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INTRODUCCIÓN
Los animales ectotermos se han adaptado a climas fríos, empleando dos estrategias esenciales
para su supervivencia; las cuales incluyen adaptaciones en los procesos fisiológicos y
bioquímicos. La primera consiste en evitar la congelación y la segunda en tolerarla (Constanzo
et al 1995, Logares 2003, Ramlov 2000, Storey & Storey 1996, 2001).
Los animales que evitan congelarse no toleran la cristalización de sus fluidos corporales
(Constanzo et al 1995, Storey & Storey, 1996), por lo tanto, poseen una gran capacidad de
sobreenfriarse, a un valor de temperatura igual a la mínima temperatura que se vuelve letal a
sus tejidos (Ramlov 2000, Storey & Storey 1996). En estos organismos existe una gran
diferencia de temperaturas, entre el punto de fusión de sus fluidos corporales y el punto de
congelación del agua, lo que los hace más propensos a la formación rápida de hielo en sus
tejidos corporales (Ramlov 2000) aumentando el riesgo de muerte por la congelación del
espacio intracelular (Logares 2003, Randall 1998). Sin embargo, para evitar la congelación
del espacio intracelular, se aprovechan las propiedades coligativas de las soluciones, donde a
mayor concentración de solutos disueltos, se reduce el punto de congelación de la solución
(Storey & Storey 2005).
EVITAR LA CONGELACIÓN
Las adaptaciones empleadas para evitar la congelación de los fluidos corporales, se pueden
clasificar en cuatro tipos: (1) prevenir el contacto con nucleadores externos, (2) eliminación de
nucleadores del cuerpo, (3) inhibir la formación de hielo con proteínas anticongelantes y (4) la
supresión del punto de congelamiento y de sobrenfriamiento de los líquidos corporales (Storey
& Storey 2001).
Nucleadores de hielo
permanecer muy por debajo de la superficie, donde el hielo esté ausente (Randall 1998), la
eliminación de nucleadores del medio interno; se logra vaciando los intestinos para deshacerse
de partículas de alimentos y bacterias que pueden contribuir a la formación de hielo interior
(Storey y Storey 1996, 2001, 2005) y la inhibición específica de la formación de hielo, es
proporcionada por proteínas anticongelantes (Davies & Hew, 1990 en Storey & Storey 2001).
Proteínas anticongelantes
Figura 1: Esquema de la interacción de una proteína anticongelante (AFP) con los cristales de hielo. Esta se une a
las caras prismáticas y controla su crecimiento en este plano. Modificado de Hew y Yang (1992) en Storey &
Storey (2005).
La presencia de proteínas anticongelantes provoca histéresis térmica, una reducción del punto
de congelación de los fluidos del cuerpo, sin cambiar su punto de fusión, una característica útil
en peces marinos, los cuales tienen que disminuir el punto de congelación de sus fluidos
corporales (Constanzo et al 1995), cerca de 1.5 a 2.8ºC de su temperatura normal (Storey &
Storey 2001) para llevar a cabo su metabolismo a temperaturas bajo cero (Umminger 1969 en
Constanzo et al 1995). Las proteínas anticongelantes de los insectos terrestres son potentes
inhibidoras de crecimiento del hielo y la adición de estas a la hemolinfa, puede llevar el punto
de congelación a temperaturas extremadamente bajas, por ejemplo, en pleno invierno, la
temperatura corporal de orugas de la polilla (Foenella scudderiana) es -38º C (Storey &
Storey 1989 en Storey & Storey 1996).
Zuluaga-Castañeda
Figura 1:
Estrategia para evitar el congelamiento de la oruga de la polilla de Scudderiana foenella. (a)Las reservas de
hidratos de carbono (glucógeno), determinan la síntesis de altos niveles de glicerol, que constituye casi el 20%
del peso total del cuerpo del animal en pleno invierno. (b)El punto de sobreenfriamiento (SCP) de los fluidos del
cuerpo esta fuertemente suprimido, debido a la acción combinada de las proteínas anticongelantes y el glicerol y
la reducción del SCP se anticipa a la disminución estacional de la temperatura ambiental. Modificado de Storey
& Storey (1991) en Storey & Storey (2001).
Un problema adicional, que podría conducir a estos organismos a una muerte instantánea, seria
congelarse luego de estar altamente sobreenfriado, (Storey & Storey 2001), debido a que la
conversión rápida de un alto porcentaje de agua corporal en hielo, sin un tiempo adecuado
para iniciar respuestas de compensación y protección de las células (Storey & Storey 1996)
sería letal, sin embargo, se conocen unas pocas excepciones, de animales que pueden
sobrevivir a este rápido cambio de estado de los fluidos ( un escarabajo ártico sobrevive a la
congelación de su cuerpo, después de estar sobreenfriado a una temperatura de -54º C) (Ring.
1981en Storey & Storey 1996).
TOLERANCIA A LA CONGELACIÓN
Los animales tolerantes al congelamiento de sus espacios extracelulares, han desarrollado una
serie de mecanismos para regular los cambios producidos por la formación del hielo en su
cuerpo. Estos mecanismos se pueden clasificar en seis categorías: (1) propagación de hielo a
Zuluaga-Castañeda
través de los tejidos del cuerpo, (2) reparación de los daños y las lesiones causadas por el
hielo, (3) minimizar el volumen de la célula durante la congelación, (4) síntesis de proteínas
estabilizadoras de membrana, (5) resistencia a la falta de oxígeno, y (6) reactivación de los
signos vitales (respiración, latido del corazón y actividad muscular) después de la
descongelación (Storey & Storey 1996).
La congelación iniciada por nucleadores específicos, permite un mayor tiempo para hacer
ajustes metabólicos en los órganos, antes de que se detenga la circulación sanguínea,
permitiendo así, una deshidratación controlada de los órganos de manera que se concentre la
mayoría del hielo en espacios extraórgano (como la cavidad abdominal) (Storey & Storey
2001). Algunos animales tolerantes a la congelación, también parecen tener proteínas
anticongelantes en sus fluidos corporales, que regulan el crecimiento de cristales e inhiben la
recristalización (proceso mediante el cual pequeños cristales se reagrupan en cristales más
grandes). (Storey & Storey 2001).
Acumulación de crioprotectores
Los factores internos que facilitan la supervivencia a las heladas, son la baja temperatura
corporal, la cual disminuye la velocidad metabólica y la demanda de oxígeno, entrando en un
estado latente, por ejemplo, insectos que a menudo entran en diapausa, con una tasa
metabólica inferior al 5% del valor normal y producción de energía (ATP) utilizando la vía
fermentativa (Storey & Storey 2001) de la glucolisis (Constanzo et al 1995, Cooper &
Hausman 2007). La misma vía metabólica que permite a los adultos de tortuga sobrevivir bajo
el agua todo el invierno, sin respirar oxígeno y a tortugas juveniles sobrevivir cuando se
congelan sus nidos (Jackson 2007).
La función del corazón se debilita y, finalmente, cesa (Costanzo 1995, Jackson 2007), cuando
el organismo se congela, en este momento, la probabilidad de supervivencia depende de la
pronta reanudación de la función del corazón, ya que este se requiere para satisfacer las
demandas de oxígeno dentro de los tejidos y, por ende, rectificar las perturbaciones
bioquímicas, como la acumulación de lactato (Storey y Storey 1988 en Costanzo 1995). Tras
la reanudación del latido del corazón, se lleva a cabo el flujo de sangre a los tejidos, poco
después la respiración y, finalmente, la recuperación de los reflejos del músculo esquelético
(Layne & First 1991, en Storey y Storey 1996, Storey y Storey 2001, 1996).
Zuluaga-Castañeda
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