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es ● 1 euro
O España acaba con el Estado de las Autonomías o el Estado de las Autonomías acabará con España
l hecho de que los falangistas acate-
Eno mos el actual orden constitucional
significa, en absoluto, que acepte-
mos sin rechistar todo el texto, de la
primera a la última línea.
El Estado de las Autonomías es uno
de esos puntos que ni aceptamos en el
pasado, ni aceptamos en el presente, ni,
de seguir las cosas como en la actuali-
dad, aceptaremos, por entender que
dicha estrutura es absolutamente in-
compatible con la “indisoluble unidad
de la Nación española, patria común e
indivisible de todos los españoles”.
En efecto, el Estado de las Autono-
mías lejos de cohesionar a los españo-
les ha servido justamente para todo lo
contrario: para espolear los apetitos se-
cesionistas de las burguesías locales.
Pero hay más. El problema no queda
acotado exclusivamente al ámbito de
los separatismos, sea cual fuere su pe-
laje, sino que tanto el Partido Popular
como el PSOE se han servido del des-
orden autonómico para atrincherarse
en taifas cuyo modus operandi dista
bien poco de los tejemanejes de los se-
paratistas propiamente dichos.
Nosotros, sinceramente, no adverti-
mos diferencias de calado entre un
Artur Mas y un Francisco Camps,
pongamos por caso. Tanto uno como
otro siempre superponen intereses de
casta y de partido. En cualquier caso,
la “profundización” del autonomismo,
por una u otra vía, nos lleva siempre al
mismo lugar: la quiebra territorial de la
nación y la división de los españoles, con
todo el bagaje de “asimetrías” —agra-
vios comparativos, habría que decir
para no caer en el leguaje light del pro-
pio Sistema— que este tipo de anoma-
lías conllevan siempre.
Es preciso reconocer —y cuanto
antes mejor—este hecho inesquivable:
el Estado de las Autonomías ha fraca-
sado.
España ni siquiera es un Estado fe-
deral que, al menos, se nutre de rígidos
elementos de equilibrio. España es, en
la actualidad, un engendro vagamente
confederal que, a cada paso que da, ca-
mina hacia su destrucción en un in-
quietante paralelismo con lo que, de
unos años para acá, está sucediendo en
Bélgica.
Otro elemento que, por lo común,
pasa desapercibido del debate político
es el de la monarquía.
Si el Estado de las autonomías es una
estructura inservible y onerosa, exac-
Enero/febrero de 2011 ● Año II ● Número 16
tamente lo mismo tenemos que decir
de la monarquía.
Juan Carlos I no es, como se dice,
una figura baladí y poco menos que
decorativa, sino justamente el nudo
gordianodonde descansa todo el entra-
mado autonómico; esto es, el caldo de
cultivo necesario para conducir al Es-
tado y la nación hacia una suerte de
“commonwealth ibérica”, antesala de la
fractura y el finis hispaniae.
Estado de las Autonomías y monar-
quía borbónica —una institución im-
puesta por Franco Bahamonde, dato
que casi todo el mundo, especialmente
los abanderados de la memoria histó-
rica, parecen haber desterrado de sus
cerebros— son términos sinónimos,
de tal manera que todo intento de re-
cuperar el Estado y establecer meca-
Avanzada
El paro obrero,
una vergüenza
nacional / 3
España
España, cero en
educación / 4
El pagadigma de la
nismos de equidad y justicia social desglobalización / 5
para los españoles pasa, indefectible-
mente, por la instauración de una Re-
Política monetaria y
nacional
pública. sindicalismo / 6
Los falangistas somos partidarios de ¿Hacia la fusión
un Estado unitario por entender que municipal? / 6
la historia nos ha dado ya demasiadas Ideología de género y
y sangrientas pruebas de los torpes conciencia nacional / 7
aventurerismos secesionistas. Decimos Trabajadores
unitario y, en este punto, debe enterdé-
senos bien: unitario no significa para La UNT frente a la
reforma de las
nosotros uniformizador. En la idea de
pensiones / 10
los nacional-sindicalistas, desde 1931,
no ha estado borrar las diferencias pro-
pias de territorios que, por razones ob-
vias, tienen sus características propias.
Decimos Estado republicano, nacional
y unitario en el sentido de que las esas
características autóctonas y singulares
no sean la coartada para forzar divisio-
nes artificiales. Es más, siguiendo a Le-
desma Ramos, en absoluto haríamos
ascos, llegado el caso, a un federalismo
que fuera garante de la vertebración y
la fortaleza de la Patria.
Nuestra concepción del Estado, por
último, es radicalmente social y radical- Campo
mente social, en los esquemas del na- Marruecos difruta la
cional-sindicalismo, significa que abor- fruta española / 11
tará resueltamente cualquier forma de
parasitismo social. Mundo
Para los falangistas no existe otra no- ¿Qué destino para
bleza ni otra jerarquía que la del trabajo Túnez? / 12
y, en consecuencia, como siempre he- Un instrumento inter-
mos dicho y no nos cansaremos de re- nacional sin políticas
petir, en nuestra España no tienen ca- de Estado / 12
bida ni zánganos ni quienes aspiran a
Cine
vivir como convidados a costa del es-
fuerzo de los demás. ■ “NEDS” / 13
Revisiones
¡Que sólo haya una
nobleza...! / 14
La idea imperial de
Carlos V / 15