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Reporte lecturas IV 09 de febrero de 2021

Estudios de Patrimonio

Dra. Ma. Antonieta Jiménez

Autora: María José Ugalde López

Camarena y Morales (2009)

Los museos comunitarios ante mis ojos son un enigma. Conozco pocas comunidades con

museos, sin ser centros turísticos, sin ser pueblos mágicos, a veces sin siquiera formar parte

de la cotidianidad ajena y son agrupaciones que tienen una cohesión y organización

envidiable. Mi curiosidad hacia estos museos surgía a través de varias preguntas ¿cómo una

práctica cultural moderna (la experiencia de un museo) cabe dentro una comunidad con

dinámicas esenciales, es decir no accesorias? ¿cómo conciliar el dialogo entre un “promotor

de cultura” y un portador de esta? ¿cómo lo absorben en su día a día? ¿a quién le interesa y

a quién no?

El manual de Camarena y Morales, disipan muchas dudas, más abren discusiones a

problemáticas. Además si bien tiene la función de ser una guía ¿cómo logramos su

aplicación satisfactoria?

Es cierto, el museo comunitario es de la comunidad, pero si la idea original surge en el

exterior ¿cómo logramos introducirla a sus necesidades? En teoría -o en papel- el

autoconocimiento colectivo suena magnifico, lo difícil es convertirlo en utilidad dentro del

verdadero contexto que mantiene actualmente la comunidad. Por eso hice algunas

observaciones al manual.

1. Desde el texto de Waterton y Laurajane, los términos /identidad, identitario,

identificación/ y sus derivados son invocados con regularidad, más sus


implicaciones, como en el caso del concepto “comunidad” son diversas y quizá

también debamos participar en la reconfiguración de sus acciones problemáticas

(hablaré de ello en el análisis del texto correspondiente).

2. Coincido con Camarena y Morales, el patrimonio necesita de un cuidado constante

y como con los recién nacidos, alguien tiene que tomar responsabilidades sobre ello

porque forma parte de nuestro futuro.

3. Tengo una idea vaga de trabajar con comunidades en la satisfacción de sus

necesidades auto reconocidas, pero si me correspondiera elaborar un proyecto de tal

magnitud, quisiera que funcionara para fines de recreación, como biblioteca, para

auto descubrirse, reconfigurarse y que tomar acción por su patrimonio los auxilie en

el restablecimiento de sus objetivos a largo plazo como comunidad. ¿qué ayuda hoy

en su formación?

4. En el manual, las ideas acerca de escoger los temas y las formas de aplicarlos son

diversas (intentan no limitar opciones), más considero que si los museos son

comunitarios, deben representar sus elementos culturales más representativos. Es

decir, que su planeación y cuidado puedan inmiscuirse en sus comportamientos

comunes, incluso obedecer pautas éticas y estéticas acordes a los espacios públicos

de la comunidad. Los talleres sobre medicina, gastronomía, artesanías son muy

interesantes.

5. Es importante tomar en cuenta las necesidades de cualquier subgrupos de población,

incluyendo a los débiles visuales, a los sordos, con discapacidad motriz, etc. Tanto

en el acceso como en las exposiciones que incluyan opciones para los cinco

sentidos.
6. Otra idea adjunta al punto 4 es que en vías de animar, comunicar, incluir a la

comunidad en el museo (la parte que no está en la organización de este), es realizar

exposiciones informales de la historia de las familias que allí viven, una especie de

árbol genealógico con fotografías para y anécdotas relevantes para su conformación

como comuna (luchas, desastres naturales, construcciones, etc.).

7. Asimismo, propongo que las escuelas sean el ayudante y ocupante número 1 del

museo. Que los profesores se refieran a este a través de tareas, concursos culturales,

canto y baile, que el espacio sea educativo y público, que le inserten experiencias al

nuevo espacio que los conecte más allá de los materiales allí exhibidos. Por ello

también anexar bibliotecas comunitarias e incluso un minijardín botánico.

8. Cuando Camarena y Morales hablan sobre los talleres de historial oral, también me

pareció provechoso realizar juntas o asambleas donde tengan entrevistas en

colectivo en lugar de individuales. Así nutren historias y se involucran en su

difusión.

9. Por último, considero que las donaciones de la comunidad deben partir de dos

preguntas ¿qué quieres que te represente ¿qué quieres que se preserve? Quizá tales

acciones (de tener una pieza como propia y después ponerla a disposición publica)

cree un sentido de pertenencia.

Waterton y Smith (2010)

Este documento es importante por lo que mencioné más arriba. Hay muchísimos conceptos

que utilizamos en las ciencias sociales que provienen de los discursos nacionalistas y

colonialistas patriarcales y por ello, no podemos repetirlos y/o aplicarlos vagamente en el

intento de acercarnos a grupos de personas, pues semánticamente somos irrespetuosos


-como sucede cuando utilizamos identidad o género-. Necesitamos nuevos paradigmas.

Como dicen los autores, que nos permita estar políticamente comprometidos con las

historias de todos. No solo las oficiales. Asimismo, con las relaciones sociales en todo su

desorden, teniendo en cuenta la acción, el proceso, el poder y el cambio.

Por esta razón, los autores proponen mirar a las comunidades desde una normalidad común,

es decir las comunidades también tienen intereses divergentes, aburrimientos, ira, miedo,

felicidad, soledad, frustración, envidia, asombro y una variedad de energías motivadoras o

disruptivas. Así, las comunidades se reconstruyen, es un proceso incompleto, se vinculan

con los demás en relaciones continuas virtuales, imaginarias, geográficas. Están en

movimiento. Pero la problemática de la comunidad se extiende a los estudios de patrimonio

y allí el desafío es entretejer los contenidos y trayectorias de las formas actuales de

participación -sin el conocimiento de estas, no podríamos apoyar proyectos como los

museos comunitarios-. Quizá de esta forma, dejaríamos de participar en las nociones

tradicionales de comunidad que contribuyen a problemas sistémicos como las jerarquías de

valor cultural. Y es a través de la institucionalización de “comunidad”, indican los autores,

en la que gran cantidad de personas sufren desigualdad de estatus y por lo tanto no pueden

interactuar en términos de paridad en asuntos de patrimonio. Es decir, algunas personas se

mantienen excluidas de los grupos que toman decisiones sobre lo que es o no patrimonio y

cómo abordarlo.

Antes de terminar, es importante recalcar que si problematizamos una serie de conceptos,

no podemos explicar una idea nueva con los mismos semejantes que antes.

Marshall, 2002
Relaciono a la arqueología comunitaria como un servicio social. El hecho de que la

academia aún no lo reconozca me parece extraño, pues está dentro de las tareas del

arqueólogo. Quizá se deba a que algunas actividades son realizadas sin planificación, pero

su estandarización es necesaria. Al parecer, una de las prácticas de la arqueología

comunitaria es; además de sostener proyectos en conjunto con los grupos de personas con

las que trabajamos y tomar sus conocimientos para explicar nuestros objetos de estudios;

establecer un significado del pasado en el presente y viceversa. Incentivar la memoria que

sustenta, regresarla a la realidad a través el patrimonio.

Para Marshall, las comunidades son conjuntos de personas que se unen por todo tipo de

razones, no son pacíficas y en muchos casos, sus intereses cambian a lo largo del camino.

En los proyectos arqueológicos nos encontramos con aquellas que viven cerca del sitio, son

definidas por complejas relaciones entre paisanos que se constatan en el presente; de igual

forma, están las comunidades que descienden de nuestros objetos de estudio, y se definen

por relaciones complejas con paisanos en el presente y pasado. Usualmente estas

comunidades se entremezclan, teniendo como resultado una amplia gama de sentires acerca

del patrimonio.

La arqueología comunitaria nos alienta a realizarnos preguntas del pasado que no

hubiéremos considerado de no compartir conocimiento con las comunidades y sucede al

revés. Acercándonos a ellos, también genera un interés mutuo adueñándose de su pasado

que los arqueólogos reconstruimos.

Por esta razón es importante entender que el patrimonio también es político y se diversifica

acorde a los sesgos. Tomando como ejemplo lo dicho por la autora, una buena opción sería

observarlo desde una mirada feminista. Pero no comprometerse en “términos humanos”

sino en términos de la vida en comunidad de las mujeres, sus actividades, su hermandad,


sus acciones. Quizá involucrarnos con la lucha de la mujer por la mujer del presente nos

llevaría a preguntarnos acerca de esta en el pasado, incorporándola al estudio académico y

dando difusión.

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