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El asesinato de Francisco Villalba

Álvaro Uribe y la masacre de El Aro


Por Guillermo González Uribe *
Revista Número

Su nombre era Francisco Enrique Villalba Hernández, alias «Cristian Barreto». Lo condenaron
junto con dos de los máximos jefes paramilitares, Carlos Castaño y Salvatore Mancuso, por la
masacre de El Aro; estos últimos a 40 años de cárcel, y Villalba a 33 años y 4 meses 1 . Alias Cris-
tian Barreto se entregó a la justicia el 13 de febrero de 1998, tres meses después de dicha masa-
cre, para aliviar su conciencia 2 . Luego de los testimonios que ofreció el año pasado ante la Fisca-
lía General de la Nación y el Congreso de la República, lo asesinaron el 23 de abril del 2009.

La masacre de El Aro ha sido una de las más crueles perpetradas por los paramilitares: durante
una semana se pasearon libremente por la zona, cometiendo desmanes contra sus habitantes y sus
posesiones: «Con toda la parsimonia del caso, como a sabiendas de que nada les impediría su
calculada carnicería, cazaron, torturaron y vejaron a sus 17 víctimas, quemaron 42 de las 60
viviendas, se robaron 1.200 reses y forzaron a 702 habitantes a salir huyendo para salvar la vi-
da» 3 . Los relatos de los hechos son espeluznantes: descuartizamientos, violaciones, saqueos. Al
tendero del pueblo, Marco Aurelio Areiza (64 años), lo amarraron, lo torturaron, le sacaron el
corazón 4 , los ojos y los testículos.

El testimonio inicial de Villalba y otros más se corroboraron en la sentencia de la Corte Interame-


ricana de Derechos Humanos, que condenó al Estado colombiano por los hechos, en pronuncia-
miento que sintetiza el horror de la violencia paramilitar en el país 5 . Incluso la sentencia señala
que «Colombia reconoció su responsabilidad internacional… en vista de la participación de
agentes suyos en los hechos».

*
Guillermo González Uribe. Periodista y editor. Fue coordinador del «Magazín Dominical» del periódico El Espec-
tador en los años ochenta, director de la revista Gaceta de Colcultura a comienzos de los noventa y es director de la
revista Número desde su creación en 1993. Premio Planeta de Periodismo 2002 por su trayectoria profesional y su
libro Los niños de la guerra; Premio Media 2001 de Lasa, Latin American Studies Association, Washington; medalla
al trabajo de crítica cultural, Festival Internacional de Arte de Cali, 2001
1
Fiscalía General de la Nación, boletín de prensa, abril del 2003:
http://www.fiscalia.gov.co/pag/divulga/Bol2003/abril/bol160.htm
2
«Uno se aburre de tanto entierro», entrevista de Villalba con Carlos Giraldo y Miguel Garrido, El Colombiano, 24
de agosto del 2006, reproducida por la página de la Fuerza Aérea Colombiana:
http://www.fac.mil.co/?idcategoria=13778
3
«Las cicatrices de El Aro», Javier Arboleda García, revista Semana, 31 de octubre del 2008:
http://www.semana.com/noticias-conflicto-armado/cicatrices-aro/116851.aspx
4
«Un alivio para la pesadilla», Carlos Alberto Giraldo, El Colombiano, 18 de diciembre del 2005:
http://www.micolombiano.com/BancoConocimiento/U/un_alivio_para_la_pesadilla/un_alivio_para_la_pesadilla.asp
?codSeccion=59
5
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso de las masacres de Ituango vs. Colombia. Sentencia de 1° de
julio de 2006:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_148_esp.pdf”http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/ser
iec_148_esp.pdf
2

Los textos citados que reconstruyen los sucesos hablan de cómo se pidió apoyo a la gobernación
de Antioquia, así como al ejército y a la policía, pero las autoridades no ayudaron a los poblado-
res, e incluso «Miembros del ejército iban arreando el ganado» 6 robado a los campesinos. Este
hecho formó parte de la sangrienta estrategia paramilitar para combatir a la guerrilla, despojar de
bienes y tierras a campesinos, proteger a los terratenientes y tomar el control de regiones claves
para el narcotráfico. Las masacres de los corregimientos de El Aro y La Granja, municipio de
Ituango, se cometieron en desarrollo de la lucha por el Nudo de Paramillo, zona vital para el do-
minio del departamento de Antioquia y de la región, que estaba bajo la influencia de la guerrilla,
según lo reconoció el propio líder paramilitar Salvatore Mancuso 7 . Admitió también él que los
paramilitares son hijos del Estado colombiano, y que recibieron adiestramiento y armas por parte
de las fuerzas regulares del Estado 8 . Esta estrategia encontró un terreno fértil para su desarrollo
en las cooperativas privadas llamadas Convivir, legalizadas y respaldadas en el departamento de
Antioquia en los años noventa, durante la gobernación de Álvaro Uribe 9 .

Francisco Villalba, el protagonista de este recuento, estudió hasta quinto de primaria. Siendo un
niño de diez años conoció a Dandenys Muñoz Mosquera, alias La Quica, quien llegaría a ser lu-
garteniente del capo más poderoso que ha existido en Colombia, Pablo Escobar Gaviria. Cuando
tenía dieciséis, La Quica lo mandó a trabajar con Fidel Castaño, uno de los paramilitares más
sanguinarios 10 . De ahí en adelante la historia de Villalba es semejante a la de otros paramilitares:
asesinatos, masacres, torturas, traiciones.

Pese a lo relatado, la noticia del asesinato de Villalba no tendría mayor trascendencia en un país
copado por la violencia. Lo que la hace singular es que en sus testimonios vinculó al hoy presi-
dente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, con una masacre.

Villalba lo afirmó ante la Fiscalía en febrero del 2008 11 y lo ratificó luego ante la Comisión de
Acusaciones de la Cámara de Representantes, en noviembre del mismo año. El 22 de abril del
2009, pocos meses después de su testimonio ante el Congreso de la República, y cuando había
pasado apenas algunos días en prisión domiciliaria, sicarios que utilizaron armas con silenciado-
res 12 lo asesinaron frente a su casa, en el municipio de La Estrella, adjunto a Medellín 13 , cuando
estaba acompañado de su esposa y su hija de cuatro años.

6
«Un alivio para la pesadilla», ob. cit.
7
«Las cicatrices de El Aro», ob. cit.
8
Mancuso: «El paramilitarismo de Estado sigue vivo», 3 de abril de 2008, entrevista con Terra:
http://www.terra.com.co/actualidad/articulo/html/acu10230.htm
9
Debate de Gustavo Petro en el Senado: «Siendo gobernador de Antioquia, Uribe autorizó varias Convivir a parami-
litares», http://www.polodemocratico.net/Uribe-autorizo-varias-Convivir-a
10
«Uno se aburre de tanto entierro», ob. cit.
11
«Detalles del testimonio que involucra a Uribe y a su hermano en una masacre», Gonzalo Guillén y Gerardo Re-
yes, El Nuevo Herald:
http://www.elnuevoherald.com/opinion/columnistas/gerardo-reyes/story/511596.html
12
«Francisco Villalba, un testigo que sabía demasiado», Desde abajo:
http://www.desdeabajo.info/index.php/ediciones/185-edicion-146/4531-la-masacre-de-el-aro-11-anos-despues-
francisco-villalba-un-testigo-que-sabia-demasiado.html
13
«Francisco Villalba, quien denunció a Uribe, advirtió que lo iban a matar», El Espectador:
http://www.elespectador.com/impreso/judicial/articuloimpreso138547-francisco-villalba-quien-denuncio-uribe-
advirtio-iban-matar
3

Dice Villalba en su testimonio ante el Congreso de la República 14 que en la reunión en que se


planeó la acción sobre El Aro estuvieron presentes «Álvaro Uribe y Santiago Uribe, el señor
Mancuso, Cobra, Noventa, Carlos Castaño, mi persona, Junior y los 22 hombres que yo tenía
bajo mi mando». Agrega que luego de la matanza se celebró otra reunión en la que además de
varios jefes paramilitares, como Mancuso y Carlos Castaño, estaban Álvaro y Santiago Uribe, y
que el entonces gobernador de Antioquia «Nos felicitó y todo a nosotros». Añade que la opera-
ción se realizó para liberar a varios secuestrados, entre ellos a Mario, primo de Álvaro Uribe.
Habla además de cómo el helicóptero de la gobernación sobrevoló la zona durante la masacre.
Afirma que el hermano de Álvaro, Santiago Uribe, es el dueño del grupo paramilitar Los Doce
Apóstoles. Se refiere luego a una supuesta carta suya al presidente Álvaro Uribe, en la que se
retracta de sus acusaciones, pero indica que esa carta es falsa: «Yo nunca me voy a retractar, yo
lo que dije me quedo ahí, si me van a matar que me maten…». Habla también de otra carta dirigi-
da al presidente Uribe, en la que el paramilitar Junior dice que Villalba no fue autor intelectual ni
material de la masacre. Al respecto, alias Cristian Barreto responde que en la cárcel les propusie-
ron a varios desmentir sus acusaciones, y que el único que aceptó fue Junior. «Hay una contra-
dicción del señor Junior. Él dice que yo no participé en la masacre de El Aro. Si yo no participé
entonces por qué estoy detenido, primero que todo porque me hicieron reconocimiento los fami-
liares de las víctimas…», explica. Cuando le dicen en el interrogatorio que no hay registro del
vuelo del helicóptero de la gobernación en la zona durante los días de la acción paramilitar, res-
ponde que esto proviene de «el monopolio del país, el monopolio que quieren ocultar cosas y
dejarlo a uno como un mentiroso como que está echando mentiras, yo siempre he pedido una
veeduría internacional…». Una última cita de este documento; luego de afirmar que ha sido obje-
to de varios atentados, Villalba agrega: «… así me maten que lo logren hacer van a callar pero
las pruebas saldrán después… Son muchas pruebas que hay ocultas que muy pronto van ha (sic)
salir».

No es fácil creer este testimonio de Villalba, pero los hechos generan por lo menos varias pregun-
tas:

Si era un testigo tan excepcional, que había sido objeto de atentados y afirmaba que lo iban a ma-
tar, ¿por qué se le dio prisión domiciliaria sin brindarle protección?

Si se le creyó a Villalba cuando confesó la masacre de El Aro, y por eso la justicia colombiana lo
condenó, junto con Mancuso y Castaño, ¿por qué ahora se le da credibilidad a la carta de otro
paramilitar en la que se asevera que Villalba no tenía mando ni participó en los hechos?

¿Por qué aparece de pronto, en la Presidencia de la República, una carta supuestamente de Villal-
ba en la que asegura que era mentira lo que dijo del presidente, pero el propio Villalba enfatiza
que él no la escribió?

¿Por qué se le da amplia difusión y credibilidad a esa carta que, según investigación de Noticias

14
Cámara de Representantes. Testimonio que rinde el señor Francisco Enrique Villalba Hernández. Expediente
2394. 12 de noviembre del 2008. Fotocopia de la declaración que reposa en los archivos del Congreso.
4

Uno, y dictamen de un grafólogo, no la escribió Villalba sino otro preso que por interpuesta per-
sona la hizo llegar a la Presidencia de la República? 15

¿Por qué la defensa dice que no hay constancia de que el helicóptero de la gobernación estuvo en
El Aro durante la masacre porque no aparece en los registros de la gobernación, pero además del
testimonio de Villalba, el jefe paramilitar Salvatore Mancuso sostuvo en su versión libre del 18
de noviembre del 2008 que «un helicóptero de la gobernación de Antioquia sobrevoló El Aro
durante la masacre» 16 .

¿Por qué en esa misma declaración Mancuso afirma que «… el entonces secretario de Gobierno
de la gobernación de Antioquia, Pedro Juan Moreno, se enteró de lo que iba a pasar en El Aro
en una reunión que tuvo con Carlos Castaño a la que asistió Salvatore Mancuso en Tierralta,
Córdoba, previa a la masacre. Moreno había pedido personalmente a Castaño una cita para
hablar sobre las Convivir de Urabá, de las que fue uno (de los) defensores en Antioquia»?

¿Quién o quiénes deben responder ante el Estado colombiano por los $3.500 millones que la Cor-
te Interamericana de Derechos Humanos lo condenó a pagar a los familiares de las víctimas de
las matanzas de El Aro y La Granja? 17

La masacre de El Aro es un caso salpicado de hechos, coincidencias, interrogantes, patrones de


comportamiento que no dejan de preocupar.

Al defensor de derechos humanos Jesús María Valle Jaramillo, quien había denunciado en repeti-
das ocasiones el accionar paramilitar ligado al ejército en La Granja y El Aro, lo señaló el enton-
ces gobernador Álvaro Uribe Vélez como «enemigo de las fuerzas armadas» 18 , y la IV Brigada
lo denunció penalmente.

En su defensa, Valle Jaramillo manifestó:

«Yo siempre vi, y así lo reflexioné, que había como un acuerdo tácito o como un ostensible com-
portamiento omisivo, hábilmente urdido entre el comandante de la IV Brigada, el comandante de
la policía de Antioquia, el doctor Álvaro Uribe Vélez, el doctor Pedro Juan Moreno y Carlos
Castaño. Todo el poder de los grupos de autodefensa se ha consolidado por el apoyo que ese
grupo ha tenido con personas vinculadas al gobierno, al estamento castrense, al estamento poli-
civo y a prestantes ganaderos y banqueros del departamento de Antioquia y el país» 19 .

15
«Antes de morir, Villalba dijo que nunca se retractó de acusaciones contra Uribe», informe de Noticias Uno re-
producido por Terratv:
http://terratv.terra.com.co/Noticias/Noticias-Uno/5499-107360/Francisco-Villalba-habria-prometido-pruebas-en-
contra-de-Alvaro-Uribe.htm
16
Portal Verdadabierta, http://www.verdadabierta.com/web3/justicia-y-paz/versiones/80-versiones/552-mancuso-
masacres-y-sus-qaliadosq
17
«Corte Interamericana de Derechos Humanos condena al Estado por masacre de Ituango», El Tiempo, 28 de julio
del 2006, reproducida por Acnur: http://www.acnur.org/index.php?id_pag=5410
18
«¿Qué fue lo que dijo Jesús María Valle?», revista Semana:
http://www.semana.com/noticias-on-line/dijo-jesus-maria-valle/101282.aspx
19
«Las responsabilidades en la masacre de El Aro: una verdad por desentrañar», Comisión Colombiana de Juristas:
http://molascolombianas.com/Portals/0/Bolet%C3%ADn%20No34%2027%20abril2009.pdf
5

Al poco tiempo de hacer esta declaración, a Jesús María Valle Jaramillo lo asesinaron.

Por último, cabe señalar que Salvatore Mancuso, uno de los implicados en el testimonio de Fran-
cisco Villalba, y quien fue extraditado por el presidente Uribe hace más de un año a Estados Uni-
dos, en entrevista a la revista Cambio titulada «Conmigo extraditaron la verdad», dice20 : «Si a las
autodefensas, que supuestamente eran amigas del gobierno, y a Mancuso, el amigo personal de
Uribe, les hacen esto (las extraditan), qué no les harán a las Farc, que asesinaron al padre del
presidente». Palabras del propio Mancuso, citándose él mismo en tercera persona como amigo
traicionado del presidente Uribe. Esa relación de «amigo personal» del hasta hace poco máximo
comandante de los paramilitares con el presidente no la habían reconocido hasta ahora ni el pre-
sidente ni Mancuso.

Sostiene además Mancuso en dicha entrevista, al hablar de la elección presidencial de Álvaro


Uribe: «La gran mayoría de nosotros apoyamos a Uribe porque recibimos instrucciones de los
comandantes y así lo hicimos en todos los departamentos con influencia del bloque Norte».

A la pregunta sobre la razón de su extradición, Mancuso responde: «El gobierno se asustó con las
actividades de algunos comandantes y porque estábamos reconstruyendo la verdad».

Apéndice

En su voto razonado sobre las masacres de El Aro y La Granja, el juez de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos Antônio Augusto Cançado Trindade escribió, citando a Ionesco 21 :

«Estamos ahora subyugados por la razón de Estado que permite todo: los genocidios, los asesi-
natos, el meter en cintura a los intelectuales… El Estado es la defensa del crimen. El Estado im-
pulsa el crimen, justifica el crimen… La cultura, que es la única que podría dejar al hombre res-
pirar y darle un poco de libertad, está devorada por el Estado».

20
«Conmigo extraditaron la verdad», entrevista con Salvatore Mancuso, Cambio, 28 de mayo del 2009,
http://www.cambio.com.co/portadacambio/830/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_CAMBIO-5289247.html
21
Corte Interamericana de Derechos Humanos, ob. cit.

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