensor de la libertad y del imperio de la ley.
El año pasado se conmemoró el primer centenario de su nacimiento; el
Director de la Academia de La Lengua, Presidente del Colegio Máximo de
Academias y Miembro de esta Academia, doctor Jaime Posada, en Lecturas
Fin de Semana de El Tiempo, escribió una conmovedora evocación que ter-
mina así: “(…) de él son repetibles las palabras que se dijeron en la muerte de
su insigne padre, el científico Luis Zea Uribe: ‘(…) fue uno de los grandes
de Colombia, desde todos los punto de vista. Lo fue por su espiritualidad,
por su gracia, por su tolerancia, por su desinterés, por su bondad, y por una
preferencia marcada por los humildes’ ”.

Gerardo Molina
Político, Parlamentario, Sociólogo, Rector de la Universidad Nacional,
candidato a la Presidencia de la República, en 1982, por movimientos de
izquierda. Fue un convencido de que el camino de la lucha armada no es el
indicado para lograr los cambios sociales y económicos que necesita el país.
Autor de las obras: Proceso y destino de la Libertad, Las ideas Liberales en
Colombia y de varios ensayos sociológicos.

Darío Echandía y Alfonso López Michelsen


Echandía, considerado como la conciencia jurídica de la nación, fue Pre-
sidente de la República (encargado) en 1943 y en 1944.
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López Michelsen, fundador del MRL, movimiento disidente del partido


liberal, posteriormente fue Presidente de la República de 1974 a 1978.
Los dos desempeñaron simultáneamente la Presidencia de la Corpora-
ción Universidad Libre en 1964, en tiempos difíciles, cuando divisiones in-
ternas en la institución por causas ideológicas de movimientos políticos de
extrema izquierda, pretendían apoderarse de ella; solidariamente decidieron
la situación en la forma más conveniente para la academia y sus principios
filosóficos.

Darío Samper
Político, Periodista, Escritor, Poeta. Rector en varias universidades. Miem-
bro de la Dirección Nacional Liberal y autor de varios libros, entre ellos la
Biografía de José Hilario López, Gallo Fino y otros.

Álvaro García Herrera


Diplomático, político, parlamentario. Ante el espectro de la tiranía y de la
muerte que azotaba los campos y las ciudades, participó en la emisora clan-
destina Voz de la Libertad en contra del gobierno imperante (1950); preso y
condenado padeció toda clase de vejámenes. Recobrada su libertad asistió al
Congreso de la República y fue Embajador en varios países.

César Ordoñes Quintero


Ilustre profesor y político impetuoso, Magistrado de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. Considerado como uno de los más
elocuentes y castizos oradores colombianos, de él dijo Gaitán “(…) ayer fue
mi discípulo en la universidad y hoy es mi maestro en la tribuna pública
(…)”. Autor de: Ensayo sobre el Derecho Penal colombiano y Pensamiento
y Acción Liberal (antología de sus discursos).

Gustavo Humberto Rodríguez


Jurista, Consejero de Estado, Miembro de esta Academia de Historia y
autor de numerosas obras de Derecho y de Historia, entre otras, Compendio
de Derecho colombiano; Proceso Contencioso Administrativo; La primera
República Liberal; Santos Acosta, caudillo del liberalismo; Olaya Herrera,
político estadista y caudillo; Benjamín Herrera en la guerra y en la paz.
La Universidad Libre confiere el título Honoris Causa a personas que sin
haberse sometido a las normas académicas merecen este alto reconocimiento
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por esclarecidos y eminentes servicios al país y a nuestra institución. Este


honor sólo se le ha conferido a Alberto Lleras Camargo, Darío Echandía,
Alfonso López Michelsen, Tulio Enrique Tascón, Miguel López Pumarejo,
Carlos Andrés Pérez, Julio César Turbay Ayala, Virgilio Barco, César Gaviria
y a Álvaro Uribe Vélez.
Me haría demasiado extenso citando más nombres de quienes han anudado
la historia de la Universidad Libre con la historia de Colombia, pero no puedo
dejar de incluir apartes del escrito de nuestro ilustre intelectual y Vicepresidente
de esta Academia, doctor Antonio Cacua Prada, el cual enaltece el Libro de
nuestra institución: “La Universidad Libre inició labores en el año de 1923 con
la facultad de Derecho y Ciencias Sociales. En el transcurso de los años fueron
invitados a participar en calidad de catedráticos y directivos prestantes personali-
dades del partido conservador. En sus anales figuran los abogados Alberto Zuleta
Ángel, Fernando Londoño y Londoño, Emilio Robledo Ortiz, Jorge Enrique
Gutiérrez Anzola, Gabriel Carreño Mallarino, Miguel Aguilera, Santiago Álvarez
López, Alfonso Uribe Maldonado y Evelio Suárez Suárez.
“El Ministro de Educación Carlos Albán Holguín en el momento de crisis
del claustro, tuvo una intervención sabia en defensa de los principios demo-
cráticos de la Universidad.
“En las aulas de la Universidad Libre se formaron profesionalmente des-
tacados dirigentes del conservatismo, distinguidos educadores, parlamenta-
rios, juristas y escritores. Larga sería la enumeración de esos notables alumnos.
Solamente citaré a mis más allegados amigos: Evaristo Sourdís, Darío Marín
Vanegas, Rubén Amaya Reyes, Clemente Salazar Movilla, Alfonso Henao,
Jorge Ariza Reyes, Jorge Chacón Caprioti, Luis Sánchez Correa, Evelio
Suárez Suárez y Tito Roberto Cárdenas Ulloa.
“También la Iglesia Católica Apostólica y Romana ha hecho presencia en
la Universidad Libre, en las personas de Monseñor José Alejandro Bermúdez
y Monseñor Rudesindo López Lleras y los Presbíteros doctores Hernán
Jiménez Arango y José Wilches”. Sirvan estos apuntes históricos para certi-
ficar el pluralismo ideológico que desde su fundación ha mantenido la Uni-
versidad Libre haciendo honor al autor de esa insuperable divisa: “La Patria
por encima de los partidos”.

Breve síntesis de la labor académica


Generación tras generación del Alma Máter se siguen sucediendo para
honor y gloria del saber y de la democracia, siempre al servicio de la Nación
y de las clases de escasos recursos.
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Desde su fundación, hace ochenta y tres años, la Universidad le ha entre-


gado al país más de treinta y seis mil alumnos graduados en diferentes cam-
pos del saber, como Derecho y Ciencias Políticas, Ciencias de la Salud,
Ciencias Económicas, Ciencias de la Educación, Ingenierías; y además,
muchos graduados especializados, provenientes de las sedes que funcionan
en las ciudades de Bogotá, Barranquilla, Cali, Pereira, Cúcuta, Cartagena y
El Socorro.
Para terminar, no está por demás aclarar que la Universidad Libre es una
institución privada, sin ánimo de lucro, que se esfuerza por cumplir en las
juventudes estudiosas de Colombia, esperanza de la patria y depositaria de la
posteridad, el lema de nuestro escudo “Cientia-fons-libertatis” (la Ciencia es
Fuente de la Libertad).

Bibliografía
BLASCHKE, JORGE Y RÍO, SANTIAGO. La verdadera historia de los masones. Ed. Planeta. Barcelona
(España). 2006.
CLAVEL , F. T. B. Y TRUTCH, JHON. Manual del francmasón. Ed. Publicaciones Mundial. Barcelona.
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GALINDO HOYOS, JULIO ROBERTO. Huellas históricas en el Museo de la Universidad Libre. Ed.
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Derecho. 2ª Ed. Bogotá. 1994.
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