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El LUGAR Y EL “no lugar” EN EL TURISMO

(lopezga@fcien.edu.uy)

Álvaro López Gallero


Geógrafo, Fac. de Ciencias,
Responsable de Proyecto
apoyado por la
Comisión Sectorial de la Investigación Científica,
de la Universidad de la República

Frecuentemente, las manifestaciones orales y escritas con respecto al sector turismo


efectuadas por representantes de la iniciativa privada y de esferas gubernamentales,
caen en lugares comunes que lindan con la frivolidad. La ligereza de las afirmaciones
que repetidamente rondan en torno de la importancia de la actividad, “la industria sin
chimeneas”, la balanza de pagos y la economía en general, no atienden a la
trascendencia social del fenómeno. Más allá de los beneficios económicos que aporta,
concebimos el turismo prioritariamente como un fenómeno social en tanto significa la
satisfacción de un derecho humano, el de entrar en contacto con la naturaleza, los
lugares, la cultura y la gente de otros lugares.

La reiteración de los planteos le ha quitado fuerza ante una opinión pública a la que no
se le hace evidente la rentabilidad del sector, entre otras razones, porque no se analizan
datos que reflejen tanto los ingresos como los egresos a los que dan lugar los viajes de
los compatriotas, por ejemplo. Por otra parte, son escasas y débiles las expresiones de
los sectores laborales que encuentran en esta área un paliativo al desempleo pero que, en
medio de una ocupación generalmente estacionaria y precaria, no tienen margen para
una organización laboral con actuación independiente.

En realidad existe un tipo denominado “turismo industria”, el que se vende a un


mercado masivo, el que atiende a las imágenes y no al contenido de lo que se recorre o
visita, transforma todo lo que toca en artificial, crea un mundo ficticio y mistificado de
ocio (CARLOS). Es el “turismo fordista” ya que, como en las técnicas empleadas en la
industria en la primera mitad de siglo, lo que importa es la numerosa reproducción de
productos, ofrecidos a precios más accesibles para sectores medios, en tanto quienes
disponen de altos ingresos participan de una recreación alternativa de élites, acordes
con su interés y cualitativamente valiosa: turismo cultural, ecoturismo, etc. Es deseable
una extensión del turismo pero ello no debe ocurrir con el sacrificio de la calidad,
banalizando el valor cultural del producto que se ofrece.

Si se enumera una media docena de cambios cuantitativos acaecidos en la fase


globalizadora del sistema capitalista, la expansión del turismo, abarcando sus diversas
modalidades, se encuentra entre ellos. Para ocuparse de los procesos globalizadores
hay que hablar, sobre todo, de gente que migra o viaja, que no vive donde nació, que
intercambia bienes y mensajes con personas lejanas, mira cine y televisión de otros
países, o se cuenta historias en grupo sobre el país que dejó (GARCÍA CANCLINI).
El turismo puede inscribirse en el marco de los grandes entretenimientos que como los
espectáculos deportivos o los programas televisivos, cada vez están más dominados por
capitales que buscan la rentabilidad desarrollando un mero pasatiempo sin importarles
la re-creación de los individuos e, indirectamente, fomentando la pasividad de los
espectadores.

Como expresa el mismo investigador social, dado que la globalización se presenta


como un objeto evasivo e inmanejable, quienes la gestionan la cuentan, también, con
narraciones y metáforas. Por lo cual, hay que cuestionarse los discursos y las imágenes
-las más de las veces favorables-, distinguiendo la realidad de las construcciones
ideológicas. La visión de la globalización como abarcadora e, incluso, totalizadora, sin
margen para salidas alternativas, es la de los ministros de economía, los individuos
destacados del sector financiero, los grandes comunicadores, beneficiarios por las
relaciones globalizadas, que consideran temas como el desempleo, una problemática
estructural insoluble. A estos elementos hay que incorporar una característica que es la
incertidumbre, los constantes cambios en los escenarios económicos tienen como
contrapartida una gran inseguridad.

No debe olvidarse que la propia Organización Mundial del Turismo reconoce como
absolutamente minoritario al contingente de habitantes de la Tierra que, efectivamente,
se traslada de un país a otro. Por el momento y por muchos años hacia delante, los
viajes al exterior no descenderán de los niveles de ingresos medios a altos, salvo cuando
ese traslado esté encubriendo corrientes migratorias de trabajadores de bajos salarios
que se trasladan desde el Tercer Mundo hacia territorios de economías más fuertes.

Como afirma Eagleton, el posmodernismo cree que, políticamente hablando,


deberíamos celebrar la diferencia, la pluralidad, la variopinta y matizada naturaleza
de nuestras culturas, diferenciando el fundamento de todo lo que no sea particular en el
mundo, con lo cual transmite la aversión por objetivos universalistas. El turismo es
influido por las muy variadas expresiones de una posmodernidad que, es cierto, no
puede definirse por un único perfil. Existe un particular interés por lo diferente, por lo
ajeno, por lo exótico que, en primera instancia es la búsqueda de nuevos productos por
parte de las empresas internacionales para volcarlos en el mercado; el sistema tiende a
homogeneizar pero, al mismo tiempo usufructúa las heterogeneidades tradicionales.
También están los viajeros ávidos por nuevas expresiones filosóficas, religiosas y
artísticas, incluso diferentes encares acerca de la vida cotidiana. La avidez por las
expresiones musicales latinas en América del Norte y Europa responden al interés del
mercado y a los buenos dividendos que logran los productores.

Ocurre un hecho contradictorio, en tanto el turismo se desarrolla se multiplican los


puntos de contacto entre economías, empresas, individuos e instituciones estatales de
diferente nivel de desarrollo, de forma que con cierta facilidad se producen
metamorfosis que tienen que ver con el impacto que el fenómeno genera. El turismo,
como el comercio exterior y de una manera más descarnada, enfrenta también dos
economías de diferentes características y nivel de desarrollo.

El lugar…
El concepto de lugar no es meramente la referencia a un “paraje” en la que, en muchos
casos, el referente no es más que un accidente físico del terreno que no necesariamente
está vinculado a una población sino que, por ejemplo, se trata del encuentro de dos
corrientes fluviales, una barranca o un cerro. El lugar entraña la iniciativa de un grupo
humano. Vapñarsky, arquitecto argentino, ha definido lo que el llama “localidad” (como
entidad ecológica) al conjunto localizado de personas que interactúan cotidianamente
en una cadena de contactos cara a cara que conecta entre sí a todos sus miembros y,
como entidad física como, estructura material adaptada a las actividades cotidianas a
un grupo social localizado.

El lugar es una construcción histórica que integra tiempos, acciones y objetos fruto de
acontecimientos, amistades y pujas, encuentros y desencuentros, entre los actores que en
él han vivido o viven; construcción dela que forma parte la continuidad histórica del
terruño. Es el proceso de conformación del territorio o territorialización. Remarca
Santos: “Es el lugar quien permite al mundo realizarse (…) en el lugar están los
hombres juntos, sintiendo, viviendo, emocionándose, por consiguiente, capaces de
acciones; son la fuerza del lugar”. Los lugares tienen para Marc Augé tres aspectos
comunes: la identidad, la relación social y la historia: el plano de la casa, las reglas de
residencia, los barrios del pueblo, los altares, las plazas públicas la determinación del
terruño corresponden para cada uno a un conjunto de posibilidades, de prescripciones,
de prohibiciones cuyo contenido es a la vez espacial y social.

Cuando una parte de los habitantes del lugar emigra, cuando recibe inmigrantes o
cuando las topadoras transforman el territorio con una obra de uso nacional, se altera la
identidad del lugar. Por ello, el mismo autor plantea que las reacciones contra los
inmigrantes extranjeros están relacionadas con el ataque a las certidumbres propias que
crea el ingreso de seres humanos portadores de otras convicciones valores culturales.

Son los hombres quienes construyen la vida cotidiana, en tanto el destino del lugar al
empleo del tiempo libre de otros puede vulnerar esa cotidianeidad. Por ejemplo, los
agricultores familiares que destinan la mayor parte de su tiempo a la atención de
visitantes en muchos casos abandonan el sector agrario, aunque no dejen de ser parte de
la población rural.

El lugar tiene la solidez de la base, de lo construido “desde el pie”. pero que no siempre
es un ejemplo de armonía democrática porque en muchas oportunidades, las relaciones
sociales son dominadas por caudillos o “caciques” locales (con poder económico
hegemónico), que en ciertas instancias están enlazados con intereses externos. La
autenticidad y la firmeza del lugar es mayor cuando en él, por el contrario, se desarrolla
una sociedad participativa y respetuosa de las libertades individuales. Éste es un gran
telón de fondo del dilema centralización-descentralización.

El no lugar…
El concepto de “no lugar” fue expuesto por el antropólogo francés Marc Augé, aunque
su planteo hace referencia a los lugares turísticos llega más acá y más allá de los
mismos. Por supuesto, no sólo el turismo es responsable de los impactos en la identidad
de las comunidades, pero esta actividad, por su dinamismo y su apetencia por nuevos
territorios, en ciertas circunstancias se convierte en una amenaza. Sin embargo, no
pretendemos hacer la apología de una conservación meramente arqueológica la cual
sería falsa para las nuevas generaciones, ausentes de los contextos sociales que le dieron
origen.
Simétricamente, respecto al lugar, se dice que el “no lugar” es el que no tiene referentes
identitarios, relacionales o históricos. El planteo suele volverse un tanto esquemático
porque el lugar no desaparece totalmente y el no lugar que se introduce en el lugar
tampoco se consolida indefinidamente. Existe –en el turismo es muy claro- una
interpenetración entre ambos, el no lugar turístico necesita de, al menos, una parte del
lugar. Pero si el espacio de ocio ajeno crea no lugares, también los producen los ejes de
circulación (autopistas, viaductos, grandes áreas comerciales, aeropuertos modernos),
principalmente cuando los gobiernos abandonan sus responsabilidades y dan rienda
suelta a quienes asumen las concesiones de obras públicas.

Las falsas construcciones de nuevos escenarios vigilados y controlados, la propaganda


mediática, la ajenidad de los visitantes y la transformación de la vida cotidiana
preexistente en el lugar, contribuyen a la conformación del no lugar, en tanto se dispara
de las señas de identidad de los pobladores creando un sentimiento de extrañamiento.
Aquí lo grave no es el cambio sino que ese cambio surge por imposición externa. El
lugar es construido por las relaciones horizontales al interior de la comunidad, en tanto
que el no lugar es fruto del peso vertical del poder que participa de la economía global y
dispone de buenos lobbys del punto de vista político.

Otros ejemplos de no lugares lo constituyen: las construcciones hoteleras de


Manantiales volcándose sobre la playa con un aspecto propio de la costa mediterránea;
el Hotel Madison en las proximidades de Carmelo vedando al uso público el área o el
Hotel Conrad, agrediendo con su estilo art deco propio de las grandes salas de juego de
los Estados Unidos de los twenties cortando la fisonomía de la península. Generalmente,
las cadenas internacionales reproducen sólo los ámbitos interiores sino también los
exteriores de los resorts que sus clientes habituales aguardan en cualquier lugar del
mundo. También las ferias artesanales que se instalan en el lugar y que incluyen, no
sólo productos locales sino todos aquellos que, elaborados en el país, fruto del trabajo
manual y muchas veces industrial, tratan de despertar el interés de los visitantes.

Otras situaciones podríamos calificarlas como invasiones irrespetuosas de recursos


naturales con valor turístico, caso de las edificaciones toleradas en períodos anteriores
por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y la
Intendencia Municipal de Rocha, en los médanos de la playa Balconada de La Paloma.

La construcción turístico-comercial de circuitos y destinos atractivos a los


consumidores, respaldado por poderosos medios audiovisuales conduce al maquillaje
de los lugares, a reconocimientos selectivos mas no al conocimiento real. Los contactos
con las culturas locales son verdaderos espectáculos que concentran los elementos que
se encuentran en el imaginario de los clientes. Es decir que el no lugar no es solamente
la negación del lugar, sino la construcción de uno nuevo que, al crear una nueva
infraestructura en lugar de la anterior produce una desterritorialización sustituida por
una reterritorialización. Para Augé, el espacio del viajero conducido por folletos, guías
y agencias comerciales es el arquetipo del no lugar, pero también lo es el espacio
normado paso a paso en una terminal de transporte aéreo.

Además, del cambio de territorio está el enfrentamiento con las actitudes de un sujeto,
el turista, que actúa de acuerdo a su imaginario acerca del lugar y en un trance de
esparcimiento, en muchos casos poco responsable de los efectos que produce.
Como ha señalado Yazigi, lo primero es que el lugar turístico lo disfruten quienes en él
viven y que no acontezca que quienes allí desarrollaron su vida se sientan
absolutamente extraños a la reconstrucción de su paisaje, de su vida cotidiana, de las
expresiones culturales externas al lugar y, por lo tanto, desaparezca parte de su
patrimonio.

Los investigadores sobre turismo de Brasil realizan anualmente los encuentros


académicos denominados Turismo com base local en los que se analiza la marcha del
sector con el objetivo de proponer formas que permitan la gestión y el aprovechamiento
de los centros turísticos por parte de las poblaciones locales que, en la gran mayoría de
los casos, no participan en los emprendimientos que allí desarrollan ni reciben los frutos
que produce el lugar que ellos han construido.

No es fácil eludir la interrelación cultural en un mundo en gran medida interconectado y


algunos consideran que también los procesos de hibridación contribuyen a la afirmación
de los valores culturales de una sociedad o un grupo humano. En cierto modo, la cultura
se define por contraste, las reacciones de los otros pueden constituir el espejo de
nuestras cualidades, hay elementos de la identidad que pueden llegar a consolidarse por
el cotejo con los extraños. Las expresiones culturales que tienen sólida base social
logran soportar los embates de la homogeneización, es el caso del candombe uruguayo
manifestación de un sector social subalterno, incluso marginal, el cual –no sin
adaptaciones- pasa a ser asumido por las clases dominantes de la sociedad.

La reterritorialización en base a los no lugares produce una reestructuración territorial


que puede convertir lo transitorio en permanente, el proyecto comercial integrado a la
vida cotidiana. La clave está en dilucidar si ese cambio es interiormente asumido como
un avance de la comunidad o formará parte de las frustraciones de su propio proyecto.
Si la comunidad coparticipa o se siente ocupada por la iniciativa externa. Para
expresarlo de forma más concreta, si, por ejemplo, las fuentes de empleo que
proporciona el Hotel Conrad están integrando al proyecto de la comunidad de
Maldonado o dicha inversión es vista como formando parte de un territorio tan ajeno
como transnacionalizado, denominado Punta del Este.

Bibliografía
AUGÉ, Marc (1992) Los”no lugares”espacios del anonimato. Una antropología de la
sobremodenidad, Gedisa Editorial, Barcelona.
CARLOS, Ana Fani Alessandri (1996) O turismo e a produçâo do nâo lugar en Yazigi y otros,
“Turismo: Espaço, paisagem e cultura”, Editoria Hucitec, Sâo Paulo.
DIAZ, Esther (1999) Posmodernidad, Editorial Biblos, Buenos Aires.
EAGLETON, Terry (1997), Las ilusiones del posmodernismo, Editorial Piados, Buenos Aires.
GARCÍA CANCLINI, Néstor (1999) La globalización imaginada, Editorial Paidós, Buenos
Aires.
SANTOS, Milton (1997) Nuevas concepciones de la Geografía, conferencia dictada el 2.8.95
en La Habana, publicada en la Revista GeoUruguay No 1, Editorial Fin de Siglo, Montevideo.
VAPÑARSKY, César (1979), Aportes teórico-metodológicos para la determinación censal de
localidades, Cuadernos de CEUR No.4, Buenos Aires.

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