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El ensayo literario es una forma de expresión escrita en prosa y en primera persona del singular.

Es una
comunicación personal, desinteresada, sin otra pretensión que la de comentar algo, desde la costumbre de
rascarse hasta la desaparición del ferrocarril, la lectura de un libro, la visita de un amigo, el desuso de la
máquina de escribir.

Un ensayista escribe sobre lo que sea, con cohesión pero sin una meta predeterminada. Un ensayo literario es
un fragmento de conversación que se lleva a cabo sobre papel y con un interlocutor imaginario. Refleja sin
agotarlo el parecer del ensayista alrededor de una minucia o de un tema trascendental. Puede ser breve o no
tanto, pero nunca muy extenso; en todo caso, no demasiado. Un ensayista, o un buen ensayista, se expresa con
gracia y con tacto, porque intuye o sabe con qué tono hablar y cuándo callarse para no perder al lector.

Variados estilos. Un ensayo literario no es la exposición de un tema; es apenas un comentario acerca de


cualquier asunto; no llega a ser una opinión. El ensayista literario prefiere agradar que convencer; jugar una
travesura al lector en vez de ganarle la partida o, menos, derrotarlo. Si en cada época florece un género
literario más que otros, creo que en la nuestra el que va a florecer, o acabar de florecer, es el ensayo literario,
el personal, éste que describo y que, si ha sido practicado por un modelo insuperable como Michel de
Montaigne desde el siglo XVI, todavía tiene tela de la que cortar.

La soltura del ensayista (Charles Lamb era tartamudo) resulta de horas de calentamiento, no es espontánea ni
está hecha de sobras; no es el último recurso de un mal narrador. El ensayo literario puede tratar de literatura,
pero no toda prosa que lo hiciera sería un ensayo literario: como tampoco habrá de serlo cualquier ensayo,
tratara de lo que tratara, sólo porque estuviera bien o correctamente escrito.

El ensayo literario es poco frecuentado por autores y por lectores porque es un género muy exigente. Es
marginal para poder ser libre. Pierde autores y lectores pero no se desgasta. Hay diferentes tipos de ensayistas
literarios. Las maneras de abordar un ensayo también varían y quizá son tan amplios los estilos que escapan a
una clasificación o a una definición que los contenga a todos. Quiero decir que Juan de Mairena de Antonio
Machado es tan lección del género como lo es Otras inquisiciones, de Jorge Luis Borges. Pero, mientras que
el Mairena puede ser asimismo una novela, el de Borges es estrictamente un volumen de ensayos literarios,
cosa a la que de igual modo se atendría a ser Las pequeñas virtudes, de Natalia Ginzburg, es decir, una
recopilación de ensayos literarios.

Autobiografía. Hay narradores (Borges, Ginzburg) y poetas (Machado, Borges) que además son ensayistas
que practican tanto el ensayo, digamos, amplio, como el personal, el literario, el que es creación pura puesto
que es desinteresado. Me explicaré mejor si recurro nuevamente a Borges. Su Historia de la literatura inglesa,
por ejemplo, es un ensayo. Pero no lo llamo «literario» porque, a diferencia de los textos reunidos en Otras
inquisiciones, que sí llamo «literarios», aquél tiene meta, es la exposición de un tema, la información que
transmite es incontrovertible: en la selección de datos, en la categoría, el valor que tiene como opinión es
secundario al histórico. Por supuesto que la calidad de la escritura es altamente literaria también en la
Historia...; pero el ensayo amplio no es creación pura. Es que hay que señalar y definir las diferencias para
entendernos.

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