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TEMA 3 La España Prerromana


1-El hombre en el Paleolítico
A) Formas de vida y economía de la gran Caza:
Las formas de vida de estas gentes solo nos son conocidas en sus rasgos más generales. Aquel primer homo
hispanicus, vivió en terrazas fluviales hasta que los propios fríos de la última glaciación, propio del
Paleolítico medio, le llevaron a preferir chozas y cuevas, con lo que estas se convirtieron en habitación,
santuario y panteón funerario.
Es de suponer la existencia de una acusada cohesión social con la correspondiente división del trabajo dentro
de las hordas.
Se darían cierta diferenciación respecto a las mujeres, las cuales por gestación y crianza de los hijos no
acompañarían a los cazadores, dedicándose a la recolección de frutos.
La coordinación de unas y otras tareas hubo que requerir el respaldo de rígidas normas que regulan la
convivencia y el trabajo.
Economía de la gran Caza:
La vida económica del paleolítico superior tuvo que ver con los medios y formas de lograr alimentos. Su
base fue la recolección de frutos, la pesca y sobre todo la caza.
La recolección vegetal constituye el antecedente del cultivo agrícola.
El Paleolítico superior coincide con la llamada era de la Gran Caza, posiblemente por la abundancia de
herbívoros. Los procedimientos utilizados para esa caza en gran escala fueron muy variados: Se uso la Red,
fosas y trampas de peso; se realizaron lugares acotados con empalizadas donde el hombre conducía a los
grupos de animales, manteniéndolos como reserva de alimentación. Estos testimonios están representados en
las pinturas rupestres encontradas en diversas cuevas.
B) El mundo del Espíritu.
En las pinturas rupestres cantábricas (la cueva de Altamira) el homo hispanicus realiza su primera y
sorprendente aportación a la historia de la civilización humana. Se pensó que estas representaciones en
exclusividad artísticas, ocio de unos hombres cazadores o practicas religiosos y creencias totémicas.
No es mucho lo que se puede decir de las inquietudes del hombre del Paleolítico en cuento a dioses o a
quienes rindieran culto ya que no reflejan en las pinturas nada respecto a ello.
En cambio sí que hay una honda preocupación por el mas allá, patente en las creencias que inspiraron al
hombre al culto a sus muertos. Estos a veces eran enterrados en sepulturas individuales y otras en fosas
comunes. Al lado del cadáver se colocaban objetos de uso personal y diversas ofrendas mortuorias.

II LA REVOLUCION NEOLITICA Y EDAD DE LOS METALES:


Etimológicamente Neolítico significa “piedra nueva”.
a) Vida Económica:
El cambio substancial de la vida económica consiste en el paso del simple aprovechamiento de lo que la
naturaleza ofrece a un régimen que se consume lo que el hombre produce con el cultivo de la tierra y el
cuidado del ganado.
Es decir el hombre supera los estadios iníciales de la caza y mera recolección de frutos para convertirse en
granjero y ganadero
La economía consistía en :
- Agricultura: Cultivo cereales (trigo, cebada y centeno), legumbres, cultivo lino y el esparto, se
aprovecho el olivo silvestre. Obviamente los progresos agrícolas tuvieron que ver con el uso del
arado.
- Ganadería: El mamut y bisonte ya se habían extinguidos en esta época, los ciervos y cabras se
trasformaron en animales domésticos. Con respectos a los cerdos, bóvidos y oveja, no sabemos con
precisión si se transformaron de animales salvajes a domésticos, o bien llagaron así traídos por los
nuevos grupos emigrantes.

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Las nuevas técnicas del Neolítico, patentes en la cestería y en un trenzado de fibras que hizo posible el
tejido, fueron especialmente notables en lo relativo a la cerámica. Estos progresos técnicos representan
en todo caso tímidos adelantos ante el trascendental descubrimiento de los metales.
Pudo transcurrir un millar de años hasta que los hallazgos metalúrgicos de oriente se difunda por tierras
hispanas dando paso a la edad de bronce.
b)Sociedad y cultura
Los nuevos rumbos de la economía agrícola-ganadera y posterior desarrollo de la metalurgia
repercutieron en la estructura social como la propia especialización del trabajo y el incremento del
comercio. El hombre siguió viviendo en cuevas pero en la España de la edad del Bronce existieron casa
redondas y otras rectangulares. Las grandes técnicas megalíticas aparecen entre nosotros aplicadas a la
habitación y fortificación de los poblados, sobre todo en la construcción de monumentos funerarios.
La mayoría de estas construcciones eran de gran magnitud y las piedras procedian con frecuencia de
emplazamientos lejanos, debiendo exigir el concurso de verdaderas masas de trabajadores bajo una
fuerte dirección, lo que probaría la existencia de estructuras de poder e incluso posible castas de
dirigentes. Las culturas de Almeria, Los Millares y el Argar es un ejemplo claro de este gigantesco
proceso de evolución de la cultura y sociedad . En el último milenio antes de Cristo Hacen acto de
presencia en la península nuevos pueblos indoeuropeos y los colonizadores mediterráneos fundan aquí
sus propias colonias.
III La España Prerromana del último milenio a. C.:
a)Iberos ,Celtas y Colonizadores Mediterráneos.
La península fue conocida como Iberia por los griegos quienes llamaban iberos a sus habitantes de la
zona mediterráneas. Consideradas las invasiones Celticas procedente de Europa y dado por buena la
confluencia de estos dos grandes pueblos (los celtas y los iberos) para constituir un tercero los celtiberos
quienes fueron en su tiempo el fundamento o tronco de España-
En los Albores del último milenio a. de C. tiene lugar el establecimiento en la península de los pueblos
comerciantes del Mediterráneo oriental. Los Fenicios tras enriquecerse con el tráfico de la plata,
establecen varias factorías en Iberia y África. Las más importantes son 1.100 a.c. Gadir (Cádiz), Málaka
(Málaga), Abdera (Adra, Almería) y Sexi ( Almuñécar, Granada). Cádiz llega a ser la ciudad más
poblada después de Roma.
Con el tráfico comercial centrado en la plata, oro y cobre los fenicios desplegaron una gran actividad
pesquera, desarrollando mediante el uso de la purpura y colorantes una importante industria textil.
Debido a inquietudes comerciales , o tal vez por problemas de superpoblación y falta de tierras, diversos
pueblos griegos expertos en navegación realizaron por entonces incursiones hacia Occidente. Ello tuvo
lugar en un clima de auge económico propiciado por dos circunstancias principales por una parte por el
desarrollo de la banca y el apogeo industrial y de otra por el dominio ateniense (talasocracia: dominio
del mar) sobre el mar egeo y el florecimiento de las ciudades griegas en el Mediterráneo occidental.
Hacia el año 800 a.C. los rodios fundan Rhode(Rosas), mientras esos y otros pueblos, abandonando la
seguridad de los trayectos próximos a la costa , viajan por el centro del mar de unas islas a otras (Sicilia,
Cerdeña, Baleares) hasta alcanzar las costas del oeste en una ruta marítima denominada vía interinsular.
B)los pueblos de España:
La persistencia de los grupos étnicos más primitivos, junto a las inmigraciones indoeuropeas y el
prospero desarrollo de los colonizadores mediterráneos la península quedo dividida en los siguientes
pueblos:
1-Los pueblos del Norte:
Se compone por cuatro pueblos nórdicos: Galaicos, asures, cántabros y vascones. Este último pueblo
pasó a designar con el tiempo al conjunto de las tribus vascas. Sus formas de vida fueron
ciertamente rudimentarias. Habitaron en castros o pequeños poblados, practicando una economía
basada en el cultivo de la tierra y la recolección de frutos naturales, entre los que cabe mencionar la
bellota, de la cual extraían harina para producir pan. Conocieron las propiedades de algunas plantas y
practicaron como diversión favorita la danza. Fue común la creencia en un cierto dios de la guerra, al
que sacrificaban ocasionalmente hombres y caballos en un clima de prácticas politeístas(varios

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dioses), augurios y predicciones. Estos pueblos optaron preferentemente por guerrillas y emboscadas,
en las que cobrarían singular notoriedad las tropas de la caballería astur.
2-Los pueblos de la franja central: celtiberos y vacceos
En la meseta central dio cabida a dos grandes pueblos: los celtiberos y los vacceos. En los territorios
meridionales albergaron asimismo a otros grupos étnicos de menor significación: Carpetanos, oretanos y
vetones. Estos últimos vivieron en pueblos y a veces en pequeñas ciudades fortificadas, trabajando con barro
las piedras de las muralla. La economía típicamente pastoril.
Hacia el 600 a.C. aparece una tribu de pastores nómadas, los beribraces, de origen Celta, que
fundamentalmente se alimentaban de leche y queso. Más tarde la fusión de diversos grupos étnicos dando
paso a los celtiberos, consolidada una economía pastoril que debió tener muy poco de bucólica y mucho de
guerra. La industria siderúrgica alcanza notable desarrollo, tanto en su vertiente bélica como en el uso
pacífico de fraguas donde se construían herramientas y aperos de labranza. Hubo cierta actividad agrícola en
la zona de Numancia, cultivándose el trigo y la cebada, de la que fabricaron una especie de cerveza llamada
Celia, consumida por los numantinos durante el sitio rumano. No faltaron asimismo los tejedores de lana
propios de la economía pastoril.
Los celtiberos debieron ser en tiempos de paz gentes hospitalarias. En la guerra, en cambio, su dureza y
valor fueron proverbiales
Los vacceos, se asentaron en la zona de la meseta que hoy es la Tierra de Campos, fueron un pueblo
eminentemente agricultor. La gran producción de trigo no sólo satisfizo sus necesidades, sino que originó
cuantiosos excedentes, codiciados por sus vecinos cántabros y astures, aunque también practicaron
actividades pastoriles.
La notoriedad histórica de este pueblo tuvo que ver con la práctica de una especie de colectivismo agrario,
los vacceos dividían los campos cada año, trabajando luego las parcelas sorteadas y poniendo la cosecha en
común, con la entrega a cada cual de lo necesario para su sustento. Esta colectivista, observada también en
Dalmacia y la India, ha sido entendida por algunos como un temprano precedente del comunismo o de la
socialización agraria.
3-Pueblos del área oriental o iberia
Geográficamente la zona iberia se extiende desde el norte de los pirineos, a lo largo de la costa
mediterránea, hasta la zona de Murcia- Diferenciándose tres sectores: Cataluña ,el valle central del Ebro y
los territorios Valencianos conteniendo cada uno de ellos una rica variedad de pueblos:
- Los cosetanos e indigetes tierra catalanas de Tarragona y el Ampurdán.
- Los iacetanos (Jaca) e ilergetes (lerida) en el valle del Ebro
- Los cotestanos (Alicante) y bastetanos(Baza) en el extremo meridional.
Mencion especial entre los pueblos del este, merece el balear, de cultura pastoril y acusado primitivismo.
La ciudad, nucleo de convivencia, fue construida en lugares elevados y protegida ocasionalmente con
murallas.Las casas ibéricas eran pequeñas, de una sola planta y con tejado de ramajes mezclados con barro.
El mundo económico basado en el cultivo de esas tierras fértiles, se caracterizo por el acuño de moneda
propia.Sin duda por el influjo griego, hacia el s. IIIa.C., aparece el dragma ibérica. El comercio industrial
ofrece a su vez dos puntos de referencia novedosos: el uso normal del hierro y la utilización del torno del
alfarero, superando así la cerámica de carácter doméstico para convertirse en industrial y productiva. En el
mundo culturalhay que subrayar dos fenómenos la escritura y el arte.
La civilización ibérica fue la primera de las peninsulares que conoció el uso de la escritura, tanto en estos
territorios del oriente como en la Turdetania. El arte floreció con brillantez en la pintura sobre la cerámica y
de modo particular, en la escultura con representaciones de animales y seres mitológicos, apareciendo la
figura humana solo como excepción (la dama de elche)
4-Pueblos meridionales. Los turdetanos y Tartessos.
El proceso colonizador de fenicios y griegos entró en contacto con unos pueblos meridionales, turdetanos y
tartesios, cuya rica civilización contrastaba ostensiblemente con la de las restantes comunidades indígenas
de la península. Estas relaciones de los tartesios con las gentes del mediterráneo oriental, se vieron afectadas
con la rivalidad entre griegos y cartagineses. La derrota de Grecia (Alalía, 535 a.C.) supuso que los
cartagineses destruyeran la capital, Tartessos, aniquilando su imperio a principios del siglo V a.C.

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La sociedad de Tartessos quizá los grupos sociales, según su poder y riqueza tuvieran acomodo separado en
diversas zonas de la ciudad, ya que la ciudad estaba dividida en siete poblaciones o barrios según la
condición social. La excavaciones arqueológicas de los últimos años han facilitado un mejor conocimiento
de la economía tartésiana, y en especial de las explotaciones mineras, fuete de riqueza en primer orden en
una zona que ha sido calificada como el Dorado de Occidente por la abundancia de minerales y en especial
de la plata. La exportación no solo en bruto de los minerales, sino que la plata y el cobre debieron ser antes
tratados, convirtiéndose así verdaderos centros metalúrgicos de donde salían ya los productos
manufacturados.
La riqueza agrícola aparece como una de las mayores de la Peninsula dado que el campo fue prodigo en sus
tres productos determinantes: Trigo,vino y aceite.
El último pilar de esta floreciente economía la constituye la reserva ganadera

II Los tiempos Primitivos: El Despertar de los pueblos de España


Tema 4 Fuentes del Derecho y sociedad política
I Costumbres y leyes como fuente del derecho:
A) Derecho consuetudinario patriarcal y matriarcal (pregunta EX)
La actividad cazadora del hombre paleolítico hubo de requerir unas mínimas reglas organizativas de
acatamiento al jefe de la horda y de ordenación de funciones a la hora de emprender esa tarea colectiva, o
luego, llegado el momento de aprovechar y repartir las piezas cobradas. La aparición de la cultura pastoril
pudo favorecer un sistema patriarcal de carácter poligámico. La sociabilidad tuvo así dos premisas: la
necesaria cohesión del grupo y reparto del trabajo. De forma más o menos elemental, ahí está presente el
derecho consuetudinario. También constan testimonios sobre la existencia de un régimen matriarcal desde
tiempos primitivos, ligado presumiblemente a las culturas agrícolas del Neolítico. Su desarrollo en los
pueblos del norte, más concretamente en los cántabros. Según Estabón la constitución de la familia misma
implica una estructura femenina en la filiación y el parentesco (régimen matrilineal). Al trasmitirse la
propiedad de las tierras a las hijas, quienes contraen matrimonio con ellas deben abandonar sus casas y
familias. Semejante régimen se corresponde con la vigencia de la institución del avunculado, en tanto en
cuanto, dedicada la mujer al cultivo de la tierra, el gobierno de la familia recae en su hermano si éste no se
ha desvinculado. El marido queda relegado a una posición secundaria, aunque tal vez conservando una cierta
autoridad moral. Otra institución observada por Estabón entre los cántabros era la covada, la cual consistía
en la sustitución de la madre por el padre en el lecho, con la cual se acepta o legitima al recién nacido como
miembro de la familia
B) El derecho escrito en TARTESSOS (EX):
La doble consideración de lo mítico y lo real hay que referir las noticias que nos hablan de un derecho
escrito. Por un lado la propia leyenda de Gárgoris y Habis, relata que el hijo, una vez convertido en
monarca, “sometió a leyes al pueblo incivilizado”. Refiriéndose a los turdetanos, Estrabón observa que
tienen escritos de antigua memoria, poemas y leyes en verso, que ellos dicen de seis mil años. Estas
observaciones de Estrabón han resultado perfectamente comprobadas la existencia de una escritura de los
tartesios y que su lengua era distinta a la de los iberos. En última instancia tales leyes no resultaría un
fenómeno insólito, por cuanto se ha constatado la existencia de otras en diversos pueblos del Mediterraneo
oriental.
II Estructura de la Sociedad Política.
La Sociedad primitiva se jerarquizó en diversos estratos o clases. El acceso a estas clases debió de estar
determinado por el nacimiento, méritos bélicos e incluso por la edad. Los componentes de las clases rectoras
fueron calificados por los romanos como nobles (nobiles, maximi nati), en un grado inferior de la escala
social figura la gran masa de cultivadores y pastores libres. También existió la esclavitud, hubo esclavos que
pertenecían a dueños particulares y que sin duda fueron objeto de comercio. Más interesante resulta el tipo
institucional de los siervos públicos o dependientes de una comunidad política, cuya presencia nos consta
por cierto decreto de Lucio Emilio Paulo, propretor romano de la provincia Ulterior s. 189 a.C. Un ej. De
siervo público son los hijos de soldados romanos y mujeres españolas y que como libertos fueron
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establecidos en la ciudad ibera de Cartaya. Se trataba de gentes sometidas a núcleos urbanos dependientes
del dominio de la comunidad publica hegemónica
A) Gens y Gentilidades(EX)
Los romanos llamaron a la comunidad política de estos pueblos indígenas Tribu, Gens o Centuria.
Gentilidades o parentelas, forma intermedia entre la tribu y las familias con significación en la vida pública.
La gentilidad seria una especie de clan o grupo suprafamiliar con significación en la vida pública. Los
derechos del individuo derivan de su pertenencia a tal o cual gentilidad. Mangas propone como definitiva
una organización indígena con arreglo a los siguientes parámetros: gens, unidad de primer orden; gentilitas,
unidad de segundo orden; familia, unidad de tercer orden.
B) Los vínculos de solidaridad pública: Hospicio u Hospitalidad.(EX)
Al ser las gentilidades grupos cerrados dentro de una gens más amplia, forman clanes cuya solidaridad y
fuerza van en detrimento de la cohesión de la comunidad política organizada que podemos entender como
estado.
Pacto de Hospitalidad u Hospicio: Con estos pactos se amplía la protección social y jurídica de una
gentilidad a miembros ajenos de ella. El extraño o Huésped se acoge a la tutela del grupo social en que
ingresa pasando a denominarse Gentil o miembro de la nueva gentilidad, con los mismos derechos que los
restantes componentes de ella. Cuando el pacto es entre dos grupos gentilicios, se produce la equiparación y
reprocidad jurídica de todos sus miembros.
C) Los vínculos de sumisión personal: Clientela y “Devotio” (EX)
Los iberos se agrupaban de forma espontánea alrededor de personajes con especial arrojo y poderes de
atracción, cualquiera que fuera su origen.
1) La Clientela militar: La clientela como la hospitalidad supone un pacto que engendra una nueva
relación y obligaciones. A diferencia de la hospitalidad, la clientela crea un vínculo de sumisión de
persona a persona. El cliente se acoge a la protección o sustento del patrono, quien recibe a cambio
su fidelidad y servicios. Por la naturaleza de la acción bélica característica de la época, la clientela
aparece frecuentemente bajo la forma más concreta de la Clientela Militar. Se establece mediante
juramento, reconociendo el cliente en el patrono a su feje o Rey. La fe jurada constituye la única
garantía de las obligaciones objeto de pacto y su ruptura depende del incumplimiento del acuerdo
falta de protección del cliente, exigencias inmoderadas, etc. obviamente una institución de tal
naturaleza hubo de debilitar los vínculos públicos del individuo con su Gens o Gentilidad, porque a
veces el Patrono pertenecía a otra comunidad política distinta a la del cliente.
2) La Devotio ibérica: La incidencia de elementos religiosos la transformo, en ella los clientes
consagraban su vida a las divinidades infernales, ofreciéndola a cambio de la del jefe o caudillo( los
dioses prefieren que en el combate se inmole la vida del cliente o devoto a la del patrono) Si el
caudillo muere el cliente ha de entender que la divinidad le juzgo indigno al rechazar su ofrenda y en
consecuencia debe suicidarse. Esta consagración resulto peculiar pero no absolutamente novedosa
para unos romanos que disponían de cierta institución parecida, Devotio romana, empleada
exclusivamente en la guerra y que a veces consistió en la consagración del territorio enemigo a las
divinidades infernales mediante una serie de formulas mágicas. En el fondo de la Devotio romana
hay un elemento constante desear el aniquilamiento del enemigo.
D) Reyes y asambleas Ciudadanas.
El régimen político de los Estados prerromanos fue unas veces monárquico y otras aristocrático.
1) Reyes, régulos y príncipes.
Los escritores romanos llamaron con frecuencia rey al jefe de la comunidad política de los pueblos
primitivos y reyezuelo (regulus) a quien estaba al frente de las organizaciones aristocráticas de la ciudad o
bien era el caudillo de una clientela En el mundo celtibero se habla concierta frecuencia de régulos o
reyezuelos, apareciendo como rex un tal Hilerno. Más frecuentes son los príncipes aparecen a veces como el
hombre más importante de una tribu o ciudad y otras como un miembro más de la casta nobiliaria
dominante.
En Lusitania no debió darse la denominación de régulos y reyes siendo mencionados en cambio algunos
jefes militares, elegidos en asambleas populares.
2)Asambleas populares
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En la vida política de los Estados indígenas existió una asamblea popular formada por todos los hombres
libres (concilium) y otra aristocrática o senado que desempeñó un papel rector de naturaleza no bien
conocida. Cabe en todo caso presumir que los desacuerdos habidos en el seno de tales órganos colegiados
tuvieron mucho que ver con los conflictos políticos entonces acaecidos.
B)Colonias Fenicias y Griegas. La Sociedad Política bajo dominio Cartaginés.
Estas colonias debieron regirse por un sistema análogo a las metrópolis fundadoras. Sus intereses eran
fundamentalmente comerciales, culto religioso al Dios Melkat. Contaban con una asamblea popular y un
senado más restringido de composición aristocrática, su gobierno estaba a cargo de dos magistrados o jueces
(Sujetes). El doble carácter político y comercial fue también característico de los establecimientos griegos,
que aparecen así como auténticas colonias oficiales (cleruquías) o bien como simples factorías comerciales.
Las colonias podían crear a su vez subcolonias o delegaciones dependientes, las cuales pagaban un tributo a
esas dependientes, las cuales pagaban un tributo a esas poleis o ciudades fundadoras. La presencia
cartaginesa en la península desde mediados del s. III a.C. de cara al enfrentamiento con Roma, impuso un
dominio irregular sobre la base del poder militar y pactos de hospitalidad y clientela. En la política el
régimen de gobierno cartaginés nos informa que la jefatura del Estado era desempañada anualmente por dos
magistrados (sufetes), existiendo asimismo la asamblea popular, un senado de 500 miembros y cierta
cámara, el tribunal de los 104, que pudo tener funciones delegadas de carácter general y otras más
específicas sobre cuestiones civiles y mercantiles. Organización política de Cádiz. El centro político fue
Cartago Nova (Cartagena), fundada por Asdrúbal y organizada a semejanza de la propia Cartago. El doble
frente hispano africano implicó diferencias y tensiones que nunca lograron ser superadas en las
consolidación de un imperio Cartaginés político homogéneo.
Tema 5 El proceso jurídico de la Romanización.
I Derecho romano y Derecho indígenas.
A)La Romanización: Consideraciones Generales
La conquista de España por Roma y la colonización subsiguiente constituyen un fenómeno capital que
determinará el sentido de la vida y cultura hispánicas dese entonces a nuestros días. La Romanización
significó así en España fundamentalmente dos cosas, de una parte la recepción de esa magna cultura
sincrética que llamamos cultura romana y de otra la expansión del Cristianismo. El mutuo enriquecimiento
fue posible por la unidad política del imperio por su fuerza ordenadora de su derecho, por la base lingüística
de un idioma común y hasta por la red de vías y comunicaciones que formaron la infraestructura del
gigantesco mundo romano.
B)Roma en España: Pactos y Deditio
Roma respetó la vida política de las comunidades indígenas siempre que éstas aceptaran su hegemonía
sojuzgándolas en cambio cuando ofrecieran resistencia armada.
El Pacto o Foedus(tratado): Supuso la sumisión pacífica y una cierta alianza entre los dos pueblos. Estos
acuerdos podían ser en un marco de amistad y cierta igualdad el llamado pacto equitativo( “foedus
aequum”)o bajo la fórmula de sumisión sin ambages a la soberanía romana: pacto inicuo(foedus iniquum).
La alteración de las clausulas del convenio o su violación por parte de los indígenas, llevaron a los romanos
a sentirse liberados del compromiso, exigiendo la rendición sin condiciones.
La Deditio: Constituye el desenlace de la resistencia armada de quienes se han negado a capitular(rendición
incondicional). Las ciudades así vencidas quedan como ciudades dediticias, que unas veces subsisten
pagando un tributo a Roma (ciudades estipendaria) y otras perecen arrasadas, pasando su territorio a ser
dominio Romano. Los habitantes pierden sus derechos y organización política, y ocasionalmente también la
libertad convirtiéndose en esclavos a merced de los conquistadores si es que ellos mismos antes no optan por
darse muerte. Roma consideró a España territorio provincial y desde 193.a.C. lo dividió en dos provincias
Citerior y Ulterior. Coexistieron ordenamientos jurídicos indígenas con los Romanos. Coexistieron así los
ordenamientos jurídicos indígenas con el propio ordenamiento romano que a efectos de las personas
integradas en el Imperio distinguió:
1)Ciudadanos, Latinos y peregrinos
Ciudadanos romanos forman parte del pueblo de Roma y ostentan la plenitud de los derechos civiles y
Políticos.

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Latinos categoría inferior se regían por el derecho romano en lo relativo a los asuntos comerciales y
patrimoniales pero no podrían usar el derecho romano en cuestiones civiles ni por supuesto en el ejercicio de
los derechos estrictamente políticos. Los peregrinos son en general los extranjeros o no ciudadanos que
viven en el imperio.
2)Las concesiones selectivas del derecho Romano (EX)
Los beneficios del ordenamiento jurídico romano se atribuyen mediante un procedimiento selectivo y
matizado. Se limitó normalmente al nivel intermedio de la latinidad y fue entendido como una recompensa
específica a particulares en el supuesto de otorgarles esa latinidad o la entera ciudadanía. Se salía conceder
de forma esporádica y en atención a sus meritos. El derecho latino fue otorgado individualmente o a grupos
enteros (171 a.C. más de 4000 hombres nacidos de soldados romanos y mujeres españolas entre quienes no
se había dado el matrimonio romano).
Ley Salpensa: La latinidad fue un paso intermedio a la ciudadanía en el caso de desempeñar magistraturas
municipales(ediles y cuestores) llamados minus latium. Despues se ampliaría a la totalidad de los miembros
del consejo municipal, llamados maius latium. Tanto minus cuanto maius latium los titulares y familias
quedaban automáticamente convertidos en ciudadanos romanos.
II Las Concesiones Generales del Derecho Romano.
A)El otorgamiento de la Latinidad por Vespasiano.
Al margen de que grupos o personas recibieran el derecho romano completo o el más restringido ius latii, el
resto de los españoles libres mantuvieron su condición de peregrinos, tal situación se mantuvo se mantuvo
hasta que Vespasiano otorgo la latinidad a todos los españoles. Cabe afirmar en cierto modo la disposición
de Vespasiano, convirtió en ciudadanos romanos a buena parte de los españoles. A la buena acogida general,
hubo reservas por temor al aumento de la presión fiscal o por el desinterés en adoptar el sistema de las
magistraturas municipales romanas.
B)Caracalla y la concesión de la Ciudadanía(Ex)
Con la Constitución del emperador Caracalla, 212 que otorga la Ciudadanía a todos los súbditos del imperio,
culmina el proceso de romanización. Tuvo poca repercusión en el mundo jurídico peninsular dado que la
gran mayoría de los españoles libres eran ciudadanos en los albores del s. III. Esta constitución beneficiaría
a los sectores marginados que no habían conseguido acceder a la ciudadanía.
1)La clausula restrictiva de la Constitución Antoniniana La lectura del texto suscita una incógnita que
constituye el centro polémico de la constitución imperial. Se otorga la ciudadanía romana a todos, sin que
quede nadie sin ciudadanía, excepto los Dediticios, Tales palabras dan a entender que el alcance del
beneficio no fue absolutamente general, puesto que se menciona una excepción. Las interpretaciones de
Meyer, Segré y D’Ors son meras tesis que no llegan a esclarecer a quien se aplica esta excepción.
2)Los peregrinos posteriores y diferenciación social: Los hombres libres y peregrinos anteriores al 212
quedaran convertidos entonces en ciudadanos romanos gracias a la constitución de Caracalla- Los
peregrinos y dediticios posteriores son los barbaros, a quienes no afecto esta ciudadanía concedida en el 212,
ciudadanía que irán adquiriendo en el futuro por diversos procedimientos.
Al quedarse convertidos en ciudadanos todos los habitantes libres del imperio, desaparece la tradicional
frontera jurídica entre las personas y cobra fuerza en su lugar la manera de diferenciación social:
-Honestiores: Clases económicamente poderosas u Humiliores : estratos inferior de la sociedad.
Al ser proclamado el Cristianismo religión oficial los cristianos resultaron también diferenciados de los
herejes. Y los propios judíos, convertidos en ciudadanos por Caracalla, fueron marginados mediante otros
procedimientos que limitaron su libertad y capacidad de actuación
III Derecho Romano y Derecho Provincial Español.
A/ El Derecho Romano
Con independencia del valor y reconocimiento de la costumbre. Mayor cuando es vieja o considerada
arraigada, el ius o Derecho hace referencia en el mundo romano a la licitud de los actos que consideran no
lesivos. Los romanos distinguieron el ius naturale y el ius gentium usado por los pueblos, el ius civile
romano, adecuado a lo que se estima licito por decisiones judiciales y un ius honorarium fijado por los
magistrados , las normas establecidas por las autoridades reciben el nombre de leyes(leges). Dictar leyes
corresponde al pueblo reunido en los comicios a instancias de un magistrado. En razón de tal propuesta
(rogatio), esa ley recibe el nombre de lex rogata, cuando el comicio delegan en el magistrado la facultad
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legislativa, es conocida como lex data. En el mundo postclásico los juristas recogen en sus obras aquel
derecho antiguo, el civil y el honorario, las leyes imperiales posteriores. De esa forma, iura y leges
constituyen las fuentes del Derecho. A la hora de decidir los pleitos los jueces acuden a los escritos de esos
juristas o a las constituciones imperiales que otros expertos recopilan en una especie de códigos privados,
códigos Gregoriano y Hermogeniano final s. III principios IV. Con carácter oficial aparecerá en el s. V el
código Teodosiano, constituciones desde Constantino a Teodorio II
C/ Derecho romano en Hispania.
Ya hemos señalado el contenido y alcance del derecho romano y latino. Existio además en las provincias un
sistema de fuentes jurídicas propias, empezando por la Ley provincial: que regula el panorama jurídico
global del territorio; Leyes especiales: Para los núcleos urbanos, colonias y municipios Ç(Ley de urso,
Leyes de Salpensa); Leyes reguladoras de la explotación de distritos Mineros; disposiciones de
Gobierno: expresan la actividad ordenadora de los magistrados provinciales y de naturaleza heterogénea;
Senado consultos: algunos dirigidos a España(división provincial); Constituciones imperiales: dirigidas a
localidades y funcionarios españoles; Documentos de aplicación públicos: Contratos de hospitalidad y
Patronato, juramento de fidelidad a los gobernadores, acuerdos surgidos de litigios ocasionales entre
corporaciones(bronce de Contrebia);Documentos de aplicación Privados: destaca la llamada formula
bética(mancipación fiduciaria de una finca rustica y un esclavo, otorgada por el propietario a un esclavo del
acreedor)
C/ Derecho Romano Vulgar(EX)
La complejidad del derecho clásico romano dieron paso a un proceso vulgarizado que margino grandes
distinciones conceptuales de aquel derecho clásico, simplificando la teoría en beneficio de una aplicación
más realista y sencilla. De este modo al igual que del latín clásico nace el latín vulgar, del derecho clásico
aparece el derecho vulgar. Esta expresión del derecho romano vulgar aparece en 1880, atribuida al derecho
usado por los habitantes de las provincias en la etapa avanzada del imperio. Se ha contemplado este derecho
romano vulgar como un fenómeno cultural más amplio, el vulgarismo estilísticamente diferenciado del
clásico. Esta vulgarización del derecho fue obra de la masa popular como asesores jurídicos profesionales,
quienes elaboraran resúmenes de códigos y escritos juristas. Desde el s. III el derecho vulgar es una realidad
autónoma, las manifestaciones del vulgarismo jurídico son patentes tras la división del imperio, no solo
occidente sino oriente, a tenor de las coincidencias entre los textos de una y otra zona que se han podido
advertir.
Tema 6 Organización provincial y municipal de Hispania.
I El régimen Provincial.
A/ Provincia y Lex provinciae (Ex)
Provincia fue en principio el conjunto de facultades del magistrado que había sido nombrado para regir y
dominar la nueva demarcación, pasando luego a designar el propio ámbito geográfico donde esas funciones
eran ejercidas. El territorio de la provincia fue considerado domino publico del pueblo romano y sus
habitantes ostentaron la condición de peregrinos. La ley de la provincia (Lex provinciae) ordenación jurídica
del territorio conquistado. Contemplaba las atribuciones del magistrado, organización ciudades, etc. Para
ello el Senado solía enviar una comisión de 10 senadores, quienes de acuerdo con la autoridad militar
establecían mediante esa ley el régimen jurídico de la circunscripción. Diversas leyes provinciales: Lex
Repilia en Sicilia, la Pompeia en el Ponto y Bitini,etc. El texto de la lex propinciae de España no nos es
conocido, pero en 133 a.C. los territorios peninsulares estaban divididos en dos provincias: La Citerior y la
Ulterior.
B/ División de España en Provincias.
Probablemente dese comienzos del s. II a.C. los romanos consideraron a la península territorio provincial
sujetos a los procónsules designados por el senado. Escipion (197 a.C.) toma la decisión de dividir la
península en dos provincias como estrategia bélica en dos frentes diversos y con ejércitos diferentes:
Citerior: Valle del Ebro y Costa levantina; Ulterior: Andalucía. Estas dos provincias con las conquista
romana, fueron ampliándose progresivamente hasta incluir la totalidad de la Costa mediterránea y norte de
España en la Citerior, mientras en la Ulterior se amplía a la parte meridional y territorios de occidente.
1/ Las reformas de Augusto.

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La larga crisis de la república en roma origino el ensayo de nuevas formulas de gobierno, sistema
triunviratos entre otros, que tampoco llevarían a resultados satisfactorios. Augusto dueño del poder desde el
32 a.C. comparece ante el senado el año 27 a.C y considerado haber normalizado la situación renuncia a los
poderes que disfruta y propone la restauración de la República. Aclamado entonces por los senadores y con
absolutos poderes procede a luna reordenación de las provincias del imperio. En lo que respecta a España,
las desigualdades eran sobre todo notorias en la provincia Ulterior, donde contrasta una zona andaluza
ricamente romanizada, con la zona occidental más pobre y también menos conflictiva. La 1ª reforma de
Augusto fue dividir esa provincia Ulterior en dos: Bética: Actual Andalucía y Lusitania que comprendía
amplios territorios de Portugal junto a otros extremeños y Salmantinos. La Citerior se mantuvo con ese
nombre, al que fue enseguida incorporado el de Tarraconense por tener su capital en Tarraco. Con esta
reforma augusto eh el año 27 a.C. realiza la otra división de mayor alcance distinguiendo dos categorías en
las provincias del imperio: Senatoriales: Más pacificas que dependen del Senado según el viejo
sistema(provincia bética, y Imperiales: Requieren mayor control y presencia de tropas debido a su no total
sumisión pasaban a depender del emperador (Citerior y la Lusitania).
2/Reformas de Diocleciano y Constantino
Al concluir el s. III, Diocleciano lleva a cabo una gran reorganización del imperio, presidida por el criterio
de multiplicar las provincia y dividirlas bajo la dependencia de las llamadas diócesis. El Imperio quedo
repartido en 12 diócesis, dirigidas cada una por un vicario, con un total de 101 provincias. También
desaparece la antigua distinción de provincias senatoriales e imperiales, por cuanto todas dependen ya de su
emperador a través de su vicario en la diócesis y del gobernador de la provincia. Diocleciano estructuro el
imperio en Occidente y Oriente. El criterio general de dividir la provincia afecto a España de la siguiente
forma: Citerior o Tarraconense dio lugar a tres: Tarraconense Cartaginense y la Galletia. Por otra parte
los territorios atlánticos de Marruecos quedaron incorporados a la diócesis Española, dando lugar a una
nueva provincia la Nova Hispania Ulterior Tingitana, con la capital en Tingis(Tanger). Con Constatino
surgen las prefecturas se compuso de diócesis y las diócesis en diversas provincias. Debieron existir cinco
prefecturas: dos en oriente y tres en Occidente. Quedando estas últimas reducidas a Italia y la Galias, a
comienzos del s. V la diócesis de España, perteneciente a la prefectura de las Galias, consta de siete
provincias: Las cincos peninsulares(Bética, Lusitania, Tarraconense, Cartaginense y Galicia), la insular de
Baleares y la Africana Mauritania-Tingitana.
C/ Sistema de Gobierno (Ex)
1/Los Magistrados
Al efectuarse la división de España en dos provincias el gobierno de la Citerior y la Ulterior fue
encomendado a dos pretores(magistrados) con amplios poderes. Ambos magistrados, por la dificultades de
la conquistas, dependieron de un cónsul designado por Roma. A raíz de la dictadura de Sila, s I a.C,el
gobierno provincial recayó en exmagistrados, adjudicándose cada año dos provincias a quienes habían sido
cónsules en roma el año anterior, prolongando su gestión en calidad de procónsules mientras las restantes
eran confiada a propretores, es decir, a quienes habían desempañado antes el cargo de pretor.
El Gobernador provincial fue la máxima autoridad civil y militar. Estaban obligados a respetar la
organización indígena en los términos marcados por la ley provincial correspondiente, si bien razones de alta
política justificaron intervenciones de carácter extraordinario. A la llegada del nuevo gobernador a la
provincia, su antecesor pierde toda significación publica. El nuevo magistrado puede dictar las normas que
estime oportunas y revidar cualquiera de las disposiciones anteriores dada la falta de honestidad y honradez
de los gobernadores romanos en España surgen las llamadas Leyes Repetundarum que pretendían amparar a
los súbditos de los abusos de los gobernadores con escaso éxito, dado que en raras ocasiones se produjo la
condena de gobernadores. Desaparecida la diferenciación entre provincias senatoriales e imperiales, todas
ellas quedan bajo el poder de unos gobernadores titulados presidentes.
2/Las Asambleas Populares (Ex)
En un principio tales asambleas no fueron reconocidas e incluso en territorios como Grecia, Sicila y
Macedonia se llego a decretar su disolución . Más tarde adquirieron crédito político como centros donde se
rendía culto al emperador y sus sacerdotes fueron así los más importantes personajes de las provincias. Esas
asambleas con su finalidad claramente religiosa pero indirectamente política, fueron importantes y
numerosas en unas provincias hispanicas ejemplares en todo lo relativo al culto imperial. El sumo sacerdote
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era elegido por los delegados de las distintas ciudades, el cargo tiene un año de duración que debió ser un
medio de promoción muy coidciado por los indígenas más romanizados de la burgesia municipal. El
sacerdote aparece en la provincia tarraconense como flame provinical Hispaniae Citerior, y en la Bética
como flamen provinciae Beticae o flamen Augustalio siendo designados como viri flaminales a partir de us
exoneración del cargo. Al prodigarse el culto a las emperatrices, nos encontramos en las provincias
Taraconense y Lusitania con las flaminicae provinciae sacerdotisas que desempeñan su oficio durante un
cierto tiempo y a veces de forma vitalicia. En la península estas asambleas desempeñaron un importante
papel en el proceso de unificación del fragmentarismo reinante.
II El Régimen Municipal
A/ Clases de ciudades
La civilización romana fue de carácter eminentemente urbano, conteniendo las leyes ciudadanas diversas
disposiciones en pro del interés urbanístico general
1/ Ciudades indígenas o peregrinas: Las ciudades indígenas subsisten como peregrinas. Los romanos
aluden a ellas como civitates, vici, oppida,etc. y en razon de su más o menos favorable condición jurídica
pueden ser clasificadas en : Ciudades federadas: Son aquellas que han suscrito un pacto con roma, cuyo
texto se conserva en las dos ciudades contratantes; Ciudades Libres o inmunes. Se diferencia de las
federadas en que su libertad y autonomía no estaba asegurado por ningún tratado, sino por una mera y
revocable concesión unilateral de roma. Las diferencias entre uno y otro no consiste pues tanto en una peor
situación jurídica en cuestiones concretas, sino en la más débil posición de esa comunidad que no ha suscrito
pacto alguno; Ciudades estipendiarías: la inmensa mayoría de las ciudades fueron estipendiarías de las 175
ciudades existentes en la Bética (donde había 3 federadas y 6 libres), 120 tenían tal condición.
2/Colonias y municipios romanos (Ex)
En la historia de Roma hubo tres clases principales de ciudades: municipios, colonias y prefecturas. De ellas
nos interesan los municipios y colonias, porque las prefecturas no aparecen en la vida de las provincias.
En la expansión provincial las colonias desempeñaron un papel muy activo a favor de la romanización y
fueron utilizadas con dos objetivos principales. De una parte puestos avanzados en la conquista del país, de
otra asentamiento de los veteranos y sus familias tras haber realizado el servicio militar. La fundación de una
nueva planta de la colonia se realiza mediante la visita de una comisión romana al sitio elegido. Esta
comisión procede al trazado de dos líneas perpendiculares cuya intersección sitúa el fórum o plaza central
con las correspondientes calles paralelas. La fundación de una colonia significo trasplantar la imagen de la
Roma-ciudad al territorio provincial, tanto la propia estructura urbanística del fórum, como el sistema
jurídico romano.
Los municipios aparecen como ciudades provinciales a las que se ha concedido el régimen jurídico latino o
romano, organizando su propia constitución de acuerdo con el gobernador o las personas comisionadas al
efecto. Con la concesión de Vespasiano, todas las ciudades indígenas de la península pasaron a regirse por el
derecho latino, quedando sus magistrados y familias convertidos en ciudadanos. Tras el otorgamiento
general de la ciudadanía por Caracalla, dejó de tener sentido la diferencia entre colonias y municipios
romanos y latinos.
B/Las Leyes de Colonias y municipios. (Ex)
Las leyes ordenadoras de colonias y municipios fueron leges datae, dadas directamente por un magistrado
autorizado a ello por los comicios en virtud de una ley comicial. En España existieron dos leyes
fundamentales:
1/Ley de Urso: Esta ley reguladora de la colonia de osuna fue promulgada por marco Antonio,44 a.C., esta
ley trata de muy diversas cuestiones del régimen local: magistrados, funcionarios, ingresos de la colonia,
policía interna, defensa militar,etc.,
2/Ley Flavia Municipal: Leyes de Salpensa, Málaga e Irni
Augusto dio a los municipios de Italia la Lex Iulia municipalis. Tras haber sido concedida la latinidad a
España, el Emperador Dominiciano otorgo a los municipios hispanicos esa ley de Augusto, reformada como
Ley Flavia municipal, la cual sufiro a su vez algunas alteraciones al ser acogida por los distintos municipios,
dando lugar a :

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a/ Ley de Salpensa: promulgada para la ciudad de Salpensa. La cual hace referencia a la adquisición de la
ciudadanía por quienes desempeñan magistraturas municipales y regula asimismo el juramento y derecho de
veto de esos magistrados, formas de manumisión,etc.
b/Ley de Malaga: promulgada para la ciudad de Malaga, contenido semejante a la ley de Salpensa, a
diferencia de aquella, el nombre de Dominicano fue borrado en la tabla de Málaga, los temas municipales
aparece quizás con mayor orden y sistemática. Esta ley se refiere la mecánica global de acceso a la
Magistratura.
c/ Ley de Irni: se trata de una ley de un pequeño municipio, que debió llamarse Irni. Esta ley trata de las
magistraturas municipales, administración, jurisdicción, etc. Entre sus particulares cabe señalar que la propia
ley menciona a las personas encargadas de velar por su publicación en el municipio. La Ley de Irni
reproduce en la práctica totalidad el texto de las leyes de Salpensa y Málaga. Por su mayor extensión, la ley
de Irni aparece como texto principal relegando a un segundo plano a las leyes de Salpensa y Málaga que
hasta ahora disfrutaban de esa condición.
C/El Gobierno Local
El gobierno de las ciudades corresponde al pueblo reunido en los comicios, al senado o curia municipal, y a
los magistrados elegidos en principio directamente por el pueblo y después por la curia.
1/Magistrados. (EX)
La supremas magistraturas recaen en dos dunviros, a los cuales corresponde convocar y presidir las
reuniones de los comicios y de la curia o senado. Duración del mandato anual e independencia efectiva de
la supervisión del gobernador provincial. La vigilancia de la vida ciudadana corresponden a los dos ediles.
Los dunviros y ediles forman corporaciones distintas o bien quedan agrupadas en un solo colegio de cuatro
personas (quattor viri). El régimen de los dunviros fue propio de las colonias en cambio los quattor viri a la
administración del municipio. Otros dos Cuestores, ocupados de la administración financiera completan la
serie de esos magistrados municipales. En ausencia de un dunviro, el otro asumía su representación. Para las
circunstancias especiales existía un magistrado extraordinario, el prefecto municipal, quien asumía el papel
de los dunviros en caso de no estar nombrados, o los representaba si ambos habían abandonado el
municipio.
En el bajo imperio la dirección de las ciudades quedó en manos de los curatores. Estos funcionarios fueron
de dos tipos: aquellos designados para misiones especiales a elección de los comicios ( in comittis facto
curatori) y los llamados curatores rei publicae, que eran agentes representativos del emperador para
intervenir en la vida municipal en casos conflictivos. El defensor de la ciudad (defensor civitatis) estaba
proteger a la plebe de injusticias. Desisgnado por el prefecto del pretorio, fue finalmente elegido por el
pueblo a quien debía defender. El defensor civitatis no desempeño muy satisfactoriamente su misión,
extorsionando a veces él mismo a sus propios protegidos.
2/ La curia municipal(EX)
El consejo municipal( curia, senatus), formado a imagen del senado romano , era una asamblea compuesta
normalmente por cien personas( decuriones), que ostentaban los máximos poderes legislativos, políticos,
judiciales y militares en cada ciudad. Como órgano supremo sus resoluciones resultaron vinculantes para los
dunviros. Los decuriones disfrutaban de singular dignidad y reconocimiento: precedencias en actos
solemnes, exención de penas infamantes o ventajas en el reparto de donativos públicos. Eran elegidos cada
cinco años mediante un procedimiento de cooptación. La designación fue vitalicia, aunque podían ser
separados de la curia en algunos supuestos de indignidad de los que se hacen eco ciertos capítulos de la ley
de Urso. Los exmagistrados pasaban automáticamente a formar parte de la curia. Los acuerdos fueron
adoptados por mayoría simple. El número mínimo de decuriones requerido para celebrar las sesiones era
variable. Los acuerdos quedaban registrados en un acta. Con la crisis económica del bajo imperio la misma
curia fue encargada de la recaudación de los tributos en el territorio municipal, los curiales fueron obligados
ellos mismos a responder solidariamente de la cantidad global que se debía obtener. Como consecuencia
nadie deseaba pertenecer al senado municipal, se tomaron medidas de extrema dureza, disponiendo que os
bienes del curial muerto sin descendencia pasaran a la curia o el estableciendo definitivamente la
adscripción forzosa a esos oficios que así pasaron a ser hereditarios. Por lo consiguiente la condición de
curial era ya no sólo algo indeseado o rechazado, sino que incluso tal nombramiento constituía un verdadero

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castigo. La crisis económica y el ocaso urbano en aquella hora de la ruralización del Imperio, se
acompasaron así a la ruina y extinción del municipio romano.
LA ESPAÑA VISIGODA
TEMA IX. LOS PUEBLOS GERMANOS, ESTRUCTURA ECONOMICA Y SOCIAL DE LOS
VISIGODOS.
I LOS PUEBLOS BARBAROS Y SU ASENTAMIENTO EN LA PENINSULA
Carácter de la invasiones bárbaras. La irrupción de los pueblos bárbaros, gentes que vivían más allá de los
límites del Imperio, y su ulterior establecimiento en el mundo romano, constituyen un fenómeno de larga
duración y muy compleja causa. Al producirse el derrumbamiento romano y ser atribuido a esas invasiones
violentas de pueblos extraños, surgió la llamada teoría catastrofista como explicación histórica del fin del
mundo antiguo y origen del medieval. Parece claro que esas invasiones bárbaras no fueron fruto de una
acción acontecida en determinados momentos, sino que consistieron más bien en la infiltración progresiva y
lenta de pueblos enteros, ocasionalmente aliados con los romanos para defender al Imperio de la amenaza de
otros pueblos extraños.
Causas de las invasiones y pueblos invasores. Las invasiones bárbaras no son así explicables por una causa
única y aislada, sino en función de factores muy diversos e interrelacionados: problemas geográficos,
estructura socioeconómica de los grupos que irrumpen, búsqueda de tierras con mejores condiciones
climáticas y posibilidades de cultivo, conflictos bélicos, etc. Entre esos pueblos extranjeros hay algunos de
origen iranio, como los hunos y alanos, pero la mayoría son germanos, grupo étnico indoeuropeo
inicialmente asentado en Dinamarca, norte de Alemania y sur de Suecia. Dos pueblos germánicos
occidentales, suevos y vándalos, junto a los alanos procedentes de oriente, aparecen en España al despuntar
el s. V.
A) LAS INVASIONES Y SU CARÁCTER
1 Bárbaros contra bárbaros: el logro de la unidad política.

Los pueblos germánicos cruzan los Pirineos en el año 409. Los alanos se establecieron en la antiuga
provincia de Lusitania y en la parte occidental de la Cartaginense. La Gallaecia fue ocupada por los suevos
y una rama de los vándalos, asdingos, mientras otro grupo vándalo, los silingos, se instala en la Bética. Con
estos asentamientos del año 411 los primeros invasores ocupan la Península a excepción del sector oriental
de la Cartaginense y la Tarraconense, donde cuatro años después penetran los visigodos bajo la dirección de
Ataulfo.
Foedus del año 418. Valia sucede a Ataulfo (asesinado en Barcelona). Valia pacta con los romanos en el año
418, recibiendo tierras en la Galias para asentarse, a cambio de combatir como pueblo federado a los
enemigos del Imperio. Se constituye así el reino visigodo en el sur de Francia con capital en Tolosa.

Establecimiento de los visigodos en España. En el s. V, los visigodos penetran en España durante los
reinados de Teodorico II y de Eudorico, quien ocupa la Tarraconense y la Lusitania. Eurico aparece
propiamente como primer rey visigodo de España. Al finalizar el s. V, durante el reinado siguiente Alarico II
importantes contingentes populares góticos se instalan de modo estable en territorios hispánicos. El
Cronicron Cesaraugustano registra en el 494 la entrada de los godos, quienes 3 años más tarde, según el
mismo texto, ocupan sus asentamientos.

Final del reino de Tolosa. La derrota de Alarico II frente a los francos en la batalla de Voullé puso fin al
reino de Tolosa en el año 507.

Reino de Toledo (desde s. VI a VIII). A mediados del s. VI Atanagildo traslada la capital del reino visigodo
a Toledo. El reino suevo se mantuvo en Galicia como último e importante reducto de los primitivos
invasores. Derrotados a su vez los suevos en el reino de Leovigildo, los visigodos habrán de reducir a los
conquistadores de Bizancio que durante más de medio siglo ocupan territorios en las zonas del sur. Desde
entonces el Estado de Toledo permanece como única entidad política hasta su derrumbamiento a principios
del s. VIII. Semejante unidad se hizo así posible fundamentalmente por la imposición de un pueblo extraño

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sobre los restantes, como consecuencia de ese “odio infinito entre godos y godos”, llamado también este
proceso como “bárbaros contra bárbaros” como denomina Orlandis.
2 Idiosincrasia jurídica de los invasores

Las comunidades políticas germanas estaban formadas por grupos familiares integrantes de la llamada
Sippe, palabra que hace referencia tanto a la comunidad de parientes de sangre de una determinada persona,
como más específicamente a la organización agnaticia propia de quienes descienden en línea masculina de
un tronco común. Es en éste último sentido, la Sippe constituye una unidad jurídica con notables
repercusiones de carácter público.

Es en primer lugar un círculo cerrado de protección penal, así la muerte de uno de sus miembros legitima a
los restantes para ejercer la venganza de sangre (Blutrache) o para reclamar la composición económica
(Wergeld) que habría de ser distribuida entres sus miembros. Pertenecer a la Sippe facilita el auxilio
procesal de que el juramento particular se convierta en solidario y genealógico, por cuanto ese juramento es
reforzado por el de los restantes componentes, convertidos así en cojuradores. Además el conjunto de
derechos y deberes propios de la comunidad parental puede hacerse extensivo a extraños mediante la
llamada fraternidad artificial, formalizada por el juramento y la mezcla simbólica de sangre de quienes
oficialmente se hermanan.

En lo relativo a la condición de las personas, la población germana estuvo compuesta de hombres libres,
entre los que destaca la clase aristocrática dominante; de los semilibres o liten, que siendo sujetos de
derechos prestan determinados servicios a su señor; y de unos siervos situados en los estratos inferiores que
pueden ser manumitidos de forma ordinaria para convertirse en semilibres, o bien mediante otro
procedimiento privilegiado que les confiere la libertad plena.

Los hombres libres. Se agrupan con frecuencia en la clientela o séquito de señores poderosos, quienes
mantienen o ayudan al cliente a cambio de la prestación de determinados servicios. Los propios reyes fueron
cabeza de esas clientelas.

Unidades económicas. Las explotaciones agrícolas características de un cierto tipo de aldeas, así como el
reparto de tierras a los grupos parentales, seguido de sorteo para adjudicar a cada individuo su cuota en los
territorios de bosques y prados comunes. La casa, huerto y parte correspondientes a la marca común,
componen una unidad económica que los germanos llamaron Hufe.

B) EL ESTABLECIMIENTO DE LOS VISIGODOS

De Tolosa a Toledo. El título de la obra de Abadal “Del reino de Tolosa al reino de Toledo”, sintetiza así la
historia del pueblo que se instaló en las Galias, mediante pacto o foedus del 418, erigiendo allí el reino
tolosano, para desplazarse luego a la Península y organizar el reino de Toledo. Nos preguntamos ahora cómo
se realizó el establecimiento de los visigodos y, en consecuencia, cómo se repartieron las tierras entre godos
y romanos.

1 La hospitalidad romana.

A cambio de servicios y ayuda militar de pueblos extraños, Roma se vio obligada a arbitrar un
procedimiento para instalar adecuadamente a sus ejércitos. Tal procedimiento consistió en la llamada
“hospitalidad”, institución descrita en un texto del año 398 que figura en el Código de Teodosiano y el
Código de Justiniano “Arcadio y Honorio, emperadores augustus, a Osio maestro de oficio… en la misma
ciudad que estuviéremos o en la que residieren quienes no sirven en la milicia, ordenamos que para evitar
toda iniquidad tanto de los medidores como de los huéspedes, el dueño posea sin miedo y con seguridad 2/3
de su propia casa y se entregue 1/3 al huésped. Y ello de modo que, dividida la casa en tres partes, el dueño

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tenga la facultad de elegir la primera (1/3), el huésped elija (1/3) la segunda que quiera, y la tercera (otro
1/3) queda para el dueño”.

Obviamente tal formula resultó insuficiente a la hora de acoger a pueblos enteros. En esta coyuntura, propia
de las invasiones bárbaras, hubo que hacer frente a esas nuevas necesidades acudiendo a la instancia de
repartir las tierras.

2 El reparto de tierras(EX)

Por el pacto del 418 entre Valia (rey visigodo) y Honorio (emperador romano) los visigodos quedaron
establecidos en la Aquitania. Al no conservarse el texto del foedus, la cuestión global del reparto ha sido
objeto de interpretaciones diversas. Se ha discutido, cuándo tuvo lugar y qué fue exactamente lo que se
repartió, y en qué forma se llevó a cabo. ¿Cuándo tuvo lugar? En el reinado de Valia se hizo el reparto de
tierras en las Galias, en España parece que la instalación de los visigodos no alteró las estructuras de la
propiedad rústica aquí existente ¿Qué se repartió? El objeto del reparto, García-Gallo, estima que sólo
debieron dividirse los latifundios, habida cuenta de que el reparto de las pequeñas propiedades hubiera
dejado a unos y otros sin medios adecuados de subsistencia. Los fundos repartidos comprenderían las tierras
laborables, pero también algunos bosques y prados de propiedad particular.

Formas y criterios del reparto


• Tesis germanista. La corriente doctrinal de la historiografía germánica sostuvo que los fundos
fueron divididos en la proporción de 2/3 para los godos y 1/3 para los romanos. Entre otras razones, la
referencia de cierta ley antigua del Código visigodo Liber Iudiciorum.
• Tesis de García-Gallo. Habida cuenta de que sólo fueron divididos los latifundios, debe distinguirse
en estos territorios dos zonas diferentes:

1) Las tierras que el señor explota de modo directo (terra dominicata), el propietario romano conserva 2/3
y cede 1/3 al huésped visigodo.
2) Las tierras cuyo cultivo se cede a los colonos y arrendatarios (terra indominicata), el propietario
conserva 1/3 y cede 2/3.

Si se considera que ambas zonas del latifundio debían tener aproximadamente la misma extensión, hay que
deducir que romanos y visigodos se repartieron las tierras por partes más o menos iguales. El propietario
romano no resultaría así excesivamente gravado, por cuanto su mayor cesión, los 2/3 de la terra
indomincata, aun siendo propiedad que pierde con el reparto, correspondía a tierras que en realidad pasaban
de padres a hijos de colonos, con lo que en la práctica sólo dejó de percibir de ellas la moderada renta que
esos colonos pagaban.

El célebre reparto no significó que cada visigodo recibiera su cuota de propietario. Sólo la clase dirigente
visigoda se convirtió en terrateniente, aunque de forma ocasional sus miembros concedieron tierras a
quienes dependían de ellos.

II. LA VIDA ECONÓMICA.

La evolución de la coyuntura económica en el reinado visigodo estuvo ligada a las crisis sociales y las
tensiones políticas del VI y VII

Etapas de la coyuntura económica. Según Orlandis:

• Mitad s. VI, un periodo de saneamiento económico y coyuntura alcista.


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• Interrumpido hasta el acceso al trono de Leovigildo (568 ó 569) por la invasión de los francos,
epidemia de peste y anarquía política.
• Coincidentes con los reinados de Leovigildo y Recaredo, fueron testigos de la recuperación de la
crisis monetaria y de una reactivación económica favorecida por la paz con que gobernó el segundo de estos
reyes.
• Las tensiones político-sociales del reinado de Chindasvinto no fueron óbice para una cierta
recuperación y enriquecimiento del Fisco.

La coyuntura económica declina en el Reinado de Ervigio para convertirse en calamitosa durante los últimos
lustros del s. VII, cuando Egia y Witiza asisten a la descomposición final del reino de Toledo.

A) FACTORES AGROPECUARIOS.

El declive de la vida urbana del Bajo Imperio repercutió en la estructura económico visigoda, basada
fundamentalmente en la explotación agrícola por los possessores hispanos como por aquellos visigodos que,
habían sido ya antes labradores durante su asentamiento en las Galias, siguieron aquí cultivando la tierra.
Los amplios latifundios o bien quedaron en manos de sus antiguos dueños, los aristócratas hispano-romanos,
o pasaron a la clase gótica dirigente.

Junto a la villa señorial aparecen comunidades rurales agrupadas en pueblos o aldeas. Los productos agrarios
cereales, vid y olivo. El aceite papel relevante citado en las leyes como producto de frecuentes préstamos, su
cultivo fue intenso en la Bética, ocupando incluso la atención de San Isidoro, quién en la Etimologías
comenta las especies de aceite y destaca la bondad del hispano.

La ganadería pilar básico, con múltiples preceptos reglamentadores de los derechos de los propietarios de
animales. El caballo fue cuidado como instrumento de las explotaciones agrarias, también el bovino y ovino.

Valdeavellano, destaca que como consecuencia del reparto de los latifundios con los godos, la pequeña
propiedad territorial se hizo más numerosa, aunque subsistieran los latifundios imperiales que ahora han
pasado a dominio de la corona visigoda. La villa es el centro de la explotación de aquellas tierras que el
propietario cultiva directamente. Las restantes son cedidas a colonos a cambio del pago de un canon, o bien
en un régimen de encomienda que lleva consigo la prestación de servicios.

B) COMERCIO Y ECONOMIA MONETARIA.


Destacó la industria metalúrgica y más concretamente la orfebrería, la extracción minera de oro en Galicia,
la industria de tejidos y de la harinera. En la industria agrícola sobresale la fabricación de aceite, producto
básico en el mercado de la exportación.

Comercio exterior, con Europa, África y el oriente mediterráneo, en base a minerales preciosos, productos
de lujo, telas, etc. En la Península negociaron los orientales, cuya significación fue tan notoria como para
merecer un título completo en el Liber Iudiciorum. Esos comerciantes disfrutaron de una jurisdicción
especial, dirimiendo sus pleitos ante los telonarii, funcionarios que juzgan según el derecho marítimo
mediterráneo vigente entonces, y que probablemente intervienen como recaudadores de aduanas.

El comercio con Italia fue importante durante la influencia ostrogoda en el siglo VI, coincidiendo luego en
Mallorca la ruta de tráfico itálico-levantina con el comercio de los bizantinos asentados en la isla. Con
África y Cartago las relaciones tuvieron un hito clave en la actividad de los navegantes españoles. Con
Francia tuvo lugar por vías marítimas y terrestres por las calzadas romanas. Galicia mantuvo a su vez
relaciones con las Islas Británicas.

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Comercio interior, el soporte fue la red de vías y comunicaciones romanas, con un tráfico de cuya regulación
se ocupó Leovigildo, así como las rutas marítimas y fluviales, que ofrecían un margen mayor de seguridad.

La moneda, acuñada en el reino visigodo el tremis, siliqua de plata y las monedas de bronce unidades
fraccionarias. Se llegaron a contar hasta 60 ciudades donde se fabricaba la moneda visigoda. En los talleres
y cecas se acuño el tremis o triente de oro, que desde Leovigildo aparece con su nombre a modo de moneda
nacional.

Banqueros y prestamistas, la economía monetaria originó la correspondiente actividad de banquero


(argentarii) y prestamistas. El interés legal fue fijado en el Código de Eurico en el 12,5% anual. Si el
prestamista hubiera puesto tipos de interés mayores, la tasa extralegal no deberá pagarse, como tampoco se
abonarán los intereses no estipulados.

III. LA SOCIEDAD VISIGODA.

A) GODOS Y ROMANOS. DEMOGRAFÍA Y FUSIÓN ÉTNICA.


La sociedad del reino visigodo se formó sobre una mayoría de población hispanorromana y el conjunto
minoritario de godos inmigrados, hay que agregar pequeños núcleos de gentes del norte (bretones y francos),
de oriente (sirios y griegos) y el grupo étnico judío. Romanos y godos fueron pues los elementos
fundamentales de la estructura social. La población total compuesta por unos 9 millones de
Hispanorromanos y 200 ó 250 mil godos.

Integración social y religiosa. Tras el establecimiento de los visigodos en la franja central de la Península, y
de modo más intenso en la Tierra de Campos, se inicia el proceso de integración étnica con los
Hispanorromanos. Algunos reyes como Alarico patrocinaron una política de signo integrador, cuyo principal
obstáculo fueron las diferencias religiosas entre el arrianismo de los godos y catolicismo de los
hispanorromanos. La conversión de aquéllos en el reinado de Recaredo homogeneizó ideológicamente una
población que sólo habría de enfrentarse en el futuro a la resistencia de grupos marginales de arrianos y a los
problemas propios de la presencia judía.

Integración legal. La legislación sancionó a su vez ese proceso de unidad. Y así un viejo precepto romano
recogido en cierta ley visigoda, que prohibía los matrimonios mixtos, entre godos e hispanorromanos, dejó
prácticamente de observarse. Con todo, esa prohibición fue derogada por Leovigildo en el Liber Iudiciorum.

La “gens gothorum”, Los godos y romanos confluyen en una única colectividad calificada por San Isidoro
de gens gothorum. Estos hispanogodos son ya desde fines del VII los hispani o españoles, aunque persiste el
sector diferencial, étnico y religioso, de las comunidades judías.

B) ESTRUCTURA SOCIAL.

La mayoría de la población hispanogoda vivió en el campo. Con menor importancia, la población urbana
quedó asentada en núcleos, aunque alguna ciudad floreciera, a excepción de Toledo, sede regia y metrópolis
eclesiástica. Grupos o clases sociales diferentes: la nobleza, libres y siervos.

1. La aristocracia.
La nobleza hispano-goda era el nivel superior, producto de la fusión de los senadores territoriales
hispanorromanos y de la nobleza goda de señores y magnates. Al arribar a la Península, los miembros de las
estirpes o familias principales se muestran como la clase rectora del pueblo visigodo. Entre esta nobleza de
16
[Escribir texto]

sangre sobresale la familia de los Balthos, a cuyo linaje pertenecieron con frecuencia los propios reyes. Con
la consolidación de la política, la nobleza se transformó en una aristocracia tanto territorial como de
servicios, según consiguiera adueñarse de las propiedades fundiarias o del control de los cargos y oficios de
la administración del Estado.

Carácter pro o antinobiliario de la legislación. La situación prevalerte de la nobleza tuvo repercusiones


jurídicas de controvertido alcance. Algunos autores destacaron determinados beneficios que las leyes
visigodas reconocían a los nobles, como la exención del tormento, para justificar la consideración de esa
nobleza frente a los simples libres como clase jurídicamente privilegiada. King, ha radicalizado incluso al
tachar de antiaristocráticas a las leyes visigodas: “además, en ninguna ocasión se le impusieron a un noble
penas económicas indudablemente inferiores en términos reales a las impuestas al libre más humilde”.

La organización administrativa del reino de Toledo originó la creación de una oligarquía palatina en los
servicios centrales, mientras altos dignatarios de jerarquía militar quedaban al frente de diversos territorios.
Del estamento dirigente formaron parte los obispos y otras destacadas personalidades eclesiásticas. Los
magnates cortesanos acompañaron al monarca formando parte de su comitiva o séquito (comitatus),
institución de raigambre germánica basada en los lazos de fidelidad. Los gardingos, incluidos en el séquito
(comitatus), jóvenes que al principio eran educados en el propio palacio recibiendo sustento del monarca y
que luego aparecen como beneficiarios de tierras concedidas en estipendio. Esos gardingos y otros magnates
palaciegos son conocidos como “fieles de rey” en expresión de la Crónica Rotense, siendo también
designados como la voz franca del leudes. Con ellos los Comites o condes que rigen las demarcaciones o
distritos, constituyen una comitiva regia, que según Sánchez Albornoz son rasgos característicos del
posterior mundo feudal. A su vez los propios nobles cuentan con el concurso de clientelas de hombre libres,
que viven en la comunidad doméstica del magnate y reciben de él armas. Estos clientes llamados sayones,
prestan diversos servicios como ejecutores de las órdenes del dueño, a quien corresponde todo cuanto ellos
ganan.

2. El pueblo libre.
Forman el elemento más numeroso de la sociedad hispanovisigoda, es el súbdito tipo o como aquella
persona que aparece en las leyes en un plano intermedio entre nobles y siervos. El igualitarismo es el
principio denominador común, si bien luego, en la medida que estos simplemente libres poseen tierras, se
dedican al comercio o caen en la órbita de los poderosos, surgen entre ellos diferencias muy acusadas,
reductibles en última instancia a la posibilidad o no de mantener su independencia personal y económica.

Población urbana y pequeños propietarios rurales.


Población urbana, los libres que viven en la ciudad proceden tanto de los antiguos curiales como de la
población artesana y comerciante integrada en las corporaciones profesionales. Los artesanos y gentes
dedicadas al comercio, considerado como privates, se agrupan en oficios. Conservan su independencia
económica pero tienen que soportar algunas restricciones a la libertad de enajenar sus bienes.

Propietarios rurales, pequeños propietarios denominados posesores, son labradores godos que accedieron a
las tierras en virtud de los repartos, y sobre todo gentes de origen hispanorromano. Pagan el impuesto
territorial, soportan algunas cargas (facilitar caballos a la posta oficial) y pueden disponer de sus tierras
siempre y cuando la transmisión de las mismas recaiga en personas que no gocen de exención fiscal. La
teórica libertad de estos possessores resultó muchas veces comprometida en la práctica debido a los abusos
de la nobleza y de los poderosos.

Cultivadores de tierras ajenas. La encomendación.


Por contraposición a los seniores de quienes dependen, los iuniores son gentes que cultivan tierras ajenas
conservando unas veces su libertad de movimiento, o quedando adscritos a la tierra que no pueden
abandonar.

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[Escribir texto]

Causas de la encomendación. Sin perder la teórica condición de hombres libres, estos cultivadores contraen
a menudo con su dueño unos vínculos personales que les convierten en “encomendados” o “patrocinados”.
Las razones: indefensión social heredado del Bajo Imperio, que obligó a las personas desasistidas a buscar
protección de los poderosos ante los atropellos de funcionarios, y también, porque los mismos seniones
necesitaban aumentar sus clientes y defender o incrementar el poder adquirido. Fue así la convivencia
recíproca, los seniores y patrocinados concertaran sus intereses en una encomendación que favoreció a
aquéllos y alivió el desamparo de los éstos.

A la encomendación se acogieron pequeños propietarios buscando protección a cambio de pagar al dueño


una cierta cantidad.

Otros, sin tierras propias, quienes en mayor medida acudieron a los poderosos en solicitud de tierras y
defensa, ofreciendo a cambio sus servicios como patrocinados con armas o bucelarios. Según Sánchez
Albornoz, estos clientes bucelarios (armados) condujeron a la debilitación y desmoronamiento del estado
visigodo.

Tal relación de patrocinio solía transmitirse de padres a hijos, si bien tanto los bucelarios como los restantes
patrocinados in obsequio de un señor, podían romperla devolviendo al dueño lo recibido de él (tierras,
armas, regalos) así como la mitad de lo adquirido durante la etapa de dependencia, según ley visigoda.

3. Los siervos.
Escalón social inferior, mencionados en los textos como servi, ancillae, mancipia, etc, su condición fue
variable a tenor de los diversos tipos de servidumbre característica en la sociedad visigoda.

Origen e importancia de la servidumbre. La esclavitud, se produce por nacimiento, prisión en guerra,


comisión de determinados delitos, insolvencia en las deudas, etc. Debió ser importante y notable
importancia económica, pues a frecuentes referencias de la legislación y de las disposiciones conciliares.
Siervos idóneos, el grado superior lo ocupan los siervos del rey, ocupan oficios palatinos o administran
posesiones del monarca, pueden incluso testificar en juicio como hombres libres y poseer sus propios
esclavos. Estos siervos administradores son esclavos domésticos acreedores de trato preferente. Siervos
inferiores, que integran la mayoría del estamento servil, dedicados muchas veces a trabajos en el mundo
rural. En una situación intermedia los idóneos e inferiores están los siervos eclesiásticos, muy numerosos,
trabajaban las tierras de la iglesia obteniendo a veces una manumisión relativa que les confirió la calidad de
libertos sub obsequium ecclesiae.

Las fugas de esclavos, representaron por su número y frecuencia, un problema de notables proporciones que
la legislación visigoda pretendió atajar con múltiples preceptos punitivos. Casi al borde de la desaparición
del reino de Toledo, cierta ley de Egica del año 702 presentaba el “creciente vicio” de la fuga como una
verdadera cuestión nacional. La mayor parte de los huidos eran esclavos del campo, descendientes algunos
de los antiguos colonos, que aprovecharon la crisis demográfica producida por la peste (mitadad VI y el VII)
para abandonar su mísera condición y establecerse en otros lugares como trabajadores libres o arrendatarios.

La iglesia y la esclavitud, la iglesia visigoda admitió la esclavitud como hecho social y jurídico sin pretender
echar abajo una estructura social en la que ella estaba inmersa con sus propios esclavos. Tras a autorización
del concilio de Agde para que las iglesias manumitieran siervos beneméritos con una pequeña dote, los
concilios del siglo VII impusieron restricciones a una práctica que, por su frecuencia, irrogó serios perjuicios
a la estabilidad misma del patrimonio eclesiástico.

TEMA X. LAS FUENTES DEL DERECHO VISIGODO (I)

I. El SISTEMA JURÍDICO DE LA ESPAÑA VISIGODA


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A) FUENTES ROMANAS Y DERECHO CONSUETUDINARIO GERMÁNICO.

Al constituirse el reino visigodo, las fuentes del derecho romano siguen siendo como en la época anterior las
leges y los iura. Estos textos se estudian en las escuelas jurídicas y son también utilizados en la práctica
judicial cuando menos hasta fines del s. V.

Las leges, habían sido recopiladas con carácter privado por los juristas Gregorio y Hermogeniano. El
Código Gregorianus recogía las constituciones imperiales desde Adriano hasta finales del s. III, y el Codex
Hermogenianus daba cabida a las posteriores, de principios del s. IV. Más tarde se recibe en España el
Codex Theodosianus, promulgado para occidente en el año 438, consta de 16 libros que ordena un copiosos
material legislativo, facilitará la amplia difusión de ese derecho imperial tardío, luego completado con las
leyes nuevas (novelas) de los emperadores ulteriores (sucesores).

La literatura jurídica de los iura, fue asimismo sistematizada en el s. IV en otras colecciones como los
fragmenta Vaticana y la Collatio legum Mosaicarum et Romanarum. Ellas facilitaron el conocimiento
de las obras de los grandes juristas, cuya alegación en juicio resultó controvertida hasta que la ley de citas
reconoció en el 426 la autoridad de determinados autores: Papiniano, Paulo, Gayo, Ulpiano y Modestito. La
opinión mayoritaria de estos juristas, y en caso de igualdad la de Papiniano, vinculo a los jueces a la hora de
dictar sentencia.

Durante el periodo que las regiones del sur de España permanecieron incorporadas al Imperio de Bizancio
(554-622), debió regir en ellas el derecho romano Justiniano, a través de las leyes imperiales recogidas en
el Código, de los textos de juristas reunidos en el Digesto y de las Novelas. Tras la integración de tales
territorios en el reino visigodo, pudo seguir utilizándose allí ese mismo derecho. A mediados del s. VII,
Recesvinto todavía permitió el estudio de las leyes romanas, aunque prohibió su uso y aplicación.

Derecho consuetudinario germánico. Junto al derecho de leyes y códigos visigodos hay que tener en cuenta
las propias costumbres jurídicas. La persistencia del derecho consuetudinario germánico carecería de
especial relieve si no hubiera sido asociada a una interpretación de más largo alcance. Hinojosa, sostuvo que
esas costumbres germánicas estaban enterradas en la época visigoda, pues existía una brillante legislación de
los reyes, habrían reaparecido luego para configurar la fisonomía germanista de nuestro derecho medieval.
En contra de esta tesis está D´Ors y García-Gallo, pues la conclusión de estos autores, que rechazan la
persistencia de las costumbres germánicas o ponen en duda su identidad y ámbito de aplicación, han sido en
cierta forma corroboradas por un estudio del profesor Petit, quien rastreando en el Liber Iudiciorum los
vocablos alusivos a cualquier tipo de costumbre, concluye que ésta no es explicable por el continuismo de
principios germánicos, y sí en cambio por la tradición romana.

II. LAS FUENTES: LEYES Y CÓDIGOS

A) LAS LEYES TEODORICIANAS.


La más antiguas leyes visigodas corresponden a Teodorico I (419-451) y a su hijo Tedorico II (453-466).
Esas Leyes teodoricianas fueron dictadas cuando aún subsistía el Imperio romano de Occidente.

La dificultad de que Eurico fuera el primer rey legislador. La existencia de las leyes podría parecer
comprometida de aceptar literalmente una afirmación de San Isidoro, según la cual fue Eurico (466-484) el
primer rey legislador. Otros sostienen que sí fue el primer legislador independiente tras la caída del Imperio,
lo que como es lógico no impediría que sus predecesores, en una situación jurídica distinta, hubieran dictado
ante otras leyes.

Referencias a las leyes, la legislación teodoriciana trata fundamentalmente del reparto de la tierras entre
visigodos y hispanorromanos a raíz del famoso foedus del 418. Su existencia, y más en concreto la actividad
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[Escribir texto]

legisladora de Teodorico I, nos consta por una referencia explicita de Eurico. Por otra parte, Sidonio
Apolinar, obispo de Clermont, menciona las leyes de Teodorico II en cierta carta dirigida a su yerno en la
que critica la conducta de un funcionario llamando Aeronato que al parecer era filogodo y contrario a los
romanos.

B) EL EDICTO DE TEODORICO. (EX)


Hasta 1953 se daba por supuesto que el llamado Edictum Teodorici regis era obra del rey ostrogodo
Teodorico el Grande (493-526), por lo que lógicamente no procedía que fuera tenido en cuenta en el
catálogo de la legislación visigoda. Desde entonces se ha mantenido la duda sobre la naturaleza del Edicto,
que para algunos sigue siendo ostrogodo y para otros visigodo, que falten quienes le atribuyen autorías
diversas.

El edicto consta de un prólogo, 150 capítulos y un epílogo. Su contenido da a entender que se otorga en un
territorio donde rige el derecho romano y donde conviven romanos y bárbaros. Las fuentes que nutren el
texto son asimismo romanas.

Tesis de Vismara
Vismara, identifica el Edicto con las leyes teodoricianas de Teodorico II, resultando así congruente que esa
obra romanizada pertenezca a un rey que practicó una política filorromana. El clima social que trasluce del
texto, es propio del reinante en las Galias a mediados del s. V, a favor de su ubicación hay que añadir
incluso la circunstancia de que los códices del documento sean precisamente franceses. Los argumentos de
Vismara parecen estimables pero no concluyentes.

Tesis de D´Ors
Sobre la base de que siendo propio de reyes dictar leyes, era asimismo propio del gobernadores provinciales
dar edictos. D´Ors supe que el Edictum fue obra de un supergobernador o prefecto del pretorio de las Galias
durante el reinado de Teodorico II, y el autor sería Magno de Narbona, quien desempeño prefectura en 458 a
459 y que además fue un personaje del cual precisamente sabemos que dio normas jurídicas a los godos,
según otra referencia de Sidonio Apolinar. La interpretación de D´Ors sobre el Edicto de Teodorico ha sido
considerada por una primera autoridad como Levy “sumamente probable”.

C) EL CÓDIGO DE EURICO. (EX)


Eurico nace hacia el 440. Tras conspirar contra su hermano Teodorico II, que resulta muerto, accede al trono
en el 466 e inicia una política expansionista sin contar ya con un Imperio romano que va a derrumbarse dos
lustros después. El imperialismo euriciano se proyecta por las Galias y penetra en tierras Hispánicas. Al caer
las estructuras romanas, Eurico se convierte en un rey poderoso. La corte de Tolosa es la primera potencia
de Occidente.

Eurico como primer rey visigodo legislador. En estrecha relación con tal pujanza política debe situarse la
actividad legisladora del monarca. La asociación entre ambas tareas resulta perceptibles y a en cierta carta
de Sidonio Apolinar, quien nos cuenta que Eurico dominó a los pueblos con las armas y a éstas con las
leyes. Con independencia en todo caso del juicio de quien era alabador oficial del monarca, Eurico será
luego mencionado por San Isidoro como el primer rey bajo cuyo gobierno los godos comenzaron a regirse
por leyes y no por costumbre

1. El códice de París.
A mediados del XVIII, unos monjes maurinos dieron noticia del hallazgo de un códice (libro manuscrito de
cierta antigüedad), hoy día esta en la Biblioteca Nacional de París. D´Ors, editó y reconstruyó el texto del
códice que tradujo al castellano con amplios comentarios. Tal versión del código es comúnmente aceptada
hoy en el mundo científico.

20
[Escribir texto]

Romanismo y germanismo en el código. El texto se basa fundamentalmente en el “derecho romano vulgar”.


Ciertos autores mantienen la tesis del carácter gótico-romano de sus normas. Naturaleza del texto. ¿Qué fue
por otra parte, en sí mismo el código? Para D´Ors al extinguirse el Imperio de Occidente y desaparecer en
consecuencia el prefecto de Arlés, Eurico se subrogó en su lugar dictando el texto como un edictum.

2. La autoría del Código.


La tesis común: el Código es de Eurico.
Los propios monjes le dan la paternidad del texto a Eurico. Desde entonces casi todos los estudiosos han
dado por supuesto que el código de París contiene unos capítulos del Código de Eurico. Su editor, D´Ors,
hizo constar que la atribución de los fragmentos a Eurico constituía “un dato indubitable”. Y ciertamente
con ello reflejó el sentir científico general, pues, entre otras cosas, nadie expresaba el respecto la menor
duda. Tras el trabajo de García-Gallo de 1974, la cuestión es por lo menos insegura. Para Escudero, nos
encontrábamos ante el Código de Eurico.

Tesis de García-Gallo. Esta tesis resulta muy arriesgada.

3. La fecha.
La autoría del Código y su datación son cuestiones interdependientes. Si el código corresponde a un
determinado rey, lógicamente tuvo que ser promulgado en las fechas de su reinado. Si un código es de cierta
fecha, hay que atribuirlo a un monarca. El Código de Eurico habría así que situarlo entre 476-477 y esto
porque la epístola de Sidonio Apolinar, alusiva al quehacer legislativo del rey, es precisamente del año 477 y
parece referir una actividad coetánea de Eurico.

TEMA XI. LAS FUENTES DEL DERECHO (II).

I. LOS CÓDIGOS VISIGODOS (II).

A) EL BREVIARIO DE ALARICO.
En el 506 una asamblea de obispos y representantes provinciales reunidos en Aduris (Francia), dio su
aprobación a un código elaborado por juristas y que recibió la sanción de Alarico II. Suscrito y
autentificado por un personaje llamado Aniano el código se conoce principalmente con el nombre del
Breviario de Alarico o Lex romana Visigothorum, por juzgarse dictado para la población romana del
reino.

Contenido del Breviario. Este ordenamiento da cabida al derecho romano oficial, es decir, a las
constituciones imperiales (leges) y a los escritos de los jurisconsultos (iuras). Las leges como fuente
principal es el Código de Teodio. Entre los iuras figura un Epítome o resumen de las Instituciones de Gayo
y las Sententiae atribuidas a Paulo. Junto a cada pasaje, excepto a los de Gayo, la compilación lleva un
resumen o explicación, llamada interpretatio.

Finalidad, El Breviario de Alarico fue fruto de una política de atracción dirigida a las minorías rectoras de la
población romana. Significó, además la modificación de la antigua ley de citas, sobre alegación en los
pleitos de escritos de juristas, por cuanto Alarico prohíbe que en los tribunales se aplique cualquier otra obra
que no sea el Breviario mismo.

El preámbulo al código lo constituye la disposición de Alarico que le da fuerza legal, el llamado


commomitorium, que se dirige al conde Timoteo, quien probablemente desempeñaba la suprema
magistratura judicial del reino. Allí refiere el rey sus propósitos de que el ordenamiento sirva para disipar
cualquier duda o ambigüedad, amenazando al conde con la muerte y pérdida de sus bienes si usa en el
tribunal otra obra distinta del Breviario.

B) LOS CAPÍTULOS GAUDENZIANOS.


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En un códice procedente de Lombardía que se encontraba en la biblioteca de Leicester, el estudioso italiano


Gaudenzi halló a fines del siglo XIX, 14 capítulos (los cuales tratan de derecho privado y procesal) de una
colección que desde entones lleva su nombre. De fecha y naturaleza dudosas, los fragmentos son parte de un
texto más amplio cuya extensión y alcance también resultan desconocidos.

Dudas sobre su origen, los Fragmenta Gaudenciana, porque la referencia que hace cierto capítulo a un
funcionario godo se ha admitido su condición de textos jurídicos godos, discutiéndose a partir de ahí si
corresponden al reino visigodo o al ostrogodo de Italia, así como su carácter de disposición real, obra
privada, etc. La inclusión aquí se hace en función de su posible naturaleza visigoda.

Edictum citado en los capítulos. La filiación de los capítulos depende en buena parte de cómo se identifique
otro texto o textos principales, citados como lex o edictum, a los que los fragmentos de Gaudenzi aluden
como fuente que ellos parecen desarrollar o interpretar. Sobre esta base, las hipótesis sobre los Capítulos
Gaudenzianos pueden clasificarse fundamentalmente en tres grupos:

a) Son textos visigodos. Tal supuesto arranca del propio Gaudenzi, quien identificó los capítulos con el
Código de Eurico;
b) Son texto ostrogodos. El edictum citado en los capítulos sería el Edicto de Teodorico, partiendo por
supuesto de considerar el Edicto como una obra jurídica ostrogoda; y,
C) Son textos visigodos procedentes de una región con influencia ostrogoda. Es la hipótesis más razonable.
Para Merea: los Fragmentos Gaudenciana habrían sido redactados en España durante el protectorado del rey
ostrogodo Teodorico el Grande. Para D´Ors: los capítulos fueron restos de un edicto dictado por el prefecto
del pretorio de las Galias en el primer periodo del s. VI.

C) EL CÓDIGO DE LEOVIGILDO.
En un pasaje de su Historia de los Godos, San Isidoro de Sevilla, nacido durante el reinado de Leovigildo
(568-586), refiere que este monarca corrigió determinadas leyes de Eurico, añadió algunas nuevas y excluyó
otras.
En este texto se ha justificado tradicionalmente la existencia de un Código de Leovigildo, el llamado Codex
Revisus, del cual no conservamos ningún ejemplar y ni siquiera ningún posible fragmento. Sí se ha
entendido que procederían de él las diversas leyes que aparecen luego en el Liber Iudiciorum precedidas de
la inscripción antiqua. Estas leyes antiguas serían, pues, leyes nuevas de Leovigildo o preceptos de Eurico
que aquél recogió o sometió a corrección.

Tesis de García-Gallo
Formuló una serie de observaciones de notable contundencia. En primer lugar que la revisión de Leovigildo
relatada por San Isidoro, no significa necesariamente que este rey formara un código. En segundo lugar, al
no fundamentar o explicar San Isidoro su noticia, se había supuesto que tomó la información del prólogo de
ambos códigos, lo que resulta extraño si se considera que los dos únicos código visigodos que conservamos
completos (El Breviario de Alarico y el Liber Iudiciorum) carecen de prólogo propiamente dicho. Es
además, elocuente el silencio de algún historiador del reinado, como Juan de Bíclaro, quién nada dice sobre
la actividad legislativa de Leovigildo. Finalmente, en lo que concierne a las leyes antiguas del Liber, éstas
tanto pudieron compilarse en la etapa de Leovigildo como en las siguientes de Chindasvinto o Recesvinto.
En suma, nada de lo relativo a este Código, ni su propia existencia, puede tenerse por seguro.

D) EL LIBER IUDICIORUM (EX)

1. La redacción de Recesvinto.
El Código de Chindasvinto según King, a mediados del VII, Chindasvinto (642-653) dicta un número
abundante de leyes, quizás con el proyecto de realizar una compilación.

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[Escribir texto]

Promulgación y contenido del Liber. En el 654, tras su revisión por el Concilio VIII de Toledo, el rey
Recesvinto promulga la gran compilación de leyes para godos e hispanorromanos que constituye el Liber
Iudiciorum. Este se divide 12 libros, y éstos en títulos y leyes. Llamado modernamente Lex Visighotorum,
ha pasado a la historia como a gran obra legal del reino visigodo. Recoge de una parte: el conjunto de leyes
antiguas, a través, según se ha creído, de la incorporación del Codex Revisus de Leovigildo. Estos preceptos
aparecen como en su día fueron promulgados (leyes simplemente antiquae), o bien en su caso con las
correcciones de reyes posteriores (antiquae emendatae). Por otro lado, da cabida a algunas leyes de
Recaredo a Recesvinto. El Código (Liber) filnamente reitera la derogación de las leyes romanas, aunque
autoriza estudiarlas “para buscar su utilidad”. De no haber leyes aplicables el juez debe acudir al rey.

2. Revisión de Ervigio y redacción “vulgata”.


Revisión de Ervigio, accede al trono en octubre del 680 e inmediatamente encarga al Concilio XII de
Toledo la revisión del Liber recesvindiano. Con ello se anulan algunas leyes, se añaden otras dictadas por
Recesvinto, Wamba y Ervigio, y se procede en fin a la corrección de varias que quedan enmendadas.
Proyecto de Egica, a fines del siglo Egica proyecta otra revisión que fue encomendada el año 693 al
Concilio XVI de Toledo. Redacción “vulgata”, junto a esas revisiones oficiales, los propios juristas que
manejan el Liber añaden algunas disposiciones o corrigen otras. Se forma así la llamada redacción vulgata,
cuyas distintas variantes logran amplia difusión y uso en el alto medievo.

II. LA APLICACIÓN DEL DERECHO: LAS FÓRMULAS VISIGODAS.


La legislación visigoda denota una ostensible persistencia del derecho romano vulgar, en las diversas ramas
del ordenamiento privado e incluso en el sucesorio.

¿Fue ese derecho de los códigos visigodos el realmente aplicado en la vida corriente? Sin llegar a un
extremo u a otro de las tesis formuladas. La legislación de los reyes sólo pudo ser aplicada de forma precaria
e irregular. Desde luego cabe considerar utópico el mandato del Liber de que los jueces acudan al monarca
cuando no exista precepto aplicable al caso que han de resolver. Fácil es imaginar que el propio criterio del
juez o de los usos jurídicos consuetudinarios servirían en tal caso de solución más asequible al problema.

Algunas fórmulas jurídicas que reflejan el derecho realmente utilizado en la época. Entre ellas destaca la
colección de las llamadas Fórmulas visigodas, textos conocidos gracias a la copia que hizo del códice
original Ambrosio de Morales a fines del XVI. Se trata de 46 fórmulas relativas a derecho privado, de
estirpe y etilo romanizantes, si bien alguna denuncia vestigios germánicos. Este es el caso de la fórmula 20
que recoge la Morgengabe o donación que el marido ofrecía a la mujer en la mañana siguiente a la noche de
bodas.

El autor de las Fórmulas fue un notario, o quizás un escriba, y por la referencia de una de ellas a Córdoba se
ha supuesto que fueron compuestas en esta ciudad o al menos en Andalucía, entre el 615 y 620. De todas
formas las Fórmulas visigodas arrastran su correspondiente cuota polémica. García-Gallo, sostiene su origen
visigodo. D´Ors, es tajante, toda conclusión fundada sobre él sería temeraria.

III. PERSONALIDAD Y TERRITORIALIDAD DE LA LEGISLACIÓN.


Concepto de personalidad-territorialidad legal. Decimos que las leyes o códigos tienen carácter personal
cuando van destinadas en el seno de una comunidad plural a un determinado grupo de personas. La
territorialidad supone por el contrario que esas normas rigen en todo el territorio de la comunidad política,
aplicándose en consecuencia a cuantos forman parte de ella. Habida cuenta de que el Estado visigodo se
asentó fundamentalmente sobre un doble componente étnico, de hispanorromanos y godos, la cuestión que
en concreto se plantea es si las leyes y códigos visigodos fueron dictados separadamente para unos y otros
(personalidad de la legislación), o bien rigieron para todos los ciudadanos (territorialidad).

Los textos conflictivos. El Código de Eurico, el Breviario de Alarico y el Código de Leovigildo como textos
a considerar en la cuestión que nos ocupa. Sobre ello, según apuntamos antes, existió un consenso
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[Escribir texto]

tradicional que dio por buena la personalidad de estos ordenamientos, consenso roto cuando en 1941 García-
Gallo defendió su tesis territorialista.

A) LA TEORIA TRADICIONAL: PERSONALIDAD DE LOS CÓDIGOS.


Siguiendo el principio de la personalidad, característico de la legislación de los pueblos germánicos, desde
Zeumer se dio por supuesto que el Código de Eurico fue dictado exclusivamente para los visigodos,
mientras para la población hispanorromana siguió haciendo uso de las leyes Teodosianas. Más tarde esos
hispanorromanos reciben el Breviario de Alarico vigente con el Código de Eurico (para sus propios
destinatarios). Posteriormente Leovigildo revisa el ordenamiento euriciano y dicta otro código dirigido
también a los godos. El Código de Eurico es así sustituido desde entonces, en el ámbito de la población
visigoda, por el Codex Revisus de Leovigildo, mientras la hispanorroma mantienen el Breviario. Finalmente
el Liber Iudiciorum deroga todo lo anterior, es decir, el Código de Leovigildo y el Breviario de Alarico, e
instaura un derecho territorial común para godos y romanos.

Hispanorromanos Godos
Leyes Teodosianas Código de Eurico (476-477)
Breviario de Alarico (506) Código de Leovigildo

Godos e Hispanorromanos
Liber Iudiciorum (654)

B) LA TESIS TERRITORIALISTA.
La tesis central de García-Gallo fue que esos tres códigos, de Eurico, Alarico y Leovigildo, tuvieron
vigencia territorial común para godos y romanos, y en consecuencia se derogaron entre sí sucesivamente. El
Código de Eurico  Breviario de Alarico  Código de Leovigildo  por el de Liber Iudiciurum.
Godos e Hispanorromanos
Código de Eurico (476-477)
Breviario de Alarico (506)
Código de Leovigildo
Liber Iudiciorum (654)

1. El Código de Eurico.
Para García-Gallo es clara la vigencia general del Código de Eurico. A favor de ello adujo la romanización
misma de ese cuerpo legal y el hecho de que se deroguen allí leyes romanas anteriores, lo que resulta
incongruente si el código hubiera sido destinado solo a los visigodos.

La territorialidad del Código de Eurico fue aceptada sin reservas. La posición contraria queda reflejada en la
siguiente afirmación de Sánchez Albornoz “ni se llamó edictum ni tuvo vigencia territorial”.

2. El Breviario de Alarico.
Tesis de García-Gallo.
La participación de obispos y representantes provinciales en la elaboración de un Breviario dictado con su
consentimiento, prueba la territorialidad de ese cuerpo legal, ya que, de haber sido dado sólo para romanos,
la constitución de la asamblea –común al estilo germánico- hubiera resultado superflua. García-Gallo ha
creído que ese cónclave de obispos y representantes provinciales estuvo formado por romanos y godos, pues
el texto que hace referencia a él no excluye a unos u otros, lo que naturalmente da lugar a que las
disposiciones adoptadas afectan a ambos. Junto a ese carácter mixto de la asamblea provincial hay que tener
en cuenta además que el Breviario se envía al conde Timoteo para que él y otros jueces lo apliquen, con lo
que, al no limitarse esa aplicación a los romanos, habrá que entender que rigió para cuantos acudieran al
tribunal, fuesen romanos o godos.

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[Escribir texto]

3. El Código de Leovigildo.
Tesis García-Gallo. El ordenamiento de Leovigildo fue territorial tanto por su acusada romanización como
por dar cabida a leyes aplicables a visigodos e hispanorromanos. Derogó además el Breviario de Alarico, ya
que San Isidoro no habla de él al historiar las fuentes romanas vigentes; tampoco es mencionado en las leyes
de Recesvinto, y las disposiciones de los concilios no lo citan como verdadero código.

Observaciones de D´Ors, rechazó que el Código Revisus hubiera derogado al Breviario. Creyendo D´Ors en
el carácter didáctico del texto alariciano, podía explicar la vigencia conjunta de ambos códigos. Pero
además, par él los argumentos ex silentio no son convincentes: San Isidoro no menciona al Breviario y sí al
Código Teodosiano porque aquél era simplemente una reducción de éste; el mutismo de los cánones
conciliares se explica por la condición didácticas del Breviario, no se explicaría la ulterior derogación por
Recesvinto de las leyes romanas.

C) TESIS MIXTAS
Frente a estas dos posiciones, la territorialidad y personalidad de la legislación visigoda, Alvarado ha
propuesto recientemente otra de carácter mixto, cuyo eje argumental es la afirmación de que el Derecho
romano fue siempre aplicado, en una primera etapa como ordenamiento principal para los romanos y
subsidiario para los godos, y en otra segunda de forma subsidiaria general. Esta tesis rechaza como
insostenible la de la territorialidad del Derecho visigodo, con la consiguiente derogación de un código por
otro, cuestiona la tesis de la personalidad.

IV. LAS FUENES CANÓNICAS: LA HISPANA.


Las fuentes principales del derecho canónico de esta época fueron los cánones conciliares y las epístolas
pontificias.

Los Epítomes, para asegura la unidad normativa y un más fácil conocimiento por todos de la legislación
eclesiástica, se llevaron a cabo refundiciones de cánones o compilaciones de ellos. En España conocemos
tres notables resúmenes o epítomes, dos correspondientes al reino visigodo y uno al suevo. Aquellos fueron
la Colección de Novara y el Epítome hispánico, de mediados del siglo VI y primeros del VII,
respectivamente.

La obra cumbre del derecho canónico visigodo es la Hispana, bien conocida hoy por los trabajos del
profesor Gonzalo Martínez Díez. La Hispana es una colección de cánones conciliares y epístolas pontificias
hecha por San Isidoro de Sevilla, que debió difundirse a raíz de la muerte de su compilador. Los cánones
recogidos corresponden a concilios griegos, africanos, galicanos y españoles, mientras las epístolas
pontificias, más de un centenar, quedan agrupadas por orden cronológico. La riqueza de contenidos y
universalidad de sus planteamientos confieren a la Hispana un papel de capital importancia, sin parangón
posible con cualquier otra colección canónica de la misma época.

Redacciones, La Hispana fue precedida desde mediados del siglo VI por un índice formado por el extracto
de los cánones, y constó de tres recesiones o formas fijas del texto: la Isidoriana, correspondiente a la
redacción primitiva, la Juliana (de la época de San Julián de Toledo) y la vulgata o edición más difundida y
utilizada.

TEMA XII. MONARQUIA Y ASAMBLEAS POLÍTICAS.

I. EL DEBATE SOBRE EL ESTADO VISIGODO.


A raíz de las invasiones, con el asentamiento en las Galias tras el pacto entre Valia y Honorio, la comunidad
política visigoda se integra como un Estado de carácter personal en el seno del Imperio romano. Al caer el
Imperio, Eurico puede ya organizar ese Estado sobre una base territorial definida, cuyo desplazamiento a
España a mediados del s. VI da lugar al Estado hispano-godo de Toledo.

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A) CONCEPCIONES QUE LO CONFORMAN.


La concepción germánica diseña el Estado como una corporación de los hombres libres, cuya forma
política es la monarquía popular, defendida por un ejército formado por el mismo pueblo en armas. El rey es
un jefe militar, asistido por su sequito. Impera cierto sentido democrático, patente en la asamblea judicial
que colectivamente administra justicia, con independencia del predominio de hecho de determinas estirpes o
familias ilustres. La concepción romana del Bajo Imperio, por el contrario, es un Estado absoluto,
personificado en la figura del emperador que ostenta poderes ilimitados. Con el tiempo se hará notar, otra
tendencia, también romana, organizar la comunidad política según patrones privados característicos del
régimen señorial. La concepción e Influencia de la Iglesia, fortaleció doctrinalmente la autoridad del
Estado dando una imagen venerable de los reyes, considerándoles administradores del poder recibido de
Dios. No obstante, la misma enseñanza cristiana, procedente de los textos bíblicos y de la doctrina patrística,
actuó de elemento corrector del ejercicio abusivo del poder, y a través del pensamiento de San Isidoro y de
los cánones conciliares constituyó un facto de atemperación y armonía moral.

B) ¿HUBO PROPIAMENTE ESTADO VISIGODO?

1. Planteamiento de la cuestión.
En tanto se considere a los antiguos pueblos germánicos organizados con arreglo a normas de naturaleza
privada, donde habrían prevalecido las relaciones particulares del re-jefe militar con quienes le seguían en
comitiva, se aboca a la negación del Estado en esas comunidades. Si además fue factible que una de ellas, la
visigoda, impusiera su fisonomía jurídico privado a la sociedad política que formó con los hispanorromanos,
podría concluirse que el Estado visigodo no existió en cuanto a tal, o al menos que fue de naturaleza híbrida.
La cuestión estriba pues en si la comunidad hispano-goda se organizó conforme a principio de derecho
público o a normas privadas, y en consecuencia a si hubo o no Estado.

Afirmación y negación del Estado germánico. En el sector de historiadores que rechazaron la existencia del
Estado entre los pueblos germánicos, se dio una doble interpretación. La de aquellos para quines los reyes
no habrían sido autoridades públicas del territorio, sino más bien dueños patrimoniales de las tierras
sometidas a su jurisdicción, y la de los que insistieron en que las múltiples relaciones privadas, producto del
comitatus o séquito, sofocaron cualquier vínculo público entre súbditos y rey.

Para Dahn y Torres López si existió un Estado visigodo, aunque Torres rechazó el carácter patrimonial de la
monarquía visigoda, destacó el papel relevante del rey y sus múltiples títulos, que a veces alcanzan también
a la reina, y puso de relieve el uso de una simbología que coloca al monarca en posición preeminente. Hizo
notar asimismo las solemnidades de la elección real y el carácter público del juramento que el rey ha de
prestar al subir al trono. Rehusó cualquier concepción patrimonialista en un Estado que distinguía impuestos
públicos y privados, y diferenciaba también el patrimonio particular y el público del monarca. Defendió, en
fin, la “utilidad pública” como absolutamente característica de ese auténtico Estado visigodo.

2. El prefeudalismo Visigodo.
Réplica de Sánchez Albornoz a Dahn y Torres, algunas de esas razones no resultaron muy convincentes para
Sánchez Albornoz. Y ello hasta el punto que una de las más celebres monografías del preclaro medievalista
español “En torno a los orígenes del Feudalismo”, se inicia con estas palabras muy propias de su temple
polémico: “Contra Dahn y contra Torres”.

En el fondo Sánchez Albornoz combatió la afirmación muy concreta de que príncipes y súbditos hubieran
estado ligados sólo por lazos de naturaleza pública, para sostener en cambio la persistencia en la época goda
de los vínculos de fidelidad privado, característico del comitatus.
Réplica de Dahn, destaca las huellas del séquito en la monarquía visigoda, haciendo notar la existencia de
clientes y fideles regis en diversos momentos de su historia. Para ello Sánchez Albornoz examina diversos
relatos y fuentes legales de la época, considerando también, ahora en contra de Torres, una famosa ley del
Liber Iudiciorum en la que por una sola vez se menciona a ciertas enigmáticas gentes: los leudes, ¿quiénes
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eran esos leudes cuyas ganancias en campaña regula el Liber Iudiciorum?, para Torres se trataba de los
súbditos y soldados corrientes del príncipe. Para Sánchez Albornoz, los leudes eran patrocinados del
monarca, con lo que se venía a demostrar la persistencia de esos clientes del rey en el último tercio del siglo
VI.

El mantenimiento en suma del comitatus germánico, la presencia de fieles del monarcar en las asambleas y
órganos de la administración del Estado, y el hecho mismo de que los reyes retribuyeran tales servicios
como concesiones de tierras que muchas veces eran de carácter temporal, justificaron para Sánchez
Albornoz la realidad de un prefeudalismo en el reino visigodo. Los fideles y gardingos habrían sido así
remunerados con beneficios y heredades, de forma gratuita y revocables, para que participaran en el servicio
de guerras: en esa expeditio o expeditio pública mencionada por las leyes.

II. LA MONARQUÍA.
En el Estado visigodo distinguimos el reino y la monarquía gobernante. El reino lo forman los hombres
libres, herederos de la antigua soberanía popular, que desde una fase inicial de protagonismo activo pasan
luego a la condición pasiva de súbditos. La monarquía es representada por el rey, quien en principio aparece
como caudillo militar, más tarde como jerarca político y finalmente como vicario divino con carácter cuasi-
sacerdotal.

A) CARÁCTER DE LA MONARQUIA VISIGODA. (EX)


En las antiguas comunidades germánicas el rey era elegido por la asamblea de los hombre libres, al puro
carácter abierto de la elección se opuso el predominio de una determinada estirpe, que acaparó los
nombramientos regios, así como las luchas por el poder y el fenómeno de la asociación al trono, mediante el
cual un monarca intenta prejuzgar o determinar de hecho quién ha de ser su sucesor.

Desde principios del V hasta Amalarico (510-531), los monarcas fueron elegidos entre miembros de la
estirpe de los Balthos. Durante toda su historia los príncipes visigodos se vieron amenazados por atentados y
destronamientos, tan frecuentes que llegarían a constituir un verdadero problema nacional. Además, la
posibilidad de convertir la monarquía electiva en hereditaria debió tentar ya a lo primeros reyes visigodos,
bien fuera asegurando la elección cerrada dentro de la misma familia, bien por el sistema de eliminar al
pretendientes indeseados, o por el procedimiento mencionado de asociar a alguien al trono. Cabe, pues,
preguntarse si esa monarquía visigoda fue realmente electiva o fue sólo teóricamente y desoída en la
práctica.

Fue electiva de hecho. Para Torres López la monarquía hispanogoda fue electiva en todo caso, y el
predominio de los Balthos no tuvo que ver con la tendencia a convertirla en hereditaria. Aunque existieron
usurpaciones y asaltos al poder, la necesidad del reconocimiento ulterior de los conspiradores probaría en la
práctica el principio electivo.
No fue sólo electiva. Orlandis, el procedimiento electivo no fue el único o, mejor dicho el único legítimo, la
elección era un procedimiento alternativo para en el caso que la solución no quedara resuelta por otras vías.
No fue electiva en la práctica. Abadal, contradicción permanente entre la teoría y la práctica. Iglesia
Ferreiros, la fuerza y la violencia fueron el principio motriz de las alternativas sucesorias. No triunfó el
deseo de convertir las monarquías en hereditarias. Grierson, la ocupación como regla explicativa del acceso
al trono.

B) LA ELECCIÓN DEL REY.


Requisitos para ser elegido rey:

• Concilio IV, dispuso que el monarca fuera elegido por los principales del reino y los obispos.
• El Concilio V ordenó que el candidato debía ser noble de sangre goda.

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• El Concilio VI además añadió: no ser clérigo o monje de órdenes menores, no haber sufrido la pena
infamante de decalvación y acreditar buenas costumbres. Se inhabilitaba a los participaban en
conjuras para derribar al monarca, llamado “morbo gótico”.
• El Concilio VII ratificó el Concilio VI.
• El Concilio VIII intervienen los personajes importantes de la corte y los prelados, reuniéndose al
efecto en Toledo o donde hubiera muerto el rey anterior.

Los electores, la elección en la asamblea popular no tuvo en realidad vigencia. Nos consta únicamente la
excepción de Turismundo, aclamado por el pueblo al ruido de las armas durante las exequias de su padre
Teodorico I tras la batalla de los Campos Catalaunicos. Este procedimiento de las Galicas, no se repitió al
establecerse en España.

C) PROCLAMACIÓN Y CONSAGRACIÓN DE REY.


1. La elevación al trono. El juramento.
Entre los antiguos germanos, a la elección del monarca seguía la ceremonia de que los guerreros le alzaran
sobre el escudo, en homenaje. Tal simbolismo dio paso posteriormente a la elevación al trono. El
Juramento, el rey presta juramento de guardar la fe católica, proteger la Iglesia, defender el reino y
gobernarlo justamente. A estas promesas generales se añadieron con posterioridad, la de reprimir a los
judíos o respetar la distinción entre el patrimonio personal del monarca y los bienes del fisco. Tras el
juramento real, el pueblo debía a su vez jurar fidelidad. Los personajes palatinos lo hicieron directamente en
el propio acto de Ordinatio, y el resto de los súbditos, (que era obligatorio y objeto de severas penas)
delante de un mensajero que visitaba los territorios. Fidelitas lo que prometen los súbditos, y Fides es lo
que prometen de forma personal y espontánea, quienes se vinculan al monarca.

2. Coronación y unción.
Los reyes fueron coronados, pero se desconoce cuando se introdujo esa ceremonia, nos consta la utilización
de la corona por las monedas con figuras de reyes y por relatos de la literatura de la época.

Acto de la coronación, es muy probable su coronación, a pesar de que algunos autores lo nieguen, San
Isidoro nos dice que Recaredo fue regno est cononatus, aunque esto fue interpretado por Mayer que el rey
había sido distinguido o premiado. El Antifonario Mozárabe de la catedral de León recoge las oraciones que
se recitaban en el nacimiento y en la coronación de los monarcas.
La unción real, era ungido en al cabeza y en las manos, concluyendo la ceremonia con una misa solemne,
significaba así que adquiría un carácter cuasi-sacerdotal. Con seguridad se sabe que el ritual se realizo en la
coronación de Wamba, pero es probable que Recadero recibiera el óleo santo al iniciar su reinado.

D) EL PODER REAL.
1. Su origen divino.
La monarquía visigoda de Toledo reconoció en Dios el origen del poder de los reyes. Recesvinto reconoce
en la divina piedad la fuente de su poder. El rey es cabeza de un cuerpo social cuyos miembros le están
subordinados como súbditos. Así cuando el duque Paulo se rebelo contra el monarca, se considero un
proceder contra la voluntad de Dios.

2. Recto uso del poder y tiranía.


El bien común como objeto del poder real, la llamada salus populi. Concepto visigótico de “tiranía”; el
término de “tirano” o “tiranía” tuvieron al principio en la época visigoda un sentido restringido y unívoco.
“Tirano” es quien ha adquirido de forma ilegítima el poder, y ese personaje gobierna con “tiranía” mientras
lo ejerza en detrimento de la autoridad legítima y hasta tanto no se subsane la irregularidad de origen. San
Isidoro: la ilegitimidad en el ejercicio del poder, el rey debe atenerse a los límites marcados por las leyes
mismas y sujetarse además a unas normas morales que informen cuanto disponga, puede llegar a convertirse
en tirano quien, siendo rey legítimo, no gobierne con arreglo a esos principios. Para San Isidoro “eres rey si
obras rectamente; si no, no lo eres”. La práctica: el caso de Suíntila, un monarca sin escrúpulos modélico
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ejemplar para la tesis isidoriana, pierde el trono, se reúne el Concilio IV de Toledo presidido por San
Isidoro, entre otras cosas se ha de valorar la culpabilidad de Suíntila, ocasión óptima para poner en práctica
la doctrina del sabio eclesiástico, y legitima a Sisenando.

3. Poder fáctico de la reina.


Los fieles del rey fueron perseguidos por el nuevo monarca, no es raro que los cánones conciliares se
preocuparan por aliviar la situación de éstos. En la trama política la Reina debió desempeñar también un
papel singular. La reina viuda no resultaba marginada de la confrontación de la oligarquía vencedora y la
vencida, algunas convertidas en cabeza visible de los fieles de su difunto marido, dispusieron de un notable
poder fáctico, que los que se casaban después con ellas, era una autentica oferta política. De ahí la
significación pública de esas segundas nupcias en la pugna por el poder de la España visigoda.

III. ASAMBLEAS POLÍTICAS Y ECLESIÁSTICAS.


Ciertos sectores o grupos sociales se congregaron ocasionalmente para ocuparse de cuestiones concretas.
Este fuel el caso de los obispos y representantes provinciales reunidos en Aduris para proceder a la
promulgación del Breviario de Alarico. Con un carácter más institucional y competencias más amplias,
existieron otras asambleas de representación colectiva: el llamado Senado y, sobre todo los Concilios de
Toledo.

A) EL SENADO VISIGODO.
Fue una junta reducida de magnates para auxiliar y asesorar al rey en las tareas de gobierno. Esa especie de
Consejo del monarca debió reunirse durante los siglos V y VI. Desde entonces, el Senado fue sustituido por
una nueva asamblea: el Aula Regia.

Escasas referencias al Senado. La Crónica Mozárabe del 754 asegura que don Rodrigo, el último rey
godo, se apoderó del reino “a instigación del Senado”. Esto interesa a Sánchez Albornoz, manifiesta que el
Senado visigodo ya no existía entonces, y que el redactor de la Crónica habría aplicado al Aula Regia ese
calificativo de Senado por influencia de la imagen prestigiosa del Senado de Bizancio.

B) LOS CONCILIOS DE TOLEDO. (EX)


Las reuniones conciliares en la España visigótica fueron de dos clases: La provinciales agrupaban el
episcopado de una provincia eclesiástica bajo la presidencia del metropolitano. La generales daban cabida a
los obispos del reino para tratar cuestiones de interés común. Las asambleas celebradas en Toledo tuvieron
carácter de generales desde el solemne Concilio III (589), donde produjo la conversión de Recadero y los
godos al catolicismo. La presencia de los reyes en esas reuniones, el concurso de magnates y nobles, el
pronunciamiento de los eclesiásticos sobre las grandes cuestiones de la vida nacional, así como la sanción
del monarca a las decisiones acordadas, confieren a los Concilios de Toledo un papel extraordinaria y
discutida significación.

1. Convocatoria, celebración y sanción regia.


La convocatoria de los Concilios corresponde al rey, independientemente del tema a tratar. A esos concilios
asisten los eclesiásticos y también los miembros del oficio palatino designados por el monarca.

Congregados los obispos en la iglesia toledana, hace acto de presencia el rey con su comitiva y dirige a los
presentes un discurso o mensaje, llamado tomo regio, en el que justifica la oportunidad de la reunión y
propone los temas que deben ser tratados en ella.

Se inicia las sesiones, dedicadas primero a los problemas de teología, moral y disciplina eclesiástica, que
debaten en exclusiva los obispos y clérigos, para pasar luego a otros temas sobre la vida política del reino,
con el concurso entonces de los personajes palaciegos. Concluidas las deliberaciones y adoptados los
acuerdos, los cánones promulgados por esos concilios reciben sanción civil mediante la llamada lex in

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confirmationes Concilii. El no cumplimiento de la disposiciones conciliares acarrea penas espirituales


(excomunión) y temporales (confiscación de bienes, o azotes en caso de insolvencia).
2. Naturaleza de los Concilios.
Además de temas religiosos y eclesiásticos, los concilios de ocuparon de muchos otros de naturaleza
diversa: elección del monarca o la forma en que ella debía llevarse a cabo; velar por el cumplimiento del
juramento del rey y de los súbditos; establecieron las garantías judiciales de magnates y eclesiásticos; y en
fin, dictaron la pautas que había de ajustarse la marcha del Estado o la conducta de los monarcas.

Asambleas religiosas (Concilios de Toledo). La mayoría coincide, pese a lo llamativo de las atribuciones,
en que los concilios toledanos no fueron asambleas políticas sino sólo religiosas. Y ello porque no actuaron
con poder recibido del rey sino en virtud de su propia autoridad eclesiástica, limitando además la actividad
estrictamente civil a pocas cuestiones (García-Gallo), y por el hecho de que en última instancia tales
concilios “ni legislaron ni juzgaron” (Sánchez Albornoz). En sentido contrario, (Abadal) ha sostenido que
los concilios era de carácter mixto: eclesiásticos o políticos.

TEMA XIII. LA ADMINISTRACIÓN DEL ESTADO.

I. LA ADMINISTRACIÓN CENTRAL.
El conjunto de personajes que durante el s. VII rodea al monarca es designado con los nombres de Palatium
Regis o Aula Regis. En el seno de esa asamblea adquirió especial relieve un sector llamado “Oficio”,
nombre que a tenor de la tradición romana venía a significar tanto el empleo en general como cualquier
conjunto de funcionarios que trabajaran bajo las ordenes altos magistrados. Dado que precisamente el Oficio
lo era del Palacio, fue conocido como “oficio Palatino”, y en tanto en cuanto cobra creciente significación
por recaer en él la administración cotidiana de los asuntos regios.

A) EL OFICIO PALATINO.
El Oficio Palatino está compuesto por el personal que dirige los distintos servicios de la corte, así como los
oficiales subalternos que les ayudan en el desempeño de sus funciones. Los jefes de la administración
palaciega ostentan el título de condes (Comes) de la actividad a que se aplican.

Conde de los tesoros, custodia del tesoro regio, es posible que fuera originario del aquel romano “conde de
las sacras larguezas” y su misión fuera más amplia que la mera custodia de los tesoros regios.
Conde del patrimonio, esta al frente de la administración fiscal del Estado y de los dominios de la corona.
Conde de los notarios, es el rector de la cancillería real y por consiguiente quien responde del control de
documentos, redactados bajo sus órdenes por notarios y escribas.
Conde de la guardia real, dirige a los hombres armados de la guardia personal del monarca.
Conde de los servicios de la cámara regia, al frente de los servicios del aposento real.
Conde de los servicios de la mesa del rey, controla esa cuestión, ordenando a coperos y cocineros.
Conde de las caballerizas, dirige a quienes cuidan las cuadras y establos.
Comes civitatis Toletanae, el gobernador y juez de la ciudad regia de Toledo.
Finalmente los jóvenes nobles educados en la corte junto a los hijos del monarca.

Fue una entidad sumamente numerosa, según Sánchez Albornoz junto a todos esos personajes anteriores
formó parte también “todo el personal de los servicios de la corte”, dando quizás incluso cabida a los
esclavos de más ínfima condición que allí prestaban servicio (King). Hay que destacar la confusión de los
cargos de carácter público y aquellos otros manifiestamente privados, tal vez eso explique el origen
doméstico de muchos de los servicios de la futura administración pública.

Creación del Oficio. Algún autor se inclina a atribuir a Eurico el papel promotor. Cabe aceptar una
formación embrionaria del Oficio Palatino en el reino de Tolosa, y una organización ulterior más rica y
pormenorizada en el reino de Toledo, probablemente bajo las directrices de Leovigildo.

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B) EL AULA REGIA. (EX)


La gran asamblea llamada Aula Regia aparece como producto histórico de una consolidación de la
monarquía, que reconoce e integra en el aparato de gobierno a las grandes fuerzas sociales y políticas del
Estado visigodo. Con el correr del tiempo perdió operatividad el antiguo Senatus, desplazado en su ocaso
por ese nuevo organismo del que formaron parte las más poderosas familias góticas. El Aula Regia, como
supremo cuerpo político, auxilia a los monarcas hispano-godos en la gobernación del reino a lo largo del
último siglo (VIII) de su historia.

1. Composición.
El Aula Regia integra: el Oficio Palatino y grupos de nobles y señores.

• Aquellos condes que por voluntad del rey residen en la corte sin ejercer una función o cargo
concreto.
• Los comites (condes) a quienes se ha concedido un título palatino de carácter honorífico y carecen de
función específica.
• Los magnates delegados por el monarca para el gobierno de las provincias, son los comites
provinciae.
• Los comites civitatum, condes designados por el príncipe para regir como jueces de las ciudades.
• Los comites exercitus o conde que estaban al frente de alguna unidad o servicio militar.
• Algunos otros personajes que aparecen como proceres (eminentes, alta dignidad) de no fácil
determinación.
• Finalmente los gardingos, quienes sin desempeñar ningún cargo palatino o de gobernación en el
reino, disfrutan de la confianza y amistad del rey. Estos gardingos habían abandonado su condición inicial
de jóvenes soldados en la comitiva armada del rey para establecerse como beneficiarios de donaciones de
tierras. Desde esta posición mantendrían especiales relaciones de fidelidad con el rey, figurando por tanto en
el Aula Regia.

2. Competencias.
Funciones asesoras, legislativas y judiciales. El Aula Regia ejerció la función de asesoramiento cuando le
fue requerido por el rey. Los concilios toledanos junto al Aula colaboran con el rey en las tareas legislativas.
Mucho más clara fueron sus actuaciones judiciales, el Aula Regia o un grupo de altos dignatarios de ella,
actuó como supremo tribunal del monarca, unas veces juzgando casos que se sometían a audiencia del rey,
otras como única instancia para juzgar a los altos magnates eclesiásticos y seculares, y también a los
gardingos.

II. LA ADMINISTRACIÓN TERRITORIAL.

A) PROVINCIAS Y TERRITORIOS VISIGODOS.


Los visigodos heredaron y respetaron el sistema provincial romano, dentro de las cuales adquieren ahora
autonomía administrativa los territorios de las ciudades. Cabe así distinguir las provincias propiamente
dichas, de los territoria o comarcas en que se dividen, o bien calificar aquéllas de provincias-ducados
(regidas por duques), y a los territorios provincias-condados (gobernadas por un conde).
Las cinco grandes provincias visigodas fueron Tarraconense, Cartaginense, Bética, Lusitania y Galaica,
con sus capitales en Tarragona, Toledo, Sevilla, Mérida y Braga. La zona norte del Pirineo constituyo una
sexta provincia llamada Galia Narbonense. Los conflictos bélicos con los pueblos del norte justificaron una
frontera militar (limes hispanicus) alrededor de la cual surgiría una provincia o territorio militar en
Cantabria. Otra posible provincia fue la Asturiense, de la que tenemos noticias a fines del siglo VII.

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La progresiva autonomía y consolidación de los territorios tuvo su origen en la decadencia de las ciudades y
de la administración municipal. Roto así el control urbano sobre las extensas zonas circundantes y perdida
una hegemonía ya debilitada por el auge de los latifundios, los grandes territorios con sus vicios y villas
particulares quedaron subordinados a la autoridad condal y sin conexión, por tanto, con los restos del
dirigente municipal.

B) LAS AUTORIDADES: DUQUES Y CONDES.


El duque o dux, figuraba al frente de la provincia con amplias atribuciones políticas, judiciales y militares.
Algunos reyes fueron antes duques como es el caso de Liuva y Suíntila, y el propio Leovigildo posiblemente
lo fue en Toledo. Los condes o comes, son los gobernadores del los territoria o comarcas, nombrados por
los reyes con plenos poderes sobre la administración militar, judicial y financiera. También existe el conde
de la ciudad (comes civitatis). El conde esta subordinado teóricamente al duque de la provincia donde
figuraba el territorium, el conde disfrutó de una amplia discrecionalidad.

III. LA ADMINISTRACIÓN LOCAL.


Controversia sobre la persistencia del municipio romano:

SI, así se creía en el siglo XIX, las instituciones romanas perduraron en el mundo visigodo, siendo
transmitidas luego por los mozárabes para configurar así la estructura del municipio castellano-leonés. Tal
planteamiento fue refutado por Hinojosa al admitir el mantenimiento del régimen municipal romano hasta el
ocaso de la monarquía de Toledo, y negar en cambio la capacidad efectiva de los mozárabes (cristianos que
en la España musulmana conservaron su religión y derecho) para transmitir una institución tan fundamental
de la vida ciudadana.
No, Sánchez Albornoz combatió la teoría de Hinojosa, en un estudio de título harto explícito: Ruina y
extinción del municipio romano en España. Las nuevas instituciones municipales se avenían mal con las
romanas, por eso minoran durante el siglo VI y desaparecen en la primera mitad del VII.

A) LA CURIA MUNICIPAL.
Presión legal para mantener la curia, a principios del VI subsistía la conocida curia municipal romana,
integrada por quienes no habían logrado evadirse de la adscripción hereditaria al enojoso oficio. Las posibles
vía de escape (ingresos en el sacerdocio, venta de bienes, simple ocultamiento, etc.) fueron cuidadosamente
cerradas por los distintos preceptos del Breviario de Alarico. Pero este código, yendo más allá, estableció
nuevos apremios, no ya para mantener a quienes eran curiales, sino para reclutar incluso a personas que
estaban fuera. El ordenamiento alariciano dispuso así que el padre pudiera legar los bienes a sus hijos
naturales, a falta de legítimos, si incorporaba a aquéllos a la curia, de la que también habría de formar parte
quien estando casado con la hija de un curiel heredara los bienes de su mujer. Tan sofisticados
procedimientos eran prueba de la indeseabilidad del Ordo Curiae, cuerpo cerrado en el que los obligados por
nacimiento ingresaban a los 18 años, pudiendo sólo abandonarlo en caso de tener 13 hijos.

Funciones de la curia, compuesta de godos y hispanorromanos, mantuvo algunas de sus antiguas funciones
y adquirió otras nuevas. Ante ella se formalizaron actos de jurisdicción voluntaria, propios entre los
romanos de jueces y magistrados. La tarea más ardua del senado municipal fue la recaudación de
impuestos, siguió pesando sobre los curiales quienes respondían con sus bienes del montante global de la
recaudación.

Crisis y desaparición. La pertinencia del Estado y de sus leyes por impedir la salida de quienes estaban en la
curia y procurar el ingresos de otras gentes, resultó con todo infructuosa ante una presión social causante del
paulatino debilitamiento y de la extinción, en fin, de esas asambleas. Dejó así de existir el senado municipal
en algunas ciudades, como se conduce del hecho de que muchos particulares hubieran de desplazarse a otras
para formalizar sus actos jurídicos ante una curia extraña en defecto de la propia. Tal realidad se
complementa con la autorización de que muchos de esos actos de jurisdicción voluntaria puedan realizarse

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sin presencia de curiales. A falta de ellos, o debido a su número escaso y decreciente, la recaudación de los
impuestos hubo de pasar también a otras manos.

B) LOS FUNCIONARIOS: EL DEFENSOR DE LA CIUDAD.


Decadencia del defensor, los magistrados municipales son ahora el curator y el defensor, elegidos ambos
entre los curiales por el pueblo, ese defensor civitatis debió conservar bien poco de su primitivo carácter
tutelar, perdido ya en buena parte con el ocaso del Bajo Imperio, apareciendo más bien como un magistrado
autoritario y hasta opresor. Su significación institucional decreció con el transcurso del tiempo: la
interpretación de cierta ley del Breviario le califica ya de iudex mediocris, mientras que según otro texto
semejante del mismo código, los defensores son funcionarios a quienes escuetamente compete la ejecución
de los acuerdos. Su elección, antes elegidos entre los magistrados curiales, a final del VI, la extinción de la
curia, fueron elegidos por el pueblo o el obispo.

C) LA ASAMBLEA DE VECINOS.
Desde tiempos antiguos se celebraban en las aldeas reuniones públicas de vecinos. Las Etimologías de San
Isidoro hacen referencia a ciertas asambleas campesinas celebradas en parajes o encrucijadas de caminos,
adonde concurrían gente de poblados cercanos, y que constituyen el llamado “conventus rusticorum”.
Según Orlandis presume, ambas tradiciones confluyeron dando lugar a una institución de más fuste jurídico,
“el conventus publicus vicinorum” asamblea rural aludida con cierto detalle en algunas leyes del Liber
Iudiciorum.

Objeto de esas reuniones de vecinos fueron las cuestiones agrarias, económicas y de orden interno de la
comunidad, reglamentándose en ellas el cultivo y la delimitación adecuada de las propiedades rurales, así
como el aprovechamiento comunal de prados y bosques. Se ocuparon asimismo de la explotación ganadera y
de arbitrar los frecuentes conflictos surgidos por la confusión de rebaños. El conventos publicus vicinorum
fue además la corporación que entendió de cuantos hechos revestían interés general, y ante ella se aplicaron
incluso determinadas penas corporales a delincuentes y malhechores.

TEMA XIV. LA ACCIÓN DEL ESTADO

I. LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA.

A) CARACTERES GENERALES.
El ding o asamblea judicial. Entre los primitivos pueblos germánicos la administración de justicia tuvo
lugar en la asamblea judicial pública (ding), compuesta por el conjunto de hombres libres. Tras su
constitución y la pregunta ritual del juez sobre la procedencia de la convocatoria, queda declarada la paz
sagrada y se da paso al proceso. Tal sistema no debió prosperar al constituirse el reino visigodo, y ello tanto
debido a influencias romanas como por los condicionamientos propios de una estructura política más
compleja y desarrollada.

La nueva jurisdicción oficial correspondió a las jerarquías político-administrativas: al monarca para todo el
reino; al duque en la provincia que gobernaba; al conde para el territorio de su competencia, y a los jueces
locales en su circunscripción especifiva. Semejante superposición de funciones caracterizó no sólo a la
jurisdicción ordinaria, sino también a las especiales, militar o eclesiástica. En cada uno de esos ámbitos, las
respectivas autoridades actuaron al tiempo como jueces.

Todo ello explica las confusas acepciones del juez o iudex visigodo. Las leyes aluden al iudex civitatis, al
iudex provinciae y también al comes civitatis auto judex, reflejando una notoria indiferenciación en las
atribuciones judiciales de esos condes y jueces. Algunos jueces territoriales era desde luego condes, pero
hubo también otros jueces subalternos o locales. Cabe en suma decir que la palabra “juez” designó en la
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época visigoda a cuantos ejercían la potestad judicial, de los cuales una gran mayoría era agentes de la
jerarquía político-administrativa. Un último problema es el de la unidad o dualidad de jurisdicciones, esto es,
si hubo jueves únicos para la totalidad de la población, o hispanorromanos y godos acudieron a resolver sus
pleitos antes tribunales distintos. Hubo unos únicos jueces.

B) LA JURISDICCIÓN ORDINARIA.

1. El Rey como juez.


El monarca es el juez supremo del reino. Asistido por el Aula Regia, donde figuran hombres versados en
derecho, aparece como última instancia de cualquier clase de conflictos. Custodio máximo de la justicia, se
reserva el derecho de gracia que elude o mitiga el rigor de la aplicación de la ley. El rey actúa como primera
instancia judicial en diversos casos, y concretamente a la hora de enjuiciar los crímenes de personas de alto
rango. Algunos preceptos legales remiten al rey como componente para precisar quién es el beneficiario de
la reducción a esclavitud de algunos culpables, o qué procede hacer con la persona y bienes de un
determinado delincuente.

Tribunal ambulante. El tribunal real del Aula (audiencia regis) no fue un organismo estático, asentado
siempre en la residencia cortesana. Por el contrario, el monarca y la asamblea recorren con frecuencia los
territorios para administrar allí justicia y fiscalizar además la actuación de los diversos jueces.

2. La Jurisdicción Territorial.
El reino visigodo heredó en un principio la magistratura del gobernador provincial como máxima autoridad
judicial, el rector o iudex provincial, competente en materias civiles y en buena parte de las penales. En
etapas posteriores aparece el “dux”, el duque al frente de la provincia, además de intervenir en primera
instancia, se recurre a él para apelar, decisiones de los tribunales inferiores. La función jurídica la ostenta un
conde o comes (de territorios o distritos), aunque debieron existir jueces territoriales dedicados
exclusivamente a estas cuestiones.

3. La Jurisdicción Local.
El Breviario de Alarico refleja la existencia de jueces que actuaban en las ciudades juntamente con la
Curia, con jurisdicción incluso sobre los miembros del senado. Durante los siglos VI y VII, rige las urbes
hispano-godas un conde o juez de la ciudad, “el comes civitatis”, ejerce su actividad con la ayuda de un
delgado “vicarius”. Le asisten asimismo otros funcionarios de atribuciones judiciales: el “defensor
civitatis” trata las causas criminales menores; y un “numerario (numerarius)” competente en los conflictos
derivados de la recaudación de tributos.

La jurisdicción del conde de la ciudad se aplicó directamente al núcleo urbano. Más allá, en el territorio
circundante, debió actuar el juez del lugar (iudex loci), directamente subordinado al comes.

II. LA HACIENDA.

A) ORGANOS DE LA ADMINISTRACIÓN FINANCIERA.


La suprema dirección da administración financiera corresponde al Rey, algunos monarcas visitaban el tesoro
como actividad usual. El Conde de los Tesoros custodia el tesoro regio, ordena la conservación y vigilancia
de las joyas, a veces se desplazaban estos con el monarca durante las campañas bélicas. El tamaño del tesoro
fue proverbial, como consecuencia del saqueo de Roma y por la ampliación con el tesoro de los Suevos. El
Conde del Patrimonio es quien gestiona el patrimonio de la corona administra los palacios reales y las
grandes propiedades integradas en la corona, en los últimos años de la monarquía visigoda constaban de más
de 3000 posesiones, ayudado por un “actor fiscalium patrimoniorum” y en cada uno de esos grandes
territorios o latifundios en manos de un “villicus”, que fueron a la vez agentes fiscales en sus grandes
heredades.
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B) LOS IMPUESTOS.
El sistema fiscal visigodo siguió los pasos del Romano, impuesto directos e indirectos. El monarca
dispensó del pago de impuestos en ciertas ocasiones, como la del Edicto promulgado por Ervigio “Edictum
de tributis relaxatis”, por el que condonó a todos los súbditos los impuestos no satisfechos antes de su acceso
al trono.

Los impuestos Directos, fueron el territorial (capitatio terrena) que gravó las propiedades fundiarias, y el
personal (capitatio humana) gravó a las personas como sujetos impositivos.
Los impuestos Indirectos, destacan los de aduanas (telonia) y tráfico. .

1. Posible inmunidad tributaria de los Godos.


El Impuesto territorial se ha discutido hasta qué punto fue pagado por los godos: La generalidad de los
autores han admitido que 2/3 de tierras godas quedaron en principio exentas del impuesto territorial. Se
creyó asimismo que esa discriminación entre godos y romanos desaparecería con el transcurso del tiempo, al
consolidarse el proceso de fusión social. Así para Dhan, los visigodos comenzaron a pagar la capitatio
terrena a mediados del siglo VI. Sánchez Albornoz, los godos no perdieron la inmunidad fiscal y que la
mantuvieron hasta la desaparición del reino. Tal situación beneficiosa pudo alcanzar a los nobles poderosos,
aún en el caso de ser romanos.

2. Régimen fiscal del clero y de los judío.


La conversión de los godos al catolicismo reportó la inmunidad fiscal de la Iglesia y al clero, exentos de
cualquier impuesto territorial o personal. Tal estatuto privilegiado se encontraría reconocido en el canon 47
del Concilio IV de Toledo (633) cuyo texto dispones que “a fin de que con más libertad sirvan a Dios y no
sean estorbados de sus quehaceres eclesiásticos, los clérigos se tengan por inmunes”.
Los judíos, sufrieron un trato discriminatorio y hubieron de pagar un impuesto especial y de modo global
para las comunidades judías. La situación llegó a ser en extremo vejatoria a afines del VII, en el Concilio
XVII se acordó en Toledo la extinción de esas comunidades y la reducción a servidumbre de sus
componentes. Los bienes de los judíos fueron adjudicados por el monarca a algunos de sus antiguos siervos
cristianos, siempre y cuando éstos se subrogaran en las cargas financieros de los antiguos judíos.

3. Impuestos y desequilibrio social.


Hubo muchas corruptelas y abusos, ya que los impuestos podían ser pagados en dinero o especie, fue
frecuente que el Estado provocara la venta forzosa de bienes por el particular a un precio bajo que el mismo
poder público fijaba. La alta burocracia civil y militar exigió a veces en los inicios de la monarquía visigoda
ser retribuida en dinero y en especie. Y aunque el abuso fuera corregido permitiendo la opción entre una y
otra vía, el cálculo en metálico por los agentes fiscales del valor de los productos (adaeratio) excedió con
creces a su precio real. Para hacer frente a los impuestos los humildes tuvieron que acudir así al préstamo,
con fuertes intereses. Crisis fiscal, como consecuencia de la poca masa monetaria claro signo deflacionista.

IV. LA IGLESIA Y EL ESTADO.


A excepción de los suevos, el resto de pueblos germánicos que invadieron las tierras hispánicas en el s. V
profesaba la fe cristiana de Arrio. Para los visigodos el arrianismo era esa “fe gótica”, en buena medida
determinante de su espíritu nacional. Más tarde, al proyectarse sobre los hispanorromanos, el Estado
visigodo dio cabida a dos grupos étnicos y religiones diferenciados: godos-arrianos e hispano-romanos-
católicos. Ahora bien, conforme ese Estado pretendió una unificación efectiva la “fe gótica” debía dejar de
ser sólo de los godos y convertirse en la confesión religiosa de todos. Tal planteamiento explica la ofensiva
arriana del reinado de Leovigildo y las consiguientes discordias civiles, producto de la rebelión de
Hermenegildo, católico e hijo primogénito del monarca.

En el reinado siguiente, con Recaredo, se alcanza es unidad religiosa pero con signo distinto. El rey se
convierte al catolicismo y además convierte a su pueblo. La separación de la Iglesia católica y el Estado,
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característica de la etapa anterior, da paso ahora a una compenetración íntima y estable. Tras el Concilio III
de Toledo, donde el pueblo visigodo acoge la nueva fe, la monarquía adopta hacia el futuro rasgos
teocráticos (la autoridad emana de Dios). La Iglesia dicta normas para ilustrar la convivencia política, el
comportamiento del monarca y las leyes seculares. El rey por su parte tutela a la Iglesia, castiga la herejía e
incluso nombra a los obispos. Es éste un estricto estado confesional donde “el sacerdote no gobierna, pero
guía y ampara tanto al que gobierna como al gobernado”

A) ORGANIZACIÓN ECLESIÁSTICA: PROVINCIAS Y DIOCESIS POPULAR.


Provincias eclesiásticas y diócesis, tras los reajustes de la organización secular durante los siglos V y VI,
en la 2ª mitad del VII existen cinco provincias eclesiásticas: Cartaginenese, Tarraconense, Bética, Lusitana,
Galaica y Narbonense. Tienen su sede metropolitana en Toledo, Tarragona, Sevilla, Mérida, Braga y
Narbona, y de ellas dependen las diócesis.

Al frente de cada provincia un arzobispo u obispo metropolitano. El arzobispo primado de Toledo


aparece en la cúspide de la Iglesia española, en las diócesis los obispos nombrados por el monarca, con la
consagración de su arzobispo y en la última etapa siempre por el primado de Toledo.

Los concilios provinciales, compuestos por los obispos de la circunscripción bajo presidencia del
arzobispo, actuaban como tribunales eclesiásticos, compareciendo ante ellos a veces altos funcionarios del
gobierno, sólo se celebraron de manera irregular.

LA ESPAÑA CRISTIANA MEDIEVAL

TEMA XVI. RECONQUISTA, REPOBLACIÓN, RÉGIMEN SEÑORIAL EN LA ESPAÑA


MEDIEVAL.

I. EL MARCO POLITICO DE LA RECONQUISTA


A mediados del s. VIII la Cristiandad occidental parecía en trance de extinción. El mudo islámico ocupa la
Península y se extiende por los territorios del sur de las Galias, mientras hispano-godos, francos y lombardos
ven derrumbarse sus estructuras políticas, y la Iglesia sobrevive penosamente en la nueva situación. Sin
embargo, en la segunda mitad de esa centuria, la aristocracia franca, el Papa y los restos activos de la
hecatombe musulmana, construyen el frente común del Estado carolingio. Se define así una conciencia de
Europa frente al Islam, y por primera vez un cronista español llamará “europeos” a quienes forman parte de
las tropas de Carlos Martel que logran detener el avance musulmán.

Reino astur-leones. España ha sido prácticamente ocupada, pero en la cordillera cántabra quedan unas
comarcas al este Asturias y en Santander que, de hecho, permanecen fuera del control musulmán. Su
peculiar idiosincrasia, situación estratégica y tardía romanización explican el protagonismo de ese primer
núcleo de resistencia al que se acogen cuantos, huyendo de los musulmanes, buscan refugio en las tierras del
norte. Tras la batalla de Covadonga, se constituye con Alfonso I un Estado cristiano que inicia la
Reconquista.

Bajo el gobierno de Alfonso II (791-842), la corte queda fijada en Oviedo, configurándose un reino astur
que intenta recuperar la tradición del Estado hispano-godo y que aparece como oponente desigual del Estado
omeya. Podemos hablar así ya del Al-Andalus musulmán de Córdoba y del reino cristiano-astur de Oviedo.
Con el avance de la Reconquista, la capital es traslada a León.

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En el s. XIII la España cristiana es la España de los cinco reinos: León, Castilla, Aragón-Cataluña,
Navarra y Portugal. Maragall, ha estudiado los problemas de la divisio regnorum. Crónicas y cronistas se
lamentan desde luego de las particiones: Alfonso VII habría dividido León y Castilla entre sus hijos,
“permitiéndolo Dios a causa de los pecados de los hombres”, el autor de la Primera Crónica General
atribuye directamente a ese sistema de retraso en concluir la Reconquista.

En el tramo final de la Reconquista, la España de los cinco reinos cristaliza en la España de las dos
coronas; unidos León y Castilla, y operando al margen de Portugal que llegará a constituir un Estado
autónomo, las coronas de Castilla y Aragón asumen el liderazgo peninsular en las postrimerías de la Edad
Media. Con el reinado de los Reyes Católicos, ambas coronas se unen, tiene lugar la incorporación de
Navarra y concluye la Reconquista con la rendición del último reino musulmán de Granada. La Península
queda como un territorio binacional (España y Portugal).

II. LA REPOBLACIÓN Y SUS CLASES

A) DESPOBLACIÓN Y REPOBLACION.
La Reconquista se realiza mediante la repoblación de los territorios recuperados al Islam. Esa repoblación
presupone la previa “despoblación” de aquello que se trata de “repoblar” y puede ser interpretada en un
doble sentido. Refiriéndonos a la expansión castellano-leonesa en el valle del Duero, zona que representa el
paradigma de la actividad repobladora, se ha entendido, de un lado, que allí tuvo lugar un auténtico colapso
demográfico, que convirtió a esos territorios en un gigantesco yermo donde los cristianos procedieron a
asentarse. Desde otras perspectivas, se ha limitado la llamada “despoblación” al hundimiento de la
organización administrativa y municipal, al empobrecimiento económico y a una reducción de la población,
apreciable pero no absoluta.

Causas del colapso demográfico. La práctica despoblación del Valle del Duero fue debida a diversas causas
concurrentes. De una parte, a las propias campañas árabes, que provocaron la huida o el abandono de los
primitivos pobladores. De otra, a la rebelión de los bereberes del norte en el s. VIII, por cuanto ellos,
abandonado las tierras que ocupaban en Galicia, marcharon hacia el sur provocando la devastación y el
saqueo. Finalmente y de modo principal, a las campañas del rey cristiano Alfonso I, quien rescató para su
reino a los mozárabes hallados en esos territorios. Incluso al hecho mismo de las epidemias y años de
hambre coincidentes, en la mitad del s. VIII, en el reinado de ese monarcas astur. Todo ello habría dado
lugar a que la amplia zona del Duero, divisoria entre Al-Andalus y la pequeña monarquía de Oviedo,
quedara de hecho asolada.

La despoblación relativa: tesis Menéndez Pidal. En base a que las huellas toponímicas sólo denuncian
cierta mínima presencia de nuevos pobladores, lo que hace sobrentender la persistencia de los antiguos
habitantes, no debiendo afectar a un número significativos de personas.

La despoblación absoluta: tesis Sánchez Albornoz. Defiende que la despoblación del valle del Duero
constituye la clave básica.

B) CLASES DE REPOBLACION(EX)
La repoblación fue en principio consecuencia de la actividad expansiva de los núcleos de resistencia, y más
adelante de la conquista a gran escala de los reinos cristianos. En este proceso la monarquía astur desempeñó
un papel de vanguardia, seguida luego por las unidades políticas pirenaicas en sus respectivos ámbitos de
acción, y en último término por los condados y reinos subsiguientes que llevan a cabo una repoblación más
compleja que incorpora nuevos territorios y ciudades.

Es posible, en cambio, destacar unos rasgos generales de la repoblación, señalando en ellos las alternativas
que el transcurso de la Reconquista llevó consigo. A este respecto se ha situado en la mitad del s. XI la
vertiente divisoria entre una primitiva repoblación de zonas yermas, y otra ulterior de tierras ricas y ciudades
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reconquistadas. Estas dos grandes etapas, sucesivas en el tiempo, se corresponden geográficamente en


términos generales con la repoblación practicada al norte y sur de la Meseta, siendo la conquista de Toledo
(1085) su más significativo hito diferenciador. En la primera hay que distinguir a su vez la repoblación de
carácter oficial, es decir, la dirigida por reyes y condes, de aquella otra estrictamente particular y privada.
En la segunda destaca la repoblación concejil y la llevada a cabo por las Ordenes Militares.

1. La repoblación primitiva del norte de la Meseta


La amplia franja del norte quedó devastada por las incursiones y campañas militares de musulmanes y
cristianos. Es ese inmenso yermo creció el reino astur-leones, repoblándose por el occidente la baja Galicia
y el norte de Portugal, y por el oriente las comarcas de la Rioja y Burgos donde tuvo lugar el nacimiento de
Castilla.

La repoblación oficial
La repoblación oficial fue dirigida por el propio monarca o por los condes que estaban al frente de de los
distritos territoriales. En todo caso se efectuó por orden del rey, mediante cierta planificación de la tarea
colonizadora y el acompañamiento de determinadas solemnidades y ceremonias. Los repobladores llegaban
a su destino y ocupara los campos, mientras era alzado el estandarte regio como símbolo de la nueva
autoridad. Con el reparto de tierras y el señalamiento o fortificación de los límites, que acotado el lugar,
cuya ordenación jurídica se plasma en una carta puebla o carta de población, texto que recoge el derecho,
privilegios y exenciones de los nuevos pobladores.

La repoblación privada
Junto a la actividad colonizadora promovida por las autoridades, surgió otra espontánea y popular, fruto del
dinamismo de la propia sociedad. Ambiciones espirituales, necesidades económicas o impulsos de superar el
terruño localista y asegurar nuevos horizontes, empujaron a las gentes a abandonar su antiguo solar para
establecerse en inéditos lugares. Carente de tutela oficial, esa repoblación privada fue estrictamente
familiar e inorgánica, o se realizó al amparo de las pequeñas iglesias y monasterios fundados en tierra de
nadie.

2. La repoblación en la zona sur


Desde mediados del s. XI la acción repobladora alcanza la Castilla meridional, el valle del Guadalquivir, la
nueva Cataluña, el valle del Ebro, Levante y sur de Portugal.

Ya no se trata de ocupar páramos sino de integrar zonas pobladas y asegurar el efectivo dominio en las
ciudades que se conquistan (Toledo, Zaragoza, Tarragona, rescatadas a los musulmanes). Ello tiene además
lugar en zonas económicamente prósperas, coincidiendo con un alza demográfica que los reyes propician
atrayendo francos.

Papel de los concejos y de las Ordenes Militares


Las ciudades y villa medievales fueron agentes decisivos en la colonización de los territorios circundantes.
Los concejos de localidades situadas entre el Duero y el Tajo organizaron los asentamientos de población en
sus dilatados alfoces, partiendo la tierra entre vecinos y nuevos pobladores. Las elementales cartas pueblas
dan paso a fueros más amplios, cuyo otorgamiento resulta también un poderoso reclamo para quienes allí
quieran instalarse. Así por ejemplo el Fuero de Calatayud se dirige explícitamente a “totos populatores qui
venerint ad Calatayb populare”.

Las ordenes militares, nacidas en el s. XII, cuidaron de la defensa del territorio comprendido entre el Tajo
y el Guadiana, convirtiéndose asimismo en factores decisivos del proceso colonizador. Sus grandes
posesiones o “maestrazgos” fueron poblados por colonos en régimen de naturaliza señorial, cuya expansión
a Andalucía repercutió en la ulterior estructura latifundista de las tierras del sur.

Los repartimientos
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En amplias zonas de Andalucía, Murcia, Mallorca y Valencia, reconquistadas a partir del s. XII, fue
frecuente arbitrar un sistema de reparto de tierras y casas entre los conquistadores. Ciertamente era inviable
ya cualquier tipo de ocupación directa de las tierras, y el mismo régimen de cartas pueblas y fueros
municipales resultó lento e impropio ante la acuciante necesidad de situar a la población cristiana y retener
la soberanía ganada.

El conjunto de operaciones de partición de heredades, fincas, casas del centro urbano y mansiones rurales,
fue recogido en los llamados Libros de Repartimiento. Hablamos de una concesión real que facilita el
asentamiento fijo y que en consecuencia genera derechos permanentes mediante títulos individuales de
propiedad.

Los repartimientos no se realizaron de una vez. Tenemos así noticias por Torres Fontes de los 4 repartos de
la tierra murciana (1257 y 1273), o de la aún más lenta adjudicación de Lorca. El monarca estable que
determinadas personas o instituciones (los repartidores mayores, medianos y pequeños de Murcia; la Junta
de Partidores de Sevilla) se encarguen expresamente de realizar las operaciones oportunas. Incluso se
previó el posible perjuicio que podrían ocasionar quienes abandonasen las tierras que les habían sido
adjudicadas, instituyéndose en Sevilla un órgano de intervención y control: las llamadas Juntas de
Consolidación.

III EL RÉGIMEN SEÑORIAL

A) PEQUEÑOS PROPIETARIOS LIBRES. CRISIS DEL SISTEMA

1. La presura y su legitimación
A partir del año 800 una lenta marea de gentes procedentes del reino astur, desciende por las antiguas vías y
caminos, penetra por el desierto del Duero y se hace con las tierras que encuentran a su paso. Tiene lugar así
la ocupación de esas tierras que carecían de dueño conocida con el nombre de presura, a la que sigue la
roturación o escalio (scalio).

La presura: requiere que la tierra no sea de nadie y no se encuentre habitada. Al ser tomadas en presura
tanto grandes extensiones de tierras yermas, cuya explotación directa o inmediata no era posible, como
incluso edificios, molinos e iglesias sin propietario conocido, el repoblador debía exteriorizar su aprehensión
y consiguiente derecho con algún acto simbólico: la roturación de una parte del yermo, o el señalamiento
de las heredades adquiridas, mediante cruces y otros símbolos. La legitimación, esa presura realizada a
título particular, requirió algún tipo de autorización previa, o bien al menos la ulterior confirmación regia
que legitima la adquisición de aquello que se había ocupado.

2. Los campesinos independientes


En la sociedad rural altomedieval, la auténtica libertad e independencia corresponden a quienes tienen en
propiedad tierra que cultivan. La tierra y libertad fueron valores entrelazados en el horizonte social de la
época.

Campesinos libres de Castilla. Esos libres cultivadores de tierras surgen de forma creciente conforme se
desarrolla la repoblación privada del reino asturleonés, que abundan especialmente en Castilla donde
contribuyen a crear un clima social igualitario. Dueños allí de las tierras y exentos de cualquier tipo de
potestad señorial, los campesinos castellanos del s. IX y X poseen, cultivan y transmiten por herencia sus
heredades (posesiones), e insuflan ese mismo sentido de libertad e independencia a los concejos organizados
en sus villas. Campesinos libres de Cataluña. No faltaron hombres libres campesinos donde diversos
textos acreditan su presencia en el condado de Pallars.

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Desde los albores del s. XI ese sistema hizo crisis. Los propietarios libres fueron desapareciendo conforme
sus tierras iban siendo incorporadas al proceso generador de los señoríos, y conforme su independencia
personal era mermada por los crecientes vínculos que les ligaron a señores y dueños.

B) FORMACIÓN DE LOS SEÑORÍOS(EX)

1. Factores constitutivos del régimen señorial


Junto a los grandes dominios formados directamente por la repoblación señorial o de las Ordenes
Militares, buena parte de los latifundios surgen en virtud de otras diversas causas, cuyo denominador
común fue el inexorable proceso de integración de tierras de pequeños propietarios en el patrimonio de
gentes poderosas.
Donaciones reales
Favorecieron de modo especial a iglesia y monasterios, pero también incrementaron el patrimonio de los
magnates laicos. Importantes donaciones a instituciones religiosas en Galicia, donde iglesias de Santiago o
Lugo recibieron a veces condados enteros.

Entrega de tierras en compensación de préstamos impagados


Fue frecuente que monasterios o particulares prestaran dinero o cereales a campesinos. Al no poder hacer
frente a la devolución del préstamo, el prestatario se ve obligado a pagar con la entrega de sus tierras.

El despojo por la fuerza o coacción


Los abusos e intimidaciones de lo poderosos no escasearon en el mundo altomedieval. En ocasiones
algunos eclesiásticos sin escrúpulo instaron a los fieles, en trance de muerte o alegando simplemente una
motivación religiosa, a que cedieran su bienes o tierras. Otras veces, poderosos señores laicos ocuparon
sencillamente por la fuerza las heredades de los más débiles, o les amenazaron obligándoles a entregar las
tierras mediante pactos de naturaleza diversa.

Donaciones de tierras del pequeño al gran propietario


El dueño de un minifundio cede la propiedad al titular de gran dominio, recibiendo a cambio las mismas
tierras –o esas y otras del señor- para cultivarlas en usufructo. Son llamadas precaria oblata y precaria
remuneratoria.

Entrega de tierras como pena o arancel judicial


Las composiciones y penas pecuniarias podían ser satisfechas en ganado o bienes raíces. Dada la baja
valoración de las tierras, el pago de cualquier multa implicó de hecho la cesión de buena parte de ellas. Los
jueces, por otro lado, cobraban de la misma forma a la parte vencida en juicio el arancel. Multas y
aranceles enriquecieron en consecuencia el patrimonio de los comes y magnates de los distritos, o de los
principales sedes episcopales y cenobios (monasterios), habida cuenta de que todos ellos, tarde o temprano,
ejercieron la potestad judicial.

Cesión voluntaria de tierras por motivos religiosos


Clérigos y laicos ofrendan así todos o parte de sus bienes a iglesias o monasterios, esperando lograr con ello
la salvación de su alma.

• Las donaciones “post obitum” son aquellas cuyos efectos se producen sólo tras la muerte del
donante, quien hasta entonces conserva la propiedad y posesión de unos bienes que no puede enajenar. Las
donaciones “reservato usufructo” son actos jurídicos que transmiten la propiedad con retención del
usufructo.
• La traditio corporis et animae. Esta donación piadosa acompañan la llamada “entrega del cuerpo y
del alma”, fórmula ésta superabundante en los cartularios (libros) eclesiásticos y que hace referencia a
aquellos actos que entrañan la asignación de bienes a un monasterio, mientras se encomienda el donante a
los rezos de los monjes y hace ofrenda de su cuerpo para que allí sea enterrado. Esa traditio y los llamados
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“pactos de familiaridad” integran a las personas en la órbita de la institución religiosa, y expresan una
vinculación a la iglesia que a menudo se formaliza de modo solemne.
• El patrimonio eclesiástico se incrementó, en fin, por la llamada oblatio puerorum, consistió en la
entrega de los niños por sus padres a cenobios y monasterios, a fin de que llegaran a ser monjes. La
“elección de sepultura” implica la disposición de bienes a favor de la iglesia o monasterio o convento
(cenobio) elegidos por el fiel para ser enterrado

2. Dominio señorial y régimen jurídico agrario


En razón de todas estas causas, la estructura territorial de España dio cabida a partir del s. XI a grandes
señoríos y latifundios, incrementados en centurias siguientes por los “heredamientos” que los reyes
concedieron en Andalucía a los nobles, así como por la descapitalización de patrimonio estatal a
consecuencia de las mercedes concedidas durante el s. XIV por el rey Enrique II. Queda así perfilado un
régimen señorial sobre la base del gran dominio, cuyos habitantes mantienen fuertes lazos de dependencia
con su dueño o señor.

Clases de señoríos: Según fuera éste el propio rey, altas dignidades de iglesias o monasterios, o potentes
magnates seglares, distinguimos los señoríos llamados realengos, abadengos y solariegos.
Centro del señorío. El centro de la explotación radicaba en la residencia o villa señorial, con las
dependencias anejas que dan cabida a bodegas, graneros y talleres, y con el molino, horno y fragua que
integran el monopolio del señor. Alrededor de esta zona neurálgica del señorío, donde también figura la
iglesia o iglesia propia, consagrada a menudo sin intervención del obispo, se extiende las tierras más ricas de
la “reserva señorial” (terra dominicata), que el señor cultiva directamente mediante sus propios siervos y
colonos. El resto (terra indominicata), de mayor amplitud, los forman heredades explotadas por colonos a
tenor de concesiones señoriales de naturaleza diversa.

La terra indominicata.
La entrega de tierras de estos grandes dominios se hizo normalmente a cambio del pago de un censo, bajo la
forma jurídica de un contrato conocido con el nombre de prestimonio. Fue frecuente en León y Castilla
que los poderosos dueños territoriales cedieran el cultivo de heredades a quienes eran ya pequeños
propietarios en lugares próximos al señorío. Estos quedaron situados así al frente de unidades de explotación
compuesta por tierras ajena y propia: las señoriales y las suyas de la hereditas de foris o “de fuera” del
señorío. La precaria data: la entrega de tierras señoriales no les garantizó una independencia aceptable, por
cuanto, si querían buscar otro señor, debían devolver al antiguo no sólo que habían recibido de él, sino
también la 1/2 de su propia heredad “de fuera”.

En Cataluña y Galicia fue la precaria oblata, por la que el pequeño propietarios cedía al señor la
propiedad de su tierra y se reservaba el usufructo. La precaria remuneratoria responde a que los señores
cedan tierras a los cultivadores a cambio de que ellos les transmitan la propiedad de las suyas, recuperadas
luego por el donante pero ya como tierras señoriales. La precaria remuneratoria comporta pues que el
pequeño propietario deje de serlo, laborando un conjunto de tierras ajenas (las originales del señor y las que
antes fueron suyas), lo que le impide cambiar de dueño por cuanto carece de tierras propias que ofrecer.

C) PRESTACIONES SEÑORIALES DEL HOMBRE DE SEÑORIO


Los cultivadores de tierras pagaban al señor la renta o censo, canon anual llamado accapitum (Catilla), y
pectum (Cataluña), junto a partes alícuotas de las cosechas. Junto a esa renta señorial existieron múltiples
prestaciones, que pueden ser sistematizadas en tres grupos:

1. Gabelas por los monopolios del señor o el uso de sus dominios


Sólo el señor puede construir molinos, hornos y fraguas. Su utilización por los colonos le reporta una serie
de beneficios: las maquilas, o parte del trigo que ellos llevan a moler; el fornatico por el pan cocido en el

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horno; y un gravamen (Cataluña) llosol por el uso de la fragua; montazgo por el aprovechamiento de los
montes (leña uso domestico); y, herbazo por la yerba para el ganado.

2. Prestaciones por trabajo personal


Con carácter general fueron llamadas sernas los trabajos agrícolas que el cultivador ha de realizar
determinados días al año en la reserva señorial. Esta podían ser: trabajos de reparación de caminos y
castillos; formar parte en turnos de vigilancia en los límites y fronteras del dominio; prestar servicios como
mensajeros; y, el yantar o hospedaje que obligaba a los pobladores a sustentar o alojar al señor y comitiva en
sus desplazamientos por el dominio señorial, además de dar de comer a caballos, perros y aves de caza que
ellos lleven consigo.

3. Las cargas relativas al estado civil y a la transmisión sucesoria del patrimonio


Las ossas: ha sido identificado con el regalo que entrega al señor el campesino por su matrimonio o el de sus
hijos (sobrequés), o más comúnmente con la cantidad que debe pagar las mujeres al señor para que les
autorice a casarse. El nuncio: gravemn por la transmisión hereditaria de los bienes. La mañería: cuando el
cultivador del señorío muere sin descendencia (como hombre mañero o estéril), el predio que cultiva y los
bienes que recibió de su señor, deben volver a éste en virtud de un derecho de reversión.

D) LOS MALOS USOS SEÑORIALES(EX)


De cuanto hemos dicho cabe imaginar una no precisamente cómoda vida en quienes poblaron los señoríos
medievales. La situación, sin embargo, se agravó has límites extremos en la baja edad media (XIV-XV),
produciéndose en los últimos años de esa centuria una paulatina y creciente mejoría.
1. El “derecho de maltratar”
Aragón y Cataluña fue donde la situación llegó a peor término, al consagrarse un auténtico “derecho de
maltratar” del señor a los vasallos.

Aragón. El Código de Huesca autorizaba al señor de un vasallo que hubiera dado muerte a otros, a
encarcelarle y dejarle morir, manteniendo el eufemismo de prohibir que el señor ejecutara por si mismo,
directamente, la pena capital. Cataluña. A los payés el señor podía maltratare a su antojo. Es más, cuando
algunos de ellos consultan a Juan II sobre el alcance de ese derecho de maltratar, se les llega a prohibir que
aleguen cualquier causa o razón justificativa, pues sencillamente basta que hayan querido proceder en la
forma que tuvieren por conveniente.

Las Cortes de Cervera (1202) reconocen la facultad omnímoda de los señores de maltratar a sus vasallos o
“quitarles sus cosas”. Según las Costumbres de Gerona, en fin, el señor puede prender a su antojo al
rústico del señorío y encerrarle en la bodega o en presión, teniéndole sujeto con grillos o en un cepo.

2. Los “seis malos usos” catalanes.


Los cultivadores de tierras ajenas, los payeses catalanes se vieron obligados a unas prestaciones
especiales conocidas como malos usos, nombre procedente de la propia disposición que los derogó. Esos
malos usos fueron: remensa, intestia, exorquia, cugucia, arcia y firma de spoli, de los cuales los cuatros
primeros constan como derecho escrito y los dos últimos como derecho consuetudinario, con la
correspondiente sanción judicial.

• La remesa. Los campesinos adscritos a la tierra fueron conocidos en Cataluña como “hombres
remesa”. Remesa: es el precio a satisfacer por el payés para poder abandonar la tierra que cultiva.
La condición de “hombre remesa” se adquiría normalmente por nacimiento. También por
matrimonio con quien ya lo era, e incluso por enajenación voluntaria de la libertad personal.
• La intestia. Es el derecho del señor a una parte de los bienes del vasallo que muere sin hacer
testamento. Tal derecho alcanza 1/3 de los mismos si el vasallo deja hijos, o 1/2 si carece de ellos.
• La exorquia. Al fallecer el payés sin hijos, sus bienes pasan al señor, quien en consecuencia se
subroga en el derecho que tendrían éstos.
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• La cugucia. Es la multa que el payés ha de pagar al señor cuando la mujer de aquél comete adulterio.
A este respecto se distinguió: adulterio (sin consentimiento del marido) el payés retine ½ de los
bienes de la adultera y el ½ al señor. Adulterio (consentido) la totalidad de los bienes pasan al señor.
El adulterio debía ser manifiesto. Cierta sentencia de 1203 hacer referencia a las condiciones que lo
garantizan: aprehensión in fraganti, acusación probada o fuga de los adúlteros.
• La arcia o arsina. Indemnización que el señor recibe del vasallo si se incendia el predio que éste
cultiva, en caso del incendio sea causal. El provocado es la pena más grave y distinta. La arsina
castiga una presunta negligencia del vasallo, con lo que el señor se apropia una parte variable –a
veces 1/3- de sus bienes muebles.
• La firma de spoli constituye una gabela que el señor percibe del payés por autorizar que el éste
hipoteque todas o parte de las tierras señoriales que cultiva, como garantía de la dote y esponsalicio
de su mujer.

En relación con estos seis malos usos. Ius primae noctis, o presunto derecho del señor a yacer con la mujer
del payés la noche de bodas, precedido de la ceremonia de pasar por encima de ella, estando ésta en la cama
“en señal de señorío”. Cuando las tensiones entre payeses y señores fuerzan en la Cataluña de 1462 un
proyecto de Concordia, donde se enfrentan las reclamaciones de unos y otros, los payeses aluden a esas
prácticas que “pretenden algunos señores”. Los señores, por su parte, lejos de atribuirse el supuesto derecho,
niegan la existencia del abuso y lo condenan, de darse, como algo injusto y deshonesto.

3. La abolición de usos y abusos señoriales


En Castilla una pragmática de los Reyes Católicos, dictada en Medina del Campo (1480), pone fin a las
ataduras de los vasallos permitiéndoles trasladarse de unos sitios a otros sin mengua de sus bienes. Ese texto,
que consagra la libertad de residencia en el preludio del Estado moderno, reconoce los gravámenes e
inconvenientes de una situación en la que “calladamente se induce especie de servidumbre a los hombres
libres”, ordenando por ello a las autoridades “que de aquí en adelante se consienta libertad… para vivir,
morar a otras cualquier ciudades o villas de nuestros reino e señoríos… que ellos quisieren por bien tomar
para vivir”. Aragón y Castilla. El ius maletractandi no fue abolido y subsistió durantes los siglos
siguientes.

El proceso emancipador de los remesas catalanes se inicia a fines del s. XIV, siendo la “generación de
1380”, según Vives “la primera generación remesa revolucionaria”, Ello coincidió con un
endurecimiento extremo de la condición servil y con las plagas y calamidades derivadas de la Peste Negra,
que asolaba desde años atrás las comarcas del Principado. A mediados del s. XV tiene lugar la primera
guerra remesa. La Diputación del General publica entonces un Proyecto de Concordia, cuyo capítulo
tercero aborda la reivindicación de un Proyecto de Concordia, cuyo capítulo tercero aborda la reivindicación
de suprimir los malos usos, y cuyo capítulo octavo se ocupa del ius primae noctis. La prosecución del
conflicto y las tensiones ulteriores concluyen por fin cuando Fernando el Católico dicta la Sentencia
arbitral de Guadalupe (1486), en la que el monarca actúa como arbitro de señores y vasallos. Con ella
tiene lugar la abolición de los malos usos. Esta sentencia anula asimismo el ius maletractandi (el derecho y
facultad que los señores tienen de maltratar) y extingue otros diversos abusos, como el que las mujeres de
los payeses sean obligatoriamente nodrizas de los hijos del señor, o el propio ius primae noctis.

TEMA XVII. ESTRUCTURA ECONÓMICA.

I. ECONOMIA AGRARIA

A) EXPLOTACIÓN DE LA TIERRA EN LA ALTA EDAD MEDIA(EX)


El régimen de explotación agraria característico del mundo europeo altomedieval ha sido objeto de distintas
interpretaciones. A tenor de estudios de Kart y Werner, en la Europa de esos siglos habría dominado un tipo
de “economía doméstica” caracterizada por la consumición de los productos en la pequeña área que los
había producido. Tal tesis resulta hoy sin embargo insostenible al haberse probado la existencia de múltiples
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relaciones entre esos señoríos transpirenaicos, en las compras y ventas que realizaban en mercados y centros
de comercio. En lo que respecta a España concierne, la economía agraria hubo de ser todavía más abierta,
pues el intercambio de las gentes de la meseta con el mundo musulmán hizo posible una cierta expansión de
la economía del dinar, generando el correspondiente movimiento monetario “economía vecinal”.
Prestimonio agrario
Las cartas pueblas y fueros agrarios dictados por los nobles y señores eclesiásticos para las tierras sujetas
a su jurisdicción, refieren la entrega de ellas en préstamo o prestimonio. Tales documentos son
considerados como contratos agrarios colectivos, fueron en realidad declaraciones unilaterales del señor. El
prestimonio es una concesión de tierras en las que el dueño retiene la propiedad, y quien las recibes
adquieres un derecho al cultivo a cambio de determinadas prestaciones. El prestatario debe conocer como
señor al dueño, a quien ha de servir (hacer fuero) y guardad fidelidad. A cambio de lo recibido, debe pagar
un canon anual y prestar las sernas o trabajos personales en la reserva señorial.

Otros contratos
La organización agraria del reino asturleonés dio cabida a otros contratos reguladores de la cesión y el
cultivo de las tierras.

• Contratos “ad populandum”. Disfrute del predio recibido, la apropiación de sus frutos y la posible
transmisión del derecho al fundo con consentimiento del dueño.
• Contrato “ad laborandum”. Es un contrato para trabajar la tierra que comprende tanto el
otorgamiento del derecho a la mitad de la propiedad del predio o de sus frutos.
• Contrato “ad complantandum”. Es la coparticipación del señor y del cultivador en el
aprovechamiento de los frutos y la propiedad de la tierra. El dueño cede el predio para su cultivo o
plantación durante un período de tiempo, transcurrido el cual habrá de precederse a la división de la
propiedad entre ambos.

II MARCO JURÍDICO DE LA GANADERÍA

A) LA MESTA Y SU ORGANIZACIÓN(EX)

1. Los orígenes del “Hombre Concejo de la Mesta”


A las tempranas reuniones de ganaderos de localidades y comarcas, siguió la constitución de poderosas
juntas o mestas municipales. En el s. XIII esas asambleas de mestas se encuentras firmemente asentadas
en las diversas ciudades, disfrutan de un ordenamiento confirmado por el rey, tienen sus propias autoridades
y en buena medida escapan al control de los concejos. Con amplísimas competencias en los temas
ganaderos, las mestas locales entienden de cuantos litigios se suscitan en la conducción, alimento y custodia
de los rebaños.

En 1273 todos los ganaderos de León y Castilla debían formar parte ya en una única junta o hermandad.
Alfonso X otorga una carta de privilegios al “concejo de la Mesta de los pastores del mío reyno”. A tenor de
esto, surge el problema de cómo se formó esa única Mesta Real, para Klein ha sido frecuente afirmar que
Alfonso X fundió las diversas mestas en una gran hermandad que con el tiempo habría de llamarse
Honrado Concejo de la Mesta de los Pastores de Castilla. Tal medida pudo estar motivada por la
preocupación económica, a fin de clarificar la cobranza de tributos mediante una organización homogénea.
Para Bishko, sería debido a que agobiados por la inseguridad que la trashumancia llevaba consigo, habría
decidido constituir una asociación que les protegiera, obteniendo luego la sanción y tutela del soberano.

Estructura del Concejo


El Concejo estaba compuesto por los hermanos de la Mesta, dueños de rebaños que contribuían
económicamente mediante el llamado “servicio de ganado”. Cualquiera que pagase el servicio era hermano,
con independencia del número de reses que poseyera.

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Los miembros de la hermandad podían concurrir a las asambleas generales la que celebraban 3 veces al
año, pues 2 y finalmente 1 vez al año. Las reuniones tenían lugar en una iglesia o en el campo. El quórum
mínimo es de 40 hermanos. Los hombres y mujeres tenían voz y voto. Las decisiones del Concejo se
adoptaban en el seno de los cuatro grandes grupos: Soria, Segovia, Cuenca y León. La máxima autoridad fue
el presidente o alcalde entregador mayor, dirige la administración interna, interviene en las relaciones de
alto nivel entre agricultores y pastores, y representa en fin al organismo ante el gobierno del reino. Por
debajo de él los alcaldes entregadores (vigilan y protegen la institución con potestad para multar a aquellos
que violen sus privilegios), alcaldes de la Mesta (dirimen conflictos y pleitos entre las cabañas). El aparato
administrativo corrió a cargo de un cuerpo de contadores y receptores, cuyas rentas eran revisadas
anualmente por el alcalde entregador mayor. Los intereses del Concejo eran defendidos además: los
procuradores de puertos (percibían los derechos de la Mesta en los puertos reales); los procuradores de
dehesas (representantes de la institución de arriendo de pastos); y los procuradores de Corte o de
Chancillerías (actuaban en nombre de esa causa ganadera ante los tribunales de justicia).

III ECONOMÍA URBANA Y COMERCIO

A) LA REVOLUCIÓN COMERCIAL DE LA BAJA EDAD MEDIA


El proceso que transformó a la Europa agraria altomedieval en un mundo de floreciente relaciones
económicas, ha sido calificado por los historiadores de revolución comercial.

Zonas de desarrollo. La propiedad meridional debe ser referida en buena parte al movimiento de las
Cruzadas, aglutinante de ideales religiosos, afanes bélicos e intereses comerciales, que facilitó el
restablecimiento de la unidad mediterránea quebrantada por la invasión musulmana, e hizo posible la
proyección catalanoaragonesa. Centro de ese mundo fueron: Venecia, Génova, Pisa, etc.

Causas de la revolución comercial. Como motivo positivo fue el desarrollo de la navegación que liberó a
Europa del inmovilismo de la civilización agraria; la aparición de burgos y ciudades que hace surgir una
clase social (los burgueses) dedicada a la actividad mercantil; el fomento de los intercambios comerciales en
ferias y mercados; la transformación de la mentalidad, en fin, de un espíritu de empresa propicio a la
explotación del dinero y a las diversas formas de préstamo y crédito características del mundo capitalista.

Los mercaderes fueron en principio gente errante que, con el transcurso del tiempo, se acogió a la
protección de los burgos y pequeñas ciudades. Establecidos así en las afueras de los núcleos urbanos,
construyeron junto al burgo antiguo otro nuevo, un “burgos de las afueras” o “arrabal” (barrio, suburbio,
etc), donde se practicaban las transacciones mercantiles y cuyo género de vida digería del de quienes
habitaban en el interior. Los artesanos, trasladó su actividad profesional del campo a allí donde podían
vender sus productos. Los mercaderes y los artesanos formaron una nueva clase “hombres nuevos”. Esos
“nuevos ricos” transforman la fisonomía de los núcleos urbanos, donde aquellos barrios comerciales quedan
integrados en el conjunto de lo que va a ser la ciudad medieval. De talante emprendedor y aventurero,
acuden a ferias y mercados, adquieren grandes fortunas por la explotación y préstamo del dinero, y
promueven empresas de tráfico marítimo. La ciudad es el centro de esa expansión económica. Los
burgueses logran en ella una atmósfera proteccionista que les permite el control del comercio, y defienden
sus intereses mediante agrupaciones corporativas y gremios. Tal es el sentido de la economía urbana que
marcará el tránsito a los tiempos modernos.

B) FERIAS Y MERCADOS
En la organización económica medieval, ferias y mercados desempeñaron un papel de primer orden. El
mercado fue fruto de una doble necesidad: la económica del intercambio y la jurídica de que éste se
encuentre adecuadamente protegido.

Según la periodicidad de su celebración: la feria o mercado anual, el que se celebra cada semana, y el
mercado diario. Las ferias son verdaderas reuniones internacionales de comerciantes, quienes se congregan
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determinados días al año en plazas que por lo mismo adquieren notoriedad y prestigio. La feria de
Champaña fue sin duda la más importante. Muchas ciudades españolas tuvieron ferias de señalado relieve
sobresaliendo a partir del s. XV las celebradas en Medina del Campo. El mercado semanal limita su radio
de acción a una región o comarca, cuyos habitantes acuden un día a la semana. El mercado diario es el
lugar de intercambio habitual de quienes viven en una localidad concreta (zoco mundo musulmán, azogue en
Castilla). La protección jurídica de esas reuniones de mercaderes se asegura mediante el llamado paz del
mercado, parte a su vez del conjunto de “paces especiales” previstas para tutelar determinadas situaciones,
lugares o personas, cuya singular naturaleza merece un particular amparo. La paz del mercado salvaguarda
no sólo el lugar donde se realiza, sino también el acceso y retorno de los comerciantes que allí acuden. El
coto regio establece así una composición o multa especialmente grave para quienes perturben la pacífica
celebración de estos encuentros mercantiles.

C) EL CRÉDITO Y LA EXPLOTACIÓN DEL DINERO


No parece admisible hoy una rígida sucesión de tres fases en la historia económica, arrancando de la
economía de intercambio o “natural”, a la que seguirá una “economía monetaria”, para concluir, en la
“economía de crédito”, por cuanto entre otras razones esta última se da de forma más o menos intensa en
épocas muy distintas. Cierto es, sin embargo, que el esplendor del comercio medieval coincide con un
verdadero estallido de las operaciones crediticias y de explotación del dinero, fenómeno al que coadyuvan la
introducción de procedimientos de pago que reemplazan el uso de la moneda, la aparición del seguro
marítimo, la frecuencia de los préstamos y el alza de sus tipo de interés, la transformación de los primitivos
cambistas en prósperos banqueros, y la constitución, en fin, de auténticas sociedades mercantiles con ánimo
de lucro.

1. Letra de cambio y préstamos usurarios.


El banquero medieval fue prestamista y negociante, con lo que sus operaciones resultaron ser tanto
operaciones de préstamo como de inversión y fomento de negocios diversos. La vida mercantil cobró un
espectacular desarrollo mediante el hallazgo y puesta en práctica de instrumentos comerciales, como la
contabilidad por partida doble, la utilización del endoso y el descuento y, sobre todo, la generalización de la
letra de cambio.

Origen de la letra de cambio. Fue en sus orígenes un contrato de cambio entre comerciantes ante notario,
asegurado con la entrega de una prenda, convirtiéndose luego en un documento que permitía efectuar
operaciones comerciales en plazas distintas y con monedas diferentes. Un acreedor-librador (el que libra
la letra) ordena a su deudor-librado (en el lugar que sea) que pagará a un tercero-tomador, para él
(librador) o para una cuarta persona (beneficiario), determinada cantidad en fecha fija. La primera letra de
cambio conocida corresponde al año 1291 hallada entre los documentos de un tal Francesco Datini.

Letra de cambio en España. Entre la etapa de los instrumentos de intercambio y la de la letra de cambio
propiamente dicha, Aguilera reconoce una “fase de transición” donde es difícil determinar si tal o cual
documento constituye strictu sensu una letra de cambio. La primera letra de cambio en España es una de
1388. El uso de la letra de cambio se generalizó en Castilla con ocasión de las ferias de Medina del
Campo, llevando esos títulos las cláusulas “a pagar en Medina”. El endoso, a su vez, multiplicó la eficacia
comercial de las letras, convirtiéndose en eficaces instrumentos de crédito.

El préstamo del dinero llevaba consigo una remuneración o beneficio a favor del prestamista. Al tropezar
esa práctica con las severas prohibiciones eclesiásticas acerca de la usura, el préstamo con interés se
convirtió en una dedicación preferente de judíos, no faltó tampoco cristianos. El interés legal. Los fueros de
la familia de Cuenca fijaron un sorprendente interés mensual que osciló entre 33,33 y el 50%,
prescribiendo el propio texto que “después de que el dinero del préstamo se duplique, no se gane más”. Con
Alfonso X se redujo al 33,33% anual. Con Juan II los préstamos de los judíos siempre que se respetara el
25% anual. La Corona de Aragón y Navarra lo tenía a un 20%. En Barcelona 10% entrado en s. XV.

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2. Cambistas y banqueros
Las transacciones comerciales de gentes de distintos países que concurrían a unos mismos lugares para
comprar y vender, facilitaron la presencia de cambistas de moneda, quienes se lucraban con unas
operaciones que fácilmente escaparon a cualquier control. Muy pronto esos cambistas se convirtieron en
custodios de dinero en depósito, que ellos a su vez prestaban a cambio de altos beneficios. Por otra parte,
debido a circunstancias diversas, algunos de esos bancos privados quedaron transformados en verdaderos
establecimientos públicos.

La aparición de establecimientos bancarios fue muy desigual en los territorios peninsulares. Cataluña
aprendió el ejemplo y establecimientos italianos, con lo que desde el s. XIII los cambistas se dedicaron a
prestar dinero no sólo a particulares, sino incluso a los municipios y al propio monarca para resolver
problemas de abastecimiento en años de escasez, o para atender los gastos exigidos por empresas bélicas. El
florecimiento de los grandes banqueros catalanes a lo largo del s. XIV, sufrió un retroceso hacia los años
ochenta. Hundida la banca privada, los intereses financieros de los reyes fueron gestionados por la banca
italiana o quedaron en manos de judíos conversos. Las ciudades, por su parte, establecieron las “tablas de
cambio” a modo de bancos municipales. La Taula de Canvi de Barcelona fundada en 1401, puede ser
considerada como el primer banco oficial aparecido en España.

3. Las sociedades mercantiles: compañía y comenda


El desarrollo de las operaciones comerciales da lugar durante la Edad Media a la aparición de sociedades
capitalistas de distinto tipo, las más destacadas la compañía y la comenda.

La compañía es una sociedad compuesta por mercaderes y negociantes que se unen aportando su capital y
actividad a fin de obtener beneficios en una determinada empresa. Los diversos tipos de sociedades de
compañía aparecen definidos por dos coordenadas: a) el mayor o menor número de bienes que cada
miembro aporta al capital social; y, b) el fin u objeto a cumplir con esos medios. A tenor de sus resultados:
lucrosa (cuando los beneficios son repartidos entre sus socios); damnosa (en caso de perdida los socios
asumen la misma). En cuanto a su duración, cabe establecer una compañía hasta fecha determinada o
indeterminada. Las causas de disolución: realización del negocio previsto o el incumplimiento de los fines
sociales previstos por causas muy diversa.

La comenda puede ser: comenda-depósito (custodia de dinero o mercancías); comenda-mercantil (el


comendatario debe llevar a cabo una gestión comercial). La comenda mercantil, consiste pues, en que le
comandante aporte el dinero o las mercancías, mientras el comendatario se compromete a efectuar la
operación que va a beneficiar a ambos.

D) FUENTES JURIDICAS DEL COMERCIO MARITIMO


En el transcurso del s. XIII toda Europa, desde el Báltico al Mediterráneo y del Atlántico a Rusia, quedó
abierto un gran comercio.

1. El comercio castellano
En el s. XII aparece la marina cántabra y se organizan los cuatros puertos de la Montaña que comercian
con paños, armas y cueros. A partir del XIII la llamada “Hermandad de las Marismas” asocia a esos
puertos con otros vascos constituyendo ya una notable potencia comercial.

El gran desarrollo de la expansión de Castilla en el Cantábrico, ligado a la aparición y progreso del tráfico
lanero, da lugar al establecimiento de cofradías o universidades de mercaderes en Burgos y Bilbao. Estas
ciudades rivalizarán durante el s. XV por exportar lana a Flandes desde Santander a través del puerto de
Bilbao. En 1494 fue erigido el Consulado de Burgos, con un tribunal propio para sentenciar causas
mercantiles. Al año siguiente los vascos obtuvieron una pragmática que les reconocía sus derechos
presuntamente lesionados con el establecimiento burgalés. La iniciativa de crear El Consulado de Burgos
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partió de la universidad de mercaderes de dicha ciudad, y éstos se habían inspirado en otros consulados
existentes en la Corona de Aragón. En s. XV se abren ante los marinos andaluces tres grandes horizontes:
Canarias, norte de África y el Mediterráneo occidental. Los dos primeros consagrarán la vocación atlántica
de Castilla y el consiguiente enfrentamiento con Portugal. Su centro fue Sevilla.

3. Fuentes de Derecho marítimo: los Rôles de Oleron y el Libro del Consulado del Mar.
Esta proyección geográfica del comercio marítimo hace surgir un derecho mercantil de trazo
universalista, fundamentado en los usos y costumbres prevalentes en cada una de las dos grandes zonas
mediterránea y Atlántico norte.

En el Cantábrico y Mar del Norte esas costumbres no llegaron a ser fijadas por escrito. Sí fue formada, en
cambio, una pequeña colección de decisiones judiciales del tribunal de la isla francesa de Olerón conocida
como Rôles de Olerón. Fue conocida en España y traducida con el nombre de Fuero de Layrón. En el
mediterráneo resultó en cambio frecuente recopilar las costumbres que regulaban el comercio. De esta
forma aparecen en el s. XIII diversas redacciones, obra del particulares, mientras se desarrolla la institución
de los cónsules y en la centuria siguiente surgen los Consulados de Mar que debían regirse por esas
costumbres marítimas. El Libro del Consulado del Mar. A los pocos años de constituirse el Consulado del
Mar en Barcelona (XIV), un jurista recoge y reelabora algunos de aquellos textos junto a ciertas ordenanzas
reales relativas a la navegación. Con todo ello forma el llamado Libro del Consulado del Mar.
Permaneciendo vigente hasta 1829, fecha que fue derogado al promulgarse el Código de Comercio. Este
magno cuerpo jurídico fue traducido al italiano y francés.

TEMA XX. EL DERECHO MEDIEVAL

I. NATURALEZA DEL DERECHO MEDIEVAL


El derecho de la Edad Media encierra en sí dos fases diferenciadas: una primera, en la que predomina el
fragmentarios, la dispersión o la pluralidad normativa, con múltiples textos que rigen en diferentes ámbitos,
y una segunda caracterizada desde principios del s. XIII por el crecimiento uniformismo fruto de la
recepción del llamado “derecho común”.

La cuestión problemática afecta a la naturaleza misma del derecho medieval. ¿Qué fue ese derecho y hasta
qué punto se compuso de ingredientes germánicos, romanos, costumbres jurídicas primitivas y otros
elementos? Y más en concreto: ¿cuál fue la vigencia del último gran código visigodo, El Libre Iudiciorum,
en los diversos territorios liberados del dominio musulmán, conforme se sucedieron los siglos
altomedievales?

A) TESIS GERMANISTA CLÁSICA


Durante los siglos V, VI y VII, con independencia de la legislación romanizada, los visigodos mantuvieron
en España sus propias costumbres de origen germánico. Aquellas costumbres habría sido un ordenamiento
teórico de escasa aplicación, dándose de hecho con éstas un derecho consuetudinario de reconocido arraigo.
Ese derecho germánico vino a sentar las bases del derecho altomedieval.

El germanismo del derecho hispano fue defendido sustancialmente, Ficker e Hinojosa, parten de la
observación de un sistema jurídico medieval extraño a la legislación visigoda del último gran código el
Liber Iudiciorum, muy romanizado. Lo que les lleva a la conclusión de que el derecho medieval procede
de las costumbres jurídicas de visigodos y suevos.

Semejante interpretación, convertida en opinión general, fue corroborada por Pidal desde otra perspectiva,
evoca los cantos germánicos, entonados luego como canciones o poemas de los antepasados por los godos

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en España. La práctica consuetudinaria, transmisora de los versos épicos, era la misma que había custodiado
un derecho ajeno al legislado.

Ese derecho germánico se manifestará en una serie de costumbres que aparecen por doquier en los núcleos
cristianos de la Reconquista. Entre ellas cabe destacar la venganza de sangres, la responsabilidad colectiva
de los miembros de una familia o comunidad en los delitos cometidos por sus miembros, la existencia de
cojuradores o juradores solidarios de quien declara en juicio, la prenda extrajudicial o realizada por acreedor
sin decisión del juez, y el llamado duelo judicial que sirve para dirimir un conflicto. Fue acepada sin
reservas: el derecho de la Reconquista había sido fruto del derecho consuetudinario germánico que los
godos trasmitieron.
.
B) LA REVISION CRÍTICA(EX)
Tesis de D´Ors y Alvarado
Rechaza esa tesis, D´Ors, que sostuvo: los godos habrían perdido su añejo derecho consuetudinario en el
seno del Imperio, de lo que cabía deducir que mal pudieron transmitirlo a las generaciones altomedievales.

Tesis de García-Gallo
García-Gallo destacó que la venganza de sangre había sido al propio de todas las culturas antiguas y no sólo
del derecho germánico, que la responsabilidad colectiva se había dado ya en la España prerromana, y que los
juramentos solidarios aparecen en el sistema jurídico de muchos pueblos y entre ellos el musulmán, el duelo
judicial fue conocido en la España primitiva. En suma, Gallo, destacó el origen prerromano y peninsular de
buena parte de ese derecho consuetudinario considerado como germánico. Gallo, no llega a negar cualquier
vestigio germánico en el derecho medieval, lo que sí rechaza es el carácter necesariamente germánico de ese
derecho.

Réplica de Sánchez Albornoz


La tesis germanista fue objeto de rehabilitación por parte de Sánchez Albornoz. ¿Por qué el derecho
medieval es de clara filiación germánica? Para este autor, por tres razones. a) porque las instituciones de
derecho consuetudinario visigodo no reaparecen en los s. XI y XII, sino porque de hecho constan en los
documentos de aplicación del derecho de las centurias siguientes; b) porque es el difícilmente imaginable
divorcio entre una legislación visigoda romanizada y un derecho consuetudinario germánico; y c) porque no
considera probada la vigencia en la España prerromana de aquellas instituciones altomedievales a que antes
nos referimos.

Escudero, en su pretensión de refutarla, Sánchez Albornoz ha radicalizado la tesis de García-Gallo, la cual


en su núcleo parece sustancialmente válida.

II LOS SISTEMAS JURIDICOS DE LA ESPAÑA ALTOMEDIEVAL


La España de los primeros siglos de la Reconquista conoce, según los territorios, tres tipos fundamentales
de sistemas jurídicos: el Liber Iudiciorum, las normas consuetudinarias, y ordenamientos jurídicos de
nueva creación o fueros. Acordes con las necesidades de la repoblación o con el ulterior y más complejo
desarrollo de la vida social.

A) EL REGIMEN VISIGODO
Normalmente se ha entendido que el Liber Iudiciorum rigió entre los hispani en Cataluña, en la zona de
León y reino de Toledo. Los mozárabes, quienes como sabemos conservaron ese derecho, habrían sido el
vehículo transmisor del Liber al reino leones, cuando emigraron allí desde la España musulmana, o lo
mantuvieron en Toledo donde fue reencontrado por los cristianos que conquistaron la ciudad (1085). Sin
perjuicio de esa triple y clara localización del régimen visigótico en el derecho altomedieval, debe admitirse
hoy una pervivencia más o menos generalizada del Liber en otras distintas zonas.

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Liber Iudiciorum en Cataluña, León y Toledo


A raíz de la conquista musulmana, la población visigoda en Cataluña se rigió por su propio derecho y
mantuvo en consecuencia el Liber Iudiciorum. Tal régimen protegió durante la etapa en que esos hispani
dependieron de la monarquía franca, sin perjuicio de que los reyes ultrapirenaicos dictaran sus propias
disposiciones. El Liber, pues, fue ley propia en Cataluña desde el derrumbamiento de la monarquía
visigoda en el s. VIII hasta el s. X.

La presencia del Liber en León es más tardía. En la primera mitad del s. IX, Alfonso II había restaurado el
orden visigótico, pero la vigencia del código sólo se afirma en la centuria siguiente con la inmigración
masiva de mozárabes. El Liber se impondrá sucesivamente al derecho consuetudinario de la etapa inicial y a
los fueros locales de la siguiente. Desde el s. X es un texto de aceptación general, al que las partes
voluntariamente acuden para dirimir sus pleitos. Tiene lugar así el llamado juicio del Libro.

Al ser recuperada la antigua capital visigótica (s. XI), existe allí un importante contingente mozárabe cuyo
derecho secular es el del Liber. Pero a Toledo se incorporan con la conquista poblaciones francos y
castellanos que abandonan progresivamente su derecho y se ven inmersos en una corriente de
homogenización jurídica de raíz visigótica o mozárabe. Se pasa en consecuencia de un sistema donde
coexistían diversos ordenamientos –el fuero de los mozárabes, el de los francos y el de los castellanos-,
perceptible en los primeros años del s. XII.

B) EL REGIMEN DE “FAZAÑAS” (EX)


Allí donde no existe un texto jurídico de implantación general y reconocida, el derecho surge como creación
espontánea de la sociedad misma. Ahora bien, en la medida en que las pretensiones encontradas se traducen
en litigios y pleitos, lo que es justo en un cierto caso –en defecto del ordenamiento escrito que lo determine-,
debe ser esclarecido por la decisión del juez a su libre albedrío. Es éste en consecuencia un derecho de
creación judicial “la fazaña”. El juez puede crear derecho en el sentido de decidir a su arbitrio en un caso
determinado qué es lo justo, o al interpretar una costumbre controvertida por lo litigantes, e incluso algún
texto legal aislado o confuso. Las fazañas reflejan el arcaico y la simplicidad de un mundo jurídico
rudimentario. Ese sistema judicialista se impuso en Castilla.

¿Qué podemos decir hoy del régimen de fazañas o cómo valorarlo? Galo Sánchez: tal sistema presenta
claroscuros y no logró sobrevivir a la presión legislativa y técnica de los siglos siguientes, fue un fracaso,
por la impureza de un régimen jurídico que mezcló el juicio de albedrío con los usos y costumbres, por los
abusos nobiliarios de quienes utilizaron esa actividad judicial en beneficio propio, y por la inmadurez y
rudeza de la etapa histórica en que fue ensayado.
C) EL REGIMEN DE FUEROS(EX)
Los fueros constituyen la fuente por excelencia del derecho medieval español. En contraste con la
simplicidad del elemento determinante de los dos sistemas anteriores (el Liber en el visigótico; la fazaña en
el de libre albedrío.
¿Qué son los fueros?
El término fuero deriva del latín forum, palabra que entre otras cosas hace referencia al tribunal, a su
jurisdicción y al modo de actuar del tribunal mismo.

¿Por qué, dónde y cómo aparecen los fueros en nuestra Edad Media? En Castilla y otros territorios primó un
derecho judicialista creado a través de fazañas. Ahora, bien, respondiendo éstas a casos concretos y
determinados, las colecciones que se hicieron de ellas se fueron eliminando lo episódico para conservar la
norma. A la sentencia se le extrajo el precepto jurídico abstracto, con lo que “la fazaña se convierte en
fuero”, lo cual significará que fuero pasó a ser sinónimo de norma jurídica.

Al proceder de la costumbre fijada por jueces, el fuero no fue en principio algo escrito. Cuando en los s. XI
y XII reyes y señores otorgan un ordenamiento jurídico a ciertos lugares, el derecho concedido a una
determinada localidad es su fuero, pero un fenómeno de expansión semántica hace que fuero sea en fin el
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propio documento que recoge ese derecho otorgado. Por ello hablamos de fueros de uno u otro lugar, en el
sentido de textos jurídicos concretos, que por lo mismo son susceptibles de ser editados e integrados en una
colección. De otra parte, ante las oleadas de un derecho nuevo, el romano-canónico, que hace acto de
presencia en la Baja Edad Media, el derecho de los fueros aparecerá como un derecho genuino y tradicional
frente al extraño derecho común.

Clases de fueros
En la historia del derecho medieval se ha hablado siempre de fueros: breves y extensos, locales y
territoriales, atendiendo a la magnitud de su contenido o al ámbito de aplicación que logran.

• Fueros breves son algunas disposiciones de derecho público.


• Fueros extensos son amplias y detalladas relaciones del derecho local en sus principales aspectos.
• Fueros agrarios aparecen a su vez bajo dos formas: como documento jurídico privado que da cabida
a un contrato agrario colectivo entre el señor y los cultivadores de la tierra, o bien como cartas de
población de carácter privado para estimular el asentamiento de gentes en una localidad.
• Fueros de privilegio son textos de carácter público, provenientes de un rey o conde que goza de
cierta autonomía, y suelen conceder a villas o monasterios determinados privilegios o exenciones.
Cuando estos documentos responden a las necesidades de fundación o repoblación de territorio,
adoptan la forma de cartas de población (derecho público o privado).
• Fueros locales y territoriales, recogen el ordenamiento jurídico más o menos desarrollado que ha
de regir en los diversos pueblos y ciudades.

TEMA XXI. LA RECEPCIÓN DEL DERECHO COMÚN.

I LA RECEPCIÓN DEL “DERECHO COMÚN”

A) UNUM IMPERIUM, UNUM IUS (un imperio, un derecho): EL DERECHO COMÚN COMO
DERECHO IMPERIAL
La conquista de España por los musulmanes impuso el restablecimiento de la unidad peninsular, a mediados
del s. VIII, bajo un signo cultural nuevo. En los siglos siguientes, sin embargo, conforme se afianzaron las
unidades políticas cristianas, el panorama de la vida hispánica aparece marcado por la división y el
fragmentarismo. Al orto lado de los Pirineos se fragua entonces la idea, conciencia y creación de Europa.
Tal fenómeno surge en cierto modo como réplica al imperio islámico y cristaliza en la estructura política del
imperio carolingio. De ahí que una de las reflexiones más rigurosas sobre la génesis de Europa, debida al
historiador belga Pirenne, se titule precisamente Mahoma y Carlomagno.

Romanismo, cristianismo y germanismo actuaron como agentes catalizadores de un proceso de unidad


cuyo cauce fue el latín y cuyo trazo de identidad más genuino fue la religión cristiana. El imperium cristiano
aparece así tanto como una ambiciosa organización política, asentada por cierto sobre fundamentos
económicos-sociales harto endebles, como sobre todo a modo de imagen de una gran empresa religiosa. En
los años críticos de fines del s. VIII sólo el rey de los francos parecía ser capaz de salvar a la Cristiandad
amenazada.
Imperio carolingio e imperio alemán. En la Navidad del año siguiente, el papa León III coloca la diadema
imperial sobre la frente de Carlomagno, quien será desde entonces aclamado como “padre” o “rey” de
Europa.

Este proceso de unificación política en la Europa altomedieval se corresponde con un resurgir cultural y
jurídico, débil hasta el s. XI y de enorme vigor después. El único Imperio debía ser sostenido y vertebrado
por un único derecho, y ello resulta posible por cierto acontecimiento excepcional. En aquella centuria se
produce el descubrimiento (Italia) de varios manuscritos de la magna recopilación llevada a cabo por
Justiniano. Reaparece así el Digesto y otros textos de derecho romano clásico, lo cual despierta un enorme
interés en los estudiosos, que acuden a las escuelas creadas en diversas ciudades. Se trata en consecuencia de
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la conocer esos textos, pero también de adecuarlos con los preceptos del derecho canónico y feudal de cara a
su utilización practica. Se sientan con ello las bases de ese derecho único o común que constituirá el gran
factor de unificación ideológica de Europa en los siglos siguientes.

El estudio del derecho romano se traduce ya, en esta etapa previa, en la formación de algunas colecciones
jurídicas, entre las que reviste especial interés para nosotros –por su penetración en Cataluña- la llamada
Excepciones Petri legum romanorum. Estas Exceptiones Petri son un compendio hecho por cierto jurista
llamado Pedro, a base de refundir dos obras anteriores que tratan del derecho justinianeo.

B) EL DERECHO COMUN ROMANO-CANONIGO


El derecho común será construido sobre dos elementos fundamentales, el ordenamiento romano y el
canónico, a los que los glosadores incorporan un tercero basado en los textos del derecho feudal.

El derecho romano: la Escuela de Bolonia y los glosadores(EX)


Entre las escuelas jurídicas que congregan a los inquietos espíritus italianos, destaca desde el principio la de
Bolonia. La Escuela de Bolonia fue un centro de oscuro origen, una escuela de artes que junto a las
enseñanzas de gramática y retórica acogió también los estudios de derecho.

Irnerio se dedicaba a estudiar y a enseñar los que estudia, fundando una escuela científica de la que surgirán
eminentes discípulos conocidos como glosadores, es decir, expertos en el sistema de la glosa. Qué textos
llaman la atención de Irnerio y sus seguidores, y en qué consiste el sistema de glosa. Todos esos autores se
ocupan del conjunto del derecho justinianeo, de lo que será llamado el Corpus iuris civiles, y muy
especialmente del Digesto. Para estas gentes aplicadas al estudio del Corpus iuris aparece de pronto como
manifestación providencial cuasi divida de un mundo jurídico desconocido, una especie de “Revelación del
Derecho” en la que el propio texto representa el papel de “Biblia jurídica”, qué se puede hacer con ella:
glosarla (aclarar o vulgarizar el profundo sentido de sus precepto) y sintetizar éstos en compendios
accesibles llamados sumas.

La labor de los glosadores de dentro y de fuera de Italia, es de admirar por su finura exegética (método
interpretativo de las leyes que se apoya en el sentido de las palabras de estas) y por facilitar una
interpretación concorde de los intricados textos del Código y del Digesto. Las glosas fueron luego objeto de
recopilaciones, entre las que destaca la efectuada en la primera mitad del siglo XIII por Accursio. Su Glosa
ordinaria, llamada luego Glosa magna, representó el cenit de la actividad de los glosadores, se impuso en la
práctica jurídica y sirvió así a la difusión y conocimiento del Corpus iuris.

La elaboración de compendios o sumas fue acometida también por los glosadores. Una de ellas, Lo Codi,
redactada en provenzal por un autor desconocido, fue traducida por Ricardo de Pisa al latín, y luego al
castellano y catalán, con lo que se difundió en España. Pero al igual que en el trabajo de glosa Accursio
había alcanzado una autoridad impar, la elaboración de sumas tuvo un representante de reconocida primacía
Azo de Bolonia, quien redactó una compendio del Código de Justiniano, La Summa Codicis, ampliamente
divulgada también en la práctica jurídica de los siglos siguiente.

El derecho canónico: Graciano y la era jurídica clásica


Junto al ius civile, el ius canonicu, representa el otro gran pilar del ordenamiento jurídico medieval. Su
elaboración doctrinal a partir del s. XII fue en buena parte posible gracias a la nueva atmósfera preparada
por las reformas de Gregorio VII, que dan lugar a un momento épico en la historia de la Iglesia. Tales
reformas consisten sustancialmente en la afirmación de un derecho canónico universal, reglado desde Roma,
superador de las realizaciones particulares propias de los distintos países.

A la luz de esos principios de integración, un monje llamado Graciano, maestro de teología en Bolonia,
realiza una monumental obra titulada Decretum (creada en dos años 1140-1142). Graciano se enfrenta ni
más ni menos que con el primer milenio de historia de la Iglesia, intentando ofrecer una versión conciliadora
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de sus distintas fuentes. Sobre textos bíblico, patrísticos, cánones conciliares, etc., el sabio monje procede a
agrupar esa diversas autoridades (auctoritates) y añade un comentario (dictum) que en su caso pretende
concordar, como el título da a entender, los preceptos que disiente, y ofrece así una versión global y
armónica del sistema eclesiástico. La obra presenta, pese a su carácter privado, un hito angular de la historia
canónica, y genera una escuela de exegeta, los decretistas. Graciano separa la teología del derecho
canónico, pero concilia ambas instancias, el fuero interno o de conciencia y el externo o jurídico, en una
magna interpretación que enraíza con las perspectivas teocéntricas del hombre medieval.

Las Decretales y los decretalistas. El Decreto significa el punto de partida de la etapa clásica del
ordenamiento canónico. En ella hay que registrar una serie de disposiciones pontificias, las decretales,
debidas principalmente a los papa-juristas Alejandro III e Inocencio III, cuya recopilación corrió a cargo
del jurista catalán Raimundo de Peñaflor en el llamado Liber decretalium, promulgado por Gregorio IX.
Esta obra, estudiada por los decretalista, y el Decreto de Graciano, comentado por los decretistas, serán las
dos grandes fuentes del derecho eclesiástico hasta la promulgación en s. XX del Codex iuris canonici.

C) EL TRIUNFO DEL DERECHO COMÚN


La escuela de los Comentaristas
El sistema elaborado por los glosadores apuntó desde el principio a una finalidad práctica, por cuanto para
ellos el Corpus iuris era algo merecedor no sólo de un interés teórico o de estudio, sino además una obra
jurídica perfecta que debía ser aplicada. Sus sucesores, los postglosadores o comentaristas, acentuaron esa
preocupación pragmática, con lo que hubieron de compaginar el derecho justinianeo con el canónico, el
feudal y el estatutario que regía en los municipios italianos. Tal tarea fue emprendida haciendo uso del
instrumental metodológico de la escolástica en boga. La mayor libertad interpretativa de los comentaristas
significó que crearan una verdadera técnica en la elaboración del derecho.

Los “comentarios” de estos comentaristas fueron sobre la glosa de los preceptos, derechos locales y un
rico casuismo, es decir, todo aquello que por contraposición al derecho común era derecho particular o
propio. Surgió así un “derecho nuevo” que en cierto sentido relegó a segundo plano al derecho justinianeo,
para destacar más la opinión de los doctores y los comentarios de los juristas de la época. Por ello este
“derecho nuevo” fue propiamente un derecho de juristas, y por haber surgido en Italia, aunque luego se
elaborara en muchos países, fue conocido como mos italicus.

El derecho de los comentaristas obtuvo un destacado éxito. Aunque su estilo jurídico y lingüístico fuera
repudiado luego por el hundimiento del Renacimiento, partidario de un derecho teórico y profesoral (mos
gallicus), el propio pragmatismo y apego a la realidad del mos italicus garantizaron su expansión.

¿Y quién fueron los juristas creadores de los “comentarios”?. Una largísima nómina de la que destacaremos
a un gran maestro, Bártolo de Sassoferrato. La autoridad de éste y otros autores como intérpretes del
derecho fue enorme, y su nombre fue citado y esgrimido ante los tribunales de toda Europa. En España los
reyes intentaron impedir la alegación de la doctrina como fuente del derecho, si bien, ante la imposibilidad
de conseguirlo, se procedió a establecer en el s. XV a qué juristas se podía citar y el valor de referencia. Más
tarde, las Leyes de Toro de 1505 descartaron que las opiniones de estos autores tuvieran algún carácter
vinculante, pero el problema todavía persistió en los siglos modernos.

El proceso de difusión: papel de las universidades


La creación doctrinal de ius commune y la aparición y desarrollo de las universidades en Europa fueron en
cierto modo fenómeno simultáneo e interdependientes. El derecho común puedo proyectarse merced a la
enseñanza de los centros universitarios más afamados, donde acudían estudiantes de diversos países, y las
propias universidades lograron consolidarse y obtener un nombre internacional en tanto en cuanto enseñaban
lo que era de interés general o común.

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El epicentro del despliegue universitario estuvo en Bolonia, pero en seguida también se impartió la
enseñanza en otros centros italianos o de diversos países europeos, entre ellos España. El aprendizaje de los
saberes había desbordado ya el cauce de las escuelas monacales y eclesiásticas, a cuya sombra creció, para
irrumpir de lleno en la vida urbana con el apogeo de las ciudades. El latín era lengua común. Esos escolares
viajeros pasaban a veces largos años fuera de sus países de origen. En la universidad a la que se habían
acogido, formaron comunidades amplias en razón de sus procedencias, mientras los centros mismos
destacaban en tal o cual género de estudio, como de hecho sucedió en Bolonia con los jurídicos. Aquí los
hispanos de las diversas naciones constituyen agrupaciones populosas y relevantes, y en 1364 el cardenal
Egidio de Albornoz funda el Colegio de San Clemente para darles cobijo, mientras otros estudiosos de la
Península acuden a las universidades francesas más próximas.

Los expertos en el ius commune ocuparon así cátedras universitarias, pero nutrieron además los tribunales
de justicia y distintos órganos de la administración bajomedieval, con lo que ese derecho más perfeccionado
fue empapando la vida cotidiana en un proceso lento pero interrumpido. Con independencia de su influjo en
los textos jurídicos de los distintos territorios hay que destacar la doble presión teórica y práctica del
ordenamiento romano-canónico. Práctica, porque esos espíritus ilustrados, convertidos en jueces, abogados
o consejeros de cualquier organismo, simpatizaban a hacer uso de las brillantes sutilezas jurídicas que
habían aprendido. Teórica también, tanto porque la rara perfección del derecho de los comentaristas aparecía
como modelo a la hora de redactar las leyes mismas, como el hecho de que los monarcas propiciaron la
expansión de un ius commune que favorecía el absolutismo del príncipe y el fortalecimiento del poder regio.

TEMA XXII. EL DERECHO EN LEÓN y CASTILLA EN LA EDAD MEDIA.

I CARACTERÍSTICAS GENERALES
La ruptura de la unidad política y el desarrollo de la repoblación, propiciaron una diversidad de
ordenamientos jurídicos, vigente cada uno de ellos en determinados lugares o comarcas. Desde el s. XI los
reyes suelen dictar normas de carácter general, pero el derecho que entonces comenzó a ser fijado por escrito
era el que la gente vivía o practicaba en las distintas zonas, esto es, un derecho esencialmente
consuetudinario. La tarea de recoger las costumbre fue estimulada desde instancias oficiales o surgió como
fruto de la inquietud del los particulares.

La implantación del Liber Iudiciorum y el régimen de libre albedrío caracterizaron el panorama jurídico
altomedieval de León y Castilla. Con respecto al primero, redescubierto en Toledo donde era derecho
personal de los mozárabes, hay que destacar su reconocimiento como derecho local y, en la medida en que
fue concedido a varias ciudades, su ulterior e indirecto papel en la formación del derecho territorial.
Semejante proceso expansivo fue posible merced a la traducción al romance del código visigodo, en el
llamado Fuero Juzgo, traducción realizada por un autor desconocido en la primera mitad del s. XIII sobre la
versión vulgata del Liber. Fernando III concede al Fuero Juzgo como fuero municipal a las ciudades de
Córdoba, Sevilla, etc.
Derecho territorial derecho general. De otra parte, al recogerse en Castilla por escrito las fazañas y
convertirse en fuero, se dilata el ámbito de vigencia de las normas, operándose en consecuencia una
territorialización del derecho. Las redacciones de ciertas localidades son imitadas por otras, con lo que una
idéntica normativa jurídica se proyecta en zonas cada vez más amplias. No faltan tampoco textos que
pretenden fijar de modo directo el derecho territorial, sin referencia alguna a los lugares donde
supuestamente rige o ha de aplicarse. Desde el s. XIII los reyes castellanos intentan implantar un derecho
general o del reino, desbordando el marco territorial, lo que habrá de dar pie a no pocos conflictos.
II LAS AREAS DE FUEROS
A) LA CASTILLA CONDAL
Los fueros de Brañosera: son el texto mas antigua del condado castellano, carta de población según la
doctrina tradicional concedió el conde Nuño Núñez a cinco pobladores y a sus descendientes, dichos fueros
fueron confirmados por los condes, entre ellos Fernán González .

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Los fueros de Melgar de Suso y Catrojeriz son de posteriores a los de Brañosera, en los cuales se concedió
a esa localidad la jurisdicción sobre otras doce, otorgando una serie de privilegios, se puede decir que
constituye la primera formulación escrita de principios típicamente municipales
Los fueros de Castrogeriz: este texto otorga a sus pobladores la condición de infanzones, escrito en latín,
los clérigos de la villa obtuvieron la confirmación por Fernando IV de la versión romance, fundándose en
que el primitivo texto “non lo pueden los legos entender”
Cartas de inmunidad de Santillana: Cuando Fernán González bajo su poder los tres condados orientales
del reino astur; castilla, Asturias y Álava, los dos primeros se proyectan sobre una buena parte de la actual
provincia de Santander, dio lugar a que los condes castellanos concedan cartas de inmunidad y privilegios en
esta zona. Figuran en estos documentos que ademas de a Castrojeriz otaorgan fuero a Salas de los infantes.
B) EL REINO DE LEON
1. El fuero de León:
F) CASTILLA LA VIEJA(EX)
1. EL LIBRO DE LOS FUEROS DE CASTILLA
Esta obra que excede de trescientos capítulos, la mas primitiva de las redacciones extensas de derecho
territorial castellano, de autor desconocido, el texto tiene como base una colección que inicia todas sus
rubricas con la frase esto es por fuero. Conteniendo además preceptos de derecho local, tomados de los
fueros de esa zona, así como una importante colección de fazañas, procedentes del rey y de diversas
autoridades seglares y eclesiásticas.. Segun algunos autores esta obra se formo sobre la base de una antigua
fuente perdida que también habrá de ser utilizada en la elaboración del fuero viejo, tal modelo comun, bien
pudo ser desde luego un modelo múltiple, es decir, no una sola colección sino varias.
2.Fuero viejo de Castilla(EX)
A mediados del s. XIV, otro jurista anónimo lleva a cabo la redacción sistemática del texto llamado fuero
viejo, el cual consta de cinco libros relativos a derecho publico, penal, civil, organización judicial y
procedimiento, los cuales contienen diversas prescripciones características de derecho nobiliario.
Tal como lo conocemos, el fuero viejo sistemático fue elaborado sobre una primera redacción llamado fuero
viejo asistemático, texto que su vez se formo sobre una antigua fuete perdida a la que algunos autores llaman
X
TEMA XXIII. LA CONSOLOLIDACION DEL DERECHO CASTELLANO

I LA OBRA LEGISLATIVA DEL ALFONSO X EL SABIO

A) INTRODUCCION
La superación del pluralismo político
Hasta mediados del s. XIII no se da propiamente un sistema jurídico castellano, pues coexisten diversos
ordenamientos de naturaleza heterogénea. De un lado, el visigodo procedente del Liber Iudiciorum. De
otro, el derecho judicial y de albedrío, que perdura en las comarcas de Castilla la Vieja. Finalmente, una
compleja red de fueros municipales de desigual carácter, extendida por el norte (Asturias y Galicia) y que
cubre también las zonas meridionales de la Extremadura castellana, con amplios textos que asimismo se
forman en la provincia de Cuenca y en las tierras andaluzas de Jaén.

La unificación indirecta del derecho. Ante la imposibilidad real de unificar las diversas fuentes mediante
la promulgación de cuerpos legales con vigencia común, la superación de pluralismo normativo se intenta
por una vía indirecta. Si se concede el mismo fuero a muchas localidades, una por una, a la postre se logra
que un idéntico derecho rija en amplios territorios o regiones. Esa es la política de Fernando III en la
primera mitad del s. XIII, otorgando el Fuero Juzgo ( traducción al romance del Liber Iudiciorum) a
importantes ciudades. El derecho local, así, llega a territorializarse. Sigue en pie, sin embargo, la disimilitud
de fondo entre los sistemas jurídicos dominantes, y persiste por tanto el problema de superar ese derecho
territorial logrando que un solo sistema jurídico, el general, ordene la vida de la totalidad del reino. Tal
problema de política legislativa es el que hereda Alfonso X al suceder a su padre (Fernando III).

Alfonso X el Sabio. El rey y las grandes obras jurídicas: revisión polémica


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La figura de Alfonso X ocupa un lugar destacado en el panorama de la cultura europea y ha simbolizado, en


concreto, la más brillante aportación hispánica a la historia universal de la legislación. Tal juicio constituye
hoy día un valor reconocido, y forma parte del acervo ideológico de cualquier persona con formación
jurídica en cualquier parte del mundo. Así, si alguien tuviese que representar en un código y en su autor, la
contribución de los españoles a esa historia global de leyes y códigos, con práctica seguridad la referencia
apuntaría a la Partidas y Alfonso X el Sabio.

Alfonso X rey de León y Castilla se le atribuye una serie de obras de notable calidad y envergadura. De una
parte la conclusión del llamado Setenario, tratado doctrinal iniciado por su padre. De otra, el Espéculo,
texto del que conservamos 5 libros, y el Fuero Real que consta de 4 libros. Finalmente, las Partidas, código
modélico en la historia de nuestro derecho.

B) EL FUERO REAL
La obra que conocemos como Fuero Real consta de 4 libros, dedicados a cuestiones religiosas y políticas,
procedimiento judicial, derecho privado, y derecho penal. Sus leyes proceden del Fuero Juzgo y de otros
fueros castellanos. El Fuero Real se aplicó en el tribunal del rey e influyó en la formación de otros varios
cuerpos jurídicos. Se trata de remediar la carencia de fueros y textos escritos, evitando el juicio de albedrío y
“otros usos desaguisados” de los que, según allí se afirma, “naciesen muchos males e muchos daños a los
pueblos y a los homes”.

¿Qué fue en su momento el Fuero Real, cuándo se redactó y cómo tuvo lugar su divulgación? Sabemos que
en marzo-abril de 1255, las villas de Aguilar del Campo y Sahún recibieron un texto llamado Fuero del
Libro, el cual se otorgó en la década siguiente a varias localidades, y entre ellas a Valladolid en 1265. El
Fuero del Libro ha sido identificado tradicionalmente con el Fuero Real. Más allá de estos problemas, se
encuentra la importante cuestión del ámbito de vigencia del Fuero Real, otro texto como el Fuero Viejo
refiere que el rey Alfonso dio el Fuero del Libro “a los concejos de Castilla” ¿Significa eso que el Fuero
Real (identificado con Fuero del Libro) fue otorgado con carácter general? Hace casi dos siglos, Martínez
Marina creyó que el propósito del rey había sido formar un código que rigiera en todo el reino, si bien el
apego de las ciudades a sus propios fueros le obligó a desistir de tal propósito, con lo que hubo de optar por
otorgarlo sucesivamente como fuero local. Iglesia defiende el carácter general de la obra.

C) EL ESPECULO
Tal como ha llegado a nosotros, el Espéculo es un cuerpo legal compuesto de 5 libros, en los que se alude a
leyes de otros libros posteriores que no conocemos. Cabe así pensar que sobre un plan inicial de 9 libros, el
código no llegó a ser concluido, o bien simplemente que se extraviaron los libros siguientes. Su contenido es
similar al de las tres primeras Partidas. El prólogo se asemeja a su vez al del Fuero Real.

El Espéculo aparece como obra de Alfonso X, pero está desprovisto de fecha precisa, posiblemente habría
sido redactado en 1255. ¿Cuál es el sentido del Espéculo en el conjunto de la política legislativa de Alfonso
X el Sabio?. Para García-Gallo, la primera obra alfonsina fue el Espéculo. El posterior Fuero Real desplazó
al Espéculo como cuerpo legal, es decir, en tanto código formalmente vigente, lo que no impidió que este
texto conservara un alto prestigio como obra de doctrina jurídica. Tras la muerte de Alfonso X, los juristas
de la corte proceden a reelaboración del Espéculo, fruto de la cual surgen las Partidas.

D) PLEITOS FOREROS Y PLEITOS DEL REY


La política alfonsina de signo unificador, a base de conceder el mismo texto a distintas ciudades, encontró
en Castilla enconada resistencia. Las innovaciones de ese derecho distinto, favorecedor del poder del
monarca en detrimento del de nobles y concejos, con la subsiguiente intromisión de los alcaldes reales,
suscitaron el rechazo de magnates y municipios que clamaban por la restauración de sus fueros antiguos.

Alfonso X hubo de capitular y rectificó su política legislativa. En las Cortes de Zamora de 1274, el rey
pidió consejo a nobles, eclesiásticos y alcaldes castellanos, quienes llegaron a darle “su respuesta por escrito
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de los que entendieron”. A la vista de ello, restableció en cierta forma el derecho viejo, y hubo de limitar y
contener la aplicación del derecho nuevo. Acordó así entonces el monarca que los abogados de la tierra
hicieran uso de su propio fuero en los pleitos, y que éstos se fallaran por los jueces de ella, no
entrometiéndose los alcaldes del rey en esos “pleitos foreros”. Además, en ausencia de normas adecuadas
de los fueros municipales, aquellos jueces o alcaldes tenían que acudir al monarca en demanda de preceptos
a que ajustarse. Quedó así consumada la diferenciación entre los llamados “pleitos foreros” y los “pleitos
del rey”, relativos éstos a los citados casos de corte y a los conflictos propios de la casa real y sus oficiales.

Las disposiciones al respecto fueron compiladas en una pequeña colección llamada Leyes Nuevas. Por otra
parte, la distinción práctica entre “pleitos foreros” y “pleitos del rey” quedó recogida en otra colección de
más de 200 capítulos, las llamadas Leyes del Estilo.

E) LAS PARTIDAS
La obra: importancia y contenido
Las Siete Partidas constituyen el código más importante de la historia del derecho español, y representa el
apogeo de la recepción en Castilla del derecho común. Su ambición temática, solidez científica, desarrollo
técnico y pulcritud de prosa, convierten a esos 7 libros en un verdadero modelo de obra jurídica.

El código consta de siete partidas o libros:

• La primera partida trata de las fuentes del derecho y el ordenamiento eclesiástico.


• La segunda, derecho público: familia real, sucesión al trono, oficios palatinos, etc.
• La tercera, organización judicial y del proceso, incluyendo un sumario de fórmulas notariales.
• Las partidas cuata a sexta, derecho privado: matrimonial, contratos y derecho sucesorio.
• La séptima, derecho penal, con referencia al estatuto jurídico de musulmanes y judíos, y a los delitos
de carácter religioso.

Entre éstas ocupan un lugar central las fuentes romano-canónicas del derecho común: el Corpus Iuris, las
Decretales y los glosadores y comentaristas, así como de las feudales de los Libri feudorum. Junto a ellas
se hace uno de textos castellanos como la Margarita de los pleitos, el Doctrinal de los juicios y las Flores
del Derecho.

El éxito de las Partidas ha sido ciertamente extraordinario. Fueron traducidas al catalán, portugués, gallego e
incluso al inglés. El código se aplicó en territorios norteamericanos que antes habían pertenecido a España.
Las Partidas rigieron pues algún tiempo en los Estados Unidos, cuyo tribunal supremo acudió a ella para
dirimir conflictos entre Estados, o para entender de los recursos y apelaciones presentados por algunos de
ellos.

II EL ORDENAMIENTO DE ALCALA Y EL SISTEMA DE PRELACION DE FUENTES


Entre el s. XIII y XIV la aplicación del derecho se desenvolvió en Castilla en un clima problemático. La
reacción popular y lo acordado en la Cortes de Zamora en 1274, habían impuesto un retorno a los fueros
antiguos, acotando el ámbito propio del la ley regia. La consiguiente distinción entre “pleitos del rey” y
“pleitos foreros” no supuso un nítido deslinde en las respectivas órbitas del derecho viejo y del nuevo, por
cuanto las lagunas de los fueros municipales hicieron intervenir a los monarcas, que interpretaron
discrecionalmente esos textos, mientras, de otro lado, resultaba incontenible la filtración del derecho común
romano-canónico por la actividad de los juristas, o por el prestigio de una obra como las Partidas. Todas
estas circunstancias acarrearon abundante confusión a la hora de aplicar las normas oportunas.

En el reinado de Alfonso XI, las Cortes de Alcalá de 1348 promulgan el Ordenamiento de Alcalá, cuyo
título 28 establece en su ley primera el orden general de prelación de fuentes. Haciendo referencia a la
necesidad de que existan “leyes ciertas” en las contiendas y pleitos.

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Orden de prelación de fuentes.


• Ordenamiento de Alcalá.
• Fueros municipales en cuanto no fueren contra Dios, la razón y las leyes.
• Si las leyes y fueros carecen de norma adecuada, debe hacerse uso de las Partidas.

Lo dispuesto en Alcalá tuvo enorme importancia. Por la naturaleza de la medida misma y por su dilatadísima
vigencia (se mantuvo vigente hasta la entrada en vigor del Código Civil s. XIX).

Tanto el Ordenamiento como cualquier fuero municipal resultaron ser textos de corto alcance ante las
monumentales Partidas, previsoras de casi todo y cuyo rigor en técnica jurídica era incomparable. No fue así
difícil que las Partidas se aplicaran, máxime teniendo en cuenta que a esas alturas del s. XIV concurrían a
los tribunales juristas formados en el mismo derecho común recogido en la Partidas.

TEMA XXVII. EL PODER REAL

I FUNDAMENTOS Y NATURALEZA DEL PODER REAL

A) SU ORIGEN

Desde el s. IX los reyes asturleoneses reconocen en los documentos que lo son “por la gracia de Dios”,
fórmula que con algunas variantes se repite a lo largo de la Edad Media. El poder en su origen se remite
siempre a Dios, y que los diplomas medievales expresan de muy diversas maneras ese fundamento
sobrenatural que en última instancia justifica el gobierno político.

Justificación. El origen divino del poder, con base en el Nuevo Testamento, fue una constante del
pensamiento medieval. Cuando Pilatos recuerda a CRISTO que puede soltarle o crucificarle, escucha como
respuesta que no tendría ese poder si no le “hubiera sido dado de lo alto”. San Pablo por su parte escribe en
la Epístolas a los Romanos que “no hay poder que no venga de Dios”, con independencia de que luego se
teorice sobre si el poder viene directamente de Dios al rey, o éste lo recibe a través del pueblo o del papal.

Poder recibido a través de la comunidad o del papa. La tesis de que el poder, originario de Dios, llega al rey
por medio de la comunidad fue explícitamente formulada por Santo Tomás de Aquino en el s. XIII y sentó
las bases de una concepción democrática del orden político, por cuanto si el pueblo confía a una persona el
poder, está legitimando también para retirárselo o para ejercer un adecuado control. Si, en cambio, el
monarca recibe el poder temporal del papa, vicario divino, aquél queda subordinado a éste y en términos
generales el poder temporal depende del papa. Así el dominico Nicolás considera artículo de fe que el Papa
es señor espiritual y temporal del orbe, lo que en última instancia lleva a negar a reyes y príncipes la plena
capacidad para crear un derecho que sólo procede de Dios.

Poder recibido directamente de Dios. Si el rey recibe el poder directamente de Dios, no sólo cabe
justificar su independencia respecto a los súbditos, sino incluso también, en determinados supuestos, la
legitimidad del enfrentamiento al papa. La interpretación del derecho divino de los reyes, de corte
absolutista, entroncará en los siglos bajomedievales con la recepción del derecho romano, favorecedor a su
vez del poder real. Las Partidas señalan así que los reyes son “vicarios de Dios… cada uno en su reino”.

B) EL REY COMO TITULAR DEL PODER PUBLICO Y EL REY COMO SEÑOR.

Como consecuencia del proceso de la Reconquista y de la ulterior formación del régimen señorial, en la
Alta Edad Media se distingue el poder general y político del rey (regnum), de aquel otro particular o
dominical (ius regale) que el monarca ejerce en los territorios no sometidos a los señores. Al existir en el
reino una serie de señoríos a cargo de magnates eclesiásticos o seglares, donde el poder regio es débil como

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consecuencia de las concesiones de inmunidad, en los otros territorios tal poder es jurídicamente distinto y
más intenso de hecho. En ellos aparece el monarca como un señor, constituyendo ese dominio señorial o
realengo una auténtica propiedad real (honor regia). En suma, el regnum es el poder publico del rey sobre el
reino, y el ius regale el específico del monarca como señor de los territorios no inmunes.

En la Baja Edad Media el panorama cambia. Los señores mantienen celosamente su jurisdicción y
privilegios en los dominios de abadengo o solariego, pero el monarca suaviza el control del realengo
otorgando una creciente autonomía a las ciudades que en él existen. Se habla ahora de un señorío real,
correspondiente a la supremacía del poder político sobre la totalidad del reino.

Corresponde al rey poderes legislativos, ejecutivos y judiciales. El ejercicio de la potestad legislativa


dependió en la España bajomedieval del juego político rey-Cortes en las dos Coronas de Castilla y Aragón.
En ésta se exigió que el monarca legislara de acuerdo con la asamblea, a lo que aquél de hecho hubo de
atenerse. En Castilla en cambio el rey gozó de más discrecionalidad. Y ello tanto por el citado absolutismo
regio consagrado en las Partidas, como porque aun dictando leyes con las Cortes, o dominando de hecho a
éstas, el príncipe hizo uno a través de las pragmáticas de un procedimiento legislativo indirecto de carácter
personal que nunca pudo ser evitado. El encarna asimismo el poder ejecutivo, está al frente de la
administración del Estado, representa al reino, concierta la paz o la guerra y es supremo jefe militar. El rey,
en fin, es la máxima instancia en la administración de justicia, directamente competente con su tribunal en
determinados litigios y juez último siempre en apelación de cualquier sentencia dictada por los jueces del
reino.

II EL EJERCICIO DEL PODER Y SUS LIMITACIONES


A) EL DERECHO DE RESISTENCIA: DEL REY AL TIRANO
El rey debe proteger la fe, gobernar con justicia y mantener la paz. Para ello dispone de la fuerza de las
leyes, pero debe adecuar también su comportamiento a esos fines y aparecer en suma como un monarca
ejemplar. La doctrina de San Isidoro, según la cual sólo es rey quien gobierna rectamente. No obstante, si
un buen monarca es el premio que Dios concede al pueblo, el malo y despótico es por lo mismo un castigo
divino que la comunidad, por sus pecados, ha de soportar. Ese mal rey en principio no es un tirano,
calificativo que se reserva al usurpador que se ha hecho con el poder y gobierna sin justo título.

El poder real aparece en teoría limitado por su propio carácter divino, lo que exige que se ejerza con
templanza en bien de los súbditos. También por el juramento del monarca, el cual hace explícito su
compromiso de defender la fe, guardar el reino y hacer cumplir las leyes. Más problemático resulta que esas
leyes le vinculen a él mismo, por cuanto el derecho romano facilitó una interpretación según la cual el
príncipe estaba exento de la ley. Como es lógico los monarcas intentaron hacer prevalecer esa condición
soberana, que les sitúa por encima del propio ordenamiento jurídico, excepcionalmente reconocida por unas
Cortes como las de Olmedo de 1445. En cualquier caso, fuera mayor o menor la vinculación del príncipe a
las leyes y fueros, suele recocérsele la facultad, o derecho de gracia, de dispensar excepcionalmente a los
súbditos de los efectos consiguientes a su aplicación.

Las tensiones derivadas de los abusos de poder no llevaron en la España medieval a una formulación
teórica del derecho de resistencia. Una cosa fue que determinados excesos (reales o supuestos) fueran
contestados por la fuerza, y otra que se legitimara en abstracto la resistencia al rey injusto. Las Partidas
condenaron la tiranía, contemplando la posibilidad de amonestar al tirano, pero no justificaron su
deposición. ¿Y a quién corresponde advertir o corregir al rey déspota? Según un pensador de la misma
época, Lulio, tal tarea es propia del confesor.

B) LA CONCEPCION PACTISTA

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El pactismo es un sistema de organización política que fundamenta el gobierno del reino en un contrato,
tácito o expreso, entre el rey y los súbditos. A tenor de ese contrato, la obediencia de los súbditos queda
condicionada a que el rey respete sus derechos, fueros y libertades.

En los primeros siglos tal sistema no existe en Asturias, León y Castilla, donde se entiende que el rey es
puesto por Dios, y ocupa el trono por herencia.

Desde el s. XIII, en cambio, el espíritu de pacto y compromiso hace acto de presencia en el mundo
castellano como consecuencia de las tensiones surgidas entre el rey y las Cortes, o entre aquél y algunas
fuertes organizaciones sociales. Las tesis pactistas se concretan por vez primera en Castilla, en las Cortes
de Valladolid de 1442, donde los procuradores logran cierta ley considerada como “ley e pacto e contrato”
formulándose de modo rotundo años después en las Cortes de Ocaña de 1469.

En Navarra la concepción pactista se impone y el rey es proclamado sólo tras jurar los fueros. En este
reino el pactismo no se limita a declaraciones, sino que el Fuero General consagra un auténtico pacto
político que se materializa en el acto de juramento recíproco. A su vez, el pactismo se hace fuerte en
Cataluña que se constituye en un contrato jurídico.

Especial relevancia tuvo el pactismo aragonés pues será ante todo un pactismo político, es decir, un
producto de la pugna de hecho entre rey y reino. Esa lucha da lugar a un marco de equilibrio y tiene de
hecho como puntos fundamentales de referencia, la institución del Justicia en las Cortes de Ejea de 1265 y
la firma del Privilegio General en 1283. En 1287, sin embargo, el Privilegio de la Unión rompe ese
equilibrio en detrimento del monarca, quien queda a mercede de que la Unión le mantenga o deponga, hasta
que la derrota de esta junta y la derogación del Privilegio en 1348 hace retornar el régimen igualitario rey-
reino, consolidándose un sistema transaccional o de compromiso que se adentra en la Edad Moderna. El
régimen aragonés situando su origen en los legendarios fueros del reino de Sobrarbe, donde la elección de
los reyes habría revestido siglos atrás el carácter de auténtico pacto a través de un compromiso condicional
que nobles y magnates presentan al monarca: (fórmula “si no, no”) Nos que valemos tanto como vos y
juntos podemos más que vos, os hacemos nuestro rey y señor con tal que guardéis nuestros fueros y
libertades, y si no, no”.

C) LOS AGRAVIOS Y SU REPARACION


La sujeción del rey al ordenamiento jurídico significa que las normas o actos que lo quebranten, sean
considerados como agravios o contrafuero, lo que exige la consiguiente reparación. El agravio o
contrafuero es sobre todo la actuación del monarca contra el derecho o fuero, pero en un sentido extensivo
el agravio puede proceder también de la conducta abusiva de otras muchas autoridades.

Entre los agravios hay que destacar el caso frecuente de las llamadas cartas desaforadas, o actos escritos
del monarca que vulneran el ordenamiento jurídico vigente. Las cartas desaforadas revistieron especial
importancia cuando atentaban contra los derechos municipales o los ordenamientos hechos en Cortes. Las
Cortes de Burgos de 1379 solicitaron así del monarca “que lo que es fecho por Cortes o por ayuntamientos
que non se pueda deshacer por las tales cartas salvo por Cortes”. En 1387 insisten en lo mismo las Cortes
de Briviesca. La reacción frente a los excesos regios llega a arbitrar una fórmula (obedézcase pero no se
cumpla).

La reparación de agravios fue planteada al rey con ocasión de reunirse las Cortes. En ellas los estamentos
piden al monarca que restablezca el derecho lesionado y rectifique los contrafueros, mientras éste solicita el
otorgamiento del súbdito o ayuda económica.

D) LA FORMULA “OBEDEZCASE PERO NO SE CUMPLA”

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La ley se dicta para ser cumplida. Puede darse sin embargo un vicio intrínseco de legitimidad que aconseje
no aplicarla, o bien un desajuste insalvable entre la norma teóricamente justa y una realidad que por diversas
circunstancias no permite de hecho que aquélla sea llevada a la práctica. En ambos casos la ley ha de ser
acatada, en razón de su autoridad, pero no cumplida.

Castilla. Tal solución de compromiso aparece de forma explícita en las respuestas de Juan I a las peticiones
que las Cortes castellanas presentaron contra las cartas desaforadas. Ante las Cortes de Burgo en 1379,
el monarca había declarado que las cartas dictadas contra derecho “sean obedecidas y no cumplidas hasta
que nos sean requeridos de ello”.

Que las disposiciones reales sean en esos supuestos acatadas pero cumplidas, no constituye en consecuencia
una corruptela anárquica, sino algo previsto y dispuesto. La fórmula “obedézcase pero no se cumpla”
significa en suma una verdadera legalización de la inobservancia, que, entre otros varios plantea una par de
problemas de acusado interés (Cortes de Briviesca 1387).

¿Qué es lo que tiene que ser obedecido y no cumplido? Para Garcia-Gallo debe entenderse que se refiere a
las leyes mismas, es decir, a las leyes ilegítimas o injustas. Para Escudero, cree que la fórmula de
“obedézcase pero no se cumpla” no puede ser referida a leyes dictadas por el monarca con las Cortes,
porque en ese caso se consagraría el puro inmovilismo jurídico, pero sí desde luego a esas pseudo-leyes que
son las pragmáticas y por supuesto a cualquier provisión de gobierno que atente al mismo.

Si una carta debe ser obedecida y no cumplida, ¿quiere ello decir que es de por sí nula o anulable, o bien,
en cambio, debe diferirse su aplicación hasta el momento que se considere oportuno? González Alonso
observa la respuesta a las peticiones de las Cortes de Burgos de 1379 “sean obedecidas y no cumplidas
hasta que nos sean requeridos de ello”, entraña que esas cartas impugnadas no son para el rey nulas, sino
simplemente que se pospone su ejecución hasta que él las rectifique o revoque. En cambio, lo que el mismo
monarca, Juan I, contesta a los procuradores reunidos en las Cortes de Briviesca 1387 “obedézcase pero
no se cumpla”, sí implica la nulidad de las cartas. Desde entonces una veces prevalece la primera
interpretación y otras la segunda, no siendo posible en consecuencia resolver en Castilla tal disyuntiva –
nulidad o aplazamiento de su entrada en vigor- de forma clara y unívoca.

El acusado carácter pactista de Aragón llevó consigo un mayor compromiso por parte del monarca de
respetar leyes y fueros, pudiéndose entender que las disposiciones sujetas a la fórmula de la obediencia e
incumplimiento eran nulas de pleno derecho. En cuanto a Navarra, la especial preocupación por evitar
cualquier tipo de contrafuero, dio lugar a un estrecho mecanismo de control de la actividad regia.

III LA PUGNA EFECTIVA POR EL PODER

A) PODER REAL Y PODER SEÑORIAL


Alternativas en el proceso de reducción del poder señorial. La formación de señoríos con amplios poderes
jurisdiccionales generó una verdadera pugna de sus titulares, magnates eclesiásticos o seglares, con el poder
real. El afianzamiento del poder regio en los siglos bajomedievales hubo así de enfrentarse al de los señores,
pretendiendo su eliminación o menoscabo por muy diversas vías. En consecuencia se procuraron reducir los
señoríos existentes, evitando la creación de otros nuevos o el aumento de los que subsistían, mientras los
reyes intentaban recortar en la práctica el poder señorial.
La reducción de señoríos tuvo lugar principalmente a través de matrimonios o por herencia, con lo que
importantes territorios (Vizcaya, Canarias, etc) se convirtieron en realengo. La legislación castellana de las
Partidas y del Ordenamiento de Alcalá prohibió además la enajenación del dominio regio, si bien los
monarcas no se atuvieron a esas prescripciones y, de forma a veces mesurada y otras sin control ni medida,
entregaron tierras a nobles y rehabilitaron así el régimen señorial. Ley de Juan II, en las Cortes de
Valladolid de 1442, el rey Juan II dicta una ley de acuerdo con la petición de los procuradores, sancionando

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[Escribir texto]

la prohibición de enajenar el patrimonio de la corona y reconociendo, en caso de incumplimiento, el derecho


de los súbditos a la resistencia armada.

La ley de Juan II tampoco fue observada. Enrique IV llevó a cabo diversas enajenaciones, alcanzando el
poder nobiliario su apogeo en las revueltas políticas castellanas que tuvieron lugar durante este reinado. Los
Reyes Católicos, tras no pocas alternativas, lograron imponer su autoridad, revisando las concesiones
efectuadas y anulando buena parte de ellas.

El afianzamiento de la jurisdicción del monarca hubo de hacerse a base de cercenar la que venían
disfrutando los señores. Los reyes intentarán debilitar la fuerza de los señores fomentando las discordias
nobiliarias o apoyándose ocasionalmente en las ciudades. Pese a todo, el poder señorial asomará con vigor a
los tiempos modernos.

B) JUNTAS, UNIONES Y HERMANDADES


La afinidad de intereses y su defensa corporativa dan lugar en la Edad Media a asociaciones de muy diversa
naturaleza. Tratándose de objetivos religiosos o profesionales, la gete se agrupa en cofradías y gremios.
Pero además, el fortalecimiento progresivo de la conciencia estamental conduce a la formación de una serie
de Juntas, Uniones y Hermandades, cuya finalidad desborda lo estrictamente privado, configurándose
como asociaciones que asumen un protagonismo público y participa de hecho en la vida del reino.

Las Hermandades surgen en Castilla como una coalición o consorcio de municipios con fines diversos, y
fundamentalmente con la finalidad de garantizar la seguridad común. Fernández, distingue tres clases de
asociaciones: las de ciudades con intereses mercantiles afines; la unión de concejos en períodos de
anarquía civil; y las asociaciones de propietarios.

Régimen de gobierno. La asociación es erigida mediante un documento, la “Carta de Hermandad”, que


expresa sus fines y régimen de gobierno. Quienes forman parta de ella acuden a las reuniones por sí mismos
para adoptar los acuerdos, o se hacen representar a través de procuradores. Cuando la asociación posee
jurisdicción propia, existen unos jueces o “alcaldes de Hermandad” que sentencian los litigios
correspondientes.

Las Juntas, Uniones y Hermandades no aparecen con carácter uniforme, variando de unos reinos a otros y
siendo incluso muy distintas en cada uno de ellos. Desde la perspectiva de su poder y significación pública,
debemos destacar aquí algunas Hermandades castellanas, la Unión Aragonesa y la Junta de Obanos en
Navarra.

a) Hermandades castellanas. De naturaleza estrictamente política es la Hermandad de 1295, constituida a la


muerte de Sancho IV para salvaguardar los de derechos de su hijo Fernando, entonces menor de edad. La
reina viuda, María de Molina, reconoció a la asociación y aprobó sus estatutos.

b) La Unión Aragonesa. El nacimiento propiamente dicho de la Unión Aragonesa tuvo lugar en las Cortes de
Egea de 1265, donde Jaime I reconoce a los nobles una serie de privilegios de carácter político, si bien desde
medio siglo antes la alianza de nobles y ciudades había traído en jaque casi de modo permanente a la
autoridad del monarca. Según señalamos, la Unión Aragonesa logró extraordinaria fuerza con el Privilegio
general de 1283, acrecida en 1287 con el propio Privilegio de la Unión. Este texto reconoce a la asamblea
tan insólitas facultades (entre ellas, deponer al rey), que convierten a la Unión en un órgano supremo sobre
las propias Cortes y el monarca. Probablemente en toda la historia española no hubo nunca una asociación
ciudadana con tanto poder político como el que ella tuvo, de hecho y de derecho, a fines del s. XIII.

c) La Junta de Obanos. Esta asamblea Navarra es la primera que con propio carácter político aparece en la
Península. Formada durante el gobierno de Sancho VII con la finalidad de asegurar el orden frete a
violencias y tropelías, adquiere en los años siguientes esa naturaleza debido a la presencia en el reino de una
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dinastía francesa. Los infanzones, labradores y eclesiásticos, congregados en el pequeño lugar de Obanos, se
sienten defensores de las libertades y derechos navarros frente a los reyes extranjeros, e imponen ya en 1237
a Teobaldo I una primera concordia cuyas diferencias habrá de resolver Roma.

Ya en la Baja Edad Media, aparece en Navarra la Hermandad del reino. Las Cortes de Olite de 1450
realizan una petición a fin de “que los Estados puedan formar una Hermanad para perseguir a los
delincuentes” y “para paz, utilidad y provecho del reino”. Esa Hermandad debió articularse por merindades
(territorios).

IV LA DELEGACION DEL PODER REGIO

A) CASTILLA Y NAVARRA: VALIDOS Y GOBERNADORES

Causas de la delegación del poder. El rey es la suprema autoridad en el orden político y a él corresponde el
ejercicio del gobierno. Dos causas distintas facilitan sin embargo que estas tareas sean asumidas, en mayor o
menor grado y con desigual duración, por otras personas. De una parte, las ausencias del monarca hacen
necesario que alguien se encargue interinamente del gobierno hasta que él regrese al reino. De otra, el peso
mismo de la gestión pública, su complejidad, la eventual indolencia de los reyes, la presión y ascendencia de
personajes nobiliarios o su amistad con el monarca, facilitan que éste delegue de hecho el poder en alguien
que aparece como privado o valido.

En ausencia del rey, su hijo primogénito, la reina o un hermano se hacen cargo en Castilla de gobierno del
reino. El alejamiento del monarca fue raro en Castilla pero frecuente en cambio en Navarra, en estos casos
un magnate es designado gobernador del reino.

La delegación del poder, presente el propio monarca, da lugar al régimen del valimiento, manifiesto en
Castilla como fenómeno más de hecho que institucional desde mediados del s. XIV.

B) ARAGON: PROCURADORES, LUGARTENIENTES Y GOBERNADOR GENERAL.


La estructura política de la Corona de Aragón hizo más necesaria la delegación del poder regio en los
distintos territorios. Hallamos así procuradores, lugartenientes o virreyes, y también un gobernador general.

El monarca actúa por sí mismo o a través de unos “vicarios” o delegados que en cierta forma le presentan. A
principios del s. XIII esos delegados toman el nombre de procuradores. Estos, con amplias competencias y
facultades jurisdiccionales, se desenvuelven en los dos núcleos territoriales básicos, Aragón y Cataluña,
donde el rey reside de modo más habitual.

Simultáneamente surgen los lugartenientes en los territorios más alejados, tanto peninsulares (Valencia)
como insulares (Mallorca). Allí la ausencia del monarca es algo normal, por lo que el lugarteniente
representa la potestad regia y ostenta amplísimos poderes.

En ese mismo siglo el primogénito heredero recibe el título de gobernador general y designa representantes
en los diversos territorios. Con ello sucede que, mientras la gobernación general tiene un destinatario de
hecho automático, la lugartenencia continúa siendo discrecionalmente otorgada.

Al término de la centuria, los lugartenientes aparecen asimismo como virreyes. Un tal Hugo de Anglosa es
quizás la primera persona que figura como virrey, en cierto nombramiento de 1397, para que ejerza el cargo
en Mallorca. El virrey es un alter ego del monarca y ostenta la plenitud de la potestad regia: jurisdicción
civil y militar.

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TEMA XXVIII. LAS CORTES MEDIEVALES

I ORIGEN DE LAS CORTES

B) LA CURIA COMO ASAMBLEA PRECURSORA EN LA ESPAÑA ALTOMEDIEVAL


En los reinos cristianos surgidos con la Reconquista el rey ostenta un poder absoluto, pero no lo ejerce en
solitario. A fin de asesorarle cuando lo requiera, gentes procedes de los estamentos privilegiados se integran
en una Curia en Cataluña, y desde el reinado de Fernando I (XI) se llamó en Castilla y Léon “Curia
regia”. Sus componentes prestan consejo al monarca y refrendan, como confirmantes, los documentos
propios de las disposiciones reales. La Curia regia fue en principio una asamblea típicamente palatina, de la
que forman parte los personajes principales que vivían en la Corte o circunstancialmente se encontraban en
ella. Esa Curia ordinaria estuvo compuesta por los miembros de la familia real, los funcionarios de palacio,
y diversos magnates eclesiásticos y seglares. Convocada por el monarca, la Curia ordinaria ejerció
fundamentalmente funciones asesoras, aunque asumió funciones judiciales en primera instancia respecto a
los asuntos reservados al príncipe, o como tribunal de apelación en casos sentenciados por jueces inferiores.

Excepcionalmente, sin embargo, surgían asuntos de especial trascendencia, cuyo planteamiento y resolución
afectaban de alguna forma al reino entero. En tales casos esa junta palaciega resultó insuficiente e
inapropiada, por lo que el monarca hubo de convocar junto a sus componentes (de la Curia ordinaria) a otros
muchos nobles y altos eclesiásticos de los diversos territorios. Ello dio lugar a una magna asamblea
conocida como Curia extraordinaria o plena.

¿Cuándo se integran en la curia regia gentes no pertenecientes a la alta nobleza? Los miembros de esa
caterva palatii que menciona algún que otro diploma, eran de procedencia social heterogénea, lo que
confirma la idea de que el Palatium-Curia de Alfonso VI fue ya una asamblea orientada hacia las
transformaciones que propiciarán luego la aparición de las Cortes.

La Curia extraordinaria o plena era convocada en los asuntos más graves e importantes del reino: la jura
del heredero al trono, la elección y matrimonio del rey, la declaración de guerra y el pronunciamiento sobre
los subsidios y ayudas de carácter económico. Intervino asimismo como tribunal de justicia, sentenciando
litigios de diversa naturaleza y entre ellos algunos pleitos surgidos entre concejos. Le correspondió en todo
caso una suprema función asesora. El hecho de que en ocasiones difíciles el soberano se vuelva hacia esos
súbditos en busca de consejo, aparece reflejado en otro texto literario, el Poema de Fernán González
“mandó llamar el conde a todos su varones todos los ricos-hombres, infanzones, escuderos, peones…”.
Asistió al monarca en el ejercicio de la potestad legislativa, obteniendo sus disposiciones el carácter de leyes
generales del reino.

C) ENTRADA DE LOS BUERGUESES EN LA CURIA: ORIGEN DE LAS CORTES

Justificación doctrinal: la fórmula “quod ommes tangit”


La conveniencia de que todos participen en la adopción de decisiones que les afectan, fue simbolizada
por el pensamiento político medieval en la fórmula “quod omnes tangit…” “lo que toca a todos debe ser
aprobado por todos” Esa máxima fue en Europa un principio de participación democrática y de consenso
político en el gobierno del reino. Aplicada a estos problemas, si las curias regias entendían de los asuntos
de interés común, justo era que todos los estamentos sociales estuviesen representados en ellas. Tal principio
justificará que junto a los tradicionales sectores nobiliario y eclesiástico, el “tercer estado” o estamento
ciudadano se incorpore a unas asambleas en cuyas decisiones resulta comprometido.

Los orígenes de la máxima se remontan a un texto del Código Justiniano relativo al régimen de la tutela en
derecho privado. Difundida luego por las decretales de los papas, fue ya utilizada con claro sentido político
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en la convocatoria a las curias generales de diversos países europeo, y muy significativamente por Eduardo
I de Inglaterra al reunir el famoso parlamento de 1295, aquí el monarca se habría apoyado en esa fórmula
del q.o.t., convirtiendo lo que era una mera regla jurídica en un gran principio constitucional.

La influencia del q.o.t. se deja sentir en determinados pasajes del Espéculo “porque a todos atañe el hecho
del rey y todos hi han parte”, también en la Partidas. También, de otro lado, en obras de literatura política,
etc.

Transformación de la Curia plena en Cortes


La transformación de las antiguas curias regias en parlamentos deber ser analizada desde dos
perspectivas.

Para que la Curia regis pueda ser considerada parlamento o cortes han de concurrir tres circunstancias:
a) que el rey consulte a la asamblea de las clases dirigentes, y en especial de los ciudadanos, de modo
regular y sistemático; b) que las formas de representación en la asamblea adopten cierta fijeza con arreglo a
determinados criterios; y, c) que las gentes allí llamadas asuman como colabores regios un cierto grado de
poder y responsabilidad.

Los motivos que llevaron a los ciudadanos a integrarse establemente en esas asambleas parlamentarias, antes
compuestas por nobles y eclesiásticos. Para algunos autores las causas fueron: económicas; las curias no
sólo pretendían aconsejar al monarca, sino también entrar y discutir con él los temas propuestos, y por razón
política: la instauración de las asambleas parlamentarias tuvo incluso que ver con un proceso de “opinión
pública”.

Teoría de Sánchez Albornoz. Este ha vinculado ese hecho a cierto problema relativo a la moneda y
tributos. En Castilla, León y Portugal correspondió tradicionalmente al rey el derecho de acuñar moneda,
en tiempos en que la situación del tesoro regio era precaria y difícil. Las múltiples empresas bélicas, el
desarrollo y mantenimiento de la burocracia, los problemas internacionales y el desgobierno administrativo
acarrearon crecientes gastos. Al no aumentar parejamente los ingresos, debido a la enajenación de territorios
de realengo, donaciones regias y otorgamiento de exenciones propias de la política repobladora, el panorama
financiero resultó insostenible. De esta forma, en especiales momentos de apura, los reyes intentaron
aumentar sus ingresos acudiendo a un prosaico recurso, quebrar la moneda, es decir, acuñarla con una
mayor proporción de metal bajo, mientras mantenían su valor nominal. Esta alteración de la “ley de la
moneda” reportaba en principio al fisco regio una mayor ganancia, pero lógicamente desencadenó un alza
inmediata de precios y numerosos trastornos. Para evitar estos perjuicios los concejos idearon pagar al reuní
cantidad en metálico a cambio de que acuñase moneda en un tiempo determinado. Tal compromiso tuvo
lugar por vez primera en las Cortes de Benavente de 1202, donde Alfonso IX se obligó a no acuñar
moneda durante 7 años. La reiteración de la venta de la moneda con el consiguiente y repetido pago de la
cantidad que impedía la nueva acuñación, dio lugar a un tributo llamado “moneda forera”. Sin embargo, no
quedaron aquí las cosas. El monarca no aguardaba a la conclusión del plazo establecido, sino que exigía
nuevas colectas bajo amenaza en caso negativo de volver a quebrar la moneda. La resistencia popular y el
forcejeo entre rey y concejos, llevó la discusión del grave tema tributario a las curias plenas, donde esos
concejos, especialmente afectados por la arbitrariedad financiera, quisieron estar presentes. Por estas razones
económicas los procuradores ciudadanos se incorporaron a la curia, transformada entonces en Cortes, con
la principal finalidad de votar los impuestos.

II NATURALEZA Y COMPETENCIAS

A) LAS CORTES COMO ORGANO ASESOR O COMO ASAMBLEA LIMITADORA DEL PODER
REAL
Las Cortes castellanas fueron una asamblea cuya justificación radicó a menudo en legitimar con su
consenso las decisiones unilaterales del monarca, pero que por fuerza de las circunstancias políticas y de la
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[Escribir texto]

necesaria concordia social –acuerdo sobre los impuestos, leyes, etc.- se convirtió de hecho en un órgano que,
con más o menos fuerza, según épocas, limitó y moderó el absolutismo regio.

B) LAS CORTES EN LOS REINOS: COMPETENCIAS


Si varios reinos u otras unidades territoriales de distinta naturaleza jurídica se integran en la Corona, cada
uno conservará en ellas su propia asamblea. Existieron unas Cortes únicas, aunque los señoríos
vascongados mantuvieron sus propias Juntas. Navarra tuvo Cortes del reino durante el período medieval y
las conservó tras su incorporación a Castilla.

Las Cortes entendieron de los asuntos de interés general, pero sus competencias concretas no fueron nunca
reconocidas de modo explícito. Al margen de atribuciones genéricas y difusas, como aconsejar al monarca,
defender la justicia y la paz, o reunirse con ocasión del juramento del rey y del heredero, su ámbito de
acción se proyectó en lo fundamental a tres puntos: concesión del subsidio económico extraordinario o
servicio; reparación de agravios; y, intervención en la actividad legislativa.

El otorgamiento de las ayudas financieras solicitadas por el rey y el acuerdo sobre nuevos tributos, fueron
cuestiones de exclusiva competencia de las Cortes. Ahora bien, así como en Castilla resultó usual que se
aprobara el servicio antes de que el monarca contestase a las peticiones de los procuradores o reparar los
agravios. En Aragón según ha solido afirmarse, el procedimiento fue inverso, lo que debió significar que la
concesión de subsidios quedara condicionada a la previa reparación del desafuero regio. Tal diferencia
habría de resultar trascendental para el juego político de unas y otras asambleas. En las aragonesas se da a
veces una tan rotunda negativa a otorgar el subsidio, que el rey opta por marcharse sin responder a los
agravios.

La actividad legislativa ocupó a las Cortes, pero el peso específico de ellas en tal quehacer fue así mismo
distinto en Castilla y Aragón. Un papel importante el grado de participación que se les atribuya a la hora de
legislar con el rey. En todo caso, bien se entienda que rey y Cortes legislaron de común acuerdo
(Valdeavellano) o que el rey no compartió la potestad legislativa (Prende), cierto es que esa potestad se
ejerció en Castilla en las Cortes mismas. En Aragón resultan algo más explícitas las facultades legislativas
de la asamblea, según reconocimiento del Privilegio general de 1283.

III COMPOSICION, FUNCIONAMIENTO Y CONCLUSION DE LAS CORTES

A) LA REPRESENTACION DE LOS TRES ESTAMENTOS

Los estados nobiliarios y eclesiásticos


El estamento nobiliario. El sector nobiliario formó en general un único “estado o brazo”, excepto en
Aragón donde aparece dividido en dos (ricos-hombres o magnates de la alta nobleza y los caballeros).

El estamento eclesiástico. El estado eclesiástico aparece representado por las personalidades más destacadas
–obispos, abades, priores de importantes monasterios-, quienes acuden por sí mismos o envían en su nombre
a un procurador. A veces, según los territorios, figuran en este brazo los maestres de las Ordenes Militares y
los procuradores de las Órdenes mendicantes.

Apartamiento de los nobles y eclesiásticos. Noble y eclesiásticos dejaron progresivamente de acudir a las
Cortes. La ausencia de ambos brazos fue ya notoria en la segunda mitad del s. XV y absoluta a partir de
XVI. Desde esa fecha las asambleas contarán sólo con los representantes de las ciudades.

El estado llano

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El tercer brazo estuvo compuesto por los procuradores de las ciudades y villas, si bien no de todas, sino
sólo de aquellas convocadas por el rey entre la de territorios de realengo. Las villas de señorío fueron
representadas por los respectivos señores seglares o eclesiásticos.

El número de ciudades con voto en Cortes sufrió muchas oscilaciones. En Castilla la representación más
amplia se dio a principio del s. XIV, para disminuir luego y estabilizarse en el s. XV en 18 ciudades. En la
Corona de Aragón, a su vez, el número fue extremadamente reducido a mediados del s. XIII, pero luego
aumentó.

Los representantes de las ciudades reciben el nombre de procuradores en Castilla y de síndicos en la


Corona de Aragón. Cada ciudad nombra uno o varios, los cuales en todo caso disponen de un único voto.
En la etapa inicial, los procuradores fueron elegidos por los cabezas de familia de las distintas villas. Más
tarde, desde mediados del s. XIV, el consejo municipal asume esa tarea y procede a la designación directa o
a través de sorteo. A veces, en Navarra por ejemplo, se hizo uso de un régimen mixto de insaculación y
elección, siendo sorteados los electores que posteriormente eligen a los representantes. Tras su designación,
los delegados ciudadanos reciben poderes para actuar en Cortes, constituyéndose en portavoces de la
opinión de las ciudades sobre los asuntos propuestos en la convocatoria. De ordinario se ha afirmado que los
procuradores y síndicos carecieron de autonomía, debiendo limitarse a transmitir lo que la ciudad hubiera
acordado. El poder del procurador representaba así un mandato imperativo. Si surgen nuevas cuestiones, el
procurador recabará nuevos poderes, debiendo mantener por tanto una estrecha relación con la ciudad a la
que representa, lo que en Cataluña se asegura constituyendo una comisión ad hoc.

B) CONSTITUCION DE LAS CORTES


Convocatoria. Lugar y fecha de reunión
La convocatoria de las Cortes corresponde al rey, quien, mediante carta, indica la finalidad, lugar y fecha de
la asamblea. Las cartas de convocatoria tienen carácter individual, dirigiéndose por separado a cada uno de
los magnates o ciudades que deben asistir. La designación del lugar y fecha queda al arbitrio del monarca.
En Castilla solían ser convocadas cada 2 ó 3 años, figurando como períodos más largos sin Cortes, 7 años
en el reinado de Pedro el Cruel, 9 en el de Alfonso XI y 18 años en el de los Reyes Católicos, coincidiendo
así con el gobierno de monarcas de corte absoluto.

Apertura y comprobación de poderes


Reunidos todos en el sitio y fecha previstos, tiene lugar la apertura solemne presidida por el rey. Este dirige
a los asistentes un enfático discurso, llamado proposición, destinado a explicar con cierto detalle los
motivos de la convocatoria y exponer las cuestiones que deben ser sometidas a deliberación y acuerdo. En
los casos de minoridad regia, el discurso corre a cargo de la reina regente, algún pariente real o el canciller.

La proposición es contestada por separado por los representantes de los tres brazos. En primer lugar, habla
Castilla el estado nobiliario, por boca de un miembro de la familia Lara, y a continuación el eclesiástico a
través del arzobispo de Toledo. En último lugar hacen uso de la palabra los representantes ciudadanos,
por medio de los procuradores de Burgos, cabeza del reino y capital de la viaja Castilla. Este último
formalismo se tornó sin embargo en conflictivo cuando los procuradores de Toledo concurrieron por vez
primera a las Cortes celebradas en Alcalá de Henares en 1348. Invocando la antigüedad de Toledo como
capital de la monarquía visigótica, Alfonso XI zanjó la cuestión con una sentencia salomónica: “los de
Toledo harán lo que yo le mandare, y así lo digo por ellos: y por ende, hable Burgos”, es decir, mantiene
a los de Burgos en su privilegio y exalta a los de Toledo ofreciéndose el mismo rey a hablar por ellos.

Tras la apertura y antes del inicio de las sesiones tiene lugar la comprobación de poderes de los
procuradores. En 1475 se ocuparon de tal menester el secretario de la cancillería y otras personas, quizás
pertenecientes al Consejo real. Cuando en el s. XVI hubo un presidente de las Cortes distinto al monarca, él
y el secretario de la asamblea comprobaron los poderes, tarea que recayó luego en la llamada Junta de

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[Escribir texto]

asistentes de las Cortes. Idéntica función fue asumida en las Cortes aragonesas por unas personas, los
habilitadores, designados al efecto.

C) DESARROLLO Y TERMINO DE LAS SESIONES: LA ADOPCION DE ACUERDOS.


Concluidos estos actos preliminares, se inician las deliberaciones, centradas en las demandas del rey y en los
agravios cuya reparación solicitan los procuradores. Cada uno de los estados se reúne por separado, lo que
exige establecer determinadas medidas funcionales que garanticen el orden de los debates, y aseguren una
adecuada relación del rey con los distintos brazos y éstos entre sí.

Cada uno de los brazos elige un promovedor, quien actúa como presidente, presenta las propuestas, dirige
los debates y plantea los acuerdos a adoptar. Las negociaciones de los distintos brazos con el rey tienen
lugar a través de unos tratadores, los cuales actúan como portavoces de las distintas ofertas y contraofertas.
Los brazos, por su parte, se relacionan entre sí mediante dos embajadores nombrados por cada uno de ellos.

Los acuerdos han de ser adoptados con el asentimiento de todos los brazos. De ordinario existen cuando se
logra la mayoría en cada brazo.

La reparación de los agravios queda en Castilla en manos del rey, quien decide sobre las denuncias
presentadas. En las Cortes aragonesas es en cambio el Justicia Mayor la autoridad que juzga y decide. En
Cataluña existieron unos reparadores o provisores de agravios designados por el rey y los brazos de las
Cortes.

Adoptados los acuerdos, o concluidas definitivamente las deliberaciones sin resultado positivo, se procede a
la disolución de las Cortes.
D) LA DIPUTACION DE CORTES
Las Cortes votan unos determinados subsidios y adoptan ciertos acuerdos. A fin de velar por la correcta
exacción y administración de aquéllos y por el buen cumplimiento de éstos, aparece un órgano, la
Diputación, cuya gestión se proyecta desde el término de una Cortes hasta el inicio de las siguientes.
Surgida como institución provisional y de finalidad muy específica, adquiere con el tiempo una notable
importancia, asumiendo carácter representativo y otras múltiples funciones.

Desde finales del s. XIII, las Cortes catalanas designaron antes de su disolución unos delegados o diputats,
para que se encargaran de la recaudación de los subsidios. Estas gentes, nombradas con carácter accidental
para ese cometido, constituyen a mediados del s. XIV una junta permanente, la Diputació General, que en
el futuro aparece como representación permanente de la generalidad del país o Generalitat. A sus
primitivas atribuciones fiscales, la Diputación General agregó el velar por el cumplimiento de las leyes,
tomar juramento a los oficiales reales y vigilar la seguridad pública, reclutando además huestes militares que
quedaron bajo su control.

En Aragón la Diputación del Reino pudo tener que ver en sus orígenes con el establecimiento del impuesto
de generalidades (tributo de aduanas) cuya inspección fue pretendida por los brazos de las Cortes. La
Diputación se consolida en el s. XV, a partir sobre todo de las Cortes de Alcañiz de 1436, donde los
delegados de los brazos nombran ocho diputados con la facultad de elegir a sus sucesores por mandatos
trienales. Esos diputados, competentes en cuestiones tributarias y también en defender los fueros del reino,
gozan de absoluto poder y sus decisiones no son recurribles ante el Justicia Mayor ni ante el monarca. En
cierto sentido la Diputación se configura como un órgano político-administrativo autónomo, desvinculado
incluso a veces de las Cortes y en manos más bien de la oligarquía del reino.

TEMA XXIX. ADMINISTRACIÓN CENTRAL EN LA ESPAÑA MEDIEVAL.

I. EL OFICIO PÚBLICO: ACCESO AL OFICIO Y CONTROL DE LA GESTIÓN (PESQUISAS,


VISITAS, JUICIO DE RESIDENCIA Y PURGA DE TAULA).
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El príncipe, cabeza de la Administración en cada uno de los reinos, es auxiliado en los niveles centrales
central, territorial y local por asambleas y funcionarios diversos. La coexistencia conflictiva de esa
Administración regia y de aquella otra organizada en sus dominios por los titulares de señoríos, quienes al
amparo de concesiones de inmunidad suplantan la función pública, instauran un régimen señorial que
pretende evitar el control del monarca, y en última instancia independizan la administración de amplísimos
territorios al disponer de unos funcionarios señoriales que de hecho sustituyen a los de los reyes.

Los oficios. Los colaboradores y auxiliares del monarca con sus oficiales. Nombrados por él, ejercen en su
respectivo ámbito de acción un poder que en última instancia procede del príncipe. En principio la relación
del rey con los oficiales aparece como algo de carácter privado y personal, consecuencia a menudo de los
lazos de fidelidad con que determinadas gentes se vinculan al soberano. Razones de amistad, parentesco,
retribución de servicios prestados o recompensa de esos lazos de fidelidad, llevan al monarca a poner a
ciertos súbditos al frente de los cargos de la administración central, territorial o local.

I LOS COLABORARES Y AUXILIARES DEL MONARCA SON SUS OFICIALES.

A) ACCESO AL OFICIO
En tanto en cuanto el poder reside en el príncipe y el otorgamiento de cargos es prerrogativa suya, el
monarca designa libremente a los titulares de los oficios.

Quienes los poseen lo consideran como una merced particular, que forma parte de su propio patrimonio y
que, en consecuencia, pueden enajenar. Tal patrimonialización del oficio abre el camino para que se pueda
acceder a él por una vía distinta a la designación regia, aprovechando sencillamente las diversas formas de
enajenación que practican quienes hasta ese momento son sus titulares, siendo estas: venta, arrendados o
incluso subarrendados, por renuncia de su anterior titular. El efecto de la patrimonialización de los oficios
fue la tendencia a considerarlos hereditarios. Así algunos altos cargos, como el condestable, quedaron
vinculados a oligarquías nobiliarias, transmitiéndose en el sedo de esas familias.

B) EL CONTROL DE LA GESTION
La inspecciones del oficio: pesquisas y visitas
La gestión de los oficiales públicos podía ser fiscalizada durante el desempeño del cargo a través de visitas y
pesquisas (La pesquisa fue en principio un medio de prueba para aclarar en el curso de un proceso la verdad
de los hechos, o iniciar el procedimiento mismo). Al aplicarse esta institución procesal al mundo político-
administrativo, surgen unos delegados regios o pesquisidores, que controlan mediante la pesquisa
(indagación, averiguación) si los oficiales hacen dejación de sus funciones o se exceden en ellas. Intervienen
así por orden del monarca “cuando le dan algunos hombres querellas de su oficial, que no usa bien su oficio,
que les hace muchos agravamientos en tales cosas” (Ley del Estilo).

“Juicio de residencia” y “Juicio purga de taula”


Al concluir el desempeño del cargo, o tras determinados períodos los oficiales públicos podían ser sometidos
a un juicio de conjunto sobre su gestión, llamado en Castilla residencia, y en Aragón purga de taula.

Juicio de residencia en Castilla. Esta regulado en la Partidas que dispone que jueces y adelantados
permanezcan tras su cese 50 días en el lugar donde hayan ejercido el oficio, a fin de responder por sí mismos
de posibles quejas y denuncias. Tal procedimiento, regulado con detalle por los Reyes Católicos, adquirirá
notoriedad, al igual que la vista, al ser exportado luego al mundo americano.

Juicio de purga de taula en Aragón. Juicio contradictorio par discernir la responsabilidad de los oficiales
reales obligados a “purgar taula” o “tener taula”, respondiendo a posibles agravios y negligencias. Quedaban
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[Escribir texto]

sujetos a este procedimiento los vegueres, bayles y otros oficiales inferiores de jurisdicción inferiores
ordinaria y temporal, quienes debían comparecer antes unos jueces especiales designados por el rey y que
actuaban casi exclusivamente a instancia de parte. Tras su institución por Alfonso III en las Cortes de
Monzón de 1289, la purga de taula tuvo lugar cada año durante un período de 30 días, pasando luego cada 3
años. Realizada en la sede la veguería o baylía a la que pertenecieran los oficiales inculpados, resultó al
parecer muy frecuente que ellos fueran absueltos, lo que originaba la consiguiente reincorporación al cargo.

Extinción del cargo de oficial. La relación entre el rey provisor del oficio y el titular del mismo concluye: la
muerte de uno u otro, el transcurso del plazo en los oficios temporales, la revocación del nombramiento, y la
renuncia y enajenación del cargo.

Clase de oficios por su duración. Respecto a la duración del oficio, distinguimos los concedidos a término o
por un período determinado de tiempo, generalmente un año, que naturalmente se agotan con la conclusión
del plazo, de aquellos otros dados por vida e incluso por juro de heredad, a extinguir los unos con su titular y
transmisibles los otros a los herederos.

II LA ADMINISTRACIÓN CENTRAL

B) LOS CONSEJOS DE LOS REINOS


La función de asesoramiento y asistencia al monarca, propias en la Alta Edad Media de la Curia ordinaria,
fuero asumidas en los reinos bajomedievales por los llamados Consejos. Estos Consejos constituyen juntas
estables que asesoran al rey y colaboran con él en la administración y gobierno del reino. Presentes a veces
en ellos los diversos estamentos sociales, su condición de cuerpos consultivos facilitó una creciente
presencia de los letrados.

El Consejo de Castilla fue establecido por Juan I en las Cortes de Valladolid de 1385, quedando entonces
compuesto por 12 personas: 4 prelados, 4 magnates nobiliarios y 4 ciudadanos. En su fundación el Consejo
es reconocido como competente en los asuntos del reino, excepto en los de justicia reservado a la Audiencia
y en los de gracias propios del rey, si bien éstos habrán de librarse tras ser consultado el organismo.

A los dos años de su fundación el Consejo fue reorganizado en profundidad con ocasión de las Cortes de
Briviesca de 1387. En cuestión de competencias, se distinguieron allí los asuntos que el rey podía librar sin
el Consejo, reducidos al nombramiento de oficiales y a pequeñas dádivas, de los que el monarca despachaba
oído el organismo (concesión de tenencias, tierras, oficios, etc.) y de aquellos otros que el propio Consejo
resolvía al margen del rey. Entre estos últimos, objeto de su exclusiva competencia, figura un abundante
número de cuestiones relativas a gobernación, guerra, hacienda y justicia. Se acuerda asimismo que las
cartas del Consejo sean obedecidas como si fueran firmadas por el rey, y que los consejeros juren guardar
fidelidad y secreto de cuanto en él se trate.

Reformas de 1459 y 1480. Durante los años siguientes el Consejo atraviesa múltiples alternativas, acordes
con la agitada vida política del reino. Las ordenanzas dadas por Enrique IV en 1459 le reconocieron
explícitamente por vez primera competencias judiciales, sancionando en su composición la presencia
mayoritaria de los letrados (8 de ellos, junto a 2 prelados y 2 caballeros). Una nueva y última reorganización
general en el s. XV fue llevada a cabo por los Reyes Católicos en las Cortes de Toledo de 1480. Según un
cronista de la época nos dice que en aquellas Cortes de Toledo se reunían a diario “cinco Consejos”, los
cuales propiamente debieron se secciones distintas del único Consejo de Castilla, junto a un grupo de nobles
y doctores aragoneses. La relativa a cuestiones internaciones aparece presidida por los monarcas.

Importancia del Consejo de Castilla. Este tuvo una extraordinaria importancia en la época medieval y la
tendrá luego en la moderna. Siendo todos los Consejos “reales” o del rey, ese Consejo figurará siempre
como el Consejo Real por antonomasia. De carácter itinerante a menudo, de acuerdo con los movimientos
de la Corte, se asentó con asiduidad en Valladolid, Burgos, Madrid, Segovia y Palencia. Desde 1390 fueron
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[Escribir texto]

otorgadas facultades especiales a un consejero para que actuara como presidente, cargo desempeñado por
prelados o poderosos magnates nobiliarios y que adquirirá en los siglos modernos singular relieve.

TEMA XXX. LA ADMINISTRACION TERRITORIAL Y LOCAL.

I LA ADMINISTRACION TERRITORIAL

A) EL REGIMEN CONDAL PRIMITIVO


La estructura del gobierno territorial se acompasó en los primeros siglos al sistema condal característico de
la administración visigoda. Al frente de cada una de las circunscripciones figuró un comes, con amplias
atribuciones gubernativas, financieras, militares y judiciales. En el reino asturleonés los reyes concedieron
a magnates laicos o eclesiásticos diversos distritos ad imperandum, esto es, para que los rigieran y
gobernasen. Y habida cuenta de que el imperium o mando, característico del monarca, fue delegado por él
en quienes había colocado como rectores de cada demarcación, tales jefes territoriales pasaron a ser
llamados imperantes o imperatores terrae aun antes de que fueran nombrados condes. Con parejo sentido
de gobernadores sin jerarquía condal, en Castilla se les designó como potentes.

Esas autoridades territoriales, imperantes y potestades o comes propiamente dicho, actúan representando
al monarca en la defensa y tutela del orden público, recaudan impuestos, administran justicia como propios
jueces y dirigen el ejercito. Bajo las órdenes del conde figura un delegado o vicario, calificado en Cataluña
de vizconde así como varios vicarios auxiliares, ocupados todos ellos en funciones preferentemente
económicas. El cuidado de los grandes dominios regios recayó a su vez en un mayordomo o merino,
quienes desbordó pronto su inicial quehacer doméstico para asumir otras tareas de índole financiera, militar
o judicial. Tanto el rey como estas autoridades territoriales hicieron ejecutar sus órdenes mediante
alguaciles o sayones, quienes a veces tuvieron delimitada la comarca del condado donde podían intervenir.
Es esa precisa circunscripción, o desenvolviéndose sin trabas por los dominios condales, el sayón hacía
prácticamente de todo: convocaba a las asambleas judiciales, ejecutaba acuerdos, recaudaba multas e
impuestos, prendían malhechores, etc.

Crisis del sistema en los s. X y IX. En temprano régimen de gobierno hubo de respetar la autonomía e
inmunidad de los señoríos surgidos entonces, en la medida en que sus titulares lograron una independencia
creciente del poder político. Por lo demás, tal sistema de gobierno territorial dejó de tener sentido en
Cataluña a partir del s. X, cuando los propios condados se convirtieron en unidades políticas
independientes. En Castilla, a su vez, la pujanza de los señoríos inmunes y de unos consejos fortalecidos por
la prosperidad de la vida urbana, trasformaron en la centuria siguiente tan simple esquema hacia formas
administrativas más sofisticadas.

B) EL SISTEMA A PARTIR DEL S. XII

Castilla y Navarra: tenencias, merindades y adelantamientos


Como consecuencia de las concepciones feudales, el gobierno de los distintos territorios se identificó
progresivamente en le disfrute de beneficios –en especial, militares- que recibían las personas vinculadas al
monarca por lazos de vasallaje. En Aragón y Navarra los nobles lograron en beneficio distritos concedidos
por el rey (honores regales), en Castilla los magnates vasallos del monarca fueron favorecidos con el
gobierno de territorios llamados tenencias. Su titular, el tenente, disfrutó así de poder público y retuvo en
su provecho parte de las rentas de la comarca. La tenencia era revocable según libre voluntad del monarca,
si bien quienes las desempeñaron pugnaron por convertirlas en hereditarias.

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[Escribir texto]

El acrecentamiento de funciones conseguido por los merinos condujo a que ellos se convirtieran en oficiales
públicos en destacado poder jurisdiccional. Mientras pronto los merinos de los dominios regios de una
misma zona, fueron puesto bajo el control global de un merino mayor, con lo que éste aparece como
gobernador de esa circunscripción llamada merindad. Sobre todos ellos, y con rango superior, destaca la
figura de un merino mayor del reino.

Alfonso X pone al frente del los territorios andaluces, recientemente reconquistados, a un adelantado de la
frontera. Posteriormente, un nuevo oficial, el adelantado mayor, sustituye a los merinos mayores en las
grandes circunscripciones de Castilla, León, Murcia y Galicia.

Los adelantados mayores fueron delegados del rey que rigieron los distritos con amplias competencias
gubernativas, judiciales y militares. Ahora bien, no siempre esos personajes no reemplazaron siempre a los
merinos mayores.

Razones para nombrar merinos o adelantados. Hipótesis de Sánchez-Arcilla. Los adelantados son jueces
que entienden en apelación de causas ya falladas, y directamente, por delegación, de los casos graves
reservados al monarca. Los merinos, en cambio, desempeñan principalmente funciones de policía
gubernativa, ejecutando la justicia y persiguiendo a los delincuentes. Ahora bien ¿por qué los reyes pusieron
una veces al frente de territorios jueces propiamente dichos, es decir a adelantados, y otras en cambio a esos
merinos, custodios y ejecutores de la justicia?, se explica por la presencia de adelantados en aquellos
territorios alejados o fronterizo, en función de la habitual ausencia del rey, debido a que las circunstancias
exigían jueces con amplias facultades y que pudieran actuar con rapidez y autonomía. A su vez la sustitución
de los merinos por adelantados pudo deberse, en opinión del mismo autor, a criterios de ahorro público en
su panorama de crisis económica.

Corona de Aragón: juntas, veguerías, baylías y justiciazgos


Procuradores, lugartenientes y “portant veus”. La pluralidad de reinos y territorios que formaban la Corona
de Aragón, así como su dispersión geográfica, impuso que el monarca designara en ellos unos
representantes revestidos de amplias facultades, fundamentalmente de carácter judicial. Esos representantes
reciben el nombre de procuradores, procuradores generales si disponen de un mayor poder, o
lugartenientes si se consideran como un alter ego del príncipe. Cuando la gobernación general fue
asumida por el primogénito del monarca, éste designó unos delegados, los portant veus, quienes
sustituyendo a los procuradores dirigieron la administración de cada país.

En Aragón los distritos, llamados honores, universidades o merinatos, fueron dirigidos por un oficial o
merino. Pero de otra parte, los municipios se asociaron para defender el orden público, constituyendo unas
juntas con jurisdicción sobre el territorio global de los municipios confederados. La dirección de las juntas
correspondió al sobrejuntero, quien aparece por tanto como una autoridad de esa administración intermedia
o territorial.

En Cataluña el antiguo vicario del conde es conocido, en el bajomedieval, con el nombre de veguer, jefe
gubernativo, militar y juez ordinario en su distrito o veguería. El veguer preside el Consejo Municipal y su
jurisdicción se confunde a menudo con la propia de un alto magistrado local, el bayle, personaje éste que
depende del bayle general existente en la propia Cataluña, Valencia y Mallorca. Los bayles generales y
locales desempeñaron preferentemente funciones administrativas y financieras.

Los Justiciazgos se dio en los territorios de Valencia, Castellón, etc., coexistiendo ese régimen con un
reparto en justiciazgos, circunscripciones regidas por un justicia cuya autoridad se proyectaba a múltiples
cuestiones de orden público, recaudación de impuestos, etc. y que antes todo era un supremo juez.

II LA ADMINISTRACION LOCAL

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[Escribir texto]

A) ORIGENES DEL MUNICIPIO MEDIEVAL


Las ciudades del Occidente medieval aparecen por lo común como un núcleo cerrado, con un cerco o
muralla que separa la aglomeración urbana del campo circundante. Divididas en barrios, cada uno de ellos
suele agrupar a burgueses y comerciantes en razón de su oficio. Cuando la ciudad crece y desborda el
recinto que la limita proceden a fortificar su asentamiento y prologan así el radio de acción de la vida local
(suburbio o “nuevo burgo”). La parte más próxima a la ciudad de los territorios que la rodean constituyen el
alfoz.

Probablemente no existió en principio dependencia jurídica determinada de eso territorios (alfoz) respecto al
núcleo urbano el centro económico donde radicaba el mercado, la sede de la autoridad civil y lugar donde se
reunía la asamblea judicial o concilium. Alfoz y término municipal son dos demarcaciones administrativas
independientes del municipio. El terminus es el territorio jurídicamente asimilado a la ciudad. El alfoz es
aquél donde los vecinos disponen de ciertos derechos –pastos, aprovisionamiento de leña, caza y pesca-, sin
ejercer allí ninguna autoridad (la del municipio).

Estas ciudades podían crearse a menudo como de nueva planta con fines económicos o militares, otras
veces surgieron de forma espontánea o natural junto a iglesias (Santiago de Compostela), y entre uno y otro
tipo de ciudades cristianas, se dio en fin una categoría intermedia, que engloba a aquella que como León o
Astorga fueron reedificadas sobre su primitivo trazado romano. Las ciudades musulmanas tuvieron como
principales puntos de referencia a dos grandes edificaciones: el alcázar (residencia del príncipe o
gobernador), y la mezquita, en cuyo entorno solían concentrarse los barrios mercantiles. Al pasar a manos
cristianas, el alcázar se mantuvo como fortaleza y residencia, la mezquita central pasó a ser catedral, y las
mezquitas de los barrios fueron a menudo convertidas en iglesias.

Las necesidades de repoblación en las grandes áreas fronterizas dieron lugar a una relación especial entre la
ciudad y aquellos poblados rurales que quedaban bajo la jurisdicción del concejo. Tal relación se tradujo en
las llamadas Comunidades de Villa y Tierra, cabe decir que al recibir los concejos del monarca muy
extensos territorios, esos concejos ejercieron allí los derechos que en el realengo correspondían al rey, y en
los dominios señoriales a los propios señores. Los concejos disfrutan así de una notable autonomía político-
administrativa. La Comunidad de Villa y Tierra armoniza esa autonomía con su dependencia jurídica del
monarca, quien se hará representar en ella por agentes diversos. El concejo de villa y aldeas, o la
Comunidad de Villa y Tierra, será en fin, la unidad gubernativa básica en torno a la cual se articula todo el
territorio.

ESDUDERO, en la aparición del municipio hispano concurrieron numerosos factores, tanto de índole
doméstica, producto de la pugna con los musulmanes, como otros homologables con lo que sucedió en las
ciudades ultrapirenaicas. Nuestro concilium altomedieval, por su reducido ámbito de competencias y por
depender de las autoridades territoriales, no fue desde luego un municipio. Pero sí una manifestación
rudimentaria de régimen local que sirvió de base a la creación de esa conciencia urbana. Tal base
institucional se fortaleció por el hecho de que quienes vivían en una ciudad acudieran a un mismo mercado,
formaran parte de la misma parroquia, tuvieran a la ciudad amurallada como refugio común, disfrutaran de
un idéntico estatuto de libertad y fueran distinguidos por la concesión de fueros y franquicias. Apareció así
el municipio como forma jurídico-política, elemental al principio y más compleja desde el s. XII, mediante
la cual los ciudadanos, o algunos de ellos, participan en el gobierno de la comunidad local, logran una
creciente autonomía, afirman su poder jurisdiccional y desarrollan un aparato institucional de oficiales
aplicados a diversas funciones y servicios.

B) LA ORGANIZACIÓN MUNICIPAL
En la etapa altomedieval la totalidad de los vecinos forma parte teórica del concejo, puede asistir a su
reuniones y participar en la adopción de acuerdos. Este sistema, del llamado concejo abierto, se tornó
inviable en la práctica debido fundamentalmente a dos causas: al número creciente de vecinos que
dificultaba la posibilidad de celebrar las asambleas; y de otro, a la también creciente complicación de la vida
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[Escribir texto]

municipal, cuyos diversos asuntos difícilmente podían ser discutidos y resueltos por esa muchedumbre
indiscriminada. Tuvo lugar así la sustitución del concejo abierto por un concejo reducido o concejo
cerrado, al cual pasa con carácter permanente todas las atribuciones de la primitiva asamblea. Esta nueva
corporación, el cabildo o ayuntamiento, que aparece con distintos nombre según los reinos.

Castilla. El regimiento y la fiscalización del monarca: corregidores, asistentes y gobernadores.


La cierta autonomía que disfrutaron los municipios de realengo, no impidió desde un principio que el
monarca tratara de fiscalizarlos a través del “señor de la ciudad” (dominus villae), del merino y de los jueves
y alcaldes del rey. A despecho de ellos, esa autonomía creció, iniciando la que se ha denominado “curva de
las libertades municipales”. Su arranque puede situarse en las primeras concesiones a los concejos en los
inicios del s. XI, alcanzando el apogeo ese autogobierno municipal a mediados del s. XIII, para agotarse
luego ante el acoso regio y morir en el s. XIV bajo el reinado de Alfonso XI. Así este monarca ordenó
durante el bienio 1345-1346 la sustitución del concejo abierto en importantes ciudades castellanas (Burgo,
León, Madrid), por unas juntas de regidores designados directamente por el monarca.

Constitución de los regimientos y sus causas. En términos generales, las reformas de Alfonso XI suponen la
constitución de un regimiento compuesto por regidores nombrados por el rey, quienes a su vez eligen los
cargos del concejo que el monarca confirma. El regidor fue de ordinario designado libremente por el
monarca, si bien algunas ciudades como Murcia disfrutaron del privilegio de presentar a los aspirantes.

¿Cuáles fueron las causas determinantes de esta política centralizadora?, posiblemente ha estado en el
tránsito del concejo abierto al regimiento por los desequilibrios y disturbios políticos, por el incremento de
población, por la intromisión de los altos cargos reales – adelantados mayores, etc.- en el gobierno de las
ciudades, lo que convirtió a sus titulares más en señores autónomos que en delegados regios, y finalmente
por la precaria situación de los primitivos concejos abiertos.

Fiscalización del monarca. El control del monarca sobre la vida municipal no se limitó en todo caso al
nombramiento de los regidores. Fue asegurado además por la fiscalización de tres distintos representantes
suyos: El corregidor sobre todo como un juez. El asistente como delegado regio en la organización
municipal. El gobernador como garante del orden público.

La preocupación de Alfonso XI por supervisar la gestión de quienes estaban al frente de cargos y oficios, se
manifestó ya en 1312, primer año de su reinado, al advertir a los procuradores asistentes a las Cortes de
Valladolid que deseaba “saber de todos los oficiales de la mi casa e de la mi tierra, como usa cada uno en
los oficios que tuvieren”. Para ello se sirvió de unos antiguos oficiales, los veedores, que una veces aparecen
como tales, inspeccionando la administración de justicia, otras como enmendadores, en función de enmendar
los desarreglos, y también como corregidores, por su obligación de corregir esas deficiencias facilitando la
revisión de las causas impugnadas. Los corregidores nacen de forma vacilante con Alfonso XI y queda
definitivamente institucionalizado con los Reyes Católicos, para convertirse en representantes fijos del
monarca en cada ciudad. Son nombrados por el rey, resultaron de ordinario elegidos entre jurisperitos e
individuos de la baja nobleza.

El corregidor bajomedieval fue un verdadero juez, ordinario en unos casos, delegado del monarca en
otros que él le encomendaba, y juez de alzada respecto a las sentencias dictadas por los alcaldes. En el
ámbito de la administración municipal el corregidor participa con voz y voto en las reuniones del concejo,
ejerce la potestad reglamentaria dictando a menudo ordenanzas, cuida del orden público, se ocupa de los
problemas de abastecimiento y supervisa, en fin, el buen orden de la hacienda concejil.

La figura del asistente real surge en las Cortes de Valladolid de 1447. De naturaleza análoga al corregido,
se diferencia de éste en que el asistente no retine los oficios de alcaldía y alguacilazgos, que siguen siendo
nombrados por el concejo. El asistente actúa en la vida concejil como portavoz y defensor de los intereses
del monarca, al que informa de cuanto acontece para adoptar en su caso las medidas oportunas.
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[Escribir texto]

Los gobernadores son nombrados por el rey, fueron agente de extracción social media, que ejercieron su
cargo por períodos indeterminados de tiempo, siempre a merced del monarca. Con funciones muy diversas
según los casos –es más propio hablar así de gobernadores que de gobernador-, tuvieron ellos la atribución
común de defender el orden público. Esta tarea, principal en el gobernador, era sólo una de las varias que
ocupaban al corregidor, institución de más amplio espectro que termina por prevalecer.

Asistentes y gobernadores fueron así figuras político-administrativas acotadas al marco de la segunda mitad
del s. XV, época en que todavía el corregidor se encuentra en una fase expansiva o “acumulación de
funciones”. En la centuria siguiente, asistentes y gobernadores quedarán como instituciones residuales,
mientras de cara a los tiempos modernos se consolida con fuerza ese corregidor castellano.

TEMA XXXI. LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA

I LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA
En el período altomedieval predominó un sistema de justicia privada según el cual los propios particulares
velaban por el mantenimiento del ordenamiento jurídico y, caso de ser quebrado, procedían a su reparación.
Hasta el s. XI fue así frecuente que la persona ofendida o la familia tomaran la justicia por su mano,
retoñando la práctica germánica de la “venganza de la sangre”. Junto a esa primitiva concepción de la
justicia como algo que corresponde a los particulares, se abre camino de la justicia pública a modo de
objetivo del propio Estado. A partir del s. XI la realización de la justicia aparece como tarea principal del
monarca, quien debe mantener la paz y el sosiego al reino. Desarrollada la jurisdicción regia como
ordinaria o común, con el correspondiente sistema de jueces y tribunales, a su lado surgen una
jurisdicciones especiales que reemplazan a aquélla en los territorios inmunes, según es el caso de la
jurisdicción señorial, o la sustituyen en función de una específica materia o de la condición de las personas,
como sucede con las jurisdicciones eclesiástica y mercantil.

A) LA JURISCCIÓN ORDINARIA EN CASTILLA

Etapa altomedieval: curia y concilium


El tribunal de Palacio. El rey y su curia forman un supremo tribunal de justicia que entiende tanto de los
asuntos que le son sometidos directamente, como de la apelación de aquellos otros ya resueltos por jueces
inferiores, y siempre de los litigios y conflictos surgidos entre nobles. Reunida la curia con el monarca, éste
solía designar a algunos magnates nobles o eclesiásticos como “jueces palatinos”, a fin de que establecieran
las pruebas a practicar en el pleito y pronunciaran en su nombre el veredicto.

Con independencia de este tribunal palaciego, la justicia fue administrada en los diversos territorios por el
concilium o asamblea compuesta de hombres libres. En unos u otros lugares del reino asturleonés figura el
comes, o alguien distinto, presidiendo los tribunales de distrito, así como numerosos concilia locales
correspondientes a pequeñas zonas y agrupaciones urbanas. El conde o la autoridad correspondiente
designaba asimismo unos jueces (iudices) que establecían las pruebas a practicar por las partes, asistían a
ellas y, a tenor del resultado, publicaban luego el desenlace del pleito.

En el régimen judicial asturleonés las partes no siempre concurren a estos juicios, haciéndose representar a
veces por unos adsertores que en su nombre litigaban en la asamblea del conde o en el tribunal del rey. Tras
la alegación verbal, se acudía a la prueba de testigos, a la documental o, con más frecuencia, al testimonio de
los cojuradores. El interesado o su adsertor juraban que decían la verdad, juramento suscrito por un número
variable de cojuradores o jurados solidarios. Entre las ordalías o medios extraordinarios de prueba, gozó de
especial predicamento la del agua caliente o prueba caldaria, practicada de ordinario cuando las otras habían
resultado insatisfactorias. El proceso concluía con la sentencia o, de modo más habitual, con el
reconocimiento (agnitio) de la razón del contrario por la parte a la que la ordalía había resuelto adversa. La

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agnitio se tradujo en un pacto firmado por los litigantes, cuyo incumplimiento solía ser asegurado mediante
la designación de fiadores.

Institucionalización de la justicia y Tribunal de la Corte


Con el tránsito a la etapa bajomedieval se institucionaliza la administración de justicia. De una parte los
jueces dejan de ser personas ocasionalmente elegidas para dirimir pleitos, convirtiéndose en gentes
dedicadas de manera estable y profesional a tal función. Junto a los jueces populares surgen así los jueces
técnicos, conocedores del derecho de los fueros y del más complejo mundo jurídico que la Recepción trae
consigo. De otro lado, la administración de justicia deja de depender de la instancia de los particulares,
apareciendo un procedimiento de oficio en virtud del cual los delitos son perseguidos con independencia
del requerimiento del la parte ofendida. Ello comporta la generalización de la pesquisa, que el juez ordena
llevar a cabo para esclarecer los asuntos, así como la desaparición de las ordalías características de la etapa
anterior. Además, el florecimiento de los municipios dio pie a que las propias corporaciones designaran al
juez, integrándose los oficiales judiciales o alcaldes en la curia local. Por último, en el seno de la propia
curia regia se destaca un tribunal permanente dedicado a la administración de justicia.
El Tribunal de la Corte y los “casos de Corte”. Las Cortes de Zamora de 1274 ordenaron la institución de
un “Tribunal de la Corte”, compuesto de 23 jueces o alcaldes que entendían directamente de los llamados
casos de corte, es decir, de aquellos que quedaban sometidos de modo exclusivo al juicio del tribunal del
rey. En un clima de rechazo hacia la política de Alfonso X, éste se reservó en Zamora los casos
tradicionales librados por el monarca. Fueron así competencias exclusiva del Tribunal de la Corte: los
supuestos de muerte segura (cometidas a despecho de tregua o fianza); muerge forzada, tregua
quebrantada, salvo quebrantado (ruptura de la fianza “de salvo” que aseguraba la no comisión de actos
dañinos); casa quemada o incendio deliberado; camino quebrantado o infracción de la paz especial que
lo tutelaba, traición, aleve o alevosía (referido tal vez a la ruptura de la fidelidad entre caballeros, exigible
por acusación); y, riepto o desafío entre nobles, que el ofendido debía sustanciar ante el Tribunal de la
Corte.

Chancillería y Audiencias
A lo largo del s. XIV se reorganiza el “Tribunal de la Corte” mientras crece su vinculación con la
cancillería regia, lo que determina que el mismo tribunal reciba el nombre de Chancillería.

Orígenes de la Audiencia. El añejo tribunal regio figura así designado en los cuadernos de Corte como
Chancillería, pero también como Audiencia, nombre ambos que hacen referencia a un cuerpo colegiado de
jueces estables, independiente ya del Consejo del monarca. Ahora bien, ¿cuándo y por qué surge la
Audiencia con tales características del tribunal autónomo? La doctrina común ha situado los orígenes en la
Audiencia en el ordenamiento de las Cortes de Toro reunidas por Enrique II en 1371. La Audiencia fue
un órgano supremo de la administración de justicia. Al parecer, la Audiencia surge cuando como
consecuencia de las sesiones semanales que el rey celebra para atender peticiones de los súbditos, resulta
necesario separar asuntos de gobierno o merced (propios del Consejo) de aquellos otros relativos a justicia
civil y criminal, que quedarán encomendados a la Audiencia.

A este alto tribunal, llamado unas veces como Audiencia y otras como Chancillería, se le concedió en
1442 sede en Valladolid, recibiendo a fines del s. XV unas ordenanzas de los Reyes Católicos que habrían
de prestarle configuración fija. Los mismos monarcas establecieron en 1494 otra Audiencia y Chancillería
en Ciudad Real, trasladada a Granada en 1505. El tribunal de Valladolid entendió de los pleitos
procedentes del norte del Tajo, mientras el tribunal de Granada se hizo cargo de los del sur. En lo relativo
a competencias, aquellas ordenanzas consagraron la mengua institucional de unas Audiencias y Chancillería
que, ocupados antes de asuntos criminales y civiles, se habían polarizado acusadamente en los asuntos
civiles, mientras los criminales se entregan a unos alcaldes de corte que por lo mismo son llamados alcaldes
del crimen. Orgánicamente, en fin, las Audiencias y Chancillerías están compuestas por un presidente
eclesiástico, diversos oidores y alcaldes, los procuradores fiscales, “los abogados de los pobres” y

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varios relatores y escribanos. La Audiencia es máximo tribunal de apelación y actúa en nombre del rey, si
bien al concluir el s. XIV se admitió la posibilidad de recurrir sus sentencias en súplica ante el monarca.

B) LA JURISDICCION ORDINARIA EN LA CORONA DE ARAGON

Jueces locales y Tribunal de la Corte


En la Corona de Aragón la administración de justicia corresponde a los oficiales del rey y, en ocasiones, a
las autoridades populares. El zalmedina y el justicia son así, en Aragón y Valencia, jueces ordinarios que
ejercen sus funciones asistidos por la curia municipal, el justicia de la ciudad es el único funcionario real
intermedio con jurisdicción. A su vez, en Cataluña y Mallorca aparece como juez el veguer real asesorado
por la asamblea de consellers, cónsules y jurados de la ciudad. En estos territorios y en Valencia, el bayle
local administra también justicia con el concurso de los prohombre de la villa, disfrutando de una
jurisdicción que a menudo se confunde con la propia del veguer.

En la Baja Edad Media el supremo tribunal regio era en Aragón y Cataluña la Audiencia, compuesta allí
por caballeros y letrados, y en Cataluña por el canciller, vicecanciller, regente y algunos juristas. A fines del
s. XIV se inicia una fase de descentralización, que culminará con la creación de las Audiencias en cada uno
de los países de la confederación.

Funciones judiciales de los delegados del rey. En el conjunto de la Corona, los delegados regios asumen
asimismo funciones judiciales. A así el procurador general se muestra como un oficio eminentemente
judicial, con jurisprudencia propia y no delegada, resolviendo las apelaciones de jueces inferiores e incluso
la apelaciones interpuestas ante el rey cuando éste se encuentre asunte. El gobernador general ostenta una
jurisdicción suprema de carácter ordinario, pudiendo entender donde se halle de cualquier asunto como el
juez del lugar. También el lugarteniente general y los portant veus o regentes, ejercen importantes funciones
en la administración de justicia.

El Justicia Mayor
Por sus excepcionales facultades jurídicas y políticas, la institución del Justicia aparece como pieza clave
del ordenamiento público aragonés. Los orígenes de Justicia Mayor deben remitirse a cierto juez palatino
que a mediados del s. XIII sigue a la curia del monarca, la asesora, instruye las causas y publica las
sentencias que esa curia dicta.

Poderes del Justicia Mayor. La oligarquía nobiliaria logró de Jaime I en las Cortes de Egea el acuerdo de
que ese juez o Justicia fuese siempre un caballero. Además se dispuso allí que el Justicia de Aragón
arbitrara con la curia los litigios entre rey y nobles, juzgando asimismo en nombre del rey las causas que
enfrentaran a ricos hombres, infanzones e hidalgos, además de oír causas en primera instancia en cualquier
lugar del reino, y revisar en apelación las sentencias dictadas por los jueces locales. El Privilegio de la
Unión de 1287 expresa que sólo tras sentencia del Justicia podrá el rey imponer determinadas penas a los
nobles aragoneses o a los procuradores de la ciudad de Zaragoza.

Al mediar el s. XIV tal cúmulo de poderes aumenta todavía con nuevas concesiones, que convierten al
Justicia en intérprete del derecho aragonés y en máximo juez de contrafuero. Las Cortes de Zaragoza
de 1348 le reconocen como única instancia en los litigios de oficiales y jueces reales, debiendo el mismo
monarca acatar la sentencia, al tiempo que le atribuyen la decisiva función de declarar en derecho o fuero.
En consecuencia, los jueces habrán de consultarle en casos de dudas de interpretación, y los particulares
podrán acogerse a él si resultan víctimas de cualquier violación de la legalidad. En suma, el Justicia resulta
ser supremo intérprete del orden jurídico, que juzga los casos más graves y puede paralizar la acción de
cualquier juez esgrimiendo, por “vía de contrafuero”, la ilegitimidad del procedimiento. Si una persona
inculpada acude a él prestando fianza que asegure su comparecencia en juicio y el acatamiento de la
sentencia (firma de derecho), el Justicia ordena al juez no importunar al compareciente. Y si alguien, en fin,
se siente extorsionado por la actuación de los jueces u oficiales públicos, padeciendo cualquier violencia o
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viendo alterado el curso normal del proceso, puede solicitar ser “manifestado” ante el Justicia, es decir,
comparecer ante él y acogerse a su protección. La inviolabilidad de estas personas, o de quienes sufrían
prisión habiendo otorgado la firma de derecho, se aseguraba con su custodia en la cárcel especial de
Zaragoza, la cárcel del manifestados, a la que no tenían acceso el rey ni sus oficiales y en la que
permanecían hasta que el Justicia dictaba sentencia en la llamada “causa o proceso de manifestación”

El Justicia Mayor actúa asistido por dos lugartenientes y sólo puede ser controlado y juzgado por las Cortes
mismas. En 1390 las Cortes de Monzón instituyen cuatro inquisidores, uno por cada brazo, para que
indaguen posibles abusos del alto magistrado, escuchen las quejas y las trasmitan a la asamblea. El
enjuiciamiento de las Cortes fue posteriormente sustituido por el de una Comisión de los diecisiete, formada
por miembros elegidos por sorteo entre los obispos, nobles, caballeros y procuradores de las ciudades. Esos
diecisiete jueces decidían por mayoría de votos la condena o l absolución del Justicia.

C) LAS JURISDICCIONES ESPECIALES

El Tribunal del Libro en León


En León medieval existió la jurisdicción extraordinaria del llamado juicio del Libro, a cargo de un tribunal
especial que sentenciaba los pleitos utilizando el Libro o Liber Iudiciorum. Tal jurisdicción fue
extraordinaria tanto porque aplicó el derecho visigodo en lugar del consuetudinario como por sus
amplísimas competencias, que comprendían en primera instancia a todo tipo de asuntos y en apelación a
cualesquiera sentencias incluidas las del rey. El sometimiento al tribunal quedaba a voluntad de las partes. Si
ellas se ponían de acuerdo en “ir al Libro”, acudían a León donde custodiaba el código visigodo para
dirimir el litigio a la luz de sus preceptos. El Tribunal del Libro actuó desde el s. X, suponiéndose que fue
introducido por los mozárabes que entonces repoblaron la zona.

La jurisdicción señorial
Buena parte de los privilegios de inmunidad propios de los dominios señoriales suponían la concesión de
una jurisdicción especial. Desde los primeros tiempos, los señores de tierras inmunes, tanto seglares como
eclesiásticos acostumbraron como los condes a reunir asambleas de hombres libres para juzgar asuntos de
diversa índole, aunque posiblemente quedaran reservados a la justicia regia aquellos casos más graves que
luego fueron calificados como casos de corte.

Con la consolidación de régimen señorial, los titulares de los dominios nombraron a los jueces de los
diversos lugares, así como a los alcaldes o jueces de aquellos concejos sometidos a su jurisdicción. De las
sentencias de esos jueces del señorío se podía apelar al señor, y de éste al rey. En Castilla los reyes se
reservaron el conocimiento de los casos de corte, pero los señores aragoneses lograron la plenitud
jurisdiccional, es decir, el llamado “mero imperio” (asuntos criminales: pena de muerte, mutilación y
destierro) “mixto imperio” (civil o causas criminales merecedoras de castigos menores) lo que equivalía a
entender en cualquier tipo de cuestiones civiles y criminales.

En Aragón y Cataluña la jurisdicción señorial se desbocó en la Baja Edad Media hasta incluir el vejatorio
derecho del señor de maltratar al vasallo.

La jurisdicción eclesiástica
Estos disfrutan de jurisdicción propia por razón de materia o de las personas. En el primer caso entienden de
los asuntos estrictamente religiosos (materia de fe o sacramentos) y por extensión a aquéllos otros, como
el matrimonio o la usura, que tienen una doble vertiente religiosa o civil. Por razón de las personas, en
virtud del llamado “privilegio del fuero”, esos tribunales juzgan las causas civiles y criminales de los
eclesiásticos y sus familiares. El juez ordinario es el obispo de cuyas sentencias se puede apelar al
arzobispo; de las de éste al metropolitano y, en última instancia, al papa.
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La inquisición medieval. Además de esa jurisdicción diocesana, los problemas generales de la herejía en
Europa dieron lugar al establecimiento de la Inquisición, institución de ámbito internacional controlada por
el papado, que se mostró especialmente activa en los países occidentales. En el seno de la República
Cristina, el hereje es al tiempo un perturbador de la ortodoxia y un delincuente, pero así como el brazo
secular resulta idóneo para castigar la herejía, no lo es para investigarla, al carecer de los conocimientos
técnicos adecuados. El obispo fue por tanto la autoridad a quien correspondió determinar y juzgar ese delito.
Sus posibilidades de actuación quedaron empero desbordadas por la marea de grandes herejías, y hubo que
arbitrar en consecuencia medidas extraordinarias: confiar su persecución a Ordenes religiosas que
procedieran sin los condicionamientos de la jurisdicción diocesana, y erigir una Inquisición que se llamó así
porque los jueces “inquirían” o investigaban por sí mismos la herejía, ejerciendo en el proceso la doble y
anómala función de “inquisidores” o acusadores y de jueces propiamente dichos. Esa Inquisición papal
penetró en Aragón, para luego caer en desuso, y fue absolutamente desconocida en Castilla.

La jurisdicción mercantil
Desde mediados del s. XIII aparece en los territorios mediterráneos una jurisdicción especial para asuntos
mercantiles, distinta de la ordinaria del bayle y veguer. Con la creación en 1257 de la Universidad de los
prohombres de la ribera, las gentes de la zona portuaria de Barcelona pudieron elegir un cap y establecer,
de acuerdo con él, las ordenanzas reguladoras de su propia autonomía. En los años finales de esa centuria y
en los centrales de la siguiente, surgen en Valencia, Barcelona y Mallorca unos tribunales mercantiles,
los Consulados, que confían la resolución de los litigios comerciales a sus propios jueces, llamados
“cónsules de mercaderes.

Martín el Humano en 1401, que concedió a los jueces del Consulado del Mar facultades para conocer no
sólo de los conflictos marítimos, sino además de los pleitos mercantiles suscitados por cualquier clase
de personas. Característica del procedimiento mercantil fue su urgencia y brevedad.

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