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GILSON, Étienne.

La filosofía en la edad media: desde los orígenes


patrísticos hasta el fin Del siglo XIV. Editorial Gredos: Madrid, 1985.

“Puede decirse que su obra, de vasta extensión, comprende modelos de todos los
géneros de obras filosóficas entonces conocidos”. (p. 490)

“... apasionadamente curioso en lo tocante a extraer de las filosofías más diversas el


alma de verdad que pueden contener”. (p. 490)

“La exposición completa, pero también simplificada lo más posible, de la filosofía


tomista, se encuentra en las dos primeras partes de la Suma teológica”. (p. 490)

“Una doble condición domina el desarrollo de la filosofía tomista: la distinción entre la


razón y la fe, y la necesidad de su concordancia.” (p. 491)

“[…] un filósofo argumenta siempre buscando en la razón los principios de su


argumentación; un teólogo argumenta siempre buscando sus principios primeros en la
revelación.” (p. 491)

“ […] no nos impide considerarlas como formando idealmente una solo verdad total.”
(p. 491)

“Dios ha dicho: Ego sum qui sum. Esta palabra basta para imponer al ignorante la fe en
la existencia de Dios; pero no dispensa al metafísico, cuyo objeto propio es el ser en
cuanto ser, de buscar qué es lo que semejante fórmula nos enseña acerca de lo que Dios
es. Hay, pues, dos teologías específicamente distintas, que, si no se continúan con todo
rigor para nuestros espíritus finitos, pueden, al menos, concordar y completarse: la
teología revelada, que parte del dogma, y la teología natural, que és elaborada por la
razón.” (p. 492)

“La teología natural […] es la parte da filosofía que Santo Tomás elaboró más
profundamente y en la que se manifestó como un genio verdaderamente original. [Ya
que], cuando se trata de física, de fisiología o de meteoros, santo Tomás no passa de el
discípulo de Aristóteles; pero cuando se tarta de Dios, de la génesis de las cosas y de su
retorno a Dios, santo Tomás es él mismo.” (p. 492)

“Las primeras cosas que conocemos son las sensibles, pero lo primero que Dios ha
revelado es su existencia” (p. 492).

“[…] la teología natural nos invita a contemplar el universo tal como es, con Dios como
principio y como fin.” (p. 492)

“[…] conviene que partamos de Dios. La demostración de su existencia es necesaria y


posible. Necesaria porque la existencia de Dios no es algo evidente, la evidencia en
semejante materia sólo seria posible se tuviésemos una noción adecuada de la esencia
divina; entonces se existencia aparecería como necesariamente incluida en su esencia.
Pero Dios es un ser infinito, y como no tenemos concepto de infinito, nuestro espíritu
finito no puede ver la necesidad de existir que su infinitud misma implica; nos es
preciso concluir por vía de razonamiento esta existencia que no podemos constatar. Así,
la vía directa que nos abría el argumento ontológico de San Anselmo (DESCOBRIR A
VISÃO ONTOLÓGICA DE SANTO ANSELMO E COLOCAR COMO NOTA DE
RODAPÉ) se nos cierra; pero la que indica Aristóteles permanece abierta para nosotros.
Busquemos, pues, en las cosas sensibles, cuya naturaleza es proporcionada a la nuestra,
un punto de apoyo para elevarnos a Dios.” (p. 493)

“Todas las pruebas tomistas ponen en juego dos elementos distintos: la constatación de
una realidad sensible que requiere una explicación y la afirmación de una serie causal,
que tiene por base a esta realidad sensible y por cima a Dios.” (p. 493)

“La vía más manifiesta es la que parte del movimiento. Existe movimiento en el
universo; es el hecho que hay que explicar, y la superioridad de esta prueba no proviene
de que sea más rigurosa que las demás, sido de que su punto de partida es el más fácil
de captar. Todo movimiento tiene una causa, y esta causa debe ser exterior al ser que
está en movimiento; efectivamente, no se puede ser, a la vez y bajo el mismo aspecto, el
principio motor y la cosa movida. Pero el motor debe ser movido por otro, y éste por
otro. Consiguientemente, debe admitirse, o bien que la serie de las causas es infinita y
no tiene un primer término – pero entonces nada explicaría que haya movimiento –, o
bien que la serie es finita y existe un primer término, y este primer término es Dios.” (p.
493)

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