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Identidades
Jacques Malengreau
Reproducción identitaria y social en las redes translocales de
migrantes de dos pueblos andinos
Carlos Mondara R.
Identidades sociales y representaciones políticas en confiicto:
el sistema educativo chileno en los Andes de Arica, 1884-1929
Familia
María Isabel Jociles Rubio y Fernando Villaamil Pérez
La duplicación de funciones y posiciones de parentesco como
estratcgia para la constnicción de la patcmidad/matemidad en las
familias reconstituidas 63
Amazonia
Luisa Elvira Belaunde y Juan Alvaro Echeverri
El yoco del cielo es cultivado: perspectivas sobre Paullinia yoco
en el chainanismo airo-pai (secoya-tucano occidental)
Anahi Chaparro Ortiz de Cevallos
Los yagua en cl contexto del turismo étnico. La constnicción de la
cultura para el consumo cn el caso de Nucvo Pení
Alfonso Manuel OIaegui
Comparación de sistemas analogistas mesoamericanos y animistas
del noroeste amazónico 143
Jesuitas
Luis Mujica Bermúdez
La agonía de la ética y. la antropología. Notas a partir del pensainienk de
Manuel Marzal
Maria Paula Irurtia
El cacicazgo en la región pampeana-norpatagónica argentina a mediados
del siglo XVIII. La actuación de los caciques en tomo a la instalación
de las misioncs jesuiticas
Alexander Huerta-Mercado
Thomas Abercrombie: Caminos de la memoria y del pode>;etnografía
e historia en una comunidad andina
Jeanine Andersori
Esperanza Reyes: En nombre del Estado. Servidores piiblicos en una
microrred de salid en la costa rural del Perií
Luisa Elvira Belaunde
Els Lagrou: Afliridez da formar arte e alteridade entre los Ka,xinawo
Alexander Huerto-Mercado
Raúl R. Romero: Andinos y tropicales. Ln cumbiaperuana en la
ciudad global
Maria Eugenia Ulfe
Efrain Rozas. Fusión: Banda Sonora del Perú
Jaris Mujica
Ludwig Huber: La cornrpción como fenómeno social. «Romper la
mano». Una interpretación cultural de In corrupción
Colaboradores 253
En memoria de Jacques Malengreau
ANTHROPOLOGICA/A~'O
XXVI,N! 26,diciembre de 2008, pp. 5-6 5
En memoria
' Institución quc nos proporcionó gentilmentc los datos de esta brcve rcscña.
6
Reproducción identitaria y social
en las redes translocales de migrantes
de dos pueblos andinos*
Jacques Malengreau
Resumen
Parte de este trabajo fue presentado en el seminario sobre Migración nacionol e interna-
cional: implicorrciospara las zonas reinileiiresy receptoros que tuvo lugar el 30 y c l 3 l de
marzo de 2006 cn las maestrías de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica.
del Peni, en Linia, con el apoyo de la Coniisión Universitaria para el Desarrollo - Consejo
Inteninivcrsitacio de la Comunidad Francesa de Bélgica (CUD-CIUF).
ABSTRACT
' No trataré aqui de migraciones intranirales entre pueblos andinos, los cuales son unos feno-
menos d e mayor envergadura demográfica muy poco estudiados. Los pueblos dc ciiiigracion
referidos, Cusipata, en el sur, y San Carlos, en el norte, expulsan niigrantes solamente hacia
centros urbanos o hacia la sclva, mientras que absorben, y eso a vcccs dcsdc ticinpos remotos,
una gran cantidad de niigrantes rurales de otros pueblos de su region, lo que invalida las
visiones estáticas que han prevalecido mucho tiempo sobre las comunidades andinas.
He residido durante un año y medio en Cusipata, entre 1967 y 1970, así conio un poco más
de un año, entrc 1974 y 1975, en San Carlos. Regresé por varios periodos, algunas semanas
y un par de rnescs, entre los años 1982 y 2007 a uno u otro de esos pueblos. Durante esas
estancias. hice investigaciones por observación participante y entrevistas. Las entrevistas
mas especificamente orientadas hacia las niigracioncs fucron realizadas cntrc i 996 y 2005,
en ambos pueblos' como en distintos lugares donde emigran sus habitantes. Los cntrcvistados
han sido cscogido scgún los encuentros cn los pucblos, buscando una variedad d c casos, asi
como entre los familiares de esos inisnios entrevistados que se encuentran cn los destinos
-
de la migración a partir de los dos pueblos. Por supucsto, el niatcrial de trabaio
. que
. sirvc
de base a niis elaboraciones de tipo analítico e interpretativo está fuertemcntc condicionado
por las pcrccpciones que ticncn de sus expcricncias los mismos migrantcs y sus fainiliarcs
en el periodo de la investigación
10
hipótesis para estudios posteriores rasgos comunes a los procesos migratorios
mencionados como aspectos diferenciales y únicos de cada caso.
J. Golte y N. Adams (1990) pusieron en evidencia las diferentes estrategias
usadas por los migrantes andinos. Lo hicieron según distintos lugares de pro-
cedencia en el Peni y no según el lugar de destino, centrando su atención sobre
Lima, la capital. Sin embargo, otros autores tratan de migraciones hacia lugares
diferentes, pero a partir de un solo lugar mral, indicando estrategias especificas de
las familias que son sus actores en esos distintos lugares. Asi,T. Altamirano (1988:
180, 190); G. Cortés (2000: 135,317); C. Lentz (1997: 287-302); N. Long & B.
Roberts (1984: 217-225); S. Lund Skar (1994: 35-46); K. Pzrregaard (1997: 153-
157,250-252); E. Rodriguez Doig (1994) y A. Steinhauf y L. Huber (1996) hacen
hincapié en los aspectos dc continuidad social y culiural de las migraciones hacia
los distintos lugares de destino de los migrantes, y ponen de relieve los aspectos
dc complementariedad entre los actores como entre los lugares, que ellos ligan
a través de sus migraciones, mirando a las migraciones como elementos de un
archipiélago espacial interdoméstico y dinámico entre parientes. Algunos autores
-T. Altamirano (1988: 43, 150.15 1, 183); V. Hoenerbach (1991: 122-124) y K.
Pzrregaard (1997: 145-155)- subrayan incluso la importancia de un fenómeno,
creciente según ellos, de migraciones dc retorno definitivo en los pueblos origi-
narios de migrantes de larga duración. Hoenerbach lo hace en términos generales,
mientras Pzrregaard trata de los retornos de los migrantes en la ciudad del pueblo
particular que estudió, enfatizando cl hecho de que están más a menudo planeados
que efectivamente realizados. Altamirano, por su parte, hace saber que sc trata
alli de un fenómeno nuevo y creciente en la época de sus observaciones, los años
1980, y aumenta, scgún el, la proporción de migraciones temporarias asi como su
orientación de supervivencia. Hay que notar, sin embargo, que sus observaciones
han sido hechas en un período de inflación en el Peni que favoreció momentánea-
mente un rcforzamiento provisional de sistemas de subsistencia y de prácticas de
trueque, como se pudo observarposteriormcnte en el contexto de la crisis argentina
en el cambio dc siglo. Otros investigadores, y entrc ellos J. Collins (1985: 289-
295); C. 1. Degregori, C. Blondel y N. Lynch (1986), y el mismo K. Paxregaard
(2000: 70-76) estudian cn adelante los aspectos dc ruptura o de innovación que
implican las migraciones, el uso de prácticas tradicionales o transformadas para la
creación de nuevos lazos sociales, así como nuevas fonnas de participación y de
ciudadanía cn los campos colectivos de la actividad, sea en los lugarcs dc destino
o cn los de origen. Finalmente, en lo que se rcficre particularmente a los colonos
andinos establccidos en una forma duradera en las tierras tropicales orientales, J.
Collins (1985: 293-295), G. Cortés (2000: 135,317) y S. Lund Skar (1994: 165-
167) observan entre ellos un repliegue sobre las relaciones constmidas alrcdedor
JACQUES MALENGREAUI Reproducción idenlitaria vsocial en las redes franslocales
u-
Chiclayo
t
' Desafortunadamente, no nie fue posible entrevistar a los hijos de migrantes, salvo en forma
ocasional y muy breve. Lo expuesto en adelante en este parágrafo es solamente una obser-
vación sumaria y provisional. Esperamos que el tema de las identidades y relaciones sociales
de las generaciones descendientes de los migrantes sea analizado más adelante en futuros
estudios para evaluar la permanencia o no de lazos entre los lugares de ongcn y de destino
de la migración.
JACQUESMALENGREAUIReproduccionidenfilanay social en las redes franslocales
Pedro Ruiz se ubica a una hora y quince o treinta minutos de caminata, o a vcintc minutos
en algún veliiculo proveniente de manera eventual de San Carlos; mientras Cusipata se en-
cuenha a una hora y media en bus desde Cusco. Chiclayo, en cambio, se encuentra a unas
ocho a diez horas en bus de Pedro Ruiz. Lima se encuentra ahora a unas veinte a veintidós
horas en bus tanto de Cusco como de Pedro Ruiz.
JACQUES MALENGREAUI Reproducción identilana y social en las redes translocales
Las relaciones hacia las tierras bajas del oriente, o valles, son más frccuentcs en-
tre los cusipateños que entre los sancarlinos. Son también más de tipo circular o
estaciona1 entre los cusipateños que entre los san Carlitos, o que en cl caso de las
migraciones hacia otros destinos. Para ambos pueblos, las migracioncs hacia el
oriente es, en su rnayona, de hombrcs jóvencs y solteros. Muchos de esos migrantes
se van puntualmente por algunos mcses a ofrecer su mano de obra cn las planta-
ciones del oriente, pero dejan de ir alli después de haber consolidado su unidad
doméstica en su pueblo originario. Así, se quedan entonccs de forma pennancntc en
cste último. Sin embargo, varios habitantes adultos y casados de Cusipata, cuando
ya han comprado un terreno en el valle de La Convención a un dueño para el cual
trabajaron, o al haber heredado un terreno de un pariente feudatario bcncficiario
de la Reforma Agraria de 1970, reparten su tiempo entre su terreno del valle y sus
terrenos del pueblo de la cordillera. En él, siguen teniendo su residencia principal
y sus campos, y dejan estos últimos a cargo de sus parejas respectivas o de algunos
familiares cuando se ausentan. En cambio, los sancarlinos que migraron tempo-
ralmente a los valles orientales ya no regresan alli, salvo algunos dc cllos que se
transformaron cn colonos pennanentes después de haber comprado sus propios
terrenos de un colono más anciano, un paisano o un forastero. Con ello rompen,
prácticamente, todo lazo social con su pueblo originario. Las migracioncs a partir
del pueblo de San Carlos hacia las tierras bajas orientales se acercan así más a
experiencias puntuales y marginales. Cuando se repiten, tienden más a menudo a
una distanciación definitiva con el medio de origen. Las relaciones cntrc los dos
polos de la migración, sea esta última temporaria o duradera, aparcccn cntonces
más efimeras y más débiles en el caso de las migraciones a partir del pueblo de
San Carlos, que en el caso de los cusipateños.
Contextos ecológicos e históricos diferentes nos ayudan a entender esta difcren-
cia de un pueblo al otro, en las relaciones migratorias cntrc la cordillera y los valles
ANTHROPOLOGICAIANO XXVI. N1 26
tropicales del oriente. Los pobladores de San Carlos tienen acceso a un abanico
más amplio de recursos naturales en un espacio continuo y denso, próximo a su
mismo centro residencial; ello, a diferencia de lo que se puede observar acerca de
los habitantes de Cusipata. Por otro lado, en la región de Cusipata, las estaciones son
más marcadas y hay periodos-cn particular el de lluvia- de menor actividad en
la cordillera, lo que facilita el movimiento estacional del trabajo. También, la cen-
tralización administrativa más intensa desde la época prehispánica en la región de
Cusco ha facilitado y garantizado en esta última la seguridad de los reprcseiitantes
de sus unidades sociales cuando, para explotar recursos complementarios alejados
y transportarlos, se desplazaban a través de áreas extendidas que corresponden a
varias otras entidades sociopoliticas. Esos factores ambientales e históricos parecen
condicionar la estabilidad de las relaciones, tanto entre el pueblo originario y las
zonas de inmigración de algunos de sus habitantes. Las tierras bajas aparecen, así,
más como una zona de colonización separada y de frontera para los pobladores de
San Carlos; y más como un conjunto espacial familiar multiecológico y multipro-
ductivo para la gente de Cusipata.
Los migrantes de ambos pueblos en el oriente se dedican, generalmente, a
actividades agrícolas y sobre todo comerciales. Primero como mano dc obra
temporaria o estacional y luego, si retornan a las tierras bajas, como pequeños
colonos independientes. Sin embargo, entre los migrantes de Cusipata, muchos
se orientan también hacia los pequeños centros mineros de oro del departamento
de Madre de Dios. En menor medida se deican a la explotación maderera o de
castaña en el mismo departamento; ello, en un principio como asalariados y más
tarde como pequeños colonos independientes. Por lo general, colonos de ambos
pueblos originarios tienen una relación mas predadora sobre el medio ambiente
y más inestable a nivel social que en el medio originario, y cambian de modo
relativamente fácil su lugar de explotación y residencia después de haber agotado
sus recursos. La reciente y creciente mecanización de los trabajos en las tierras
bajas, así como la fluctuación de los precios de sus productos, ha tenido como
consecuencia la disminución sensible de los movimientos migratorios de ambos
pucblos hacia el oriente.
En tcrminos de reproducción y constnicción identitarias y sociales de los
migrantes, sc observa en ambos casos una correspondencia clara -en las tierras
bajas- de las relaciones de proximidad residencial con el trabajo. Esta corres-
pondencia sc produce también con los lazos de la comunidad originaria en su
conjunto, en el caso de los migrantes que proceden de Cusipata; y más con lazos
de parentesco en cl caso de los sancarlinos. La proximidad se desarrolla más por
vecindad de barrio, en el caso de los cusipateños, y más en una parcela residencial
familiar, en cl caso de los sancarlinos. En cambio, entre los colonos cusipateños
JACQUES MALENGREAU / Reproduccion idenfitana y social en las redes lranslocales
CONCLUSIONES
Varios informantes de Cusipata me afirmaron que ellos, como sus padres, acostumbrnban Iiacer
viajes de habajo a los valles, pero que sus abuelos no tenían esta costumbre y poco salian del
pueblo. Se puede pensar que esta práctica, si existía, era reservada a gente privilegiada.
JACQUESMALENGREAU/Reoroducción identilana v social en las redes lranslocales
Cada una de las unidades domésticas rurales vive así una extensión geográfica
y social en forma dc archipiélago a través del conjunto rural-urbano, regional,
nacional e incluso (esto no ha sido tratado aquí) internacional. Se nota también un
apego por parte de los migrantes al suelo, sobre todo a la tierra de origen, pero con
una intensidad mayor para los cusipateños y para los migrantes de los dos pueblos
considerados en este esiudio en los centros regionales cercanos. También se man-
tiene un lazo simbólico al lugar de origen independientemente de la residencia en
su territorio mismo, y eso más particularmente a través de asociaciones originarias,
en particular en el caso de los cusipateños en la ciudad de Lima.
Por otra parte, las nomas que presiden a las nuevas relaciones dentro de los
lugares de destino de las migraciones implican una reapropiación de carácter
solidario del espacio entre vecinos residenciales. Ello, en conformidad con las
nomas éticas redistributivas de las que se vale la gente que vive en la comunidad
campesina originaria. Ello ocurre como protección frente a las normas competiti-
vas e individualistas de mercado y para suplir la carencia de los poderes públicos
en los nuevos espacios de inmigración y de colonización. Estas pautas son poco
compatibles con las normas de mercado vehiculadas por los defensores de un
modelo neoliberal importado a partir de un mundo extranjero, que se manifiesta
a través de las fronteras transnacionales y transregionales.
Por otra parte, se observa un distanciamiento entre, por un lado, los componen-
tes del archipiélago doméstico translocal y allegados +sto incluso entre familiares
establecidos en diferentes lugares de inmigración-; y, por otro lado, el entorno
comunitario y mral, junto con una multiplicación de los gmpos y redes sociales
de interacción y de referencia dentro de los lugares de inmigración. La dispersión
espacial de las relaciones sociales implicada por las migraciones, así como la re-
producción en lugares de inmigración de lazos solidarios entre vecinos de distintos
origenes, expresan una destemtorialización originaria y una reterritorialización
en el medio de destino. De la misma forma, se percibe una reproducción al nivel
doméstico y del parentesco próximo del modelo de archipiélago de las relaciones
sociales, en las cuales están involucrados, a la vez, los migrantes andinos de los
pueblos considerados y sus familiares, que permanecen en esos últimos.
Pero, mas allá de esas características comunes al conjunto de las migraciones,
se puede poner de relieve también notables elementos diferenciadores entre los
casos migratorios considerados. Ello, según el lugar de origen o el de destino. Es
oportuno subrayar una mayor correspondencia para la gente de Cusipata entre, por
una parte, el hecho de compartir el mismo origen parental extendido o comunal
y, por otra parte, residir en el mismo vecindario en el sitio de inmigración (o una
mayor correspondencia entre identidad originaria y territorio). Se nota también
una identificación social más extensiva al nivel del gmpo involucrado, así como
un apego más intensivo y sacralizado a la ticrra de origen entrelos cusipateños
que entre los sancarlinos. Si el modelo de archipiélago de las relaciones y de la
ocupación dcl espacio refleja probablemente modelos comunes más antiguos, este
JACQUES MALENGREAU l Reproducción identilana y social en las redes translocales
modelo parece aplicarse más en el caso de las migraciones en las tierras bajas a
partir de Cusipata, lo que implica, en este caso, un mayor movimiento migratorio
circulatorio. Se observa, en particular, la reproducción social del clientelismo
jerarquizado del entorno originario de Cusipata, más entre sus migrantes urbanos
que en los valles tropicales, o que en el caso de San Carlos, donde el clientelismo
no tiene carácter étnico, cs menos desarrollado y d e tipo mas individual
Las diferenciaciones regionales de carácter histórico cntrc norte y sur, en parti-
cular en términos de jerarquización y de centralización sociales (más complejas en
la región donde se ubica Cusipata), se suman así al papel decisivo y diferenciador
jugado por cl contexto histórico-cultural de cada pueblo para detcniiinar, tanto la
construcción del espacio por la migración, como la orientación de la idcntifica-
ción social. Del mismo modo ocurre con el tipo de relaciones mantcnidas entre
los distintos polos de la migración, o sea el pueblo de origen, el mundo urbano
capitalino, los centros regionales más o menos alejados y las tierras bajas tropi-
cales del oriente.
Pero el lugar de dcstino también influye en el modo de reproducción social e
identitario. Se nota así una articulación más desarrollada de las actividades socia-
les, rituales y económicas entre los migrantes en los centros regionales cercanos
y sus parientes y paisanos del pueblo que en el caso de Lima, donde, en cambio,
el mundo social e identitario originario se reproduce parcialmentc cn una forma
menos relacionada y más bien paralela al mundo del pueblo mismo. Los centros
regionales también parecen constituir, en ini~choscasos, no tanto un trampolín, sino
un punto final de la migración, lo que, junto con el mantcnimiento dc actividades
económicas y sociales duraderas entre los pueblos y los centros regionalcs, per-
mitc imaginar el reforzamiento futuro de conjuntos regionales sociocconóniicos.
En ellos quizá se pucden desarrollar sistemas a la vez solidarios y empresariales
que no permiten el modelo estatal tradicional bastante centralizado y jerarquizado
del pais ni el inundo liberal dominado por el valor dcl mercado global. Hay quc
notar también que las migraciones circulares hacia las tierras bajas orientales se
intcgran más, pero más aun en el caso de Cusipata que en el caso dc San Carlos.
Esto se da en el caso dcl calendario de las actividades, en las obligacioncs socialcs
y necesidades económicas del pucblo originario. En cambio, es más completa, en
el caso de migraciones duraderas dc los sancarlinos en las tierras bajas del oriente,
la ruptura social e identitaria que en el caso de Cusipata, asi como cn el caso del
establccimicnto de los sancarlinos en la capital.
El cuadro siguiente puede resumir las observaciones comparativas identitarias
y relacionalcs inás relevantes entre los inigrantes según el pueblo dc origen y el
lugar dc destino:
Cuadro: observaciones comparativas identitarias y relacionales de los rnigrantes
CUSIPATA S A I CARLOS
~
GENERAL Relaciones intergeneracionalcs descendencia ídem
directa y colateral próxinios entre polos de
migración
Reproducción y rcforzamiento familiar idem
translocal v debilitamiento comunitario
originario
I I Varios retornos definitivos al pueblo como a Escasos retornos definitivos al pueblo como
centros reeionalcs a ccntran regionales
1 1 Correspondencia
nal v vccindano 1
parcial entre origen coinu- Poca correspondencia entrc origen comunal
Y vecindario
JACOUES MALENGREAU/Reproducciónidentilana y social en las redes translocales
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Identidades sociales y representaciones
políticas en conflicto: el sistema educativo
chileno en los Andes de Arica, 1884-1929
Carlos Mondaca R.
RESUMEN
ABSTRACT
Ellos no solo s e sienten parte del Estado chileno en Arica. Exigen bajo la idea
de pago de contribuciones exigencias dc la supuesta modernidad ofrecida por el
mundo liberal, que se vincula a este período de la historia nacional con la incjora
de caminos y conveniente trato en las aduanas. L o que podria interpretarse, en
palabras de Rcina, como: «En primer lugar, la figura del ciudadano euiergió como
la única depositaria de la identidad politica legitimada por el Estado y titular indi-
vidual de los derechos y obligaciones consustánciales a la modernidad del poder»
(citado en Mallon 2003: 74 y 75).
Lo que sugiere:
que los indígenas se adaptaron a los cambios políticos decimonónicos asu-
miendo el lenguaje politico nuevo, pero simplemente para lograr preservar sus
antiguas comunidades. Asumir un nuevo lenguaje no significó, según Dacey,
ningún cambio sustancial al interior de los pueblos, puesto que ((adoptaron una
ináscara ante el poder, la máscara de ciudadano)) [...] «Los campesinos y los
indigenas, por tanto, podrían asumir sinceramenie sus propias definiciones y
practicas al respecto, sin que fueran máscaras)) (Mallon 2003: 74 y 75).
A esto me refiero con representaciones politicas por parte dcl Estado. Este
hccho cstá basado en un nacionalismo modernizador o desarrollista que dio paso
a que los andinos adquirieran una idea de identidadcs sociales asociadas a una
postura de ciudadania plcna; a esa máscara ante el poder que, adcmás, ocultó o los
ayudó a reestructurar los resabios tradicionales en procesos d e cambio social. Esta
creatividad me ayuda a repensar o a re-imaginar lo que la historiografia chilena y
peruana tradicionalmente han dcnominado como proceso d e « ~ h i l c n i z a c i ó n » . ~
Dentro de este contexto, surgen una serie de interrogantes, tales como: ¿por
qué las sociedades andinas del norte más septentrional asumieron rápidaincnte una
estructura bajo el modelo de Estado nacionalista chileno?, ¿cómo csta conciencia
nacionalista chilcna llegó en no más de tres décadas a imponerse en estas áreas
remotas de frontera?, y ¿cuáles fueron las fomas y modalidades que se dieron
en este proceso? En forma particular, ¿qué rol tuvo la educación?, ¿cómo fue la
implementación de esta durante este proceso general de constitución del Estado
nacional?
Estas preguntas me orientan a reflexionar y explorar las articulaciones, tcnsiones
y los conflictos que acompañaron este proceso para el surgimiento de identidades
sociales (no necesariamente étnicas), junto a una ciudadanía chilena en conflicto
con una peruana precedente en los aymaras de la sierra de Arica. Ello, como una
re-construcción o re-presentación del Estado nación, del cual ya fueron parte in-
tegrante bajo soberanía peruana.
No se podría comprender el accionar dentro del Estado moderno ni sus procesos
de hegemonia o dominación sin abocarse al estudio detallado de cómo ocurren
los procesos en zonas de frontera. Tal cual lo propone Peter Shalins, no solo se
trata de ver el centro político, sino desdc la periferia misma se debe observar las
intenciones y acciones públicas del Estado, como resultados de los usos locales
de la identidad nacional, o de sus contradicciones internas al adquirirlas (citado
por Déloye 2004).
Una primera respuesta, a nivel de hipótesis, me pemitc plantear que las
poblaciones andinas del área de Arica reinterpretan las relaciones políticas o
socioculiurales en las cuales se ven involucrados. Para el caso de cstc estudio, la
educación actúa como un sistema modernizador y hegemonizador de una nacio-
nalidad determinada y -según ellos lo entienden, como ciudadanos- genera sus
propias estructuras de construcción del Estado nacional, a lo que no es ajeno su
sistema educacional. Si bien hay conflicto por qué tipo de instrucción (peruana o
chilena) se enseñara, lo que importa cn el fondo es su deseo e interés individual
y colectivo de educarse, como parte inherente a una ideologia liberal licgcinónica
que impregna todo espacio político, social y cultural.
He aquí una segunda respuesta, también a nivel infercncial: la articulación
con el Estado nacionalista, en este caso cl chileno, es un reacomodo y recreación
prcccdentes, y son abundantes los criterios analiticos abordados bajo uii argumento diplo-
mático, politico e incluso nacionalista. Son los aspectos socioculturales los históricamente
postergados, especialmente por los tradicionales autores del periodo. Esta situación la analizo
a partir de caractcrizar cómo efectivamente fue la participación de la población local con
y contra las politicas de chilenización impuestas en la zona, lo que creo más correcto de
denominar conio el periodo de disciplinamiento y articulación social en cl nortc dc Cliilc.
de la población local por estructurar su propia idea del Estado nacional (es decir,
la ciudadania y la plena participación en esta construcción). Por lo tanto, previa-
mente a los alcances de la chilenización, la población local negocia sus resabios
de una ciudadania peruana (un habitus3por más de cincuenta años) bajo una idea
dc progrcso versus barbarie que le impone el Estado. Sin embargo, esta ya se en-
cuentra inherentemente impregnada de una idea de modernidad en la población
local (liegcnionía liberal), en la cual la negociación con el Estado en la medida en
que se le permita sus objetivos, será su nueva nacionalidad.
Así, la educación implcmentada sufrirá conflictos con la nueva administración
chilena. Esto ocumrá al rememorar los efectos rcsiduales de una ciudadanía pcruana,
pero rápidamente negociada aceptará al nuevo sistema educacional -y terminará
por llevar al olvido su adscripción ciudadana peruana-. Así, se dará este paréntesis
como un proceso de negociación durante las primeras décadas del siglo XX.
Esta situación aportaría a la discusión sobre cómo la escuela fue un agente
chilenizador desdc fechas tempranas. Por lo menos, en lo que se refiere a la imple-
mentación básica en esta área de frontera andina de Arica, situación que sc daría
de modo diferente en Tarapacá en períodos más tardíos."
Para un nicjor detalle sobre este concepto observar los capitulas sobre el poder simbólico
en Boumi~u1997 y 2000.
Para un mejor detalle sobre esta situación revisar GONZALEZ MIRANDA 2002 y CASTRO
2004.
CARLOS MONDACAlldentidades socialesy representaciones politicas en coniliclo
que llevó al Estado chileno a trasladar policías de frontera y a manejar una serie
de medidas como cédulas de identidad y control en las vías fenoviarias para frenar
el libre tránsito de personas, el paso de animales y el traslado de mercaderias que
pasaron a ser contrabando.
Las restricciones se suman a los permisos para la extracción de yarcta, carbón
y queñoa, insumos combustibles necesarios en la subsistencia altoandina, actividad
que incluso debió solicitar los permisos necesarios. Sin embargo, donde se llama
más la atención es en el tema de la importación de la hoja de coca y la prohibición
de las costumbres tradicionales que igualmente son desarrolladas por los comune-
ros, articulándolas socialmente a partir de los permisos correspondientes.
Junto al control específico de la práctica de masticar coca, el disciplinamiento
de las personas se incorporó a sus actividades tradicionales. Sucedió con las ficstas;
para ello se pidió permisos no solo para llevar a efecto las fiestas, sino un control
efectivo sobre las actividades tradicionales, como la música y costumbres.
Un punto importante de mencionar es que, junto a las prácticas tradicionales
culturales que se reacomodan, estas se ven influenciadas por las sociopoliticas
que con sus propios elementos de disciplinamiento y articulación son parte dcl
escenario efervescente que presentaba el supuesto plebiscito que debía dirimir la
soberanía de estos territorios. A partir de estas prohibiciones, surgían una serie
de medidas tendientes a «chilenizar» estos espacios. Lo que en palabras dc Smith
(2000: 187 y 190) se definiría por: «Los instrumentos especificamente nacionalistas
dc manipulación de los que se vale la elite son simbólicos: implican la creación
de una ideología-cultura de comunidad, a través de una serie de símbolos y mitos
emotivos, transmitidos en forma impresa y por los medios de comunicación [. . .]
Constmir la nación es más una cuestión de diseminar representaciones simbólicas
que de forjar instituciones culturales o redes sociales».
En este contexto, pese a los esfuerzos desplegados por medio de las instihi-
ciones del Estado, resultaron de mayor importancia los símbolos desplegados en
la invención de la tradición o la comunidad imaginada de Hobsbawm (2002) y
Anderson (1991) que la presión institucional y administrativa implementada, la
cual era, precisamente, para cambiar adscripciones ciudadanas y no para crearlas.
Esto me sugiere que existió un proceso más rápido de adscripción de la ciudadanía
chilena en las subdelegaciones mrales (aun pese a los antagonismos y confrontación
sociopolitica), que no se debió fundamentalmente a la implantación administrati-
va como eje estmctural del Estado chileno en estos territorios, sino a una acción
compartida con las comunidades andinas (y comuneros) que se rearticularon en
el disciplinamiento estatal. Este argumento me permite repensar las políticas de
«chilenización» en el espacio alto andino de Arica.
Dicho planteamiento puede ser corroborado en el hecho de que, en la déca-
da de 1920, el Estado chileno propone que muchos de los numerosos cargos de
control administrativo sean eliminados. Incluso aquellos que subsistan, como los
jueces de distrito, no deben ser rentados. Esto inspirauna idea de que el gobierno
no necesitaba ya de un control administrativo férreo, puesto que en documento de
fecha 21 de noviembre de 1922, el Gobernador de Arica propone la eliminación
casi completa de los jueces de distrito rentados. Con ello, establece algunos en
áreas principales para fines plebiscitarios, situación que permitía un control sobre
la población aun renuente al Estado ~ h i l e n o . ~
Más aún, durante este periodo de status quo por la soberanía de este territorio
de casi cincuenta años de duración, las autoridades locales jugaron un doble rol
para el Estado y para sus comunidades. Tenían, inclusive, costumbres que fueron
duramente fustigadas. Acostumbrados a una administración basada en la costurn-
bre en forma verbal, nombraban autoridades menores que existieron en tiempos
anteriores, como alguaciles y comisarios a fin de mantener la administración local.
En 1928, el Gobernador le manifestaba al subdelegado de Putre:
. .
Sírvase tener presente que estos nombramientos no están autorizados por las
leyes, procediendo, en consecuencia a derogar los decretos u órdenes verbales
que hayan impartido sobre esta particular, y abstenerse en el futuro de designar
empleos que nó estén expresamente consultados en las leyes de nuestro país,
cualesquiera que sean las necesidades locales que se quieran atender con di-
chos nombramientos (ASP Circular No 25: 20 de noviembre de 1928).
Todos estos cargos administrativos fueron frecuentes durante todo este periodo
incluso cn los albores del fin del conflicto. Ya en estos últimos años se ejerció un
control más fuerte sobre las personas, que siguieron siendo de las propias co-
munidades. En Tacna, el 24 de abril de 1928, la Intendencia emite un Oficio del
Ministerio de Relacioncs Exteriores No 2587 en el cual se emiten todas las regu-
laciones para funcionarios del Estado a partir de Oficio de la Contraloría General
de la República No 3955 de 20 de marzo de 1928 y No 1909 del 22 dc febrero de
1928. En él se plantea que:
solicitó de ese Ministerio se sirviera disponer a las reparticiones de su depen-
dencia, adoptaran en lo posible uniformidad en la redacción de los decretos
que signifiquenmovimientos de empleados, a objeto de facilitar la formación y
Para un mejor detalle, consultese el extenso documento en: Archivo Subdelegación de Putre
ASP Universidad de Tarapaca. Departamento de Arqueologia y Museologia San Miguel de
Azapa. Folio No 36 No 1386 de fecha Arica, 2 1 de noviembre de 1922.Documento dirigido
al Sr. Intendente de la Provincia en Tacna por Emiliano Bustos Gobernador del Departamento
de Arica.
CARLOS MONDACA lldenfidades sociales v reoresenfaciones oo1if;cas en conflicto
etcétera.' Todo ello con el objetivo de poder acceder a la educación nacional. Allí
vemos reflejada una diferencia notable con relación a otros sectores del norte, y
además entran en pugna los artefactos simbólicos del habitus de los residentes
locales -que ya habían abrazado una nacionalidad por más de cinco décadas-,
y que aún añoraban como respuesta antagónica y conflictual al Estado, y que los
asimilaba con una instrucción pública con elementos simbólicos peruanos. Además,
paralelamente, fueron capaces de negociar sus adscripciones sociopoliticas con
el estado nacionalista chileno por lograr lo que aspiraban bajo la lógica liberal:
educación en sus espacios altoandinos.
Partiendo de la lectura de los trabajos de Luis Castro (2004) y Sergio González
(2002), es posible observar la idea de que los contextos de los procesos localcs de
construcción del Estado Nacional son diferentes según los argumentos geográficos
e históricos. En otras palabras, no todo se cierne a la semántica de los opuestos
o del buen Estado verticalista constructor. En estas fronteras, la hibridez y los
desplazamientos locales dan cuenta de la participación de la población local en
la construcción de lo que ellos entienden por liberalismo y Estado nación en sus
territorios.
El ambiente altoandino de Tacna y Arica, imbuido en un escenario diplomático,
presenta diferencias en cuanto a las conclusiones de estos a ~ t o r e sEllo,
. ~ porque
creo que si hubo un interés estatal en estas áreas por tratar de instaurar temprana-
mente -al menos en teoría-, por medio de la escuela fiscal, el nacionalismo a
la población masivamente indígena y peruana del área.
La cscuela es una preocupación temprana. Recién terminados los embates de
la Guerra del Pacifico en 1885 se fundó el Liceo Fiscal de Tacna, y se inició de
esta forma una clara política de creación de numerosas escuelas públicas.
En 1904 se creó el Instituto Comercial dc Arica y, en 1915, c1 Liceo de Ni-
ñas. En 1923 existían 15 escuelas primarias, 5 urbanas y 10 rurales (Galdames
et al. 1981). De estas rurales, las efectivamente estatales correspondían, según La
revisión del Catálogo No 249 del Archivo Nacional, a los siguientes Dccrctos de
Creación de Escuelas:
Decreto 2958 del 19-12-1890 que crea la Escuela Mixta No 1 en Putrc.
Decreto NO483 del 30-01-1901 del traslado de la Escuela MixtaNo 7 dc Arica
a Putre.
' Para un mejor detalle al respecto, veáse los trabajos de GONZAI.EZ 2002 y CASTRO 2004.
V m b o s coinciden en que después del desploinc del niundo salitrera recién hubo un interés
creciente de la educación estatal en las áreas andinas y que, de no ser por el interis propio
de los aymaras de tener escuelas en sus espacios, esto no habría sucedido.
Decreto N" 960 del 10-04-1907 que crea las Escuelas Rurales El Molino,
Choquelimpie y Chapiquiña.
Decreto 325 del 21-02-1922 que crea la Escuela No 1 Mixta en los Molinos.
Decreto No 3 4 0 0 d e l 8-IX-1933 q u e c r e a E s c u e l a M i x t a N" 1 6 d e
Chapiquiña.
Es importante mencionar que estas son las escuelas iinplemcntadas desde
el Ministerio d e Instrucción Pública y posteriormente de Educación. Al margen
operaban escuelas particulares y municipales que eran instaladas principalmente
por los comuneros.
Un ejemplo concreto de esta participación es el siguiente documento:
Ha sido en mi poder el oficio de U.S. N" 494 de 21 del presente, el que me
apresuro a contestar a los puntos que U.S. me pregunta: El edificio que ocupa
la escuela en este pago, es propiedad particular, como asi mismo el que hai apa-
rente en Poconchile para la escuela, tambien es particular i reune esta, todas las
cualidades para dicha escuela (AVD oficio No 125: 25 de setiembre de 1906).
También, los comuneros de Amasaca (Codpa) en ese mismo año demuestran su
interés en participar de los procesos educativos de sus hijos, ellos manifiestan:
«Los suscritos, ante Ud. con el debido respeto esponemos que teniendo hijo
varones mayores todos de doce años, sin ningun principio de instmcción pri-
maria y careciendo de los medios suficientes para mandarlos á otra parte don-
de pudiésemos salvar ésta responsabilidad aflictiva, hemos acordado elevar la
presente a Ud. como Subdelegado, y conocedor de nuestra situación, animados
á la vez del celo que presta para todo lo que es adelanto en la Subdelegación.
En virtud, pedimos á Ud. gestione ante la autoridad competente para que se
nos permita la implantación de una escuela particular en el punto denoininado
«Amasaca» á distancia de una legua donde existe la Escuela Mixta, regentada
por don Lisandro Portocarrero que llena este cometido á satisfacción nuestra;
tocando Ud. todos los puntos que sean necesarios cou'tal de conseguir tan lau-
dable objeto (AVD oficio No 375: abril 30 de 1906).
El listado de alumnos cobra importancia pucsto que sus padres son personas reconocidas de
Putre que, mientras se involucran en la idea dc escuelas particulares, son parte de los cquipos
de Examinadores de Escuelas. Bajo la tutela chilena, tienen un doblc cstándar, que explica
en parte como cllos se articulan y negocian sus adscripciones por tcner escuela y educación
en su territorio. En el parte del Juez se noinbran a: Jeman Yucra, Filiberto Jirón, Narciso
Cáceres, Luis Aguirre, Gilberto Calizaza, Eniidgio Zarzun, Bemardo Zarmri y otro de la
misma familia, Andrés Arias, Guillermo Cáceres y otro mas de doña Carolina P.Viuda de
Gil Nabor Vasquez, Luis Alanoca.
CARLOS MONDACAlIdenfidadessociales y representacionespoliticas en conf7icfo
de los sucesos del Subdelegado Sr. Fortuño en 1901 i hace por mas de un aiio
fue a Lima i a su regreso trajo una buena remesa de libros i mapas peruanos i
no es aventurado creer también que tenga alguna subvención por el Gobierno
del PeN, como lo tienen vanas personas que en Arica administran escuelas
clandestinas (AVD: 5 de octubre de 1905).
El mismo mes el día 15, don Emiliano Herrera Subdelegado desde Socoroma
le informaba al Gobemador lo que sigue:
En una conversación particular que tuve con el señor Cura Párroco de esta
jurisdicción don M. Jesús del Carpio me declaró que la Sociedad peruana de
socorros mutuos de Putre, recibía del Gobierno del PeN la suma de cincuenta
soles mensuales como subvención.
Como he oido hablar a algunos vecinos de Putre que pedirán permiso a Us.
para que siga funcionando dicha sociedad, le pongo esto en su conocimiento
para los fines a que hubiere lugar (AVD: 15 de octubre de 1905).
Como puede ver Us., en el estado actual conceda el menor favor a personas de
esta indole seria querer hacer mas dificil la administración, la que si no debe
atropellar a nadie, debe exigir el respeto de todos y de cada uno (AVD).
'O
Es cstc ambiente que se asimila algo muy parecido a lo que pasa en las ciudades costeras,
respecto de la situación diplomática de tensiones de adscripciones ciudadanas. Lo peruano
o lo cliileno, en la población local, se va ir generando sus propias dinámicas de procesos;
Esta comisión examinadora está compuesta por vecinos de Putre que en los
documentos son percibidos como gcstorcs de propaganda peruana y padres de al-
gunos de los alumnos que están en la escucla descubierta en 1905. También, junto
a este cambio de actitud por parte de los comuneros, vemos en los documentos un
cambio cn la actitud del gobierno respecto de cómo deben funcionar las escuelas.
En Circular No 621 del día 7 de julio de 1911, el Gobernador informa al Subdcle-
gado dc Putre que el Señor Visitador de Escuelas de la Provincia en Oficio No 54
del 7 dcl corriente le infonnó lo que sigue:
Esta oficina desea que las escuelas rurales que están lejos de su \,igilancia
funcionen con la más perfecta regularidad como lo prescriben las disposicio-
nes reglamentarias, es decir, que deben funcionar todos los dias hábiles sin
interrupción por motivo alguno que no sea plenamente justificado, cree que los
Sres. Subdelegado o Inspeciores, como representante de US. Están llamados
á fiscalizar la conducta funcionaria de los maestros i á cooperar por el mejo-
ramiento i buena marcha de la instrucción primaria, dentro de sus respectivas
jurisdicciones (ASP: circular N" 62 1).
El control sc extiende hasta el de los funcionarios, como en el documento de
fecha 25 dc mayo de 1923, en el cual el Gobernador Emiliano Bustos Ic solicita al
Subdelegado de Putre lo siguiente: «Sinrase darme un informe por escrito acerca
dc la conducta funcionaria y privada de la profesora de la escucla de Putre, señora
Mercedes Bmna de Pizarron.
O u n control inás efectivo, como se expone en el siguiente documento:
Socoroma, I I de agosto de 1923. No I
Señor Subdelegado
El Señor Director Provincial de Educación en nota N" 306 ine comunica que
debe transcribir a Ud. Lo que copio: Los señores Subdelegados, personalmente
y por medio de los Inspectores de Distrito, están por el Ministerio de la Ley,
obligados a ejercitar una estricta y permanente supervijilancia en las escuelas
del territorio de su jurisdicción, en el carácter de representantes de la autoridad
administrativa departamental.
En esta virtud, les incumbe fiscalizar a los Directores y sus ayudantes para
cerciorarse de que asisten diariamente a la escuela, en todas las horas de tra-
bajo de los días hábiles; comprobar la efectividad de los datos estadísticos
que consignan los boletines; indagar acerca de la ejemplarizadora moralidad
pública y privada que debe mantener el profesorado; exijir las condiciones de
aseo personal con que el profesor debe concurrir a la escuela a fin de que la
higiene enseñada en sus clase, sea exhibida en su propia persona; estar atento y
secundar a la acción que desarrollan los Consejos Escolares, las Comunidades
y sus respectivas comisiones etc. Etc.
Al visar las planillas de pago, ellos deben dejar constancia de los días o frac-
ciones de días en que los Directores o profesores ayudantes hayan faltado sin
aviso a la Escuela, para descontar del sueldo mensual la parte correspondiente;
deben, asimismo, consignar las inasistencias con permiso de esta Dirección
Provincial, por asuntos particulares (negocios, atención de un pariente enfermo
etc.).
Para dar mayor solemnidad y eficacia a este acto, en los puntos en que fun-
cionan escuelas rurales, convendria, señor Gobernador, que US. impartiera
instrucciones a los Sub-Delegados, Inspectores de Distrito y Carabineros, en
el sentido de que unos y otros faciliten la labor de las muestras en todo lo que
se refiere a la ornamentación del local escolar, reparto de invitaciones y demás
ayuda que sea del caso. El propio Sub-Delegado o Inspector podria ser el Ila-
inado a tomar el juramento y a pronunciar el discurso relacionado con el aspec-
to patriótico de la ceremonia, quedando a cargo de las maestras la disertación
sobre la reforma y la obra educacional de la escuela.
Estima el infrascrito que los funcionarios aludidos, por el hecho de ser espe-
cialmente remunerados en esta zona, tienen el deber ineludible de respetar a la
maestra, estimarla, darle prestigio y hacerla respetar; proporcionando medios
de transporte, poniendo en juego sus influencias de autoridad local, en caso
de enfermedad, de un llamado de su jefe o cuando se movilice con motivo del
feriado escolar; procurarle facilidades para el rápido servicio de su correspon-
dencia epistolar y, por último, conseguir medios para que estas abnegadas mi-
sioneras de la civilización y predicadoras del amor a Chile en la lejanía de las
sierras, logren proveerse de víveres y puedan recibir el mobiliario y material
de enseñanza que lo remita la Dirección Provincial
Este hecho podría dar cuenta de que, de forma diferente a Tarapacá y Antofagas-
ta, en Tacna y Arica sí hubo una preocupación estatal más temprana por incorporar
la educación en los temtorios andinos. Ello, debido a la coyuntura quc ofrecía la
situación diplomática de status quo en que se encontraba la provincia. Esto pudo
habcr sido uno de los detonantes para quc el Estado se preocupara por brindar una
capacidad de instmcción adecuada a sus propósitos asimiladores. Ya en 1926, en
Arica, el 2 1 de julio existían escuelas fiscales constmidas en el área andina. En esa
fecha, el Gobernador de Arica informaba al subdclegado lo que sigue: «Sírvase
Ud. Proceder a hacer entrega oficial a las Directoras de las Escuelas Públicas No
9 y 19 de Putre y N" 10 de Socoroma, de los nuevos edificios fiscales constmidos
para el funcionamiento de las referidas escuelas» (ASP).
A su vez, se inicia todo un control por parte del Estado al aplicar censos cscola-
res, asi como un efectivo control de las cscuelas (por policías) y la administración
política de la zona. Así, podría decirse que este control del sistema de socialización
cívica es un recurso determinante para asegurar la asimilación nacional.
Las escuelas primarias repartidas por todo el país juegan un rol fundamental
en el proceso de integración nacional. Ayudan en la estmcturación del Estado
nacional chileno. Además, considero que cs posible argumentar que desde la
década de 1920 hay un creciente interés por la educación fiscal en los territorios
altoandinos ariqueños. Esta situación estaría, sin duda, en estricta alianza con el
cariz de status quo de la provincia.
Por csta razón, la escuela se convierte - d e s d e múltiples puntos de vista- en
un instmmento privilegiado del nacionalismo. Es la herramienta de una educación
nacional y de la formación de las generaciones jóvenes. Pero también cn el sentido
de rechazo de todo elemento extranjero en el seno del Estado nacional al que no se
reconoce justificación cultural alguna y que trata de asimilar de mancra forzada.
Según Deloyé (2004), solo un dispositivo educativo moderno, «nacional», puede
asegurar tal nivel de competencias. El Estado se definiría, entonces, no en referencia
a la dominación que él ejerce, de acuerdo a la tradición weberiana, sino cn rclación
con la lógica del desarrollo capitalista, que permite controlar el sistema educativo
sobre un territorio determinado. Es en este punto donde el nacionalismo toma un
giro cultural de creación artificial de una unidad simbólica requerida, principalmente,
por la modernidad o modernización económica; esta descansana sobre la expansión
de un sistema escolar igualitario capaz de expandir una cultura uniforme.
El nacionalismo inventa culturas desprovistas de toda base étnica a fin de uni-
ficar el imaginario de las naciones. Imponc lenguajes para reforzar su coherencia o
movilidad internas y logra así asegurar la lealtad de los ciudadanos que comparten
una similar concepción del mundo impuesta por el Estado y transmitida por su
sistema escolar.
A su vez, cs la propia sociedad local la que se inserta y se rearticula en la im-
plantación de la estructura administrativa. De esta forma, cambia la percepción
que se tiene de los actores de la frontera, entre el semejante y cl otro. De manera
más, se trata del sentimiento de compartir ciertos valores y10 representaciones
que forman la realidad subjetiva de la nación. Y es esta un producto artificial de
la comunidad politica que la moldea a su interés y deseo local inmerso bajo una
hegemonía liberal. Desde esta perspectiva, para comprender lo que cambia o per-
manece, es mcjor dctenninar qué se niega a cambiar, lo que quiere permanecer, y
lo que se hibridiza y desplaza, situación muy frecuente en zonas marginales y de
fronteras multi-identitarias y multiculturales.
El deseo de la población andina local de instmirse en la escuela peruana sc
entiende a partir de un nacionalismo político (ciudadanía) ya instaurado en ellos.
Como un mccanismo sociocultural dirigido a originar y hacer permanecer un sen-
timiento de pertenencia de adscripción ciudadana, que es portadora dc dcrechos
y deberes que quieren ser extirpados. Así, se resisten bajo la lógica del habitus de
Bourdicu (2000: 69):
En cuanto instrumentos estructurados y estructurantes de comunicación y de
conocimientos, los ((sistemas simbólicos» cumplen su función politica de ins-
trumentos de imposición o de legitimación de la dominación, que contribuyen
a asegurar la dominación de una clase sobre otra (violencia simbólica) apor-
tando el refuerzo de su propia fuerza a las relaciones de fuerza que las fundan,
y contribuyendo así, según la expresión de Weber, a la «domesticación de los
dominados)).
En definitiva, lejos de buscar un estructura objetiva, busco analizar cómo las
construcciones o representaciones son históricamente constmidas a partir de una
manipulación simbólica. En ella encontramos características en común tanto a
nivel individual y colectivo, como relacionado con lo viejo, tradicional o lo nue-
vo; encontramos también rasgos del mundo moderno ofrecido por el liberalismo,
adscripciones ciudadanas que al igual que la memoria y la historia pueden ser
olvidadas para dar paso al cambio social del cual se es parte bajo una ideología
de poder dominante.
Considero que bajo la permanencia el Estado nación peruano se dio una lógica
ciudadana. ~ s t permaneció
a en la hibridez de las adscripciones ciudadanas en una
zona de frontera sociocultural. En ella, la lucha simbólica por mantener csas lógicas
nacionalistas bajo una realidad administrativa y social distinta como la de Chile
permitió una articulación y una re-apropiación de doble juego, algo muy común
en la sociedad andina en general.
CARLOS MONDACAlldentidades sociales y representaciones políticas en coniiic~o
4. CONSIDERACIONES FINALES
Respecto de esta relación con la nación, Fernández nos dice que, por el contra-
rio, la nación, tanto en sus formulaciones europeas, como en sus reescrituras desde
la periferia, contiene fuerzas antagónicas cn pugna por imponer un sentido. Agrega
que la forma camaleónica que se impone en esta coyuntura de relaciones tanto
antagónicas como favorables entre subalternos y el Estado también tiene rclación
con la importancia del olvido para el principio de la nacionalidad. Situación que,
por su complejidad, siempre es un proceso que va más allá del tiempo programa-
do por el Estado nacionalizador y que nunca está al alcance de los subaltemos o
grupos populares de la ciudadania. No como expresión de ser parte de los proce-
sos de constitución e implementación del Estado nacional. El Estado nacionalista
tiende a resolver la cuestión mediante la asimilación, es decir, mediante diversas
medidas que buscan, por un lado, la desaparición de los elementos de distintividad
ciudadana peruana e identidad étnica y, por otro, su plena fusión en la población
mayoritaria bajo el común paraguas de la cultura, la identidad étnico-nacional y
la ciudadania que comparte la mayoría.
Sin embargo, las poblaciones locales no son esquivas a la asimilación. En
muchos casos reacomodan sus estrategias de supervivencia articulándose do-
blemente en el Estado nacional y en sus comunidades locales. Asi, aceptan la
subordinación y buscan una fórmula de coexistencia pacifica con la mayoría,
a través d e un deseo e interés individual y colectivo d e ser parte del cambio
social."
Estos pueden intentar mantener los lazos tradicionales en lo local o zonas
refugio, como lo menciona Aguirre Beltrán (1967), todo en correspondencia con
las políticas de asimilación impulsadas desde el Estado (mediante la compulsión
en ciertos momentos; más a largo plazo, a través de la educación, la conscripción
militar la integración territorial, etcétera).
Sin embargo, tal cual lo plantea Bajoit (2003: 277):
Practicando las relaciones sociales, el individuo interioriza identidades colec-
tivas, las cuales son atravesadas por tensiones estructurales que se traducen
en su conciencia por tensiones existenciales entre las diferentes esferas de su
identidad. Manejándolas, desarrolla sus capacidades de sujeto y construye su
idenlidad personal. Para realizar esta identidad entre otras, se compromete en
lógicas de acción; esas acciones (re) producen los recursos, los apremios so-
ciales y los sentidos culturales e ideológicos que condicionan la práctica de
las relaciones sociales. La aproximación es intencionalmente circular: la «so-
ciedad)) produce individuos que la (re) producen buscando realizar en ella su
identidad.
"
Esta idea la he tomado del texto de SPIVAK
1988. Sobre todo en su análisis del deseo e interés
de Foucault y Deiieuze de los individuos.Y, en general. me he basado en el tema del cambio
social en el texto de BAJOIT2003.
CARLOS MONDACAlIdenlidades sociales v reoresentaciones oolificasen conflicto
la fuerza en estas áreas, en lucha entre chilenos y peruanos por un territorio que
no pennite la unifonnidad, como lo plantea Burckhardt (1 961 :72):
Aunque el Estado pueda ser mucho más potente cuanto con mayor homogenei-
dad corresponda a un todo nacional, no es fácil que corresponda a semejante
todo, sino más bien a una parte integrante de e1 que de la tónica a una región
determinada a una determinada rama o a una capa social determinada.
Desde esta perspectiva, mi argumentación apunta a que todo estc periodo fue
un largo proceso de negociaciones y articulaciones locales con el Estado nacio-
nalista chileno. En él, la influencia de las ideas liberales decimonónicas generó
un interés y deseo dc cambio social en la población local que se manifestó en una
dinámica dual de inserción de la educación y del Estado desde una perspectiva
moderna de ciudadania.
Por un lado, hubo un proccso de negociación sociopolítica simbólicamente
confrontacional entre la adscripción y resabios de una ciudadanía peruana contra
una nueva, la chilena. Y por otro lado, hubo una re-apropiación~socioculiuralcon
la adopción de la administración del Estado nacionalista chileno por mcdio de
sus políticas implementadas. Como se pudo observar en detalle en las difcrentes
articulaciones, se encontraba, entre ellos, el sistema educacional.
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FUENTES DOCUMENTALES
RESUMEN
ABSTRACT
' Un énfasis que algunas décadas antes ya habían hecho otros investigadores, tales como Peter
Laslett (Laslen 1972) y su gmpo de la Universidad dc Cambridge.
MARiA l. JOCILES Y FERNANDO VlLiAAMlLILa duplicación de funciones y posiciones de parentesco
Las dos ideas expuestas han sido utilizadas en la investigación' cuyos rcsul-
tados parciales se presentan a continuación. En primer lugar, la de constelación
familiar, que se ha mostrado también válida para el estudio de la construcción de
la paternidad y la matemidad (que constituye el objeto cientifico que se aborda en
este articulo), sobre todo en lo que se refiere a los modos a través de los cualcs se
construyen el rol y la posición parental' de los padreslmadrcs y padrastros/madras-
tras en el seno de estas familias reconstituidas. Así, hemos intentado ir más allá
del uso a que ha sido sometido el concepto de constelación familiar cn la obra de
los autores mencionados. Por ello, hemos considerado que las formas mediante
las cuales se construye/deconstmye, para poner un caso, el rol y la posición de un
padre biológico no custodio (que, por tanto, no reside habitualmente en la misma
vivienda que sus hijosias) no son independientes de aquellas otras mediante las
cuales se han construido/deconstniido el rol y la posición del padrastro (de la pareja
o cónyuge de la madre custodia y que, por tanto, convive probablemente con los
hijos); de igual manera que, en esos procesos de const~cción/dcconstnicciónde
la patemidadímaternidad, pueden tener una incidencia fundamental las prácticas
de otros miembros de esas constelaciones familiares, tales como los padres o
hermanos de los distintos cónyugeslparejas que las intcgran.
En lo que se refiere a las dos lógicas (perennidadísustitución) de reconstitución
familiar, la distinción entre ellas se utiliza igualmente en el estudio quc presen-
tamos. Y las utilizamos aunque con algunos matices, los cuales obedecen sobre
todo al hecho de que se trata de categorías excesivamente compactas, que no solo
no hacen referencia (y ni siquiera en primcr término) al conjunto de estrategias de
emparentamiento4que tienen lugar dentro de las familias reconstituidas. Tambien
hacen referencia a dicho conjunto de estrategias asociándolas, pero cn bloque, a
«factores» tales como la clase social y nivel de estudios, por ejemplo (ver Le Gall
«La protección social ante los nuevos modelos de familia: el caso de los hogarcs reconsti-
tuidos», financiada por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (convocatoria FIPROS,
2005). y realizada por un equipo de investigadores compuesto, además de por,ios autores de
esta comunicación, por Ana M" Rivas y Beatriz Moncó, asi como por Débora Avila, Ariadna
Ayala y Pablo Diaz como colaboradores dc investigación. La investigación se ha realizado
en la Coniunidad Autónoma de Madrid (Espaiia).
' Distinguimos entre rol o desempeño de funciones parentales (de cuidado, autoridad, etcé-
tera) y posición de parentesco, entendida esta última como la posición genealógica que le
correspondería a alguien por cuestiones biológicas.
«Emparentamiento» es con concepto creado por la antropóloga sueca Signe Howcll, quien
lo ha ido modelando, sobre todo, a lo largo de sus investigaciones acerca de las adopciones
internacionales. La definición que proporciona: «proceso por el cual se introduce a un feto
o a un recién nacido (o a una persona no conectada previamente) dentro de una relación
significativa y permanente con un grupo de gente, el cual se expresa a través dc un término
acerca de la relación de parentescon (Howell 2004: 198; ver también Howell 2003).
y Martin 1993), con respecto a los cuales esas categorías adquieren su sentido y su
posibilidad. Ahora bien, según ponen de manifiesto diferentes investigaciones (ver,
v.g., Roigé 2006), las prácticas que se orientan a conservar las posiciones de los
padres biológicos (que siguen la lógica de la perennidad) y las que se dirigcn, por
el contrario, a sustituirlas por las de los padrastros (lógica de sustitución), obede-
cen, en realidad, a una variedad de condiciones sociales, económicas, ideológicas,
etcétera, mucho más amplia que la estipulada en dichas categorizaciones. Y a su
vez afectan a un número de casos lo suficientemente extenso como uara auc sean
cuestionables las asociaciones que se establecen. Ello provoca que, cuando se quiere
operativizar la clasificación para dar cuenta de lo que acontece en el conjunto de
constelaciones aue se incluven en un estudio concreto. dichas cateeorias se vean
obligadas a funcionar como los extremos deun continuum y pierdan capacidad de
discriminar la gama de modalidades de consirucción de la patemidadlinaternidad
que se dan en la realidad (ver al respecto el trabajo ya citado de Roigé 2006).
No obstante, - c o m o se ha d i c h e ambas categorías se han utilizado dentro
de nuestra investigación con los matices señalados @rincipahnente, el no aceptar
como algo dado, sino sometible a pmeba, las repetidas asociaciones). Han scrvido,
entre otras cosas, como uno de los criterios que nos ha permitido reconoccr dife-
rentes modalidades de constnicción de la matemidadpaternidad en las familias
reconstituidas esiudiada~.~ ,.
Ahora bien. hcmos incluido también otras catceorias.
como las de «evitación» y «duplicación». En el primer caso, nos permiten distinguir
el tipo de estrategias desplegadas con respecto a los padrastros/madrastras en las
constelaciones familiares dentro de las cuales, con relación a las madresipadres
biológicos, se implementan estrategias de «perennidad». De igual manera, la otra
categoría, la de c<duplicación»,nos permite distinguir -como se vera- una mo-
dalidad de constmcción de la matemidadpaternidad cn las familias rcconstituidas
no reconocida, al menos expresamente, por los autores mencionados más arriba.
Han sido 16, todas residentes en la comunidad de Madrid. Dentro de cada una de ellas se
ha entrevistado a una media de 3 personas, y se ha realizado, por tanto, unas 50 entrevistas
semidirectivas. La investigación se basa, sobre todo, en el material procedente de estas enbe-
vistas. La muestra de familias investigadas se ha diversificado según el nivel socioeconOmico
y socioeducativo de los padresimadres de cada una de ellas.
MARiA l. JOCILES Y FERNANDO VlLiAAMlL/ L a du~licacionde funciones v oosiciones de oarenlesco
incluidos en Le Gall y Bettahar 2001; Fine 2001; Cadoret2001; Delaisi de Parseval 2001;
Verdier 2001; Lafaucheur 2001, entre otros.
Entendemos por cuasiplunparentesco el establecimiento de jerarquías explicitas entre las
distintas figuras paternasimaternas @riinrru/segirndo, completoicasi, iwdcidero/coino si
fiero, b i o i o g i c o l ~ d o ~ ~ ietcétera).
vo, Puede suceder que al padrastrolmadrastra se le acabe
considerando no <<unpadreiuna madre», sino «casi un padreiuna madre», (rconio si fuera
un padreiuna iiiadrcv. <<coinoun segundo padrcluna segunda madre», <<coinoun padre
de «padre/madre» al padrastrolmadrastra conviviente, así como también
al padrelmadre biológico no conviviente, pero estableciendo una jerarquía
entre ellos -«es casi como mi padre)), «mi segunda madre». ..-).
B. Modalidad de DUPLICACIÓN (4 familias de la muestra: ver anexo al final)
Caracterizada por estrategias de duplicación de las funciones parentales (tanto
el padrastro y la madrastra como cl padre y la madre biológicos desempeñan fun-
ciones parcntales, independientemente de que sean convivientes o no).
SubmodalidadB. 1 Duplicación de funciones parentales 1+ plun~aren- - -
Preámbulo
En las familias en que se desarrollan estas estrategias d e constmcción de la inater-
nidadipaternidad, al igual que ocurre con las que siguen las estrategias de sustitu-
ción (que no tendremos la oportunidad de exponer aquí), la separacion/divorcio
se produce en un clima d e enorme tensión y conflicto. Sucede casi siempre a raíz
de una acusación, ya sea d e malos tratos (caso d e Mari 'Luz), ludopatia (caso de
Francisco) o, por ejemplo, adulterio (casos de Ángel y José M").9 El proceso de
separaciónidivorcio es duro para sus protagonistas. Son frecuentes las amenazas,
las denuncias y10 las amenazas de denuncia. Además, siempre se busca un culpa-
ble, lo que dificulta la negociación d e los convenios reguladores, y cnrarece las
relaciones entre los ex-cónyuges, y entre estos y sus nuevas parejas.
Ella nunca supo reconocer que su problema era el juego y que habia perdido a
su marido por el juego. Entonces, ya te digo, que le vino bien que apareciera
otra. La verdad es que a mi no me ha montado nunca ningún número cuando
nos hemos visto. Pues, la primera vez (que la vi) yo creo que fue. .. que estaba
Da. (su hijastro) malo. Tenia sarampión o algo así, y fui a verle y estuve en su
casa. Un piso que se compró luego ella cuando se separaron. Yo creo que fue la
primera vez. A mi no me montó ningún número. La verdad es que sí, algunas
veces, por teléfono, incluso llegó a decir que yo era una puta, y ya la cosa em-
pezó a estar peor cuando Mario y Manuela (hijos biológicos de la entrevistada)
ya eran mayores, y yo tenia miedo de que agarraran un día el teléfono y que
una buena señora les soltara que su madre era una puta, que le habia quitado
a su marido. Entonces, claro, ahí ya tuve más cuidado porque yo dije: «Mira,
no, relación ninguna. Es imposible llevamos bien)). Cuando nos vemos, hola y
adiós, que nos hemos visto, la verdad, pocas veces. (Marisol)
Se trata de pseudónimos. Ver Anexo para ubicar cada nombre en cl contexto de una familia
de las incluidas en esta modalidad.
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pegarse por esas tonterias cada tres meses, pero como él esta en un plan que no
hay conluoicación ninguna, pues, así estamos, a la lucha. (Mari Luz)
'O
En todos los casos analizados aquí. se trata de madres custodias . padres no custodios.
y .
Aprovechamos para resaltar que todos estos rasgos que estamos considerando con relación
al divorcio v la reeulación de las relaciones nosdivorcio. son los aue los autorcs citados al
comienzo del articulo asocian a las familias que siguen estrategias de sustitución. Sin em-
bargo. como vemos, aparecen también vinculados a estas otras familias quc las siguen de
duplicación (modalidad no identificada por ellos) y que no siempre pertenecen a las clases
modestas y con bajo nivel de estudios. Asi, de las cuatro familias que corresponden a esta
segunda modalidad, dos de ellas están compuestas por adultos con estudios primarios o
secundarios y con ocupaciones de nivel medio-bajo, en tanto que los miembros de las otras
dos son, mayontanamente, personas con estudios universitarios y profesiones de nivel me-
dio-alto, que desarrollan trabajos por cuenta ajena (para la Administración Pública o para
grandes empresas privadas).
MARIA l. JOCILES Y FERNANDO VILLAAMIL /La duplicacion de funcionesy posiciones de parentesco
Eso está medido por el juez: el día de Reyes es mitad y mitad, miiad del día con
uno y mitad del día con otro.. . Ya no me acuerdo cómo es la cosa, pero vamos,
eso está.. . Algo así como si la semana de enero esta conmigo, entonces se va a
casa de la madre al medio día de Reyes. Y si no, es al revés. ¡Es que es un lío!
[...] Lo que pasa es que hay lío, lío y chantajes emocionales porque el día de
Reyes es el cumpleaños del abuelo materno de ..., de mi suegro, y entonces:
«Ay, que va a ser el último Reyes, que me voy a morir». Lleva diciendo lo
mismo veinte años y no se muere nunca. (Ángel)
Ahora bien, uno de los rasgos más recurrentes es la sospecha de que el importe
de la pensión que los padres no custodios pasan a las madres custodias no sc utiliza
en beneficio de los hijos, sino de sus madres. Y llama -además- la atcnción el
hecho de que el mal estado de la ropa de estos se c o n v i e r t a 4 e forma igualmente
recurrente- en signo del uso ilegítimo de ese dinero. Ello se acompaña de una
negativa apasar algo más de lo estipulado como pensión de alimentos para los hijos,
aun cuando se ha establecido en el convenio regulador la obligación de hacer frente
a sus gastos extraordinarios. Asiinismo, se manifiestauna queja constante por tener
que seguir pagando la pensión durante el tiempo que los hijos pasan con cl padre
no custodio (las vacaciones, por ejemplo), que a veces se plasma en su impago.
Tengo muchos problemas con él para que pague una manutención del niño
que, según el notario, había que auineniar segun el incremento del lPC, y no lo
ha hecho nunca en estos 16 años. De hecho, en estos dos Últimos meses no ha
pagado la manutención. Y durante todos los años que hemos estado separados,
que es desde que Ricardo tenia año y medio, dos años, paga a final de mes, a
mes vencido, y para colmo tampoco paga el mes que se le lleva de vacaciones.
[¿Y iii qué haces con eso?] ¿Que qué hago? Pues nada, eso: o te metes a de-
nunciarle o pasas. (Mari Luz)
El clima tenso, dificil, conflictivo ha llegado a veces a extremos que no solo
ha desembocado - c o m o se ha insistido- en la incomunicación (si no entre los
ex-cónyuges, al menos si entre estos y sus actuales parejas), sino que ha terminado
convirtiendo esa incomunicación en deseable, en la mejor situación posible. Resulta
sintomático de ello el que Concha, por ejemplo, la actual pareja de Ángel, prefiera
no encontrarse con la ex-esposa de este con el objeto de ((noponerle cara))porque,
según afirma, «si no le pongo cara, es como que no existe)).
qué ... [...]Yo creo que Concha (su actual pareja) hace más de policía malo. De
policía malo y bueno. Las dos cosas: «Que te tienes que ..., que no sé qué,,, y
tal y cual. Y nunca se ha cogido esos cabreos (de): «Que me lo diga mi padre
y no tú)). Nunca. Y Concha piensa que ella a veces se pasa, que a veces ha sido
demasiado bruta diciendo cosas, poniendo muchas normas, pero el tio racanea
y hace sus cosas, pero no se queja, no escurre el bulto de esa manera, de: «Tú
no eres mi madre)). Con Concha se ríe y Concha le vacila, pero a la vez: ((Tia,
tómate la tortilla, no me toques las narices)).Con otra forma (a la utilizada por
la madre). Y a él está feliz estando aqui. (Ángel)
Que dichas funciones se ejerzan de una manera mas o menos segregada según
el género (reservándose, por ejemplo, para el varón, las actividades ligadas al
ocio de los chicos y quedando el cuidado, por ejemplo, a cargo solo de la mujer),
constituye un tema aparte que ocurre tanto más así cuanto mayor presencia tiene
una concepción tradicional de los géneros, de la familia y de la filiación. Esto
sucede cuando se toma como ideal el modelo de la familia nuclear, que lleva, por
ejemplo, a sostenerlaceptar que a cada cónyuge le corresponde un rol doméstico
diferente, a atribuir el fracaso matrimonial anterior a la reconstiiución familiar, a
un error en la elección de la esposdo, y no a problemas del modelo, a concebir
como familia solo a la constituida a través del matrimonio y, finalmente, a no
entender la filiación en ausencia de lazos de sangre. Por otra pafle, en un contexto
ideacional de este tipo, los hijos del anterior matrimonio del marido o de la mujer
no pueden ser, para la nueva esposa o el nuevo esposo, sino problen~áticos,y en
un doble sentido: tener problemas por no haber crecido en una familia <mormal»,
y constituir un problema del que todos se quieren librar.
(La ex de su marido) Tiene un morro que se lo pisa con las salidas y las entra-
das del niño: cada vez que puede, nos lo encasqueta. [¿Si?] iUy, si! Ella está
encantada con que el niño se venga aqui. Está encantada. Es lo que quiere.
Entonces, ella, bueno, si el niño puede venir aqui, pues, fenomenal. Y si el
niño se pudiera quedar aqui y a ella le siguiéramos pagando la pensión, estaria
encantada de la vida, iya no te digo más, estaria feliz! (Francisca)
tengo que estar peleando con él para que se duche, nunca sale de el, para que
se lave los dientes ... Me paso la vida cortándole las uñas, porque no es capaz
de cortarse las uñas ya con diez años, porque luego en la comida siempre está
escarbando, porque está comiendo y está haciendo... (imita la acción de es-
carbar en un plato y ríe), porque está todo el día con los pies por ahí, que los
pone aqui, alli, alli, alli: (Chico, por Dios, iponte las zapatillas y no estés con
los pies toqueteándolo todo!». Y luego, pues, es un niño, no sé; que no se ha
educado en valores. Yo creo que es eso, es el gaje de la sociedad de hoy en día,
que están todos, en general, con los valores muy perdidos. Se pone a estudiar,
te lee la hoja y: «Ya me lo sé». Y a todo esto, pegandote y discutiendo con él
para que coja una hoja, y llorando amargamente, como si le estuvieras matan-
do, para que te coja y se lea esa hoja, y para que se la aprenda de memoria:
«Venga, otra vez». Como si fuera una canción: ((Venga, otra vez» y «Venga,
otra vez», jsabes? (Francisca)
Hay, sin duda, excepciones, es decir, casos en que los hijos deciden (sobre todo
al llegar a la adolescencia o a la juventud) convertir la casa paterna en su lugar de
residencia habitual. Ahora bicn, la falta de comunicación entre los ex-cónyuges
vuelve a poner obstáculos a la búsqueda pactada de salidas a situaciones que, en
otras circunstancias, serian triviales. Ello hace que cambios de residencia de esta
índole solo se puedan lograr a costa de forzar esas mismas situaciones. Como
ilustración de ello puede servir el siguiente verbatim, donde se relata un cuasi-
secuestro consentido por el hijo y en donde se puede apreciar que no se establece
ningún tipo de negociación con la madre custodia, algo que ni se intenta ni se
percibe como posible:
Ella entonces no tenia las crías, que nacieron posteriormente: «Pero t u madre
tiene legalmente tu custodia, sabes que me está machacando, que busca cual-
quier lema para buscarme las vueltas. Si ahora tú te vienes conmigo nos va a
machacar. Lo primero que va a hacer es poner una denuncian. Y me dijo él,
con 14 años: «No te preocupes, que tiene tanto que ocultar y tanto que callar
que no va a mover un dedon. Me lo dijo mi propio hijo: «No te preocupes)).Y
aun asi yo fui con mucho miedo. Yo tuve que ir a su casa a sacar las cosas de
mi hijo. De hecho, le dije a L. (su amigo abogado): «Mira, va a pasar esto)).
(Francisco)
El hecho de que loslas nuevoslas cónyuges o parejas de los padresln~adres
participen en el desempeño de las funciones parentales -de lo cual no solo no son
disuadidoslas, sino animadoslas por sus esposaslos, que es justo lo contrario de lo
que sucede con las familias que despliegan estrategias de evitación- es congnientc
con una concepción del hogar que incluyc una contribución paritaria de los gastos
del mismo, incluidos los ocasionados por los hijos del primer matrimonio.
Mientras, se unen, por así decirlo, los gastos causados por cualquier concepto
cn las casas respectivas de los ex-cónyuges. Se separan -en c a m b i e los que cl
hijo común ocasiona en cada tina de ellas, de tal manera que, aparte de la pensión
establecida cn el convenio regulador de la separación/divorcio que, en efecto,
pasa dc la casa del padrc no custodio a la de la madre custodia, lo único que se
comparte, lo único que circula entre las mismas son los hijos comunes: «Todo lo
que sea allí (fiestas, cumpleaños, etcétera) lo paga ella, y todo lo que sea aqui lo
MARIA l. JOCILES Y FERNANDO VILlAAMIL/ La d~okaciónde funcionesv oosiciones de oarenlesco
pago yo» (José M"). Se trata, así, de una separación casi absoluta, a nivel econó-
mico, normativo, funcional, etcétera, entre los hogares paterno y materno. Así,
no es que los hijos comuncs tengan, en cstos casos, dos casas o dos padres que se
experimenten como tales, sino que se les somete a una duplicación de experien-
cias, a la vivencia de dos mundos paralelos pero desconectados, descoordinados,
discordantes y, además, enfrentados.
Esta es una separación que se plasma en las respectivas familias extensas, puesto
que la ruptura entre los ex-cónyuges se cxtiende asimismo hasta ellas. Es más, en
los casos en que esa niptura-o la culminación de la misma- no ha tenido lugar
en el momento de la separaciónldivorcio, se ha producido más tarde, cuando el
que conservaba la relación con la familia extensa de su ex-cónyuge se ha vuelto a
casar o ha reemprendido una unión de hecho. Así, las relaciones de los hijos con
la familia extensa paterna se enfrían en buena medida, ya no solo porque estos
permanecen relativamente menos tiempo en la casa del padre, sino también a raíz de
la ruptura de los contactos entre los miembros de aquella y la madre yio la familia
extensa de esta, habida cuenta de que ambas causas contribuyen conjuntamente a
disminuir las oportunidades de que dichas relaciones se vayan actualizando. Hay
veces en que, con todo, la pérdida de intensidad de las relaciones con la familia
extensa paterna va ligada a la ampliación de la red relaciona] al establecerse lazos
con los parientes de las nuevas parejas de los padres biológicos. Sin cmbargo, la
puesta en relación con nuevos grupos de filiación a través de esas parejas, csto es,
la multiplicación del número de vínculos, no consigue compensar o contrarrestar
aquella pérdida, es decir, la disminución de su calidad," tal como han puesto de
manifiesto diferentes estudios internacionales, como el de Attias-Donfut y Scgalen
(200 1 : 256), por ejemplo. Si esto es así en los casos en que se despliegan estrategias
dc emparentamiento con la familia extensa de la madrastra yio el padrastro, con
mayor razón ocurre en aquellos otros en que el padreimadre biológicoia interpone
barreras a que esa clase de estrategias se desarrolle (en lo que se reficrc, por su-
puesto, a la familia extensa de la actual pareja del ex-cónyuge, no dc la propia).
Da. (su hijastro) se llevaba muy bien con mis padres, y también le prohibió
verlos y se ponía enferma cuando los veía y cuando le hablaba que habíamos
estado en su casa y tal. Me acuerdo cuando él ya vivía con nosotros, que está-
bamos un día aquí los dos leyendo, y tenía a Da. que se subía por las paredes:
«No vuelvo a ir a ver a mi madre, porque no veas cómo te ha puesto, porque ha
dicho...)), y digo: «Mira Da., yo eso lo tengo asumido ya desde hace muchos
años. Tú no te cabrees con tu madre ni te sientas mal. Tú vete a verla cuando
" Las relaciones que sufren menos pérdidas son las establecidas con la familia extensa
materna, en particular cuando la madre tiene la custodia.
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tengas que ir a verla, y el que a mi me ponga como me ponga, ya olvídate)),
«Es que a ti, a tus padres, a tus hermanos...)), «Mira, si con esto ya cuento)).Y
le afectaba, claro. (Marisol)
Posiciones d e parentesco
Ello se aprecia igualmente cuando se pasa a considerar qué posición rcciproca se
atribuye a los padrastros y a los hijastros dentro de estas constelaciones familiares.
Hay casos entre los estudiados, como cl de la familia de José M" y Francisca, en
que el hijastro de esta no es considerado su hijo debido a una serie de cuestiones
que, para una y otro, son evidentes
[¿Túlo ves igual que a tu hijo?, ¿lo sientes como a tu hijo?] No. [¿Qué dife-
rencias notas?] No se cómo explicarte. Mi hijo es mi hijo, porque es mi sangre,
porque son mis ojos, porque me mira y es mi niño, no sé, y porque le he parido.
Y con Mi. (su hijastro), le quiero mucho, también me da mucho cariño, pero
no ... (Francisca)
Se trata de una evidencia que deriva de una muy fijada concepción biologicista
de la filiación y, en particular, del lazo que se establece entre madrc e hijo, que
hace incomparables las experiencias de tener un hijo social y un hijo «propio».
La experiencia fisica de la maternidad constituye, dcsde esta perspectiva, algo
contundentc. Es esta una idea que aparece incluso en los argumentos a través de
los cuales los hombres progenitores buscan reivindicar la igualdad dc derechos
de los padres y las madres tras la separación matrimonial, como se puedc ver en
cl siguiente verbatim:
Es que es fundamental que, en una separación, tengan los mismos derechos,
pero cincuenta, cincuenta... (Va subiendo el tono de voz) Autoinálicamente,
todo el mundo tiene el rol (sic) de que el niño se tiene que quedar con la madre,
pero ¿por que? Es de los dos. Que yo entiendo que ella lo ha llevado dentro;
es un vínculo más fuerte, pero eso no es culpa mía. ¿También es culpa mía que
yo no tenga pechos? ¿Es culpa mía, y me van a meter la cárcel? Si la mujer es
la que tiene que llevar al niño ..., pero también es mi hijo. O sea, el cincuenta
por ciento de su sangre es mía, ¿y por que no voy a tener yo el mismo derecho
que ella? (José M")
MARiA l. JOCILES Y FERNANDO VILLAAMILI La duplicacion de funciones y posiciones de parentesco
La mayoría de las veces, sin embargo, las soluciones son mas complcjas. Se
acercan a las encontradas cuando se despliegan estrategias de sustitución, tal como
es la del cuasipluriparentesco, a pesar de que se trata de madrastraslpadrastros y de
padresimadres que (al igual que los que desarrollan las estrategias de evitación) se
adhieren a unas representaciones sobre las reconstituciones familiares cercanas a
las que fundamentan ideológicamente la denominada ((lógica de la p~rennidad».'~
En consecuencia, son madrastraslpadrastros que intentan no aparecer como usur-
padorasles de posiciones que no les corresponden, y padreslmadres biológicos
que procuran no ser considerados como socavadoreslas de las ocupadas por sus
ex-cónyuges, toda vez que a elloslas inismoslas no les gustaria, según confiesan,
ser objeto de desemparentamiento por parte de estodas.
Yo, por una parte, deseaba que le tratara bien a mi hijo pero, por otra parte,
tampoco deseaba que adoptara el papel de padre. Tampoco me apetecía que mi
chaval se encariñara con él y que él tomara..., tampoco me apetecia eso. Enton-
ces, yo le preguntaba: «Da., ¿que tal con Ma. (la pareja de su ex-inujer)?».[...]
En parte, Fa. (su ex-mujer) se calmó porque tuvo una relación más o menos
estable. Ya no me molestaba y, por otra parte, yo sabia que mi hijo estaba bien
atendido, mejor que con ella sola, porque ya hay un hombre en la casa y ya
hay unos ingresos mínimos. Yo he llegado a temer hasta que mi hijo pasara
hambre. Ya hay un hombre en la casa; ya se supone que hay un nivel mínimo
y, por otra parte, no me está usurpando el papel de padre ni le está maltratando.
Entonces, yo estuve relativamente tranquilo. [...] Da. yo creo que se ha llevado
siempre bien con Marisol (su actual esposa). Nunca es igual que hijo y madre,
pero tampoco ella ha intentado nunca acaparar. Marisol el papel (por el) que
ha intentado optar siempre ha sido (el) de estar un poco al margen de los temas
nuestros. Ella se ha portado bien con él, le ha tratado con educación y ha estado
pendiente de él, pero a nivel sentimental, anivel de sentimientos, no ha querido
ocupar nunca el papel de la madre. (Francisco)
No obstante, en otros momcntos asegura que a menudo quien ha hccho las veces
de padre ha sido su tío materno, con el que tiene confianza suficientc para abordar
asuntos que no trata con su padre biológico. Y no podemos saber qué ocurrirá a
este respecto con la actual pareja de su madrc, Félix, por cuanto hacc muy poco
MARÍA l. JOCILES Y FERNANDO VILLAAMI1 /La duplicación de funciones y posiciones de parentesco
tiempo que conviven. Además, aunque las relaciones que han mantenido hasta
ahora son positivas, Félix es muy cauto a la hora de dar pasos en su acercamiento
tanto a él como a la medio hermana, Eva, la segunda hija de Mari Luz. Uno de
los motivos que explican esta cautela radica en sus dificultades para concebir una
pluriparentalidad que no entrañe merma del vinculo con los hijos biológicos.
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Familia 8:
Familia 9:
......,
Familia 10:
Familia 13:
El yoco del cielo es cultivado: perspectivas
sobre Paullirzia yoco en el chamanismo
airo-pai (secoya-tucano occidental)
Luisa Elvira Belaunde
Juan Alvaro Echeverri
RESUMEN
ANTHROPOLOGICNA~'~
XXVI, N Y 6 , diciembrc de 2008, pp. 87- 1 I I 87
LUISA ELVIRA BELAUNDE Y JUAN ALVARO ECHEVERRY / E l yoco del cielo es cultivado
ABSTRACT
AGRADECIMIENTOS
El trabajo de campo fue financiado por RENACO (Italia) por medio del proyecto
«Domesticación y validación científica dc la actividad biológica de Paulliniayoco«,
ejecutado por la Universidad Nacional de Colombia, sede Amazonia. Agradcccmos
al Conselho Nacional de Dcsenvolvimento Científico e Tecnológico (CNPQ) y al
Instituto de Salud Colectiva de la Universidad Federal de Bahia, que financiaron
la etapa de análisis de la información de Luisa Elvira Belaunde por medio de una
Bolsa de Profesor Visitante.
Llamada la «planta de la vida)), Paullinia yoco fue calificada por el botánico
Schultes (1942) como la «más importante planta no alimenticia en la economía de
los nativos)). Sin embargo, el yoco (nombre con el que comúnmente se conoce) ha
recibido poca atención en los estudios antropológicos y etnobotánicos. Son escasas
las colecciones botánicas fértilcs y los estudios de la biologia de esta liana de la
familia Sapindacea endémica del refugio pleistocénico del Napo.' Rica en cafeina,'
Paullinia yoco es utilizada por la mayoria de los pueblos de filiación lingüística
tucano occidental, así como por sus vecinos kofan e ingano, pertcnecicntcs a
otras familias lingüisticas. Todos estos pueblos consumidores de yoco habitan en
el área de la triple frontera entre P ~ N Ecuador
, y Colombia. La partc de la planta
que se consume, por lo general, es la corteza viva, la cual se exprime en agua fria
para obtener una bebida amarga. Los pobladores locales le atribuyen propiedades
estimulantes, purgantes, vomitivas, anticonceptivas, abortivas y psicoactivas, entre
otras, pcro sus efectos no son solo biofisicos, sino que también tiene propiedades
socialcs y espirituales, como lo mostramos en este articulo.
' La literatura sobre el yoco es restringida. Schultes (1942, 1943) fue quien describió y nominó
la cspecic y presentó alguna información sobre su ctnobotanica (1951). Para una revisión
de las colecciones botánicas de yoco ver Bolivar et a1 (2004). Langdon (1974) y Belaunde
(2001) han documcntado su uso entre sionas y airo-pai, rcspcctivamcnte. Dos trabajos re-
cientes documentan aspectos de su uso y manejo entre los ingano del piedemoiitc colombiano
(Zuluaga 2004) y entre los airo-pai del Putuamayo (Bolivar er a l 2004, Bolivar 2005).
Segun estudios de los años cuarenta y cincuenta, la presencia de cafeina en la corteza oscila
entre 1% y 3.5% (Zuluaga 2004: 36). Solamente existe un estudio reciente (Weckerlea ei
al. 2003) sgbre alcaloides en varias especies de Poullinia, que también revelo la presencia
de teobroinina y cafeina (0,5%) en la corteza. Estos resultados son poco conclusivos para
entender la gran importancia de la planta en la etno-famacologia de los pueblos que la han
manejado ancestralniente.
LUISA ELVIRA BELAUNDE Y JUAN ALVARO ECHEVERRY I E I voco del cielo es culfivado
' Los airo-pai, también conocidos como secoya, son un pucblo dc lengua tucano occidental
repartido entre el Peni y el Ecuador, en las cuentas del Napo-Putumayo. En el Peni hay siete
coniunidades airo-pai, con una población total aproximada de 700 personas (Casanova 2002;
Wali et al. 2008).
Este articulo tanibién se sustenta en información recogida en años anteriores,por Luisa Elvira
Belaunde, quien desarrolló su investigación doctoral entre los airo-pai de Vencedor-Huajo-
ya en 1988-1990 y ha viajado a la zona del Napo-Putumayo en repetidas ocasiones desde
entonces.
ANTHROPOLOGICA/ANO XXVI, N? 26
Oiras plantas asociadas a la palabra de consejo han sido estudiadas entre los pueblos de la
familia lingüística jívaro del Peni y el Ecuador (Bola 1993). que beben guayusa (Ile.rguaw-
so) de madmgada, y los pueblos de la familia lingüistica uitoto y bora, del Pcni y Colombia
(Candre y Echcvemi 1993; Londoño 2004). que consumen coca (Erylhro.v,dum coca) y
tabaco (Nicotiana rabocum) dc noche.
Bebida obtenida de la cocción de pedazos de troncos de Banisleriopsis caapi y hojas de
Diploplet?~~ cahreraiio en agua durante todo cl día, hasta fonnar una «miel» espesa. Existen
diferentes recetas a base de combinaciones con otras plantar (Vickers 1989: 174).
' Por ejemplo, Langdon (1974: 317) transcribe un hermoso canto clianlánico d c los siona de
Colombia en el que esta propiedad de la planta es explicita: «Como nucstra madre, el yajé
nos aconseja. La madrejaguar nos aconseja y nosotros la escuchamos. Nuestros compañeros
(la gente del yajé) nos dan consejos como nuestras madres y nuestros padres, y nosotros
pensamos bien [. . .]».
LUISA ELVIRA BELAUNDE Y JUAN ALVARO ECHEVERRYIEI yoco del cielo es cultivado
LOSolores perfumados atraen a los espiritus protectores. Los melos olores, y cspecialinente
el olor de la sangre, atraen a seres quc sc alimentan de sangre y esp'iritus dcprcdadores de
los humanos. Esta idea se encuentra difundida en gran parte de los pueblos dc la A~nazonia
(Belaundc 2006).
EL CANTO DE LA «GENTE YOCO VIVIENTE))
~uiñesojena
Iñaqire yure Miro esto ahora [esto es lo que hay que ver
en visiones1
Hua)adu fayoye jaimaña oyade
~~ ~
1 Tomando yoco en un ratito se tuerce bastante
chambira
Yoco hua~epaioyaje ñuiñe 1 Gente yoco viviente estamos sentados
torciendo chambira
huedisuijena airona ñuicona como hoja del monte [cuando se toina yoco
fuerte marea y todo se ve ilun~inadopor una
desde
l l1
44 Yocopi cuiyeyepipeneyepi ñeja á La mitad sembrada de uvilla, la mitad
somiani sembrada de guaba, el yoco enredado en los
troncos cuelea
45 Intirejuodehuade 1 Desyerbándolo bien
46 Necade intipijujrrde En su soga los fmtos engordando
sisode uncuye intipi Estamos raspándolo tomándolo
El canto narra la experiencia personal vivida por el cantante quien, al tomar yajé
y cantar en gmpo durante la sesión chamánica, mira en visiones el pueblo de la
agente yoco viviente)), en las esferas celestiales del «otro lado» del cosmos. El
canto narra las visiones del cantante bajo el efecto psicoactivo del yajé y, al mis-
mo ticmpo, induce o conduce la experiencia visionaria que en él es narrada. Este
proceso de inducción de las visiones a través de las palabras del canto es indicado
por una expresión típica de la frascologia chamánica airo-pai: ( G a q u e yuren,
«miro esto ahora)). Esta exprcsión aparcce en tres puntos del canto (litieas 1 5 , 3 1
y 32) y tiene, por lo menos, dos sentidos. Por un lado, es una afirmación dc quc el
cantante está experimentando personalmente las visioncs narradas en cl canto. Por
otro lado, según las explicaciones de Liberato y de otros chamanes conocedores,
significa también «esto es lo que hay que mirar». Asi, cs una frasc que guia la
experiencia visionaria de todos los que participan en la sesión chamánica, tanto
la del chamán principal que encabeza el canto, así como la de los otros partici-
pantes que repiten sus palabras respondiendo en coro. A través de la inducción
de visiones compartidas, el canto tiene una intencionalidad inclusiva: la de lograr
llevar a todos los participantes en la sesión chamánica a conocer personalmente
el mundo de la «gente yoco vivienten y: de esta manera, poder aprender de ellos.
Después de participar en las sesiones chamánicas, cada uno de los participantes
puede decir, al igual que Liberato: «yo he mirado a la gente yoco viviente)), es
decir, «he aprcndido de ellos)).
El canto está narrado en la primera persona del singular y del plural. Si bien
es claro que el sujeto que habla en primera persona del singular es el cantante (es
decir, cada una de las personas que al cantar el canto consigue tener una expe-
riencia visionaria guiada durante la sesión chamánica), existe cierta ambigüedad
sobre quiénes son los que están hablando en la primera persona del plural. Por
ejemplo, en la linea 13 (también en la 17 y 38), existe una ambigüedad sobre si la
afirmación ((nosotros aqui sentados torciendo chambira)) incluye al cantante o no.
Si incluye al cantante, esto implica que él cante también ((gente yoco viviente)).
Si no lo incluye, implica que quienes se expresan en esta frase son la ((gente yoco
viviente)), hablando a través de la boca del cantante. Como muestra Viveiros de
Castro (2003) en su estudio de los cantos chamánicos araweté, es posible que en un
mismo canto se expresen varios sujetos hablando a través de la boca del cantante,
por lo que la cuestión de quién está expresándose en el canto es tan importante
como la cuestión de sobre qué se está hablando en él. En el caso de nuestro canto,
la ambigüedad del sujeto hablante es, según las explicaciones que me dieron los
airo-pai, irreducible. Al visitar en visiones el pueblo de la «gente yoco viviente)),
el cantante se transforma en uno de ellos y, por lo tanto, habla de manera inclusiva
diciendo ((nosotros)).Pero, al mismo tiempo, el cantante mantiene una subjetividad
individualizada a lo largo de su experiencia visionaria, razón por la cual también
se exprcsa en primera persona. En varios puntos a lo largo del canto, afirma ser el
sujeto central de la experiencia visionaria.
Las actividades llevadas a cabo durante la visita al pueblo de la «gente yoco
viviente)), descritas en el canto, son en gran parte las mismas actividadcs que los
hombres airo-pai realizan en sus poblados. Es decir, la historia contada en el canto
es una reproducción en el plano narrativo de algunas escenas de la vida diaria en
los poblados airo-pai, un punto que delata la construcción simbólica del canto
chamánico. En efecto, la utilización de doblcs, o réplicas, es un aspccto sobre el
que concuerdan las teorías del chamanismo, tal como lo expone, por ejemplo, la
teoria de la mimesis de Taussig (1993), desarrollada en su análisis del cnranderismo
y brujería entre los íule (kuna) de Panamá. Según este autor, la acción simbólica se
ejecuta a través de réplicas de la persona o de la situación sobre la cual se quiere
tener un efecto por vía simbólica. Estos dobles pueden ser imágenes visuales, o
réplicas materiales, narrativas, sonoras, olfativas, u otro tipo de imitaciones; per-
miten actuar indirectamente sobre alguien o algo debido justamente a la relación
de mimesis que une el doble al modelo original.
Se podría argumentar que los airo-pai están, hasta cierto punto, culturalmente
de acuerdo con esta teoría de la acción simbólica mimética. Liberato y las otras
personas con las que conversé me explicaron espontáneamente que, en efecto,
existe una relación de imitación entre el mundo airo-pai en «este ladon y el de los
LUISA ELVIRA BELAUNDE Y JUAN ALVARO ECHEVERRYIEI yoco del cielo es cullivado
seres espirituales protectorcs, en el ((otro lado». Según ellos, la vida diaria en sus
poblados sc inspira en la imitación de las actividades llevadas a cabo por los sercs
espirituales protectores. O sea, según los airo-pai, el original está en el «otro ladon,
en el cielo, y la copia en «este lado)). Segun ellos, las experiencias visionarias dc
las sesiones chamánicas efcctivamente enseñan a los jóvcnes, porque al «mirar» a
los seres cspiritualcs aprcnden a reproducir cn sus vidas diarias los conocimientos
adquiridos de ellos y a intentar recrear, en la medida de lo posible, la situación dc
abundancia del mundo celestial.
Esta idea también está contenida en la palabra huaje, que liemos traducido como
wivientc)), pero que tiene varios otros scntidos, como, por ejemplo, «salvadon,
«resucitado», «descansado)), «respirando a fondo» y «vuelto a nacer». Siguiendo
las explicaciones de Ó s c a r ~ a r ~ apoblador
s, de la comunidad de Huajoya, (thuaje
es como cuando un pájaro ha estado volando por un largo rato y se sienta en una
rama, respirando para rctomar el aliento)). Dc acuerdo con estas explicaciones,
la «gente yoco viviente)) significa entonces, inás prccisamente, «gcnte yoco rcto-
mando el aliento, o renovándose». Pero, durante el proceso de traducción de los
cantos chamánicos, tanto Liberato como Óscar y otros airo-pai me dijeron que era
mcjor traducir huaje como «viviente», porque, según ellos, la palabra «viviente)>
expresaba más claramente la idea de quc cstos seres espirituales protcctores «dan
vida» y también «hacen vivir)) a la gente. El uso de la voz causal" «hacer vivir»
es también típica de la manera como la rclación de imitación entre cl cielo y los
poblados airo-pai es concebida. Es decir, los seres espirituales protectores son con-
siderados causantes de la existencia humana, estimulándola y proporcionando la
fuente de conocimientos, alimentos y recursos en abundancia (Bclaunde 2000).
Al analizar la historia narrada en el canto, se pucde observar quc csta contienc
varias historias dentro de si y sigue un ritmo circular. La historia principal, o de
base, por así decir, cuenta que el cantante está tomando yoco sentado cn gmpo con
la «gente yoco viviente)), como uno más dc ellos. Esta es una situación similar a
la de los participantes en la sesión chamánica en «este lado», en dondc están to-
mando yajé. El canto comienza y termina al afirmar que el cantante está tomando
yoco con la «gente yoco vivienten y lo rcpite cn varios momentos (lincas 9, 11,
18,35, 38). Entre cada una de estas afimiacioncs, el canto cuenta otras experien-
cias visionarias del cantante, quien se desplaza por cl espacio de la «gcnte yoco
viviente)), mirando alrededor.
" El uso de la voz causal cs notable en las interacciones diarias en airo-pai y cn castcllano
(lohnsons y Wlieeler 1987). «Hacer comer», «hacer pcnsan), «hacer trabajar>>,son expre-
siones caracteristicas que señalan que el sujeto dc la acción es coiicebido conio producto de
una red de interaccioncs, siempre estimulado por otros a actuar y10 cstiniula~idoa otros.
En las líneas 2 a 8, el cantante cuenta cómo ve las lianas de yoco que han
sido seinbradas por la «gente yoco vivicnten y que crecen subiendo enredadas a
los troncos de árboles de uvilla (Pourouma cecropiaefolia) y de guaba (Inga sp.).
Cargadas de fmtos maduros, las cabezas de las lianas de yoco cuelgan hacia abajo
y, al ser mecidas por el viento, los frutos revientan y suenan. Este sonido es, según
las explicaciones de Liherato, una expresión característica de la abundancia de los
fmtos, algo así como una celebración alegre del bienestar que esta abundancia trae
a las que los sembraron.
Enseguida, entre las líneas 9 y 18, el cantante acompaña a la «gente yoco vi-
vienten para extraer yoco, cargarlo a casa, preparar y beber la bebida hecha con el
extracto de corteza diluido en agua y torcer hilo de chambira. En estudios anteriores
(Belaunde 1994) hemos mostrado el complejo significado de la fabricación de
hilo dc chambira y CI tejido de las hamacas con hilo de este mismo material para
a la constitución de la persona airo-pai masculina. Aunque las mujeres a menudo
acompañan y ayudan a sus esposos mientras ellos tuercen hilo de chambira, esta
no es considerada una actividad femenina. Interesantemente, en el canto se dice
que las mujeres que toman yoco barren la hierba limpiando la casa (línea 40), una
actividad que sí es típicamente asociada a la mujer.
En la línea 18, el canto cuenta que al tomar yoco el cantante se marca, un efecto
psicoactivo que está típicamente asociado a la sensación que acompaña el inicio de
las experiencias visionarias derivadas del consumo de diferentes plantas, como el
propio yajé. La sección del canto a continuación que va hasta la linca 37 narra la
experiencia visionaria producida por el consumo de yoco. Es decir, se trata de una
experiencia visionaria producida dentro de otra experiencia visionaria: mareado
por el yaji, el cantante mira en visiones al pueblo de la «gente yoco vivicnten y,
mareado por cl yoco que toma con ellos, mira en visiones el espacio alrededor
del poblado. El paseo por los cultivos celestiales es, entonces, una experiencia
visionaria vivida dentro de otra experiencia visionaria.''
Es de notar aquí también que la sesión de toma de yoco entre la «gente yoco
viviente)) narrada en el canto es muy semejante a las sesiones chamánicas de toma
de yaj6 llcvadas a cabo entre los airo-pai. Pero es importante subrayar quc, entre
los airo-pai, el yoco no es, que nosotros sepamos, bebido durante las sesiones
chamánica~.'~ A nuestro parecer, lo que el canto señala es que en el mundo de la
" La idea de mundos dentro de mundos es común en las visiones chaniánicas y onincas airo-pai.
Por ejemplo, cuando tradiiciamos un canto chamánico sobre la pesca, Liberato mc cxplicó
lo siguicntc: ((dentro de los rios, hay rios cn los cuales el chamán puede pescan) (Belaunde
2001: 197).
" Otros gnipos itnicos, como los siona y coreguaje, si beben yoco junto con yajé (Langdon
1974, Bolivar e / al. 2004).
LUISA ELVIRA BELAUNDE Y JUAN ALVARO ECHEVERRYIEI yoco del cielo es cullivado
agente yoco viviente)) el yoco es utilizado por ellos de la misma manera que el
yajé es utilizado por los airo-pai. Es decir, en el canto, el yoco cs algo así como el
yajé de la «gente yoco viviente)).
Caminando por el espacio de la (cgentc yoco viviente)),en visiones generadas por
el yoco (dentro de visiones generadas por cl yajé), el cantante encuentra palmeras
de pifuayo (Bacfrisgasipaes) con racimos maduros, y describe cómo cargan estos
racimos entrc varios y los llevan a la casa comunal. Ciertas expresiones caracte-
rísticas indican que el cantante se encuentra cn el ámbito celestial. Por ejemplo,
la referencia a la luz blanca que ilumina las visiones producidas por el mareo con
yoco (línea 19) y la mención de la tierra de playas de arena (línea 32). En la cos-
movisión airo-pai, maiemo, «el cielo», es justamente un lugar donde hay grandes
playas de arena (ver Cipolletti 1992; Belaunde 2001: 213. Payaguaje 1990: 83), y
donde, por lo tanto, no hay una vegetación tupida. Las chacras del ciclo también
están libres de maleza, troncos y espinas, y los ríos son derechitos, transparentes
y poco profundos. Todos estos rasgos indican que cl cielo es un lugar bcnigno, de
abundancia, en donde no existe el trabajo penoso, y todas las actividades de pro-
ducción son llevadas a cabo de manera colectiva, organizadamente y con alegría.
De vuelta en casa de la «gente yoco vivienten, entre las líneas 38 y 41, el can-
tante se refiere a los muchachos que están tomando yoco juntos como (qoya'en,
una palabra que traducimos como «criado», alguien que está siendo criado, es
decir educado, por otra persona. Esta exprcsión indica claramentc la finalidad de
enseñanza del canto y el hecho de que está dirigida principalmente a los varones,
ya que las mujeres no son llamadas «criadas», sino «mujeres» (nonlio). Entre las
lincas 42 y 46, el cantante emprende un último paseo, y encuentra esta vcz árboles
nutuo, una especie no identificada de árbol fmtal, y regresa a tomar yoco en casa
con la «gente yoco viviente)). Las dos últimas lineas (48 y 49) llaman la atcnción
porque reafirman el sembrio del yoco en oposición a su procedencia silvestrc: «no
ncccsitamos buscarlo cn el monte, hay en casa)). El yoco consumido por la «gente
yoco viviente)) en el cielo es, enfáticarnentc, yoco domesticado, sembrado, extraído
y proccsado por ellos mismos.
La silvicultura del yoco es, a nuestro parecer, un tcma ejc del canto. Es notablc
la forma en que los pasajes sobre la descripción de las andanza del cantante por
el mundo de la ((gente yoco viviente)) rccrean una impresión detallada dcl ordc-
namicnto espacial de los cultivos. También son recrcados los olores dc las frutas
maduras y los sonidos que hacen; completando con todos los sentidos cste pasco
virtual por las chacras fmtales celestiales. Por un lado, árboles de uvilla y guaba,
en cuyos troncos crecen enredadas las lianas dc yoco cargadas de frutos. Por el otro
lado, o «hasta la mitad)), como dicc el canto, sc ven palmeras dc pifuayo también
cargadas de abundantes fnitos maduros. Finalmente, en un lugar mas descampado,
se observa playas de arcna y árboles de nuruo esparcidos. El canto dcja claro que
estas especies frutales son sembradas en el cielo siguiendo un ordenamiento silvi-
cultural deliberado. En particular, el yoco es una liana sembrada en asociaciones
agroforestales con arboles de uvilla y guaba utilizando dos métodos: por semillas,
recogidas del suelo y por cstacas (líneas 36 y 37).
El scmbrio del yoco por el cuacuiyó está, por lo tanto, intimamente asociado
los hábitos rcproductivos de esta ave y el cuidado de los polluelos. Esta cs una
coticcpcion que refleja cl uso que los airo-pai hacen del yoco para aconsejar y educar
a sus propios hijos. Severino también explica que el cuacu<vó es diferente de la
«gente yoco viviente)), aunquc en ambos casos se trate de seres que cjcmplifican,
cada cual a su manera, la propicdad de <taconsejar».El ave siembra lianas de yoco
en el bosquc, en «este lado)) del cosmos, mientras que la «gente yoco vivicnten
siembra yoco en el cielo, en el «otro ladon.
Los y c o pai (gente yoco) que se ven cuando se toma yaje son otros que el
ciiacuiyo. Son el espiritu del yoco que parece gente (Severino Levi).
e"' subentiende, sin cmbargo, que cn otros contextos, podría tener otra imagen y forma
corporal. Para un debate sobre nocioncs scniejantes entre otros pucblos arnrir6nicos véase
Viveiros de Castro 1996 y Concalves 2007.
LUISA ELVIRA BELAUNDE Y JUAN ALVARO ECHEVERRYIEIyoco del cielo es cultivado
Muju era una persona negra, todo quemado; y Ñañe. como era Dios, era bien
blanquito. Comenzaron a hacer batalla.
Ñañe tenia dos mujeres, y se fueron con Mr~jii.Entonces, ellos comenzaron la
batalla. Tenían sus espadas de guama." Muju tenia el propio (hecho de guama,
filudo), y Ñañe no tenia el propio. Pero cuando iba a batallarse, Ñañe le ha
robado su espada. Mujir se ha ido a orinar y ha dejado su espada metida en el
barro. Ahí le ha cogido Ñañe y le ha cambiado por la suya. Mujir ha intentado
primero cortar a Ñañe, pero no ha podido. Entonces Muju ha dicho «ahora
usted», y Ñañe le ha cortado bien en dos a Muju (por la cintura, separando la
parte inferior y superior del cuerpo). Y de la sangre de Mujtr se han fonnado
esos pajaritos. Por eso, ahora cuando truena ahí mismo grita el cuicui~~o.
1 O4
XXVI,N? 26
ANTHROPOLOGICA/A~~O
yoco que se llevan a casa, especialmente a los residuos fibrosos de yoco que son
desechados dcspués de «chapearlos», es decir, remojarlos en agua para diluir su
jugo. Después de raspar y remojar las cortezas de yoco, los restos de corteza ex-
primida (los bagazos) deben ser colocados, por ejemplo, en un canasto donde no
vayan a ser pisoteados ni manipulados por la gente ni los animales domésticos.
Estas bolitas, llamadas yocope, son concebidas como crias de ave. Pcro no son
crías de cuacu j ó . Como nos explicó Anselmo Sandoval, airo-pai residente de la
comunidad de Belén en el río Yubineto cn 2005, son crías de paujil (Noihocrux
urumutum). Así lo dice Ansclmo:
En toda parte no se pueden poner, porque esas bolitas son paujiles. Porque
esos son paujiles. Si las dejan en cualquier lado, ya no se encuentra yoco en
el monte. Yo dejo las bolitas en un montoncito en un basurero. Antes cuando
viviamos en la maloca, se ponían todas en un canasto. Le trataban bien a eso
antes. Le trataban bien antes (Anselmo Sandoval).
El paujil es un ave de hábitos nocturnos terrestres, carne agradable y tamaño
un poco menor que una gallina. Se alimcnta de semillas, fmtos, larvas, insectos,
lombrices y gusanos. Es un ave extremadamente elusiva y difícil de encontrar para
los cazadores, pero su fuerte canto lo delata al crepúsculo. Hace su nido en las ramas
de los arbustos bajos, o en el suelo, y el período de incubación es de unos 32 dias
(Parker 1112002). Debido a que los nidos cstán en lugares bajos son relativamente
fáciles de encontrar y de saquear por los cazadores. Cuando los cazadores matan
a un paujil adulto, a menudo consiguen ubicar su nido y robarse los huevos. Pero
la intención no es comérselos, sino domesticar a estas crias nacidas cn el monte.
Los llevan a casa y loscolocan en el lugar de los huevos de una gallina que está
empollando. Cuando nacen las crias, crecen entre las gallinas, y se alimentan de
las mismas cosas que estas aves de ~ o r r a l .Sin' ~ embargo, su dorncsticación es
precaria, porque los polluelos se escapan al monte si son maltratados y, además,
difícilmente consiguen reproducirse en esta condición. Es por lo tanto necesario
encontrar y extraer nuevas crias del monte para traerlas a casa.
La costumbre de saquear los nidos e intentar domesticar las crías de paujil re-
presenta, en términos de la cacería, la manera como los airo-pai saquean las lianas
de yoco cn el monte e intentan domesticarlas, es decir, intentan poder disponer de
ellas como si hubiesen sido cultivadas por ellos. Al igual que las crias de paujil,
el yoco debe de ser encontrado en el monte, traído a casa y bien tratado. Si no, se
va y no se encuentra más.
' Agradecemos a nuestro colega awajun del Centro de Antropología Amazónica Práctica
(Lima), Abel Uwarai Yagkug, por sus informaciones sobre la caza y crianza del paujil que
nos ayudaron a comprender mejor las explicaciones de Anselmo Sandoval.
105
LWSA ELVIRA BELAUNDE Y JUAN ALVARO ECHEVERRYI El yoco del cielo es cullivado
Y agrega Anselmo:
Eso quiere decir el sueño, es de bolita de yoco raspado. El sueño está mostran-
do que ya está madurando la cna de paujil. Se ve que las crias están moviendo
las alas y gritando «cui cuin, animándose. Es que están botando la pereza.
Entonces, cuando se chapea el yoco, esas bolitas que se hacen con lo que ha
sobrado del yoco son crías de paujil. Se ponen ahí. Son crias. Paujil es yoco
(Anselmo Sandoval).
" Esta interpretación onirica contrasta con la forma como los uitolo intcrpretan sus sueños de
cacería. Para los uitoto, los sueños que muestran a la persona consumiendo diferentes tipos
de frutas son interpretados como sueños de caceria; de esta manera, cada especie de fnital
silvestre o cultivado es relacionada con una especie de caceria, generalmcntc a partir de
asociaciones formales (Candre y Echeverri 1993). En el caso airo-pai, el sueño de un animal
de caceria (el paujil) anuncia la acaceria)) de una especie vegetal (el yoco).
IR
Transcribimos aquí, la versión en airo-pai. #Yoco gato hueocani iñajena que jepere ticaramona
qucjepere tijani jeaje Iiuajie yoosicuepare ñatasi inuntse o panita'a yeque muntse sadi tisadi
jujaye peoye tiane paije. Tijani ione jutyere o hue'eje daye apijijaje yoojei yureta'a dadi o
ñatacona ione sisoje yooye sarnije sami sicuepi inti ocje yooyeae quejcpesi Ihueocaini inaje
yooseae quejepesi ionese oejf hueocani inasc yooyeae ione yoco saniije yootse carape'e),.
durante las scsiones chamánicas con yajé, asi como las visiones oniricas, permiten
mirar y, por lo tanto, aprender de situaciones que retratan la propiedad del yoco
de «dar consejo)) para criar a los hijos.
BELAUNDE,
Luisa Elvira
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Los yagua en el contexto del turismo étnico.
La construcción de la cultura para el
consumo en el caso de Nuevo Perú*
Anahí Chaparro Ortiz de Zevallos
RESUMEN
Las reflexiones que presento en este articulo surgen del trabajo de campo realizado entre
junio y agosto de 2006, el que posteriormcnte sirvió dc base para mi tesis de licenciatura,
«La cultura como poductode &sumo. Análisis de un caso de turismo étnico en la Ama-
~.
zonía Demanan (Cliaoarro 2008). . aeradecer a mi asesora de tesis Giuliana Borea v a
, Ouiero
niis profesores de la especialidad de Antropología Oscar Espinoza, Gisela Cánepa y Norma
Fuller por los comcntarios y sugerencias quc hicieron posible la redacción de este articulo.
también forma partc dc ellas. Existen poblaciones, como la que forma partc del caso
analizado en este articulo, que han vivido buena parte o toda su vida vinculadas
a la industria turística. Por ello, no se pueden abordar los aspectos cconómicos,
políticos o rituales de estas localidades -por mencionar algunos- sin tomar en
cuenta el papel que en ellas juega el turismo.
Por otro lado, es nccesario enmarcar al turismo dentro de la industria del con-
sumo, pucs su desarrollo solo es posible dentro de las dinámicas quc promueve
el capitalismo tardío. Es en estc contcxto que las actividades de ocio dejan dc ser
vistas como un lujo y pasan a ser objeto de explotación económica (Santana 1997).
Ello convieite al consumo en una de las principales actividades dc la vida social.
El acto de consumir ya no se basa únicamente cn satisfacer nuestras necesidades
o gustos, ni en adquirir un estatus a partir de lo que podemos comprar; implica un
proceso de identificación, una manera dc desarrollar un sentido dc pcrtcnencia a un
grupo y de afirmar nuestro estilo de vida (Garcia-Canclini 1995; Herdige 2004) a
partir del consumo de expcricncias ( v e r ~ i i e k2003). En este contcxto, la industria
turística es un buen ejemplo de cómo lo que finalmente se comercializa es la'ex-
periencia. En el caso particular de esta investigación, enmarcada dentro dc lo que
los estudios antropológicos definen como turismo étnico (Smith 1999, cl producto
de consumo está conformado por las costumbres, concebidas como exóticas, de
los pueblos indígenas de la selva amazónica. A trav6s de la experiencia turistica se
mcrcantiliza el retorno a lo natural, al estilo dc vida ecológicamcntc sostenible, cl
cual busca preservar ese mundo pre-industrial en armonía con su entorno.'
Este articulo busca reflexionar sobre la forma en que se construyen las repre-
sentaciones de la cultura para el consunio en cl contexto del turismo. Para cllo,
siguiendo la perspectiva de Bruner (2005), estudiaré las perfomiances turísticas
como ritualcs contemporáneos, como prácticas sociales en si mismas, las cuales
constituyen nuevas culturas especialmentc construidas para una audiencia foránea.
Asimismo, retomando los estudios de performance, analizar6 cómo los significados
de la cultura son construidos en la práctica a pariir de la interacción entrc los turistas,
los productorcs y la población local, y con ello sc revaloriza la dimensión subjetiva
de la rcalidad social y el protagonismo que tienen los actores en su constitución
(Cánepa 2001). El énfasis en analizar la const~cciónlos significados cn la práctica
nos pcrmitc rcflcxionar sobre cómo se rearticulan los imaginarios a partir de la
cxperiencia, y sobre el papel que juegan las relaciones de podcr en la intcracción
-retomando el concepto de podcr desarrollado por Foucault (2005), cii el cual
este debe ser analizado a partir de la cfectividad de sus prácticas concrctas-.
' Ver las reflexiones de Ulloa (2001) sobre la rcprcscntación del indígena como (<nativocco-
lógico» y su vinculo con los inovimientos uiiibicntalistas.
Además, se dcbe de tomar en cuenta que, dentro de este contexto, la interacción
a partir de la cual se constmyeu los significados de la culíura para el consumo se
lleva a cabo dentro de lo que Bmner (2005) denomina la zona de frontera turistica.
Esta rcpresenta el espacio perfomiativo en donde se encuentran los turistas y los
locales,
[...] el campo de comportamiento al cual hay que pensar en términos espacia-
les usualmente como un lugar distintivo de encuentro entre turistas que vienen
de sus hoteles y los performers locales, los «nativos» que dejan sus casas para
encontrarse con los turistas de maneras estructuradas, en localidades prede-
terminadas por definidos periodos de tiempo. [.. .] Dos grupos que se acercan
desde perspectivas bastante diferentes. Los turistas son móviles; viajan a tra-
vés de lugares a los que usualmente nunca regresan. Los locales permanecen
en el área y son testigos de comentes de diferentes gmpos de tours que circulan
(2005: 17).
LOS ACTORES
Hoy en dia, parte de este gmpo sigue trabajando en turismo en la comunidad de San Juan de
Huaslialado, cerca del segundo albergue de Paseos Amazónicos. Ellos trabajan de manera
independiente. No trabajan exclusivamente para ninguna empresa, sino que reciben gmpos
dc turistas que traen guias directamente de Iquitos. Cuando en Paseos Amazónicos surge
algún inconveniente por el cual no pueden llevar a los turistas a donde los yagua de Nuevo
P ~ N los
, llevan a visitar a este gmpo yagua de San Juan de Huaslialado.
ANAHl CHAPARROILos vaoua en el contexto del lunsmo etnico
que sus hijos aprendan el castellano. Otros aluden a la discriminación por partc
de las personas extemas a la comunidad. Por último, algunos jóvenes señalan quc
prefieren no hablar yagua porque les da vergüenza. Esto hace que la lengua no
sea utilizada en los diferentes espacios de la comunidad. Por ejemplo, la escuela
de Nuevo Pcni no es bilingüe. Asimismo, cn las asambleas comunales siempre se
utiliza cl castellano. Esto conlleva a que las personas mayores se vean excluidas
y no puedan participar activamente debido a que no entienden bien el idioma.
Lo que llama la atención de estos casos es cómo las mismas prácticas culturales
que son discriminadas en los espacios de la vida cotidiana se convierten en una
fuente de prcstigio dentro del contexto del turismo. Como se verá más adelante,
el idioma y la habilidad para bailar son utilizados por quienes se reconocen como
((verdaderosYagua)) como argumentos para legitimarse como los únicos indígenas
auténticos que tienen el derecho de realizar la puesta en escena frente a la empresa,
los mestizos y los turistas. Como señala Barth (1976), la noción de etnicidad cobra
importancia en el momento de articular las fronteras entre los gmpos, y conforma
una marca dc diferenciación al movilizar los rasgos culturales que resultan sig-
nificativos para los actores de cada contexto particular. Sin embargo, dentro del
ámbito del turismo, ya que lo que está en juego es la determinación de quién tiene
derecho a trabajar y quién no a partir de lo que se interpreta que buscan los turis-
tas, los límites no se establecen frente a un otro foráneo' sino dentro de la misma
población de la comunidad. De esta manera, a diferencia de lo que succde en las
dinámicas de la vida cotidiana, en la puesta en escena se valorizan los clenientos
que permiten exteriorizar la identidad indígena.
La empresa
Paseos Amazónicos es una empresa de turismo que, dentro de la oferta disponible
en Iquitos, puede categorizarse como una empresa mediana. La familia a la que
pertenecc trabaja en la industria turística desde la década de 1970. La historia
de la empresa refleja los cambios en las tendencias turísticas en Iquitos. Los tres
albergues quc han ido construyendo a lo largo de los años rcpresentan una escala
al irse alejando cada vez más de la ciudad para adentrarse en la «selva virgen».
Ello, con el afán de satisfacer las expectativas de los turistas por conocer la fauna
y la flora de la naturaleza salvaje de la Amazonia.
Hoy en día, la gerencia se encuentra a cargo del hijo del dueño, quien quiere
convertir a Paseos Amazónicos en una empresa ecoturística-enfoque que implica
lograr un turismo sostenible tanto a nivel económico, como ecológico y social-.
La nueva gerencia está interesada en formar parte de las nuevas tendcncias tu-
rísticas que se están desarrollando tanto a nivel nacional como internacional.
biohuertos y un taller de confección de artesanias. Estos proyectos son utilizados
como parte de la estrategia publicitaria de Paseos Amazónicos. La empresa coloca
en sus folletos información sobre las diferentes iniciativas que están llevando a
cabo y pone especial énfasis en que los guias incluyan en sus discursos una expli-
cación sobre las actividades que realizan para el desarrollo de las comunidades y
la conservación del medio ambiente.
Por otro lado, este interés por parte de la nueva gerencia fue lo que posibilitó
mi presencia en la empresa y mi trabajo con la población de Nuevo Perú. Cuando
yo me encontraba buscando un lugar para poder realizar mi trabajo de campo,
Paseos Amazónicos se mostró interesado desde el primer momento en que yo
realice mi investigación en su albergue. El gerente estaba preocupado: los proyec-
tos que habían empezado a desarrollar hacia un año no daban buenos resultados
debido a que la población no se mostraba interesada. Por lo tanto, pensó que la
presencia de una antropóloga podna ayudarlo. De esta manera, el trato que hizo la
empresa conmigo consistió en que yo podía realizar mi investigación y moverme
libremente entre el personal de la empresa, los turistas que se hospedaban en sus
tres albergues y sus trabajadores de NuevoPerú a cambio de que los ayudara a
entender los problemas por los cuales los proyectos no estaban funcionando y les
recomendara posibles soluciones.
Los conflictos entre la comunidad y la empresa se basan, en parte, en la re-
lación de desconfianza mutua que se ha alimentado a lo largo de los años. Hace
aproximadamente diez años, la empresa decidió dejar de pagar a sus trabajadores
de Nuevo Perú debido a que, según lo que afirma el personal de Paseos Amazó-
nicos, empezaron a surgir problemas de alcoholismo en la comunidad y las per-
sonas comenzaron a llegar a la puesta en escena en estado de ebriedad. Para los
pobladores de Nuevo Perú, aquello representó una injusticia debido a que estaban
castigando a toda la comunidad por culpa del mal comportamiento de algunas
pcrsonas. Además, para los referidos pobladores, el reclamo de la empresa no era
legítimo debido a que habían sido ellos quienes introdujcron el aguardiente en la
comunidad. Sin embargo, para la gerencia de Paseos Amazónicos los habitantes
de Nuevo PCN debenan estar agradecidos con la empresa, que es quien les daba la
oportunidad de vender sus artesanias a los turistas que llegan al albergue. Debido
a estos conflictos, la puesta en escena se ha visto afectada. Los pobladores de
Nuevo Peni no están realmente interesados en ella, por lo que no le ponen empeño.
Algunos turistas notaban el desgano de los yagua y comentaban que parecia que
estuvieran tristes o quc bailaban de mala gana. La empresa ha intentado corregir
esta actitud mediante la intervención de los guias y la presencia de una trabajadora
de la empresa encargada de supervisar la puesta en escena. Pero estas estrategias
no han tenido mayores resultados.
ANAHi CHAPARRO1 Los vaoua en el contexlo del turismo étnico
Los ltrristas
El papel del turista en la construcción de la cultura como un producto de consumo
turístico es fundamental. El interés de los demás actores se centra en satisfacer las
expectativas de los visitantes foráneos. En este sentido, cl turista no es un simple
cspcctador de la puesta en escena, sino que influye directamente en su producción.
El turista primero absorbe y reinterpreta las imágcnes que encucntra cn su cntomo
sobre el lugar de destino. Luego, apartir de estas imágenes, creanarrativas previas
quc moldean sus expectativas sobre el viaje, las cuales serán el filtro a través del
cual experimentará su estadía. Por último, cuando regresan a casa, los turistas crean
nuevas narrativas en donde ordenan su cxpcriencia, tratando de hacerla suya, y
la personalizan de modo que sean ellos los personajes principales de la historia
(Bruner 2005).
Los turistas que llegan a Paseos Amazónicos no son un gmpo homogéneo. Sin
embargo, comparten ciertos intereses y actitudcs que hacen que hayan escogido al
Peni como destino turístico y que, dentro de su itinerario, hayan incluido a Iquitos
como parte de los lugares que les atrajo visitar. La mayoría de los turistas son de
origen europeo o norteamericano; sin embargo, en los últimos años, Iia habido un
crecimiento del turismo interno. Cada vcz se pucde observar mayor cantidad de
peruanos que viajan a la Amazonia. En muchos casos, se trata de peruanos que
viven en el extranjero y que aprovechan para conocer más su país cuando vienen
a ver a sus familiares. Para la gran mayoría, tanto extranjeros como nacionales,
es la primera vez que visitan la selva amazónica.
En lo que sc rcfierc a las expcctativas de los turistas, los aspectos de la estadia
en la sclva amazónica que despiertan más su interés son los paisajes y la naturaleza,
relacionados a su vcz con el carácter único y diverso de la fauna y la flora, y con
la importancia de la conservación de la Amazonia como «pulmón dcl mundo)). El
turista que llega a Iquitos y, en particular a Paseos Amazónicos, coincidc con la
descripción que realiza PromPcrú del perfil del «turista de naturaleza)) que llega a
Tambopata Candamo. Este se caracteriza por mostrar N[.. .] una actitud conscrva-
dora en sus motivaciones y realización dc actividades. Están interesados en cxpe-
rimentar con el hábitat natural sin sacrificar su comodidad o concort» (ProinPeni
2006: 4). En el caso de la oferta de Paseos Amazónicos -a diferencia dc otros
albergues o destinos en la Amazonia- las excursiones no implican un esfuerzo
fisico mayor. Por más que, en un principio, los turistas afirman que las comodidadcs
dcl alberguc son un aspecto que resulta poco importante al momento de viajar a
la selva, al momento de explicar por qué su cstadía no fue tan satisfactoria como
les hubiera gustado, señalan razones relacionadas a su comodidad, como la falta
de agua calicnte, dc clcctricidad, la suciedad, los ruidos, los insectos, la comida o
XXVI. N.' 26
ANTHROPOLOGICAIAT?~
el clima.' Sc trata de un tipo de turista que quiere adentrarse en la selva, pero sin
prescindir de cierto nivel de comodidades, aunque siempre tratando dc mantener
un ambiente pintoresco que no rompa con el contexto.
La visita a una comunidad indígena, tal como lapromociona la empresa en sus
folletos, es una de las actividades que gcnera menos expectativa en los turistas de la
totalidad de excursiones que ofrecen los paquetes de Paseos Amazónicos -entre las
que se encuentra tambih la observación de delfines rosados, excursiones nocturnas,
la pesca de pirañas, el paseo a una laguna, en donde se observan monos y aves,
entre otros-. La visita a los yagua forma parte del paisaje de la selva amazónica,
pero no es por ella que los turistas escogieron ese lugar de destino.
LA PERFORMANCE TUIÚSTICA
Descripción de la puesta en escena
La puesta cn escena de la cultura Yagua es usualmente la primera actividad que
realizan los turistas cuando llegan al albergue de Paseos Amazónicos. De una es-
tadía de, en promedio, tres días, la visita a los yagua dura aproximadamente una
hora. Después de dejar su equipaje en sus respectivos cuartos, el gmpo de turistas
se encuentra en el comedor, en donde cl guía les brinda una corta cxplicación
sobre lo que van a ver para luego dirigirse hasta el lugar en donde se realiza la
presentación.
Usualmente, los turistas llegan y son recibidos por el curaca. Luego del saludo,
los guias invitan a los turistas a sentarse para darles el discurso que corresponde
a esta partc de la excursión. Mientras el guía explica, Jaime -uno dc los danzan-
tcs- pinta a los visitantes con achiote, utilizando diferentes diseños scgúti scxo y
cstado civil, como lo dcmanda laempresa. Los discursos incluyen explicaciones
sobrc la constmcción de la casa del curaca, las actividades económicas de los
yagua -pesca y agricultura, aunque algunos mencionan la caza o cl turismo-,
información sobrc la comunidad -población, ubicación, educación, lugar de pro-
cedencia-, un comentario sobre cómo los yagua tienen su propia lengua -aunque
los guias se refieren al yagua como dialecto-, otro sobre los exploradores que
llegaron a la Amazonia y los pueblos indígenas colonizados, una explicación sobre
los matcrialcs dc confccción de la vestimenta y, finalmente, otra sobre el uso de la
cerbatana, a partir de la cual se lleva a cabo una demostración.
' La información aquí señalada ha sido recogida a partir de las encuestas y entrevistas rcalizadas
a los turistas durante su estadia cn el albergue.
125
ANAHi CHAPARRO / Los yagua en el contexto del turismo étnico
El consumo de lo atrténtico
La autenticidad es un concepto comúnmente retomado en los estudios sobre turis-
mo desde la antropologia. Algunos autores definen el interés del turista como una
búsqueda por lo auténtico (MacCannel, citado por Bruner 2005). Sin embargo,
este enfoque perpetúa una dicotomia entre lo auténtico y lo no auténtico que no
permite analizar el turismo como una práctica social en si misma. Si nos basamos
en la perspectiva -hoy en día, ampliamente aceptada- a partir dc la cual la cul-
tura ha dejado de ser vista como una categoría fija y ((objetiva))para pasar a ser
entendida como un proceso a partir dcl cual los actores movilizan los rasgos que
les parecen significativos con la finalidad de articular las fronteras con los otros
grupos (Barth 1976, Appadurai 200 l), esta dicotomia deja de tener sentido debido
a que la posible existencia de un original es descartada. De manera que la noción
de autenticidad solo puede ser analizada como parte de la narrativa turistica cuando
los mismos turistas, los locales o los productores utilizan el término. Por lo tanto,
lo que se debe estudiar es el significado que cada uno dc estos actores le adjudica
y las circunstancias en las cuales se hace alusión a ella (Bruncr 2005).
Un ejemplo de ello es el uso del argumento de la autenticidad, entendida en
este caso como el original, el «verdadero Yagua», por parte de un sector de la
población de la comunidad dentro de los conflictos internos entre quienes reali-
zan la puesta en escena. Dentro del contcxto del turismo, la cultura representa cl
potencial que les permite acceder a los ingresos de la venta de artesanias. En este
sentido, dcbido a la competencia que se crea dentro de la población, algunos -los
que se denominan los ((verdaderos Yagua- buscan monopolizar este potencial
aludiendo a la autenticidad como argumento para legitimarse frcntc al resto -los
«mestizos)+. Este es un conflicto que es retomado constantemente por los «ver-
daderos Yagua))en las reuniones con la coordinadora de la empresa y cada vez que
Paseos Amazónicos propone un nuevo proyecto, momentos en los cualcs surgen
los problemas para la colaboración entre ambos grupos.
Dentro de este conflicto, los (werdadcros Yagua))han interpretado los discursos
que manejan tanto la empresa como los turistas sobre la autenticidad, y los han
utilizado para sus propios fines. Según ellos, los «mestizos» no saben realizar la
puesta en escena: no saben ponerse la champa ni bailar como se debe. No obs-
tante, sii argumento principal es que los turistas, quienes tienen e.1 respaldo de la
empresa, quieren ver «nativos de verdad)) y el indicador dc esta autenticidad, para
ellos, es el idioma.
Este argumento está relacionado con el papel que tiene el uso de la lengua
yagua durante la puesta en escena. Los pobladores de Nuevo P ~ que N participan
en ella han optado, en la medida de lo posible, por evitar hablar castellano frente
a los turistas. Quienes saben yagua hablan entre ellos en su idioma; los que no,
se quedan mudos y, cuando tienen que comunicarsecon un turista para vender
artesanias, indican el precio con los dedos de las manos o, por último, en voz muy
baja, casi susurrando, por más que sea un turista que habla castellano.
Según el personal de la empresa encargado de la coordinación con la comu-
nidad, esto se pudo deber, en un principio, a que los mismos guias le decían a la
población dc Nuevo P ~ que N no podían hablar en castellano frente a los visitantes
para no defraudarlos. Sin embargo, hoy en día, la gcrencia de la einprcsa ya no
mantiene la misma visión. Por el contrario, actualmente se enfatiza la nccesidad
de ser transparente con lo que se dice a los turistas. No obstante, los guías, indi-
rectamente, continúan promoviendo la noción de autenticidad -entendida en el
sentido de originalidad- como un valor. Durante sus discursos, cuando la realidad
les parece demasiado ((extrema)),poco atractiva, prefieren matizar la información
y explican a los turistas que los yagua <(sevisten como nosotros, pero son 100%
nativos)) (Reny, guias de Paseos Amazónicos), «hablan cspañol en la escuela y
yagua en la casa» (Roger, guías de Paseos Amazónicos) o que ((cuando van a la
ciudad usan jean y polo normal, o cuando van al pueblo mestizo, pero cuando están
cn sus casas cstán más cómodos asi. Además, están acostumbrados a usar su ropa
tradicional por el calor que hace» (Adriano, guía de Paseos Amazónicos).
El que se perpetúe hoy en día esta práctica entre quienes realizan la puesta en
cscena puede ser interpretado como una manera en que los ((verdaderos Yagua»
buscan reafirmar su posición de privilegio en el contexto del turismo. Los ((mes-
tizos» necesitan asegurar su lugar dentro de laperformance frcntc a las constantes
quejas de los «verdaderos Yagua))4 e n t r o de quienes se encuentra la familia del
curaca, la cual tiene una relación más cercana con el gerente debido a su antigüc-
dad-, por lo que intentan no hacerse notar más de lo necesario. Asi, mientras
que en otros ámbitos de la vida cotidiana el uso del idioma yagua puede llegar a
reprcscntar un impedimento, en el contexto del turismo se convierte en un valor,
una herramienta de poder.
Sin embargo, más allá de estos conflictos internos, quien decide, finalmente,
quién participa en la puesta en escena es la empresa. Esta maneja una concepción
ANAHl CHAPARRO / Los yagua en el contexto del turismo étnico
Para lameson (1995), nos encontramos en una nueva etapa del capitalismo quc se caracteriza,
entre otras cosas, por la presencia de una nucva superficialidad que se puede encontrar en
toda nucva cultura de la imagen o el siniulacro. En este sentido, dentro de su analisis sobre
estc nuevo «inundo de las apariencias)) -cn el cual esta cultura de simulacro Iia generado
una sociedad que ha generalizado el valor dc cambio hasta el punto de olvidar todo valor de
us-, Jaineson utiliza la noción de pastiche para hacer referencia a la idea dc simulación.
El pastiche es «una copia idéntica de la que jamás ha existido el original)) (1995: 45) que
ha sido mercantilizada cn tanto ha sido transformada en su propia imagen. La «moda nos-
talgia» vendría a scr la proyección a nivel social dc la noción dc pastiche. Dc esta manera,
la atracción por las imágenes de exotismo y pnmitivismo, asociadas a los pueblos
amazónicos, con una nostalgia por la armonía con la naturaleza que, aunque nunca
hemos llegado a conocer, se nos hace accesible gracias a la experiencia que ofrece la
performance t ~ r i s t i c aDe
. ~ esta manera, en este caso, el modo en que son represen-
tados los yagua busca evitar que, dentro del marco de la imagen, dentro dcl cspacio
ritual, se muestre cualquier elemento quc dé señal de modernización. «La puesta
en escena se ha diseñado, estratégicamente, con una gran ingenuidad, para evitar
la mayor parte de los signos que habitualmente transmiten la contemporaneidad
[. ..]; todo el mundo fáctico de nuestros días [. ..] queda cuidadosamente al margen))
(Jameson 1995: 51-52). De esta manera, se reafirman las imágenes estereotipicas
que circulan sobre la Amazonia entre los foráneos -las cuales se caracterizan por
ser parcializadas, atemporales y fijas (Slater 2 0 0 2 b , y se reduce la complejidad
de la cultura a algunos iteins seguros que facilitan su entendimiento y consumo
(Kymlicka 2003). Asimismo, se reproduce la metanarrativa poscolonial -presente
en diversos escenarios en donde se desarrolla el turismo étnic* «de blancos ma-
yores y ncos viendo gente menor de edad, pobre y de piel oscura. [...] Un subtexto
es el del salvaje en desaparición, la idea de auténticas culturas primitivas siendo
erosionadas por las fuerzas de la modernización» (Bnmer 2005: 21).
El conflicto entre la empresa y los ((verdaderosYagua))se debe a que cada uno
maneja una noción distinta de autenticidad. Al gerente, lo que le interesa es que
la puesta en escena se lleve a cabo dentro de los parámetros mencionados y darle
trabajo a toda la comunidad, sin privilegiar a un gmpo frente al resto. Dentro de
este contexto, debido a la posición de poder cn la que se encuentra la einprcsa, su
visión es la que prcvalece dentro la puesta en escena.
- ~
~~p ~
este concepto hace referencia al «intento desesperado por reapropiarse de un pasado perdi-
do [que] se estrella contra la férrea ley de los canibios de moda y la nueva ideologia de la
«generación» (Jameson 1995: 47) en un contexto en el que «el pasado como «referente» se
cncuentra puesto entre paréntesis, y finalmente ausente, sin dejamos otra cosa que textos»
(Jamcson 1995: 46).
Esta afirmación cobra mayor relevancia si retomamos las reflexiones de .%¿el< (2003) sobrc
.
el caoitalismo cultural. Para este autor.,el caoitalismo cultural renresenta una nueva fomia de
mercantilización en la cual se ha invertido la relación entre el objeto y su sinibolo-imagen:
ya no es la imagen la que representa al producto, sino el producto el que representa la ima-
gen. De esta manera, hoy en día, los objetos materiales sirven mas bien como el sostén d e
la experiencia ofrecida -asociada a su vez con un estilo de vida-, la cual se ha convertido
en la nueva mercancia. i i i e k retoina la idea de Foueault dc convertir el propio Yo cn una
obra de arte que, bajo estc contexto, cs moldcada a travis del consumo: compro mi estado
saludable al preferir comida orgánica, <<compromi aptitud fisica visitando gininasios para
estar en forma; compro mi esclarecimiento espiritual anotándome en cursos de meditación
transcendental; compro mi persona pública yendo a los restaurantes visitados por pcrsonas
con las que quiere ser asociado [...]» (2003: 123).
ANAHi CHAPARRO / Los yagua en el contexto del furisrno élnico
del contcxto del turismo eu Iquitos, cada pueblo indígena tiene un atractivo que
lo caracteriza. Los bora son conocidos por su música y sus danzas, micntras que a
los yagua se les rcconoce por saber usar la pukuna -cerbatana- y a los shipibo
por sus artesanias. De esta manera, en un inicio, el elemento principal de la puesta
en escena en Nuevo Peni era la demostración de la wpukuneada)). Sin embargo,
hace varios años, Paseos Amazónicos decidió que los yagua tambiCn debian tocar
música y bailar debido a que era un atractivo importante para los turistas, aunque
reconocen que no lo hacen tan bien como los bora.
Asimismo, la empresa es quien ticnc el control oficial sobre qué es lo que
se puede vender en las aitesanias y qué no. Debido a la visión de ecoturismo
quc posce el nuevo gcrente, se prohibió que las artesanias contengan partes de
animales. La cmpresa explicó a la población de Nuevo P ~ N que, hoy en día, los
turistas no compran esc tipo de artesanía debido a la preocupación que existe por
la protección dc la fauna y la flora. Sin embargo, para los artesanos, csta medida
fue injusta porquc los yagua del Yanayacu sí venden artesanias confcccionadas
con partes de animales, por lo que sentían que ellos se iban a encontrar en una
situación de desventaja para competir. Dc manera que reclamaron a la empresa
y lograron que se Ics pcrmitiera vender algunas de las partes dc animales que se
les había prohibido en un principio, y llegaron a un acuerdo con el que ambos se
sintieron satisfechos. No obstantc, cuando no está presente algún miembro del
personal de la empresa que supervise, ellos siguen ofreciendo a los turistas arte-
sanía~confeccionadas con material prohibido.
Sin embargo, la empresa no concentra su atención en las artesanias de los yagua
-las cuales constituyen el principal interés para la población de Nucvo Peni-,
sino en sus cuerpos. Según los estudios deperformance, en la puesta en escena
el cuerpo constituye tanto el medio como el objeto de la representación (Cáncpa
2001). Este se entiende, no como algo acabado, sino como un proccso en donde
la experiencia es incorporada. De esta manera, se rompe con la concepción del
estado natural del cuerpo, y se le concibc como parte del proceso creativo del ser
humano, donde se lo moldeaa través de técnicas y disciplinas. La noción de control
de los cuerpos nos remite al concepto que desarrolla Foucault sobre la disciplina
-la cual implica una distribución en el tiempo y en el espacio y una manipula-
ción calculada de sus elementos, gestos y comportamient-, entendida como un
mecanismo que ((garantiza la sujeción constante de sus fucrzas y les imponen una
relación de docilidad-utilidad)) (2002: 141). Según este autor, «el cuerpo solo se
convierte en fuerza util cuando es a la vez cuerpo productivo y cuerpo sometido))
(2002: 33). Sin embargo, cuando aplicamos esta perspectiva a la puesta en cscena,
podemos notar cómo la fabricación dc los cuerpos «dóciles» no solo los convierte
cn un instrumento dc trabajo, sino también en objeto de consumo.
ANAHI CHAPARRO / Los yagua en el conlexto del turismo étnico
realmente cómoda o satisfecha con las condiciones en las que dcbe hacerlo.
La población acepta las condiciones que impone la emprcsasobre la vcstiincnta, la
pintura y el baile, aunque tampoco siguen las indicaciones al pie de la letra. Para
ellos, lo importante es la venta de artesanias, la posibilidad de conseguir ingresos.
Es por ello que concentran sus esfuerzos en legitimar su derecho a trabajar y en
conseguir que la empresa los deje confeccionar sus artesanias de la manera en que,
segun ellos, van a ser más atractivas para los turistas.
REFLEXIONES FINALES
138
En este caso, las condiciones en las que vive la población de Nuevo Peni y su
relación con la empresa hacen que su posicionamiento como objetos de consumo
sea bastante particular. Como se ha mencionado, para esta comunidad, debido a la
situación de pobreza y dependencia en la que se encuentra, el potencial turístico
que representa su identidad indigena es uno de los pocos recursos que tiene a su
disposición para poder participar en la economía de mercado, a la cual, además,
se ven obligados a incluirse debido a que las condiciones cxtemas no les permiten
mantener sus anteriores modos de vida.
Sin embargo, no todas lasperformances turísticas se desail.ollan en un contexto
similar. Existen otros casos en los cuales las poblaciones receptoras tienen mayor
capacidad dc agencia en la misma puesta en escena, mantienen una relación distinta
con los productores -tanto con las cmpresas privadas como con el Estad- o
la valoración de la identidad cultural trasciende el ámbito del turismo. En Kenia,
Bruner (2005) analiza un caso en el cual, por más que persista el mismo discurso
postcolonial, la relación económica entre la población masaii y los productores
es mas justa. En Bali, el Estado promueve el desarrollo turístico a la par de otras
políticas quc fomentan la continuidad cultural (McKean, en Smith 1995). En el
P ~ N Biffi
, (2005) analiza el caso de de una comunidad Ese Eja de Palma Real,
Tambopata, en donde laperformance turística está conformada por un «espectáculo
de la cotidianeidad)); dentro del cual la población no encuentra la necesidad de
cambiar su imagen para agradar a los turistas. Reflexionar sobre estas condiciones
nos puede permitir pensar en un tipo de turismo en cl cual las poblaciones locales
jueguen un papel que vaya más allá que el de ser objetos de consumo. Los discursos
que manejan los organismos nacionales c internacionales relacionados al turismo
se basan en una noción de cultura en la cual esta es concebida como animadora de
la sociedad civil, como un motor parael desarrollo, que genera ganancias, empleo,
el fortalccirniento dc la autoestima y la tolerancia multicultural (ver Yudicc 2002,
OMT 1999, Uiiesco 2007, Prompcni 2006 y la referencia de Vich 2003 sobre el
discurso del ex presidente Toledo durante la ceremonia de toma dc posesión de
la presidencia). Sin embargo, ninguna de estas pretensiones será posible a menos
que la población receptora empiece a tomar un papel activo en los mecanismos de
administración del patrimonio cultural. Ello permitiría, además, que la población
pueda identificarsc con su patrimonio y que los recursos sean distribuidos de una
manera más equitativa (Arista, en Vich et al. 2007).
Es ncccsario prcguntamos en qué circunstancias se hace referencia a la va-
loración de la identidad cultural. En el caso de Nuevo Peni, por más que ciertos
elementos culturales, como la lengua, cobran vigencia dentro dc la puesta en
escena, en la vida cotidiana de la comunidad, la identidad indígena siguc siendo
discriminada. Esta misma pregunta pucde plantearse a nivcl nacional al analizar
ANAH/ CHAPARRO /Los yagua en el contexto del turismo étnico
en qué contextos aparecen los discursos turísticos que apelan a la valoración de las
identidades culturales frente a la importancia que se da al respeto de las mismas
en los demás ámbitos de la vida social. Como señala Cánepa, «solo parecemos
sentimos cómodos cuando esos otros y sus manifestaciones culturales pueden ser
apreciados como objetos de consumo y goce estético. Pero una vez que se revelan
como actores políticos con intereses y demandas propias, la diferencia y la diver-
sidad cultural no se tolera» (citado por Vich, en Vich et al. 2007: 3 15).
Si pensamos en las industrias culturales como un agente central en la reproduc-
ción social, el turismo, como parte de ellas, tiene la posibilidad tanto dc promover
la constitución de subjetividades criticas como de legitimar los poderes existentes
(Vich et al. 2007). Debemos, entonces, reflexionar sobre como queremos que se
implemente el turismo cn nuestro país, tanto a nivel de las políticas públicas,
como a nivel de la práctica, en la manera en que los significados de la cultura son
construidos a partir de la experiencia en cada contexto particular.
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Comparación de sistemas analogistas
mesoamericanos y animistas del noroeste
amazónico
Alfonso Manuel Otaegui
RESUMEN
RESUMO
ABSTRACT
entorno. El libro constituye un largo desai~oiiológico, del cual los modos d e ideti-
tificación n o son más que uno d e los primeros pasos. En su obra, Dcscola (2005:
13) parte de una constatación proveniente de casos etnográficos: la oposición entre
naturaleza y cultura (y la atribución a la primera de una autonomía indcpendientc
de la segunda) carece de la universalidad que siempre sc le ha atribuido en la dis-
ciplina. Antes bien, los no humanos suelcn participar en la esfera de las relaciones
sociales. Sin embargo, esto no implica que no haya regularidad e n las maneras en
que los humanos perciben su vinculación con el niundo. Dcscola sosiienc que los
esquemas que organizan la objetivacion del mundo y del «otro>)por parte de los
diversos grupos pueden ser referidos a dos modalidades d e estructuración d e la
experiencia individual y colectiva, que él Ilatna identificación y relación (Dcscola
2005: 163). La primera consiste en la imputación o n o a los n o humanos d e una
interioridad y una fisicalidad análogas a las quc los humanos s c airibuycn a si
mismos. Veamos en palabras del autor:
Par intériorité, [...] la gamme des propriétés ordinairement associées a ['esprit,
a l'ime bu a la conscience - intentionnalité, subjectivité, réflexivité, affects,
aptitude a signifier ou a rever-, mais aussi les principes immatériels supposés
causer I'animation, tels le soufAe ou I'énergie vitale, en meme temps que des
notions plus abstraites comme l'idée queje partage avec autrui une meme es-
sence, un mheprincipe d'action ou une meme origine. Par contraste, laphysi-
calité conceme la forme extérieure, la substance, les processus pliysiologiques,
perceptifs el sensori-moteurs, voire le tempérament ou la facon d'agir dans le
monde en tant qu'ils manifesteraient l'iniluence exercée sur les conduites ou
les habirus par des humeurs corporelles, des regimes alimentaires, des traits
anatomiques ou un mode de reproduction particiiliers (2001-2002: 627).'
146
los humanos atribuyen a los no humanos propiedades distintas tanto a nivel de
interioridad como de fisicalidad, dc las atribuidas a sí mismos; y el animismo que
implica la atribución a los no humanos de similitud a nivel de interioridad, pero
heterogeneidad a nivel de fisicalidad.
Cada uno de estos modos permite un determinado tipo de «colectivo» (término
que conesponde solo en parte al de «sociedad», ya que.incluye además a los no
humanos) adecuado a esa distinción operada en el modo de identificación. Como
en el analogismo, cada componente del universo es distinto de otro: hay una gran
multiplicidad de seres diversos que resulta casi intolerable. Es por ello que se ge-
neran lazos entre todos los «existentes» y u e son distintos en interioridad y fisi-
calidad- sobre todo a través de la analogía. Esto da como resultado un único gran
colectivo que es co-extensivo con cl inundo, donde cosmos y sociedad son equiva-
lentes. En el caso del animismo, los colectivos de no humanos forman comunidades
similares a las humanas: tienen jefes, clanes, leyes de alianza, artefactos y modos
de subsistencia. Aquí tenemos vanos colectivos y cada especie forma uno.
Luego de establecer los modos de identificación, Descola propone los modos de
relación, es decir, diversos modos en que los existentes pueden establecer lazos entre
si. Un mismo modo de identificación puede permitir diversos modos de rclación.
En el caso del animismo, el modo de relación en el que nos centraremos cs el de
reciprocidad, del cual los tres casos del noroeste amazónico constituyen ejemplos.
Este modo de relación implica que los humanos realizan intercambios con los no
humanos (por ejemplo, con los dueños de los animales) a quiencs dcben dar una
contrapartida por aquello que toman (fundamentalmente, presas dc caza).
Nucstra intención no es describir cómo diversos ejemplos etnográficos enca-
jarían cn uno u otro modo de identificación, sino efectuar una puesta en práctica
de estas idcas. Tomaremos el recorrido lógico de Dcscola como punto de partida
para ver qué nos permite comprender en cada caso particular. A este recorrido
extraído de Par-dela Nature e/ Culture agregaremos otra herramienta lógica para
proponcr las descripciones y comparaciones pertinentes: la idea de sistema -so-
bre todo en cl sentido propuesto por Bateson cn Mindand Nature (1979)-. Si
bien la noción de sistema está presente en numerosas descripciones etnográficas,
crccmos que la posibilidad de extraer consecuencias lógicas de ella no ha sido
verdaderamente aprovechada. Intentaremos demostrar que algunos rasgos de estas
sociedadcs encuentran su significación -o parte de ella- cuando son destacadas
sus conexiones sistémicas.
148
descrita conlo un sistcina? En Par-delaNattrre et Culture, el autor toma la noción
de colectivo de Bruno Latour, quien la dcfine como una «'collecte' des huinains et
des non-humains dans un réseau d'interrelations spécifiquesn (Descola 2005: 573).4
Latour (1991) se interesa más en los procesos de «colección» que en el funciona-
miento de los conjuntos colectados. Sin embargo, aun si esta estmcturación intcrna
de colectivos no es mencionada directamente, está implicada de cierta manera. Si
pcnsamos que estos colectivos funcionan como un conjunto y logran perpetuarse
a través del tiempo,solamente es necesario ver si sus elementos se organizan para
dar este resultado. Será más claro con los ejemplos etnográficos.
Muy brevemente, podemos aclarar que un colectivo -distinguido c implicado
por un modo de identificación determinado- más las relaciones al intcrior de 61
-si hablamos de un solo colectivo, como es el caso en el analogisino- o con
otros colectivos -como en el animismo- constituye uno o varios sistemas. Su
funcionamiento será nuestro objeto de análisis.
Las fuentes que hemos elegido constituyen estudios profundos de las sociedades
a las cuales hacen referencia. Hemos tomado como referencia para los nahuas la
obra dc A. López-Austin, por considerarla el ejemplo mas claro de analogismo
en el sentido desarrollado por Descola. En esta ocasión, intentaremos ver qué nos
permiten comprender las ideas de Descola aplicadas a gran escala, comparando
dos áreas etnográficas tan inmcnsas como complejas. En un análisis posterior, más
localizado pcro más minucioso, seria interesante comparar el modelo de López-
Austin con bibliografía posterior, y ello, a su vez, con los rasgos y inecanismos
quc -según Descola- caracterizan al analogismo. Lo mismo se pucde pensar
también para los casos del noroeste amazónico. Hemos decidido tomar cn cuenta
las descripciones que remiten a los aspectos más «tradicionales» de los grupos y
dcjar de lado los cambios causados a raíz del contacto con la socicdad neo ame-
ricana. No sc trata dc una búsqueda de pureza de instituciones. De hcclio, pcnsa-
mos que la manera dc hacer frente a los cambios c incorporarlos fonna parte de
la idiosincrasia de cada sociedad.' Dado que estamos tomando cn cucnta gnipos
cuyo conocimiento nos llcga de fuentes muy diferentes entre si (Lopez-Austin
sobre los nahuas prehispánicos por un lado, Reichel-Dolmatoff. S. y C. Hugh-
Joncs, y Arhem sobre tukanos actuales por otro), ese énfasis puesto cn los rasgos
y mecanismos más tradicionales tiene por fin atenuar los efectos de tal diversidad
bibliográfica para posibilitar la comparación.
Los nahuas
En lo que respecta a los nahuas, tomamos como fuente la excelente investigación
de Alfredo López Austin (1980). En su obra, el autor reconstruye el pensamiento
nahua de la época prehispánica, no solo cn lo referido a la cosmovisión, sino
también a la noción de cuerpo y pcrsona. López Austin encara el cstudio de las
concepcioncs dcl cuerpo humano como aqucllas que han guiado y cstnicturado
-y de un cierto modo, justificado- las prácticas de los difcrentes componentes
de la sociedad nahua y que han servido para reproducir las relaciones sociales.
Entre los nahuas había comunidades que eran propietarias colectivas de la
tierra, pero que tenían un gobierno podcroso y centralizado. Este gobierno recibía
el tributo de los productores directos a través de las conlunidades a las quc estos
pertenecían. Según López Austin, no había verdaderainente esclavitud porque la
explotación era sufrida por hombrcs libres y miembros de coinunidadcs propieta-
rias dc tierras. Los cxplotados mantenían el orden social siguiendo la idea de una
obligación maturalx basada en el orden divino. El autor busca lajustificación antc
los explotados de las relaciones dc producción de csta socicdad cn la mancra cn
la que sus individuos concebían sus propios cuerpos.
En esta cosmovisión encontramos que cl universo y la persona están inibri-
cados de una manera muy minuciosa. La inulliplicidad de relaciones siiniiltáneas
entre los diversos componentes del sistema nahua toma dificil su descripción. Es
notable la complejidad del universo. Existía i i i i principio dual que lo organizaba
en oposicioncs complcmcntarias: cielo y tierra, frío y calientc, luz y oscuridad, y
que corrcspoiidían a las dos mitades del universo, la del Padrc y la de la Madre. El
cosmos estaba dividido cn trece niveles celestes y nueve subterráneos, cn cada uno
de ellos habitaban dioses y sercs sobrenaturales. La superficie de la tierra cstaba
dividida en cruz, en cuatro segmentos, a cada uno de los cuales corrcspondia un
color, un animal u otro sírnbolo. El centro cra representado como una piedra verde
a laque se unían cuatro pétalos de una flor gigantesca. En cada uno de los extremos
dcl mundo había soportes del cielo -representados como árbolcs- que constituian
los caminos por los cuales los dioses viajaban para llegar a la supetlicie de la tierra.
La influencia de los dioscs irradiaba desdc estos cuatro árboles al purito central.
Esta multitud de detalles se repite al nivel del cuerpo y está vinculada con él.
También el tiempo cra de una complejidad remarcable. Este tenía diversas
din~ensionesque coexistían alejadas, como el tiempo de los hombres -que se
desarrollaba sobre la tierra- y el del mito --que se desarrollaba entre los dioses-.
Este tiempo dcl mito interactuaba con el del hombre y así determinaba lo que pasaba
en él. Cuando un momento dcl tiempo humano coincidía con un momento siempre
presente del tiempo mítico, cl primero recibía la influencia dcl mundo de los dioses.
La sccuencia de correspondencias entre uno y otro daba como resultado ciclos de
divcrsas dimensiones. Las representaciones de los momentos de contacto entre
ambos tiempos eran los fundamentos de la actividad ritual. A través de los ritos,
los nahuas revitalizaban los seres divinos, obtenían de ellos gracias indispensables
para subsistir y se liberaban de sus influcncias dañinas. Estc tipo de temporalidad
compleja hacía de cada instante del tiempo humano una confluencia dc una plu-
ralidad de entidades divinas, además de numerales y signos del calendario. Cada
día era el resultado de una combinación que le daba sus características particula-
res. La vida normal del hombre y de las especies naturales no era concebible sin
la intervención adecuada de seres sobrenaturales, intervención que no podía ser
esperada sin la comunicación del rito.
Los procesos fisiológicos del cuerpo estaban ligados al movimiento de los
astros y el universo era concebido a través un modelo corporal. Por ejemplo, va-
rios existentes -plantas y animales- venían del desmembramiento dc un dios y
conservaban relaciones metafóricas con los órganos originarios.
Los datos que presenta López-Austin son suficientes para sostencr que en la
concepción del cuerpo hay una idea de correspondencia entre macrocosmos y
microcosmos. En cfccto, una de las palabras para nombrar al cuerpo (chicomoztoc)
cra también cl nombre de la montaña madre, origen mitico de los pueblos nahuas.
Al hecho de que cl término «cabeza» en los textos de Sahagún aparczca como
sinónimo de <(cielo» López-Austin no lo considcra como una simple metáfora,
sino que observa en él una correspondencia rcal.
ALFONSO MANUEL OTAEGUI/ Comparación de sistemas analogistas mesoamencanos
equilibrio individual implicaban tambien los otros componentcs del mundo a los
que estaba vinculado. Todas las fuerzas debian estar en equilibrio en el interior del
cuerpo, pero para lograr ese estado cl individuo cn cuestión debia actuar conforme
a las reglas, y era este comportamiento el que ayudaba a generar esta aniionía en
su interior. Para mantener un cierto control sobrc sí mismo dcbia actuar sobrc esos
elementos a los cuales sus entidades estaban ligadas.
Esta imbricación de la idea de cuerpo -pensado como un pequeño cosmos- y
el universo-pensado como un cuerp- no constituye una metáfora para facilitar
la descripción causal. En efecto, hay relaciones causales entre la menor parte del
cuerpo y la más alejada entidad del mundo. Estas relaciones dan al individuo y a
la sociedad la obligación de mantener el orden eslablecido. Las cosas dcbían estar
en el lugar correcto: aompayot que significa «desgracia» quiere decir «lo que no
está en su lugar)).
Con esta idea de una red de relaciones causales entre diversas cntidades po-
demos ahora describir el sistema nahua. Entre los nahuas encontramos un solo
colectivo que incluye todas las entidades de diversa naturaleza. Todos los compo-
nentes del mundo tienen relaciones unos con otros. El elemento mínimo de este
sistema no es una persona sino uno de sus componentes: una entidad anirnica. Estas
entidadcs -interiores a la persona- no son completamente administradas por el
individuo donde se encuentran. Sin entrar en los detalles de ia noción dc agcncia,
observamos que la acción de estos componentes no está sometida directamcnte a la
voluntad de la persona.' El individuo debia lograr la armonia buscada por una vía
indirecta, pero coherente con la conforniación de este sistema. Debia comportarse
correctamente desdc un punto de vista moral; es decir, trabajar, hacer los sacrificios
y respetar los ritos. Este camino indirecto para lograr una armonía interna implicaba
justamente la armonia universal. Dcl mismo modo, el desequilibrio en un individuo
podía causar el desequilibrio del universo. El caso del ihiyotlde vida inmoral que
seca los campos con su mala influencia es muy ilustrativo. Estas dos idcas -un
lazo entre el higado y el maiz y la amenaza constante del caos- están conectadas
lógicamente desde el punto de vista del funcionamiento del sistema.
Para mantener su forma frente al cambio, un sistema puede o bicn corregir el
cambio o bien desencadenar procesos para incorporarlo. Este último caso implica
un margen de tolerancia a los cambios dc valores de las variables. Si una variable
Los desuna
La población desana está constituida por aproximadamente diez mil individuos
que habitan en la cuenca del Japuri, en la zona del Vaupés de la Amazonia colom-
biana. Están divididos en treinta claiics exógamos y patrilineales, cada uno con su
«La concepción dcl hombre en estas sociedades era la de un ser que colaboraba en cl man-
tenimiento del orden cósniico a través de su trabajo y sus sacrificios. Su integridad fisica
estaba en la estrecha correlación con el equilibrio cósmico, fundiéndose conio factores
interactuantcs las condiciones de salud y cordura, las relaciones del individuo con el resto
de los niiembros de su comunidad, el cumplimiento dc sus obligaciones sociales, el respeto
a los superiores y la observancia de los actos piosn (López-Austin 1980: 481 ).
ALFONSO MANUEL OTAEGUI 1Comparacdn de sistemas analogistas mesoamencanos
ancestro mítico. Cada clan habitaen una o varias malocas. El casamiento se lleva a
cabo con mujeres de otras tribus o fratrías y es monógamo con residcncia virilocal.
Hay un sistema de reciprocidad regional de intercambio de mujeres que tiene su
correlato en el intercambio de objetos inanufacturados. Cada tribu se cspccializa
cn un producto en particular (piraguas, piezas de alfarería, etcétera).
Si bien la caza provee solo el veinticinco por ciento de la alimentación cotidiana
-el resto corrcspondc a la pesca y la horticultura- es la actividad niás valorada.
Para los desana solo la vida de cazador es digna de un hombre (Reichel-Dolmatoff
1973: 34).
Lo que analizaremos de los desana serán las ideas de su cosmovisión que orga-
nizan su relación con el medio. Descnbircmos el universo, sus cotnponentcs, sus
relaciones y sus reglas de funcionamiento. Luego indagaremos si los componentes
de la persona constituyen o no los elementos mínimos de ese conjunto.
El universo funciona como un gran sistema quc debe seguir ciertas reglas espe-
cificas para poder persistir como tal. Fue creado por el Padre Sol, quien estableció
el modelo cíclico de la vida y las normas que debe seguir el hombre en sociedad
(Reichel-Dolmatoff 1973: 65). Este universo consiste en un circuito cerrado de
energía o boga, que circula entre la naturaleza y la sociedad. La oposición entre
estos dos dominios (que detallaremos luego) cs definida justanientc por las ne-
gociaciones a propósito de esta circulación. Boga -para Reichel-Dolmatoff es
fundamentalmente «energía»- puede ser traducida por <circuito» o «corriente»
y también es aquello que recibe el embrión de su madre durante el embarazo.
Posiblemente, la definición más clara sca: <<[ ...] a fundamental lifc force of an
essentially spcrmatic characterng (1996: 32). Ella circula ciclicamcnte entrc los
seres vivos y constituye las relaciones cntrc los componentes del sistcma.
Para los desana, el funcionamiento dcl universo consiste en un circuito de ener-
gía - c u y a cantidad es fija- que circula cntre hombre y el animal, la sociedad y la
naturaleza. Encontramos aquí un sistcma cuyas relaciones consisten en transacciones
de energía y cuyos elementos se organizan en circulo. Hay que destacar quc en este
caso encontramos un solo círculo constituido por todos los existentes -liumanos
y no humanos- dcl mundo. Como la cantidad de energia cs fija, es necesaria una
administración. Al interior del sistcma hay una oposición, aquella cntre sociedad y
naturaleza, utilizada por Reichel-Dolmatoff. Podemos precisarla con la terminolo-
gía de Descola. «Sociedad» corresponde a «colectivo humano» y «Naturaleza» a
diversos colectivos, compuesto cada uno por una especie determinada de animales.
La oposición entre el colectivo humano y los otros de no-humanos es definida por
la administración de energia, que sigue un modelo de reciprocidad.
156
Esta reciprocidad implica reglas y también mediadores. De parte de los huma-
nos, este rol es confiado alpa.vÉ, uno de los dos tipos de chamán. De parte de los
animales, el que negocia con elpayé es Wai-marse, el Dueño de los Animales, que
vive en su maloca, la Casa de la Colina. Elpayé llega hasta allí por mcdio del uso
de vixo, una sustancia alucinógena. Allí habla con Wai-marse y le pide que libere
algunos animales para el cazador. Elpayé se compromete a hacer llegar a la Casa
de la Colina algunas almas en forma de pago. El payé desana sc encuentra también
con sus pares de otras tribus -batasana, kuripako, cubeo, etcétera- y con ellos se
pone de acucrdo sobre la identidad de los que deben morir para provcer csc pago.
Los animales cuelgan de los postes de la maloca. Para liberar lo acordado con Wai-
mame, el payé sacude los postes y algunos animales -el número pactado- se
despiertan y se van a la selva, donde serán capturados por el cazador.
La relación entre el cazador y la presa es de naturaleza esencialn~cntecrótica.
Todos los preparativos del cazador tienen por objetivo seducir los animales -uso
de pintura facial atractiva, hierbas aromáticas-. Además, debe abstcnerse de
relaciones sexuales al menos un día antes. Vemos que por la negociación hecha
con Wai-maxse y por la naturaleza erótica del lazo cazador-presa, la relación con
los animales cstá fundada en la oposición entre dadores y tomadores de mujeres.
Dicho de otro modo, la misma relación estmctura los intercambios con los colec-
tivos humanos y con los colectivos no humanos.
Hay dos modos fundamentales en que los humanos reenvían la energía que
toman de los animales para equilibrar el circuito. En primer lugar, el cazador debe
abstcnerse de relaciones sexuales antes dc partir a la caza. Esta encrgia pasa a los
animales de dos maneras: de una manera indirecta no bien precisada por el autor, y
a través de los sucños, donde los hombres fecundan los animales. En segundo lugar,
al tnorir, la mayoría de las almas de los hombres van a las malocas donde están los
espíritus de los animales (la Casa de la Colina) o de los peces (casa subacuática dcl
Wai-musede los peces) para volverse ellos mismos también animales, y así equilibrar
el circnito. Solo algunas pocas almas tienen un destino diverso, el hpikon-dia, sucrte
de paraíso, lo que es comprensible dada la configuración del sistema. Dc las almas
que van a la Casa de la Colina, algunas lo hacen como un castigo por desobcdiencia
a ciertas reglas y otras son enviadas por el payé como pago a Wai-marse.
En relación con la noción de persona desana, tcncmos diversos componcntcs:
el almalO-.~impoi.a-, la mente-ka 'i- y el bienestar físico-diroa-. El alma
es conccbida como un pequeño tejido animado por El aliento que la agita y puede
'" Estas tres traducciones son hcchas por Reichel-Dolmatoff Lamcntableiiiente, la descripción
de las propiedades y del coniportamiento dc estos eleinentos no es suficicntcrncntc precisa
para sugerir otra traducción.
ALFONSO MANUEL OTAEGUII Comoaración de sistemas anaiooistas mesoamencanos
Los rnakuna
Los makuna, en sus rasgos generales -modo de subsistencia, organización social
y participación en el circuito de intercambio regional-, coinciden notablctncnte
con los desana y, aunque también constituyen un cjemplo de animismo con relación
de reciprocidad, difieren en el modo dc concebir esta relación.
Entre los makuna también está prcscnte la idea de mantener un circuito
dc reciprocidad que implica toda la biosfcra, pero este esta organizado de otro
modo. Aquí, en vez de encontrar un solo gran círculo que implica de un lado los
humanos y del otro los no humanos animales, cada especie efectúa una cspccie
de circulo al interior dc su colectivo. Los makuna consideran a todos los seres
vivientes como personas, distinguidas por la posesión de «armas» (garras, picos,
etcétera). Les atribuyen facultades como conocimiento, razonamiento y ngency,
adcmás de conccbir sus comunidades como análogas a las humanas. Los fnitos
y los animales contienen clementos mortales -las «armas>+, que viencn de la
sustancia primordial dc la que emergicron cn el tiempo de la creación. Esas a m a s
son la propiedad ritual de los no humanos (flautas dc Yurupari, coronas de plumas,
sustancias chamanicas, etcétera). Arhem asimila cstas posesiones a la idea dc ahna:
«Thus animals have their own spirit posscssions, ritual dances, and knowledge -in
short, their own souln (1998: 114). Las almas de los animales cazados son liberadas
-en un acto inmcdiatamcnte posterior a su captura, el bar-ekeare o ((bendición de
la comida>+ para que wclvan a la casa de nacimiento de su especie y reencamen
en nuevos individuos. El bare keare consiste en tomar cuidadosamenlc los objetos
sagrados de los animales muertos y devolverlos a la casa de nacimiento. Esas
amas-alma tienen un carácter nocivo si son ingeridas; además, deben continuar
un ciclo intraespecifico. Ahora bien, también es necesario que el chamán ofrezca
coca, tabaco y cera de abejas -sustancias asociadas a la fertilidad- a los dueños
de los animales como competisación por la caza y el pescado.
Aquí los humanos a l contrario de lo que ocurría con los desana-, luego de
su muerte, no van a la casa de nacimiento de alguna especie animal? sino que su
alma es capturada por los dioses que la envían de nuevo a la casa de su clan. Ahora
bien, cada uno de estos ciclos intraespecíficos no es autónomo. Es un deber del
hombre efectuar esa liberación luego de la caza para permitir la perpetuación del
ciclo de laespecie de la presa obtenida. La reciprocidad entre el colectivo humano
y los no humanos no consiste en el equilibrio de esa energía-fuerza vital (mcdiante
la toma del número adecuado de presas o el envio de almas humanas al Dueño de
los Animales), si bien hay algo que pasa a los que consumen la presa, una especie
de fuerza vital, pero que no constituye un alma, ni circula al estilo desana. Esta
reciprocidad consiste en una interdependencia funcional: el hombre jucga un rol en
los ciclos de los no humanos. Si el cazador no lo hace les sustrae un alma. Como
consecuencia los animales vendrán a buscar almas humanas en cotnpensación y
se las llevarán a sus Casas, lo que se expresará como enfermedades o muerte.
El hombre es el único ser - c o n excepción de los dioses- que hace bare keare,
que perpetúa los círculos intraespecíficos del universo. Esta responsabilidad es, a
su vez, su detalle distintivo:
Hutnan life is geared to a single, fundamental and socially valued goal: to
maintain and reproduce the interconnected totality of heings wliich constitute
the living world; 'to maintaio the world', as the Makuna say. In faci, ihis cos-
rnononiic responsibility towards de whole -and the accompanying shamanic
knowledge-is, according to the Makuna, the hallmark of humanity (Arhem
1996: 201)."
" «La vida humana se organiza adecuada a un solo objetivo, fundamental y socialmcntc valo-
rizado: niantener y reproducir la totalidad interconectada de scrcs quc constituye el mundo
viviente; 'mantencr el mundo', conlo dicen los makuna. De hccho, esta responsabilidad
cosnionóniica hacia el todo -y el conociniiento chainánico acompañante- es, de acuerdo
a los niakuna, la niarca distintiva de la humanidad» (nuestra traducción).
ALFONSO MANUEL OTAEGUI I Comparación de sistemas analooislas mesoamencanos
Los harasana
Los barasana son uno de los gmpos que habitan en la rcgión del Pira-Parana del
Vaupés colombiano. Constituyen un grupo de filiación patrilineal cuyos inicmbros
dcscienden de un mismo ancestro anaconda y se consideran hennanos. El gtupo se
divide en sibs jerarquizados correspondientes al ordcn dc nacimiento-separación
dc los hijos de la anaconda, que son a sil vez fragmentos del cuerpo de csta. Esta
organización tiene su manifestación espacial en el territorio: el sib más importante
sc ubica hacia la desembocadura del río y cl menos importante hacia las nacicntcs.
Ello también se reoroduce al interior de la maloca: el henilano mavor - a u c dcbena
casarse primero y scr el jefe- vive en cl compartimiento más cercano a la partc
posterior de la maloca. Sus hennanos mcnorcs viven cn compartimientos quc van
dcsdc cl fondo hacia la parte frontal, según el ordcn de nacimiento. Adcmas cada
sib tienc un rol asignado cn el He wi -el rito dc iniciación masculina-, que
corresponde a su vez a una etapa dc la vida.
Según S. Hugh-Jones, podemos considerar que la maloca -un patrilinajc con
sus esposas- rcproduce a escala de un microcosmos la cstructura y la cxprcsión
espacial del grupo de filiación y sus afines. Los barasana cxpresan qiic la maloca
representa el universo en miniatura: el tccho cs el cielo, las columnas quc lo sostienen
son las rnontaiias y el suelo es la tierra. Las malocas están orientadas segun cl cjc
este-oeste. La puerta frontal -la puerta dc agua- al este es la dc los hombres y la
otra al oeste es la de las mujeres. El centro de la casa es la rcgión del Pira-Paraná,
cl centro dc la tierra. La gente al interior de la casa equivale a los He nicrsa, los
pnmcros humanos, los hijos del ancestro anaconda y ancestros de cada sib.
Esta serie de correspondencias cstructurales pcrmitirá reproducir cl universo
en la maloca y la sociedad con el grupo dentro de ella para poder inanipularlos
durantc el rito He wi y conseguir cl efecto deseado: la vinculación dirccta con el
tiempo original y la perpetuación de los ciclos de la vida.
A través del tiempo, la maloca barasana crece y se divide: los hijos dc un hom-
bre se casan y tienen hijos, que a su vez partirán para formar nuevas malocas. Estc
proceso dc dispcrsión hace que los integrantes dc una maloca original estén cada
vcz más separados dc la fuente. Los barasana comparan las generaciones a las hojas
que se posan una sobre otra en el suelo de la selva. En la base cstán los ancestros; cn
la supcríicie ellos mismos, las generaciones actuales. Esta pila dc hojas representa
la separación de la sociedad contemporánea del pasado mítico, separación que es
peligrosa y que debc ser disminuida por los ritos. Es justamente ese cl objctivo
del He wi,la ceremonia más importante para los barasana. Ellos señalan que este
rito Iiacc la pila más pequcña, hace que cada generación de iniciados se ponga cn
contacto directo con los primeros ancestros y sean adoptados por cllos.
A través de una serie de co~~cspondc~icias metonimicas en el rito, la nialoca
devienc el universo y es rcproducido el viaje del ancestro anaconda y su dcs-
mcinbramiento en los sibs. Al comienzo, entra una fila dc hombres tocando las
flautas del Yumpari (manifestación de los ancestros) que representa cl cucrpo de
la anaconda. Los primeros son la cabeza, los últimos la cola. Entran por la puerta
de los hoinbrcs -la puerta de agua por donde cl anccstro entró al inundo cn cl
mito- rcprcscntando el viaje de la anaconda.
Los participantcs del rito -los ancianos, los jóvenes, los iniciados y los cha-
manes- y los excluidos-las mujeres y los niños- también son identificados con
los sibs. Los ancianos, que cn el contexto ritual se vuelven Hemasa, rcprescntan el
sib de cantorcs y danzantcs y efectúan esas actividades cn todas las ceremonias. Los
jóvenes reprcscntan el sib de los guerreros y los chamanes el sib homónimo. El de
los sirvientes está representado en ciertamancrapor las mujeres y los niños que son
dejados dc lado -fuera de la casa o detras de un panel- durante la celebración.
Las categorías dc participantes del rito tienen un paralelo con las clascs dc edad:
cstan los ancianos, los jóvenes, los iniciados (los chamanes asociados a cllos), los
niños (y sus madres). Las acciones cfcctuadas durante el He wi representan también
lo ocurrido cn el tiempo mítico y actúan sobre este tiempo. Ticmpo, univcrso y
sociedad son reproducidos y manipulados.
En la parte central del He wi son reunidos objetos sagrados que rcprcsentan
partes dc la anaconda. Los chamanes hacen que estos objetos se transformen en el
ancestro vivo. Este es el clímax del rito. Dos hombres caminan lentamcntc al centro
de la maloca mientras tocan las flautas. Los barasana diccn quc representan el primer
ancestro, vivo de nucvo, que viene y adopta a los iniciados como sus hijos. En ese
momcnto, la inaloca está completamentc identificada con el universo y la gente
en su interior, que cstán en contacto directo con el ancestro anaconda, adquieren
el cstatus de He masa, los primeros humanos y anccstros de los sibs (Hugh-Jones
1979: 13). El tiempo cs reorganizado de tal manera quc la segmentación de la
sociedad barasana es reducida a su nivel más simple y más elevado: una sociedad
de hombres que tiene solamente dos generaciones de profundidad.
El estudio de Christine Hugh-Jones se centra en la organización social (el
parentesco) y la cosmologia, y presta particular atención a las fonnas lógicas
subyacentes a las representaciones. La autora retoma el mito del viajc de la ana-
conda (los sibs indiferenciados). Esta remonta e1 rio de este a oeste, luego gira
y comienza a desarrollarse al revés, y genera un circulo con un movimiento del
centro a la periferia.
Estas dos estruchiras lógicas, la línea recta y el circulo se repiten cn difercntcs
niveles del universo (la tierra, la maloca y su entorno, el interior de la inaloca, el
cuerpo y el útero). Lo más importante es la dinámica implicada. La continuidad
ALFONSO MANUEL OTAEGUI / Comoaración de sistemas analopistas mesoamencanos
Como mostramos a lo largo del texto, el sistema de los nahuas se constituye como
uno tejido por muchas partes con infinidad de relaciones. En este sistema cncon-
tramos una imbricación causal de la idea de cuerpo *ue es pensado como un
cosmos- y del universo, descrito como un cuerpo. Existen relaciones importantes
entre todos los componentes del mundo. Su modo de identificación - e l analogis-
mo- le provee, a nuestro entender, una base particulamcnte propicia para esta
estructura. En efecto, tal como sostiene Dcscola (2005: 280), la distinción original
entre todos los elcmentos del mundo es la causa dc las relaciones que son tejidas
cntre los elementos. Como la herramienta lógica es la analogía pueden tejerse
relaciones entre entidades de naturaleza muy heterogénea.
También intentamos mostrar que el elemento mínimo de este sistema es un
componente de una persona: una cntidad animica. Estas entidades no son comple-
<.
tamcntc controladas oor el individuo donde se encuentran v oueden desencadenar
procesos que impliquen la totalidad del sistema. Esta configuración tiene el origen
estructural de su fragilidad en el exceso de relaciones entre todas las partes. Además,
la armonía universal dcpende de la armonía interna del individuo. En la medida en
que este no controla su propia interioridad, lo único que puede hacer es cumplir
obedientcmcnte sus tareas para propiciar el equilibrio interno y externo.
Como en el caso nahua, todos los componentes del mundo -de naturaleza y
escala muy diversa- tienen relación unos con otros. Otros rasgos dcl sistema serán
las consecuencias lógicas de esta configuración particular. Un cambio cn cualquier
parte del sistcma puede traer consecuencias en la totalidad. Lógicamente, solamente
se tolera un margen muy estrecho dc variación de valores de las partes. El sistema
corre siempre el riesgo dc colapsar, está a un paso del caos y, entonces, la idea de
equilibrio suele ser destacada. En efecto, sea cn el interior de la persona, sea al
nivel del cosmos (niveles que están muy ligados), el equilibrio es siempre buscado
o se encuentra en riesgo de ser perdido. Finalmente, de todas estas consecuencias
extraemos otra: la persona está sometida cn sus acciones más insignificantes por
temor a poner en pcligro el equilibrio. El individuo en este sistema cstá atravesado
por rclaciones que no controla. Del punto dc vista de la gestión de la información, él
no pucde verdadcramcnte administrar lo que pasa en su interior. Influencias entran
y salen de la persona, sin que él las pueda controlar completamente.
En cl caso del noroeste amazónico, hemos tomado tres ejemplos dc animismo
que, siguiendo el argumento de Descola, poseen un modo de relación de rcci-
procidad. A primera vista, los ejcmplos utilizados podrían dar la iinprcsión de
ALFONSO MANUEL OTAEGUII Comparación de sislemas analogfstas mesoamencanos
parecerse al analogismo, tal vez por una especie de fuerte intcrdepcndencia con
los animales, ideas cercanas a la de equilibrio y una cierta noción de causalidad
circular. Describiremos brevemente estos sistemas y los compararemos con el de
los nahuas.
En relación con los componentes de estos sistemas, cabe destacar que el elc-
mento mínimo es claramente el individuo o la persona. Para los desann, la pcrsona
tiene subdivisiones, por supuesto, pero estos fragmentos no juegan un rol tan
importante como el de las entidades anímicas nahuas. Según Reicliel-Doliiiatoff,
son los animales y los humanos -en tauto que individuos- los elementos im-
plicados en cl funcionamiento del sistema. El hombre, por ejcmplo, se abstiene
de relaciones sexuales para que esta energia sea transmitida a los aniinales. Cada
presa constituye un elemento de negociación entre elpayé y el Wai-nlaxse. Es un
individuo huinano quien debe ser dado si una presa de más ha sido tomada. Men-
cionamos que los fragmentos de la persona -el alma, la mente y el diroa- no
constituycn los elementos mínimos del sistema. Ahora bien, el elemento que va a
la Casa de la Colina para equilibrar el stock de Wai-mame es precisaiiicnte el alma.
Sostcnemos, sin embargo, que el individuo -y no el alma- cs aún el elemento
mínimo. De hecho, a lo que aludimos cuando nos referimos a ((elemento mínimo))
es a la parte menor que es susceptible de tener una incidencia sobre cl fiinciona-
miento del sistema. El alma, en este caso, es algo que es enviado a la Casa de la
Colina o al paraíso, según el comportamiento del individuo en vida, una vez quc
este murió. Durante la vida, ella no tiene incidencia en la circulación de energia,
no afecta otros componentes del universo de una manera autónoma c o r n o era
el caso entre los nahuas-, ni es afectada por otros elementos de una manera que
pueda traer cambios relevantes en el sistema. Ella es, más bien, el vchiculo de la
energia que los humanos deben devolver al colectivo animal. A propósito de los
animales, podría señalarse que las almas son los elementos de negociación entre
el payé y el Wai-maxse. Efectivamente, ellas lo son, pero, a decir verdad, no pa-
recen ser más que una manera de pensar esta negociación. No hay indcperidencia
señalada entre el alma y su individuo propietario, entre cllos no hay conflicto. El
Wai-itraseotorga un número de almas alpayé, estas salen de la Maloca de la colina
y constituycn las presas acordadas. Ellas no son instancias que puedan cambiar la
decisión del Dueño de los Animalcs o del individuo al que pertencccn.
Se observa, entonces, una primera diferencia importante en lo quc concierne a
la constitución de cstos sistemas. Entre los desana, el individuo pucdc administrar
la información que pasa por él. Por información querenios dccir, por el momento,
una diferencia que produce una diferencia -por ejcmplo, un cambio en el sistema
(Bateson 1979: 250). El individuo, por abstinencia sexual y por ser medido en la
caza, puede administrar las relaciones dc energia entre su colectivo y cl dc los ani-
males. De hccho, habíamos detenninado que en el caso de los desana el concepto
de energía constituía la relación entre los elementos del sistema. Encontramos
aquí otra diferencia importante con los nabuas, que creemos es consecuencia de
la diferencia entre los modos de identificación respectivos. Por medio de la ana-
logía, una infinidad de tipos de relación pueden ser tejidas entre los componentes,
relaciones complejas que pueden tener manifestaciones divcrsas (como el calor
y el frío). Entre los desana encontramos, también, manifestaciones dc csto; pero
lo que constituye las conexiones del sistema es más bien la idea de encrgia. Esta
energía, aun si ella es coinplcja y tiene manifestaciones diversas, circula en un
circuito ccrrado siempre en el mismo sentido (no se puede, por ejemplo, darle
energía a un animal al comerlo).
Otra diicrencia que también es consccuencia de modos de identificación dife-
rentes es que en el caso de los desana existen subsistemas claramente definidos.
Entre los nahuas hay un solo colectivo con una infinidad de elementos y d c rela-
ciones y esta vez la manera de organizar la información no consiste cn la distri-
bución cn subsistemas relativamente -pero jamás totalmente- indcpendientes.
Sostenemos que e1 hecho de que todas las partes estén ligadas le impide rcsolver
de esta manera el problema. A su vez, encontramos una fuerte idea de jerarquía,
lo que nos parece muy coherente en las condiciones dadas. La organización en
subsistemas por parte de los desana, en cambio, da al sistema la posibilidad de
tolerar mucho más los cambios sufridos. Dicho de otro modo, un sistema con
subsistemas puede hacer frente a los cambios con mecanismos quc impliquen
solamente reconfiguraciones locales.
Estas diferencias nos conducen a otra que es el resultado dc aquellas que
acabamos dc señalar: equilibrio y estabilidad en el funcionamiento de un sistema.
Estabilidad significa que el sistema puede tolerar cierto margen de variación de
las variablcs. Este tipo de sistemas hace frente a los cambios a través de mccanis-
mos que iiivolucran solamente algún subsistema, no la totalidad de los mismos.
Equilibrio, por el contrario, implica una fuerte rigidez, un estado fijo de variables
que están integralmentc ligadas con muy escaso margen de variación. A causa de
esta tolerancia limitada de las variables y sus innumerables conexiones, un cam-
bio excesivo en una de ellas puede causar una reconfiguración de la totalidad del
sistema o su desintegración. El equilibrio está siempre a un paso del caos.
El caso dc los desana es ciertamente, por su configuración, un cjemplo de
estabilidad. La tarea del hombre es asegurar la continuidad de los ciclos, pero no
cstá sometido a la manera de los naliuas. Entre estos últimos, como los hemos
mostrado, el individuo tiene una gama muy estrecha de acciones posibles sin po-
ner en peligro cl mundo. Además, este número limitado de acciones tiene por fin
sustentar el dibil equilibrio. Entre los desana, el sistema de la biósfera no es autó-
ALFONSO MANUEL OTAEGUI/ Cornoaracion de sistemas analooistas rnesoarneRcanos
'l
Segun S. Hugh-Jones cada compartimento de la maloca cs una futura maloca cn potencia:
«Like daughters of women who bccomc mothers in thcir tum, each compartnient contains
within it thegemiofa future house»(1995: 233). Si consideramosque las mujcrcsconstiniyen
la posibilidad de desarrollar unanialoca, podrianios pensar que hay aqui otra rnanifcstación de
interdependencia funcional cntrc los clancs-uc intcrcambian hermanas por esposas-para
perpetuane.
ALFONSO MANUEL OJAEGUI /Comparación de sistemas analosislas mesoamericanos
Queremos retomar abora la última linea. Los barasana destacan la calidad que
tiene el sistema de no cambiar. Más específicamente. no creemos que cl sistema no
sufra ningún cambio, sino quc cs su identidad la que permaiiece invariable. Dicho
de otro modo, los elementos y las relaciones internas mantienen la misma configu-
ración. En la cita hay referencias acambios, pero se encuentran dentro de procesos
l3 «[. . .] una cosa es el orden y otra el equilibrio. El orden presupone que cada cosa dcbe estar
cn cl lugar que Ic corresponde, mientras quc cl equilibrio implica la permanencia en un cstado
ideal o neutro que es susceptible a la alteración si alguna de las fuerzas que lo niantiencn
cambia de repente. Creo que el orden es un término mis apropiado que el de equilibrio))
(Cayón 2002: 212)
«Cuando los barasana cuentan mitos que se refieren a la creación deeste orden, a la division
del cosmos en capas, a la alternancia del dia y la noche y deuna estación con otra, a la sucesion
regular dc las constelaciones a través del cielo y al establecimiento de la sociedad Iiumana,
continuaniente enfatizan su bondad, perfección e inn~utabilidadn(nuestra traducción).
ciclicos (el dia y la noche, las estaciones del año y las constelaciones). Esta idea
de ciclo cstá asociada en el pensamiento barasana a la inmortalidad. En efccto, la
idca cs la de un tiempo repetitivo que asegura la continuidad -más que permitir
el retomo a un estado precedente-. Habiainos mencionado en la introducción que
la noción de sistema es contradictoria si es concebida sin una idea de tiempo. Este
tiempo del mito, ciclico, reversible c inmortal es la idca minima de tiempo que es
necesaria para que los procesos dentro del sistema puedan tener lugar. Este tiempo
ciclico cs identificado en el pensamiento barasana con la posibilidad de cambiar
dc piel de las serpientes y con la menstruación de las mujeres.''
Hcinos visto en el estudio de Christine Hugh-Jones que hay dos temporalidades.
La temporalidad fcmenina cs más ccrcana al funcionamiento del pasado mitico. La
que cstá asociada a lo masculino es la manifestación de la irreversibilidad. El fin
del He >vies dctencr esta acumulación y retomar el contacto con el mundo He, de
temporalidad cíclica. En efecto, durante el He wi, los hombres son comparados a
las mujeres que tienen sus rcglas. Pensamos que la temporalidad masculina expresa
el funcionamiento del sistema cuando toma en cuenta datos empiricos. Dicho de
otro modo, ella corresponde a la temporalidad cotidiana, fuera del tiempo mítico
y fuera de este paréntesis que es el He wi. Esta empiria corrcspondc, sobre todo,
al desarrollo dc los miembros de una maloca que se casan y tienen niiios, quiencs
a su vez harán lo mismo y formarán otras comunidades. Es contra esta dispersión
que luchan por medio del rito y una ideología de reciclaje de almas. Durante el rito,
la temporalidad se toma ciclica de nuevo y se ponen cn contacto con el momento
priincro dcl sistema: este se vuelve cerrado y no tienc más que dos gencraciones
dc profundidad.
El rito pone en contacto la sociedad conel mundo y el tiempo He. Hay otra fun-
ción muy importante que cuniplc este rito: no solamente la sociedad es reproducida
(recstablecida a su fonna ideal, con dos generaciones de profundidad), sino que la
continuidad de todos los ciclos del universo está igualmente asegurada. Si bien la
realización del He wi es indispensable, no se trata de una tarea que deba ser llevada
a cabo todo el tiempo, como en los nahuas. Una vez más el hombrc es el manager
del sistema, pero no el esclavo de un tejido excesivo de determinaciones.
'I «The barasana say tliat women are semi-inmortal: through menstmation, tlicy continually
rencw tlieir bodies by an interna1 sliedding of skin [...]» (S. Hugh-Jones 1979: 250). «Los
barasana dicen que las mujeres son senii-inniortales: a través de la nienstruación, continua-
mente rciiucvan sus cuerpos en una muda interna de piel [...]» (nuestra traducción).
ALFONSO MANUEL OTAEGUlI Comparación de sistemas analogistas mesoamencanos
Tal como hemos intentado demostrar, existen semejanzas entre el sistema analógico
de los nahuas y los sistemas animicos con relación de reciprocidad del noroeste
amazónico. Podemos señalar la noción de causalidad circular, una cicrta idea de
orden que organiza las relaciones entre los componentes del inundo, el concepto
de que las acciones de un individuo pueden afectar la totalidad, finalmente, la
responsabilidad del elemento hacia el todo. Sin embargo, sostenemos que estas
semejanzas no son más quc un efecto de superficie, algo que emerge de confi-
guraciones similares, pero no idénticas. Como lo hemos mencionado en varias
oportunidades, hemos intentado describir estas cosmologias como sistemas. La
idea de sistema que hemos utilizado como herramienta es aquella de mind, que
efectúa operaciones para mantener su forma. Estos procesos implican cadenas de
causalidad circular de diversa complejidad. Lo que encontramos como similar en
la base de los sistemas comparados es el importante grado de conexiones entre
las partes. Cuando hay muchas conexiones entre las partes, esta cualidad de auto
regulación del sistema es más evidente: cl sistema está más cerca de desencadenar
procesos de tipo «homeostático». Está más cerca de manifestar la oposición jerár-
quica que Dumont señalaba: la parte está subordinada al todo y el comportamiento
de la primera está más claramente relacionada al segundo.
Los casos del norocste amazónico -notablemente el de Reiclicl-Dolma-
toff- constituyen los ejemplos más cercanos a un funcionamiento que pemiite
un modo analógico, por el tejido dc relaciones que hacen entre los componentes
del universo, la idea de un status quo que hay que mantener. Sin embargo, ellos
no podrán jamás igualar el grado del sistema nahua. Los elementos son indivi-
duos administrables por los humanos, el mundo está organizado en colectivos que
administran los cambios internos y las relaciones entre los elementos tienen un
sentido y son bastante simples (lo que implica: controlable). El sistema nahua está
constituido por un solo colectivo, el universo, cuya parte menor es un fragmcnto
de una persona. Estas partes menores tienen demasiado poder y son dificilmente
manejadas. Los cambios, generalmente incontrolados, pueden tener consecuencias
en la totalidad del sistema. Este funcionamiento es totalmcnte coherente con su
fundamente ontológico, el analogismo. En efecto, un modo que provee infinidad
de partes y una ~maquinarelacionadora ilimitada)) como la analogía deberían
generar sistemas frágiles como el de los nahuas. La reciprocidad como modo de
relación conlleva una conexión bastante cxigente entre las partes. Ella define de
entrada la necesidad de la idea de ciclo para pensar las cornpcnsaciones c implica
la noción de grupo dc intercambio. Esta última noción relaciona el individuo con
su gmpo ante los otros colectivos: será el grupo que pagará la falta de un indi-
viduo. Finalmente, reciprocidad trae consigo la noción de estabilidad. Descola
había sugerido que un modo de relación (si la reciprocidad y la analogía pueden
ser pensadas como una relación de alta conectividad entre las partes) podía hacer
que dos modos de identificación diferentes presentaran «un cierto aire de familia))
(Descola 2005: 459).
Esperamos haber mostrado que este «aire de familia)) entre estos tres casos
del noroeste amazónico y el de los nahuas es solamente un funcionamiento similar
desde el punto del vista del sistema. Sin embargo, hay claramente una diferencia
de grado entre estos dos sistemas. La diferencia entre equilibrio y estabilidad -y
las configuraciones implicadas- nos parece ser la manifestación más clara de la
heterogcneidad de base.
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La agonía de la ética y la antropología
Notas a partir del pensamiento de Manuel Marzal
RESUMEN
ABSTRACT
' En adelante, citaré «Estudios sobre religión campesina)) = (ERC); «La transfomiación reli-
giosa penianax = (TRP); «El sincretismo iberoaniericano)>= (SI); «Los caminos religiosos
de los inmigrantes en la gran Lima» = (CRI); y «Tierra encantada)) = (TE).
173
LUIS MUJICA BERMÚDEZI La agonía de la etica y la anlropologia
Castro en Moral moderna, moral de picaros ¿NO ES El Perú, un proyecto nioderno: una
aproximación al pensamicnto peruano?, dicc quc «la moral del conquistador cs una moral
moderna, que se justifica a si misma y justifica la conquista; que legisla sobre cl bien y el mal
teniendo como punto de partida no una racionalidad metafisica o religiosa. sino el interés y
la ambición del moderno sobrepuesto al mundo colectivo y social» (1994: 192).
y que de algún modo sc impuso durante mucho tiempo. Sin embargo, Marzal era
muy consciente que el problema ético en esas tendencias quedaba pcndicnte y su
desarrollo dependía de la rclación con la matriz andina y cómo desde esta cultura
se fue haciendo una lcctiira de la ética colonizadora y se ejerció rcalmentc.
Dos años mas tarde, Marzal publica Elsincr'elismo lbeioan7ericano (1985), en
el cual sistemáticamente considera la ética como una dimensión del cstudio de la
religión cn Cusco, Chiapas y Bahía. En el mundo andino, oponiéndose nuevamcnte
a los cvolucionistas, afirma quc existe una ética cti la medida en que dichas mormas
comprenden tanto ciertos preceptos univci-salesimpresos en el corazón dcl Iion~brc
como la aplicación dc los mismos» (SI: 37). Del mismo modo, cn cl mundo tzotzil
y tzeltal, los indios tienen ((arraigado un concepto de pccado que pucdc acarrear
desgracias en el mundo presente sin que se destaquen sus repercusiones en la vida
del más allá, cuyo código ético concluye tanto las prohibiciones universales de
las ética humana (no matar, no robar, no cometer adulterio, etcétcra) como otras
prohibicioncs que se refieren al mandamiento del mundo cultural de las rcspectivas
comunidades» (SI: 74). Finalmente, en el candomblé, donde hay autoiiomía como
gmpo, las personas están regidas por una serie de tabúes, dcberes culturales y de
solidaridad con los miembros de su propio gmpo, pero i n s i s t e Marzal rcitcradas
veces-, «como en la del sistema andino y maya, es cl aspecto sobre cl que se
dispone de menos información, por haber sido mucho menos investigado y por
tratarse de rcligioncs más centradas en el culto que en la moral» (SI: 100).
Una vcz dicho esto, Marzal intenta una interpretación general diciendo que
los grupos han «reinterprctado» las prácticas manteniendo su postura teórica del
sincretismo inediantc c1 cual, por ejcmplo, el mundo andino y maya ha convertido
cl compadrazgo en uno de los lazos más importantes de solidaridad social (SI:
190). Sin embargo, Marzal, comprometido con su rol pastoral, al final del libro,
y desde una pcrspcctiva de la inculturación dice: «juzgo que tanto indios como
negros han desarrollado formas de ayuda mutua, como mancras dc organizar el
intercambio en su sociedad o como mecanismo de defensa antc la prolongada
explotación o marginación de que han sido objeto por las rcspectivas socicdadcs
nacionales, que debcn ser asumidas como fundamento de su ética social» (SI:
223). Este último punto es surnamentc importante en tanto que la ética no debía
ser considerada solo un mero objeto «positivista» dc estudio del comportamiento
humano, sino debía ir más allá, es decir, ver el significado de las implicancias de
las rclaciones entre unos y otros.
La producción de Marzal no se detiene. En Los caminos religiosos de los in-
migrante~eii lo gran Lima (1 988) establccc una tipologia sobre las iglesias en cl
distrito de El Agustino, Lima, en el cual propone, dcl mismo modo, que cada tipo
de iglesia tendría su manera de asumir la ética. En primcr lugar, los iurnigrantes
LUIS MUJlCA BERMUDEZ/La aoonia de la élica v la anlrooolooia
eficaces las éticas seculares? (TE: 173). La primera sigue siendo una pregunta para
desterrar definitivamente el prejuicio evolucionista e intolerante de tendencias que
tratan de establecer «grados» de cultura cn la que la religión podría ser descartada
simplemente. En cambio, la segunda pregunta oculta su preocupación por si la
ética debe scguir apoyándose en la perspectiva religiosa, cuando cn cl cscenario
social se habla incluso de ética laicas, como lo hacen muchos autores.
En el dcbate, Marzal estudia la relación entre ética y religión, y ética y polí-
tica. A propósito de la primera relación, por una parte, vuelve a discutir con una
corriente evolucionista británica (Tylor) para mostrar que otro británico como
Evans-Pritchard, con su estudio sobre La religión iiuer, muestra la complejidad
de la rcligión y define el pecado como la «infracción de una prohibición que trae
consigo la imposición de sanciones de índole espiritual)) (TE: 174). Por otra parte,
basándose en Elcrepúsculo del deber: de Lipovctsky, distingue la ética religiosa, la
secular y la posmoralista. El interés de cstc despliegue bibliográfico es el mostrar
que la cuestión religiosa se mantiene vigente y quc atañe a la vida de la sociedad
contemporánea y, siguiendo a Küng, sosticne que la religión en la actualidad puede
ayudar al hombre y también mantener la cohesión de la sociedad. En síntcsis, no
es la ética la que ayuda a sostener la vida, sino la religión y esta ticnc, en todos
los tiempos, una ética que merece la pena ser estudiada porque cumple el rol de
dar sentido a la vida, es garantía y finalniente es seguridad y es una resistencia
contra las injusticias.
En la segunda parte, Marzal establccc la relación entrc religión y política y en
esta parte discute con Weber luego de hacer una escueta reseña. Por iin lado, pre-
senta el espíritu del capitalismo y el ethos puritano calvinista. Después nienciona
las tipologias religiosas, mística y ascética, y combina estas variables con las mctas
intramundanas o extramundanas en cada caso. El confucianismo es, por ejcmplo,
una religión mística e intramundana; el hinduismo es mística y extrainundana. En
cambio, el judaísmo es una religión mística e intramundana y el catolicisino una
religión ascética y extramundana. Una vez establecida esta tipologia, Marzal hace
el «juicio sobre la tesis de Webern, recogiendo las critica de Samuclson y Morris
de quienes recoge la idea de que «no hay pmeba empírica para la correlación es-
piritu del capitalismo-ética protestante, y que la descripción de Webcr de la ética
puritana traiciona a sus fuentes)) (TE: 193).
Después de su Tierra encantada, Marzal no escribió sino pequeños artículos,
presentaciones dc libros y en Para entender la religión en el Pení 2003 (2004)
realiza c<Algiinaspreguntas pendientes sobre la religión en América Latina)), donde
presenta preguntas y observaciones a propósito del tema de la religión; y inantiivo
una de las preguntas que siempre quiso rcsponder:
$01 qué la ética sigue siendo olvidada en los estudios de antropología de la re-
ligión. aunque se acepte que todas las religiones son éticas, aunque en distinto
grado? ¿Por que los antropólogos -la mayoria de ellos hijos de la Ilustración
y testigos de cómo en sus propias sociedades la dimensión vertical hacia Dios
ha perdido vigencia frente a la dimensión horizontal hacia el hombre- no han
estudiado la dimensión ética en la modernización del inundo tradicional? ¿Por
qué los antropólogos no han analizado más la aceptación de las éticas purita-
nas, el surgimiento de los fundamentalismos éticos, la sacralidad subyacente
en la ética secular y la eficacia real de la ética posmoralista para la convivencia
humana? (TE: 43).
Así como sus preguntas dejan un camino por allanar, sus observacioiies son
como pequeñas señales que debemos considerar antes de pasar a la siguiente parte.
Sugiere hacer, cn primer lugar, «etnografias» sobre la dimensión ética (individual
y colectiva) en las ((sociedades tradicionales)); en segundo lugar, analizar cl con-
cepto de pecado a partir de los requisitos fijados por la sociedad y el por qué de
la sanción intramundana de un Dios que premia y castiga en la vida presente; y,
finalmente, señala los métodos que posiblemente sean los más pertinentes para
dicho estudio sabiendo que es «dificil sabcr dónde se sitúa la persona y si comunica
lo que piensa realmente o lo que parece pensar en una determinado contexto)) y
claro -una vez más- Marzal concluye al decir que «en la'investigación de la
experiencia subjetiva y de la ética de la religión hay, como decia César Vallcjo,
inuchisimo que hacer)) (TE: 45).
Las preocupaciones por la ética y la moral en las ciencias sociales no son recien-
tes. Probablemente fue Malinowski quien desarrolló en el capitulo XIII, «La vida
scxual de los salvajes)), publicado en inglés en 1929 (1971), acerca de la moral y
las costumbres de los trobriandeses. El autor en mención dicc que «la 'inmorali-
dad', en el sentido de ausencia de todo freno, regla o valor, no existe en ninguna
civilización, por pervertida y desprovista de base que sea)). Se trata de un punto
importante para establecer una relatividad cultural de la moralidad. Más recien-
temcnte, Howell (1997) publicó The Ethnography of Moralities con un número
importante de artículos sobre las moralidades en diversos lugares del plancta. Sin
cnibargo, nuestro interés aquí es más bien distinto.
Muchos de los que conocieron a Marzal manhivieron - e n el subconsciente- la
idca dc desarrollar algún día el tema de la ética y seguramente aquclla intuición
maduró en algunos y permitió tocar el tema de alguna manera. Sin embargo,
el tema de la ética supera la cuestión dc las relaciones de amistad y docencia.
LUIS MUJICA BERMUDEZlLa aoonía de la ética v la aotro~oloaia
comunal en Calahuyo. En él, señala que los principios quechuas: ama sua (no ro-
bar), ama llulla (no mentir) y el ama q'ella (no ser ocioso) son los que rigen la vida
de los individuos en el gmpo, constituyen la base del honor en la vida comunal y
condicionan un tipo ideal de hombre y mujer comuneros. Este honor juega un rol
muy importante en la resolución de los conflictos de la comunidad. La imagen del
Iiombre comunero honorable está identificadacon el trabajo, con los negocios y la
participación en los asuntos públicos; lo contrario aeste ideal es el hombre altane-
ro, ocioso y borracho. La imagen de la mujcr comunera honorable se caracteriza
por ser fiel compañera, que cumplc con las actividades domésticas y sustituye los
roles de la pareja en determinadas circunstancias (pp. 55-59).
La honorabilidad es un patrón ético que debe regir en el campo privado y en el
público. El honor en el campo familiar se traduce en la confiabilidad, a tal punto
que «honor y confianza se llegan a identificar en las actividades diarias de los
comuneros)) (p. 234). En el mundo colectivo se sabe que el interés familiar esta
subordinado al interés comunal: «la familia de más honor es aquella que justamente
tiene más anhelo por el progreso de la comunidad)) (p. 238) y, por supucsto, la
armonía comunal resultaba ser un sinónimo de desarrollo comunal.
Muñoz y Rodriguez (1999), desde lo que es ahora la Universidad Antonio
Ruiz de Montoya, vuelven al tema de la ética presente entre los microeinpresa-
rios con una pregunta importante: «jcómo ser buena persona en ausencia de una
buena sociedad?)) (p. 29). La intención de las autoras es la de indagar qué pien-
san; hacen y anhelan los que trabajan cn la industria y el comercio en medio de
condiciones muchas veces difíciles y contradictorias. Las entrevistas son leidas
desde la perspcctiva del testimoniante. En ellas se descubre la conciencia que
tienen del trabajo y el valor que le dan, tanto porque es un espacio de realización
como de responsabilidad con los otros; es de este modo que los sujctos buscan el
reconocimiento necesario para afirmar su existencia como personas. Dc ahí que la
pregunta final que se hacen las autoras muestran nuevamente la importancia de las
maneras de relacionarsc con los otros: ¿cómo imaginar una comunidad en donde
los sujetos sientan que pertenecen plenamente a ella y estén dispuestos a cooperar
con otros, si estamos constmyendo una sociedad atravesada por tanta ausencia de
reconocimiento debido? (p. 119).
A inicios del siglo XX1,Anderson (2001) publicauno de los estudios realizados
poruii grupo de cicntificos sociales. La iuvestigación define desdc cl inicio el ob-
jeto del estudio y son «los valores y metas de vida de la población de la provincia
de Yauyos)) (p. 15). Se sabe que los valores no son directamente observables y
son concepciones sobre lo deseable y que se ponen en evidencia en las prácticas.
Proponen que cs cn este campo en cl que se forman las identidades individuales y
colectivas, dondc las metas de vida se'mueven en rclación con los intereses (que
LUIS MUJICA BERMUDEZILa agonía de la ética y la antropologia
El reto fundamental de este trabajo es, por tanto, humanizar las relaciones.
Esto es posible revisando seriamente las concepciones antropológicas, así como
los procedimientos de los que las personas se valen para reconstruir sus relaciones.
Esto seria posible solo volviendo a ser considerados runakuna, lo que consistiría
en «una conversión moral que conlleva a un 'cambio de corazón'. La noción de
purificación figura prominentemente: la limpieza por medio de la confesión y el
arrepentimiento son prácticas de largo plazo)) (p. 204). A esto bay que añadir la
«rehabilitación» y para eso es neccsario -para simplificar una vez mas el pen-
samiento de Theidon- una «economía política del perdón)), donde cl perdón cs
un proceso cn el que «nadie puede forzar a una persona a perdonar a otra: es un
estado, digamos, subjetivo)) (p. 210). Por ello, el aporte de Theidon es definitivo
y central para repensar la ética en la sociedad peruana, y para la antropología un
reto quc Marzal soñaba y que empezó ya a perfilarse, pero aún muy Icntamcnte.
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XVIII. La actuación de los caciques en torno a
la instalación de las misiones jesuíticas*
María Paula Irurtia
RESUMEN
Este trabajo es una version niodificada de nii presentación realizada en el simposio <El
lidcrazgo indigena en los espacios fronterizos americanos (XVIII-XIX))), organizado por el
Scminario de Invcstigaciones de las Fronteras Aniericanas - SIFRA. Sección Etnoliistoria,
del Instituto de Ciencias Anh.opológicas de la Facultad de Filosofia y Letras dc la Universidad
de Buenos Aires, durante los dias 2 y 3 de agosto de 2007 en el Musco Etnografico.
ABSTRACT
Beh.tleen 1740 and 1754 the Society ofJesus established thr-ee mis-
sions in the south ofthe frotitier thaf shaped the Salado r i i w in the
present ter-ritotyofthe State ofBuetros Aires. Argentina. Corrcerning
/he colonial aul1ioritie.r ¡he sites operoted as advatrce post; for ¡he
indigenous groups they became a place of encountei; bar-ter arrd
cor@ontation andpacific dealings, where caciques (chiefi) jdaj,ed a
fundamental role. Ipropose to identify the caciqucs /ha/ went to the
inissions, theirptrrposes and strafegies; to define a model ofaction.~
on a certain coniext and inter-esrs. A critic readitrg has been done
fron7 the doctrn7ents concerning this Jesuit attempt and it has been
confrontedwith /he bibliogr~7phicalproductionf;on1 dfler-en/ authors.
Ir was possible /o display /he strategic approach to /he ini.wions, [he
kind of bonds that madepossible this 4narnic and differenf coinpo-
nents which were part of tlie chiefdomship, specially, /he hechicero
(sorcerer). The chiefdomship in the middle o f /he 18th Ceirtuty in
Puma-North-Patagonia has beerr characterized as a dvnarnicfi)rrn
of leadership that operated in different levels and could be asswned
by severalpersons in different circumstances.
- La reducción de Nuestra Señora del Pilar (1746-175 l), ubicada más alejada de
la frontcra, hacia el sur, en la zona del Volcá17(región serrana de la provincia dc
Buenos Aires de gran atractivo debido a su riqueza ganadera), fue fundada para
lospeguenches o serranos op~relchesque habitaban desde las sicrras hasta el
Río Negro (entre los caciques de estas agrupaciones, Sánchez Labrador destaca
al cacique Bravo Cacapol, quien scria motivo de alaniia en las inisiones).
- La reducción de Nuestra Señora dc los Desamparados (1750-1751), distante
unas pocas leguas dc la reducción dcl Pilar, fiic designada para «la nación más
numerosa)), la de los thuelchtrs oparcrgones entre quienes el sacerdote jesuita
distingue a los thuelchus de a caballo que habitaban en las cercanías de los
ríos Negro y Colorado y a los thuelchus dc a pie, al sur del Rio Ncgro hasta
el cstrecho de Magallanes.
Falkner menciona numerosos gmpos indigenas y Ics atribuye un determinado
territorio basándose cn distintos infomiantes quc incluian a ex cautivos y a los
propios indios, cntre ellos al «gran cacique Cangapol)). Accrca de la cuestión de
la «validez» de cst'as «clasificaciones», ya se ha mciicionado quc constituye «un
intento de ordenar los datos de la realidad, pero no la realidad misma)). Estc orde-
namiento seguía los lineamientos propios de la ciencia del siglo XVIII, el siglo dc
las grandes taxonomías (ver Mandrini 2003: 47-5 1). Aqui, como Iic seiialado cn
relación con la problemática de los nombres asignados a las poblaciones indígenas,
esta información será leída surgida dc determinados procesos de percepción y
considerando el contexto en que fue producida. De esta manera, el esqucma puede
damos una referencia acerca del grupo a que pertenecian los caciques iiiciicionados
en las fuentes, su ubicación geográfica y su relación con las otras agrupaciones.
Tendremos cn cucnta que el propio Falkner ([1774] 2003: 111, 152, 178, por
ejemplo) describe los cxtensos movimiciitos dc los grupos. Advicrtc accrca de las
variantes en los nombres y de los cambios cn la ocupación dcl cspacio. Ello, a causa
de lidisminución en su número producto de las gucrras, la viruela, cl aguardiente
o (cporque se han refugiado entre los españoles)) ([l774] 2003: 171).
Contamos con trabajos dedicados a las misiones jesuiticas del sur que han
enfocado su atención en las cuestiones de la politica española de expansión y
consolidación territoriales (Tejerina 1996). También en cl tema del conocimiento
y explotación del territorio; en los conflictos entre sectorcs de la población blanca
con los grupos indigenas (Iglesias 2000); en la problemática del fiincionaiiiiento
de las misiones enfocada cn la relación cntre caciques, jesuitas y «chamaiies>>en el
marco de procesos dc transformación sociales y económicas (Heniández Asensio
2003). Recientcmente, Eugeiiia Néspolo (2007) y yo (Irurtia 2007) hemos publicado
trabajos (con notables similitudes y algunas diferencias) que han tratado cl tema
de la utilización estratégica de la misión por parte de los indios y su rclación con
MARiA PAULA IRURT/A/EI cacicazqo en la region pampeana-nomalagónica araentina
a los españoles y cl temor a los enemigos quc los pampas tenían cii las sicrras.
Notamos, entonces, la actuación de los caciques tratando con cl gobernador una
alternativa para lograr resguardo ante el pcligro que implicaban los ataqucs tanto
de cspañoles como de otros grupos indigcnas. Sin embargo, quisiera Iiaccr notar
también quc contemplar esta opción como la «única>)resultaría una dcfinición
cxtrcma si consideramos los recursos dc que disponiaii los indios. Como plantea
Nacuzzi (2006: 446), ((solicitar una reducción podia scr una de las tantas cstrate-
gias indígenas ante estas nuevas situaciones que les imponía el contacto con los
europeos)) y, por cierto, también proporcionaba bencficios (raciones, intcrcainbios,
nuevas actividades cconómicas y acceso a información).
La permanencia de los indígenas en las nlisiones, sin embargo, scria intcrmi-
tente. A la rcducción del Pilar, por ejemplo, sc accrcaron tres caciques thuelchus,
Chanal, Sacachu, Taycocho, y permanecieron con ((80 toldos de los cualcs cada
uno encierra tres o cuatro familias y cada familia cinco personas)) y proiiieticroii
que llamarían también a sus ((parientes y paisanos)). El padre Strobcl envió una
carta a su Provincial en Buenos Aires, el padre Manuel Querini, con un grupo de
indios, cntrc cllos dos caciques. Los indios, lucgo de cntregar la carta, procuraron
«celebrar tratos con los españoles en la ciudad para cuyo fin traían unos caballos)),
pero un asalto ocurrido en ese tiempb a unas carrctas en otra jurisdicción motivó
que los enviados de los misioneros terminaran presos durante tres mcses. Esto causó
gran alboroto en el Pilar y d o s más de los toldos dc los thuelchus sc retiraron a
sus tierras, quedándose solamente el cacique Taychoco y algunos pocos [...l.Por
mcdio de cstc buen cacique procuraron los padres que volviesen los Thuclclius al
Volcán y lo consiguieron» (Sánchez Labrador [l772] 1936: 118-123).
Otra serie de accrcamientos y alcjainientos protagonizaron los thuclches
una vcz fundada la reducción de Nuestra Señora dc los Dcsaniparados. Allí se
accrcaron indios dc aticrra adentro» hasta que comenzaron una scric dc ataques
a manos del cacique Bravo Cacapol, cuyas lolderias estaban sobre cl Rio Negro
y sc adentraban en territorio indigena hacia la región cordillerana. Luego dc un
fmstrado asalto a las reducciones, Bravo animó a los caciques thuelchiis a tomar
las annas. Ante tal peligro, Sacachu habría optado por resguardar a los suyos y
logró, a través de sutiles inaniobras y Iiábiles argumentos, «sacar» a su gcnte de
la reducción. Ciertaincntc, Sacachu, con lcmor por la seguridad de «los thuclchus
de su nación, agregados a los inisioneros)), se acercó a la misión,
y para apartarlos de los padres, fingió que él también quería vivir con los ini-
sioneros y reducirse. Poco a poco fue minando este disimulo, y haciéndose
lugar en los corazones de los paiagones con engañosas palabras. Al fin pudo
tanto con ellos que los sacó de la reducción diciéndoles que iban a buscar más
gente de su nación, para así unidos en buen número poder resisiir al cacique
Bravo en caso de ser acometidos, como amenazaba (Sanchez Labrador [1772]
1936: 133-134).
' Este accrcamiento estratégico a las misiones, los acercamientos y las «huidas»y cl aprovccha-
miento como espacio de subsistencia, de protección y de asimilación creativa dc elementos
curopeos también los encontramos en distintas rcgiones de las frontcras iberoamericanas
(Swcct 1993).por ejemplo, en Nueva Vizcaya al norte dc México (Dceds 1995)o cn la región
central y austral del Chaco (Lucaioli 2005 y Nesis 2005).
MARiA PAULA IRURTIA/EI cacicazgo en la región pampeana-norpatagónica argentina
la misión. Con ello loerarían así un acercamiento aue interesaba a los indios. el
cual habría sido aceptado y mancjado dc manera estratégica. Estos cjeinplos que
nos muestran a los caciques negociando, argumentando, acordando y dccidicndo
parecen concordar con lo que ha planteado Bechis (1999) acerca de la importancia
de los caciques en tanto «procesadores de información intra e inter-éinica)) y de
su función dc «[procesador y] negociador entre su parcialidad y los criollos, entre
su parcialidad y otras parcialidades y entrc los parciales que le sigucnn, así como
de ((administrador de los asuntos con cl exterior)). También notamos, como ha se-
ñalado Nacuzzi, el protagonismo y agudeza de los caciques a la hora dc combinar
las negociaciones con los españoles y los propios intereses (1998: 182) y la impor-
tancia de la «palabra» como recurso que «posibilitaba negociar, pedir, convencer,
amenazar, acordar, dialogar, defender o acusar)), tanto ante ((otros representantes
como él)), como hacia el interior del propio gmpo (1998: 184).
Dc manera similar -antes de fundarse la reducción del Pilar de los puel-
ches- se acercaban a la reducción de la Concepción de los pampas «muchos
indios puelches y aucaes o muluches)) quc realizaban intercambios con los indios
reducidos. Los padres les propusieron que «se Ics fundaría otro pueblo como el de
la Concepción en la serranía del Volcán)).Aparentemente, la respuesta habría sido
«un seco veremos en las bocas de los caciqucs puelchesn (Sánchez Labrador [1772]
1936: 97). En noviembre de 1746, luego de infructuosos intentos, logro fundarse
la reducción del Pilar. Un año más tarde se «agregaron» a los misioneros «[d]os
caciques hermanos, llamado el uno Marique y el otro Chuyantuya con 24 toldos»
y permanecieron allí «todo el tiempo que duró la yerba del Paraguay, el tabaco,
y otros géneros que ellos apetecen y compran a trueque de plumeros dc plumas
de avestruces, ponchos, pieles de lobo marino y riendas de caballos)) (Sánchez
Labrador [1772] 1936: 101). Luego regresó otra vez cl cacique Cliuyantuya con
solo nueve toldos. Estos movimientos nos muestran incesantes fluctuaciones aue
no se correspondían con lo esperado por los saccrdotcs, sino que responderian, una
vez más, a determinaciones e intereses económicos y politicos dc los indios. Así,
por ejemplo, al caer preso de los españoles y ser sentenciado a muertc el cacique
Felipe Yahati, los mencionados Marique y Chuyantuya junto con tres indios, lier-
manos del preso cacique, se acercaron ((repetidasveces con mucha sumisión a los
padres misioneros del Volcán: hacian mil protestas de querer vivir y morir cn la
reducción y dejar sus hechiceros y su mala vida pasada, si los padres impctraban
la vida y libertad del cacique Felipe» (Sánchez Labrador [1772) 1936: 102, el
destacado es mío). Marique y Chuyantuya se instalaron sin esperar el resultado
de su pedido con doce toldos, los hechiceros entregaron sus <ttamborctes>> y otros
instmmcntos y se quemó todo en público. Cabe aquí agregar que, una vez lograda
la liberación de Yahati, pcrmaneció el cacique un año junto a los padres, abandonó
la reducción y luego de unos meses volvió otra vez al Volcán, «pero siempre se le
conoció que no tenia afición a la ley de Jesucristo y que le detenia solamente su
interés» (Sánchez Labrador [1772] 1936: 103). La señalada condición que según
el relato de Sánchez Labrador plantearon los caciques para incorporarse a la vida
en la reducción nos revela un hábil uso de la presencia de la misión y la +n
principio aparente- aceptación de sus reglas; por su parte, los padres tampoco
desaprovechaban estas ocasiones para atraer a los indios.
Asi como las misiones habrían sido aceptadas estratégicamente en determinadas
situaciones, en otras, en cambio, habrían sido rechazadas estratégicamente. Los
padres mencionan con frecuencia que llegaban amenazas a los pueblos y también
tuvieron lugar ataques de los indios. En este sentido, resulta interesante apreciar las
acciones del cacique Bravo. El famoso cacique se acercó con una (tcomitivan de
500 hombres al Pilar y a Desamparados, recibió los regalos de los sacerdotes y se
instaló en la zona del cerro de Tandil «sin voluntad de admitir en sus tierras a los
misioneros)). Según Sánchez Labrador, Bravo Nmostrose muy sentido de que los
misioneros juntasen gente en reducciones, que en su concepto era lo mismo que
quitarle sus vasallos. Atizaban el fuego sus consejeros, que componian una cuadrilla
de mozos y entre ellos tal cual viejo))y también se quejaba «de que le usurpaban las
tierras, que blasonaba ser suyas desde Buenos Aires hasta el río de los Sauces, en
que tiene su propio establecimiento» (Sánchez Labrador [1772] 1936: 129-130).
Acerca del problema de los «vasallos», esta expresión podría estar relacionada
con la cuestión de la flexibilidad que caracterizaba al vínculo de los indios hacia
un jefe: como señalamos anterionnente; evidentemente «perden>gente resultaría
desfavorablc. Los enunciados de Bravo-sin entrar en consideracioncs acerca de su
veracidad o n- podrían habcr funcionado, por un lado, como amenaza y obtener
así mayores beneficios; y, por el otro, coino aliciente para azuzar los ataques contra
las misiones. Bravo denunciaba la presencia de los religiosos en sus tierras al mismo
tiempo quc aceptaba sus regalos. Las amenazas y los posteriores ataqucs indicarian
que-a pesar de lo acordado aparentemente en un tratado de paz celebrado en 1742,
en la región de la Sierra dc la Ventana, en presencia de Bravo, o por lo menos ante
«sus» indios- la instalación de la reducción en la zona del Volcán no dejaría de
suscitar la reacción dcl cacique. Siguiendo aNacuzzi (2006), este tratado señalaba
la región de las sierras como territorio dcl cacique, pero este debia permitir a los
jesuitas prcdicar cl Evangelio en ese lugar. Además, asignaba a Bravo tanto la
obligación como la facultad y el poder dc controlar los movimientos dc los indios
hacia Buenos Aires, evitar que huyeran de la reducción, los ataques, etcétera (ver
Nacuzzi 2006). Este documento nos muestra a Bravo acordando con los espanoles
cuestiones fundamcntales como las del territorio y el acceso al ganado. Se trataria
de definiciones estratégicas acerca de temas cmciales que lo beneficiaban frente a
MARlA PAULA IRURTIA /El cañcazgo en la región pampeana-norpatagonicaargenlha
?
otros indios, pues, según Falkner, Bravo estaba en paz con los españolcs solo por
el interés por las cacerías y habría controlado el tei~itoriode esta manera:
no permite que las otras tribus bajen más acá del Luján, porque así aseguran
la frontera del sur. Es por esto que sus caciques y aliados, en los meses de ju-
lio' agosto y septiembre, disponen sil corridas de tal modo que les sea posible
observar los movimientos de su enemigos, a quienes no pocas veces atacan y
deshacen (Falkner [l774] 2003: 176).
Notamos, como ha señalado Nacuzzi, que las alianzas, acuerdos y movimientos
giraban cn tomo al acceso al «gran polo de atracción quc representaba la frontera
dc Buenos Aires y el ganado de la pampa bonaerense)). Estos acuerdos parece-
rían haberse realizado incluso a costa de posibilitar a los españoles adcntrarse en
tcrritorios considerados propios por los indígenas (1998: 121 y 122). También
podría aplicarse al caso del cacique Bravo el planteo de Nacuzzi (1998: 133), en
lo referente a la coincidencia entre las poblaciones de región cordillerana y la de
las sierras de Buenos Aires.
Esta serie de intereses, alianzas, acuerdos entre los grupos y movimientos de
grupos, por cierto, no estaría excnta de riesgos, choques y conflicto coi110 mostraria
la seguidilla de ataques y contraataques previos a la fundación de las misiones
protagonizados y padecidos por distintas agrupaciones indígenas y los españoles
cn las fronteras. Asi, en 1714, la ciudad dc Buenos Aires, necesitada de ganado,
convino con los caciques Mayupilqui y Yati que podrian establecerse en los ricos
campos al norte del Río Salado, y quedarian así protegidos de los ataques de las
tribus enemigas e informarían a los españoles sobre los movimientos de los indios
del sur. Hacia la década de 1730, con la casi extinción del ganado cirnarrón, vol-
vieron las invasiones y asaltos de los indios a las estancias fronterizas (Moncaut
1981: 16-17). En 1734, una partida española que pcrseguia aunos indios luego de
un robo a una hacienda encontró la agrupación de Mayupilqui y, a pesar dc estar
de paz, la atacaron y obligaron a retirarsc «lejos)>(Hux 2003: 101). Según Falkner,
a tal distancia corrían grave peligro de ser atacados por aquellos cnemigos que se
habían hecho «al defender los campos de los españoles contra los demás indios de
su misma nación y de lade los Picunches». Efectivamente, el cacique fue asesinado
y luego se produjo la invasión a estancias fronterizas por «una partida de Taluhets
y Picunches, encabezados por Tseucunantu y Canilonco)).Acste ataque siguió una
campaña de los españoles que, al no poder dar con los «ladrones», acometió contra
los toldos «del viejo Calcliáno y provocaron una gran matanza. El hijo dcl cacique,
«cl joven Calelián», reunió ((300 hombres cntrc paisanos y picunchesn c invadió la
villa de Luján en la frontera. A csto siguió la respuesta de los españolcs que, al no
poder alcanzar a Calclián, embistieron contra una partida de huillichcs en la zona
XXVI, N."26
ANTHROPOLOGICNA~~O
CACIQUES Y HECHICEROS
Entre los tipos posibles de jefe, Nacuzzi plantea si podría «equipararso>cl (brujo
o adivino)) de los «pampeanosn al «jefe ceremonial)) que existia en otras socie-
dades indigenas (1998: 174). Si bien la autora no responde a esta prcgunta -y
aqui tampoco pretenderemos h a c e r l e , la figura del «hechicero)>que aparece
reiteradamente en las fuentes al frente de diversas actividades parece ofrccer una
contracara, respecto de la del cacique, cuyo análisis rcsulta ineludible abordar.
Sobre este tcma, Nofri (1998, 2001) ha descrito la existencia dc «una estrategia
compartida por los miembros más importantes de la sociedad indígena)) que ha
denominado «relación complementaria del shaman y el cacique» -estrategia
orientada a ((abroquelarse en sus modos dc vida tradicionales»- y menciona una
«actitud de avasallamiento de los misioneros)). Ciertamente, la noción de «relación
complementaria)) resulta sugerente para abordar este fenómeno, aunque quisiera
notar que ((ampararse en la tradición)) constituiria solo uno de los aspcctos de las
MARlA PAUiA IRURTIA / El cacicazgo en la región pampeana-norpatagonica argentina
coloniales y el trato mismo con los españoles. En cste sentido, resultaría irrclevante
que las adivinaciones luego resultasen «falsas», pues su valor radicaría en poner
de manifiesto un ((profundo conflicto)) que va más allá de la situación concreta.
El rechazo a los mandatos de los jesuitas encontraba también otras vías de
acción apelando al ingenio. Se lograba así evitar cl rechazo directo y permanecer
en las enseñanzas tradicionales. Así, por cjemplo, cuando estaba enfcrtno el caci-
que Chuyantuya, según el relato de Sánchez Labrador, fueron los padres Strobel
y Vilert «varias veces a hablarle en el negocio de su alma. [...] mas en lo tocante a
recibir el Bautismo, siempre les respondia que después le bautizarian)). Los padres
insistieron hasta último momento, pero el cacique perseveraba en reconocer «muy
bicn ser verdad cuanto le decían y así que el día siguiente le administrarían el
bautismo)). Incluso ante la proximidad de la muerte, los padres no pudieron con-
vencerle, sino que ((luegoque se apartaron de su toldo, fue a curarle el hechicero,
al cual para animarle y consolarle dijo: Cúrame, que solamentepor despedir de
aquí a lospadres y que no me molestasen les he dicho que mañano me bautizarán»
(Sánchez Labrador [l772] 1936: 113, el destacado cs mío). El cacique revelaría
una agudeza que le permitía evitar el compromiso con los padres y permanecer
cn la propia convicción. Esto era evidencia de una gran habilidad para congeniar
la figura de los enfrentados hechiceros y jesuitas.
Ahora bien, en cuanto a la distinción entre caciques y hechiceros, encontramos
algunos casos en que esta no parece delinearse con tanta claridad. Así, por ejemplo,
en las celebraciones con motivo de «las dos primeras 1-eglaso menstruos de alguna
muchacha, hija o parienta cercana de algún cacique)), reunida toda la gente, «un
viejo, el más respetable,)) les hacía un «razonamiento largo)) referido a observar
las cercmonias y ritos de los mayores y a cumplir las órdenes que les dará Elel.
Luego, «el mismo anciano predicadon) designaba a un indio como lugarteniente de
Elelo para que le representara (Sánchez Labrador [1772] 1936: 67). Notamos que
aquí Sánchez Labrador habla de un anciano respetable sin aclarar si cra cacique
o hechicero, si bien parecería tratarse más bien del segundo. No obstante, más
adelante afirma que para estas fiestas «manda el cacique que un mozo robusto se
vista y rcvista del Elel» ([1772] 1936: 74).
Otro ejemplo en que esta diferenciación parecería difumarse lo encontramos
en el relato de una ocasión en que, scgun Sanehez Labrador, un hechicero patagón
indicó a los indios que desamparasen el lugar dc la reducción, pues cl canto de
una tórtola sobre su toldo anunciaba muchas enfermcdades ([1772] 1936: 76).
Aparentemente, las órdenes para marchar. que tradicionalmente se han asociado a
los caciques, también podrían darlas los hechiceros. Al respecto, Sánchez Labrador
menciona que para las mudanzas dc los toldos habría bastado «que cl cacique o
el hechicero diga que los muden y aparten a otro lado» ([1772] 1936: 74). Como
ha notado Nofri (1998) para el caso de la celebración de un ceremonial ((en el
campo)),el hechicero «conduce» a los indios ((fueradel espacio controlado por los
misioneros)). Como hemos visto anteriormente, también los movimientos «tierra
adentro)) -parte de la dinámica del nomadismo- llcvaban a los indios fuera del
alcance de los jesuitas.
Otro caso en que parecerían actuar en conjunto seria al conformar los consejos.
Como mencionamos, según Falkner ([1774] 2003: 194), cl cacique (cuando el caso
cs importante, especialmente, si es de la guerra que se trata, llama a consejo a los
principales indios y hechiceros, y con estos consulta acerca de las medidas que
conviene tomar)). Podriamos pensar que ambos actuaban en conjunto. Scgún estos
ejemplos, las argumentaciones de los hecbiceros para interpretar e intervenir en la
realidad estarían basadas en su mancjo de los seres sobrenaturales y cn la apelación
a las costumbres heredadas de los mayores. Respecto al tema del resguardo de las
tradiciones en relación con el funcionamiento de la sociedad, Gluckman ha notado
que las desgracias también pueden ser causadas por d o s espíritus ancestralesn, que
castigan especialmente las faltas con respecto a las obligaciones con los parientes
en tanto ((descendientesde los antepasados))vinculados por una scric dc derechos
y obligaciones mutuos. De esta manera, «[e]l culto a los antepasados sirve para
controlar las relaciones entre los parientes vivos)) (Gluckman 1978: 270).
Finalmente, el estrecho vínculo que parece unir a caciques y hechiceros tam-
bién se manifestaria en la matanza de los segundos ante la muerte de los primeros
(Sánchez Labrador [1772] 1936: 55,61 y Falkner [1774] 2003: 190, por ejemplo).
Al respecto, solo puedo aventurar preguntar, siguiendo a Bechis, si este hecho «no
apunta tanto al lider como a la construcción de su liderato)) (1999). Es decir, si no
se trata de fcnómenos que reflejarían procesos sociales (o su significación), más
que la importancia individual'de un cacique en particular.
Los ejemplos detallados nos muestran tanto diferencias como puntos en común
entre ambos tipos de lideres. Comparando la activa participación de los caciques
en cuanto a cntablar relaciones con españoles y misioneros, con el rechazo expre-
sado por los hechiceros, podríamos asociar, a los segundos, con el resguardo de
las tradiciones y la consiguiente oposición a las novedades; y a los primeros, como
más propensos a tratar con nuevos agentes, así como a su incorporación cn los
circuitos de intercambio. Los caciques habrían procurado aprovechar al máximo
las oportunidades en el ámbito de lo politico y lo económico y utilizaban estas re-
laciones en un espacio en el que el contacto era cada vez más inminente. Al mismo
tiempo, hemos encontrado áinb~tosen que ambos coincidian: en celebraciones, en
la determinación de los movimientos o en asuntos dc suma gravedad. Debemos
contemplar también que el énfasis o no en ((conservar las tradiciones)) se habria
cxpresado de diferente forma en las distintas instancias. Así, no seria lo mismo
MARIA PAULA IRURTIAI El cacicamo en la reaión oamaeana-noroafaaónicaaroentina
una ceremonia ritual que los momentos dc negociación con los inisioncros o un
encuentro con tropas españolas para celebrar un tratado.
Sin embargo, caciques y hechiceros no estarían en oposición, sino cn diálogo
permanente; se trataría de dos formas de manifestación de un determinado fenó-
meno. Cada una representaría una de las voces en la discusión intenia accrca dc
qué actitud tomar frente al otro. Podríamos pensar en dos o tres personas distintas
que encarnaban diversos aspectos dc una niisnia y compleja experiencia, y distin-
tos modos de abordarla desde sus particulares puntos de vista. Ante una realidad
que presentaba al misino tiempo bienes novedosos estimados, regalos, traiciones
y atropellos, no debe sorprendemos encontrar al interior de los gnipos que la
experimentaban al menos dos diversas pcrcepciones y disimiles rcspucstas (la
aceptación y el rechazo). Estas perspectivas parecerían habersc hecho presentes a
través de las figuras de los caciques y los hechiceros, respectivanientc.
Para el siglo siguiente, la relación entrc ambos tipos de Iiderazgo seria difcrcnte.
Como nota Nacuzzi (1998: 186) acerca de los cacicazgos duales que identifica
para el siglo XVIII, luego del contacto con el blanco y (<comoconsecuencia de
las relaciones politicas y comerciales dc los gnipos indígenas con las autoridades
hispano-criollas, esos cacicazgos se transfomiaron en unipersonales)). También
Boccara, acerca del proceso de etnogéncsis entre los reche-mapuclie de Chilc,
ha sciialado una concentración en el jefe mapiiche dc «todas las funcioncs de
organización de la socicdad que antes competían a personas distintas)), donde las
cualidades guerreras y dotes de orador habrían sido reemplazadas por habilidades
en el ámbito económico y político (Boccara 1999: 449, citado en Nacuzzi 2008).
Por su parte, Nofri (2001) observa un ((incremento de la autoridad del cacique
y la ampliación de sus esferas de acción a áreas dc incumbencia cspccifica del
shamann, mientras que aumentó la participación de las mujeres cn los «ámbitos
shamanísticos».
Hemos visto cómo los caciques se acercaron a las poblaciones blancas y utilizaron
estrategias para abordar csta relación haciendo gala de un dinamismo y habilidades
que nos obligan apensar en su capacidad dc acción, protagonismo e iniciativa. Ante
la presencia de las misioncs, pusieron en juego su habilidad para la negociación,
para representar y para conformar alianzas apelando, tanto a fuentes tradicionales
(los lazos de parentesco, las dinámicas relacionales intergrupales, el papcl dc los
«hechiceros», entre otros), como a la aptitud para incorporar lo novedoso (la uti-
lización inteligente de los enclaves coloniales, por ejemplo). Como ha seiialado
Nacuzzi (1998: 139), cl área en cuestión se caracterizaria por la complejidad de
las relaciones intcrétnicas y la importancia de sus rccursos económicos.
Entre los aspectos que definían a la figura del cacique, el análisis de sus actua-
ciones en tomo a la instalación de las misiones jesuiticas ha resaltado su carácter
dc ((administrador de los asuntos con el cxtcrior)), dc qxoccsador de información>)
y de «negociador» (Bechis 1999), así como de ((rcprcscntante de los gnipos)),
«mediador» e <tinteiincdiario»(Nacuzzi 1998). Estas ocupacioncs son las que Ics
babrian parccido más visibles a los distintos agentes coloniales -cuestión que,
por supuesto, se vc reflejada en las fuentes-. No obstante, también encontramos
referencias a las funciones del cacique como negociador «entre su parcialidad y
otras parcialidades y entre los parciales que le siguen)) (Bcchis 1999), y como
representante también al interior del propio grupo (Nacuzzi 1998). Creo que en
cstc espacio, especialmente, se encontraba con el hcchicero que, a partir de una
perspectiva especifica, también analizaba la información y proponía formas de
acción. No he encontrado a hechiceros negociando con misioneros o con el go-
bernador -aunque podrían haber estado presentes en la celebración de algunos
tratados-, pero si sabemos que se han ocupado y han actuado en rclación con
estos problemas de manera no tan evidente para españoles y jesuitas.
A partir de lo analizado, podríamos pensar el cacicazgo de mcdiados del
siglo XVIll pampeano-norpatagónico como una forma de liderazgo dinámica
que combinaba múltiples variables y opcraba en el nivel local y regional, en el
ámbito intra e intergrupal, y atendía a intereses económicos, politicos y sociales.
En función de esta variabilidad, podía ser asumida por una o más de una persona
en cada instancia. Me parece que el movimiento -tanto en relación a personas y
grupos como a bienes e información- y la flexibilidad que parecen caracterizar
al cacicazgo constituyen un desafio para nuestra manera de pensar, la cual suele
sentirse más cómoda con definiciones precisas y con limites claros. Aquellas nos
invitan a pensar de manera más abierta-en términos menos etnocéntricos)), como
propone Nacuzzi (2008)-, en otras formas posibles de organización social.
MANUSCRITOS
José, SJ.
CARDIEL,
[1747] ((Dificultades que hay en la conversión de Mocovies, Pampas y Serra-
nos». Copia en Archivo General de la Nación en Buenos Aires (AGN),
Legajo 289, Manuscritos 439011 y 439012.
STROBEL, Matias, SJ.
[14/111748] «Carta dcl padre ... al padre Jcronimo Rejón. Nuestra Señora del Pilar)).
En AGN, Sala IX, Legajo 6-10-1.
MARIA PAULA IRURJIA I El cacicazoo en la reaión uam~eana-nor~afaaónica
amenfina
INFORMACION
DEL CABILDO DE BUENOS AIRES
[1752] «Información del ..., presentada en 1752 octubre 15, sobre la reducción
dc Pampas a cargo de la Compaliia de Jesús)). Copias del Archivo Ge-
neral de Indias. Museo Etnográfico de la Universidad de Bucnos Aires,
Carpeta J, documento 16.
ZIZUR, Pablo
[1781] ((Diario que yo D.... primer Piloto de la Real Armada; voy a hacer desde
la Ciudad dc Buenos Aires, hasta los Establecimientos Nuestros en la
Costa Patagónica; por comisión del Excelentísimo Señor Virrey [...]».
En AGN, Sala IX, Legajo 16-3-6. También en VIGANTI 1973. Un diario
inédito de Pablo Zizur. Revista del Archivo General de la Nación 3: 65-
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Reseñas
t \ ~ ~ ~ ~ ~ XXVI,
~ ~N T 6~ , diciembre
~ G de~ 2008,
C pp.
~ 229-232
~ f i O
Reseñas
Alexander Huerta-Mercado
Pontificia Universidad Católica del Perú
REYES,Esperanza. En nombre del Estado. Servidorespublicos en una micro-
rred desaluden la costa rural delPerú. Lima: Universidad Peruana Cayetano
Heredia 1 lnstituto de Estudios Peruanos 1 Salud Global, 2007,286 pp.
En nonlbre del Estado sc basa en la tesis que la autora, Esperanza Reyes, presentó
para obtener el doctorado en antropología en la PUCP El libro es una versión au-
mentada y niejorada de esta tesis, gracias al beneficio de sus propias reflexiones
posteriores y de los comc~itariosdc colcgas más allá de las fronteras de la antro-
pología. Asi, el diálogo interdisciplinario se hace imprescindible en un campo
como cl de la antropología dc la salud. El texto de Reyes coinpmcba la iinportan-
cia de manejar conocimientos médicos sobre las situaciones que se presentan en
los cstablcci~nientosdc salud, como también la necesidad de incorporar teoría y
conceptos que se originan en campos como la administración y la sociología de
las instituciones.
Como esta introducción sugiere, el trabajo de Reyes es complejo. Combina
muchos niveles y realiza aportes en múltiples ámbitos. Buena parte dcl libro se
dedica a entregar descripciones, finamente realizadas, de la organización y fun-
cionamiento de los establecimientos de salud que constituyen la red de scivicios
públicos puestos a disposición de los pobladores mrales de una zona central de la
costa peniana. Aqui, cl texto dialoga con numerosos estudios recientes quc procuran
evaluar la calidad de la atención de salud y explicar, entre otros dileinas, por qué
la población subutiliza muchos servicios y rechaza otros de plano. En ~iornbredel
Estado prescnta la abundancia de testimonios personales que hemos aprendido a
esperar en estudios sobre cstos temas, dondc una demanda esencial es podcr ingrcsar
en las razoncs y los scntimientos de los actores, mas allá de protocolos de atención
y reglas institucionales. Sin embargo, el presente estudio marca una diferencia
significativa: da voz prioritariamente a las personas que trabajan en cl sistema de
salud, los «servidores públicos» a los que refiere el subtítulo del libro.
Para analizar un escenario que se centra en la institucionalidad dcl sistcma de
salud, Reyes evita lo que, a primera vista, podria entenderse como el instmmento
de ingreso más a mano: el concepto de «cultura institucional». Más bicn, aborda
la cultura como un sistema abierto y como praxis. Recoge la propuesta de Sheny
Ortner al sefialar la relevancia para la antropología de los enfoques sociológicos en
prácticas y la acción estratégica. Este marco teórico lleva a resaltar la diversidad de
actorcs y posiciones en el interior del sistema de salud. Descarta la existencia de
una única línea de diferencia cultural entrc prestadores y usuarios dc los servicios
de salud. Reyes se detiene en los encuentros y desencuentros entre servidorcs de la
salud que pertenecen a distintas profesioncs, géncros, generaciones, cstamcntos y
Jeanine Anderson
Lnmou, Els. AJiuidez daforrtia: arte e alteridade enfreos Karinawa (Lafluidez
de la forma: urtey alferidadentre los cashinahua). Rio d e Janeiro: Top Books,
2007,565 pp.
Entre los cashinahua, un pueblo de la familia lingüística pano que habita la re-
gión de los ríos Purús y Jordao, en la frontera peruano-brasilera, las mujeres son
artistas pintoras de elaborados diseños geométricos Ilainados kene. Estos diseiios
son grafisinos padronizados no figurativos, líneas que recubren una superficie o,
más bien, que generan esta superficie como si fuese una piel. Hacer diseños kene
es hacer una nueva piel que envuelve el cuerpo de las personas, las embellece y
las completa. También sc hacen diseños para embellecer y completar el cucrpo de
las ceráinicas, que son semejantes al cuerpo de personas, y para tejcr las hamacas,
quc son conio una piel nocturna en la que reposa el cuerpo de la gente al donnir
y soñar.
La pintura cotporal con kene no es permanente. Es una idea muy diferente del
tatuaje. Para pintar se utiliza el jugo de la fmta del buito (Genipa ame~icana),un
tinte natural que tiene un ciclo de vida corto. Cuando la pintura está frcsea sobre
la picl, casi no se nota. Pero después dc secar al aire por unas horas y tomar un
baño, sale a relucir su color negro oscuro. Este se mantiene por unos 10 a 15 días,
durante los cuales poco a poco se va borrando hasta dejar la piel sin marea. El
aparecer y desvanecer de los diseños ilustra la estrecha relación quc los une a la
luna, o inás bien a Luna, sin artículo, porque en la cosinovisión cashinahua, Luna
es un hombre y su mcnguar y crecer en el cielo cs el resultado dc sus antiguas
hazañas, aquellas que realizó en el tiempo mítico cuando se acostó a escondidas
con su liermaiia.
El tema del incesto de Luna es panainazóoico, como bien lo notó L6vi-Strauss
en su texto sobre «el sexo de los astros)), publicado en su Antropologíu estructural.
Aunque la historia varía de pueblo en pueblo, según la localidad y la pcrienencia
lingüistica, típicamente el argumento central es e1 siguiente: aprovechando la os-
curidad de la noche, Luna tiene relaciones sexuales con su hermana sin revelarle
su identidad. Deseosa de saber quién es su amante, ella estampa la huella dc su
mano cubierta de huito sobre el rostro de su hermano, y descubrc quién es a la
mañana siguiente, al reconocer la inarca que le hizo por la noche. Avergonzado,
Luna pierde, literalinente, el rostro, y muere decapitado. Pero su cabeza pct-tnanece
en el cielo. Ilumina la oscuridad de la noche y muestra a todos el recuerdo del
incesto que Ic inancha la cara.
Esta es la historia del primer discño a manos de una mujer, pues fue a través del
arte dc la pintura corporal que la prohibición del incesto fue instaurada. Una idea
las cerámicas y los tejidos, sino taiiibiéii su ((piel interna)), por así dccii-. A cada
ciclo mcnstmal, la niujcr hace una iiucvn piel y la dcsccha cti su sangrc, así coiiio
las serpicntes mudan de piel, así coiiio la luna crccc y se dcsvanecc. Al tiaccr un
feto también sc da un cambio de piel. La placelita cs llamada su «antigua picln y
es cntcrrada inmediatamente para evitas la iiiuertc del recikn nacido.
A partir del inundo dc los diseños cashinaliua, la autora entabla una discusión
sobrc las tcorias dc arte contemporáneas, cn particular, recurriendo a la litcratura
sobre los conceptos dc agencia, mimcsis y rcvclación que Ic pcrmitcii replantear
un acercamiento al arte en tanto un proceso dc subjctivación, es decir, de creación
de sujetos interactuantes constituidos por la alteridad. Pero, una altci-¡dad que no
cs rigidamciitc ajcna ni objetificantc, sino movible. Tanto cl obscrvndor como cl
observado, CI consumidor como cl objcto dc consumo estético, son siisccptiblcs
dc ocupar la posición dcl sujcto. Quién ciiseiia y aprende, quicn pinta y es pintado,
cómo y cuándo, son cuestiones tan importantes como las calidades inlicrciites de
los conocimicntos y los discños. Adcniás dc su detallado análisis ctnográfico y
diálogo con las tcorias estéticas, estc estudio es cxtremadamcnte inspirador. No
cabe duda dc quc el lector quedará cautivado por los cucipos cubicrios en piclcs
dc discños.
«Busco una nueva vida en csta ciudad, dondc todo cs dinero y hay maldad ...»,
así rezaba tino de los tciiias cniblcniáticos de «Chacalónn cn la famosa canción
«Soy provinciano». Incvitablcinentc, la modernidad urbana implicaba tina inscr-
ción al mcrcado, una nueva ética y, sobrc todo, un rcencuentro con una ciudad
como Lima. En ella, la inúsica criolla, a partir de los años cincucnta, la liabia
cmbcllecido con una impronta colonial, pero ahora se prcsciitaba como un espacio
nialvado y niercantilizado. El huayno urbano y lacuinbia pcniana fucroii cntonces
la música dc fondo dc cstc llamado ((desborde popular)), cuyo proceso ha contado
con trovadorcs que han hablado no solo dc las sufridas condiciones de vida dcl
nucvo liabitnntc en la ciudad, sino dc la protesta amorosa, los nuevos oficios o del
sublime o sufrido amor.
Ai7diilo.s~Tropiculrsnos explica cómo variaron los distintos 1-ostrosdcl muchacho
y la cliica que buscaron una nueva vida en la ciudad. Cómo a través dc su presencia
cn la misma fiisionaron una serie de emociones, vivencias, anhelos y fnistracioncs
y, además, dc qué manera, como dice el aniropólogo Teófilo Altaniirano cn cl DVD
que acomparia al libro, cncontraron una expresión objetiva en la música.
Pero cl libro no se centra solo cn la cuinbia pcmana con sus variantes coste-
ña, andina, tropical o tccnocuinbia. Ofrccc en uno de sus primeros capítulos una
presentación dcl Iiuayno urbano que, a partir de la prinicra mitad del siglo XX,
llenó los coliseos dc las ciudades en el Pcrú, el de la Flor Pucarina, El Picaflor dc
los Andcs o la Pastorita Huaracina. En esta parte, el libro no se presenta como un
listado de cvcntos, nombres y fechas, sino quc analiza cómo la aventura urbana
del huayno nos lleva a cntcnder los cambios quc el impacto de la ciudad global
gcneró en la forma de hacer y vivir el espcctáculo popular. Así, cl etnoinusicólogo
Raúl Roniero muestra entonces cómo el huayno mral - c u y a autoria sc mantenía
anónima y como parte de un todo f e s t i v e , al migrar a la ciudad, paulatinainente
pasa a significar algo nuevo al scr interpretado en un contexto dc globaliración.
Masivas presentaciones en vivo, en la radio y en esos entrañables l o i i g p l ~ ~ tra-
ys
jcron consigo también la idea de «la estrellan, que era cl ccntro del csccnario. Ello
generó un distinto tipo de participación cn el público quc sc convertía ciitonces
en entusiasta scguidor. Asi comienza entonces un proceso que no se ha dctenido
hasta ahora, una sucrtc de globalización local. Es decir, músicos oriundos del va-
lle dcl Mantaro comienzan a contar con seguidores fieles y niasivos de diferentes
rcgiones y, como Romero lo ubica, se da un proceso de interacción cultural quc
ANTHROPOLOGICNA~~O
XXVI, N 9 6 , dicirinbrc de 2008, pp. 239-24 1 239
Reseóas
Alexander Huerta-Mcrcado
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Coniell University Press.
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1981 Hermeneutics and the Human Sciences. Cambridge: Cambridge Univcr-
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Jaris Mujica
COLABORADORES
Artículos y ensayos
Carlos Mondaca R.
Licenciado en Educación, Magistcr en Educación Intercultural Bilingüe y actual-
mente es candidato a Doctor como alumno tesista del Programa de Doctorado en
Historia de la Universidad de Chile. Cuenta con la cspecialización dc un Diplo-
mado sobre Discurso Académico y Habilidades Interculturales dc la Universidad
Alberto Hurtado-Chile. Becario Fundación Ford. Desarrolla una linca de cstudios
y publicaciones en revistas y libros centradas en la liistoria local del norte de
Chile; específicamente temas relacionados con la investigación de la educación
intercultural, la valoración y rescate de la memoria oral andina, difusión de la
cultura y cosmovisión andina local, temas relacionados con el ctnoturismo y el
etnodesarrollo. Correo electrónico: cmondaca@uchile.cl
Jeanine Anderson
Magístcr y doctorado en Antropología por la Universidad de Comell (USA). In-
vestigadora del Centro de Investigaciones Sociológicas, Económicas, Politicas y
Antropológicas (CISEPA). Es coordinadora del Taller de Estudios Antropológicos
dc la Niñez y profesora principal del dcpartamento de Ciencias Sociales de la
Pontificia Universidad Católica del Perú. Sus principales publicaciones versan en
temas sobre salud, género y generacioncs, antropología urbana, políticas sociales,
pobreza urbana y manticne un pcrmanente interés en las innovaciones nietodoló-
gicas en las ciencias sociales. Corrco electrónico: jandcrs@pucp.edu.pe
Colaboradores
Alexander Huerta-Mercado
Licenciado en Antropología por la Pontificia Universidad Católica del Pení, donde
ejerce la docencia. Master ofArts con mención en Antropología y cl certificado dc
Culture and Media por la New York University (USA). Ha trabajado cri el registro
de la música y el ritual tradicional de las zonas rurales del Perú, en cl análisis de
la cultura urbana y en la antropología de los medios dc comunicación. Correo
electrónico: aliuerta@pucp.edu.pc
Jaris Mujica
Antropólogo y egresado de la Maestría en Ciencias Política de la Pontificia Uni-
versidad Católica del Peni. Ganador de diversos premios de investigación y en-
sayo, entre los que destacan el Premio SUR, Premio Nacional del Congreso de la
República, Mención Honorífica del Premio Latinoamericano del CLAD, Beca de
investigación GRADE -Fundación Ford, Beca Nacional de postgrados de CON-
CYTEC, entre otros. Sus principales publicaciones versan sobre la antropología
política, poder, crimen y transgresión. Es investigador del Centro de Promoción
y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos y del Instituto Francés de
Estudios Andinos.
1. Título: Verificar si se ajusta al contenido del trabajo. Evitar las siglas y acrónimos. La
extensión máxima será de doce palabras.
2. Resumen: Debe ajustarse a las normas establecidas por la Revista de Ciencias Sociales,
las cuales aparecen en el formato anexo (normas para los colaboradores). "En español o
portugués y, de preferencia, también inglés. Con una extensión máxima de 200 palabras.
Debe contener: breve introducción, objetivo o propósito, método, principales hallazgos y
conclusiones principales".
3. Palabras clave: Deben reflejar el contenido principal del trabajo y ser indicativo para
los lectores sobre la temática a objeto de facilitar la consulta electrónica.
4. Coherencia interna del trabajo: Examinar la relación existente entre objetivos, me-
todologia, resultados y conclusiones.
5. Claridad y coherencia del discurso: Comprobar que la redacción sea apropiada
6. Organización de secciones y subsecciones: verificar que los titulos de las secciones y
subsecciones guarden relación con el contenido y<la secuencia lógica del trabajo. Evitar
el uso excesivo de subsecciones.
7. Bibliografía citada: Pertinente y actualizada. En las referencias solo debe aparecer la
bibliografia citada.
8. Notas: Solo deben incluirse aquellas que contribuyan a una mejor comprensión del
texto, evitando el uso excesivo de las mismas.
9. Dominio del conocimiento: Utilización de nociones, categonas y conceptos con pro-
piedad.
10. Aportes al conocimiento del objeto: Los resultados deben contribuir a superar el
estado actual del conocimiento sobre el tema, evidenciándose el aporte del autor.
11. Contribución a futuras investigaciones: las propuestas temáticas se convierten en
oportunidad para explorar otros contextos o áreas de investigación.
12. Conclusiones: Verificar que sean pertinentes, precisas y vinculadas con los aspectos
desarrollados en el cuerpo del trabajo.
13. Opinión general del trabajo: Emita la opinión definitiva del trabajo utilizando una
de las opciones presentadas en el formato de evaluación adjunto.
14. Apreciación general: Escribir en el cuestionario una sintesis donde se presenten las
correcciones específicas y las observaciones surgidas del proceso de arbitraje
INSTRUCCIONES PARA LOS ARBITROS
Por favor califique el presente articulo de acuerdo a cada uno de los siguientes criterios:
Comenfai,io adicional
ANO XXV. 2007. No 25
Contenido
~oliticasculturales
Zandra Pedraza Gómez. Saber emocional y estética de si mismo: la perspectiva
de la medicina floral
Silvia G. Alvarez. «Tormenta» en la Rcd: apropiación de imágenes y protesta
social en tomo a una telenovela
Temas de género
Karsten Paerregaard La migración femenina: estrategias de sostenimiento y
movilidad social entre peruanos de España y Argentina
Jane Henrici. Género, turismo y exportación: ¿llamando la plata en el Peni?
Temas urbanos
Daniel Ramírez Corzo N La memoria de la ciudad en TAFOS: antropología visual
cuando el otro tiene la cámara @ortafolio fotográfico con breve prólogo)
Maria Florencia Giróla. Procesos de apropiación del espacio y sociabilidad vecinal
en un gran conjunto urbano situado en la ciudad de Buenos Aires
Temas y fuentes en Religión
Diego Villar: Religiones omnivoras: el chamanismo chañl: y las relaciones intcr-
étnicas
Fabiola h n n e Chávez Hualpa. Necrolologio de un extirpadorde idolatrías: Pablo Joseph
de h a g a . Documento original del Archivo Romano de la Compañía dc Jesús
Reseñas
Supay Muqui, dios del socavón. Vida y mentalidades mineras. Cannen Salazar
Soler / Carlos Contreras
La danza de tijerasy el violín de Lucanas. Manuel Arce Sotelo /Mana Eugenia Ulfe
Participacián política indígena en la sierra peruana. Una aproximaciún desde las
dinámicos nacionales y locales. Ramón Pajuelo /Alejandro Diez
Gesta yfotografía: historia de Warisata en imágenes. Carlos Salazar Mostajo /
Pedro Farias Nardi
Mirando la esfera pública desde la cultura en el Perú. Giscla Cánepa y Maria
Eugenia Ulfe (editoras) / Erik Pozo Bulejc
ANO XXIV. 2006. No24
Contenido
Etnohistoria
Alejandro Diez. Los problemas del poder. Política local y gobierno en las reduc-
ciones de la costa de Piura, siglo XVII
Alberto Diaz Araya y Germán Morong Reyes. El desierto y la miscria. Indios y
tributación en el sur peruano, Sibaya, 1822
María Andrea Nicoletti. Los misioneros salesianos y la polémica sobre la extinción
de los selk'nam de Tierra del Fuego
Reseñas
Remesas y nueva «fuga de cerebms»: impactos transnacionales. Teófilo Altamirano
Rua / Javier Iguiñiz
La agricultura andina ante una globalisación en desplome. John Earls 1 Edgard
Sánchez
LaAntropología urbana en México. Néstor Garcia Canclini (coordinador) / Daniel
Ramirez Corzo
«The Plebeian Republic~.The Huanta Rebellion and the Making of the Peruvian
State, 1820-1850. Cecilia Méndez Gastelumendi / Nelson E. Pereyra Chávcz
Comunicación y cultura. Propuestas para el análisis transcultural de las interac-
ciones commicativas cara a cara. Francisco Raga Gimeno 1 Dora Salcs
Revista Colonibia na
d e Antropo l o g í a
MOVII.IDAD
Y TRAYECTORIAS DE RECONSTRUCC16N
CORPORALIDADES
Y TERRITORIALIDADES EN T E N S I ~ N
373 Las formas d c intcracción con cl mootc d c las mujcrcs tobar (qorn)
M ~ n l a N aD a ~ i r uG 6 M E L
CONFERENCIA