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Debes encontrarle y tratar con él a todas horas para que llegues a ser un mismo ser con Él.
Jesús no es un personaje histórico, ni un acontecimiento del pasado; por su resurrección, se
ha convertido en un misterio vivo que puedes experimentar espiritualmente. No hagas
desesperados esfuerzos para alcanzarle en algún espacio interestelar, está muy cerca de ti,
en ti, pues habita en tu corazón por la fe.
Puedes hacer la experiencia personal de Jesús presente y vivo en ti. Por más que te lo
describa, que comente el Evangelio, que te hable de su psicología, si no lo has encontrado
en un contacto vivo e íntimo, mis palabras no son más que bronce que suena. Hay
demasiados apóstoles que hablan de Jesucristo sin vivirlo y experimentarlo por dentro. No
te quedes fuera del suceso relatado por el Evangelio, en el centro de la narración está
siempre la persona de Jesús y su misterio.
Jesús se dirige a ti en lo más secreto de tu persona; te desvela su gloria y te plantea una sola
pregunta: "¿Quién soy yo para ti?" Tú no le puedes responder a ella sin una acción
profunda del Espíritu Santo que se afana dentro de ti para revelarte a Cristo. Por eso
devuélvele su pregunta y dile: "¿Quién eres tú, Señor?". En esa mirada que viene hacia ti,
se descubrirá el rostro de Cristo y entonces nacerá esa relación de amistad en la que dos
hermanos se miran cara a cara.
A través de una relación de amistad, san Juan ha hecho esta experiencia personal de Jesús.
Pídele esa misma gracia saboreando estas palabras: "Lo que existía desde el principio, lo
que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron
nuestras manos acerca de la Palabra de vida, ...os lo anunciamos" (1 Jn 1, 13).
Dejándote encontrar por Jesús, gustarás su presencia y su amistad, pero no te retendrá para
él pues él está orientado totalmente al Padre. Y ahí está la paradoja del encuentro con Jesús:
cuanto más íntimo y familiar te haces a él, más te realiza él en cuanto hombre y más te
arrastra al seno del Padre. No has terminado de sondear sus abismos. El encuentro con
Jesús te lanza también hacia los demás. "Vé a tus hermanos", para anunciarles la Buena
Noticia que has experimentado y que es lo único que puede llenar el corazón de los
hombres.