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Fascismo y nacismo

Indice
1. Introducción
2. Definiciones
3. Biografías
4. El mundo entre dos guerras
5. Dictadura y Democracia entre dos Guerras
6. La Revolución Fascista en Italia
7. Las ideas contradictorias de Benito Mussolini
8. Evolución Fascista
9. El Estado Fascista
10. El régimen a partir de 1936
11. La Segunda Guerra Mundial(1939-1941)
12. El Fascismo y su dominio psicológico de las Masas
13. La psicología de masas del fascismo
14. La captación de las masas
15. La violencia psíquica
16. Goebbels y sus estrategias propagandísticas
17. Nazismo en Alemania
18. La revolución nazi
19. Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial
20. Conclusión
21. Bibliografía consultada

1. Introducción

En decisión grupal elegimos el tema de fascismo ya que al conversar sobre el tema comenzaron a
surgirnos dudas y gran interés con respecto al tema. Uno de nuestros objetivos al realizar esta
investigación fue entender por qué causa los países europeos llegaron al punto tal de crisis en todo
punto de vista que decidieron votar y seguir la doctrina fascista, siendo ésta tan perjudicial para ellos a
medida que se desarrolló.
Tratamos de explicar en términos generales su surgimiento y desarrollo, y las consecuencias que trajo
luego tanto para los países europeos como para el resto del mundo.
A la vez, quisimos lograr adquirir un buen conocimiento del significado de la palabra “fascismo” y con
esto descubrir la importancia de no olvidar.
En este trabajo hablaremos del fascismo en relación a su contexto histórico, mencionando como
referencia cronológica la Primer y Segunda Guerra Mundial, con sus causas, desarrollo y
consecuencias.

2. Definiciones

Nacionalismo

Ideología política y social que corresponde el concepto de nación con el de Estado. Aunque
tradicionalmente se ha llamado nacionalismo al pensamiento político relativo a la consecución de la
independencia nacional, para los pueblos y las etnias, el término también corresponde a la actividad e
un Estado. En esta ocasión, el nacionalismo sería la cohesión de los ciudadanos de ese país en base a
su procedencia, por encima de diferencias sociales de clase. Ernerst Gellner dio una definición que es la
que habitualmente se utiliza: “Principio que afirma que la unidad política y nacional deben ser
congruentes”.
El nacionalismo surgió con la Revolución Francesa y la formación de los Estados. Así decenas de
comunidades europeas no ligadas a los Estados conformados, reivindicaron su derecho a la soberanía,
en función de su identidad propia. Movimientos hasta entonces sin definición política, se apresuraron a
defender su estatus.
Con la descolonización y el sello que dejó Hitler al concepto de nacionalismo, surgió la expresión
“nacionalismo revolucionario” para designar procesos de emancipación nacional de distintas clases.
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Nación

Es la comunidad que se piensa a sí misma como sujeto de relaciones sociales, institucionales,


históricas, políticas, culturales y, en general, para todas las manifestaciones de la convivencia humana.
En la constitución de esta comunidad autoconsciente, intervienen procesos históricos, étnicos, de
conflictividad social, de linealidad y de comunicación lingüística, de estabilidad territorial o, incluso otras
variables de raza, religión y demás, sin que ninguno de ellos sea exclusivo o determinante. Es, en
definitiva, un proyecto de soberanía, de legitimidad, de supervivencia, de autodefensa, de economía.
La segunda de las interpretaciones, el Estado-Nación, corresponde a las renovaciones políticas surgidas
de la Revolución Francesa y el triunfo de la ideología burguesa.

Nazismo

El nazismo es, en su origen, la ideología oficial del NSDAP (Partido Nacionalsocialista de los
Trabajadores Alemanes) comúnmente conocido como Partido Nazi. Su fundamento no tuvo excesiva
elaboración teórica, apropiándose, en gran medida, de las ideas fascistas según las cuales el Estado,
para reservar su cohesión y unidad, debía de ser totalitario. Para el nazismo, este argumento fue
compaginado con la máxima racista de superioridad de la raza aria sobre el resto. La admiración por la
fuerza bruta y el culto al jefe único fueron otras dos nuevas aportaciones del nazismo. La situación social
y económica de Alemania después de la Primera Guerra Mundial y el oportunismo de Hitler hicieron el
resto. Hitler y el Partido Nazi lograron un apoyo popular de gran magnitud como para animar a Alemania
a lanzarse a la conquista de Europa, en lo que fue la Segunda Guerra Mundial.
Desde sectores de izquierda el nazismo ha sido denunciado como un producto inevitable del capitalismo
y, sobre todo, como fruto de las tendencias imperialistas de los Estados más fuertes. Según estas
impresiones, el germen capitalista que impregna la sociedad hace posible expresiones de este tipo que
cíclicamente atenazan a la humanidad...

3. Biografías

Benito Amílcare Andrea Mussolini:

En el año 1883 nace el 29 de julio en Dovia, distrito de Predappio, localidad de la Romañia situada a
dieciséis kilómetros de Forli, el primer hijo del cerrajero Alessandro Mussolini y de la maestra Rosa
Maltoni.
En 1892 es inscripto en el Colegio Salesiano de Faenza, de donde es expulsado dos años después por
mala disciplina.
El 8 de julio de 1901 obtiene la licencia de la Real Escuela Normal con diploma de honor y elogio
solemne. Un año mas tarde, después de haber enseñado por algunos meses decide probar suerte
trasladándose a Suiza. En Lausana entra en relación con los grupos socialistas italianos y colabora en el
semanario “L´Avvenire del lavoratore”. Al año siguiente es arrestado por motivos políticos, y encarcelado
por doce días, luego se lo expulsa y entrega a la policía italiana, que poco después lo deja en libertad. Al
cabo de pocos días vuelve a Suiza, donde permanecerá todavía por un año y medio.
En 1904 realiza una gira de conferencias hablando contra la religión y sosteniendo debates públicos
sobre la existencia de Dios. El éxito obtenido lo estimula a publicar su primer libro, un folleto de tosca
propaganda atea: “El hombre y la divinidad”. En mayo se escribe en la Universidad de Lausana, en el
Instituto de Ciencias Naturales. A fin de año vuelve a Italia.
En 1905 presta servicio en un regimiento de bersaglieri que tiene asiento en Verona. El 19 de febrero
muere su madre.
A los dos años vuelve a la enseñanza en un distrito de la comuna de Tolomezzo. Obtiene el diploma de
habilitación para la enseñanza de francés.
En 1908 retorna a su localidad natal donde comienza a dedicarse exclusivamente a la política, como
militante del partido socialista. Un año después dirige la cámara del trabajo de Forli. Se traslada a
Trento, como secretario de la cámara del trabajo y director del semanario socialista local, también
colabora en el diario “Il popolo”. En octubre se pone a la cabeza del partido socialista de Forli en cuyas
filas permanecerá hasta 1914.
En 1910 muere su padre. Se convierte en redactor del periódico “¡Avanti!”. Al año siguiente es
condenado a siete meses de cárcel por haber participado en los motines contra la guerra de Libia. En
marzo de 1912 recupera la libertad. En julio se traslada a Reggio Emilia para asistir al congreso nacional
del partido socialista. Se convierte en uno de los lideres de la corriente socialista revolucionaria y hace

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expulsar del partido a los reformistas. Al año siguiente, en las primeras elecciones realizadas con
sufragio universal, se presenta como candidato por el distrito de Forli, pero no es elegido.
En 1914 en el congreso nacional del PSI realizado en Ancona, contribuye a la expulsión de los
Masones. El 15 de noviembre sale el primer número del diario “Il popolo d´Italia”, formado por él para
poder realizar su campaña a favor de que Italia participara en la guerra, es sella la ruptura con el partido
socialista, que se lo expulsa formalmente el 24 de noviembre. El 24 de mayo de 1915 Italia entra en
guerra contra los Imperios Centrales. Mussolini es llamado a las armas y parta para el frente con los
bersaglieri.
El 29 de febrero de 1916 se lo asciende a cabo. Es herido por un proyectil que explota mientras se
ejercitaba con un lanzabombas. El 16 de noviembre se presenta en las elecciones en Milán, pero es
derrotado.
En 1921, transforma el movimiento fascista en partido. En Milán se lo elige diputado.
En 1922, después de haber fijado en una reunión de la dirección fascista en Nápoles la fecha precisa de
la marcha sobre Roma (28 de octubre), vuelve a Milán, donde reinicia las conversaciones para hallar
una solución pacifica entre el gobierno y los fascistas.
Nombrado por el Rey, después de la marcha, para presidir el Consejo, se traslada a Roma donde forma
su primer gobierno de coalición. El 12 de enero de 1923 convoca al Gran Consejo del Fascismo y
disuelve todos los grupos formados para armar la Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional.
En las elecciones de abril de 1924, las listas fascistas obtienen el 60% de los votos. El diputado
socialista Giácomo Matettoni denuncia en la prensa y en el Parlamento las intrigas electorales y los
abusos de los fascistas. La impresión en el país es enorme.
Mussolini ordena a algunos miembros del grupo de choque que castiguen severamente a Matettoni,
quien es asesinado el 10 de junio. La ola de indignación que se levanta en todo el país por este grave
delito, amenaza con echar a Mussolini abajo y con él al fascismo.
En 1925, con el discurso pronunciado en la Cámara de Diputados, Mussolini recupera el dominio de la
situación.
Después de suprimir periódicos de oposición y partidos políticos, y de crear instituciones judiciales
extraordinarias, el fascismo se convierte finalmente en una dictadura.
El 11 de febrero firma el acuerdo del “Pacto de Letrán”, que es rectificado en junio a pesar de los
incidentes.
En 1933 suscribe el Pacto de los Cuatro junto con los gobiernos de Francia, Inglaterra y Alemania, para
asegurar la paz en Europa. Al año siguiente, un problema fronterizo en Ual-Ual le permite provocar la
agresión de Abisinia.
En 1935, obtiene del ministro francés Laval la promesa de desinteresarse de los territorios franceses
sobre los cuales Italia aspira obtener el protectorado.
El 9 de mayo, Mussolini proclama la constitución del Imperio. El 17 de julio firma un tratado de alianza
con Franco, en el cual se compromete a ayudar a los franquistas en la guerra civil. También se alía con
Hitler, y en la primera visita oficial a Alemania sella el acercamiento entre las dos dictaduras, el retiro de
Italia de la sociedad de las naciones es su primer consecuencia política. En 1938 Mussolini copia la
política interna de Hitler, y lanza la campaña antisemita, de carácter discriminatorio y persecutorio con
respecto a los judíos.
En 1939 Mussolini estipula con Alemania el tratado de alianza militar llamado “Pacto de acero”. Sin
embargo, la agresión de Alemania contra Polonia y el estallido de la guerra mundial encuentran a
Mussolini vacilante en cuanto a seguir a su aliado en esa aventura.
Entre 1941 y 1943 la marcha progresivamente desastrosa de la guerra pone a Mussolini cada vez mas a
remolque de la iniciativa política y militar de Hitler.
En la tarde del 14 de julio de 1943 se reúne el Gran Consejo del Fascismo, después del desembarco
aliado en Sicilia. Se aprueba por mayoría, durante la noche, una orden del día presentada por Grandi: es
la derrota de Mussolini, quien, en la tarde del 25 de julio es arrestado por orden del rey a cuya sede se
había trasladado para relatar los acontecimientos de la noche anterior. El 12 de septiembre un grupo de
asalto alemán irrumpe en la villa de Gran Sasso, donde Mussolini se encuentra arrestado, y lo libera
llevándolo a Alemania. El 18 de septiembre Mussolini anuncia por radio la constitución de la República
Social Italiana, en los territorios de Italia septentrional, todavía ocupados por alemanes.
El 10 de enero de 1944 el Tribunal de Verona condena a muerte a los miembros del Gran Consejo
culpables por haber votado la orden del día de Grandi. Entre los condenados y fusilados se encuentra el
yerno de Mussolini, Galeazzo Giano.
En 1945, en los primeros días, Mussolini se traslada de Gargnano a Milán en un supremo intento de
realizar negociaciones de rendición con los aliados. Se le responde que la rendición debe ser
incondicional. El 27 de abril se une a una columna motorizada alemana que se dirige hacia el norte, pero
en Dongo la columna es detenida por guerrilleros, revisada y Mussolini arrestado junto con otros

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italianos.
A las quince horas del 28 de abril, frente a una villa cercana a Giulino di Mezzegra, Benito Mussolini es
fusilado por los guerrilleros.

Hitler, Adolf

Nace el 20 de mayo de 1889 en Braunau, ciudad sobre el Inn en la frontera austro-bárbara.


En 1918,después de 6 años de vagabundeo y miseria, Hitler se traslada en mayo a Munich.
Entre 1914 y 1918 toma parte en la guerra, en el ejército bárbaro. Obtiene el grado de cabo y es
condecorado con la cruz de hierro de primer grado.
Como oficial instructor, en septiembre de 1919 participa en una reunión del Partido Obrero Alemán, del
cual se convierte en propagandista.
El 25 de febrero de 1920 presenta en una de las reuniones su programa de 25 puntos del movimiento,
rebautizado ‘Partido Nacional Socialista de los Obreros Alemanes’
El 8 de noviembre de 1923, se produce un golpe de estado en Munich. Al día siguiente, en una
manifestación, Hitler es arrestado y su partido fue puesto fuera de ley.
En 1924 después de haber sido condenado a 5 años e prisión, el Fuhrer es liberado el 2 de diciembre.
Durante dicha reclusión escribió Mil Lucha
En las elecciones del Reichstag, en mayo de 1928, el partido nazi obtiene 12 de las 491 bancas.
El 4 de septiembre de 1930 el NSDAP obtiene 107 bancas en el parlamento.
El 18 de septiembre de 1931 Geli Raubal.
El primero de abril de 1932, en las elecciones electorales, Hitler obtiene 13,5 millones de votos.
Hindenburg es reelecto.
El 3 de enero de 1933 Hitler es nombrado canciller. El 24 de marzo recibe plenos poderes por cuatro
años.
El 30 de junio de 1934 se produce una mascare de los jefes de la S.A., en ‘la noche de los cuchillos
largos’ El 2 de agosto, muere Hindenburg, y Hitler se convierte en Fuhrer y Canciller del Reich.
El 15 de septiembre, un año mas tarde, se les priva a los judíos de sus derechos y de la ciudadanía,
mediante la Ley de Nuremberg.
El 5 de noviembre de 1937, Hitler precisa sus fine políticos a los oficiales superiores.
Una año mas tarde, el 4 de febrero, asume el mando del ejército.
El primero de septiembre de 1939, se produce el ataque alemán a Polonia, lo que produce el estallido de
la Segunda Guerra Mundial.
El 9 de noviembre se produjo un intento de asesinar a Hitler, urgido por la Gestapo con fines de
propaganda.
El 24 de enero de 1942, se produjo la adopción de la ‘solución final’ para el problema judío.
El 13 de marzo de 1943 fracasó el atentado preparado por los rusos.
El 20 de julio de 1944 se produjo un atentado contra el cuartel general en Rasatenburg.
El 30 de abril de 1945, el Fuhrer se suicidó, junto con Eva Braun, en el búnker de la cancillería.
El 8 de mayo se produjo la capitulación incondicional de las fuerzas armadas del Reich.

Francisco, Franco

Autoritario y paternalista, Franco “el caudillo” gobernó España durante casi cuatro decenios, en un
periodo en el que sentó las bases de la moderna economía española, pero retrasó el desarrollo político
del país y su integración a Europa y al sistema de las naciones desarrolladas de mercado libre.
Francisco Franco Bahamonde nació el 4 de diciembre de 1892 en la ciudad gallega de El Ferrol,
España. En 1907 ingresó en la academia de infantería de Toledo y en 1912 fue destinado a Marruecos,
donde pronto mostró dotes de mando y obtuvo varios ascensos por antigüedad y por acciones de
combate contras las tribus (cabilas) de la región del Rif. En 1920 fue elegido segundo en el mando del
llamado tercio de extranjeros o tercio de la Legión, cuerpo a cuya jefatura accedió tres años mas tarde.
Durante las campañas contra los rebeldes marroquíes, Franco se convirtió en héroe nacional y en 1926,
a los 33 años, fue ascendido a general, por lo que paso a ser el más joven militar de tal rango en los
ejércitos de Europa. Posteriormente seria nombrado director de la Academia, General Militar de
Zaragoza.
Tras el derrocamiento de la monarquía en 1931, los gobernantes de la segunda república adoptaron una
política de reducción de efectivos militares, con lo cual Franco quedó en una situación de disponible al
disolverse la Academia. A pesar de su declarada ideología monárquica, Franco acepto el nuevo régimen
con disciplina. Cuando las fuerzas conservadoras accedieron al gobierno de la república en 1933, el
general volvió al mando activo y, en octubre de 1934, fue llamado por el ministro de la guerra, Diego

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Hidalgo, para sofocar la revolución promovida por los miembros asturianos. A raíz de tal acción fue
nombrado jefe del estado mayor central como parte de una política encaminada a la reestructuración y
al fortalecimiento del estamento militar.
En las elecciones de febrero de 1936 salió victorioso el Frente Popular, coalición de partidos de
izquierda. Franco fue destituido y enviado como gobernador militar a las islas Canarias. Durante un
tiempo rehusó conspirar contra el gobierno, pero cuando el sistema político volvió a amenazar las
condiciones del ejercito y se generalizaron los conflictos sociales decidió unirse a la prevista sublevación
cuyo fin era derribar al gobierno republicano.
El 18 de julio de 1936 comenzó el lanzamiento. Al día siguiente, Franco, voló desde el archipiélago
hasta la ciudad de Tetuan, en Marruecos, para tomar el mando del ejercito de Africa. Después de
desembocar en la península, las tropas marcharon hacia Madrid, sede del gobierno. La muerte del
general que debía encabezar la rebelión, José Sanjurjo, ocasionó polémicas sobre la jefatura del
alzamiento- otros generales como Emilio Mola y Gonzalo Quiepo de Llano aspiraban a dirigirlo -, hasta
que, a través de la junta de defensa nacional, Franco se hizo cargo del mando supremo como
generalísimo de los ejércitos y jefe del estado español. Después de tres años de guerra civil, la
superioridad cualitativa del ejército sublevado y la ayuda de los regímenes fascistas italianos y
nacionalistas alemán permitieron que las tropas de Franco obtuvieran la victoria el 1 de abril de 1939.
Al concluir el conflicto, el caudillo era el jefe de un estado exhausto, con una profunda división interna y
sumamente empobrecido. Una de las frases críticas de su régimen surgieron al fin de la segunda guerra
mundial, cuando el gobierno franquista quedó aislado en el ámbito político internacional al ser rechazada
la petición de integración de España en las Naciones Unidas. A partir de 1948 comenzó a ceder el
apartamiento y progresivamente fueron regularizándose las relaciones con otros países.
La inclusión de España en los diversos foros internacionales y la, aunque lenta e irregular, efectiva
evolución económica permitieron la consolidación de un régimen que, después de 36 años en vigor,
desaparecerían con el propio Franco. En 1969 éste designó oficialmente como sucesor al príncipe Juan
Carlos de Borbón, nieto del rey Alfonso XIII, y pretendiente nominal al trono de España, al que accedió
tras la muerte de Francisco Franco, acaecida en Madrid el 20 de noviembre de 1975.

Salazar, Antonio de Oliveira:

El primer ministro portugués Antonio de Oliveira Salazar impuso, con la creación del estado novo, un
régimen autoritario que, al lo largo de 36 años, anuló todo intento de oposición a su gobierno.
Salara nació en Vimieiro, Santa Comba Dao, Portugal, el 28 de abril de 1889. Se educó en el seminario
de Viseu. Posteriormente acudió al la Universidad de Coimbra, donde en 1914 se graduó en derecho y
desde 1819 ocupó la cátedra de economía política. Elegido en 1921 diputado de Cortes por el Centro
Católico Portugués, abandonó poco después su cargo parlamentario al estar en desacuerdo con dicha
institución.
En 1926, después del golpe de estado que depuso al presidente Bernardino Luis Machado Guimaraes,
le fue ofrecido el Ministerio de Hacienda, puesto que solo ocuparía cinco días al no serle concedidos
plenos poderes para llevar a cabo las medidas económicas proyectadas. En 1928, el presidente Antonio
Oscar de Fragoso Carmona le confió nuevamente la cartera de finanzas. Esta vez con el control pleno
de todos los gastos. Salara promovió entonces una austera política económica que consiguió detener
los tradicionales déficit presupuestarios y estabilizar la moneda.
El 5 de julio de 1932, Carmona lo nombró primer ministro y Salara, convertido en el hombre fuerte de
Portugal, hizo promulgar en 1933 la constitución del estado novo que instauró un régimen inspirado en
el fascismo italiano, de carácter “unitario y corporativo”. La adopción del Estatuto do Travalho Nacional,
por el que quedaban integrados en un mismo organismo, sometido al control del gobierno, todas las
asociaciones sindicales; la creación de organizaciones paramilitares y de la PIDE (Política Internacional
y Defensa del Estado), policía política de poderes casi ilimitados; y la fundación de la Unión Nacional,
partido único, fueron las medidas adoptadas por Salara para consolidar el nuevo régimen, que si bien
logro la estabilización de la economía y la construcción de obras publicas, fue incapaz de prevenir el
deterioro progresivo del nivel de vida.
Durante la guerra civil española (1936-1939) y la segunda guerra mundial (1939-1945), Salara se puso
al frente de Ministerio de Asuntos Exteriores, desde donde dio su beneplácito, en 1937, al gobierno de
España del general Francisco Franco, con el que cinco años mas tarde formaría el Pacto Ibérico, por el
que Portugal y España se declaraban a favor de una política de estricta neutralidad. Tras la
conflagración de europea, consiguió el ingreso de su país en la OTAN (Organización de Tratados del
Atlántico Norte) en 1949 e intento mantener a toda costa las posesiones portuguesas del ultramar. Ante
la adopción, por parte de los Estados Unidos y la Unión Soviética, de una política anticlonista, Salara
asumió en 1916la dirección del Ministerio de Guerra, pero su gestión no consiguió detener el estallido de

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violentos disturbios en los dominios portugueses de Angola, Mozambique y Guinea.
Incapacitado para desempeñar el cargo de primer ministro tras sufrir un ataque de trombosis en 1968,
fue reemplazado por Marcelo Caetano. Salara murió en Lisboa el 27 de julio de 1970. El régimen por él
instituido apenas sobrevivió cuatro años, cuando fue abolido por el movimiento militar del 25 de abril.

4. El mundo entre dos guerras

Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial

En múltiples aspectos se vio afectada la economía mundial por las derivaciones de la Primera Guerra.
La destrucción afectó la producción en los países tocados por la Guerra. Esto, a su vez, tuvo
consecuencias:
• Los países desabastecidos debieron proveerse de lo necesario en el exterior, estimulando ello el
comercio y la producción de los países proveedores, no tocados por la guerra y beneficiados con la
consiguiente alza de precios.
• Los países afectados debieron emprender un gran esfuerzo de reconstrucción, echando a mano de
todos sus recursos internos y al crédito externo. Las dificultades se hicieron notar en la inestabilidad
monetaria.
• Una vez lograda la reconstrucción, y al disminuir la necesidad de abastecimiento externo, aconteció
una baja de los precios que fue sentida por los proveedores que se habían beneficiado inicialmente.

La situación social de entreguerra

Durante este período, la población mundial continuó en constante ascenso aunque se produjo una
pausa en el ritmo de crecimiento. Como factores entorpecedores de éste, podemos citar los millones de
muertos en la “Gran Guerra”, la disminución de los nacimientos por ella provocados y la declinación de
las tasas de natalidad en los países más desarrollados.
Cambios en las corrientes migratorias
Ante todo, una reducción de la inmigración relacionada con el desarrollo de un nacionalismo agresivo
que, de parte de los países que recibían inmigrantes, se traduce en recelos con respecto al extranjero, y
de parte de los países de migración en una tendencia restrictiva de las salidas.
Estados Unidos comienza a obstaculizar la inmigración en 1921 y refuerza estas restricciones en 1924.
se procura desalentar particularmente la inmigración esclava y latina.
Italia, a partir de 1928, restringe la salida de emigrantes y propicia el retorno de aquellos que habían
partido para el extranjero en años anteriores.
Se produce en cambio, otro tipo de migraciones, las migraciones forzadas: armenios, griegos y otras
nacionalidades balcánicas, a raíz e la reconstrucción del mapa europeo; judíos, por las persecuciones
de que fueron objeto en Europa Central; españoles republicanos, después de la guerra civil.
Se hacen sentir las tendencias nacionalistas
Primero, como consecuencia de la guerra y, luego como expresión de la crisis.
En el punto extremo del nacionalismo se desarrolla en nazismo con su forma más aguda en el
antisemitismo, particularmente el alemán, en la acción antinegra del Ku-Klux-Klan en los Estados
Unidos.
La crisis de 1929 trastorna a la sociedad.
En primer lugar, a los obreros y campesinos que sufren o la desocupación o la rebaja de sus ingresos,
pero también a las clases medias que experimentan la inestabilidad generada por la crisis; esto es
particularmente grave para todos aquellos cuya ocupación o ganancias dependían de la capacidad del
poder de compra de las masas populares, o cuyas rentas fijas se veían de hecho disminuidas por las
devaluaciones. Las inquietudes, los temores y la búsqueda de seguridad de la clase media habrían de
relacionarse con el proceso de surgimiento y desarrollo del fascismo.

Los nuevos regímenes

El desenlace de la Gran Guerra apareció como un triunfo de los regímenes democráticos, tanto en su
forma de monarquía parlamentaria (Gran Bretaña, Bélgica, Holanda, Países Escandinavos), como en la
forma republicana. Desaparecieron las grandes monarquías autoritarias (Alemania, Austriahungría,
Rusia, Turquía), siendo sustituidaspor regímenes republicanos; otro tanto ocurrió con gran parte de los
nuevos estados (Checoslovaquia, Polonia, Finlandia).
• Un régimen político distinto de todos los anteriores apareció en la URSS.
• Las luchas de partidos experimentaron un cambio: hasta entonces se trataba de luchas entre
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conservadores y liberales; ahora se pone en discusión la propia estructura de la sociedad y los
partidos de origen marxista aumentan su actividad y su electorado, comenzando a pesar en las
decisiones.
• Aparece otra tendencia ideológica, el FASCISMO, que asume la dirección de dos países tan
importantes como Italia y Alemania, influyendo fuertemente en otros estados europeos y
extraeuropeos.
• Las oposiciones políticas e ideológicas tienden a radicalizarse; en la terminología política se hace
cada vez más corriente el calificativo de izquierda o derecha, que no suele ser suficientemente
preciso. Los derechistas acusan a los izquierdistas de comunista, y los izquierdistas acusan a los
derechistas de fascistas; lo cierto es que por temor hubo oposición al comunismo, mucha gente
aceptó con benevolencia la novedad del fascismo, y más tarde, por temor u oposición al fascismo,
mucha gente se aproximó al comunismo.

5. Dictadura y Democracia entre dos Guerras

Efectos de la guerra sobre la democracia y el liberalismo.

Una de las consecuencias trágicas de la primera Guerra Mundial fue la degradación de los ideales
liberales y democráticos. Los pueblos fueron arteramente inducidos por un tiempo a creer que la verdad
estaba al reverso de la medalla. Ardientes defensores de la causa de la Entente proclamaban que la
guerra santa en defensa de los derechos de humanidad y para aplastar definitivamente el militarismo y
el “gobierno irresponsable”. La guerra misma parecía haber alcanzado a cumplir algunos de estos
algunos de estos grandes fines. No sólo el militarismo había sido prácticamente destruido en las
naciones vencidas, sino que la lista de repúblicas europeas creció significativamente con el agregado de
naciones como Austria, Alemania, Polonia, Finlandia, Turquía y Checoslovaquia, transformadas en
repúblicas; y hasta la absolutista Rusia pareció por un tiempo haberse plegado a la forma de gobierno
liberal. No pasó mucho tiempo, sin embargo, antes de que estas grandes visiones de progreso
democrático se revelaran como lo que eran en realidad: meras ilusiones. Las naciones vencidas
comenzaron a desesperar del valor de la libertad y acabaron por sucumbir al mentido esplendor del
gobierno fuerte en el que creyeron hallar una salida para escapar a lo que consideraban su esclavitud.
Pero la democracia y la libertad no estaban demasiado seguras ni siquiera en las naciones victoriosas.
Los horribles años de trágica lucha trastocaron de tal modo el orden económico de las naciones, que los
gobiernos de Gran Bretaña y Francia se vieron conmovidos hasta sus cimientos por las consecuencias.
Además, el caos y las penurias resultantes de la guerra desembocaron rápidamente en el derrumbe del
régimen liberal en Rusia y allanaron el camino para el triunfo del fascismo en Italia y el nazismo en
Alemania.

6. La Revolución Fascista en Italia

Causas de la revolución fascista: nacionalismo frustrado.

La primera de las naciones de Europa Occidental que repudió los ideales liberales y democráticos fue
Italia. Esto puede parecer extraño vista de que los italianos habían combatido en la Gran Guerra del lado
de los vencedores. Pero debe recordarse que Italia había sido víctima durante años de un nacionalismo
frustrado. Una y otra vez sus ambiciones imperiales y de poder nacional habían sido rudamente
desbaratadas. En 1981, su esperanza de anexar Túnez fue repentinamente burlada por la ocupación
francesa. Sus esfuerzos realizados en 1896 por conquistar a Abisinia, habían desembocado en una
aplastante derrota a manos de los abisinios en la batalla de Adua. En efecto estos reveses en el ánimo
de los italianos fue una sensación de humillación y vergüenza, especialmente las generaciones más
jóvenes, que se volvieron llenas de desprecio contra el régimen político vigente, descargando sobre él
antes que sobre las naciones extranjeras toda la responsabilidad del fracaso. Los miembros de la clase
gobernante eran públicamente ridiculizados y escarnecidos, se los calificaba de viejos reblandecidos y
cínicos, vacilantes, cobardes, derrotistas y corrompidos. Mucho antes de estallar la primera Guerra
Mundial se hablaba ya en Italia de revolución, de la necesidad de una limpieza a fondo que librara al
país de la peste de sus gobernantes incompetentes y corruptos.

Efectos desmoralizadores y humillantes de la guerra.

El establecimiento de una dictadura en Italia jamás habría sido posible sin la desmoralización y los
humillantes efectos de la primera Guerra Mundial. La ocupación principal de los ejércitos italianos había
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sido mantener ocupados a los austríacos en el frente meridional mientras británicos, norteamericanos y
franceses obligaban a Alemania a ceder terreno a todo lo largo del frente de batalla de Flandes.
Estos sacrificios, no fueron por supuesto, superiores a los realizados por franceses y británicos, pero
Italia era una nación de escasos recursos. Además, en la división del botín, los italianos recibieron
mucho menos de lo que esperaban. No sólo fueron privados de Filme por la terca insistencia de Wilson
al sostener que Yugoslavia debía disponer de un puerto moderno sobre el Adriático sino que ni siquiera
se le permitió participar en la distribución de las colonias alemana en África. Aunque Italia recibió la
mayoría de los territorios austríacos que le habían sido prometidos en los tratados secretos, sostenía
que era una recompensa mezquina para tantos sacrificios y por su valiosa contribución a la victoria
aliada. Al principio, los nacionalistas dieron rienda suelta a su indignación por la “humillación de
Versalles” haciendo blando en su cólera al presidente Wilson, pero no tardaron en volver a su inveterada
costumbre de descargar toda la responsabilidad sobre las espaldas de los gobernantes italianos.
Este súbito recrudecimiento del crónico desprecio por la vieja generación gobernante, cuyos miembros
eran repudiados como “asquerosos parásitos que se alimentaban de la mejor sangre de la nación”, tuvo
mucho que ver con el auge de los sentimientos revolucionarios.

La inflación, el radicalismo y el caos económico.

La guerra contribuyó de otras muchas maneras a preparar la revolución. Uno de estos fenómenos fue la
inflación del circulante, con la consiguiente alza de precios, usura y especulación. Los salarios deberían
haber registrado un aumento correlativo, pero el mercado de trabajo estaba prácticamente ahogado por
la oferta como consecuencia del regreso del frente de millones de soldados canalizados de golpe hacia
la vida civil. Además, el comercio se había convertido en una actividad expuesta, difícil y
desmoralizadora debido a las huelgas cada vez más vastas y frecuentes, y al cierre de los mercados
extranjeros.
La consecuencia más grave de la guerra, al menos en lo que se refiere a las clases media y alta, fue el
incremento del radicalismo económico.
Pero hacia 1921, el peligro de que Italia se bolchevizara había pasado prácticamente a la historia. El
extremismo revolucionario comenzó a mermar significativamente después del regreso de una
delegación socialista italiana que había viajado a Rusia para estudiar las condiciones imperantes en la
capital del socialismo mundial y como consecuencia del fracaso de las organizaciones obreras en el
manejo de las fábricas. Pero las clases propietarias habían sido suficientemente atemorizadas por ese
conato de rebelión y estaban por lo tanto dispuestas a apoyar la instauración del fascismo, con la
esperanza de que pudiera salvar de la confiscación, al menos, una parte de sus propiedades.

El derrumbe del sistema parlamentario de gobierno.

La causa inmediata de la revolución fascista fue el derrumbe del sistema parlamentario de gobierno. La
paralización de las finanzas y el estado de una casi total anarquía que prevalecía en muchas regiones
de Italia, habían hecho prácticamente imposible la recaudación ordenada de las rentas públicas. Como
consecuencia de ello, los déficit presupuestario se hicieron cada vez más elevados. A ello vino a
sumarse el estancamiento en las actividades parlamentarias. Por sobre el orden institucional, pesaban
las organizaciones del Partido Fascista. El Parlamento estaba integrado por dos cámaras: un Senado
vitalicio, más bien de carácter honorífico, y la cámara de los fascios y corporaciones, creada en 1938.
Mayor importancia tenía el Consejo Supremo del Fascismo que asesoraba en las tareas gubernativas,
cumplía funciones electorales y, en caso de vacancia de la jefatura del gobierno, tenía el derecho de
proponer sucesor. La intervención del pueblo se reducía a plebiscitos, especialmente preparados. Las
milicias fascistas constituían una fuerza armada que aseguraba el orden interno con la misma técnica de
violencia que había permitido la conquista del poder.
En las elecciones de 1921, cuatro partidos políticos compartieron la mayoría en la Cámara de
Diputados, pero ninguno de ellos consiguió un número suficiente de bancas como para privar sobre los
tres restantes. Los dos partidos más poderosos de Italia, el Socialista y el Popular Católica, libraban un
constante duelo y ni uno ni otro estaba dispuesto a apoyar un ministerio encabezado por un
representante del partido rival. Todo esto hacía casi imposible gobernar.
El aparato legislativo estaba prácticamente paralizado. A medida que transcurría el tiempo, la situación
se hacía cada vez más insostenible, agravada por el disgusto general frente a la interminable y estéril
lucha de los partidos. En 1922, el Parlamento estaba totalmente desprestigiado en todo el país. Los
periódicos denunciaban no sólo el estancamiento de los partidos políticos sino la ineficacia de todo el
sistema de gobierno de mayorías.
EL fenómeno no era cosa nueva en Italia, pues muchos habían ya sostenido en los años de preguerra

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que el régimen parlamentario era un artículo de importación, inadecuado para las condiciones italianas.
Pero fue la propagación de la idea en gran escala la que habría de estimular definitivamente a los
militares que sostenían la necesidad de implantar un sistema de gobierno regido por un solo hombre.

7. Las ideas contradictorias de Benito Mussolini

Probablemente, lo más acertado sea considerar que el radicalismo de Mussolini nunca tuvo su origen en
una convicción sincera y reflexiva sino en la necesitada vital de su personalidad de dar cauce a sus
inclinaciones rebeldes.
Nadie que sustentara una filosofía definida podría haber cambiado de opinión tan a menudo. No sólo
execró el imperialismo sino que, una y otra vez, antes de la guerra, difamó a la Iglesia, vilipendió al Rey
y llamó a la bandera italiana “un harapo digno de ser plantado en un estercolero”.
En 1914, al estallar la primera Guerra Mundial, Mussolini sostuvo la necesidad de que Italia
permaneciera neutral. Pero apenas acababa de adoptar esta posición al parecer terminante, cuando
comenzó a propugnar la participación italiana del lado de los aliados. En 1914, se había trasladado todo
su equipaje al campo intervencionista. Privado de su cargo de director del Avanti, fundó un nuevo
periódico, Il Popolo d´Italia, cuyas columnas dedicó de lleno a exaltar y azuzar el ardor bélico de Italia.
La decisión del gobierno italiano en la primavera siguiente, de entrar en la contienda del lado de los
aliados de la Entente, fue considerada como una victoria personal por Mussolini, que se incorporó a las
filas como soldado raso en 1915, conquistando las jinetas de cabo.
En 1917, fue herido en acción de guerra por la explosión de un obús y se le permitió reincorporarse a la
vida civil para que reasumiera la dirección de Il Popolo d´Italia, con la esperanza de que pudiera
estimular con su prédica el escaso entusiasmo bélico del pueblo italiano. Desde entonces, Mussolini
luchó afanosamente desde las páginas de su diario a favor de una revolución fascista.

8. Evolución Fascista

El término fascismo tiene un doble origen. Proviene en parte de la expresión latina fasces, el hacha
rodeada de un manojo de cuerdas que simbolizaba la autoridad del estado romano y, del italiano
fascino, o sea, grupo o bando. Los fasci fueron organizados ya en octubre de 1914 como células de
agitación cuya misión era propiciar y difundir la necesidad de que Italia se volcara a la causa de la
Entente. Estos grupos políticos estaban formados por jóvenes idealistas, futuristas, nacionalistas
fanáticos, aburridos oficinistas e inadaptados de todo género y especia. Mussolini se constituyó en el
jefe máximo del fascino milanés. Una vez que Italia entró en la guerra, los bandos fascistas se
consagraron de lleno a combatir el derrotismo. Luego vino el período del escuadrismo (1919-1921). Las
actividades escuadristas comprendían una campaña terrorista contra los “enemigos del pueblo”. Los
métodos consistían en tácticas brutales de la peor espacie, como apalear a la víctima hasta dejarla
inconsciente, extraerle los dientes o administrarle grandes dosis de aceite de ricino. El rapto y el
asesinato eran dos de las armas preferidas de las células terroristas. La mayoría de estos ataques
fueron perpetrados contra los radicales, pero en algunos casos las víctimas eran usureros o
terratenientes que se negaban a reducir el monto de sus arriendos. En Florencia, algunos tenderos
tercos fueron apaleados y sus negocios clausurados con candados, exhibiéndose en su frente grandes
carteles con leyendas que decían: “Cerrado por robo reiterado”. Mussolini mismo declaró en una ocasión
que: “Unos cuantos cerdos colgados de los pies en postes del alambrado, representarían un buen
ejemplo”. Pero todos estos intentos de atraer a las clases más pobres no hallaron una respuesta muy
vehemente por parte del proletariado, pues en la mayoría de las regiones de Italia los hijos de
industriales acaudalados o de hacendados eran hartos conocidos como fervientes discípulos de
Mussolini.

La Plataforma Fascista de 1919

La Plataforma primitiva del movimiento fascista fue redactada por Mussolini en 1919. Se trataba de un
documento asombrosamente radical que imponía, entre otras demandas, la necesidad del sufragio
universal, la abolición del senado, el establecimiento por ley de la jornada laboral de 8 horas, fuertes
gravámenes al capital, un alto impuesto a la herencia, la confiscación del 85% de los beneficios de
guerra, el ingreso de Italia en la Sociedad de las Naciones, la “oposición a toda clase de imperialismos”
y la anexión de Filme y Dalmacia. Esta Plataforma se mantuvo más o menos oficialmente en vigencia
hasta el mes de Mayo de 1920, en que fue reemplazada por una nueva, mucho más conservadora. En
realidad, el nuevo programa omitía toda referencia a las reformas económicas y se reducía meramente a
condenar el “socialismo de los políticos” y a introducir algunas vagas afirmaciones acerca de la

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“reivindicación” de los principios por los cuales había sido librada de la guerra. Con ninguna de éstas
plataformas consiguieron el éxito político. Aún después de las elecciones de 1921, el número de sus
representantes en la Cámara de Diputados no pasaba de treinta y cinco.

La “Marcha sobre Roma”

Pero lo cierto es que los fascistas compensaban con creces su escaso número con una agresividad
disciplinada y una notable decisión. Y cuando la decadencia del viejo régimen hizo crisis al punto de
abdicar prácticamente de sus funciones, se aprestaron a tomar el poder. En septiembre de 1922,
Mussolini comenzó a hablar francamente de revolución al grito de “Sobre Roma”. En octubre de ese año
presentó al gobierno un ultimátum, exigiendo la convocatoria a nuevas elecciones, una política exterior
enérgica y cinco carteras del ministerio para él y sus partidarios. Como el primer ministro y el
Parlamento ignoraron estas exigencias, Mussolini organizó la “Marcha sobre Roma”. El 28 de octubre el
ejército de unos 50.000 militantes fascistas ocupó la capital. El primer ministro presentó la renuncia a su
cargo, y al día siguiente Víctor Manuel III invitaba a Mussolini a formar un ministerio. Así, sin disparar un
tiro, las legiones de “Camisas Negras”, tomaron el poder. La explicación del fenómeno debe hallarse no
en la fuerza del fascismo, sino en el caos creado por la guerra y en la carencia absoluta de una firme
devoción del pueblo italiano hacia el gobierno constitucional.
Entre 1929 y 1939 el Estado fascista quedó consolidado en Italia. Permanecía en el trono el Rey Víctor
Manuel III, pero su presencia era puramente nominal. A la cabeza del estado se hallaba “El
duce”(caudillo). Existía un verdadero culto al jefe, Mussolini, rodeado siempre de una espectacular
escenografía.

La Revolución Fascista

Ésta habría de ser sólo la primera etapa de la Revolución Fascista, puesto que el fascismo implicaba no
sólo el control personal del aparato político del Estado, sino una serie de arrolladores cambios, que
sacudirían hasta los cimientos la estructura política y económica. En 1923, en julio, Mussolini hizo que el
Parlamento distara una nueva Ley electoral que estipulaba que el partido que reuniera la mayoría de los
sufragios nacionales tendría automáticamente derecho a disponer de las dos terceras partes de la
cámara de diputados.
En la primera elección convocada después de haber entregado con vigor la nueva ley, los fascistas
obtuvieron no sólo más sufragios que ningún otro partido concurrente sino alrededor del 66% del total
general de los votos emitidos. Cuando el nuevo Parlamento abrió en Mayo de 1924 el período de
sesiones, el dirigente socialista Mateotti acusó a los dirigentes fascistas de haber apelado al fraude y la
violencia para ganar las elecciones. En Junio, una pandilla de “Camisas Negras” cumpliendo órdenes de
miembros del ministerio fascista raptaron y asesinaron al dirigente socialista. EL crimen produjo una
violenta reacción acompañada de enérgicas demandas de que los fascistas dejaran el poder, pero a la
larga la tormenta amainó y Mussolini pudo seguir adelante con su plan de reestructuración radical del
sistema política. En 1925 retiró a todos los abogados antifascistas la matrícula para ejercer su profesión
y abolió el gobierno autónomo en las ciudades y pueblos. Al año siguiente las reformas culminaron con
una disposición por la cual se declaraba la ilegalidad de todos los partidos políticos con la sola y natural
excepción de aquel del cual era jefe, y que abolía formalmente el régimen ministerial. A partir de ese
momento al primer ministro sería responsable sólo ante el Rey, en tato que la labor del parlamento
quedaría restringida a la mera ratificación de decretos.
La política exterior fue la clásica de esos Estados que buscaban descargar en el exterior todas las reales
o posibles tensiones internas. El propósito fue hacer crecer el Imperio Colonial. En Libia se llevó a cabo
una intensa política de colonización, se la presentó como una experiencia piloto de la eficacia
colonizadora. La política agresiva se inició el 3 de octubre de 1935 con el ataque a Abisinia. La
diferencia de equipo y de adiestramiento dio una abrumadora superioridad sobre los primitivos
contingentes abisinios. El 5 de Mayo de 1936 las fuerzas comandadas por el mariscal Badoglio se
apoderaron de la capital Addis Abbeba; el emperador (Negus) Haile Selassie perdió su trono y se
procedió a la proclamación del Rey de Italia, Victor Manuel III, como Emperador de Abisinia. La censura
de la Sociedad de las Naciones así como las sanciones resultaron totalmente inefectivas.

El Estado corporativo

El sistema político y económico del estado fascista recibía oficialmente el nombre de Estado
Corporativo, lo cual significaba en primer lugar, que el gobierno estaba asentado sobre una base
económica. El pueblo estaba representado en el gobierno no en su calidad de ciudadanos que

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habitaban distritos definidos, sino en su condición de productores. Pero el Estado Corporativo incluía a
sí mismo la idea de que los intereses individuales y de clase debían estar supeditados a los intereses
primordiales del estado. Proscribíase la lucha de clases entre el capital y el trabajo y huelgas y paros
eran considerados ilegales. En caso de conflicto entre los trabajadores y la empresa el estado gozaba
de atribuciones para intervenir en carácter de tribunal de última instancia e imponer la solución que
considerara más conveniente.
La educación basada en la disciplina y la obediencia era uno de los pilares de mantenimiento del
régimen.
La preocupación nacionalista se manifestaba en la tendencia a aumentar la población italiana. Se
estimuló la natalidad concediendo primas a las familias numerosas, se prohibió la inmigración y se hizo
propaganda para obtener el regreso de los emigrantes.
El principio corporativista implicaba asimismo el repudio definitivo del laissez faire. Aunque la propiedad
privada seguí manteniéndose estructuralmente y los capitalistas eran reconocidos en su carácter de
“clase socialmente productora”, los principios tradicionales de una economía clásica fueron desterrados
definitivamente. Toda actividad económica de ciudadano estaba sujeta a control del Estado que podía
incautarse de cualquier empresa comercial o industrial si así lo demandaban los intereses de la nación.

La filosofía del fascismo.

Antes de analizar la filosofía de este fenómeno, deberíamos primero explicar sus características en
líneas generales.
Se ha dicho repetidamente que el fascismo no constituye una doctrina, y se citan las propias palabras de
Mussolini: “nuestra doctrina es el hecho”, o “los fascistas tenemos el valor de rechazar todas las teorías
políticas tradicionales; somos aristócratas y demócratas, revolucionarios y reaccionarios, proletariados y
antiproletarios, pacifistas y anitpacifistas. Nos basta con tener un solo punto de referencia: la Nación.”
• La desigualdad de clases es natural y provechosa.
• La democracia igualitaria y el sufragio universal suponen la ley del número prevaleciendo sobre la
calidad. Son las elites dirigentes las que deben gobernar.
• El Estado tiene absoluta e indiscutible primacía sobre el individuo. Los principios de disciplina,
autoridad y jerarquía deben dominar en la organización del Estado. “La nación- dice Mussolini- es
creada por el Estado, que da al pueblo, consciente de su propia unidad moral, una voluntad y, por
consiguiente, una existencia efectiva”.
• La lucha es fundamental para la supervivencia. Se debe vivir peligrosamente para probar la
superioridad.
• Las libertades individuales no son derechos, sino concesiones que hace el Estado, siempre y
cuando no sean perjudiciales.
• La guerra no es un azote, ni una maldición, sino un ideal; el pacifismo no es sino una muestra de
debilidad.
• La teoría marxista de la lucha de clases es falsa; es necesaria la creación de un orden social
jerárquico.
• Los principios liberales y democráticos deben ser sustituidos por la exaltación del Estado totalitario,
fundado en el sentimiento colectivo y en la mística del jefe.
• Italia debe tener un lugar de primer plano en el mundo, como continuadora de la grandeza romana.

La idea del Estado Corporativo fue uno de los elementos fundamentales de la doctrina fascista, pero de
ninguna manera el único. Los restantes pueden ser brevemente definidos así:
• Totalitarismo. El Estado demanda la suma de interés y de la lealtad de sus miembros. No debe
existir "nada por encima del Estado, nada contra el Estado". Debido a que el Estado no puede
orientarse hacia sus altos fines sino en la medida en que sus miembros estén identificados con un
objetivo común, sólo puede haber un Partido Fascista, una prensa fascista y una educación fascista.
• Nacionalismo. La nación es la forma de sociedad más elevada que la raza humana haya elaborado
jamás. Tiene una vida y un alma propia, aparte de las vidas y almas de los individuos que la
componen. No puede haber jamás armonía de intereses entre dos o más pueblos distintos. El
internacionalismo es, por lo tanto, sólo una burda perversión del progreso humano. La nación debe
ser conducida hacia la cima de su fuerza si su grandeza mediante el autoabastecimiento, la creación
de un ejército poderoso y la consecución de un índice de natalidad de rápido crecimiento.
• Idealismo. La filosofía del fascismo puede ser calificada de idealista en el sentido de que renunciaba
a una interpretación materialista de la historia. Según Mussolini, la nación podía convertirse en lo
que se propusiera, ya que su destino no estaba de ningún modo sellado fatalmente por su posición

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geográfica o por el volumen de sus recursos naturales. El idealismo se desarrolla principalmente
como una protesta contra el pesimismo característico de los anteriores gobernadores de Italia que
argumentaban que el país estaba irremediablemente condenado, por la falta de recursos
carboníferos, a seguir siendo una potencia de tercer orden.
• Romanticismo. La razón no puede ser jamás el instrumento más adecuado para la solución de los
grandes problemas nacionales. El intelecto humano necesita el complemento indispensable de la fe
mística, del autosacrificio y del culto de heroísmo y de la fuerza. “El espíritu fascista es voluntad, no
intelecto”.
• Autoritarismo. La soberanía del estado es absoluta. El ciudadano no tiene derechos, sino deberes.
Lo que las naciones necesitan no es libertad, sino trabajo, orden, prosperidad. La libertad es un
“cadáver de putrefacción”, un gastado dogma heredado de la Revolución Francesa. El Estado debe
ser gobernado por una elite que haya demostrado su derecho a gobernar mediante su fuerza y su
superior comprensión de los ideales nacionales.
• Militarismo. La lucha está en el origen de todas las cosas. Las naciones que no se expanden,
acaban por marchitarse y morir. La guerra exalta y ennoblece al hombre y regenera a los pueblos
perezosos y decadentes.

9. El Estado Fascista

En la Estructura del Estado Fascista Italiano es característico el mantenimiento de ciertas formas


institucionales tradicionales y al mismo tiempo la existencia de instituciones paralelas que, sin suprimir a
aquellas, las vacían de contenido.
Continúan el Rey, el Parlamento y el Ejército, pero el poder está en el jefe del Estado, en el Gran
Consejo, en el Partido Fascista y en las Milicias.
Existía un verdadero culto al jefe, muy visible en las grandes manifestaciones a las que Mussolini
aportaba sus naturales actitudes para dirigirse de modo efectista a las multitudes y provocar en éstas
verdaderas explosiones de entusiasmo. La prensa, la radio y el cine se encargaban de mantener este
estado de pasión colectiva. La fórmula “Mussolini siempre tiene razón”, artículo octavo de los diez
mandamientos de las milicias fascistas, es altamente representativa.
La Ley Electoral de 1928 también es ilustrativa. Establecía las “listas de confianza”, o sea, un proceso
previo de selección de candidatos, a cambio del Gran Consejos y a propuestas de las confederaciones
nacionales de corporaciones, lo que significaba que el electorado no tenía opciones entre listas sino que
debería simplemente aceptar o rechazar así elaborada.
El partido fascista decidido por la consigna “creer, obedecer, combatir”, constituyó la elite dirigente del
gobierno y de la sociedad. En 1932 recibió nuevo estatuto que determinaron su estructura jerárquica. Su
base eran los “fascios”, que se agrupaban en cada provincia en una Federación.
En cuanto a la acción fascista de encuadramiento de la población, ella se manifestaba muy claramente
en las manifestaciones juveniles, en la prensa, en la enseñanza y en la política cultural.

• La Opera Nazionale Balilla controlaba los movimientos juveniles, organizándolos con base en la
preparación física y militar, así como en la fanática obediencia al jefe. De los cuatro a los ocho años,
los niños permanecían a los “hijos de la loba”; a los ocho años pasaban a las “Balilla”; a los catorce
años eran “Avanguardisti”; finalmente a los dieciocho años pasaban a las “Juventudes Fascistas”.
• Los adultos eran organizados en asociaciones profesionales y sindicatos. También fue destacada la
organización dependiente del Partido, la Opera Nazionale Dopolavoro, encargada de organizar
vacaciones viajes, y diversiones colectivas de los obreros.
• El Ministerio de Prensa y Propaganda tenía el control total de la prensa.
• La enseñanza estaba sujeta a normas estrictas: “El gobierno exige que toda la escuela en todos sus
grados, en toda su enseñanza eduque a la juventud italiana a comprender el fascismo y a vivir en el
clima histórico creado por la revolución fascista”. Los profesores de la Universidad estaban
sometidos a la obligación de prestar juramento de fidelidad al régimen.
• En 1925 fue fundado el Instituto Nacional Fascista de Cultura, destinado a impulsar la política
cultural del régimen y desplazar la cultura tradicional.

10. El régimen a partir de 1936

A partir de 1936 se produjo un mayor endurecimiento del régimen, que algunos autores atribuyen a
dificultades internas y a imitación del régimen alemán.
• Se agrabó una situación de tensión contra el rey, cada vez más dejado de lado.

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• La Cámara de Diputados fue sustituida por la Cámara de los Fascios y de las Corporaciones,
integradas por el Consejo Nacional del Partido y el Consejo Nacional de las Corporaciones.
• El Partido Fascista, asume una mayor intervención en la vida social. Se habla entonces de un estilo
de vida fascista caracterizado por la rapidez, por el dinamismo y la decisión. Los ejercicios físicos y
las pruebas deportivas son considerados impresindibles. Se impone el uso de uniformes para los
funcionarios. Se acentúan la preparación militar de la juventud, y sus organizaciones quedan
directamente sometidas al Partido.
• Un nuevo ministerios, el de Cultura Popular, controla la prensa, las editoriales y la producción
cinematográfica. Queda prohibida la venta de obras consideradas antifascistas, las de escritores
judíos y de escritores rusos. Aumenta la exaltación del pasado romano.
• Comienza una política de discriminación racial con la publicación oficial del “Manifiesto de defensa
de la raza”. Los judíos italianos, considerados ciudadanos de segunda clase, son excluidos de la
enseñanza, de las asociaciones, del ejército y de la administración. Con los judíos extranjeros las
disposiciones son más restrictivas aún. De todos modos, en su aplicación práctica, ésta política
discriminatoria no tuvo ni de lejos los alcances a que llegó en Alemania.

Las Relaciones con la Iglesia

El anticlericalismo de los primeros tiempos de Mussolini ya había desaparecido antes de su acceso al


poder. Una vez en él, no olvidó la importancia que tenía el catolicismo en la sociedad italiana y Roma en
todo el mundo católico. Su propósito de llegar a un arreglo en el conflicto que enfrentaba al Estado con
la Iglesia en momento de la unidad italiana coincidió con igual propósito del Papa Pío XI, quien desde su
acenso al trono pontificio, había mostrado una actitud favorable hacia Mussolini, quizá influido por su
antiliberalismo y anticomunismo.
Después de largas y reservadas negociaciones se llegó finalmente a la firma del Acuerdo de Letrán, el
11 de febrero de 1929.
Poco después de la firma del Acuerdo, ya comenzaron a plantearse problemas, pues Mussolini lo
interpretaba en un sentido restrictivo de los poderes de la Iglesia. Al presentarlo a la ratificación del
Parlamento, declaraba, entre otros conceptos: El Estado Fascista reivindica totalmente el derecho de
fijar normas morales. Es católico pero es fascista ante todo, exclusivamente, esencialmente fascista”.

La Economía

El régimen fascista no cambió su estructura de la economía italiana. El capital privado continuó gozando
de todas sus prerrogativas. Las empresas fueron respaldadas a cambio de subordinarse a las directivas
políticas del régimen.
Son destacables en los primeros años los esfuerzos para impulsar la producción y para creas más
fuentes de trabajo. La “Batalla del Trigo”, tendiente a emancipar el país de los abastecimientos
extranjeros, culminó con gran aumento en las cifras de la producción, aunque con elevados costos y a
expensas de otros rubros más rentables como frutas y legumbres.

La hora del Régimen fascista.

Nadie que esté libre de prejuicios podría negar la hora del régimen fascista en Italia. En junio de 1940,
cuando Italia resolvió finalmente intervenir en la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Mussolini,
había conseguido reducir notablemente los índices nacionales de analfabetismo y había arribado a lo
que parecía ser una solución satisfactoria de la antigua querella con el Papado, había prácticamente
liquidado a la mafia o “mano negra” en Sicilia, e introducido grandes mejoras en la esfera económica.

Los “débitos” del fascismo.

Pero el “libro mayor” del fascismo tiene también su hoja del “debe”. El movimiento oficial en pro del
autoabastecimiento nacional había redundado en un alto porcentaje de encarecimiento en ciertos
renglones de la industria. Aunque la marcha de los negocios y el nivel de la ocupación eran
indudablemente mucho más estables que en los años inmediatamente posteriores a la Primera Guerra
Mundial, no existían indicios de que los trabajadores hubieran mejorado sus condiciones de vida. Los
salarios habían subido, pero debido a la alza de precios y a la campaña de fomento del trabajo caben
realmente serias dudas sobre la existencia de un aumento real del nivel de salarios. Además, los
italianos habían sido obligados por el régimen a comprar la estabilidad y el orden al precio de una mortal
uniformidad de pensamiento y acción, estado que el mismo Mussolini había descrito en 1914 como de
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“aburrimiento e imbecilidad”.
Agreguemos aquí que el gobierno fascista se lanzó durante su régimen a dos costosas aventuras: la
conquista de Etiopía en 1935- 1936 y la intervención en la Guerra Civil Española 1936- 1939.

Síntesis. Etapas de consolidación del poder de Mussolini

• Mussolini se reservó la presidencia del Consejo de Ministros y las carteras del Interior y de
Relaciones Exteriores.
• En su primera presentación ante la Cámara, anunció un programa y amenazó… “Yo podría hacer de
esta sala gris un campamento de soldados”. Obtuvo que el poder legislativo le otorgara plenos
poderes.
• En diciembre de 1922 se crea el Gran Consejo del Fascismo, integrado por ministros,
subsecretarios, miembros de la dirección del partido y altos funcionarios; este órgano tomaba las
decisiones políticas, convirtiendo al gobierno en mero ejecutante.
• Acto seguido fue creada la milicia voluntaria para la Seguridad Nacional, guardia fascista que
reemplazó a la disuelta guardia real.
• En 1923 se dispuso la disolución de varias disoluciones obreras; al mismo tiempo se hicieron
concesiones a la Iglesia Católica y se buscó que el Partido Popular perdiera su apoyo.
• En abril de 1924, mientras Italia continuaba sacudida por la violencia de los “squadristi”, se
celebraron las elecciones parlamentarias. Las listas fascistas obtuvieron el 65% de los votos.
• Al anunciarse el nuevo período legislativo, el diputado socialista Mateotti fue asesinado por los
“squadristi”. Esto provocó un sentimiento general de repulsa, y el propio Mussolini precipitó algunas
renuncias de dirigentes comprometidos e inclusive algunas detenciones. Una parte de los diputados
de la oposición decidió boicotear las sesiones de la Cámara hasta tanto fueran disueltas las milicias
fascistas.
• En enero de 1925 Mussolini ya había superado la crisis, puesto que la reacción opositora no tuvo
suficiente fuerza como para conmoverlo. El 3 de enero dirigió a la Cámara un discurso en el que
declaró asumir “la responsabilidad política, moral e histórica por todo lo que ha pasado”, y anunció a
estar dispuesto a un enfrentamiento definitivo con la oposición.
• A partir de ese momento la prensa de oposición es perseguida y se procede a la disolución de
asociaciones consideradas subversivas. La violencia de las milicias recrudece, y es puesto al frente
del partido fascista su dirigente más intransigente: Roberto Firanacci.
• En octubre de 1925, el llamado “Acuerdo del Palacio Vidoni” establece que la representación obrera,
en sus tratativas con las patronales, será monopolizada por los sindicatos fascistas.
• La ley del 24 de diciembre de 1925 creó para Mussolini el cargo de “Jefe de Gobierno” con la
totalidad del Poder Ejecutivo, siendo sólo responsable ante el rey; también suprimió la iniciativa
parlamentaria. Un mes más tarde, otra ley atribuye poderes legislativos al “Jefe de Gobierno”.
• El 4 de noviembre de 1926 fueron aprobadas las llamadas “leyes de defensa del Estado”, conocidas
como “leyes fascistísimas”, con lo que concluye todo resto de libertad. Los partidos políticos son
disueltos.

A partir de ese momento, puede considerarse que la fascistización del Estado ha quedado completada.

11. La Segunda Guerra Mundial(1939-1941)

La primera etapa de la guerra tuvo como principales protagonistas a las grandes potencias europeas, y
se desarrolló fundamentalmente en territorio europeo.
Los grandes beligrantes fueron: por un lado, Gran Bretaña y Francia; por el otro, Alemania y, desde
1940, Italia.
La situación de la URSS fue especial. Neutral en la guerra entre los grandes estados, emprendió
acciones diplomáticas o militares contra sus vecinos (Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania) e
intervino en la ocupación de territorios polacos.
En este lapso perdieron su independencia varios países: Polonia, repartida entre Alemania y la URSS.
Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Grecia, los primeros bajo ocupación alemana y el último bajo
ocupación italiana. Estonia, Letonia y Lituania, anexados sin guerra por la URSS. Yugoslavia fue
desintegrada en beneficios de Alemania, Italia, Hungría y Bulgaria, dando origen además a pequeños
estados satelitales, Serbia y Croacia. Otros países sufrieron la pérdida de parte de sus territorios:
Finlandia, cedió a la URSS el istmo de Carelia; Rumania cedió a Hungría parte de Transilvania, a
Bulgaria la Dobrudja y la URSS la Besarabia; Francia, después de la derrota, sufrió la ocupación

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alemana en gran territorio nacional.
Hubo pocos neutrales: Suecia, Suiza, Portugal y España: este último con una neutralidad benévola para
con los países del Eje.
Alemania aparece durante este periodo como la gran vencedora, y Gran Bretaña permanece firmemente
a la defensiva.

El nuevo orden alemán

El nuevo orden europeo, mencionado oficialmente en el pacto tripartito (Alemania, Italia, Japón) de
septiembre de 1940, tuvo como base:
• El dominio personal de todo régimen por Adolfo Hitler
• El dominio de Alemania por el partido nazi, las organizaciones militarizadas SS y la policía secreta,
Gestapo
• El dominio de Alemania (“raza germánica superior” “pueblo de amos”) sobre un amplio espacio que
llegaba desde los Pirineos hasta el Cáucaso, y desde Escandinavia hasta el Mediterráneo.
No existió una concepción perfectamente elaborada acerca de cómo debía ser organizado; simplemente
algunas ideas contradictorias y variables de Hitler y sus teóricos, y resoluciones rápidas según las
circunstancias.
La política nazi con los pueblos sometidos se basaba en la discriminación racial: los pueblos germánicos
serían asimilados a Alemania; los pueblos considerados parientas (holandeses, flamencos,
escandinavos) serían objeto de tratamiento menos severo; los pueblos estimados inferiores,
particularmente los eslavos, serían objeto de los mayores rigores y destinados a la esclavitud o al
exterminio. Se proyectaban grandes desplazamientos de pueblos, especialmente en territorios
destinados a la colonización alemana (Polonia, Estados bálticos, Crimea).
Para activar la represión se solía declarar el “estado de emergencia civil”: tribunales presididos por
oficiales de la SS hacían procedimientos sumarísimos, culminados las más de las veces con la pena de
muerte sin que el acusado tuviese asistencia letrada.
Cuando la resistencia se hizo mayor, fue introducido el principio de responsabilidad colectiva por
sabotaje. Sobre esa base se apresaban rehenes y se les ejecutaba como represalia. Esta práctica
llevaba a la ejecución del total de la población local.
Luego, las deportaciones en masa y los campos de concentración se hicieron sistemáticos. La lucha
contra la oposición se sumó así a la que desde tiempo atrás se realizaba contra los judíos, haciéndolos
las principales víctimas de la discriminación racial. Los campos de concentración (hubo más de mil)
fueron dotados de elementos para el rápido exterminio de todos aquellos que no resultaban aptos para
el trabajo; son célebres las cámaras de gas del campo de Auschwitz, Buchenwald, Dachau y Belsen,
cuyos sobrevivientes espantaron por su aspecto físico de desnutrición y decadencia moral a los
soldados que los liberaron al finalizar la guerra. Se calcula que por esos campos pasaron más de siete
millones de personas, de las cuales dos tercios murieron allí. A esto se debe agregar la muerte de los
prisioneros de guerra por falta de instalaciones adecuadas. Particularmente durante la invasión de la
URSS, de cinco millones de prisioneros, se cuentan dos millones de muertos y un millón de
desaparecidos, más la mitad de tres millones de civiles deportados a Alemania.

12. El Fascismo y su dominio psicológico de las Masas

Introducción
Más allá de las razones políticas, económicas y culturales que propiciaron el surgimiento del fascismo -y
del nazismo especialmente-, se deben observar otras razones que no necesariamente entran en la
lógica de un análisis racional de este fenómeno. O en palabras del autor nacionalsocialista Wilhelm
Stapel: "Dado el carácter elemental del nacionalsocialismo, resulta imposible atacarlo con ‘argumentos’.
Los argumentos sólo tendrían efecto si el movimiento se hubiera impuesto con ayuda de argumentos".
Si tomamos el caso de Alemania, la gigantesca acumulación de poder que ostentaba Adolf Hitler no
estaba basada sólo en coordenadas políticas dentro del III Reich: la razón principal de este éxito fue el
empleo de la violencia psíquica. La propaganda del régimen nacionalsocialista se basaba sobre esta
Führerideologie (ideología del jefe). Renunciando a toda argumentación objetiva, los llamamientos de
Hitler al pueblo alemán consistían en presentar a las masas solamente "la gran meta final". El tipo de
mando autoritario y carismático (retomando el concepto de Max Weber), otra de las características
distintivas del fascismo, tiene una estrecha relación con esta situación de presión propagandística
basada en el miedo.
El propio símbolo gráfico del fascismo era el de la violencia: el fascino, del latín fasces, haz de varas que
según la leyenda histórica tiene origen en el primer cónsul de Roma, Brutus (VI a.c.), quien hizo apalear
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públicamente a sus hijos y acabarlos a hachazos por haber conspirado contra el Estado. Este
instrumento de castigo, inspirador de temor, se convirtió en símbolo del poder en Roma: el haz de varas
ligadas con una cuerda alrededor de un hacha. Los lictores, junto al cónsul, portaban este emblema para
ejecutar en el acto las sentencias de éste: flagelar, ahorcar o decapitar.
Este símbolo, devenido en símbolo del fascismo, tenía, en comparación con la cruz gamada de Hitler, la
desventaja de ser muy complicado y por ello no poder ser dibujado en cualquier parte y por cualquiera,
como sucedía con la svástica, las tres flechas socialistas o la cruz.

13. La psicología de masas del fascismo

El estudio de la eficacia psicológica de Hitler sobre las masas debía partir de la idea de que un führer
representante de una idea, no podía tener éxito (no un éxito histórico sino esencialmente pasajero) más
que si sus conceptos personales, su ideología o su programa se encontraban en armonía con la
estructura media de una amplia capa de individuos integrados en la masa. Un führer no puede hacer la
historia más que si las estructuras de su personalidad coinciden con las estructuras de amplias capas de
la población, vistas desde la perspectiva de la psicología de masas. Dice Domenach: "es innegable que
un cierto número de mitos hitlerianos correspondían o bien a una constante del alma germánica, o bien
a una situación creada por la derrota, el desempleo y una crisis financiera sin precedentes".
Como todo movimiento reaccionario, el de Hitler se apoyaba en varias capas de la pequeña burguesía.
Se caracterizaba a este segmento social mediante la metáfora de un ciclista: "por arriba curva su
espalda, por abajo patalea"("Nach oben buckelt er, nach unten tritt er", según lo citaba P. Reiwald). Con
esto se quiere explicar un componente psicoétnico del pueblo alemán: la sumisión hacia quienes están
encima y la brutalidad para con los de abajo. Había también un componente místico en las clases
medias alemanas, que Hitler aprovechó para proclamar que Alemania era la encargada de cambiar el
mundo. Esto, sumado a la proliferación de corrientes intelectuales reaccionarias (Gobineau, Wagner,
Chamberlain, quienes ponían el acento sobre todo en la cuestión racial, y otros que apelaban al espíritu
guerrero del pueblo alemán, magnificando las gestas teutonas) a fines del siglo diecinueve, creó el caldo
de cultivo para la proliferación de este tipo de fenómenos.
Hay algo evidente: cuanto más numerosa e influyente en una nación es la clase media, más probable es
que haga su entrada en la escena política como fuerza social. Por otra parte, las contradicciones
intrínsecas del fascismo no hacen más que reafirmar su base de masas de clase media. Que los
intereses subjetivos de estas masas hayan sido aprovechados por Hitler al incluir en su plataforma la
lucha contra el gran capital, y que el fascismo, en su función objetiva, se haya convertido en defensor
fanático del imperialismo y pilar del orden económico del gran capital, son hechos que llevan a la
convergencia en el nacionalsocialismo.
Para comprender la ideología, la situación del pequeño campesino, del funcionario y del comerciante
medio hay que tener en cuenta sus matices económicos, pero fundamentalmente su identidad familiar
común. Si nos focalizamos en las clases medias urbanas, vemos que la rápida evolución de la economía
capitalista en el siglo XIX lleva a la pauperización de los pequeños comerciantes y artesanos. Ante las
grandes industrias, que producen más barato y más racionalmente, las pequeñas empresas están
destinadas a desaparecer. Esta situación los llevaría tarde o temprano a confundirse con la gris masa
del proletariado.
La pequeña burguesía se rebeló, al fin, contra el sistema, encarnado en el "régimen marxista" de la
socialdemocracia. Pero dado el carácter competitivo de los estratos medios, fundamentalmente de los
funcionarios del estado, no se observa una identificación de la pequeña burguesía con sus pares o con
los obreros industriales, un sentimiento de solidaridad, lo que Marx acuñó como "conciencia de clase".
La conciencia social del funcionario no está determinada por el sentimiento de una comunidad de
destino con sus colegas, sino por la actitud cara a la autoridad establecida y a la "nación". Para el
funcionario esta actitud consiste en una identificación absoluta con el poder estatal; súbditos con
respecto a la autoridad, se convierten en los representantes de esa misma autoridad en sus relaciones
con sus subordinados y, por este motivo, gozan de una especial protección moral. Esta identificación
con la administración del Estado y la nación, que puede resumirse en la fórmula: "Yo soy el Estado", es
una realidad psíquica que nos proporciona uno de los mejores ejemplos de una ideología convertida en
poder material. Como resultante de su dependencia material, su personalidad se transforma a imagen
de la clase dominante. En palabras de W, Leich: "Por tener los ojos perpetuamente clavados en lo alto,
el pequeño burgués acaba por cavar una fosa entre su situación económica y su ideología". Esta
"mirada clavada en lo alto" es lo que distingue esencialmente a la estructura pequeño burguesa de la del
obrero de la industria en Alemania. En otros países, como EEUU, el "aburguesamiento" de los
trabajadores de la industria anula esta distinción.
Para penetrar en el mundo obrero, el fascismo propone la supresión de las clases, o sea la supresión

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del proletariado, recurriendo al sentimiento de vergüenza que sufre el trabajador manual (el desprecio
por este tipo de tareas es uno de los elementos reaccionarios más importantes, al llevar a querer imitar
al empleado de oficina). Sumémosle a esto que los trabajadores emigrados del campo traen consigo
una ideología de familia rural que es el mejor caldo de cultivo para causas imperialistas y nacionalistas.
Otro elemento a tener muy en cuenta es la importancia que revisten los pequeños hábitos diarios, hecho
sistemáticamente ignorado por el movimiento revolucionario. Lejos de ser costumbres propias de este
estrato social, constituían la expresión visible de que se acusaba recibo de la propaganda
nacionalsocialista. La represión de la mujer, el vaso de cerveza bebido en familia, el traje "elegante" de
los domingos -todos ellos símbolos del adocenamiento que se estaba produciendo-, penetraban en cada
rincón de la existencia cotidiana, mientras que el trabajo de la fábrica y los panfletos revolucionarios no
actuaban más que durante unas horas.
De este modo, cuando la crisis económica impactó a esta capa social, su sensibilidad revolucionaria
estaba embotada producto de decenios de estructuración conservadora. La afirmación comunista de
que la política de la socialdemocracia le había abierto las puertas al fascismo era exacta desde el punto
de vista de la psicología de masas. Afirma W. Leich que "a falta de organizaciones revolucionarias,
decepcionado por la socialdemocracia y angustiado por la contradicción entre su empobrecimiento y el
pensamiento conservador, el trabajador se arroja en los brazos del fascismo".

14. La captación de las masas

La manipulación de las masas llevada a cabo por el fascismo parece inconscientemente inspirada en la
doctrina de Pavlov y sus reflejos condicionados, leyes que rigen las actividades nerviosas superiores del
hombre. La propaganda, considerada por Goebbels como un arma de guerra, constituía el elemento
fundamental con el que se atraía nuevos adeptos a la causa del nacionalsocialismo. La actividad
propagandística tiene dos funciones primordiales: inculcar un número elevado de ideas a un grupo
reducido de personas y agitar a un gran número de personas mediante un número reducido de ideas.
Los que sucumben ante esta estrategia son pequeño-burgueses, presas fáciles del miedo que resulta de
una sugestión imperativa como la del régimen hitleriano. El autor soviético Serge Tchakhotine afirmaba
que esta porción de la sociedad poseía un sistema nervioso inestable, y que a menudo se sentían
contentas al verse dominadas y guiadas.
Entre los factores visuales utilizados para atraer a las masas, se observa el predominio del color rojo (al
que se le atribuye una acción fisiológica excitante y es utilizado generalmente por partidos de izquierda o
pretendidamente "revolucionarios") y los uniformes militares de colores vistosos. Según palabras de
Domenach: "la propaganda toma de la poesía la seducción del ritmo, el prestigio del verbo e incluso la
violencia de las imágenes". Para actuar sobre los sentimientos de amor y alegría, es decir sobre los
sentimientos eróticos sublimados, se debían utilizar los bailes públicos, las tonadas populares, desfiles
con la presencia de gimnastas o flores.
En el aspecto social, Hitler copió las prácticas de la Iglesia Católica, en las que el incienso, la
semioscuridad y las velas encendidas crean un estado especial de receptividad emotiva.
En los mitines, había que tener en cuenta la habilidad de los oradores para alternar lapsos de tensión
discursiva con comentarios relajados, manteniendo así a la multitud expectante. Las directivas para la
"creación de entusiasmo" en la multitud (arengar a la masa, entonar himnos combativos, acompañar las
consignas con movimientos del cuerpo, por ejemplo el puño en alto, lo que constituía la llamada
"gimnasia revolucionaria") son en buena parte acústicas; los "tóxicos sonoros", como los llama De
Felice. El ritmo y la cadencia de los sonidos van acompañado de un bloqueo de la conciencia,
propiciando un estado de naturaleza hipnótica. La música instrumental es el más eficaz de estos tóxicos.
En ella, los instrumentos de percusión ocupan el lugar preponderante, ya que son los encargados de
llevar el ritmo. El timbre de algunos instrumentos como la trompeta tiene la propiedad de causar una
exaltación general.

15. La violencia psíquica

Un rasgo característico de la propaganda hitleriana era crear alrededor del nombre del líder una especie
de leyenda de héroe nacional, para mantener a las masas en un estado de esclavitud psíquica. Hitler
afirmó en su libro "Mein Kampf" ("Mi lucha") que "la propaganda política es el arte esencial de guiar
políticamente a las grandes masas". Y en el congreso de Nuremberg de 1936 exclamó: "la propaganda
nos ha llevado hasta el poder, la propaganda nos ha permitido conservar desde entonces el poder;
también la propaganda nos concederá la posibilidad de conquistar el mundo".
Si se trata de teorizar acerca del rol de la propaganda en el III Reich, nadie mejor que los propios
involucrados. Goebbels decía al respecto que "la propaganda debe tender a simplificar las ideas

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complicadas". Hitler precisa en su libro (transcripto en su mayor parte por su adláter Rudolf Hess en
prisión luego del fallido Putsch de Munich en 1923): "hay que reducir tanto más el nivel intelectual de la
propaganda cuanto mayor es la masa de hombres a los que se quiere llegar".
La propaganda hitleriana se valía del sentimiento nacional del pueblo alemán, de su tendencia
chauvinista. Otros aspectos de este fenómeno eran la persecución antisemita (encarada con una
brutalidad tal desde la propaganda hasta convertirse en su talón de Aquiles en el exterior) y la
demagogia social desenfrenada en el orden interno. Uno de los atributos característicos del fascismo, la
valoración positiva del uso de la violencia, se refleja en las siguientes palabras de Hitler: "la primera de
las condiciones para el éxito consiste únicamente en la aplicación perpetuamente uniforme de la
violencia". La "persuasión por la fuerza", campañas propagandísticas cuya base era el miedo, era el
denominador común. Rara vez en los discursos del führer dejaba de haber un llamamiento a la violencia,
una amenaza velada o una apología de la fuerza militar.
Domenach decía que "el hitlerismo corrompió la concepción leninista de la propaganda e hizo de ella un
arma en sí, de la que servirse indiferentemente para todos los objetivos. Las consignas leninistas tenían
una base nacional, aunque se adhieran en definitiva a unos instintos y a unos mitos fundamentales.
Pero cuando Hitler lanzaba sus invocaciones sobre la raza y la sangre a una muchedumbre fanatizada,
que le respondía con sus ‘Sieg Heil ’, sólo le preocupaba sobreexcitar en lo más hondo de ella el deseo
de poderío y el odio. Esta propaganda no designa unos objetivos concretos: se vierte en forma de gritos
de guerra, de imprecaciones, de amenazas y de vagas profecías, y si hay que hacer promesas, éstas
son tan insensatas que sólo pueden llevar al ser humano a un nivel de exaltación en el que éste
contesta sin reflexionar".
Otra regla es la de no hablar nunca en condicional. "Sólo la afirmación indicativa o imperativa nutre la
psicosis de poderío y la psicosis de terror entre los enemigos. ("Mein Kampf "). Por otro lado, Hitler le
asignaba a la unidad de mando el éxito de cualquier propaganda política, ya que, según él, "el fuerte es
más fuerte cuando se queda solo". Constantemente en sus discursos se repetía que los nazis eran los
vencedores -o que vencerían-, para "provocar la fuerza de sugestión que procede de la confianza en
uno mismo". Este precepto está estrechamente ligado a otra característica de la propaganda hitleriana:
el empleo de la mentira.
Lo que Hitler comprendió a la perfección -sin conocer la teoría de los reflejos condicionados- en lo que
refiere a las condiciones del éxito de su propaganda, fue la regla de su repetición. Dice al respecto: "todo
el genio desplegado en la organización de una propaganda no lograría éxito alguno si no se tuviera en
cuenta, siempre con el mismo rigor, un principio fundamental: debe limitarse a un número reducido de
objetos y repertirlos constantemente. La perseverancia es la primera y más importante condición del
éxito". Por esta razón machacaba sin cesar en las masas sus slogans o "divisas-microbio", sus símbolos
sonoros y escritos.

16. Goebbels y sus estrategias propagandísticas

Joseph Goebbels -quien paradójicamente había sido criado en una casa de tradición judía al igual que
su mujer, Magda- fue quizás el único verdadero intelectual de los altos mandos nazis. A cargo del
Ministerio de Propaganda, se convirtió en el principal aliado de Adolf Hitler en su tarea de obnubilar a las
masas mediante tácticas maquiavélicas de manipulación de información y control absoluto sobre prensa
gráfica, radio, cine, arte, literatura e incluso teatro.
La información acerca de los alemanes era obtenida mayormente de la Sicherheist-Dienst (SD) de la
policía secreta. Además, Goebbels dependía de sus propias Oficinas de Propaganda del Reich, de
funcionarios alemanes y de contactos con civiles o soldados. Los datos sobre países aliados, neutrales
o enemigos eran recopilados a partir de espías, conversaciones telefónicas interceptadas e
interrogatorios de prisioneros.
En la línea del centralismo de poder nazi, Goebbels concentraba en su figura la mayor cantidad de
funciones posibles dentro de su Ministerio. Esto llevó a roces con titulares de otras carteras (el Ministerio
de Asuntos Extranjeros incluso el Ejército).
Un asunto muy importante en estos menesteres era el de la credibilidad: sólo ésta debía determinar si
los materiales de la propaganda habrían de ser ciertos o falsos. Para Goebbels lo importante era lo
expeditivo y no lo moral. Para mantener la credibilidad, sin embargo, la verdad debía ser utilizada con la
mayor frecuencia posible. Por ende, las mentiras eran útiles cuando no podían ser desmentidas.
No se tenía el menor escrúpulo respecto del uso de la censura. "La política de las noticias -aseveró
Goebbels- es un arma de guerra; su propósito es el de hacer la guerra y no el de dar información". La
política habitual consistía en suprimir materiales considerados indeseables para el público alemán para
luego usarlos como propaganda en el exterior si eran apropiados. Por ejemplo, las historias referentes a
un supuesto canibalismo de los rusos eran difundidas en países extranjeros, pero no en Alemania para

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no aterrorizar a los familiares de los soldados.
Un elemento manejado con maestría por parte de Goebbels era la llamada "propaganda negra". Se
denominaba así a aquel material cuya fuente quedaba oculta para la audiencia. Se presumía que el
hecho de desperdigar rumores para que actuaran por sí solos como propaganda tendría más
posibilidades de ser creído si las autoridades alemanas no estaban relacionadas con él. También se
utilizaban medidas negras para combatir rumores indeseables dentro del Reich, ya que una desmentida
oficial, según Goebbels, no haría más que reforzarlos.
Otra metodología significativa era etiquetar los acontecimientos y las personas con frases y consignas
distintas pero fácilmente retenibles. La tarea de Goebbels consistía en vincular los sucesos con los
cliché verbales que iban a adquirir un especial significado. Estas denominaciones debían ser utilizadas
una y otra vez, pero sólo en las situaciones apropiadas. "Prohibo utilizar la palabra Führer en la prensa
-dijo Goebbels- cuando es aplicada a Quinsling, pues no considero justo que se aplique el término
Führer a ninguna otra persona que no sea el propio Führer".
Otro de los principios propagandísticos de Goebbels cuya comprensión ayuda a explicar el fenómeno de
persecución y exterminio de minorías (judíos, gitanos) era el que rezaba que "la propaganda debe
facilitar el desplazamiento de la agresión, especificando los objetivos para el odio". En general, la táctica
era desplazar la agresividad alemana hacia algún grupo marginal como los antes citados.
Por último, el propio Goebbels reconocía seis situaciones en las que la propaganda era impotente o
tenía muy escaso margen de acción:
• Impulso básico sexual
• Impulso básico del hambre
• Intentos de aumentar la producción industrial
• Alteración de impulsos religiosos
• Ataques aéreos enemigos
• Situación militar desfavorable
Fue ante estos acontecimientos -principalmente los dos últimos-, generalizados a lo largo del territorio
alemán a partir de 1943, que el régimen nazi comenzó a desmoronarse hasta la capitulación a principios
de 1945. Posteriormente, como es sabido, se suicidaron Adolf Hitler, Heinrich Himmler (a cargo de la
consolidación de las Schutzsaffel, conocidas como SS, la GESTAPO y la red de campos de
concentración) y Joseph Goebbels, quien junto con su esposa envenenó a sus hijos para posteriormente
quitarse su propia vida..

Notas finales

A grosso modo, la propaganda hitleriana esta caracterizada principalmente por tres elementos:
• Renuncia a las consideraciones morales.
• Apelación a la emotividad de las masas.
• Empleo de reglas racionales para la formación de reflejos condicionados conformistas en las masas.
Es imprescindible el análisis a fondo de la propaganda fascista y su impacto en las masas para así
comprender cómo las masas fueron engañadas, desorientadas y sumidas a influencias psicológicas.
En Alemania, tanto Hitler y Goebbels, las dos personalidades más notorias del movimiento nazi, como
sus adláteres (entre los que se destacan Hermann Göering, quien sólo estaba detrás del Führer en la
cadena de mando; Hjalmar Schacht, quien manejaba el Reichsbank y la cartera de Economía; Baldur
von Schirach, líder del movimiento juvenil nazi; Ernst Roehm, quien formó las Sturmabteilung o SA y fue
asesinado durante la llamada "Noche de los Cuchillos Largos" en 1934) son los referentes ineludibles de
este fenómeno. Mussolini, por su parte, sólo contaba con un Ciano a su disposición para estos fines,
pero fue el inspirador de muchas de las técnicas adoptadas por Hitler durante su estadía en el poder.
Quizás una de las dinámicas inherentes a las técnicas propagandísticas, el bluff en todo momento y
lugar, haya sido uno de los factores que contribuyó al derrumbe de esta parafernalia -y luego del propio
régimen- al volverse contraproducente en momentos de reveses bélicos e incertidumbre en la población
civil.

17. Nazismo en Alemania

La era de la república

Alemania sucumbió al fascismo mucho después que Italia, debido a que las fuerzas del nacionalismo y
el militarismo habían pasado por un período de temporario descrédito a raíz de la derrota sufrida por la
nación alemana en la primera Guerra Mundial. De 1918 a 1933,Alemania fue una república. La
revolución que derrocó al Káiser llevó al poder a una coalición de socialistas, centralistas y demócratas
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liberales. En 1919, los dirigentes de los tres partidos redactaron la constitución de Weimar. Estipulaba el
sufragio universal, el régimen de gobierno ministerial y una Carta de derechos que garantizaba no sólo
las libertades de derechos tradicionales, sino el derecho del ciudadano a disponer una ocupación, a
recibir una educación y a estar protegido contra los riesgos de la sociedad industrial.
Los reaccionarios y otros extremistas conspiraban infatigablemente contra ella. El caos económico que
había sido el amargo saldo de la paz impuesta por los aliados, hubieran minado la confianza popular en
cualquier régimen. A todo esto, el pueblo alemán tenía muy poca experiencia en materia del gobierno
democrático. La república de Weimar era el fruto de una revolución impuesta por la fuerza a la nación
alemana en la hora de la derrota.

Causas determinantes del triunfo del nazismo en Alemania: la derrota en la guerra

Los factores que llevaron al triunfo final del nazismo alemán fueron variados. El primero fue el
sentimiento de humillación nacida de la derrota. El pueblo alemán no podía creer que sus invencibles
ejércitos hubieran sido vencidos realmente en el campo de batalla. No tardó en crecer y alimentarse la
leyenda de que la nación germana había sido arteramente “apuñalada por la espalda” por los socialistas
y judíos del gobierno.

La inflación de 1923

El segundo factor entre cuantos condujeron al nacimiento y desarrollo del movimiento nacionalsocialista,
fue la rápida inflación de 1923; producto en buena parte de la invasión y ocupación del valle de Ruhr por
un ejército francés. Los franceses sostuvieron que los alemanes estaban deliberadamente eludiendo
satisfacer el pago de las reparaciones de guerra y que la única manera de obligarlos a cumplir con lo
pactado era introducir fuerzas militares en su territorio. Alentados por el propio gobierno, los
trabajadores se declararon en huelga. El gobierno alemán trató de apoyarlos emitiendo enormes
cantidades de papel moneda. El marco alemán había sido ya desvalorizado a raíz de los pagos por
reparaciones de guerra y la continua fuga de las reservas de oro, pero a partir de ese momento el
proceso de desvalorización de la moneda se precipitó en un verdadero tobogán. La carrera de
desvalorización adquirió una velocidad fantástica, hasta que llegó al fondo del pozo en noviembre de
ese año.
Debido a que los agricultores no podían seguir aceptando el marco en pago de sus productos, al
gobierno no le quedó otro remedio que emitir un nuevo circulante respaldado con riqueza tangible. Los
efectos de esta formidable inflación y el consiguiente repudio del pueblo alemán, fueron desastrosos
para ciertas clases. Los miembros de la pequeña burguesía, que obtenían sus ingresos de salarios o
rentas fijas, se vieron de la noche a la mañana reducidos a la miseria.
Por otra parte, miles de astutos especuladores medraban a costa de la situación y se hacían ricos
rápidamente; en unos casos especulando sobre las fluctuaciones del marco y en otros casos comprando
por centavos grandes negocios y saldando el remanente de la deuda con circulante desvalorizado.
Algunos eran judíos, pero abundaban también los alemanes de pura raza aria que no vacilaron en
hacerse una fortuna por ese medio. Lo cierto es que, la avidez de los especuladores ejerció un
desastroso efecto entre los despojados miembros de la pequeña burguesía, acentuando su descontento.

Del militarismo y el terror al bolcheviquismo

Entre otros factores que contribuyeron al nacimiento del nacionalsocialismo cabe el hecho de que
Alemania había sido siempre un Estado militar, imbuido de las más profundas tradiciones de orden y
disciplina. Las virtudes de subordinación, disciplina y obediencia, características de la vida militar, eran
las virtudes cardinales de la moral nacional, caras por ello mismo al alma del pueblo. En consecuencia,
muchos patriotas comenzaron a demostrar su preocupación por la irresponsabilidad y el relajamiento
que parecían caracterizar al régimen republicano de gobierno.
Otras de las causas concurrentes era el temor general al comunismo. Los marxistas alemanes dieron en
llamarse a sí mismos espartaquistas. Luego habrían de adoptar el nombre tradicional de comunistas. En
las elecciones presidenciales de 1932, el Partido Comunista Alemán consiguió más de la séptima parte
del total de votos escrutados. Tal como sucediera en su momento en Italia, muchos capitalistas y
propietarios comenzaron a dar señales de alarma ante el auge de lo que consideraban un inminente
peligro de revolución bolchevique y, secretamente, empezaron a apoyar a los nazis.

Los efectos de la depresión

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El factor más importante que precipitó el triunfo final del nazismo, fue la gran depresión. Ello resulta del
hecho de que el Partido Nacionalsocialista jamás había podido obtener más de 32 bancas en el
Reichstag antes de las elecciones de 1930. Después de 1929 consiguió el apoyo de los campesinos, los
estudiantes universitarios, de millones de desocupados y de los agricultores; con la esperanza de ver
aliviada su situación al borde del colapso.
Todas las profesiones estaban saturadas de graduados con un título abajo del brazo y ninguna
perspectiva visible de progreso. Jóvenes que jamás habían conseguido un empleo y que no podían por
lo tanto aspirar ni siquiera a las compensaciones gubernamentales por desempleo, fueron fácil presa de
las activas promesas de los agitadores nazis. Los más viejos cayeron a su vez, víctimas del juego. La
mayoría de la población no se había entregado al nazismo, pero la desesperación general rea tan
grande que habría de llevarlos fatalmente a hacharse en brazos del primero que prometiera liberarlos de
la confusión y el miedo. Para la mayoría de ellos, la pérdida de libertad política e intelectual era un
sacrificio mínimo comparado con los beneficios representados por la prometida seguridad económica.

18. La revolución nazi

La revolución nazi comenzó de una manera al parecer inofensiva. En el verano de 1932, el régimen
parlamentario se había desmoronado. Ningún canciller podía conservar el apoyo de la mayoría en el
Reichstag, pues los nazis se negaban sistemáticamente a apoyar a cualquier ministerio que no estuviera
encabezado por Hitler, y los comunistas, por su parte, eran opuestos a colaborar con los grupos
socialistas. En enero de 1933, un grupo de reaccionarios compuestos por industriales, banqueros y
junkers presionaron al presidente von Hindenburg para que designara canciller a Hitler.
Estaba dispuesto que sólo habría tres nazis en el gabinete. Pero los auspiciadores del plan no supieron
advertir el tremendo renacimiento de los sentimientos nacionalistas que respaldaban el movimiento nazi.
Hitler no perdió el tiempo y aprovechó al máximo ésta oportunidad. Procedió a intimidar a sus opositores
con todas las armas que poseía, suprimiendo las organizaciones gremiales y tomando enérgicas
medidas contra comunistas y socialistas. Persuadió a von Hindenburg para que disolviera el Reichstag y
convocara a nuevas elecciones el 5 de marzo.
Los nazis obtuvieron menos de los votos populares necesarios para asegurarse la mayoría, con un
porcentaje de apenas 288 bancas sobre el total de 647. Pero, sumando los 52 representantes elegidos
por sus aliados, Hitler obtuvo los votos necesarios para que se le acordaran poderes prácticamente
ilimitados.

Consolidación del régimen nazi

En el término de pocos mese, otros cambios más drásticos y radicales habrían de sobrevenir. Alemania
altamente centralizado a partir de la destrucción del principio republicano federal. Todos los partidos
políticos, con excepción del nacionalsocialista, fueron declarados fuera de la ley. El control totalitario se
extendió a la prensa, la educación, la actividad cinematográfica y teatral, la radio y muchas ramas del
comercio y la industria. Comenzaron a tomarse drásticas medidas contra los judíos, que fueron
eliminados de los puestos públicos, privados de su ciudadanía y proscritos de toda actividad teatral y
editorial, excluyéndoselos al mismo tiempo de las universidades.
Los radicales del partido se fueron envalentonando, hasta exigir que se prestara más atención a los
aspectos “socialistas” del programa nazi. Una facción interna, acaudillada por Ernest Roehm comenzó a
criticar la política del gobierno, tildándola de excesivamente conservadora, hecho que movió a Hitler a
acusarlo de conspirar para derrocarlo. El resultado fue que Roehm y por lo menos un centenar de sus
partidarios fueron asesinados por Hitler, Goering y la policía secreta. Con el correr de los años, todo el
régimen pareció desplazarse hacia una orientación cada vez menos radical.

Los elementos de debilidad

El imperio nazi, a pesar de su aparente fortaleza, sería derrotado; ante todo por la formidable coalición
que pudo ser organizada en su contra, pero también porque detrás de las apariencias impresionantes
escondía importantes elementos de debilidad. En primer lugar, los propios de todo imperio que, llegado
un grado de crecimiento, ve aumentar proporcionalmente las dificultades de organización y de represión
de las oposiciones que suscita. Agréguese la incapacidad de ganarse la buena voluntad de los aliados y
las rivalidades internas entre la SS, la Gestapo, el ejército y los principales dirigentes que rodeaban a
Hitler y pugnaban por desplazarse los unos a los otros. Súmese igualmente al carácter di Hitler,
personalista, reacio a los asesoramientos y proclive a conducir la política o las operaciones militares
dejándose llevar por factores irracionales; su concepción de la guerra relámpago impidió una

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preparación industrial para grandes plazos y una movilización mejor de sus grandes recursos
potenciales. Y el panorama se completa con la resistencia cada vez mayor de las poblaciones sometidas
y la organización de movimientos de rebeldía que se transformarían en una verdadera guerra de
guerrillas.

El fascismo alemán comparado con el fascismo italiano. El racismo.

En cuanto a su filosofía, puede decirse que el fascismo alemán tenía una manifiesta afinidad con su
congénere italiano. Ambos movimientos eran esencialmente colectivistas, autoritarios, nacionalistas,
militaristas y románticos por definición (en el sentido de su antiintelectualismo). Pero mediaban, no
obstante, algunas diferencias manifiestas. El fascismo italiano nunca tuvo una base racial. Si bien es
cierto que después de la formación del eje Roma–Berlín, Mussolini promulgó algunos decretos
antisemitas, la mayoría de ellos parecen no haber sido cumplidos al pie de la letra. Por el contrario, el
nacionalismo hizo del factor racial el pilar central de su teoría, argumentando que la raza aria tenía en
los nórdicos sus más perfectos exponentes, era la única en todo el género humano que había hecho
contribuciones realmente significativas al progreso de la humanidad. Sostenían además, que las
grandes obras y las cualidades intelectuales de un pueblo eran fatalmente determinadas por la sangre.
Deducían de ello que ninguna ciencia, literatura i música judía podrían representar jamás a la verdadera
nación alemana. Pero la verdadera razón por la que los nazis persiguieron a los judíos parece radicar en
el hecho de necesitar imperiosamente una víctima propiciatoria sobre cuyas espaldas descargar la
responsabilidad de los graves problemas que afligían a la nación.
Otra de las diferencias entre el fascismo alemán e italiano, reside en el hecho de no haber sido
plenamente desarrollado en Alemania el Estado en su forma corporativa. Por supuesto, una y otra forma
de fascismo implicaban por igual la abolición del derecho de huelga y el absoluto sometimiento de las
actividades económicas al control político, pero en Alemania no existía ninguna forma de representación
directa de los intereses económicos en las altas esferas del gobierno. Los miembros del Reichstag
siguieron siendo elegidos por el sistema de distritos geográficos y el Estado conservó su carácter
exclusivamente político. Finalmente, puede decirse que el nacionalsocialismo era mucho más
vehemente y fanático que el fascismo italiano.

El gobierno del Tercer Reich

A pesar de los profundos cambios teóricos del nuevo régimen, se permitió que perduraran muchas de
las formas tradicionales del antiguo régimen. Técnicamente, la nación seguía siendo una república.
Hitler añadió inmediatamente a la autoridad que ya poseía como canciller, la de presidente, y con el
consentimiento de la nación, manifestado a través de un plebiscito, adoptó el título de Fuehrer und
Reichskanzler (líder y canciller del Reich). El parlamento alemán fue también conservado, aunque pasó
a ser un cuerpo unicameral reducido exclusivamente al Reichstag.

Complejidad de los fundamentos de la importancia histórica del fascismo

La importancia histórica del fascismo en cualquiera de sus dos manifestaciones, italiana o alemana,
sigue siendo un tema de controversia que divide a los estudiosos de la historia moderna. Algunos
argumentan que sólo se trató de un movimiento de entronización de la fuerza por parte de los grandes
capitalistas empeñados en rescatar el derrumbe a su agonizante sistema. Pero ni el fascismo de
Mussolini ni el nacionalsocialismo alemán mostraron en sus comienzos ninguna inclinación por proteger
los interese de los monopolios. El propósito que los animaba era diametralmente opuesto; aunque no
debemos olvidar que la toma del poder en ambos casos dependía en alguna medida del apoyo de los
terratenientes y capitanes de la industria. Otra de las interpretaciones de fascismo pretende explicarlo
como una reacción de los deudores contra sus acreedores.
Otros historiadores del movimiento lo interpretan como una rebelión contra el comunismo. Lo más
probable es que el fascismo haya sido una combinación de todos esos factores y de otros que no figuran
en la lista. Se podría decir que era un producto del orgullo nacional y de una demanda de fuerza y
eficacia para solucionar los problemas de una sociedad caótica, indescriptiblemente complicada por la
segunda revolución industrial y por la desilusión y el colapso económico que sucedieron al estallido de la
primera Guerra Mundial.

19. Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial

22
Las víctimas

El número de muertos (según las cifras más aceptadas) llegó a 50 millones. A esta pavorosa cifra hay
que sumar las perturbaciones de los prisioneros, las secuelas de los campos de concentración, la
desorganización familiar, el hambre y le esfuerzo de adaptación de los soldados vueltos a ala vida civil.

La destrucción

Desaparecieron ciudades, vías férreas, carreteras, puentes y plantas industriales, así como se afectaron
los campos más fértiles.
Los vencidos:
Alemania debió aceptar la rendición incondicional y los aliados dividieron su territorio en cuatro zonas de
ocupación (norteamericana, inglesa, francesa y soviética). La ciudad de Berlín, situada en la zona rusa,
también fue dividida en cuatro zonas de ocupación. El tratado de paz firmado entre los E.E.U.U. y
algunos de sus aliados con el Japón, no fue suscrito por la U.R.S.S.
Alemania sufrió el desmantelamiento de su aparato industrial.

Los cambios territoriales

Austria y Checoslovaquia recuperaron su autonomía. La frontera polaca siguió la línea del Order-Neisse;
en consecuencia, Alemania perdió la Prusia Oriental y los territorios ubicados al este de dicha línea. Los
aliados de Alemania (Bulgaria, Hungría, Rumania y Finlandia) firmaron tratados de paz con los aliados,
imponiéndose las condiciones dictadas por los soviéticos que ocupaban esos países.
Italia perdió su imperio colonial; Trieste fue entregada a una comisión internacional, en tanto que l
Venecia Julia pasó a manos de Yugoslavia. Japón perdió sus conquistas. China recuperó Formosa, y la
U.R.S.S., Salajín. Los E.E.U.U., por su parte, ocuparon posiciones estratégicas en el Pacífico, y Corea
quedó ocupada por fuerzas norteamericanas y soviéticas.

Los cambios políticos

Europa perdió el poder global que conservaba de la guerra. Nació una "bipolaridad" del poder encarnado
por dos superpotencias: E.E.U.U. y U.R.S.S. Algunas monarquías cedieron paso a regímenes
republicanos: tales los casos de Italia, Yugoslavia, Albania, Rumania y Bulgaria. El "mundo comunista"
extendió su influencia sobre Europa Oriental y los Balcanes. Se planteó un nuevo conflicto ideológico:
por un lado los cumistas y, por otro, las democracias occidentales. Nació la "era nuclear" y,
paulatinamente, fue imponiéndose un nuevo "equilibrio del terror".

La Naciones Unidas: un instrumento creado para servir la paz internacional

Las divergencias y los diferentes puntos de vista entre las naciones no impidieron buscar una fórmula de
compromiso que analizara las relaciones entre los países.
Cuando culminaba la guerra (ya próximas a ser derrotadas las potencias del Eje), los aliados
determinaron integrar un organismo internacional para afianzar la paz y la colaboración entre las
naciones.
Esta nueva organización venía a reemplazar a la malograda Sociedad de las Naciones, surgida luego de
la Primera Guerra Mundial. Las bases de esta entidad internacional se elaboraron en la Conferencia
realizada en Dumbrton Oaks (E.E.U.U.) entre agosto y octubre de 1944 con la presencia de delegados
de los E.E.U.U., la U.R.S.S., Francia, Gran Bretaña y China.
La carta de la Organización de las Naciones Unidas (O.N.U.) fue redactada en San Francisco, por los
representantes de 50 naciones, entre abril y junio de 1945. La constitución oficial se produjo al firmarse
la Carta, el 24 de octubre del mismo año.
Estas naciones comenzaron un gigantesco esfuerzo, primero defensivo, luego ofensivo, que no
terminaría hasta el día de la victoria.
El tono de la vida política de 1942-1945 se hizo distinto:
• Hubo tregua entre los grandes partidos y se formaron gobiernos de unidad nacional en los que la
responsabilidad era compartida por mayorías y minorías.
• Los partidos comunistas de Occidente cambiaron de actitud, no sólo con respecto a la guerra –a la
que hasta 1941 habían considerado imperialista- sino con respecto a la lucha de clases, que fue
postergada por el objetivo primordial de vencer al nazismo.
• El antifascismo se convirtió en la gran consigna de la hora. El anticomunismo, que había tenido
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hasta entonces considerable influencia en la vida política de Occidente, quedó eclipsado por una
corriente de simpatía hacia la resistencia de la URSS frente a la invasión nazi.
• En los tres grandes Estados se produjo, de hecho, una gran concentración de poder en manos de
los principales estadistas del momento: Roosvlet, Churchill, Stalin.
• El régimen soviético, con respecto a cuya solidez interna se habían planteado tantas dudas en el
momento de la invasión alemana, dio un rotundo mentís a aquellas especulaciones con la unidad y
determinación mostradas en el rechazo del invasor.
• Los grupos dirigentes de preguerra se eclipsaron en muchos países, dando paso a elementos más
eficaces y dinámicos; de los movimientos de resistencia surgió una corriente de renovación de la
vida política.
• Tanto en los documentos públicos como en las manifestaciones de los estadistas surge la promesa
de un mundo de futuro distinto, con cambios políticos, sociales y económicos profundos. Estos
propósitos fueron enunciados por primera vez en un documento internacional en la Carta del
Atlántico (Roosvelt-Churchill, el 14 de abril de 1941). Se proclamaba en ella el respeto por el
derecho de autodeterminación de los pueblos, el deseo de que existan en el futuro “normas
mejoradas de trabajo, desarrollo económico y seguridad social”, y la confianza de que “después de
la destrucción final de la tiranía nazi…los hombres puedan vivir libres de temor y la necesidad”. Los
documentos posteriores reafirmaron y desarrollaron estos principios con la adhesión de loa otros
Estados de la coalición. Y los movimientos populares, particularmente los de resistencia, los
proclamaron como objetivos primordiales de la guerra junto a la derrota del nazismo.

Propósitos fundamentales de la O.N.U

• Mantener la paz y la seguridad internacional.


• Fomentar relaciones amistosas entra las naciones y la solidaridad internacional.
• Promover la cooperación internacional para la resolución de problemas de orden económico, social
y cultural.
La Guerra Fría: tensión entre las potencias

La derrota del totalitarismo nazi-facista no garantizó las buenas relaciones entre las potencias
vencedoras. Los enfrentamientos ideológicos, mantenidos latentes entre los "tres grandes" durante la
guerra, afloraron apenas ésta terminó. El año 1947 se señala como el de la iniciación de la "guerra fría",
expresión usada para definir la tensión entre los bloques opositores (la U.R.S.S. y las llamadas
"democracias populares" frente a las democracias occidentales). Ambos bloques iniciaron una carrera
armamentista que llegó al borde de a "guerra caliente", mediante un espionaje internacional organizado,
permanentes reclamos diplomáticos, y una eficiente propaganda.
La "Doctrina Truman"
Muerto el presidente Roosevelt, quien mantuvo una política de concesiones frente a la U.R.S.S., las
relaciones ruso-norteamericanas fueron variando. Truman replanteó la política de su país: para ello, tuvo
en cuenta los exitosos avances soviéticos sobre Europa Oriental y Central y en ciertas regiones de Asia,
que perturbaban peligrosamente el equilibrio del poder. En consecuencia, la "doctrina Truman" buscó
reforzar una política de contención de la influencia soviética.
El bloqueo de Berlín
Un episodio culminante de la "guerra fría" tuvo lugar en la ciudad de Berlín, situada dentro de la zona
soviética; pero ocupada por norteamericanos, rusos, franceses y británicos. De hecho, esta ocupación
se agrupó en dos sectores: el occidental (norteamericano, británico y francés) y el oriental (soviético).
Las diferencias culminaron cuando los rusos retiraron su delegado ante el Estado Mayor Aliado y
dispusieron el bloqueo de la ciudad hacia Berlín Occidental (23 de junio de 1948). Cerrados todos los
accesos, los aliados se vieron obligados a instrumentar un "puente aéreo", que permitió el
abastecimiento de la ciudad y, con el cual, se eludió el bloqueo. La situación se tornó muy tensa hasta el
12 de mayo de 1949, fecha en que los rusos levantaron el bloqueo.
El mundo al borde de otra guerra
En Cuba triunfó una revolución encabezada por Fidel Castro contra el dictador Fulgencio Batista (1956).
En 1961, el líder cubano proclamó la República Socialista y se adhirió al marxismo-leninismo. La
asistencia económica, técnica y militar de la U.R.S.S. fue, cada vez, más efectiva.
En 1962, ante la evidencia de la instalación de misiles atómicos (de origen soviético) en aquella nación
antillada, los E.E.U.U., a través de su presidente John F. Kennedy, exigieron el retiro del armamento.
Tras angustiosas tratativas, que colocaron al mundo al borde de una nueva guerra, los rusos se vieron
forzados a desmantelar su aparato bélico.

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El "Plan Marshall": la asistencia económica norteamericana

Finalizada la guerra, los países europeos presentaban un cuadro económico ruinoso que amenazaba
provocar serios conflictos sociales. Ante la presunción de que tales perturbaciones pudieran ser
aprovechadas por el comunismo, los E.E.U.U. estudiaron la posibilidad de efectivizar un crédito para sus
aliados.
En 1947, el Secretario de Estado norteamericano, general George Marshall, presentó un proyecto de
ayuda económica al cual se le adhirieron 16 países europeos.
Cómo funcionó el plan Marshall:
• Los E.E.U.U. fijaron la cantidad de 17 mil millones de dólares para distribuir en cuatro años. El 80%
sería entregado en donativos, y el 20%, en préstamos.
• Los países más beneficiados fueron Gran Bretaña y la república Federal Alemana.
• El gobierno norteamericano compraba mercaderías y las donaba a los países beneficiarios; éstos
las revendían en el mercado interno. Los recursos obtenidos debían utilizarse en promover el
desarrollo interno y en la lucha contra la inflación.

Sistema de alianzas militantes

Los aliados reforzaron sus vínculos entre sí y con los E.E.U.U. al promover un sistema de alianzas
militares:
• Organización del Tratado del Atlántico Norte (O.T.A.N.): Suscrito al 4 de abril de 1949 por los
E.E.U.U., Gran Bretaña, Francia, Italia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Noruega, Dinamarca,
Portugal, Canadá e Islandia. Posteriormente, se adhirieron Gracia, Turquía y la República Federal
Alemana.
Mantiene un ejército común con el aporte de todos los países miembros. La comandancia queda
reservada a un militar norteamericano.
• Organización del Tratado del Sudeste Asiático (S.E.A.T.O.), suscrito en Filipinas en 1954 por los
E.E.U.U., Gran Bretaña, Francia, Australia, Nueva Zelanda, Filipinas, Paquistán y Tailandia. Es su
finalidad contener la creciente influencia comunista de la República Popular China.
• Pacto de Bagdad (febrero de 1955). Tratado de defensa mutua suscrito, inicialmente, por Irak y
Turquía. Luego se incorporaron Gran Bretaña, Paquistán, Irán y Los E.E.U.U.

La réplica comunista: El Pacto de Varsovia

Desde el punto de vista geopolítico, este sistema de alianzas procuraba cercar a la unión Soviética y a la
República Popular China.
La réplica comunista se concretó en el pacto de Varsovia (mayo de 1955), integrado por Albania
(separada en 1962), Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, República Democrática Alemana, Polonia,
Rumania y Unión Soviética. La República Popular China, Corea del Norte y Vietnam del Norte tenían
delegados observadores.

Sistemas de alianzas económicas

También en el orden económico se crearon organismos de cooperación. Los más importantes fueron:
• Organización Europea de Cooperación Económica (O.E.C.E.) vinculada al Plan Marshall.
• Benelux, suscrito por Bélgica, Holanda y Luxemburgo (enero de 1948), con la intención de crear una
unión aduanera.
• Comunidad Económica Europea o Mercado Común Europeo (marzo de 1957). Creado con la
intención de fortalecer las relaciones económicas de los Estados miembros y eliminar la
competencia de otros países a través de la imposición de tarifas comunes y de la liberación de las
aduanas.

Las grandes potencias occidentales

• E.E.U.U.: al finalizar la Segunda Guerra Mundial, este país se constituyó en el verdadero vencedor.
Su territorio no fue tocado por la conflagación y su economía prosiguió un notable ritmo expansivo,
ya que su industria de guerra se convirtió en una industria de paz estimulada por la demanda interna
y por el pedido de mercaderías destinadas al Plan Marshall.

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Así, los E.E.U.U. se convirtieron en el Estado más rico del mundo: con el 7% de la población mundial,
consume el 45% de sus riquezas.
• Europa occidental: Las dos superpotencias (EEUU y URSS) desplazaron a los países de Europa
occidental de la conducción política del mundo, tarea que detentaban desde varios siglos atrás.
El principal esfuerzo de los Estados Occidentales se canalizó hacia la reconstrucción y al
restablecimiento de la producción. Desde el punto de vista político mantuvieron el sistema de gobierno
que tenían antes de la guerra (activas democracias parlamentarias).
En Francia, se instauró la IV República (1947) y, ocho años después, luego de superar una grave crisis,
el general Charles De Gaulle dio nacimiento a la V República.
En Gran Bretaña, el Partido Conservador, conducido por Winston Churchill, fue derrotado por el Partido
Laborista, de tendencia socialdemócrata, que encabezaba Clement Attlee.
Alemania quedó dividida en dos estados: la República Democrática Alemana (tendencia comunista) y la
República Federal Alemana (adherida a las democracias occidentales). Este último país se recuperó
rápidamente y comenzó a gravitar en Europa, incorporándose al sistema de alianzas.
En Italia, un plebiscito realizado en 1946 abolió la monarquía e instauró la República.

El Bloque Oriental: La U.R.S.S. y las "Democracias Populares"

Al terminar la guerra, la política exterior soviética impuso "Estados satélites" que bordearon sus
fronteras:
• Bulgaria y Polonia fueron las primeras en sovietizarse.
• Luego de la participación de Alemania, lo hizo la República Democrática Alemana.
• Después de ofrecer una enérgica resistencia, Hungría, Checoslovaquia y Rumania, integraron en la
órbita marxista.
• Yugoslavia y Albania ingresaron al bloque oriental: pero luego se separaron para iniciar una política
comunista desvinculada de las directivas de Moscú.
1956. En Hungría estalló un movimiento popular antisoviético que fue reprimido sangrientamente,
mediante la intervención de las fuerzas rusas.
1968. En Checoslovaquia, el gobierno intentó liberalizar su política comunista. Las fuerzas coligadas en
el Pacto de Varsovia penetraron en territorio checo e impusieron un gobierno pro-soviético.

El Bloqueo de los "No Alineados"

Entre la bipolaridad occidental y oriental, algunos Estados de África, Asia y América latina, constituyeron
el bloque de países "no alineados". Estos países tienen, en general, algunos rasgos comunes:
• Son subdesarrollados o en vías de desarrollo.
• Muchos de ellos son naciones coloniales, independizadas después de la guerra.
• Tienen un conjunto de problemas sociales y económicos más o menos semejantes.
• Sin embargo, no constituyen un grupo homogéneo, como prueba la presencia de naciones tan
diferentes como India, Arabia Saudita, Congo, Túnez, Ghana o Yugoslavia.
En la actualidad, el grupo de los "no alineados" contaba con un buen número de votos en la ONU, y por
lo tanto, desempeñaba un papel cada vez más importante en la política internacional.

La descolonización: El "Mundo Colonial" se conmociona

El fin de la guerra trajo como consecuencia la decadencia de los imperios coloniales, creándose las
condiciones que favorecieron al proceso de descolonización.
Las potencias colonialistas comprendieron los riesgos que significaba enfrentar las tendencias
emancipadoras y debieron ceder a las pretensiones de sus colonias.
La prédica de la O.N.U., fue favorable a la descolonización. En sus asambleas generales se expresaron,
a favor de este movimiento, E.E.U.U., U.R.S.S., los países latinoamericanos y los Estados árabes,
asiáticos y africanos que habían ido incorporándose.
Hubo dos períodos de descolonización: gran oleada en Asia (llegó hasta la década del 50') y segunda
oleada (a partir de 1955, que tuvo por centro la región africana).
Entre amabas etapas se ubica la Conferencia de Bandung (Indonesia), celebrada en 1955, con la
participación de casi una treintena de Estados asiáticos y africanos. Tuvo el histórico significado de
permitir expresarse a pueblos hasta hacía poco dependientes, deseosos de "afirmar su dignidad y su
existencia ante las grandes potencias de ayer y de hoy".
Independencia de la India, Ceilán, Birmania y Malasia: duro golpe al colonialismo inglés

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• En la India, el movimiento nacionalista fue conducido por Ghandi (1869-1948), partidario de la
técnica de "no cooperación" con los ingleses dentro del principio de la no violencia. Finalmente, el 3
de junio de 1947, el enviado británico Lord Mountbatten propuso un plan de partición de la India en
dos Estados siguiendo un criterio de separación religiosa. Surgieron así, la Unión India (cuyo
gobierno fue asumido por el Patido del Congreso, dirigido por Ghandi) y Paquistán (integrado por
musulmanes).
• La isla de Ceilán también obtuvo su independencia de Gran Bretaña en diciembre de 1947.
• Birmania, ocupada durante la guerra por los japoneses, volvió a ser ocupada por los británicos.
Surgió, entonces, una Liga Antifascista por la Independencia del Pueblo, integrada por partidos de
diversas tendencias. Esta Liga condujo las negociaciones que culminaron con la independencia (4
de enero de 1948).
• En Malasia la descolonización fue más lenta debido a los intereses económicos ingleses
(plantaciones de caucho y minas de estaño). Por otra parte, no existía una población homogénea
(40% de chinos, 40% de malayos y 20% de indios), hecho que acentuaba los conflictos raciales.
Loa británicos comenzaron por reconocer a la Federación Malaya (1948); pero esto no significó la
independencia, pues los resortes del poder permanecieron en manos inglesas. Ante el continuo estado
de insurrección, Gran Bretaña decidió reconocer a la Federación Malaya como un Estado independiente
(agosto de 1957).

De esta manera podemos observar que concluyeron los regímenes fascistas en Italia y Alemania, pero
no en España, dado que Franco continúa con éste régimen hasta la década del 70’.

20. Conclusión

Realmente no tenemos una idea concreta de cómo organizar y explicar lo que sentimos al terminar
nuestro trabajo. La ira nos invadía mientras analizábamos la información, como por ejemplo los 50
millones de asesinatos provocados por una ideología tan asquerosa como ridícula, y nos seguimos
preguntando cómo una doctrina completamente vacía de argumentos racionales puede traer las
consecuencias que hoy en día seguimos sufriendo cuando vemos cruces svásticas dibujadas en las
calles.
Si bien entendimos el significado de la palabra fascismo y analizamos el contexto histórico de su
desarrollo, no logramos todavía comprender ni aceptar que esto realmente ocurrió, y que no es producto
de la imaginación de ningún escritor.
Nos quedan más preguntas que respuestas, y pensamos que la única forma de encontrar las respuestas
es no olvidando e intentar de a poco combatir las secuelas que dejó la enfermedad fascista en el
período entre la 1ra y 2da Guerra mundial.

21. Bibliografía consultada

• Diario “Clarín, suplemento Cultura y Nación. Domingo 18 de octubre de 1998


• Diario “Clarín”, revista VIVA. Domingo 18 de octubre de 1998
• Diario “Clarín”, suplemento Zona. Domingo 6 de febrero de 2000
• Diario “El Radar”. Viernes 12 de marzo de 1998
• “El período entre dos guerras” (cuaderno n° 20) de Alfredo Traversoni. Edición Cincel-Kapeluzs. Año
1990
• “Enciclopedia Encarta” Año 1998
• “Enciclopedia Hispánica” (Tomo 5, 6, 9 y 10). Año 1992
• “Historia Universal de las Civilsaciones” (Tomo V) de Edward Mc Nall Burns y Philip
Lee Ralph. Edición: El Ateneo. Año 1966.
• “La Segunda Guerra Mundial” (cuaderno n°31) de Alfredo Traversoni.
Edición Cincel-Kapeluzs. Año 1988

Direcciones WEB:
• http://www.monografias.com/trabajos/aconseguemun/aconseguemun.shtml
• http://www.monografias.com/trabajos/conseguemun/conseguemun.shtml
• Leich, W., “Psicología de masas del fascismo”.
• Doob, Leonard W., “Goebbels y sus principios propagandísticos”
• Toland, J., “Adolf Hitler”.

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Lucía Catsap. 15 años, estudio secundario en Instituto Libre de Segunda Enseñanza (UBA)-
Año 2000

Resumen:
En este trabajo los principales conceptos descriptos tratan de el nazismo y el fascismo, su desarrollo
histórico basándose en la Primera y Segunda Guerra Mundial, con sus causas y consecuencias.
Palabras claves:
Nazismo, fascismo, 1ra Guerra Mundial, 2da Guerra mundial, Psicología del fascismo y nazismo,
Mussolini, Hitler, evolución y revolución fascista y nazi, ONU, etc.

Trabajo enviado por:


Daniel
catsap@cvtci.com.ar

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